EL MOVIMIENTO DE LIBERACION NACIONAL (MLN) Y SU RELACION CON LA DIRIGENCIA DE LA CONFEDERACION GENERAL DEL TRABAJO (CGT), (1960-1969)

 

Julieta Pacheco[1]

 

 

Introducción

 

Durante toda la década del ‘60, el movimiento obrero argentino atravesó una etapa de reflujo manifestado en una caída de nivel de las luchas, en relación a los cinco años anteriores[2]. De manera contrapuesta a esta situación, los ‘60 vieron florecer y desarrollar a variadas organizaciones políticas que ocuparon un lugar central en la escena política como productos de la crisis de los partidos tradicionales, como el Partido Comunista Argentino (PCA), el Partido Socialista Argentino (PSA) y de la incapacidad de la burguesía para canalizar el descontento de fracciones de la pequeña burguesía que veían afectadas sus libertades democráticas. Esa situación se acentuó al producirse la Revolución Cubana, en 1959, la cual mostró una salida exitosa para los problemas de los países denominados del Tercer Mundo.

 

En 1968 la aparición de la CGT de los Argentinos (CGT-A), representando a la línea combativa del peronismo, llevó a que varias de las organizaciones de izquierda emprendieran políticas de trabajo para acompañar este proceso, viendo la posibilidad de acercarse e insertarse en la clase obrera. Este fue el caso del MLN (1960-1969), una organización que se relacionó con la Central combativa.

 

En este artículo desarrollaremos las críticas que el MLN realizó a la dirección de la CGT y cómo, consecuente con sus planteos, aportó a la construcción de la CGT-A. Para realizar esta tarea utilizaremos fuentes escritas: la prensa del MLN Liberación y documentos públicos; y fuentes orales: entrevistas a dirigentes del MLN.

 

 

El MLN

 

Como anticipamos el MLN fue una organización que se desarrolló durante toda la década del ‘60. Entre sus máximos dirigentes encontramos al abogado y escritor Ismael Viñas, a la redactora Susana Fiorito y al filósofo y escritor Ramón Alcalde, todos ex miembros y fundadores de la revista Contorno y hacia el final de la década del ‘50, también militantes de la Unión Cívica Radical Intransigente, llegando a ocupar cargos en la presidencia de Arturo Frondizi. Luego de romper con esta experiencia política se dieron la tarea de construir y desarrollar el MLN. Una vez consolidada la organización, ésta quedó constituida por cuatro Secretariados Regionales (Capital Federal, Rosario, Santa Fe y Córdoba) a los cuales se sumaba el Secretariado Nacional, y una Junta Nacional compuesta por todos los Secretarios Generales de cada regional. De esta Junta dependían la secretaria de prensa, Liberación, órgano oficial del MLN y la edición de folletos y volantes. Cada Regional tenía un secretario general, uno político y uno de organización. Luego venían los grupos o células, compuestas por militantes que activaban en los diferentes frentes (Agrupación Universitaria Liberación, sindicatos, actividades de propaganda y agitación, etc.), si bien encontramos diferencias entre la cantidad de militantes que pasaron por la organización, en general los testimonios acuerdan en estimar que eran más de 500 comprometidos y con la periferia se podía llegar a mil. Hacia 1969 el MLN se disolvió producto de sus contradicciones internas en relación al problema del programa de liberación nacional y a la discusión respecto del desarrollo de la estrategia armada.

 

 

El MLN y la lucha sindical

 

El MLN entendía el ámbito sindical como un espacio más de lucha. En este sentido, redactó un documento, Política y Sindicatos[3], sobre cuáles eran las tareas y las funciones de los sindicatos y las relaciones entre estos últimos y las organizaciones revolucionarias. A partir de un resumen de la teoría clásica se formarían los lineamientos fundamentales de una estrategia propia. Aquella concepción partía del descubrimiento de que la clase obrera no produciría espontáneamente praxis revolucionaria, ya que librada a sus propios medios se limitaría a ejercer el “tradeunionismo”. Esto quería decir que la clase no llegaría por sí misma a la conciencia de sus fines históricos y que sus dirigentes espontáneos no llegarían a proponer una praxis consecuente mientras no alcanzaban el plano político revolucionario[4].

 

De esta manera, sería necesario comenzar por introducir desde afuera la ideología revolucionaria en la clase obrera, y luego sostener la acción revolucionaria por medio de una vanguardia que agrupe a intelectuales y a los elementos más conscientes del proletariado. La clase obrera habría adquirido, a través de su experiencia una conciencia reformista, una conciencia alienada, sujeta a objetivos y límites burgueses, que le impediría adquirir claridad sobre su propia situación y sobre su relación con el conjunto de la burguesía. Por lo tanto, le impediría formular objetivos propios y pensar en formas organizativas y de acción independientes.

 

            Además, el tradeunionismo, “por no pretender la superación del sistema” se ubicaría en el mismo plano que el socialismo reformista, que el humanismo liberal y cierto reformismo burgués. Sin embargo, el sindicalismo se limitaría a tratar de obtener reformas inmediatas para los trabajadores, bajo la acción sindical, mientras las otras formas son directamente burguesas. Así es que en la “conjunción teórico-práctica de la praxis política actual […] no caben más que dos […] ideologías […] la burguesa y la socialista.” Las luchas por reivindicaciones inmediatas serían “parte del camino inexcusable que ha de seguir al accionar revolucionario”. De esta manera, la lucha sindical se presentaría como una “situación contradictoria[5] ya que si bien forma parte de la reproducción normal del sistema, la clase obrera aprendería a organizarse, cobraría conciencia de sus fines últimos, y crearía y fortalecería su moral de lucha. Además, facilitaría “la tarea de reclutamiento de cuadros revolucionarios[6].

 

Luego de una larga exposición teórica, el documento trataba de vincular los problemas sindicales con la estructura económica argentina. Para el MLN el desarrollo de la Nación no estaría totalmente realizado, lo que explicaría por qué las clases populares tenderían a “seguir a grupos burgueses cuando aparece uno de ellos que intenta construir una sociedad capitalista autónoma”. Además, la industria argentina tendría preponderancia con respecto al campo, lo que llevaría a tener una población urbana dominante, relegando a las masas campesinas, a diferencia del resto de los países oprimidos. Esta situación de preponderancia del proletariado industrial con respecto al campo, daría como resultado una alta sindicalización de los trabajadores. Sin embargo, a pesar de que las tendencias tradeunionistas estarían bastantes extendidas en la clase obrera argentina, la inexistencia de una burguesía que lleve adelante “una política nacionalista autónoma” impediría un normal desarrollo de esas tendencias.

 

            Luego, se realizaba una extensa explicación sobre la historia del movimiento obrero antes de 1943, es decir, del comienzo del período peronista. En este último período, por la alianza de clase que representaba el peronismo, el gobierno habría jugado “un papel favorable a la clase trabajadora, contradiciendo a la clase burguesa”. De todas formas, las actividades a favor de la clase obrera del gobierno peronista no sólo no habrían amenazado en ningún caso las bases estructurales del capitalismo, sino que tampoco habría estado en contra de la política económica que en ese momento correspondía ejecutar por la burguesía. El MLN planteaba que la “clase obrera moderna hace su primera experiencia histórica política de envergadura, participando del policlasismo nacionalista”, pero, no llegaría a tener una clara conciencia del sentido y las limitaciones de ese frente ni de su participación en él. Esa constelación de circunstancias se constituiría en un freno para la adopción de una ideología y una política propias de la clase.

 

            Sin embargo, el proceso habría dejado saldos positivos para la clase obrera, la cual habría adquirido “conciencia y experiencia de su peso político en el país”. Con la caída del peronismo, la situación cambiaría, ya que la burguesía abandonaría el frente policlasista. Ahora se llevaría a cabo una importante ofensiva en su contra provocando un retroceso respecto de la intensidad con que hacía sentir su influencia ante la sociedad nacional. Durante un tiempo no “alcanzaron a dibujarse sectores gremiales de significación fuera del sindicalismo peronista”. Sin embargo, esta situación iría cambiando con la aparición de los “19” independientes. La clase obrera y los sindicatos se vieron obligados a una verdadera lucha contra el aparato del estado. Así la fuerza de la ofensiva patronal y la persecución gremial “y el irracionalismo antiperonista del gorilismo, impidieron la complicidad conciliadora de la burocracia sindical”.

 

            A su vez, la lucha gremial “renovó cuadros, fortificó algunos existentes, fue introduciendo elementos no peronistas con vigencias en las bases”. También, los grupos no-peronistas habrían ido consolidándose. Tal habría sido el caso de los “independientes” y los comunistas. Con el gobierno de Frondizi, la situación gremial habría cambiado. El movimiento gremial habría comenzado a diversificarse políticamente, la burocracia sindical habría podido relacionarse y llegar a acuerdos con la burguesía.

 

            Pero la crisis del gobierno frondizista habría impedido la tan proclamada integración, provocándose el desarrollo de una “línea dura”, que se negaría a aceptar la conciliación con “la burguesía dependiente del imperialismo”. Por el contrario, la “línea blanda” aceptaría la conciliación con la burguesía en las actuales condiciones.

 

            El MLN consideraba que “los duros” habían perdido fuerza en beneficio de los “blandos”. En este sentido realizaba una crítica al PC y el Partido Socialista Argentino de Vanguardia por actuar apoyándose con excesiva confianza en los “gremios duros”. Ambas organizaciones considerarían que la línea blanda sería “un arma principal frente al imperialismo” y que la resistencia sería un signo de ascenso de combatividad y organización de las masas[7]. También considerarían que los gremios de línea blanda habrían tenido más éxito al haber contraído alianzas que le permitieron conseguir la dirección de la CGT. Esta dirección llevaría una política activa para evitar la radicalización de las masas y su

 

                        izquierdización ideológica […] hacer penetrar en las masas populares los elementos más sutiles de la ideología imperialista. […] presentarse como el máximo de avanzada de social […] controlar la combatividad de las masas […] y usarla con el objeto de chantajear a la burguesía.

 

Con respecto a la línea dura, el MLN consideraba que en ningún caso se los debería considerar una apoyatura para la acción revolucionaria ni entablar alianzas permanentes con ellos, puesto que su acción es esporádica y no ofrecen garantías de evolución positiva. En el mejor de los casos, constituyen terreno apto para la difusión de la ideología y la estrategia revolucionarias. A diferencia de los otros, se podrían entablar con ellos alianzas más o menos transitorias y se los debería apoyar en sus justas luchas contra la burocracia.

 

Como observamos, a pesar de que el MLN otorgaba un lugar relevante al frente sindical en su prensa y en sus reflexiones, no tenía actividad importante en los sindicatos. Tenía una cierta presencia en Prensa y Seguros, en Capital Federal, algunos testimonios relatan que el MLN habría tenido presencia en telefónicos, textiles, publicidad, docentes, curtiembres[8], Aduana y transporte[9]. También, habría tenido presencia en el sindicato de la Marina Mercante y en la Asociación de Actores[10]. En Santa Fe, habría una participación de pequeños grupos en metalúrgicos, cerveza, alimentos y portuarios. En Córdoba, judiciales, Sitrac, Luz y Fuerza y en el gremio de los zorros grises[11]. De esta lista, no pudimos corroborar la presencia del MLN en telefónicos, textil, publicidad, docente, curtiembres, aduanas y puertos y marina mercante. Con respecto a la Asociación de Actores, el MLN no tenía presencia en el sindicato, sino fuertes relaciones con grupos de actores. A su vez, este frente habría mantenido contactos en importantes asambleas con el gremio de prensa, a través de “Emilio Alfaro, que era amigo del MLN y tenía la idea de que había que trabajar con prensa”.

 

Como ya vimos, el MLN tenía un planteo teórico para la acción en los sindicatos, sin embargo, “lo que sucede después, a partir de lo que se da adentro, lo que se conoce como la lucha antiburocrática […] los sindicatos comenzaron a ser espacios en donde había que participar en una línea de democratización”, debido al

 

proceso objetivo que cambia radicalmente cuando el vandorismo produce una derechización muy acentuada y se produce un aglutinamiento muy pronunciado y las luchas sindicales casi son el espacio donde se dirime otra cosa que no es lo sindical […]. Luego con la división del peronismo entre Vandor y Alonso, allí son gérmenes donde el MLN se va construyendo como una tarea antiburocrática, que significa, no sólo que se independicen los trabajadores como tales, sino que desplacen a las direcciones enquistadas de orígenes burgueses, así sea el PC. Ese es el nuevo modelo político, también aparece la política como idea distinta, que integra la participación de las masas de otra manera con un protagonismo, que no son las manifestaciones, los movimientos de recuperación sindical, así se lo denominaba, había que recuperar a los sindicatos de la burocracia. Esa recuperación se hacía directamente con nombre partidario. Era a cara abierta, eso se produce en todo el país […] Todos los territorios eran de disputa política abierta.

 

Como plantea este testimonio, Vandor marcó un quiebre en la historia del movimiento obrero argentino, con respecto a la dirección que se había forjado durante los años peronistas. Vandor pertenecía a la nueva camada de dirigentes peronistas que comenzaron a ocupar un lugar de referencia a partir de los conflictos obreros suscitados durante el gobierno de la Revolución Libertadora. Se había erguido como dirigente gremial a partir del conflicto por la renovación de los convenios colectivos en la industria metalúrgica. Con la represión a la huelga general por la toma del frigorífico Lisandro de La Torre se cierra la Resistencia y se abre una nueva etapa caracterizada como de burocratización de la cual Vandor iba a representar su máxima expresión. Partiendo de esta caracterización, para el MLN la clase obrera habría sido traicionada por sus dirigentes y se abriría allí la posibilidad de intervenir, tratando de construir una corriente antiburocrática.

 

Esta caracterización, como observamos en la cita anterior, llevó a que algunas organizaciones de izquierda se plantearan hacer “entrismo” en el peronismo:

 

La propuesta que ellos [la dirección del MLN] planteaban era que en ese momento había que hacer un trabajo de entrismo dentro del peronismo, para ir a formar agrupaciones sindicales para tratar de ir concientizando dentro del peronismo obrero, sindical[12].

 

            Ismael Viñas y Susana Fiorito discuten esta posición: nunca hubo propuesta de ‘entrismo’ institucionalmente; tal vez eso pueda haber ocurrido en alguna localidad, en alguna seccional[13]. No hemos podido confirmar la práctica del entrismo. En general, se planteaba a los militantes del MLN que trabajaran en uno u otro lado, que activaran políticamente ahí, con la línea de la organización.

 

 

El MLN critica a la dirigencia de la CGT

 

Desde 1955 hasta 1961 la CGT permaneció intervenida por parte de los gobiernos de Lonardi, Aramburu y Frondizi, sucesivamente. Durante ese período el movimiento obrero luchó por la devolución de la central desde otros organismos centralizadores de gremios que fueron surgiendo en el periodo, como las 62 Organizaciones (peronista), el MUCS (comunista), los Independientes y las 19 Organizaciones (ambas socialistas y demócratas).

 

En 1963 comenzaron los preparativos para la normalización de la CGT que estaba integrada por 62 Organizaciones, el MUCS, los Independientes y las 19 Organizaciones. Este Congreso se llevó a cabo el 29 de enero de 1963 en la CGT. Allí fue elegido como presidente de la central José Alonso, dirigente del gremio textil. Alonso tendría el apoyo de Vandor, quien negociaría con los Independientes para obtener la dirección de la CGT, el secretariado y el prosecretariado, a cambio de ceder los cargos menores de secretario general adjunto, finanzas y bienestar social. Lo que se buscaría en este Congreso sería llegar a un acuerdo entre las tres entidades, para lograr establecer alianzas y unificar las direcciones sindicales[14]. Aquí se votó un plan de lucha a seguir en los años ‘63-‘65. Entre sus pedidos se encontraban la

 

libertad de los detenidos por razones políticas, plena vigencia de las leyes de previsión social, participación de los trabajadores en la dirección de las empresas, control de costos y fijación de precios máximos para los artículos de primera necesidad, reforma agraria, anulación de los contratos petroleros, retorno a la Constitución Nacional.

 

Los pasos a seguir, para llevar adelante los reclamos eran

 

1º) actos públicos el 1º de mayo en todo el país. 2º) Semana de protesta que se inicie el día 27 de mayo y culmine el día viernes 31 de mayo. 3º) La CGT planificará las acciones de agitación y preparación para los días 27, 28 y 29 de mayo, que consistirán: a) asambleas de personal en los lugares y horas de trabajo; b) asambleas generales en los distintos gremios; c) marchas y concentraciones de protesta en las distintas zonas y calles de la República; d) planificará la propaganda de volantes, murales, audiciones, etc.[15]

 

A partir de este Congreso se reconocerían tres etapas dentro del proceso de lucha del movimiento obrero: la primera sería la etapa de la unificación de los cuadros sindicales y búsqueda de alianzas, desde enero de 1963 hasta las elecciones de julio de ese mismo año. Luego de que los cuadros del movimiento obrero se hubieran unificado en el Congreso Normalizador, comenzaría una etapa de búsqueda de alianzas con otras fracciones sociales. Para ello elaboraron un programa que contemplaba los intereses de diferentes fracciones, así como la utilización de diferentes métodos de lucha. Sin embargo, frente a las elecciones presidenciales de 1963, el movimiento quedó excluido de la participación a causa de la proscripción política del peronismo.

 

La segunda etapa, desde julio del ‘63 hasta agosto del ‘64, se caracterizaría por el aislamiento relativo del movimiento obrero y crisis de la unidad sindical. Aquí quedarían en evidencia las diferencias entre los dos principales nucleamientos sindicales, las “62” y los gremios Independientes, vinculados con su pertenencia a dos alianzas de clase distintas y enfrentadas entre sí. Asimismo, distintas fracciones sociales que acompañarían y apoyarían al movimiento obrero se distanciarían por no compartir los métodos de lucha, la ocupación de fábricas. En la tercera etapa, desde agosto de 1964 hasta octubre de 1965, se restablecerían las alianzas. Este último momento se diferenciaría del primero porque el movimiento obrero restablecería alianzas con diversas fracciones sociales y porque la lucha volvería a desarrollarse en las calles, enfrentándose con las Fuerzas Armadas.

 

En el momento en que se había realizado el Congreso Normalizador, el MLN intervenía de manera crítica hacia lo que sucedió en ese Congreso, ya que consideraría que sería

 

el resultado lógico del acuerdo de los sectores que desde 1961, en que recibieron la CGT, aceptando toda clase de condiciones del gobierno frondizista, llevaron una política capitulacionista y conciliadora a espalda de los obreros[16].

 

Asimismo, remarcaba la brecha que se abriría entre los dirigentes sindicales y los intereses de la clase obrera, al nivel de conciencia que se estaría manifestando a partir de un aumento de su combatividad:

 

la central obrera responde directamente a los designios de los dirigentes peronistas que aspiran a integrarse en el juego de la ‘democracia representativa’, aceptando sus leyes […] La nueva dirección [...] no responde a los intereses de la clase obrera argentina. Pero tampoco responde, y esto es fundamental, al nivel de conciencia política clasista de los trabajadores. La división de la Confederación General del Trabajo no es una posibilidad lejana. De hecho, ya está dividida. No otra cosa revelan las ocupaciones de fábricas textiles y metalúrgicas, el episodio de la IKA[17] en Córdoba y numerosas acciones, por ahora espontáneas, de la clase obrera en defensa combativa de sus derechos. El espíritu de lucha de las bases, aún sin una dirección que la oriente en este sentido, no es solamente el resultado de la crisis económica y su secuela de desocupación, carestía y descanso de los salarios reales. Es también la manifestación de una conciencia de clase que se concreta en hechos[18].

 

Durante la campaña electoral, las 62 Organizaciones apoyaron la candidatura de Vicente Solano Lima, candidato del Frente Nacional y Popular de peronistas, frondizistas y conservadores populares. Finalmente, este frente fue proscripto. Pero, durante dicha campaña, el MLN se posicionó de forma sumamente crítica frente a la CGT, ya que consideraba que se trataba de “la culminación de un proceso de negociaciones contrarias al interés de los trabajadores, que tuvo su paso definitivo en la llamada ‘normalización’ de la central obrera[19]. El MLN consideraba que no sería extraña esta actitud por parte de la CGT y que

 

los trabajadores se encuentran desamparados, en medio de una de las más graves crisis, sin otro recurso que pelear como puedan en cada lugar de trabajo […] así, los telefónicos en conflicto defienden, al mismo tiempo, sus condiciones de trabajo y el patrimonio nacional; los obreros de Freve-Basset continúan luchando por el cumplimiento de los compromisos contraídos por la patronal y por la reincorporación de sus compañeros cesantes, y en la Unión, de San Martín, acaba de lograrse un importante triunfo obrero, merced a la toma de la fábrica, ocupada por 47 días[20].

 

Como vimos anteriormente, la CGT no sólo se había unificado y se había hecho cargo de la dirección del movimiento obrero, sino que en pocos días (abril) daría a conocer el Plan de Lucha, en donde ordenará realizar exactamente las acciones que describe la cita, “pelear como puedan desde cada lugar de trabajo”.

 

A su vez, el MLN reforzaba la caracterización sobre la incapacidad de dirección de la CGT, remarcando la necesidad de encontrar una forma de acompañar el proceso de desarrollo de la conciencia de la clase obrera

 

Estas acciones que van desarrollando diariamente gremios o personal de empresas, aislados, impulsados a hacerlo por la grave situación general y la ausencia de la CGT, hacen necesario establecer nuevas tácticas y estrategias para la lucha. En momentos en que la conciencia popular se solidifica, es necesario impedir que la defección de los dirigentes pueda neutralizar al movimiento obrero en su conjunto […] El trabajo […] supone el enfrentamiento en muchos gremios. Supone desenmascarar a dirigentes traidores[21].

 

El MLN acordaba con las demandas enunciadas en el Plan, a las cuales consideraba “justas”, “ambiciosas”. Sin embargo, manifestaba de forma reiterada sus críticas a la forma en que lo llevaba a cabo la CGT[22], en particular “la ausencia de una coordinación central, tanto en el orden nacional como regional[23]. También, denunciaba que

 

ninguno de los tres agrupamientos sindicales ha actuado con la firmeza y responsabilidad que las cosas exigían: ni las 62, ni los independientes, ni el MUCS […] De todos modos el Plan de Lucha continúa en vigencia y hay que tratar de recuperar el terreno perdido[24].

 

Durante el año 1963, el MLN mantuvo su posición crítica con respecto a las direcciones de la CGT. Reiteraba su disconformidad con Alonso y Angeleri que serían parte de la “trenza frigerista” quienes habrían entregado a la CGT a cambio de una supuesta “institucionalización[25].

 

Hasta abril del ‘63, el MLN se ocupaba de denunciar y de hacer públicas las maniobras de la CGT para frenar el supuesto avance de las luchas obreras. En mayo de este año introdujo un nuevo elemento al análisis, el de la lucha política de la clase obrera:

 

las luchas obreras deben darse con claro sentido político, a través de la CGT si es posible, o fuera de ella cuando es, como ahora, necesario. Pero deben librarse orgánicamente, formando parte de un plan general cuya elaboración es impostergable[26].

 

Esta cita hace referencia a que las luchas obreras deben tener sentido político y deben ser organizadas. Ahora bien, se presenta de forma ambigua el papel de la CGT. En la misma prensa se reafirma la necesidad de una salida política para el movimiento obrero:

 

los trabajadores no van a encontrar solución a sus problemas sin resolver el problema de fondo: el político […] La decisión del CCC puede servir como punto de partida de una acción positiva de la CGT, siempre y cuando se la integre dentro de un verdadero plan de lucha, que contemple la totalidad de los problemas de los trabajadores y tenga en cuenta que sólo desde una perspectiva política general esa lucha será eficaz. Un plan de lucha que incluya la acción de la central obrera conjuntamente con la de los partidos políticos populares[27].

 

La necesidad de la organicidad, de dirección centralizada y de un plan político de las luchas obreras volvió a manifestarse en junio del mismo año:

 

para que los hechos maduren y den sus frutos reales, es necesario superar de una vez las acciones esporádicas […] La lucha por cualquier tipo de reivindicación inmediata tiene que darse, pero sólo servirá para algo si forma parte de una plan político que lleve a la transformación total de nuestras estructuras de explotación y dependencia[28].

 

Junto al llamado a la organicidad de las luchas obreras, el MLN convocaba a todos los partidos políticos populares a apoyarlas y a reclamar por la aparición de Felipe Vallese[29]. En octubre de 1964, un año más tarde, volvieron a convocar a la acción conjunta del movimiento obrero y los partidos populares:

 

cuando algún partido lleva una propuesta de acción- como hizo el FRIP en Santiago del Estero- se la archiva cuidadosamente para evitar que nadie caiga en la tentación de aplicar. Sí. Hubo alguna vez un plan… Era un plan de reivindicaciones populares… Pero la burocracia sindical hizo lo posible para que el proletariado no luchara por él[30].

 

Ya frente al supuesto fracaso del Plan de Lucha votado en el congreso de enero de 1963, el MLN planteaba que el problema de la CGT era la burocratización de sus dirigentes y no de la entidad en sí misma. Por lo tanto, frente al “aniquilamiento burocrático” de la CGT el MLN proponía centralizar las manifestaciones espontáneas de la clase obrera en una tendencia revolucionaria, a la vez que marcaba la necesidad de superar la lucha puramente económica como única forma de lograr la liberación nacional:

 

desarrollar con paciencia, energía y tenacidad el único tipo de acción que hasta ahora ha dado el triunfo a los trabajadores en todo el mundo. Se trata de esclarecer ideológicamente, de fortalecer la conciencia de clase, de organizar para la lucha, de apoyarse en todos los conflictos económicos y en las manifestaciones espontáneas de los trabajadores para ir estructurando la acción en torno al objetivo histórico de la clase: la toma del poder y la construcción de una nación socialista. Esta tarea, en Argentina 1965, pasa por dos coordenadas fundamentales: la superación de las ideologías y las prácticas burguesas en el seno de la clase trabajadora y la constitución de un real partido revolucionario que conduzca a los obreros y a todos los otros sectores populares a la conquista de la liberación nacional[31].

 

En enero de 1965, el MLN entendía que debía llevar con paciencia y militancia la organización de la lucha del movimiento obrero. En el actual momento, esta lucha debía darse en la superación del reformismo y en la construcción del partido revolucionario. Aquí introducen la figura del partido como dirección del movimiento. La CGT debería guiar la lucha en el plano sindical, pero no así en el plano político:

 

un plan de lucha con pocos objetivos concretos y escalonados tales como la reactualización del salario vital, mínimo y móvil con un básico adecuado al incremento del costo de la vida, la congelación de los precios de los artículos de primera necesidad y la estabilidad en el empleo, es lo que tendría que emprender la central obrera en estos momentos. Ese plan debería ser acompañado por una vasta campaña de agitación en torno a un Programa de Liberación Nacional, en cuya realización la central obrera cumplirá un importante papel, pero no dirigirá, pues no es esa su tarea. La clase trabajadora no realizará su revolución a través de los sindicatos, sino por intermedio de su organización política revolucionaria[32].

 

Aquí es el partido revolucionario quien debía dirigir la lucha política. A pesar de reservarle un lugar central a la CGT, el MLN consideraba que la misma se encontraba burocratizada y no representaba los intereses del movimiento obrero. Quedaría en este último asumir su propia dirección, ya que “la clase obrera debe superar las limitaciones que le impone esta dirección entregada, correspondiéndoles a los partidos populares [peronismo y PC] impulsar el Plan de Lucha[33]. Con estas dos últimas citas, se reafirmaba la posición del MLN frente al lugar que debe adoptar la CGT y a quién debe dirigir la lucha política, a la vez que se ratificaba que el problema no era la central sindical, sino sus dirigentes.

 

En 1965, durante los últimos tiempos del gobierno de Illia, el MLN realizó fuertes críticas a la CGT con miras al Congreso General Extraordinario, los días 27/29 de enero de 1966. En junio de 1966, el MLN planteaba que con las reformas de la ley 11.729 se ponían de manifiesto las contradicciones más importantes del momento en el campo político gremial. Estas reformas habrían sido un compromiso entre el gobierno y los Independientes para que éstos se fueran de la CGT, lo cual no habría tenido importancia, debido al hecho de que las 62 también se retiraron. Después de esta situación, la CGT habría quedado paralizada y desmembrada en su dirección, lo que llevó a iniciar, por parte de estos dirigentes, las conversaciones para la normalización de la entidad sindical. Sin embargo, para el MLN, esa normalización “nada tiene que ver con la unificación de los nucleamientos sindicales ni, menos, de los trabajadores […] CGT nada tiene que ver con una política combativa y de clase[34]. Por su parte, las ‘62 Organizaciones de Pie Junto a Perón habrían fundamentado su retiro de la CGT con críticas al vandorismo, postulando la necesidad de una nueva política de lucha para los trabajadores. A partir de este balance, el MLN planteaba que urgía la necesidad de la “unificación orgánica de los trabajadores en base a una política de acción que enfrente adecuadamente la gestión propatronal y proimperialista del gobierno”. Frente a esta situación, el MLN volvía a manifestarse a favor de la unidadfrente a la entrega, la explotación, el fraude y la represión es necesaria la unidad[35]. Sin embargo, la dirección de la CGT y sus nucleamientos, las 62 Organizaciones, Independientes y MUCS, no estarían dispuestas a llevar adelante la lucha popular la liberación. Es por esto que

 

El Movimiento de Liberación Nacional sostiene que sólo una política revolucionaria, nacionalista, y por la construcción de una sociedad socialista, constituye el camino apto para organizar las fuerzas populares […] El MLN brega por la organización de una corriente nacionalista, revolucionaria y socialista en el campo político y en el terreno sindical por la conjunción de los esfuerzos de las tendencias que tratan de superar las limitaciones de las direcciones actuales […] la tarea [se llevaría] a cabo en el seno de la clase obrera […] En la CGT […] hay que dar la lucha.

 

Al ser la CGT la organización que debía nuclear a la clase obrera, el MLN estaría en contra de su división, pero le pediría a los revolucionarios que le exigieran a las direcciones de la Central que cumplan con sus tareas. A la vez, que consideraba necesario

 

empujar más allá de sus limitaciones a la actual dirección de la clase, al mismo tiempo que criticamos las limitaciones de su acción y trabajamos para preparar a los trabajadores para la acción revolucionaria.

 

El MLN identificaba en la dirección del movimiento obrero a los independientes, los cuáles serían “amarillos” representantes de la burguesía liberal; al MUCS, que reflejaría la política del PC en el plano gremial; los dirigentes de las “62”, que habrían llevado a la clase obrera a la derrota. Era necesario organizar a las “tendencias que dentro y fuera del peronismo llevan la lucha consecuente de carácter obrero con contenido revolucionario y antiimperialista”, a la vez que realizaba un balance negativo del Plan de Lucha impulsado por la CGT. A pesar de estas críticas a la entidad, se ratificaba la posición a favor de mantener la unidad en ese sentido, ya que “la central única es un arma imprescindible hoy en la clase obrera”. De esta manera, el MLN consideraba que para triunfar sería necesario tomar las siguientes medidas: discusión en las bases, movilización, agitación y propaganda, objetivos claros, conquistar la calle y la opinión pública, planes elaborados a conciencia y organización, utilización y graduación de las fuerzas reales para mantener la continuidad necesaria. Además de objetivos inmediatos, el MLN proponía una serie de objetivos generales:

 

lucha por la reapertura de las fuentes de trabajo; lucha de la imposición de la reforma agraria; ruptura con el Fondo Monetario Internacional […]; expulsión de los monopolios que afectan el dominio de la riqueza nacional […]; congelación de la deuda externa; comercio con todas las naciones […]; monopolio estatal del comercio exterior; extinción de los intermediarios monopolistas […]; derogación del estatuto de los partidos políticos y legalidad absoluta para todos los partidos por igual; derogación de las leyes y derechos represivos; vigencia plena de todas las libertades democráticas; monopolio estatal de la enseñanza y educación gratuita […]: promoción y fomento de la cultura nacional; ruptura de pactos y alianzas militares, y solidaridad con todos los pueblos que luchan por su Liberación.

 

A los que sumaba, la

 

defensa del nivel de vida popular, la de la actividad sindical […], la de la vigencia plena de las libertades de derechos políticos, lo que comprende tanto la anulación de todas las medidas represivas, la libertad de los presos políticos y gremiales como las libertades de opinión y la supresión de toda limitación electoral.

 

En febrero de 1967, el Comité Central Confederal de la CGT resolvió un plan de lucha, el cual sería “la primera propuesta de movilización orgánica de la clase trabajadora desde el abortado plan de 1964[36]. Sin embargo, el MLN planteaba que la dirección de la CGT habría oscilado entre el apoyo y el acuerdo con el gobierno, ya que “hasta tres horas de la reunión Confederal, Vandor intentó el acuerdo, ofreciendo postergar la medida de lucha”, pero como el gobierno no cedió y las bases presionaron, la dirección lanzó el plan de lucha que sería una declaración frigerista limitando los objetivos de la clase obrera, utilizando al plan de lucha como “una válvula de escape para la inquietud popular”. Por el contrario, el MLN planteaba que el plan de lucha

 

debe ser un instrumento para aumentar en la acción la conciencia y la combatividad de la clase obrera. Para formar y organizar cuadros, que en pasos posteriores puedan ser la columna vertebral de un movimiento de masas[37].

 

Reiteraba entonces que, “para que todo eso sea posible es necesario crear dentro del movimiento obrero una nueva corriente, en base a las tendencias y núcleos más combativos[38].

 

El 1º de marzo la CGT declaró un paro que fue derrotado. Este debilitamiento del movimiento obrero se debía a que “toda la dirección cegetista, con el pretexto de conservar la unidad y la fuerza, hizo la política del bluf: amenazó al gobierno y a los sectores empresarios con una capacidad de movilización que no puso en práctica[39]. Sin embargo, esta situación provocaría “cambios en la conciencia y en la disposición para la acción de la clase obrera y ya que se podría verificar un progreso, en el sentido del abandono de las ilusiones sobre las posibilidades del reformismo”. Frente a esta situación el MLN llamaba a los dirigentes más “lúcidos” a actuar para profundizar este proceso. Esta situación era caracterizada como decisiva ya que la

 

derrota es parcial y transitoria. Todas las corrientes revolucionarias se han generado en la historia como respuesta a los fatales contrastes del espontaneísmo y del reformismo. De nuestra constancia, nuestra lucidez y nuestra combatividad depende la posibilidad de contar, en nuestro país, con un auténtico proceso revolucionario[40].

 

Para profundizar y acompañar este proceso, el MLN consideraba que era necesario continuar con las críticas hacia la CGT, denunciar la política oficial pro-imperialista, proponer nuevos métodos de lucha y formas organizativas para movilizar a la clase obrera y mantener un alto grado de cohesión y comunicación, a la vez que se lograba aumentar su influencia sobre el resto de la sociedad. Para lograr estos objetivos el MLN planteaba la importancia de llevar adelante

 

formas de acción y organización que permitan la mayor movilidad y comunicación clandestinas; 2º) métodos prácticos […] que permitan enfrentar y derrotar […] la represión oficial y patronal […]; 3º) formación de organismos de enlace y coordinación […]; 4º) dirigir la prédica especialmente a los cuadros más lúcidos y consecuentes que estén dispuestos a buscar nuevas formas de lucha; 5º) promover la formación de una nueva tendencia sindical, clasista, nacionalista y revolucionaria, que se haga cargo de la lucha ante la defección de la burocracia[41].

 

 

El MLN y la CGT de los Argentinos

 

Desde mediados de 1967 la CGT sufrió varias rupturas. El primer grupo que se dividió se denominó Nueva Corriente de Opinión, conocido como “participacionista”, por su colaboración con el gobierno. Sus dirigentes fueron Rogelio Coria, de la construcción y Juan José Taccone, de Luz y Fuerza. Un segundo grupo fue encabezado por Vandor junto a las entidades nucleadas bajo las 62 Organizaciones y gremios independientes. La tercera posición se conformó en relación a la CGT de los Argentinos.

 

Recordemos que la crisis política bajo el gobierno de Onganía se profundizó, como consecuencia de la dura represión hacia la clase obrera y sus entidades, entre otros. En este sentido, tanto el MLN como otras organizaciones llevaban adelante actividades denominadas “relámpago”, que duraban unos pocos minutos y debían ser planeados y realizados de manera clandestina, así como prever una estructura de seguridad para el momento en que llegue la policía. A su vez, 1967 fue un año de muy baja combatividad obrera. Muestra de esta situación fue el levantamiento del Plan de Acción de la CGT. Esta acción fue caracterizada por el MLN como una muestra más de la claudicación de los dirigentes sindicales. Asimismo, a partir de la suspensión del Congreso Nacional de la CGT, el MLN acusaba de traición a esos dirigentes y llamaba a “llenar el vacío que ha dejado la conducción burocrática y entregada de la CGT” exigiendo que se haga efectiva la convocatoria al Congreso Nacional, proponiendo las consignas elaboradas en el mes de abril[42].

 

En enero 1968 el MLN criticaba a la CGT por no realizar un acto previsto para el 19 de diciembre del ‘67, con la excusa de que la policía lo había prohibido. En este sentido, reiteraba su posición frente a la conducción de dicha entidad y ratificaba sus propuestas para crear una nueva corriente sindical. A los planteos ya reseñados, aquí agregaba la necesidad de formar comisiones coordinadoras entre los grupos formados en cada trabajo y luego la formación de comisiones intersindicales entre los diversos gremios. De esta manera, se iría formando una organización sindical que representaría a la tendencia combatiente[43]. En febrero, presentaba una serie de propuestas para trabajar en los sindicatos, basadas en la incorporación de estos últimos al MLN

 

les proponemos que participen de la revolución liberadora incorporándose como militantes a nuestra organización […] les proponemos la creación de círculos para el trabajo y la acción común […] les proponemos la acción común, nucleando a todas las organizaciones posibles en base a acuerdos y programas mínimos de lucha […] a los grupos, organizaciones y compañeros independientes […] les proponemos la discusión amplia y abierta[44].

 

También, cuestionaba la utilidad de la legalidad sindical, ya que ésta se habría obtenido al

 

precio de frenar las luchas [siendo] un arma más para que éste [el gobierno] pueda cumplir sus planes […] Para la clase obrera es atarse las manos y lo que es peor, atarlas al carro del gobierno. Esta legalidad que presta el gobierno, significa congelar los salarios devaluar el peso para que suban los precios y las empresas extranjeras se lleven más dólares, entregar las empresas del estado, las riquezas naturales a ese mismo capital […] Esta legalidad concedida será consecuencia de una política antiobrera, antipopular […] Otra cosa sería una legalidad conquistada, obtenida mediante una lucha contra el gobierno y que también tuviera como contenidos el aumento de salarios, la congelación de precios y la defensa de las riquezas y la soberanía nacional. Sería entonces un instrumento arrancado al gobierno para luchar por esos contenidos[45].

 

Este cuestionamiento se realizaba de cara a la convocatoria para el próximo congreso de la CGT, intentando develar el plan de la burocracia sindical y proclamando la lucha activa de la clase obrera. Frente a esta convocatoria, se desató un conflicto en relación a qué gremios participarían del Congreso Normalizador, “Amado Olmos”. Al resolverse que todos los gremios, hasta los que no eran reconocidos por el gobierno, participarían del Congreso, el grupo de Vandor y Alonso se retiró del Congreso desconociendo la decisión que se había tomado. Los gremios que se fueron junto a Vandor efectuaron un nuevo Congreso Normalizador dando lugar a la “CGT Azopardo”. Los gremios que se quedaron, entre los que se encontraban organismos intervenidos, sindicatos de las 62 de Pie e Independientes, se nuclearon alrededor de la figura de Raimundo Ongaro y se dio el nombre de la “CGT Paseo Colón”. Los gremios que integraban este nucleamiento habrían sido los más afectados por las políticas económicas de Krieger Vasena. La CGT Paseo Colón, proponía en su programa de derrocamiento del gobierno militar, así como propuestas similares a las realizadas por los sectores del peronismo más combativo, reafirmando los plenarios de La Falda, en 1957 y de Huerta Grande, en 1962. En su discurso del 1º de mayo de 1968, podemos observar similitudes programáticas con el MLN en relación a la burguesía nacional, la unidad entre el movimiento obrero y el movimiento estudiantil, a la vez que afirmaban el lugar y la importancia del intelectual como formador de conciencia, ya que apelaban a

 

los empresarios nacionales, para que abandonen la suicida política de sumisión a un sistema cuyas primeras víctimas resultan ellos mismos. Los monopolios no perdonan […] A los pequeños comerciantes e industriales […] su lugar está en la lucha, junto con nosotros […] A los universitarios, intelectuales, artistas […] les recordamos: el campo intelectual es por definición la conciencia. Un intelectual que no comprende lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante […] A los militares, que tienen por oficio y vocación la defensa de la patria: Nadie les ha dicho que deben ser los guardianes de una clase, los verdugos de otra, el sostén de un gobierno que nadie quiere […] Con la franqueza que pregonan les decimos: que preferimos tenerlos de nuestro lado y del lado de la libertad y la justicia […] A los estudiantes, queremos verlos junto a nosotros […] la CGT de los Argentinos […] les ofrece una militancia concreta junto a sus hermanos trabajadores[46].

 

A partir de esta confluencia programática y siguiendo la línea de la construcción de una CGT combativa, el MLN comenzó a trabajar junto a la CGT de los Argentinos:

 

nos movíamos mucho con la CGT de los Argentinos. Como agrupación universitaria (AUL) apoyábamos los conflictos, salíamos a hacer pintadas con ellos, si había que hacer un piquete de huelga lo hacíamos con ellos […] Era una cosa expansiva que todo el tiempo llegaban al local agrupaciones, gente de todos lados pidiendo apoyo legal, respaldo de propaganda, de lo que fuera y no terminaba de crecer y crecer[47].

 

Con el apoyo brindado a la CGT-A, el MLN, por un lado, abandonaba la posición de conquistar la CGT oficial, como había predicado durante toda su existencia, pero continuaba su línea con respecto a la formación de una tendencia combativa. De esta manera, el 30 de marzo se constituyó la nueva dirección de la CGT, con el nombramiento de Raimundo Ongaro en la Secretaría General. Para el MLN se cerraba una etapa en el movimiento obrero:

 

se cierra así una etapa, que empezó en el verano de 1967, cuando el secretariado dirigido por Prado aceptó mansamente la derrota del Plan de Lucha. Durante esa etapa la CGT se mantuvo paralizada, satisfaciendo eficazmente las necesidades del gobierno y dejando a la clase obrera argentina desarmada ante la ofensiva económica y política del imperialismo[48].

 

El MLN continuaba manifestándose a favor de la unidad de la central, pero siempre y cuando la entidad se manifestara a favor de la clase obrera:

 

la unidad de la clase obrera en una sola Central es un objetivo correcto de una política revolucionaria para el frente sindical, ya que esa unidad multiplica la fuerza de los enfrentamientos con el sistema en el plano de la lucha económica y permite a las organizaciones revolucionarias trabajar más fácilmente sobre el total de los trabajadores. Pero este principio general es válido en la medida en que esa unidad del aparato sindical se use como instrumento para un aspecto de la lucha de clases. En el caso de nuestra CGT, la unidad, con la coexistencia de ambas líneas sirvió durante un año y medio sólo para beneficiar a la burguesía, puesto que trajo como resultado la paralización de la lucha de masas, y el empleo de la actividad y de los esfuerzos de los dirigentes de la línea ‘dura’ o de ‘enfrentamiento’ exclusivamente para forcejear con los colaboracionistas. Ya en este aspecto la división es positiva: permitirá que por lo menos una parte del aparato sindical pueda transformarse en instrumento de los intereses de la clase y facilite, por la movilización contra el gobierno y las patronales, una mayor toma de conciencia[49].

 

Esta nueva tendencia combativa estaría compuesta por gremios pequeños, como

 

estatales […] a una cantidad apreciable de gremios ‘chicos’, a los gremios ‘castigados’ con la intervención o la perdida de la personería. En cuanto a grupos políticos están allí varias formas del peronismo ‘duro’ de izquierda y de derecha, los radicales, los comunistas, y el ala antiimperialista del sindicalismo socialcristiano, alguna agrupación trotskista y de la nueva izquierda[50].

 

El MLN se vería representado en el programa de la nueva CGT ya que se manifestaba a favor de la defensa nacional, contra los monopolios, a la vez que llamaba grupos políticos y estudiantiles a organizarse junto a ella. La manera de llevar estas declaraciones a la acción

 

es crear en todas partes la clara conciencia de la necesidad de la lucha y de que ésta es posible. Periódicos, folletos, volantes, reuniones, deben llegar a todas las fábricas y talleres, en todo el país. Luego hay que afianzar la organización: reunir alrededor de la nueva CGT a todos los sindicatos, listas, grupos, que compartan la posición combatiente y los objetivos de lucha. Esta CGT debe representar orgánicamente, institucionalmente, a la clase obrera a la que por ahora representa en los sentimientos. Paralelamente a estos dos procesos, será necesario ir cumpliendo acciones de lucha, que gradualmente pongan en pie a la clase obrera, y que en el marco de una acción progresiva enriquezcan a las bases y a los dirigentes con la experiencia que da la acción, que sirve tanto para crear conciencia como para consolidar canales organizativos[51].

 

La relación que el MLN mantenía con la CGT-A se dividía en dos planos. Por un lado, en la “coordinación de acciones”. Ahí había una “reunión semanal de organizaciones que apoyaban a la CGT-A”. Por ejemplo,

 

en algún momento estuvo la organización de la seguridad de Ongaro, sin que esto tuviera nada que ver con tomar las armas. Esto era guardar a Ongaro en un lugar seguro. Se lo dejaba en la casa de algún militante o ahí funcionaba el espacio de los amigos[52].

 

El segundo plano lo constituía la “gente relacionada con el MLN que participó muy en el corazón de la CGT-A, como Milton [Roberts]”. Era

 

muy importante la actividad de Rodolfo Walsh y Milton Roberts. Eran los dos periodistas más importantes de la CGT-A. Roberts era un hombre de adentro, escribía, organizaba […] Creo que Rodolfo [Walsh] llega a Ongaro a través de Milton. Ese es un periodo en donde Rodolfo crece mucho políticamente, se acerca más personalmente a hacerse cargo de la política. Si estudias como periódico Liberación y el diario de la CGT-A vas a encontrar coincidencias[53].

 

Esta afirmación, es confirmada por Osvaldo Pedroso, quien señala que

 

teníamos un vinculo él [Rodolfo Walsh] Milton y yo, muy estrecho y en la época de la CGT-A a Ongaro lo conoce Milton, previamente por su labor sindical en prensa, en ese sentido lo presenta. Pero Rodolfo tenía una gravitación personal superior a la de Milton en la CGT-A[54].

 

En un acercamiento al periódico CGT, órgano de difusión de la CGT-A podemos observar similitudes en los balances realizados por el MLN y la CGT-A respecto de las exigencias del Banco Central al resto de los Bancos. Esta operación sería para que el gobierno argentino y los grupos financieros internacionales se apoderen de los depósitos bancarios de los ahorristas argentinos[55]. También, los análisis coincidían en relación al conflicto en el gremio de Luz y Fuerza, dirigido por Taccone[56]. Como ya señalamos, frente al intento de normalizar el gremio de prensa, también coincidían en los planteos[57]. Asimismo, encontramos similitudes en el análisis sobre las modificaciones de algunos artículos del convenio colectivo de los telefónicos[58] y respecto de la modificación de la ley de alquileres y los crecientes desalojos[59]. También, ambos periódicos levantaron la noticia de la huelga en el periódico El Litoral, donde, como ya señalamos, fue cesanteado Juan Ritvo[60]. Asimismo, respecto a la importante huelga de los trabajadores petroleros durante octubre de 1968, el MLN y la CGT-A coincidían en la caracterización de los verdaderos intereses que se encontraban detrás de la nueva ley de hidrocarburos. Mientras el MLN señalaba que el ataque hacia los obreros petroleros era parte del plan de “entrega de las riquezas de nuestro suelo y el aumento de explotación de los trabajadores argentinos[61], la CGT afirmaba que “defender a los trabajadores en huelga es […] defender a Yacimientos petrolíferos Fiscales y resguardar la soberanía del país[62]. Además, en esta comparación más general de ambos periódicos, podemos advertir que, si bien el periódico CGT realizaba el seguimiento de las luchas sindicales, se presentaba, al igual que Liberación, como un periódico político basado en la caracterización de la coyuntura política, económica y social de la Argentina y de otros países. Si bien estas similitudes en los balances sobre algunos de los problemas latentes de la Argentina no son suficientes para afirmar que existía una conexión directa entre el MLN y la CGT-A, varios entrevistados ratifican esta vinculación a partir de las relaciones políticas establecidas entre ambos.

 

Como dijimos, uno de nuestros entrevistados, Osvaldo Pedroso, confirma la influencia del MLN a partir de la participación de Milton Roberts en el periódico CGT. Él representaba la línea del MLN dentro del periódico de la CGT-A, donde, “por lo general, estaba el punto de vista del MLN[63], ya que Milton llevaba a cabo la tarea de todo militante político: “a donde uno iba intentaba poner su punto de vista. Compartiendo puntos de vista”, en donde “hay una cierta comunidad de intereses” por lo que las coincidencias entre el periódico CGT y Liberación son totalmente “conscientes”. También, Juan Iturburu señala que Ismael Viñas escribía las notas de economía que salían publicadas en CGT[64]. Vemos aquí, en esta relación entre el MLN y la CGT-A, una clara concreción de alianzas por parte de la organización con el peronismo de izquierda.

 

En 1968, con motivo del segundo aniversario del golpe, el MLN editó un número de Liberación Extra. Allí explicaba que

 

La CGT ha convocado a los partidos políticos populares, invitándolos a formar un ‘Frente de resistencia Civil’ que establezca las bases para la lucha del pueblo y la clase obrera contra la dictadura de los monopolios. Para discutir y llevar a la práctica esa iniciativa, se ha constituido en la CGT una Comisión que integran en este momento: Movimiento de Liberación Nacional, Acción Revolucionaria Peronista, Juventud Revolucionaria Peronista, Movimientos de la Juventud Radical de la UCRP, Partido Comunista de Recuperación Revolucionaria, PRT ‘El Combatiente’, P. Socialista de la Izquierda Nacional e Intransigencia Nacional[65].

 

Frente a esta situación, el MLN expuso que consideraba positivo el llamado de la CGT-A a impulsar una acción común entre partidos, organizaciones, estudiantes y otros sectores sociales. Si esta iniciativa se concretaba, el MLN entendía que ayudaría a lograr la unidad de la lucha de la clase obrera. A su vez, el MLN levantaba, en base a las propuestas de la CGT, reivindicaciones que iban en la misma línea[66].

 

Este idilio duraría poco. A mediados de 1968 el MLN comenzó a realizar una serie de críticas a la CGT-A, pero sin retirar sus fuerzas militantes de la misma. En este sentido, vemos que el MLN justificará esta contradicción considerando que el trabajar en la central combativa implicaba realizar cuestionamientos y marcar los límites de la misma.

 

            Ya en agosto de 1968, el MLN declaraba su posición al respecto de la tendencia que iba dominando la CGT de los Argentinos. Observaba sus límites por la heterogeneidad de las organizaciones políticas que la componían (peronistas, radicales, ghioldistas, comunistas, marxistas, entre otros). A su vez, habría notado una falta de políticas revolucionarias que enmarcaran la acción del movimiento obrero en la lucha por la revolución socialista. Esta situación se habría hecho evidente, cuatro meses más tarde, ante la inactividad del nuevo nucleamiento. Para resolver esta situación el MLN proponía elevar el nivel de lucha de la clase obrera a través de la propaganda y agitación de una propuesta política “clasista, nacionalista y revolucionaria que sustituya a las propuestas burguesas”. Reiteraba también la necesidad de crear nuevas formas de acción que motivaran la participación de las bases, a la vez que se impulsaba un “frente de la clase obrera con todos los sectores medios y burgueses oprimidos por el imperialismo sin subordinaciones a ellos[67]. En agosto, el MLN publicó una solicitada remarcando los límites de la CGT de los Argentinos. Allí se complementaban las primeras críticas con la declaración de que “la dirección de esta CGT no es una dirección revolucionaria”.

 

Esta acusación sobre el carácter no revolucionario de la CGT-A debe ser entendida en el marco de la crisis interna que atravesaba el MLN. En este período, la organización había tenido una fuerte discusión hacia su interior debido a la publicación de un artículo a favor del presidente del Perú Velazco Alvarado, aparecido en un número de Liberación. Mientras una fracción de la dirección nacional señalaba que el nuevo presidente nacionalista peruano debía ser apoyado, la otra fracción comenzó con el cuestionamiento de las bases programáticas del MLN, es decir con el programa de liberación nacional. Por lo tanto, la acusación de reformista a la CGT-A estaba vinculada con este proceso interno que estaba atravesando el MLN. Esta discusión separaba a quienes defendían una salida nacional popular y antiimperialista, en línea con el programa histórico del MLN, de otra que tendía a romper por izquierda con dicho programa, bregando por el socialismo.

 

Teniendo en cuenta esta situación, consideramos que será desde esta última tendencia desde donde surgirán las críticas más fuertes hacia la central obrera. En esta línea, el MLN le reprochaba a la CGT-A no haber formulado un “plan político, fijando objetivos y tácticas políticas y organizativas”, no haber formulado un “plan de lucha realista y progresivo”, no haber dado “ningún paso efectivo concreto para la politización, organización y movilización de las bases”, no haber utilizado el “periódico como organizador de las bases” y no haber comprometido, cuestionado y sancionado a “dirigentes que no comparten posiciones nacionalistas y antipatronales[68].

 

El 1° de mayo de 1968 salió el primer número del semanario de la CGT-A. A pesar de que el MLN declaró simpatía por su publicación, por su carácter antiimperialista y por enfrentarse al gobierno burgués y oligárquico, las críticas continuaron. Desde su perspectiva, las posiciones del periódico no se traducían en la acción de la CGT, sino sólo en parte. Además, dichas posiciones resultarían confusas y aun contradictorias, en tanto no impulsaban la superación de los límites de la ideología nacionalista burguesa. A pesar de ello, continuaron apoyando a la central obrera, justificando su participación en la misma sosteniendo que

 

el nacionalismo burgués combativo es el más alto nivel, en términos masivos de la conciencia obrera en la Argentina. Sus limitaciones no impiden que tenga múltiples rasgos positivos, y aun más cuando es la clase obrera la que tiene su ideología, llega a poner confusamente en cuestión al capitalismo mismo […] Es posible así montarse en el nacionalismo burgués, y, criticándolo; impulsar la conciencia obrera hacia el nacionalismo revolucionario, hacia el socialismo[69].

 

Luego de realizar un balance sobre la situación de la clase obrera de 1955 y de reiterar que no una existe una “política revolucionaria de izquierda porque las viejas organizaciones son reformistas […] y la nueva izquierda aun no ha logrado fuerza real”, el MLN concluía que la “CGT de Paseo Colón expresa […] la crisis que oprime a los trabajadores”. A su vez, “la mayoría de los dirigentes de la CGT tienen una ideología nacionalista burguesa. No son capaces de construir por sí una política revolucionaria”. De esta manera, “parte de nuestro crecimiento pasa por: criticar las limitaciones ideológicas de los dirigentes nacionalistas [y convencerlos] de que sin una política revolucionaria de clase no es posible salir realmente de la situación actual[70].

 

Finalmente, el MLN resolvió plantearle a Ongaro cinco propuestas. En primer lugar, una democratización de la estructura organizativa que incorporara a los delegados del interior. Segundo, promover el logro de acuerdos expresos entre las organizaciones sindicales dispuestas a llevar adelante la lucha en defensa de los intereses de los trabajadores. Tercero, organizar realmente el movimiento obrero, taller por taller y empresa por empresa. Cuarto, tener una política de apoyo efectivo y consecuente con los conflictos existentes y latentes. Quinto, comenzar discusiones inmediatas para tratar de establecer una relación fluida y permanente y crear acuerdos reales entre la CGT y las organizaciones y tendencias políticas revolucionarias[71]. Sin embargo, no encontramos documentación ni información que nos permita saber si este documento tuvo algún tipo de difusión entre las bases y la dirección de la CGT-A. A juzgar por la inexistencia de una respuesta por parte de Ongaro en el periódico CGT, podríamos afirmar que el documento tuvo una escasa circulación y que, efectivamente, la propuesta del MLN no pasó a la acción.

 

Llegando a fin de año, el MLN, a pesar de las reiteradas críticas, se mantenía junto a la CGT-A, ya que reconocía “trabajar en la CGT, permite trabajar en las bases a través de los canales que provee la propia central [para] propagandear posiciones revolucionarias transformando a la CGT en tribuna política”. Actividad necesaria, debido a que dentro de la CGT-Alos contenidos ideológicos nacionalistas burgueses tienen vigencia[72]. Entonces, observamos que el MLN se mantenía junto a la CGT-A porque le permitía un acceso a fracciones de la clase obrera combativa, pero que, nuevamente, marcaba los límites de la central y justificaba su propia militancia allí marcando que ellos aprovechaban el canal que les ofrecía la entidad para propagandizar ideas revolucionarias. Desde esta perspectiva

 

                        no se trata, pues, de abstenerse, ni tampoco ‘apoyar’ a la CGT, ‘críticamente’ […] sino de trabajar en la CGT, desde una perspectiva independiente, revolucionaria […] trabajar independiente como organización revolucionaria en las bases y mantener en todo momento la critica a aquellos con quienes trabajamos[73].

 

A mediados de 1969, Perón ordenó la unificación de la CGT. Teniendo en cuenta la situación de crisis política y social que se estaba viviendo a partir del Cordobazo, la orden de Perón de unificar el movimiento era, para el MLN

 

una manifestación más de una línea de progresivo compromiso con el sistema y claudicación frente al régimen, evidenciando el papel reaccionario que está jugando él personalmente, y el conjunto de la dirección en general. Este planteo vino a coincidir naturalmente con la estrategia del vandorismo, consistente en liquidar a la CGT de los Argentinos[74].

 

Ahora el MLN consideraba la unidad de la CGT como una derrota de la clase obrera[75]. Por lo tanto, manifestaba que “la unidad que se está gestando es una mera componenda a nivel de burócratas […] Esta es una unidad contra la lucha”.[76] De esta manera, a pesar de defender la importancia de la unidad, en este caso significaría un freno al proceso iniciado con el Cordobazo. En esta situación el MLN manifestaba su posición a favor de la

 

organización clandestina de los sindicatos, la creación de organizaciones combatientes de base, llámense comandos obreros y populares […] y la coordinación de las agrupaciones, listas sindicales y sindicatos que mantengan una posición combativa[77].

 

A casi un año de la formación de la CGT-A, el MLN confeccionó un documento dirigido a Ongaro y al Consejo Directivo de la GCT, en donde repetía las razones por las cuales había decidido trabajar con esta entidad a pesar de sus limitaciones[78].

 

Algunos dirigentes sindicales cuestionaron las críticas del MLN. En la respuesta el Malena explicó que “decidimos trabajar con la CGT de Paseo Colón porque en general y en el plano nacional este nucleamiento representa lo más combativo del movimiento obrero y posiciones nacionalistas y antiimperialistas”. Para el MLN, la CGT-A era parte de la construcción de una corriente sindical combativa por la que venían bregando[79].

 

También Kohon señalaba cuáles eran las expectativas de trabajar junto a la CGT-A:

 

esperábamos el liderazgo de una radicalización del movimiento obrero […] con un proceso de independencia del liderazgo de Perón, al mismo tiempo, cuando estábamos nadando en esas aguas, no es tan claro lo que esperábamos[80].

 

En este sentido, “reaccionábamos en relación al juego del momento. El MLN no era un grupo que determinaba la realidad nacional[81]. Por lo tanto,

 

una de las cosas más importantes para el MLN era que tenía que reaccionar con mucha cintura a los movimientos de la realidad nacional. De los lineamientos de lo que esperábamos, la tarea necesitaba mucho más politización del pueblo, mayor organización de masas, que podía tener origen sindical, además del político. Eso era una oportunidad. La CGT no debía dejar de ser la organización de masas[82].

 

Finalmente, con este testimonio podemos comprender que el MLN “esperaba” de manera pasiva que la clase obrera que militaba en la CGT combativa, se radicalizara y tomara la dirección de la misma conduciendo a la central hacia un programa revolucionario. Es por esto que encontramos críticas a la CGT-A y, a la vez, una activa militancia dentro de ella, pero con una inacción frente a la disputa por la conducción de la central.

 

 

Conclusión

 

Como pudimos observar, el MLN en términos teóricos le otorgaba un lugar importante a la lucha sindical. En este sentido, planteaba la importancia de desarrollar las actividades dentro de este frente, pero teniendo en cuenta las limitaciones de este espacio para el desarrollo de la conciencia revolucionaria de la clase obrera.

 

Con respecto a los planteos y críticas que realizaba a la dirigencia sindical de la CGT vimos que la acusaba de burócrata y traidora. Sin embargo, fue la relación que mantuvo con la CGT-A la que cristalizó los límites y contradicciones del MLN para desarrollarse dentro del ámbito sindical. A partir de la aparición de la central combativa pudimos ver como el MLN se identificó con su programa y su lucha antiburocrática, por lo cual decidió formar parte de ese proyecto aportando formación política y militantes. Además, vimos que, rápidamente, el MLN empezó a criticar las posiciones programáticas de la CGT-A marcando sus límites al no superar el programa peronista. Sin embargo, a pesar de estos cuestionamientos los militantes de la organización continuaron construyendo la CGT-A, sin pelear por la conducción de la central o por la apertura de una línea revolucionaria dentro de la misma. Estos límites eran consecuencia de la incapacidad del MLN para presentar una propuesta programática alternativa al peronismo de izquierda. En este punto, como señalamos, el MLN se identificó con el programa de la CGT-A por lo que no se presentaba como una fuerza contraria al programa peronista. Además, al momento de la conformación de la central combativa el MLN comenzó a atravesar su último período de crisis interna, en donde el Secretariado Nacional planteó una reestructuración de la organización de la mano de un cuestionamiento a sus bases programáticas, por lo cual era probable que la línea de acción con respecto a la CGT-A no tuviera una estricta coherencia. En este último aspecto podríamos encontrar las causas de las contradicciones entre las críticas que el MLN realizaba a la CGT-A y la fuerza militante que destinaba a su construcción.

 

 

Ingresó: 13 de junio de 2010

Aceptado: 17 de marzo de 2011

 

 

 

 

 

El Movimiento de Liberación Nacional (MLN) y su relación con la dirigencia de la Confederación General del Trabajo (CGT), (1960-1969)

 

 

Resumen

 

Durante los años ‘60 fracciones de la pequeña burguesía intelectual formaron organizaciones políticas de izquierda, entre ellas el MLN, que intentaron acercarse al movimiento obrero. En este contexto, el MLN elaboró un plan de acción en el plano sindical y de discusión con la CGT y contribuyó a la formación de la CGT de los Argentinos.

 

Palabras claves: Movimiento obrero; Movimiento de Liberación Nacional; CGT; CGT de los Argentinos

 

 

Julieta Pacheco

 

 

 

El Movimiento de Liberación Nacional (MNL) and its relationship with the leadership of Confederación General del Trabajo (CGT), (1960-1969)

 

 

Abstract

 

During the 60s fractions of the intellectual petty bourgeois formed leftist political organizations, including the MLN, which attempted to get closer to the workers’ movement. In this context, the MLN developed a plan of action with the trade unions and discussion with the CGT and contributed to the formation of the CGT de los Argentinos.

 

Keywords: Workers movement; National Liberation Movement; CGT; CGT de los Argentinos

 

 

Julieta Pacheco

 



[1] La autora es de nacionalidad Argentina, egresada de la carrera de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y Doctoranda en Historia en la misma institución. Esta investigación es desarrollada dentro del Instituto de Investigación Gino Germani IIGG-UBA. E-Mail: julieta.pache@gmail.com

[2] No es un objetivo de este trabajo desarrollar explicaciones sobre el movimiento obrero argentino, pero para caracterizar la etapa de reflujo relativo de la clase obrera nos basamos en la apreciación de importantes hechos señalados en trabajos especializados en el período. Los acontecimientos más conocidos son: la fuerte represión de la huelga en el frigorífico Lisandro de la Torre, en 1959, la implementación del Plan Conmoción Interna del Estado (Conintes), en marzo de 1960 y la aplicación del Plan Larkin en los últimos años del gobierno de Frondizi. Es a partir de este contexto que a comienzos de los ‘60 las luchas de la clase obrera tomaron un carácter defensivo en un marco recesivo y represivo. Ver James, Daniel, Resistencia e Integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina 1946-1976, Sudamericana, Buenos Aires, 1999 y Schneider, Alejandro, Los compañeros. Trabajadores, izquierda y peronismo, 1955-1973, Imago Mundi, Buenos Aires, 2005, p. 133 y 137.

[3] Este documento fue escrito por José Vazeilles. Más tarde Osvaldo Aguirre, Luis Henn, Pedro Pasturenzi y Horacio Poggio formaron una comisión para estudiarlo y le introdujeron modificaciones. También colaboró con la redacción Roberto Maurer.

[4] Aguirre, O., Henn, L.; Maurer, R.; Pasturenzi, P.; Poggio H. y Vazeilles, J., ob.cit.

[5] Las cursivas en el original.

[6] Aguirre, et. Al, ob.cit. Todas las citas corresponden al mismo texto.

[7] Sobre los gremios duros y blandos también se puede ver en Viñas, Ismael, “Peronismo y Revolución”, en Marcha, 11 de marzo de 1966, p. 18 y “El neoperonismo y Perón”, en Marcha, 18 de marzo de 1966, p. 23.

[8] Entrevista a Mauricio, Archivo Oral del CEICS, enero de 2009.

[9] Entrevista a Viñas, Archivo Oral del CEICS, enero de 2009.

[10] Entrevista a Eduardo Jozami, Archivo Oral del CEICS, enero de 2009.

[11] Entrevista a Pedroso, Archivo Oral del CEICS, enero de 2009.

[12] Entrevista a Mauricio.

[13] Entrevista a Fiorito.

[14] Cotarelo, María Celia y Fabián Fernández, “La toma de fábricas, Argentina, 1964”, en Razón y Revolución, Nº 2, invierno de 1997. Los autores periodizan esta búsqueda de alianzas y unificación entre los meses de enero y julio de 1963. Para los autores sería importante remarcar que el Plan de Lucha llevado a cabo durante todo este período tiene una dirección centralizada y un mismo programa, lo cual lo ubica dentro de un hecho cualitativamente novedoso.

[15] Confederación General del Trabajo, Comité Central Confederal, Sesiones de los días 15, 16, 17 y 18 de abril de 1963, Ediciones de la CGT, Buenos Aires, 1963, p. 219.

[16] “Una C.G.T. para la Conciliación”, en Liberación, Nº 8, febrero de 1963, p. 4.

[17] En el año 1963 comenzó a llevarse a cabo un nuevo método de lucha: la toma de fábrica con rehenes. Este fue el caso de IKA, en Córdoba. Por veinticuatro horas los obreros tomaron la fábrica y tuvieron bajo su dominio el control de la producción.

[18] “Una C.G.T. para la Conciliación”, 1963, ob.cit.

[19] “C.G.T. en la trampa”, en Liberación, Nº 10, 2º quincena de marzo de 1963, p. 3.

[20] “C.G.T. en la trampa”, ob.cit.

[21] “C.G.T. en la trampa”, ob.cit.

[22] “Debe evitarse que fracase la semana de protesta”, en Liberación, Nº 14, 2º quincena de mayo de 1963, p. 3.

[23] “El pueblo no declaró la guerra pero libró la batalla”, en Liberación, Nº 15, 1º quincena de junio de 1963, p. 2.

[24] “Plan de lucha: claudicación de dirigentes”, en Liberación, Nº 22, 1º quincena de abril de 1964, p. 3.

[25] “CGT en la trampa”, en Liberación, Nº 10, 2º quincena de marzo de 1963, p. 3. Con “institucionalización” se está haciendo referencia al costo que tiene el pasaje a la legalidad de la CGT.

[26] “CGT: instrumento de lucha de la clase obrera o nada”, en Liberación, Nº 13, 1º quincena de mayo de 1963.

[27] “CGT: instrumento de lucha de la clase obrera o nada”, 1963, ob.cit.

[28] “La unanimidad de la huelga señalo el camino a seguir”, en Liberación, Nº 15, 1º quincena de junio de 1963, p. 1.

[29] “CGT”, en Liberación, Nº 16, 1º quincena de julio de 1963, p. 4; Liberación, Nº 8, ob.cit., p. 1.

[30] “Pero… ¿Hubo alguna vez un Plan de Lucha?”, en Liberación, Nº 25.

[31] “CGT: Congreso sin novedad”, en Liberación, Nº 28, 2º quincena de enero de 1965, p. 4.

[32] “Acción y lucha en los gremios: trampa de la CGT”, en Liberación, Nº 32, 1º quincena de agosto de 1965, pp. 2 y 3.

[33] “Plan de lucha: claudicación de dirigentes”, en Liberación, Nº 22, 1º quincena de abril de 1964, p. 3.

[34] “Sin lucha no hay CGT”, en Liberación, Nº 35, 2º quincena de junio de 1966, pp. 1 y 3.

[35] El MLN ante el Congreso General Extraordinario (27/29-1-66) de la CGT, Ediciones del Movimiento de Liberación Nacional, 1966, p. 1. A partir de aquí todas las citas corresponden al mismo texto.

[36] “Por un plan de lucha combativo”, en Liberación, Nº 39, 2º quincena de febrero de 1967, p. 3.

[37] “Por un plan de lucha combativo”, 1967, ob.cit.

[38] “Por un plan de lucha combativo”, 1967, ob.cit.

[39] “La lucha recién empieza”, en Liberación, Nº 40, 2º quincena de marzo de 1967, pp. 2 y 3.

[40] “La lucha recién empieza”, 1967, ob.cit.

[41] “La lucha recién empieza”, 1967, ob.cit.

[42] “CGT: afuera los entreguistas ¡Que se haga el congreso!”, en Liberación, Nº 42, 2º quincena de mayo de 1967, p. 1.

[43] “Con la cabeza de los dirigentes”, en Liberación Extra, 1º quincena de enero de 1968, p. 4.

[44] 4 propuestas de lucha en el frente sindical, Ediciones del Movimiento de Liberación Nacional, febrero de 1968, p. 18.

[45] “CGT ¿A quién sirve la legalidad?”, en Liberación, Nº 48, 2º quincena de febrero de 1968, pp. 1 y 2.

[46] CGT (Órgano oficial de la CGT Paseo Colón), “1º de mayo. Mensaje a los trabajadores y al pueblo argentino”.

[47] Entrevista a Luis. AUL-Agrupación Universitaria Liberación era la organización con la cual el MLN intervenía en diferentes facultades.

[48] “Empujemos hacia una CGT combatiente”, en Liberación, Nº 49, 1º quincena de abril de 1968, pp. 1-3.

[49] “Empujemos hacia una CGT combatiente”, 1968, ob.cit.

[50] “Empujemos hacia una CGT combatiente”, 1968, ob.cit.

[51] “Empujemos hacia una CGT combatiente”, 1968, ob.cit.

[52] Entrevista a Kohon.

[53] Entrevista a Kohon.

[54] Entrevista a Osvaldo Pedroso, Archivo Oral del CEICS, enero de 2009.

[55] “Operación Asalto”, en Liberación, N° 50, 2° quincena de mayo de 1968, p. 3 y “La dictadura de los banqueros”, en CGT, N° 3, 16 de mayo de 1968, p. 6.

[56] “La mal pagada”, en Liberación, N° 51, 1° quincena de julio de 1968, p. 5 y “Los frutos de la colaboración”, en CGT, N° 4, 23 de mayo de 1968.

[57] “Colaboracionismo”, ob.cit. y “Los frutos de la colaboración”, 1968, ob.cit., “Prensa”, ob.cit., “Prensa”, N° 8, N° 10 y N° 11, ob.cit., “Fraude en Prensa”, ob.cit., “Los usurpadores”, ob.cit., “Asamblea en Prensa”, ob.cit.

[58] “Telefónicos: vanguardia en lucha”, en Liberación, N° 51, ob.cit., p. 6 y “Las bases se pronuncian por la lucha”, en CGT, N° 6, 6 de junio de 1968, p. 4 y “Los telefónicos contra la racionalización”, en CGT, N° 13, 25 de julio de 1968, p. 4.

[59] “Ley de desalojos: para despejar el mercado”, en Liberación, N° 51, ob.cit., p. 7 y “Desalojos: la razón y la fuerza”, en CGT, N° 7, 13 de junio de 1968.

[60] Cesantía…”, ob.cit., “No hay salidas reformistas”, en Liberación, N° 52, 2° quincena de agosto de 1968, p. 4, “Huelga en el Litoral”, ob.cit. y “Santa Fe: huelga gráfica y de prensa”, en CGT, N° 11, 11 de julio de 1968, p. 6, “Prensa gráfica: orgullo de los obreros de Santa Fe”, en CGT, N° 13, ob.cit.

[61] “Despojo a YPF, robo al país”, en Liberación, N° 54, ob.cit.

[62] “Apoyo total a petroleros en huelga”, en CGT, N° 23, del 3 al 10 de octubre de 1968, p. 1. Ver también su seguimiento en los números 24, 25 y 26.

[63] Entrevista a Pedroso. Las citas a continuación pertenecen a la misma entrevista.

[64] Entrevista a Iturburu. Esta información fue confirmada por Ismael Viñas.

[65] “Movilización Nacional”, en Liberación Extra, junio de 1968, p. 2.

[66] Liberación Extra, junio de 1968.

[67] “CGT: para que sea algo más que un edificio”, en Liberación, Nº 52, 2º quincena de agosto de 1968, p. 2.

[68] “Porque trabajamos con la CGT, criticamos”, Liberación, N° 52, ob.cit.

[69] “Semanario CGT. Las limitaciones de una experiencia positiva”, Liberación, Nº 54, 2º quincena de octubre de 1968, p. 5.

[70] “Semanario CGT. Las limitaciones de una experiencia positiva”, 1968, ob.cit.

[71] “Semanario CGT. Las limitaciones de una experiencia positiva”, 1968, ob.cit., pp. 6 y 7.

[72] Frente de Resistencia Nacionalista, Movimiento de Liberación Nacional.

[73] Frente de Resistencia Nacionalista, Movimiento de Liberación Nacional.

[74] Cuando unidad significa derrota, sin fecha, pos Cordobazo, p. 5; Liberación, Nº 55, 2º quincena de noviembre de 1968, p. 5; Liberación, Nº 57, 2º quincena de enero de 1969, pp. 1- 6; Carpeta 33, Legajo 11, folios 140, 141, 143- 145 y 149.

[75] Cuando unidad significa derrota, sin fecha, ob.cit., p. 1.

[76] Cuando unidad significa derrota, sin fecha, ob.cit., pp. 5 y 6.

[77] Cuando unidad significa derrota, sin fecha, ob.cit., p. 11, dentro de las tendencias combativas, el MLN ubica al sindicato de bancarios, en cuyo Cuerpo de Delegados estaba integrado, entre otros, por militantes del MLN, ver Liberación, Nº 58, 2º quincena de febrero de 1969, p. 2; Liberación, Nº 61, 2º quincena de mayo de 1969, p. 8.

[78] MLN, Secretariado Nacional: Cinco propuestas para el creciente alzamiento de la CGT, enero de 1969, pp. 2-4.

[79] “CGT: todos somos responsables ante la clase obrera”, en Liberación, Nº 53, 2º quincena de septiembre de 1968, p. 1 y 2; Liberación, Nº 54, 2º quincena de octubre de 1968; p. 1 y 2.

[80] Entrevista a Kohon.

[81] Entrevista a Kohon.

[82] Entrevista a Kohon.