MUJERES CONSAGRADAS EN EL BUENOS
AIRES COLONIAL
Fraschina, Alicia,
EUDEBA, Buenos Aires, 2010.
En
los últimos años, producto de renovaciones historiográficas y temáticas, y de
las celebraciones de los Bicentenarios americanos, el pasado colonial ha merecido
y recibido un especial interés por parte de los investigadores. Producto de
este movimiento y de una tesis doctoral es el libro Mujeres
consagradas en el Buenos Aires colonial de
La autora,
docente universitaria (UBA, USAL), e investigadora en proyectos del programa Ubacyt de
El libro a lo
largo de sus 320 páginas recorre la vida de las mujeres consagradas, y lo hace
dentro de un marco teórico de historia social, historia de género e historia
eclesiástica, que no deja de lado el devenir histórico del tiempo en estudio,
un largo siglo XVIII rioplatense que concluye con la fundación de dos conventos
de monjas: el de las catalinas y el de las capuchinas. La obra se divide en
nueve apartados: los dos primeros, desgranan el
surgimiento de las primeras beatas, -continuadoras
de las beguinas nacidas en las últimas décadas
del siglo XII en Europa, que buscaban “ser Dios con Dios”-,
y de los conventos femeninos porteños. Muestra cómo los beaterios se fueron
transformando, en ocasiones, en conventos de las órdenes segundas, y concluye
destacando la importancia de las redes familiares-sociales que la elite porteña
construyó alrededor de estos primeros beaterios/recogimientos/conventos como
soporte de los espacios de religiosidad de las mujeres de su sector social, y
como portadores de honor y prestigio para la ciudad que los acogía.
A partir del
tercer capítulo, Fraschina nos permite cruzar la puerta conventual y nos
adentramos en el claustro. Es aquí donde se informa, en primer lugar sobre los
requisitos formales, propios del Antiguo Régimen, para el ingreso al convento:
la vocación y la renuncia al mundo y a los bienes materiales; la limpieza de
sangre y la legitimidad de nacimiento; la edad y estado; y la dote, una de las
estrategias utilizadas por los sectores altos de la sociedad para mantener,
reforzar o eventualmente elevar la posición social de sus familias. Siguiendo
el recorrido, cual Santa Teresa de Jesús en Las Moradas, los
apartados cuarto, quinto y sexto, rescatan no sólo el ingreso al “huerto
cerrado”, en sus distintos pasos de noviciado, profesión, obligaciones y votos,
con una rica descripción de cada uno de ellos, sino también, el mundo interior
de la comunidad conventual, permitiéndonos conocer la vida cotidiana, la
formación espiritual identitaria de cada convento analizado, las jerarquías
internas y extracción social de las profesas, como así también el mundo secular
y auxiliar que rodeaba a las consagradas de velo negro y a las de velo blanco y
que muestran un conjunto humano interesante de seguir siendo explorado en sus
facetas sociales y económicas.
Los cambios ilustrados que la monarquía borbónica impuso en el último
cuarto del siglo XVIII, son tratados en el capítulo séptimo, que desarrolla el
impacto que el regalismo tuvo en los monasterios porteños de Santa Catalina de
Sena y Nuestra Señora del Pilar. Es aquí donde señala
El estudio del
caso particular de la beata jesuítica, María Antonia de San José y su fundación
de
Las
conclusiones finales permiten percibir cómo la autora dio voz al silencio del
claustro que la historiografía tradicional se había encargado de relegar. Las
mujeres consagradas, beatas o monjas, del Buenos Aires colonial creían en la
existencia de un Dios creador y salvador del género humano, y en función de
ello el mundo construido de puertas para adentro, como el mundo de puertas para
afuera que las observaba, y en el que se movían, no estuvo exento de ese juego
de humanidad y divinidad al mismo tiempo, que
Los
exhaustivos apéndices sobre la composición social de los monasterios trabajados,
así como la reconstrucción de las redes sociales que se tejieron en la sociedad
colonial porteña en torno a las primeras beatas, completan la información
estudiada en las páginas precedentes. Una extensa bibliografía acompaña el
final de la obra mostrando el recorrido intelectual y metodológico que da
fundamento tanto a las ideas expuestas, como a
la riqueza de los archivos que fueron consultados.
La obra que
acabamos de comentar es noble y honesta en su realización y demuestra un
paciente y serio trabajo de composición, que vale la pena leer, y que es
fundamental a la hora de la consulta de aquellos que se interesen por el
universo femenino consagrado, y por aprender sobre una sociedad que transitaba
de la piedad barroca a la ilustración.
Lic. Gabriela Quiroga
UNTREF