FRAGMENTOS DESCONOCIDOS DE LA HISTORIA DE UNA COMUNIDAD COMBATIVA. LA DÉCADA DE 1930 Y LA PRIMERA ASAMBLEA POPULAR EN TARTAGAL (SALTA, ARGENTINA)

 

José Daniel Benclowicz*

 

 

Introducción

 

Salta es considerada, en general, como una de las provincias más conservadoras política y socialmente de la Argentina. Ese rasgo, forjado durante la época colonial bajo una fuerte influencia de la Iglesia católica, asumiría un carácter perdurable. De este modo, a pesar de que con sus particularidades, Salta no dejó de participar del desarrollo capitalista de la Argentina moderna y de las principales transformaciones políticas que se registraron a nivel nacional, no es infrecuente que los hábitos y costumbres de tiempos virreinales se piensen como constantes[1]. Otras versiones, en ocasiones complementarias a la anterior, enfatizan el supuesto predominio de lo rural sobre lo urbano en la cultura provincial, que habría moldeado una impronta clientelar reproductora de relaciones de patronazgo hasta la actualidad[2]. En este cuadro, nos encontramos con una cultura tradicional que impediría el desarrollo de luchas sociales modernas. Las líneas que siguen apuntan a mostrar que esa idea debe ser matizada.

 

Dentro de los acontecimientos recientes, las puebladas que se produjeron entre 1997 y 2001 en las localidades de Tartagal y Mosconi sugieren la necesidad de incorporar ese matiz en el análisis de la sociedad salteña. En esa zona en particular, se desarrollaron importantes y radicalizadas luchas antes y después de la dictadura militar de 1976-1983[3], que desmienten otra idea bastante extendida, vinculada a la tesis anterior: la que supone que antes de las puebladas mencionadas no se habían producido luchas sociales significativas en la zona[4]. Contraria a esa suposición, en la historia del siglo XX de Salta en general y de Tartagal-Mosconi en particular no faltan experiencias de lucha y organización de carácter clasista y muchas veces radicalizado. En este trabajo analizo las que parecen haber sido las primeras luchas modernas que se produjeron en la región, para lo cual es preciso remontarse hasta la década de 1930. En ellas aparecen elementos comunes con las protestas más recientes: la primera Asamblea Popular que pude detectar data de esa época; en ella se desplegaron reivindicaciones que reaparecieron en las luchas de los últimos años, y al igual que en estas, distintos sectores de izquierda[5] jugaron un papel central. Esa presencia y esas luchas permiten poner en cuestión para una época temprana la idea del carácter absolutamente conservador de la sociedad salteña, y al revés: es de esperar que la crítica de esa imagen abra las puertas al análisis de relaciones sociales poco o nada observadas en general, pero que conviven y en ocasiones entran en conflicto abierto con las dominantes.

 

En esa línea, es preciso desarrollar estrategias hermenéuticas en torno a fuentes no “tradicionales” para iluminar los contornos no tradicionales de lo salteño. Aquí se da un primer paso en este sentido, aportando para el análisis una fuente no relevada hasta el momento, que ofrece información valiosa sobre la historia de Tartagal: el periódico local La Frontera, la única publicación conocida que se editó en la zona durante la década del ´30. Metodológicamente, y especialmente en esta etapa de la investigación, resulta pertinente recurrir al paradigma indiciario, que permite avanzar en el conocimiento del papel de sectores que no aparecen con claridad en los documentos oficiales, en especial, los indicios resultan claves cuando se trata de estudiar a sectores subordinados[6]. Si asumimos con Carlo Ginzburg que “De la cultura de su época y de su propia clase nadie escapa[7], resulta evidente la importancia de un periódico que reúne un conjunto de voces heterogéneas para el estudio de la historia de una comunidad.

 

Los indicios detectados en este caso permiten hablar de la existencia de una tradición de izquierdas presente e influyente desde la conformación misma de la sociedad tartagalense, Así, sobre la base del estudio de la historia regional en general y el examen de estos datos, en el primer apartado de este artículo se analiza la presencia e influencia de la izquierda en La Frontera; en el segundo su papel en el proceso de lucha que desembocó en la primera Asamblea Popular de Tartagal; y en el tercero se evalúa brevemente el carácter incipiente de la organización de la clase obrera en esa época. Las palabras finales rescatan las principales conclusiones.

 

 

La izquierda en La Frontera

 

Desde la década de 1920, Tartagal se configuró como un importante enclave petrolero. En este sentido, cabe señalar que el avance urbano y social que se puede registrar en la región de Tartagal a lo largo del siglo XX es sumamente limitado, lo cual contrasta con los grandes beneficios e inversiones de capital de las empresas petroleras y con la regalías percibidas por la provincia y la nación. La empresa norteamericana Standard Oil primero, y Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) poco después, comandaron la extracción y producción de grandes volúmenes de hidrocarburos, sin que eso se haya traducido en términos de desarrollo local. Esta postergación se exacerbó a partir de la década de 1990 pero también motivó luchas y reclamos que se remontan a la década que analizo aquí, y que iniciaron una tradición de autoorganización y deliberación popular que se puede seguir durante la segunda mitad del siglo XX.

 

La municipalidad de Tartagal fue creada en 1924, durante esa década y la siguiente la localidad creció al calor de la explotación petrolífera y maderera[8]. Desde esa época existieron sectores de la población que impulsaron debates y reivindicaciones en torno a las condiciones de vida y a los intereses del conjunto de la comunidad. Uno de los primeros canales de expresión de esos planteos fue el semanario La Frontera, fundado en 1932. Al poco tiempo de crearse, ese periódico ofreció su visión del conflicto que enfrentó en esos momentos a la Standard Oil con YPF por el control de los recursos petrolíferos:

 

El gobierno de la Nación con el muy laudable proyecto de nacionalizar el petróleo, inició la controversia con la Provincia de Salta, que defendía o defiende, los derechos que le acuerda la Constitución. Pero después, un flamante Gobierno Provisional, se hace solidario con el de la Nación y entorpece a más no poder la acción de la compañía, merced a cuya obra (confesémoslo honradamente) se formó este pueblo y se horadó el primer pozo productivo[9].

 

A pesar de lo que puede parecer, este sector del público local no se encolumnaba tras la defensa del gobierno provincial frente a la Nación, sino que reivindicaba, por ese entonces, la acción de la Standard Oil, que era prácticamente la única entidad que había volcado recursos en la zona, en un contexto caracterizado por el aumento de la población, la carencia de servicios urbanos, la precariedad de los asentamientos y la prescindencia del ejecutivo provincial. Esa situación favoreció la coincidencia a lo largo de la historia de Tartagal y Mosconi de un conjunto heterogéneo de grupos e individuos que procuraron defender los intereses de la comunidad o de algún sector de ella, y se enfrentaron de distintas maneras al poder oligárquico provincial. Las ideas de izquierda estuvieron presentes en ese conjunto desde los primeros momentos, y ejercieron su influencia, que quedó registrada en La Frontera. Así, en una fecha verdaderamente temprana para un pueblo recientemente conformado, el 1° de mayo de 1932, se organizó un acto por el Día del Trabajador[10]. El periódico dedicó una página entera al discurso de apertura que pronunció un orador que aparece con el nombre de Carlos A. Ocampo; transcribo aquí un fragmento significativo:

 

El Primero de Mayo, señores, no es un día de fiesta, sino de justicia para las clases abatidas, que más de una vez tuvieron que sacrificar su libertad o su vida en olocauso [sic] de la justicia social ya que la justicia divina parece perpetuar su desamparo […] El precepto cristiano de ´amaos los unos a los otros, pues los hombres sois hermanos´ fue reafirmado por Carlos Marx al decirles: ´trabajadores de todos los países, uníos´ […] Esta unión de las fuerzas productoras evitará las guerras entre las naciones, dominando los egoísmos que ciertos capitalistas fomentan […] El 1° de Mayo camaradas, representa el nacimiento de una nueva aurora; es la estrella que viene de oriente conduciendo a la humanidad hacia un nuevo porvenir[11].

 

El artículo no consigna cuántas personas asistieron al acto, pero el orador aclara al principio de su intervención que la iniciativa se debe a “un grupo de jóvenes entusiastas de esta localidad”, que lo designaron para ese fin, lo cual indica la ascendencia del orador y de su discurso. Discurso que como se puede ver, además de deslizar una crítica a la Iglesia- “ya que la justicia divina parece perpetuar su desamparo”-, cita la célebre frase de Marx que funde el clasismo con el internacionalismo, ubica a esta última como continuidad y reafirmación de las palabras de Cristo, se dirige al público como “camaradas”, y entre sutil y lírico, reivindica a la Unión Soviética y la extensión del comunismo a nivel mundial- la estrella que viene de oriente conduciendo a la humanidad hacia un nuevo porvenir-. Todo esto desde un rincón de una Salta que, para esa época, muchos suponen unánimemente clerical y conservadora. Para el 1° de mayo del año siguiente, La Frontera publicó una nota que tiene muchos aspectos en común, aunque aparecen nuevos elementos- o al menos aparecen con mayor claridad-:

 

Cada nuevo primero de mayo es una nueva afirmación del consejo de Marx: proletarios del mundo ´uníos´, o de Bakounin [sic], el oso siberiano, presentando al mundo una nueva bandera que señalará el camino de su redención. Y desde la primera internacional, desde Chicago (1886) la ´rebelión de los esclavos´ fue sofocada pero también respetada[12].

 

A diferencia del primer texto, en éste aparece una referencia anarquista directa- Bakunin-, lo cual parece indicar la presencia de comunistas y anarquistas[13]. Después de revisar numerosos ejemplares, pude entrevistar a un familiar directo del fundador del periódico, que aportó un dato revelador: Martínez Fresco, el creador de La Frontera, se reivindicaba anarquista y ateo[14]. Vale la pena aclarar que La Frontera no era un periódico vinculado a una corriente política en particular, tenía una importante circulación a nivel local, punto en el que coincidieron distintos entrevistados que vivieron en Tartagal en esa época; publicaba artículos de amplio espectro temático y desde el punto de vista ideológico era bastante heterogéneo, como se pudo ver en el fragmento que reivindica la acción de la empresa norteamericana Standard Oil[15].

 

Pero distintos artículos muestran la influencia de la izquierda en La Frontera, especialmente de ideas anarquistas. En agosto de 1933, por ejemplo, salió una nota ofreciendo información sobre literatura publicada en esperanto[16], idioma defendido y difundido por la izquierda, especialmente por los anarquistas. Cabe mencionar que la actividad de militantes de esa corriente en Salta está registrada desde 1901, cuando se fundó en la capital provincial el Club Libertad. A su vez, existieron intentos tempranos de organización sindical en la que intervinieron activistas anarquistas: tal es el caso de la Federación Obrera de Salta, fundada en 1904 y dirigida por anarquistas y socialistas, que nucleó albañiles, zapateros, carpinteros y tipógrafos; y del Sindicato de Oficios Varios, fundado en 1923 con una fuerte influencia ácrata[17]. En el caso de Tartagal, existen testimonios que confirman la presencia de simpatizantes anarquistas en Tartagal hacia la década de 1930[18].

 

No se puede pasar por alto que los fragmentos citados- y otros de tenor similar- fueron publicados en una época fuertemente represiva contra la izquierda, en particular contra el anarquismo y el comunismo, en el único periódico local que existía en esa época, dirigido al público en general. De hecho, la sutileza lírica del primero puede pensarse en ese contexto. La persecución estatal impactó en las organizaciones debilitándolas en algunos casos, y forzando en general a encubrir la actividad de sus militantes. Sobre el anarquismo, resulta pertinente recordar la vigencia ininterrumpida de la Ley de Defensa Social, sancionada en 1910, y destinada específicamente a la criminalización de ese movimiento. El Partido Comunista también se vio forzado a asumir un carácter crecientemente clandestino: ya en 1926, en un contexto considerado democrático, un documento interno de esa agrupación planteaba la necesidad de ocultar la filiación comunista de sus militantes a fin de esquivar la persecución estatal y patronal[19].

 

La militancia encubierta motivada por una cuestión de supervivencia no debería ocultar el hecho de la presencia e influencia de la izquierda a los investigadores. Desde luego, este rasgo dificulta, a la distancia, la identificación cristalina de su accionar; pero el hecho de que la izquierda no aparezca públicamente, no significa necesariamente que no esté presente. De ahí la importancia del indicio como método para rastrear esa presencia e indagar en torno a su influencia. Para el caso que nos ocupa, el clima represivo de la década de 1930 no parece haber sido un límite para un progresivo despliegue de artículos vinculados a temáticas características de la izquierda anarquista y comunista, escritos evidentemente por plumas diversas. Algunos títulos resultan particularmente sugerentes: “La vida literaria en Rusia”[20], “La tierra a quien la trabaja”[21], “Tartagal no necesita Iglesia”[22], “Conversión a la izquierda”[23], etc. Estos sectores de izquierda no se limitaban a opinar sobre cuestiones generales; formularon a su vez reivindicaciones concretas relacionadas con las problemáticas de la región.

 

 

Primeras formas de organización y lucha

 

En noviembre de 1933 el semanario local dirigía una fuerte crítica al gobierno provincial. En esos momentos cobraba impulso la reivindicación por el acceso a la propiedad de la tierra y el reclamo para que se instale el agua corriente. En esa línea un artículo planteaba:

 

Tartagal es una fuente de recursos; el Gobierno percibe ingentes sumas por producción petrolífera; otras sumas ingentes percibe sobre patentes al comercio, sobre impuesto al consumo, pero el pueblo de Tartagal sólo tiene obligación de contribuir a la riqueza fiscal; trabajar, pagar, callarse la boca ¿Hasta cuando? […] El pueblo de Tartagal, en su totalidad, sin distinción de personas, clases o categorías, quiere que esta situación se resuelva antes de fin de año; quiere que la expropiación [de tierras] y el agua corriente sea una realidad dentro de dos meses. Si ello no se realiza será perdida toda esperanza y la indisciplina ha de cundir[24].

 

El sujeto “pueblo de Tartagal en su totalidad, sin distinción de personas, clases o categorías”, y la denuncia de la explotación económica por parte del gobierno provincial es afín a la interpelación comunitarista característica en buena parte del anarquismo argentino. En efecto, como señala Juan Suriano, más allá de las múltiples tendencias que albergó esa corriente, su discurso era más bien anticlasista y universalista, y en la medida en que aspiraba a unir a todos los grupos oprimidos y liberarlos de esa explotación, era un planteo de carácter populista[25]. Así, se puede entender que en septiembre de 1933 La Frontera haya saludado la conformación del Centro Comercial de Tartagal[26], que agrupaba a los comerciantes locales y que como se verá, jugó un papel central en la organización de las primeras luchas que pude registrar en la zona. Ya en 1935, el periódico publicó un editorial que con algunos ajustes podría haber sido escrito en las siguientes décadas del siglo XX:

 

[…] la propiedad de las tierras es para nosotros un cuento chino; el agua corriente cuyo presupuesto se aprobó hace rato en las cámaras legislativas de la provincia es otro cuento chino, y cuento chino es y será por mucho tiempo si no nos llamamos al desengaño, el mejoramiento de las escuelas, la creación de una modestísima sala de primeros auxilios o un dispensario […] No se concibe que aquí en Tartagal, pueblo rico y progresista de la República Argentina, un obrero […] deba carecer de una pastilla de quinina para prevenirse del paludismo; que una visita médica, por simple que ella sea, deba costarle cinco pesos; vale decir, el jornal de toda una semana […] cuando esta clase de asistencia social debe correr por cuenta del Estado a quien le costaría una miseria si se preocupara de organizar su servicio[27].

 

En las páginas del periódico se puede seguir una campaña en torno a estos ejes, que justamente procura la convergencia de las distintas clases y sectores sociales de Tartagal en una lucha común. Aparecen artículos con orientaciones heterogéneas, y entre ellos la cuestión del acceso a la tierra urbana y rural ocupa un lugar destacado, no faltando denuncias contra “la oligarquía latifundista y contra el imperialismo extranjero, cuyos espurios intereses están íntimamente ligados[28], y reivindicaciones de reforma agraria[29]. Sobre este punto, es preciso tener presente la composición del gobierno nacional de la época, la importante participación que tuvo en éste la oligarquía salteña, conformada por un conjunto de familias relacionadas entre sí por estrechos vínculos familiares y comerciales[30], y su dominio político a nivel provincial. Ya en 1918, un comisionado enviado por el gobierno de Hipólito Yrigoyen para observar la elección de diputados nacionales en la provincia describía el estado de cosas de la siguiente manera:

 

El poder ejecutivo pertenece a una sola familia y no hay por lo tanto partido político que gobierne, los otros poderes del Estado existen sólo en forma nominal, y por lo tanto la base del sistema republicano es nula. Las cámaras de senadores y diputados están formadas en casi su totalidad por parientes del gobernador y por empleados públicos a sueldo de la Nación y la provincia […] con excepción de dos o tres independientes, no hay uno que no milite en el partido oficial. […] El poder Judicial está también subordinado al poder ejecutivo, los jueces gozan de poca remuneración y su término de ejercicio es de seis años. No existe régimen municipal que establece la constitución nacional, para la organización política de los Estados[31].

 

Ese marco resultó propicio para el desarrollo de los vínculos clientelares y de patronazgo[32], que influyeron en las relaciones sociales y políticas entre los sectores dominantes y las clases populares más allá de los primeros gobiernos conservadores[33]. El propio radicalismo salteño fue un vehículo de expresión de la oligarquía: los principales miembros de la comisión directiva de la Sociedad Rural Salteña, incluidos su presidente y vicepresidente, fueron dirigentes radicales[34]. Con todo, los datos relevados indican que el dominio de la oligarquía en la provincia no fue absoluto, y que al margen de las conocidas relaciones de patronazgo, se desarrollaron otras que llegaron a plantear desafíos a los sectores dominantes salteños. Justamente, son sus representantes- entre otros, el emblemático gobernador Luis Patrón Costas- los sujetos interpelados en los pronunciamientos de La Frontera. En una editorial, este periódico señala, significativamente, al Centro Comercial como la organización llamada a dirigir la lucha por los reclamos tartagalenses al gobierno provincial:

 

Es hora ya que los 8.000 habitantes que en Tartagal tienen basamentadas sus esperanzas mediten y se apresten a resolver su problema porque en ello va su porvenir y el porvenir de los suyos. El Centro Comercial, por ser hoy la institución más representativa de las fuerzas vivas de la zona, está en el deber de considerar seriamente este problema, y a sus resoluciones deben atenerse las demás agrupaciones y el vecindario, a todos los cuales amenazan castigar las circunstancias que dejamos expuestas[35].

 

Este llamamiento al Centro Comercial para que encabece los reclamos, hecho desde un periódico en el que abundan artículos de orientación izquierdista, sugiere al menos tres cosas. En primer lugar, ¿Cuáles son las “demás agrupaciones” que deberían atenerse a las resoluciones del Centro Comercial? Existía, desde fines de la década de 1920, un grupo de interés específico organizado: la Sociedad Sirio-Libanesa, que agrupaba a los inmigrantes de ese origen, que en su mayoría eran, justamente, comerciantes[36]. Por su parte, el Centro Comercial, como se verá en seguida, no era estrictamente una agrupación corporativa, ya que formulaba reclamos más amplios, de tipo comunitario. Sus reivindicaciones se encontraban en sintonía con los planteos comunitaristas clásicos de los anarquistas, eran compatibles con los discursos socialistas y, para 1935, también de los comunistas. En efecto, ese año el PC empezó a impulsar su política de Frente Popular, que supuso la confluencia con los sectores de la “burguesía progresista” en un frente común contra el fascismo. Esa línea política también puede haber favorecido la intervención de militantes o simpatizantes comunistas en el Centro Comercial. Por último, este llamamiento al Centro Comercial por parte de La Frontera evidencia la debilidad de la clase trabajadora, el principal destinatario de las prédicas izquierdistas. De hecho, hacia 1935 no existían, hasta donde se sabe, organizaciones de la clase obrera en la zona.

 

Para octubre de 1935, la campaña de denuncias encarada por La Frontera parece haber derivado en la convocatoria de una Asamblea de Vecinos por el tema de la tierra, que dio lugar a la conformación de una Comisión pro-rebaja de los precios de los lotes[37]. Pero la lucha no se detuvo en ese punto, las proclamas y denuncias continuaron durante los meses siguientes, hasta alcanzar un punto álgido en septiembre de 1936. El día 2 de ese mes, el Centro Comercial de Tartagal elaboró un petitorio dirigido a las autoridades provinciales, y en una actitud que no deja de llamar la atención, convocó a una Asamblea Popular, probablemente la primera en la historia de la localidad[38]. El petitorio fue publicado poco después por La Frontera; entre sus puntos más importantes figuraban:

 

1) Iniciación de los trabajos de aguas corrientes de Tartagal y Aguaray;

2) Estudio y construcción de un dique o represa de suficiente capacidad para riego conveniente de toda la zona;

3) Venta y colonización de las tierras conocidas fiscales en el Distrito Tartagal;

4) Cooperación del Banco Provincial conforme al proyecto del actual gobernador de la Provincia de Salta sobre préstamos y fomento agrícola;

5) Participación del 10% sobre Regalías Petrolíferas para la creación y sostenimiento de una escuela de artes, oficios, agricultura y obras públicas de este distrito […]

7) Solicitar apoyo a las compañías petrolíferas sobre la libertad de comercio en todos los campamentos y restricción de actividades en proveedurías, etc., invocando para ello el estado crítico por el que atraviesan más de cinco mil habitantes de la zona[39].

 

En el petitorio aparece la firma del presidente del Centro Comercial, que explica por si misma varias cosas. Se trata de Carlos A. Ocampo, el mismo que pronunció el radicalizado discurso de apertura del acto del Primero de Mayo de 1932, publicado en La Frontera y citado más arriba. Esto demuestra no sólo la presencia izquierdista en el Centro Comercial, sino una influencia destacada: su propio presidente, Ocampo, es claramente un simpatizante o militante de izquierda. Bajo esa influencia, la Asamblea Popular se reunió el domingo 13 de septiembre, discutió y votó apoyar el petitorio y desarrollar un plan de acción, aunque el material disponible no indica cuales fueron sus características. De acuerdo a La Frontera la Asamblea fue masiva; tuvo una “gran concurrencia, heterogénea en su aspecto pero homogénea en sus objetivos[40].

 

En este punto conviene detenerse brevemente para señalar algunas cuestiones. Queda claro que la práctica de la autoorganización popular- incluido el formato de la Asamblea Popular- y la formulación de reivindicaciones referidas a los intereses de la comunidad estuvieron presentes prácticamente a partir de la configuración misma de la localidad de Tartagal. También es claro que distintos activistas de izquierda, orgánicos o no- aunque en el caso de los anarquistas y comunistas que dejaron su huella en La Frontera más bien parecería lo segundo-, jugaron un papel destacado en el desarrollo de esas prácticas. Finalmente, no puede dejar de mencionarse que reivindicaciones clave del petitorio elaborado por el Centro Comercial y votado por la Asamblea Popular de 1936, como la participación en las regalías, la obtención de préstamos y subsidios y la ayuda a los sectores más postergados, reaparecieron durante las puebladas que se produjeron a partir de la segunda mitad de la década de 1990[41].

 

La distribución desigual de recursos dentro de las provincias es una característica bastante común en la Argentina; en cambio, el desarrollo de luchas importantes, de carácter comunitario y policlasista dirigidas contra los Estados provinciales no es algo generalizado. En Tartagal- y luego en Mosconi-, los fuertes contrastes entre la postergación de la zona y la riqueza extraída, sumada a la actuación de dirigentes y activistas locales[42], son factores ineludibles a la hora de explicar ese fenómeno, en una década en la que la zona asumía su configuración socio-económica moderna (1930), y en otra en la que esa configuración sufrió un fuerte replanteo (1990).

 

Dicho esto, se puede avanzar un paso más y analizar las características sociales de estas primeras formas de organización y lucha. Se ha visto que el Centro Comercial de la época, una organización de pequeños y medianos empresarios claramente influida por la izquierda, jugó un papel central en la formulación de los primeros reclamos y de la primera Asamblea Popular. Con todo, éste no fue el único sector que intervino en este proceso. El artículo de La Frontera que relata el desarrollo de la Asamblea Popular señala que la concurrencia era “heterogénea en su aspecto”, aunque no da mayores precisiones sobre el carácter de la heterogeneidad de los participantes. Sin embargo, un acontecimiento registrado unos meses antes resulta muy sugerente en este sentido. En junio de 1936, “un grupo entusiasta de más de ciento cincuenta obreros pertenecientes a distintos oficios” creó el Centro Obreros Unidos de Tartagal[43]. Su finalidad era, según La Frontera, impulsar “la creación de gremios para en conjunto armónico pedir a las autoridades respectivas en fiel cumplimiento sino de todas, de las principales leyes de trabajo[44]. La creación del primer sindicato obrero de Tartagal se dio en el marco de un proceso de lucha en el que la izquierda tuvo un papel destacado; en este sentido es casi obvia su influencia en la organización de los trabajadores y la incorporación de estos últimos al proceso de lucha.

 

Visto desde una perspectiva más general, durante los años 1935 y 1936 se registra un avance en lo que hace a la organización y las luchas obreras tanto a nivel nacional como provincial. En efecto, hacia mediados de los años ´30 se invierte la tendencia de la primera mitad de la década y se registra el fortalecimiento de la organización gremial en general y el desarrollo de luchas con elevados niveles de combatividad, como es el caso de la huelga general de enero de 1936, la primera de la década en presentar esas características[45]. Como han mostrado estudios recientes, en este período se registra, a su vez, una creciente influencia del Partido Comunista entre los trabajadores[46]. Para la misma época, existían en Salta un conjunto de gremios dirigidos o influidos por anarquistas, socialistas y comunistas, entre los que se contaban el de empleados de comercio, de canillitas, de choferes, de conductores de carruajes, de sastres, de panaderos, de mozos cocineros y anexos, de lecheros y de la carne. En junio de 1935, estos gremios protagonizaron la que probablemente fue la primera huelga general de la ciudad de Salta, en apoyo al sindicato de lecheros, movilizados en defensa de su fuente de trabajo y contra el aumento del precio de la leche[47]. En otra escala, la región bajo análisis no se vio exenta de este desarrollo de la organización de los trabajadores.

 

 

La organización incipiente de los trabajadores

 

La realización en Tartagal de una Asamblea Popular con las características apuntadas, indica el desarrollo de tendencias combativas y de izquierda, que cuestionaron las perspectivas conservadoras logrando insertarse a nivel comunitario. En esta línea, se puede decir que ambas integran el contradictorio sentido común en función del cual se despliegan representaciones y acciones sobre la realidad[48]. Por cierto, para comprender la emergencia de este tipo de acciones organizativas y de lucha, es preciso incorporar al análisis las tendencias impugnadoras particulares que se presentan en la localidad analizada.

 

Sobre esto último, cabe mencionar que a diferencia de lo que ocurre para la misma época en los principales centros urbanos del país, no se trata de iniciativas protagonizadas por la clase obrera. En efecto, llama la atención por ejemplo que dentro de las reivindicaciones votadas por la Asamblea Popular de 1936, no aparezca ninguna que tenga un carácter definidamente obrero, cuando uno de los objetivos explícitos del Centro de Obreros Unidos fundado ese mismo año- e implícitos en cualquier organización sindical- era reclamar el cumplimiento de las leyes laborales. En este sentido, el ya citado artículo sobre la Asamblea Popular aporta también una pista, que sugiere que la pretendida homogeneidad de objetivos no era total: “[…] la modalidad de nuestro pueblo no acostumbrado a exponer sus ideas serenamente hizo que el presidente de por terminado el acto evitando con ello las torcidas interpretaciones que se trató de eludir desde el primer momento[49]. La diferencia entre asambleístas puede haber tenido un carácter inter o intra-clases, lo que es cierto es que la organización obrera era incipiente, demasiado como para poder disputar con éxito- en caso de habérselo propuesto- la dirección de una protesta en la que confluían distintas clases sociales contra la oligarquía provincial. Tal situación se fue modificando progresivamente al compás del desarrollo del capitalismo y del aparato estatal a nivel regional, que encontraron en las actividades hidrocarburíferas a su principal impulsor. Justamente, el progresivo despliegue de YPF iniciado en la década de 1930 generó el crecimiento de una clase obrera que llegó a convertirse en un actor central, visiblemente a partir del ascenso del peronismo. En este sentido, el peso político y organizativo que fueron asumiendo los trabajadores desde ese momento constituye una clara transformación con respecto al período previo.

 

Para la década del ´30, faltan datos para sacar conclusiones sobre el grado de sindicalización en Tartagal y en Salta en general. De acuerdo a lo publicado en La Frontera, el Centro de Obreros Unidos contaba en 1936 con más de 150 afiliados de distintos oficios[50], lo que representa el 15 por ciento de los trabajadores registrados por el Censo Industrial Nacional de 1935 para Tartagal. El porcentaje resulta considerable teniendo en cuenta el carácter represivo de esa época, aún cuando se pueda suponer que no todos los afiliados se desempeñaban en la industria[51].

 

Sobre las corrientes que intervinieron en la conformación de ese incipiente movimiento obrero, hay un dato sumamente sugerente: para la misma época de la creación del Centro de Obreros Unidos, existen testimonios de la presencia del conocido dirigente del Partido Comunista Rufino Gómez en Vespucio (Mosconi), vinculada a la organización del sindicato de petroleros[52]. No pude hallar evidencias sobre los resultados que obtuvo en la tarea que se le habría encomendado. Sin embargo, es difícil creer que fueran nulos. Rufino Gómez era uno de los principales cuadros obreros del PC. Pocos años antes, había sido enviado por la dirección partidaria para organizar a la militancia petrolera en Comodoro Rivadavia, y distintas fuentes indican que su papel fue central en la creación de la Unión General de Obreros Petroleros (UGOP), encabezada por los comunistas, y en la dirección de la combativa huelga que protagonizó ese sindicato en 1932[53]. En todo caso, la tarea organizativa de cualquier dirigente de izquierda no araba en un terreno virgen, como se vio en el apartado anterior.

 

Más allá de eso- o mejor, más acá-, no quedan dudas de que junto al conservadurismo que sin duda predominó en el conjunto social de la provincia, se desarrolló una tendencia menor vinculada a la izquierda y combativa. Como se vio, esa tendencia no estuvo ausente ni dejó de influir en Tartagal.

 

 

Palabras finales

 

Hacia la década de 1930 es posible registrar en la zona bajo estudio las primeras luchas sociales modernas que se conozcan hasta el momento, marcadas por la influencia política y cultural de la izquierda. Así, hacia 1936 se realizó la que parece haber sido la primera Asamblea Popular de esa localidad, en la que confluyeron distintos sectores sociales enfrentados a la oligarquía provincial. En el marco de ese proceso de luchas surgió el primer sindicato obrero de la zona, el Centro de Obreros Unidos de Tartagal.

 

En lo que hace a la influencia de la izquierda, lo que se nota es cierta continuidad. Convocar a una asamblea, exigir al Estado la satisfacción de demandas colectivas, y el impulso y organización de ambas cosas por parte de activistas de izquierda son dinámicas sociales y políticas que se presentaron tempranamente en la zona. Existe consenso en torno a que los procesos de transformación cultural son más lentos y más matizados que los cambios políticos y sociales. Pero eso vale no sólo para las pautas dominantes, sino también para la cultura política de izquierda. A lo largo de la década de 1930, las prácticas e ideas de izquierda en la zona de Tartagal no ocupaban un lugar marginal: tenían una fuerte influencia en el único medio de comunicación local, en la principal organización sectorial, el Centro Comercial, y se puede suponer fácilmente, en el primer sindicato obrero que se formó.

 

La región tampoco era una isla desde el punto de vista de la cultura política: 360 kilómetros de vías férreas la comunicaban con la ciudad de Salta, donde los sindicatos más importantes- ferroviarios, empleados de comercio y de la construcción- fueron dirigidos por la izquierda hasta mediados de la década de 1940. Estos datos plantean la necesidad de matizar la idea predominante de una provincia unánimemente conservadora; futuros trabajos deberán establecer los alcances de ese matiz. Lo que resulta innegable es el desarrollo de una tradición de izquierdas, que se expresó con un vigor poco conocido hasta el momento, probablemente porque con el ascenso del peronismo fue forzada a replegarse y a transformarse. Con todo, la evidencia histórica sugiere que tal tradición no desapareció; siguió circulando por vías subterráneas, emergiendo visiblemente en distintos contextos con una fuerza que sólo se puede explicar por la persistencia de su presencia.

 

 

Ingresó: 25 de mayo de 2010

Aceptado: 20 de setiembre de 2011

 

 

 

 

 

 

 

Fragmentos desconocidos de la historia de una comunidad combativa. La década de 1930 en Tartagal (Salta, Argentina)

 

 

Resumen

 

Este artículo da cuenta de las primeras luchas socio-políticas de Tartagal, desconocidas hasta el momento. La historia de las luchas modernas en la región se puede empezar a analizar desde la década de 1930, época en la que se desarrolló la primera Asamblea Popular de Tartagal. Como mostraré, en ella se desplegaron reivindicaciones que reaparecieron en las luchas recientes, y al igual que en estas últimas, la izquierda jugó un papel central. El desarrollo de estas luchas muestra la existencia de una cultura de izquierdas, y lleva a matizar la idea del carácter absolutamente conservador de la sociedad salteña.

 

Palabras claves: Tartagal; Salta; 1930; Luchas sociales y políticas; Cultura de izquierdas

 

 

José Daniel Benclowicz

 

 

 

Unknown fragments of the history of a fighting community. The 1930’s in Tartagal (Salta, Argentina)

 

 

Abstract

 

This article reports the first socio-political struggles in Tartagal, so far unknown. The history of the modern struggles in the region can be analyzed since the 1930's, when the first Popular Assembly took place in Tartagal. As I will show, the same claims reappeared in recent struggles, where, as it happened before, the left played a central role. These struggles show the existence of a leftist culture, and lead to the idea of the existence of an absolutely conservative Salta society.

 

Keywords: Tartagal; Salta; 1930`s; Social and political struggles; Leftist culture

 

 

José Daniel Benclowicz

 



* Doctor en Historia. IIDyPCa-CONICET/Universidad Nacional de Río Negro. Agradezco a los revisores anónimos de Andes, cuyas observaciones permitieron enriquecer este texto.

[1] Un ejemplo de esta perspectiva puede verse en el trabajo de Corbacho, Myriam y Raquel Adet, La Historia contada por sus protagonistas. Salta, primeras décadas del siglo XX, Maktur, Salta, 2002.

[2] Véase por ejemplo Saravia, Luis Adolfo, Salta, el campo y la ciudad. Notas sobre el clientelismo como dominación, Milor, Salta, 2004.

[3] Benclowicz, José Daniel, “Experiencias de lucha e influencia de la izquierda en la Historia reciente de Tartagal y Mosconi. 1970-1989”, en Revista de la Escuela de Historia, N° 8, UNSa, Salta, diciembre 2009.

[4] Véase, por ejemplo, Aguilar, María A. y Estela Vázquez, “Flexibilización salvaje en la selva chaco-oranense. El caso de Orán y Tartagal (Salta), en Realidad Económica, N° 153, 1 de enero al 15 de febrero de 1998; Córdoba, Rossana T., “De piquetes y otras historias”, en Cuadernos de Humanidades, Nº 15, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta, Salta, 2004.

[5] Considero de izquierda a aquellos individuos u organizaciones políticas que impugnan el orden capitalista y reivindican al socialismo como forma de organización social, incluyendo no sólo a las de origen marxista, sino a las provenientes de otras tradiciones, como la anarquista.

[6] Futuros trabajos deberán precisar el alcance de los señalamientos que se presentan en estas líneas y ampliar la línea de investigación sobre la base del relevamiento y análisis de nuevas fuentes y evidencias empíricas.

[7] Ginzburg, Carlo, El Queso y los gusanos, Muchnik, Barcelona, 1997, p. 18. En este trabajo retomo libremente el paradigma indiciario propuesto por Carlo Ginzburg en la obra citada. Véase también del mismo autor: Ginzburg, Carlo, Mitos, emblemas e indicios. Morfología e historia, Gedisa, Barcelona, 1994.

[8] Para ampliar este punto se puede ver Benclowicz, José Daniel, “Aportes para la historia del norte de Salta. Conformación y desarrollo de las localidades de Tartagal y General Mosconi durante la primera mitad del siglo XX” en Andes N° 22, CEPIHA-UNSa, 2011.

[9] La Frontera N° 6, “Riqueza petrolífera”, Tartagal, 12 de marzo de 1932.

[10] Es posible que se celebraran este tipo de actividades con anterioridad, aunque no existan fuentes para confirmarlo. De todos modos, en 1932 aún no había transcurrido la primera década de vida pueblerina desde que se conformó la primer Comisión Municipal (1924).

[11] Discurso de apertura del acto del Primero de Mayo de Carlos A. Ocampo, “Ecos del 1° de Mayo”, en La Frontera, N° 15, Tartagal, 14 de mayo de 1932. Desatacado en el original.

[12] “Primero de mayo”, La Frontera, Nº 65, Tartagal, 29 de abril de 1933.

[13] Aunque también ambas intervenciones pueden ser incluidas dentro del amplio espectro de tendencias del anarquismo. Sobre esto último se puede ver Suriano, Juan, Anarquistas. Cultura y política libertaria en Buenos Aires, Manantial, Buenos Aires, 2001, especialmente el cap. II.

[14] Entrevista del autor a F., familiar directo de Luis Martínez Fresco, fundador del periódico La Frontera, Tartagal, abril de 2009. A él y a otra pobladora de Tartagal debo y agradezco la consulta de los originales de este valioso material.

[15] Cabe apuntar que para esa época el nacionalismo petrolero se había convertido en una ideología popular a nivel nacional; ya en 1926, los yrigoyenistas comenzaron a plantear la idea de establecer el monopolio del Estado nacional sobre los hidrocarburos. El proyecto, rechazado por los legisladores de las provincias petroleras, fue aprobado por mayoría en la cámara de diputados en septiembre de 1927. Para ampliar este punto véase Solberg, Carl, Petróleo y nacionalismo en la Argentina, Hyspamérica, Buenos Aires, 1986.

[16] “Argentina Esperanto-Asocio”, La Frontera, Nº 79, Tartagal, 5 de agosto de 1933.

[17] Sobre este punto véase Correa, Rubén y otros, “Notas para el estudio histórico de la clase obrera en Salta, 1904-2003”, en A cien años del informe de Bialet Masse, Universidad Nacional de Jujuy, 2007, p.148; y Corbacho, Myriam y Raquel Adet, 2002, ob.cit., cap. 10.

[18] Véase Corbacho, Myriam y Raquel Adet, 2002, capítulo 11, y en el mismo capítulo, la Entrevista a Don Ermes, hijo del panadero anarquista don Juan (fundador del Club Libertad).

[19]Uno de los defectos más o menos general de nuestros afiliados, es el de no comprender el trabajo ilegal. Hemos sufrido ya algunas expulsiones de compañeros de las fábricas donde trabajaban, por haberse hecho descubrir en su trabajo”. Informe de Organización del Comité Local a la Segunda Conferencia de la Capital, citado en Camarero, Hernán, A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935, Siglo XXI, Buenos Aires, p. 16.

[20] La Frontera, N° 156, Tartagal, 8 de junio de 1935.

[21] La Frontera, N° 159, Tartagal, 26 de junio de 1935.

[22] La Frontera, N° 166, Tartagal, 24 de agosto de 1935.

[23] La Frontera, N° 195, Tartagal, 28 de marzo de 1936.

[24] La Frontera, Nº 93, Tartagal, 11 de noviembre de 1933.

[25] Suriano, Juan, 2001, ob.cit., pp. 75 a 81.

[26] Véase “Formación del Centro Comercial”, La Frontera, Tartagal, 9 de septiembre de 1933.

[27] “Nuestros problemas. Hacia el futuro”, La Frontera, N° 164, Tartagal, 10 de agosto de 1935. Parte de este texto y de otros artículos de La Frontera están transcriptos sin referencias en Rioja, Leoncio, Tartagal y Norte del Bermejo, 3L ediciones, Orán (Salta), 1997, a quien agradezco por su disposición a contribuir con el presente estudio y por haberme contactado con los poseedores de los originales del periódico.

[28] “La tierra a quien la trabaja”, La Frontera, N° 159, Tartagal, 26 de junio de 1935. Nótese en la frase citada la orientación disímil con respecto al primer artículo citado en este apartado, que reivindicaba la acción de la Standard Oil.

[29] “La tierra a quien la trabaja”, La Frontera, N° 159, Tartagal, 26 de junio de 1935; véase también “Nuestros problemas. Repercusión alentadora”, La Frontera, N° 168, 7 de septiembre de 1935, entre otros.

[30] Por ejemplo, Lucrecia Costas y Ortiz, hija de Robustiano Patrón Costas, era la esposa de Abraham Cornejo Peralta, gobernador de 1916 a 1918. Ese cargo lo heredó del mismo Patrón Costas, dueño del mayor ingenio de la provincia y personaje central de la oligarquía salteña, que ocupó varios cargos de primer orden a nivel nacional y provincial. Véase sobre este punto Michel, Azucena del Valle, “Conflictos políticos en la provincia de Salta después del triunfo electoral del Perón en 1946”, en Revista Escuela de Historia, Nº 3, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta, 2004.

[31] Informe del Comisionado Avelino Ferreira, en Recopilación General de las leyes de la provincia de Salta y sus decretos reglamentarios, San Martín, Salta, 1935, citado en Astorga López, José R. y Silvia P. Castillo, “Intervenciones Federales y Radicalismo en Salta. 1918 y 1921”, Trabajo presentado en el V Congreso Nacional de Ciencia política, Sociedad Argentina de Análisis Político, 14 al 17 de noviembre de 2001. El carácter oligárquico de la clase dominante salteña también es denunciado en el ensayo de Caro Figueroa, Gregorio, Historia de la Gente decente del Norte Argentino, Ediciones del Mar Dulce, Buenos Aires, 1970.

[32] Este desarrollo no pasó inadvertido a los analistas de la época. Véase, por ejemplo, Joaquín Castellanos, “Salta. El territorio y la raza”, en Acción y pensamiento, Pellerano, Buenos Aires, 1917. Sobre los orígenes de las relaciones de patronazgo en Salta se puede ver también Caro Figueroa, Gregorio, “El clientelismo en Salta”, en Ricardo N. Alonso (Ed.), Salta, enfoques y perspectivas, Cri Sol, Salta, 2004.

[33] Véase Benclowicz, José Daniel, “Aportes para la historia del norte de Salta. Conformación y desarrollo de las localidades de Tartagal y General Mosconi durante la primera mitad del siglo XX”, en Andes, N° 22, CEPIHA-UNSa, 2011, para ampliar este punto.

[34] Fundada en 1900, la Sociedad Rural Salteña fue una de las organizaciones más importantes de la oligarquía salteña. Miguel S. Ortiz, primer presidente de la Sociedad Rural, era a su vez vicepresidente primero de la UCR de Salta; Carlos Aráoz, vicepresidente de la Sociedad Rural, era vocal de la UCR; Aniceto Latorre, vocal en la Sociedad Rural, era presidente de la UCR. Véase Correa, Rubén, “Notas para una historia de los partidos políticos de Salta: Intelectuales transformistas y Partido Obrero en las fisuras del Régimen oligárquico a principios del siglo XX”, en Cuadernos de Humanidades, Nº 15, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta, Salta, 2004.

[35] “Nuestros problemas. Momentos de inquietud”, La Frontera, N° 166, Tartagal, 24 de agosto de 1935.

[36] Rioja, Leoncio, 1997, ob.cit., pp. 128 y 129.

[37] Rioja, Leoncio, 1997, ob.cit., p. 192. La Asamblea de Vecinos se habría reunido en 29 de octubre de 1935. El dato remite a un artículo publicado en La Frontera, aunque no figura la fecha, y lamentablemente el original parece haberse extraviado. Sin embargo, el hecho no desentona en lo más mínimo con la sucesión de acontecimientos que se vienen relatando y con los que siguen, como se verá en seguida.

[38] Los datos disponibles sugieren que la Asamblea de Vecinos de 1935 que se mencionó más arriba fue más acotada, y que trató únicamente la cuestión de la tierra.

[39] “Centro Comercial de Tartagal”, La Frontera, N° 216, Tartagal, 12 de septiembre de 1936.

[40] “El Mitin del domingo”, La Frontera, N° 217, Tartagal, 19 de septiembre de 1936.

[41] Por ejemplo, el petitorio votado por la Asamblea Popular que resolvió bloquear la ruta nacional N° 34 en mayo de 1997, exigía, entre otros puntos: Solución para los problemas de infraestructura- cortes de energía, mal estado de las rutas, necesidad de acondicionamiento del aeropuerto de Mosconi-; refinanciación de las deudas con el Banco Hipotecario Nacional por la compra de viviendas, especialmente para los desocupados; implementación de acciones concretas- no aclara cuáles- para paliar la desocupación; implementación de un plan de desarrollo regional basado en desgravaciones impositivas y créditos blandos; mejora en la distribución de las regalías hidrocarburíferas. Carta de la Comisión de Vecinos de Tartagal al ministro del Interior Carlos Corach, 1° de abril de 1997, inédito.

[42] Una de sus expresiones más importantes es el despliegue del periodismo independiente: la acción de distintos periodistas de radio y del canal de cable Videotar a partir de 1997, que defendieron las reivindicaciones de la zona, además de registrar y participar de las puebladas, recuerda al papel que jugaron sus colegas de La Frontera en la década de 1930.

[43] “El entendimiento mutuo es arma de orden. Creación del Centro Obreros Unidos de Tartagal”, La Frontera, N° 206, Tartagal, 27 de junio de 1936. Sin poder afirmarlo con seguridad, es posible pensar que el propio título del artículo anticipaba diferencias que surgieron en la Asamblea Popular y que se expondrán en seguida. Con todo, esas diferencias bien pueden haber tenido que ver con otros elementos, por ejemplo, la rivalidad entre organizaciones comerciales que ya mencioné.

[44] “El entendimiento mutuo es arma de orden. Creación del Centro Obreros Unidos de Tartagal”, La Frontera, N° 206, Tartagal, 27 de junio de 1936.

[45] Sobre este punto, véase el clásico trabajo de Murmis, Miguel y Juan Carlos Portantiero, Estudios sobre los orígenes del peronismo, Siglo XXI, Buenos Aires, 2004; e Iñigo Carrera, Nicolás, La estrategia de la clase obrera. 1936, Ediciones Madres de Plaza de Mayo, Buenos Aires, 2004.

[46] Camarero, Hernán, A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935, Siglo XXI, Buenos Aires.

[47] Véase, para ampliar este punto Benclowicz, José, “Apuntes para pensar la situación del movimiento obrero en el interior de la Argentina durante la primera mitad del siglo XX. El caso de la provincia de Salta”, en CICLOS, N°39, en prensa, 2011.

[48] Tomo aquí el concepto de sentido común de Gramsci, Antonio, “Observaciones sobre el folklore”, en Literatura y vida nacional, Lautaro, Buenos Aires, 1961.

[49] “El Mitin del domingo”, La Frontera, N° 217, Tartagal, 19 de septiembre de 1936.

[50] Véase “Centro Obrero”, Eco del Norte, Nº 37, Tartagal, 18 de julio de 1939; y “El entendimiento mutuo es arma de orden. Centro Obreros Unidos de Tartagal”, La Frontera, N° 206, Tartagal, 27 de junio de 1936.

[51] Censo Industrial Nacional de 1935. El censo registra 951 trabajadores entre obreros y empleados.

[52] Véase entrevista a Juan Benachio, Secretario General del Partido Comunista de Salta, en Corbacho, Myriam y Raquel Adet, 2002, ob.cit., cap. 10.

[53] Sobre este punto véase, entre otros, Gómez, Rufino, La Gran Huelga Petrolera de Comodoro Rivadavia (1931-1932) en la memoria del militante obrero comunista Rufino Gómez, Ediciones Centro de Estudios, Buenos Aires, 1973, y Camarero, Hernán, A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935, Siglo XXI, Buenos Aires, pp. 179 a 183.