Revista
Andes, Antropología e Historia
Vol. 2, Nº 31, Julio - Diciembre de 2020
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Creative Commons Atribución - No Comercial CC BY-NC
JORNADAS CULTURALES DEL VALLE CALCHAQUI: RECONSTRUCCIÓN DE UNA
EXPERIENCIA EN EL ÁMBITO CULTURAL DE LOS “CERROS ALTOS”
WORKSHOP IN THE CALCHAQUI VALLEY:
RECONSTRUCTION OF AN CULTURAL EXPERIENCE IN THE “HIGH VALLEYS”
Susana Inés
Herrero Jaime
Instituto de Investigaciones sobre el Lenguaje y la Culturas (INVELEC)
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)
suziherrero@gmail.com
Fecha
de ingreso: 10/02/2020
Fecha
de aceptación: 10/09/2020
Resumen
La última dictadura
cívico-militar significó el cierre y el silenciamiento de muchas actividades
culturales que se desarrollaban en la provincia de Tucumán (Argentina). Sin
embargo, dentro del ambiente de omnipresente censura existieron espacios que
atravesaron ese período y continuaron en democracia. Tal es el caso de las
Jornadas Culturales del Valle Calchaquí (JCVC), organizadas por el Centro de
Estudios Regionales (CER) y la Peña Cultural “El Cardón” entre 1981 y 1999.
Dicho Centro fue fundado por un grupo de intelectuales de la región
destacándose la figura del filósofo y teólogo Gaspar Risco Fernández. En lo que
sigue realizaremos una reconstrucción de esta experiencia atendiendo al
contexto histórico, a la presencia de cambios y continuidades perceptibles en
su desarrollo y a su integración dentro del conjunto de actividades del CER. Nuestra
hipótesis es que esta institución se constituyó en el núcleo integrador de una
gran cantidad de actividades que pretendían conocer y comprender la región, y
que entre ellas, las Jornadas se convirtieron en un espacio de fertilidad y
proyección de nuevas propuestas con idéntico objetivo pero incorporando como
plus el cambio de locus enunciativo. Todo ello es además una muestra de las
ideas que el mismo Risco Fernández venía desarrollando desde otros espacios
culturales.
Palabras clave: Región, Noa, Calchaquí,
Filosofía, Intercultural
Abstract
The last civic-military dictatorship meant the closure
and the silencing of many cultural activities that were taking place in the
province of Tucumán (Argentina).
However, in a situation of
permanent censorship, there were spaces that passed through that period
and continued in democracy. Such is the case of the Cultural Meetings of the
Calchaquí Valley, organized by the Center for Regional Studies (CER) and the
Cultural Center "El Cardón" between 1981 and 1999. This Center was
founded by a group of intellectuals from
the region, standing out the philosopher and theologian Gaspar Risco Fernàndez.
We will carry out a reconstruction of
this experience, taking into account the historical context, the presence of
changes and continuities in its
development and its integration into CER's activities. Our hypothesis is that
this institution became the nucleus of a
large number of activities that sought to know and understand the region. Among
those activities, the Meetings became a
fertile space of projection of new proposals, with similar objectives, but
incorporating the change of the
enunciative locus as a plus. All this is also a sample of the ideas that Risco
Fernández himself had been developing from other cultural spaces.
Keywords: Region, Noa, Calchaquí,
Philosophy, Intercultural
Introducción
Tal como lo explican
las investigadoras Fabiola Orquera y Soledad Martínez Zuccardi en su artículo
¿De qué hablamos cuando hablamos del Noroeste argentino? Configuraciones
culturales de un imaginario regional[1],
la producción cultural en el Noa estuvo vinculada a tres ejes centrales: el
sistema económico dominante –la industria azucarera–, la institución regente –la
Universidad Nacional de Tucumán– y el ámbito de los Valles Calchaquíes[2].
De este modo pueden identificarse tres matrices simbólicas que se yuxtaponen:
la que refiere a la vida y los conflictos generados a partir de la producción
económica, la que proviene de corrientes estéticas originadas en los centros
capitalinos, y la que se nutre de las culturas originarias. La primera tiene
lugar en el “llano zafrero”, la segunda en las
ciudades y la tercera “en los cerros altos”[3].
De este modo a diferencia de las culturas metropolitanas cuyos desarrollos
culturales estuvieron influenciados por paradigmas de corte europeo, la
producción intelectual del Noroeste argentino se organiza a partir de un marco
en el que las corrientes extranjeras coexisten con “prácticas y
valores de raíz andina” y están atravesadas por las experiencias y
los conflictos suscitados por las formas de producción económicas dominantes de
esta región[4].
Tal entrecruzamiento
simbólico puede percibirse en la obra del destacado docente pensador e
investigador Gaspar Risco Fernández, quien habiéndose formado como teólogo y
filósofo en Salamanca[5]
retorna a la ciudad de San Miguel de Tucumán y se desempeña en espacios
universitarios[6]
y no universitarios llevando adelante proyectos tendientes al fortalecimiento
de la identidad regional[7].
De esta manera, la producción de Risco Fernández puede entenderse como “la expresión dinámica de un vivir-pensar-obrar[8]”en la que la vida del intelectual y su praxis se vinculan
dialécticamente[9].
En esta oportunidad
haremos un recorte y nos dedicaremos al análisis de las “Jornadas Culturales
del Valle Calchaquí” cuya organización fue uno de los objetivos anuales del
Centro de Estudios Regionales, institución pública no estatal de la que Gaspar
Risco fue fundador y presidente hasta 1984[10].
Estos encuentros constituyeron una experiencia singular por varias razones: por
lo específico de su temática –siempre vinculadas al Valle–, su participación
heterogénea –con investigadores de disciplinas diversas, estudiantes, y los
propios vallistos–, su organización compartida –a cargo del CER, la Peña
Cultural “El Cardón” y más adelante la Comisión Permanente Santamariana–, el
momento histórico en el que se realizan –comienzan en medio de la última
dictadura cívico–militar y continúan en democracia–, y el lugar en el que se
llevan adelante pues no se trata de un centro universitario capitalino sino del
interior de los Valles Calchaquíes, lo que implica un desplazamiento de los
lugares comunes de producción del conocimiento.
Es por lo señalado
que consideramos que la reconstrucción de estos encuentros y su estudio
constituirán un aporte para la comprensión de la historia cultural regional del
Noroeste argentino. Tal recuperación se realizó a partir del registro de las
actividades anuales que bajo el título “Las responsabilidades y los días” los
miembros del CER presentaban en su revista Cuadrante Noa,
y de los boletines publicados luego de cada jornada. Estos últimos constituyen
un material disímil y efímero pues dependían de las posibilidades económicas de
cada contexto, razón por lo que hay una gran diversidad en la calidad,
extensión y cantidad de ejemplares impresos.
El Centro de Estudios Regionales y las Jornadas
Culturales del Valle Calchaquí:
El Centro de Estudios
Regionales fue fundado el 21 de julio de 1972 por un grupo de intelectuales
destacándose además de la figura de Risco Fernández, las del historiador Ramón
Leoni Pinto y el escritor Octavio Corvalán[11].
Atravesados por la cosmovisión católica y simpatizantes –en mayor o menor
medida– de las ideas de la Democracia Cristiana[12]
el conjunto se autodefinió como
Un grupo interdisciplinario e independiente reunido
sobre la base de preocupaciones compartidas”
tales como “la conciencia de pertenecer a una realidad
histórico cultural de vigorosos rasgos, hoy marginada del quehacer nacional, y
de la situación de dependencia con respecto a una metrópoli que ignora a la
región y le impone sus pautas en detrimento de su identidad[13].
Se sumaba a esta preocupación
el desconcierto derivado de la crisis nacional y local pues el país estaba bajo
la dictadura del General Alejandro Agustín Lanusse, y en 1966 se habían cerrado
once de los veintisiete ingenios azucareros de Tucumán. Esto acentuaba el
declive general y la falta de cohesión entre los sujetos más capaces del
Noroeste[14].
Era por tanto necesaria la investigación y el estudio sobre esta región para
contribuir a “una auténtica e integral transformación del
Noroeste argentino” para que este vuelva a estar en condiciones de
aportar “lo que fue capaz de dar a la nación en el pasado en
términos de talento, iniciativa, liderazgo y normas de cultura”[15].
Con esta posición el
CER se inspiraba e intentaba integrarse a una tradición que había planteado de
manera crítica la cuestión de la región del Noa y que según Gaspar Risco tenía
un doble origen. Por un lado estaba ligada a la fundación de la Universidad Nacional
de Tucumán y a la Generación del Centenario,
y por otro a las ideas de Bernardo Canal Feijóo[16].
Este pensador ensaya en De la estructura
mediterránea argentina (1948), una serie de ideas que toman cuerpo
en el Primer Congreso de Planificación Integral del Noa[17]
y luego en la creación del Instituto de Planificación Integral del Noa (IPINOA)
con sede en Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Capital Federal[18].
Desde este marco el
grupo comienza a reunirse y a llevar adelante actividades diversas como la
investigación interdisciplinaria sobre temas atinentes a la región del Noroeste
argentino y a la divulgación de sus problemáticas a través de conferencias y
publicaciones. Una de ellas fue la revista –ya mencionada– Cuadrante
Noa, “vehículo de identidad” del CER. Esta incluía en cada número
una ficha bio-biográfica dedicada a personalidades destacadas de la región y
una sección llamada “crónica” en la que se resumían las actividades realizadas.
Además de esto, se publicaban hojas periódicas en La Gaceta,
principal periódico de Tucumán, con el fin de convertir las investigaciones del
Centro en ideas operantes y de presión para el esclarecimiento y el compromiso
con la realidad local.
Este espíritu de estudio y praxis conduce al grupo en la
década de los´80 a organizar la primera edición de las “Jornadas Culturales del
Valle Calchaquí” que en lo sucesivo se realizarán sin pausa hasta 1999. Estos
encuentros se caracterizaron por ser más flexibles que otros eventos académicos
al priorizarse su dimensión experiencial. Luis María García explica esta idea
del siguiente modo: “hablar de jornada es
hablar de trabajo y recorrido, y también de fracción temporal precisa en la que
se cumple una labor”[19].
Se trataba de generar un encuentro en el que vallistos y urbanos realizaran
juntos un camino reflexivo en el que pudieran ahondar en las propias
experiencias de regionalidad, integrándolas y superando el desconocimiento con
el que se “olvida y se descuida también la propia identidad”
que “todavía late y fluye en el corazón de una cultura
sustantiva”[20].
Sin embargo, la intención de Gaspar Risco no era sólo la de
intercambiar experiencias. Por el contrario, se trataba de posibilitar el
acceso de los vallistos a instancias efectivas de conducción y decisión que “por derecho y según estilo de vida les corresponden” y que
se vieron afectadas por “las superposiciones
culturales y desigual diálogo de culturas propias de la región”[21].
Se buscaba entonces colaborar en un proceso de empoderamiento de los habitantes
del Valle pero no como imposición sino como práctica, como ejercicio de
autonomía progresiva sólo desarrollable dentro de espacios de participación
concreta. Según Risco, podían identificarse en los Valles Calchaquíes ciertas
continuidades ecológicas y étnico–culturales que habían sido progresivamente resquebrajadas
por el establecimiento de posteriores barreras jurisdiccionales[22].
Es por ello que la organización de las Jornadas era también una pequeña
experiencia de regionalización comarcal. De este modo el evento se integraba a
una planificación más amplia que se anexaba a aquella idea original que guiaba
las intenciones de los miembros del CER y las preocupaciones del filósofo
tucumano.
La Peña Cultural “El Cardón” y El Centro de
Estudios Regionales
La década del ´80 comienza
en Argentina bajo el poder dictatorial del General Jorge Rafael Videla[23]
y de Lino Domingo Montiel Forzano en el escenario tucumano[24].
En este contexto de violencia y censura los miembros del CER –Enrique
Wurschmidt y Jorge Bianchi–, junto con los responsables de la Peña Cultural “El
Cardón” –Gustavo Bravo Figueroa y Raúl Rodríguez Drago–, comienzan a diagramar
lo que en sucesivo se conocerá como las “Jornadas Culturales del Valle
Calchaquí”[25].
Con este término se señalaba “una parte del Noroeste
árido de mayor alcance territorial que el Valle Calchaquí de la provincia de
Salta” tomando el nombre en un sentido “más
culturológico que estrictamente geográfico” por lo que se incluía en
él “el área de promoción del valle de Yocahuil, del río
Santa María superior a inferior”[26].
La singularidad de esta organización mixta nos obliga a hacer una pequeña
referencia sobre la Peña para entender un poco más el espíritu de los
encuentros y su contexto.
La Peña Cultural “El
Cardón” fue fundada en 1947 por un puñado de tucumanos reunidos en la Sociedad
Sarmiento. Su sede actual –la casona de calle Heras 50 en la capital
provincial–, fue adquirida en 1970 cuando Gustavo Bravo Figueroa se desempeñaba
como su presidente honorario[27].
Con el paso del tiempo este espacio se transformó en uno de los principales
pulmones de actividad cultural de la ciudad de Tucumán. Se organizaron allí
salones de artes plásticas y encuentros de escritores, se creó una escuela de
pintura infantil, una biblioteca y se editaron algunos libros[28].
Desde 1953 la entidad comienza a entregar “medallas al mérito” siendo algunos
de los homenajeados Manuel J. Castilla, César Pelli, Héctor Zaraspe, Víctor
Massuh, Daniel Alberto Dessein y Miguel Ángel Estrella, constituyéndose por
tanto en una “alternativa de esfuerzo privado en la
difusión de la cultura”[29].
A partir de su relación con el Centro de Estudios, la Peña se convirtió en
co-organizadora de las JCVC: allí se desarrollaban reuniones previas y se
recibían inscripciones, resúmenes y trabajos completos. En más de una
oportunidad se organizaron mesas paneles con fines publicitarios o para
presentar los boletines impresos que quedaban como resabio de cada año. Puesto
que la idea era abordar aspectos que formaran parte de la problemática vital de
los habitantes del Valle Calchaquí, los organizadores realizaban viajes a los
pueblos para conversar con los lugareños y definirlos con ellos. Estas
reuniones servían además para realizar entrevistas a autoridades y
personalidades de la zona[30].
Con el tiempo los contactos permitieron establecer responsables fijos en cada
pueblo, e incluso en su edición n° X se conformó una Comisión organizadora con
sede en Santa María –Catamarca– que asumiría la responsabilidad casi total del
evento.
Las Jornadas Culturales del Valle Calchaquí,
período 1981 – 1983
La primera de las
JCVC fue realizada los días 13, 14 y 15 de marzo de 1981 en Amaicha del Valle y
Santa María. En esa oportunidad se consiguió el auspicio de la Lotería de
Tucumán y de la Caja Popular de Ahorros de la misma provincia. Como tema se
eligió “La arqueología del Valle Calchaquí” con la idea de “comenzar con las bases ancestrales de la cultura regional”[31].
Durante los tres días que duró el evento se contó con la presencia de
expositores vinculados a los museos arqueológicos de los Valles Calchaquíes
salteños, tales como el Sr. Rodolfo Bravo, Director y propietario del Museo de
Arqueología Calchaquí de Cafayate, el Sr. Pío Pablo Díaz, Director del Museo
Arqueológico de Cachi, y el Sr. Agustín Piñeiro, Director Transitorio del Museo
de San Carlos. Durante la tarde del segundo día, los participantes se
trasladaron hasta las ruinas de Pueblo Viejo en las cercanías de Fuerte Quemado
(Catamarca) y a las Ruinas de Quilmes, cerrando la actividad con una
conferencia del Dr. Rodolfo Raffino.
Para las II JCVC[32]
la temática fue “El Folclore en el Valle Calchaquí”, razón por lo que se
realizaron tres homenajes a estudiosos e intérpretes del mismo: Tobías
Rosemberg, Carlos Reyes Gajardo y Juan Alfonzo Carrizo[33].
A partir del detenido estudio de Luis E. Nieva sobre la quena y el siku o
antara el auditorio pudo experimentar diferentes composiciones musicales que el
autor de la ponencia ejecutó. Incorporó además pinkillo, anata, erquencho,
y´hala –flauta traversa americana–, y una trompeta de piedra, reliquia aborigen
de cientos de años de antigüedad[34].
Cada instrumento fue presentado haciendo referencia al sentido de su nombre, a
sus connotaciones mágico–religiosas, material de construcción y área de
dispersión. En las melodías se atendió a su estructura musical y autoría en el
caso de haberla.
Fue de mucha
importancia la conferencia de la Dra. Clara Passafari[35]
“Promoción de las artesanías, balances y perspectivas” pues despertó inquietud
suficiente como para quedar establecida como problemática de las III JCVC.
Una perspectiva más
crítica se abre recién con el ensayo de Gaspar Risco Fernández “Folclore y
política cultural”, donde se destaca cómo la finalidad última de estas Jornadas
es la de procurar la promoción humana e integral del Valle Calchaquí. Esto
quiere decir que más allá de la variación en las problemáticas abordadas todas
deben encuadrarse dentro de este objetivo general y contribuir a su concreción.
Esto plantea la necesidad de dotar a los futuros encuentros de una metodología
que permita insertar los enfoques monotemáticos dentro de una política
cultural. Para ello es fundamental tener en cuenta la existencia de un singular
núcleo ético–mítico y su puesta a punto según los desafíos del proceso
histórico, hasta llegar al proyecto concreto de desarrollo de cuyo juego
democrático habría de surgir la opción por el modelo de Bien Común más
apropiado[36].
A partir de este escrito podemos visibilizar cierta continuidad con aquella
experiencia de promoción cultural que Risco Fernández había desarrollado en el
interior tucumano hacia fines de los´60 con un marco de contención estatal. Lo
“ético” y lo “mítico” son para el filósofo “existenciarios” en el sentido dado
por Heidegger, es decir estructuras vitales que refieren al sustrato indígena y
a su proceso de mestizaje con lo hispano. Advertimos además cómo a pesar del
contexto dictatorial el pensador tucumano destaca la necesidad de espacios de
debate que permitan poner en cuestión la manera en que una parte de la
población se desarrolla frente a otra, esto es, la del Valle y la de la ciudad.
El evento se
desenvolvió en la sala de la escuela “Claudia Veliz de Cano” en la Comuna de
Amaicha del Valle, escenario que por la noche dio lugar a la presentación de
grupos musicales y de danza[37]
generándose –según el relato de Enrique Wurschmidt–, “una emotiva intercomunicación entre los forasteros y los pobladores del
Valle”[38].
Las III JCVC[39]
–cuyo tema se adelantó en el párrafo anterior– tuvieron la peculiaridad de ser
celebradas cada día en un pueblo diferente. Comenzaron en Amaicha, siguieron
en Cafayate y concluyeron en Santa
María. En cada oportunidad fueron acompañadas de la organización de una feria
artesanal. Las palabras de bienvenida fueron dadas por el Delegado Comunal de
Amaicha Sr. Eulalio Segura, quien destacó la importancia que tienen para el
Valle las artesanías y agradeció a los organizadores el privilegio de ser sede
de la primera sesión del evento. Entre los expositores se contó con el Dr.
Julián Cáceres Freyre, Director del Fondo Nacional de las Artes en el área de
Folclore y Artesanías y con dos conferencias de la Dra. Clara Passafari[40].
Fue ella quien leyó para el auditorio un telegrama enviado desde París por la
UNESCO en el que el embajador –ante el gobierno dictatorial de Reynaldo
Bignone– Dr. Víctor Massuh, expresaba “su simpatía y los mejores
votos de éxito para las Jornadas”, saludó a las instituciones
responsables ambas “de genuino arraigo en la
cultura tucumana” y celebró la organización del evento destacando la
importancia del estudio de estos contenidos “de honda
raigambre argentina”[41].
Es nuevamente Risco
Fernández quien aporta una novedosa perspectiva de análisis al considerar al
producto artesanal como un “objeto–mensaje”, y al mostrar cómo la relación comercial entre artesanos
del Valle y consumidores citadinos puede leerse como una confrontación de
lógicas desiguales bajo la forma específica de “superposición
cultural”. Esto se debe a que una de las partes en tanto “heredera de la modernidad triunfante” se coloca en una
situación de privilegio respecto de la otra. Esta realidad –y su consecuente
responsabilidad– no debe ser eludida y es por ello que las Jornadas no pueden
reducirse a un mero contacto de culturas. Por el contrario, se trata de
procurar un encuentro que funde una nueva ecúmene en la que los participantes
se enriquezcan recíprocamente en tanto que ninguno agota las formas de “ser humano”[42].
Como ya dijimos estas
tres primeras ediciones se llevaron adelante en plena dictadura militar, lo que
nos hace preguntarnos cómo fue posible tal desenvolvimiento en una provincia
como la de Tucumán que incluso antes del golpe del ´76 ya había padecido
expresiones propias del terrorismo de Estado[43].
Si bien es difícil de entender, este recorrido de investigación nos lleva a arriesgar
algunas hipótesis: Podemos afirmar que la organización en conjunto con una
institución como La Peña “El Cardón” –que tenía una posición cultural bastante
tradicional– no generaba demasiada sospecha. Según el relato de Hugo Ferullo,
integrante del CER y organizador de las JCVC, por su relativa bohemia “nunca nadie vio ahí un foco de subversión (…) nunca tuvo el perfil de
un lugar en el que se pergeñe una revolución”[44].
Vimos a su vez que esta institución entregaba reconocimientos a personajes de
la cultura reuniendo perfiles tan disímiles como los de Miguel Ángel Estrella y
Víctor Massuh. Resulta interesante destacar que tanto el intelectual como el
artista ocuparon los mismos cargos en la UNESCO, aunque en contextos históricos
diferentes. Mientras que el primero lo hizo durante el golpe militar, el
compromiso político y humanitario del segundo lo llevan a ser “Embajador de
Buena Voluntad” en 1986 y en el 2003 embajador de la Argentina por esta
institución[45].
El contrapunto entre uno y otro en lo atinente a sus ideas no deja de ser
significativo. Claramente existía un vínculo previo entre Massuh y los miembros
del CER ya que era tucumano y había estudiado en la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad Nacional de Tucumán en el mismo período que algunos de
ellos. Incluso suponiendo que los integrantes del CER no lo hubieran conocido
personalmente, sí lo habían hecho a través de sus obras. Durante el receso
estival de 1976 dedicaron un ciclo de estudio a su libro Nihilismo y
experiencia Extrema. Más allá de esta especulación, es clara su
simpatía por el grupo o, al menos, por la actividad realizada ya que él mismo
la expresa en el telegrama al que hicimos referencia.
Por otro lado,
recordamos la impronta católica de todo el equipo y la cercanía de varios de
sus miembros con la Democracia Cristiana. Esta había mantenido vínculos
complejos con el Onganiato al coincidir con éste en algunos aspectos de lo
ideológico, en especial en su nacionalismo[46].
En efecto, el vínculo con el contexto resulta contradictorio, pues varios de
los integrantes se habían desempeñado en cargos públicos en ese período[47] algunos lo volvieron a hacer durante los años de la
dictadura iniciada en el ´76, mientras que otros, por el contrario, sufrieron
cesantías o tuvieron que salir de la provincia[48]. La relación con la Universidad Nacional de Tucumán en la que
la mayoría de los integrantes del Centro de Estudios se desempeñaban, también
los hacía partícipes de los círculos de la intelectualidad local, aspecto que
posibilitó –sobre todo en democracia– el acceso a los principales medios de
comunicación de la provincia, en particular al diario La Gaceta. Todo
ello nos muestra que se trataba de un grupo heterogéneo que no se hallaba
exento de mantener relaciones con espacios de poder. Si bien no expresaron
abiertamente su apoyo al Golpe de Estado, tampoco se opusieron expresamente a
él, tratando de mantenerse al margen, con distintos matices en cada caso.
Siguiendo esta idea
vemos cómo los temas abordados en las tres primeras ediciones de las JCVC –la
arqueología, el folclore y las artesanías– siguen una línea más bien
tradicionalista de la cultura en la que cabe más una perspectiva de tipo
descriptiva, conservadora o patrimonial. No resulta problemático entonces
ahondar en el pasado prehistórico del Valle ni reivindicar sus expresiones
ancestrales –muchas de las cuales perviven en las producciones artesanales– y
mucho menos recuperar antiguas mitologías, leyendas o refraneros –como el de
Juan Alfonzo Carrizo–, siempre que sea desde una mirada descriptiva y no
crítica propia por ejemplo del discurso homenajeante.
En este sentido
podemos inferir que existía cierta ambigüedad en la percepción que los
golpistas tenía sobre Gaspar Risco ya que si bien se había desempeñado en
cargos públicos durante el onganiato también había sido obligado a renunciar a
ellos[49].
No debemos olvidar además que entre 1978 y 1983 la última dictadura militar
puso límites a sus funciones docentes en la Facultad de Filosofía y Letras de
la Universidad de Tucumán por motivos ideológico–políticos, lo que representó
en realidad una “cesantía encubierta”[50].
Las Jornadas Culturales del Valle Calchaquí,
período 1984 – 1990
Con el regreso a la
Democracia en Argentina, la asunción de Raúl Alfonsín el 10 de diciembre de 1983
y de Fernando Riera en fecha similar, las Jornadas del año siguiente tituladas
“El agua y la vida” se desarrollaron en un plano político y social totalmente
diferente a las anteriores[51].
Gaspar Risco Fernández había regresado a la Universidad Nacional de Tucumán
gracias a una designación interina que le permitió retomar sus clases de
“Historia de la Filosofía Medieval”, cargo en el que se mantendrá hasta la
finalización de su carrera como docente de grado.
El nuevo contexto
implicó la reapertura de muchos lugares de participación que durante la
dictadura fueron imposibles de mantener. El Dr. Ferullo recuerda ese momento
como “una explosión de participación popular”
pues existía en todos “un gran anhelo de
colaborar (…) en todo lo que movilizara a una construcción colectiva”.
De este modo se evidenció en las Jornadas una convocatoria bastante más
importante que en las ediciones anteriores, así como también una mayor
visibilidad. Prueba de ello fue la organización de tres mesas paneles entre los
meses de febrero y marzo de 1984 para presentar y promocionar el evento[52]
. La primera de ellas fue televisada –de la segunda y la tercera no podemos
afirmar lo mismo–, siendo su escenario la casona colonial de la Peña Cultural
“El Cardón”. En dicha oportunidad Enrique Wurschmidt y Gaspar Risco Fernández
fueron los oradores por parte del CER y El Ing. Ramón Zuccardi junto al Dr.
Alfredo Tineo por el de la Peña. El evento tuvo también mayor repercusión en
los medios gráficos: el 17 de marzo del año siguiente el suplemento Literario
Dominical de La Gaceta publica un comentario
de Ramón Leoni Pinto en el que se hace referencia al evento pasado. En mayo, la
UNESCO envía nuevamente una nota al CER felicitándolo por la excelencia de la
publicación del boletín de las IV Jornadas y de las conferencias previas a la
misma.
El trabajo expuesto
por Risco Fernández en esa oportunidad destaca la presencia del enfoque
sistémico en varios de los escritos, en especial en aquellos que tocan la
cuestión ambiental. Se muestra cómo tal perspectiva es mucho más afín al modo
de habitar de los vallistos que a la de los citadinos. Estos últimos deben
recomponer constantemente la relación con el espacio natural no si antes pasar
“por el rodeo de la abstracción conceptualizadora y de la atomización científica”[53].
Lo que nos interesa destacar de esta ponencia son aquellas ideas que completan
las del año anterior y justifican la realización de estos encuentros. Para
Risco, vallistos y urbanos son herederos de procesos históricos-culturales
diferentes y paralelos. Los primeros de la confederación diaguita-calchaquí y
de la heroica resistencia contra el invasor en América que terminó por
obligarlos a replegarse a sus nichos ecológicos. Los segundos, son deudores de
la conquista y la colonización hispánica,
de la urbanización fundacional y del mestizaje que quedó con las “riendas del poder en el Noa” aunque subordinadas al
centralismo del Puerto de Buenos Aires. Esta anexión a lo nacional implicó la
renuncia de lo más íntimo de las tradiciones culturales “para
desaparecer en una totalidad abstracta, fácilmente reconocible y anexable a
alguno de los imperialismos en vigencia”[54]así
como también la intuición de saberse identitariamente escindido como resultado
de “la estratificación de diversos mundos en conflicto”.
Puede verse entonces que tanto el destino del Valle como del resto de la región
del Noroeste argentino son solidarios. Sin la existencia de un sujeto integrado
“hacia adentro” vano resultará cualquier
intento de “equitativa integración hacia afuera”. Es
por ello que el “nosotros” deberá conjurar tres
mundos superpuestos: el Calchaquí; el Noa hispano–indígena y la racionalidad
instrumental. En ello se juega un resultado de autoafirmación o de sometimiento
de las diferentes subjetividades[55].
Lo poco que sabemos
aún de las V JCVC lo conocemos a partir del relato de María Elena Vargas[56]
maestra y participante del evento desde 1984, y de la ponencia de Gaspar Risco
Fernández reproducida luego en su libro Cultura y Región[57].
Elena nos comenta que el tema abordado en esa oportunidad fue “Población y
Educación en el Valle Calchaquí” y que fue una de las tres ediciones de mayor
participación junto con la del año anterior y la siguiente, coincidiendo en
esta percepción con las opiniones del Dr. Ferullo. Risco Fernández, por su
parte, afirma que los informes estadísticos y los testimonios directos de
algunas familias vallistas resultan “por la violencia del
contraste”[58]una
instancia para la reorientación de las investigaciones a emprender. El filósofo
afirma que la relatividad de los datos censales disponibles, la subjetividad de
las categorías analíticas en juego, la evolución demográfica signada por el
deterioro constante y jaqueada por el envejecimiento, la desmasculizanización o
el éxodo, los avances de la urbanización, etc. son las razones por lo que se
percibe la yuxtaposición de los planteos y la presencia de hipótesis
contradictorias que oscurecen el problema. Frente a ello, la interpelación de
hombres y mujeres “enhiesta como una lanza
calchaquí”[59]sobreponiéndose
a su dignidad herida e interpelando del siguiente modo: “¿Por qué nos
quedamos aquí? Porque aquí está nuestra familia. Queremos nuestra tierra.
Trabajamos para que los jóvenes no se vayan. ¡Autoridades, basta, den
soluciones! También nosotros queremos jubilarnos un día”[60].
La observancia de esta situación conduce a Gaspar Risco a formular las
siguientes preguntas:
¿Cómo hacer para que este secular reclamo de
justicia rompa el cerco de su nicho ecológico sin que se diluya en la
insignificancia del lenguaje consumista?
¿Cómo hacer para que esta palabra ensimismada trascienda los bordes del
silencio y gravite junto al discurso sindical con peso propio en la toma de
decisiones?[61]
En esta edición las
Jornadas obtuvieron el auspicio del Ministerio de Educación de la Nación[62].
Los responsables del evento realizaron un pequeño cambio organizativo al firmar
un documento interinstitucional en el que explicitan que cada año surgiría una
Comisión Permanente dedicada al evento y que se ocuparía de su preparación
hasta el balance final. Ese año son designados como Presidente y Secretario
General de la misma Luis María García y Pedro Vega[63].
En contraposición al
caso anterior bastante sabemos de las VI Jornadas, abocadas al problema de la
salud en el Valle Calchaquí. Fueron realizadas los primeros días del mes de
mayo de 1986 en Amaicha y Santa María, y contaron con el auspicio de varias
instituciones vinculadas a ese ámbito.
Es este el primer año en el que se incorpora un número significativo de mujeres
en la comisión organizadora. Además de María Elena Vargas, se integran Mercedes
Porcel, docente e investigadora de la carrera de Geografía de la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán, Poldy Abbate,
locutora, difusora de la cultura regional del Noa e investigadora de amplio
recorrido[64],
e Ivonne Bianco de Sacannavino, pedagoga egresada de la Universidad Nacional
del Litoral y docente luego en la Universidad Tucumana. Bianco, ya había
trabajado con Risco Fernández en los ´60 ocupando el cargo de Secretaria del
Interior en el Consejo Provincial de Difusión Cultural.
Durante el desarrollo
de las Jornadas se contó con la presencia de Delfín Gerónimo, Presidente de la
comunidad Aborigen de Quilmes y con el Dr. Armando Pérez de Nucci quien
pronunció la conferencia inaugural titulada “La medicina popular en el Valle
Calchaquí”[65].
Allí se describió el contexto en el que discurre la medicina popular en el Valle
reconociendo el lugar del curador o curandero y abriendo la posibilidad de
entendimiento con la medicina legalizada[66]
para proyectar una medicina única[67].
En el resto de los trabajos y talleres el problema de la salud y la enfermedad
en el Valle se abordó desde diferentes perspectivas: a partir de estudios
localizados –con inventario de dolencias y tratamientos–, análisis diagnósticos
de condiciones sanitarias –laborales, habitacionales y también hospitalarias–,
desde enfoques críticos –considerando aspectos sociales, políticos y
entendiendo a la marginalidad como una “enfermedad social”–, y también desde su
tratamiento en expresiones artísticas, en literatura y música. A partir de
algunos colaboradores del Valle se logró reunir una serie de coplas en las que
se trata el problema de la salud y que luego se publicaron en el boletín
acompañando los trabajos[68].
Algunas de ellas son las que siguen:
Todos los yuyos tienen
La Virtú que Dios le dio,
A aquel que le tiene fe
Lo sana hasta de la tos.
Yo tengo un dolor no sé dónde
Y me duele no sé qué,
He´i de sanar yo sé cómo
Si me cura yo sé quién.
Santa cosa había sido
Para el mal del corazón.
Las espinas de la higuera
Y las hojas del cardón
Por último
mencionaremos que ese mismo año –1986– José Vece, integrante del CER y
organizador de las JCVC inicia por la emisora tucumana LV12 un programa radial
semanal llamado “Dialogando con el Valle Calchaquí”. Su estructura estuvo
organizada por ciclos temáticos que se sucedían todos los años. Comenzaba en
enero con “Carnaval en el Noa”, continuaba en abril con “Semana Santa en el
Noa”, “Celebración de los difuntos” en el mes de noviembre y “Navidad en el
Noa” en diciembre. Su finalidad era hacer circular noticias e información sobre
el calendario local de los pueblos del Valle Calchaquí y brindar a sus
habitantes la posibilidad de expresarse por este medio. Con ello se pretendía
cumplir los anhelos que el mismo Vece había expresado en su trabajo “Educación
y cultura” presentado en la V edición de las JCVC[69].
Si bien el programa fue guionado y conducido por Vece, el resto de los
participantes del CER colaboraban activamente en su producción. En los viajes
organizativos que se hacían a los Valles antes de cada Jornada se recogía
material que luego servía para el programa. Bajo responsabilidad nuevamente de
Vece el 16 de febrero del ´86 aparece el primer número de la revista
“Calchaquí”, que en el ´88 recibe una mención especial a nivel de prensa
escrita por el Colegio Profesional de Servicio de Trabajo Social de Tucumán.
Hacia 1992 el contenido del programa se reformula dando comienzo a una nueva
etapa con las emisiones de “Calendario: de la Región al Continente” también
transmitido por LV12.
En paralelo, Pedro
Vega, también organizador y miembro del CER, viaja nuevamente a los Valles
luego de la realización de las VI JCVC con el objeto de organizar dos eventos
similares pero orientados a estudiantes de nivel secundario y terciario. En el
primer caso el proyecto contemplaba la participación de dos instituciones: el
Colegio Sagrado Corazón de Jesús de San Miguel de Tucumán y la Escuela Normal
Técnica y de Bachillerato Laboral de Cafayate, Salta. El encuentro sería
realizado en Cafayate y los estudiantes participarían con sus trabajos finales
de Seminario. El segundo evento se concreta por primera vez los días 5 y 6 de
octubre de 1990 en Santa María, llevando por nombre “Encuentro Cultural de
Estudiantes Terciarios del Valle Calchaquí y Valles de Belén y Andalgalá”–Catamarca–.
Se repite una vez más en 1992 los días 30 y 31 de octubre, adoptando una breve
modificación en su nombre[70]
pues se pretendía abarcar además de los Valles Calchaquíes los de Andalgalá y
Tinogasta de la provincia catamarqueña. Este encuentro, coordinado por Vega
junto a Luis María García, fue realizado en las instalaciones de la Escuela
Normal Superior “Abel Acosta” de la ciudad de Santa María[71].
Este recorrido nos
muestra el ímpetu y la voluntad de trabajo de todo el equipo. No debemos
olvidar que el Centro de Estudios Regionales era una institución pública, no
estatal y sin fines de lucro y, si bien en algunas oportunidades –y por
contactos personales–, se conseguía algún tipo de ayuda económica, la misma era
esporádica y eventual. Lo que sí queda en evidencia es cómo la institución
comienza a aglutinar con el tiempo una gran cantidad de actividades, todas
dirigidas al estudio de la región del Noroeste argentino.
En las dos ediciones
siguientes se abordaron temas similares: En la VII fue “La economía en el Valle
Calchaquí” –1987– y en la VIII “El trabajo y el hombre en el Valle Calchaquí”
–1988–. En estos años la participación continúa creciendo destacándose las
figuras de Josefina Racedo y de Honoria Zelaya de Nader. La primera, había
creado el Instituto CERPACU de la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Nacional de Tucumán y se desempeñaba como su directora. Zelaya de
Nader, destacada poeta, cuentista, e investigadora luego sería directora de
Cultura de Tucumán entre los años 1995 y 1999.
Para la
reconstrucción de las VII JCVC[72]
fue relevante el estudio realizado por Luis María García, La economía
en el Valle Calchaquí y su modelo existencial[73].
Esta obra pretendía ser una especie de ensayo o simulación[74]de
otra más ambiciosa que se abocaría a la presentación global de una primera
etapa de las Jornadas Culturales –ediciones I a IX– pero que, lamentablemente,
el autor no llegó a concretar. García se desempeñaba ese año –1987– como
presidente de la comisión organizadora de las Jornadas. Es por ello que fue
convocado junto al resto del equipo a una reunión con la Cámara de Diputados
del gobierno de Tucumán para tratar la problemática del desarrollo de la
porción del Valle que correspondía a la jurisdicción. Esto pone en evidencia la
resonancia de la actividad del grupo en el escenario político provincial[75].
Bajo tres ejes
temáticos –“El desarrollo económico del Valle Calchaquí”, “La economía del
Valle hoy” y “La historia económica del Valle”–, se ordenaron 29 ponencias que
abordaron el problema desde su aspecto artístico y literario, desde una visión
histórica, descriptiva y diagnóstica. También se consideró críticamente el
deterioro de los recursos naturales y el turismo, destacando la belleza
paisajística, la riqueza cultural y patrimonial del Valle.
El problema de la
tierra aparece en varios escritos[76].
En la ponencia de Miguel Nazur por ejemplo, se analiza ese tema en el Valle de
Yocavil y se estima que la tierra expropiada a sus antiguos pobladores fue de
75.000 hectáreas. Otro caso fue el trabajo de Rodolfo Bravo titulado “Los
Calchaquíes” que documentaba el maltrato sistemático recibido por el pueblo
Diaguita de Jasimaná en la actual Salta. No sólo en la época post-colonial sino
también a lo largo del período independiente. Las ponencias de Manuel García
Salemi y la de Horacio Adrián Vazquez continuaban con la temática[77].
La primera de ellas presentaba documentación inédita en torno a un litigio
iniciado en 1798 que culminó con un fallo a favor de los pueblos originarios de
Colalao y Tolombóm. Este material suscitó muchísimo interés ya que constituía
un antecedente concreto de restitución que se remontaba a la época colonial. El
segundo trabajo, presentaba una experiencia de cooperativismo llevada adelante
en Campo Herrera en la localidad tucumana de Famaillá, en una propiedad de 2000
hectáreas. La misma había surgido en 1967 a raíz del cierre de los ingenios
azucareros durante la dictadura del General Juan Carlos Onganía[78].
El marco conceptual
del evento fue dado por el trabajo de Gaspar Risco Fernández titulado “La
´imagen del bien limitado en la economía del Valle Calchaquí”. Allí, tomando
críticamente las categorías de George M. Foster para pensar las economías
campesinas, el autor reflexiona sobre algunos aspectos propios de la economía
vallista y pone en evidencia la existencia de un ethos singular
del pueblo que no condice con el de las poblaciones urbanas. Se trata de dos
modelos antitéticos, el del “Bien Limitado”–excepcionalmente acrecentable desde
afuera de la comunidad– y el de los “bienes limitados”, –sistemáticamente
multiplicables por factores intramundanos–. La confrontación de ambas lógicas
económicas es vivenciada por el pueblo a través de la aplicación de
intervenciones gubernamentales, dando como resultado profundas dificultades[79].
Este aspecto que
señalamos fue el punto de inflexión visibilizado en la Jornada: la
incompatibilidad de ópticas culturales que determinan concepciones de
desarrollo en pugna. La síntesis presentada por García hacia el final de su
libro, recalca la coincidencia de los participantes en destacar la
potencialidad del Valle tanto por sus recursos naturales como por el valor
cultural de sus producciones. Esto la configura como un espacio portador de una
identidad cultural peculiar que es preciso preservar. Ahora, si bien se destaca
su singularidad cultural como algo positivo, se reitera constantemente en la
necesidad de un “cambio de mentalidad”[80]
para sacar a los pueblos de su “atraso”. La clara contradicción entre un
aspecto y otro no escapa a la mirada de García que se pregunta:
¿Cómo ha de ser procedente o comprensible buscar la
afirmación de una identidad dada, al par que comprender un cambio de
mentalidad? Este cambio presupone el tránsito de una situación considerada inferior
hacia el mejoramiento con respecto a otra que se presume superior. Pero, pese a
notar que en lo básico se trata de una modalidad existencial o estilo de vida
determinado, aquel supuesto de proyección hacia una situación mejor, no tiene
otro criterio sino el propio asumido como modelo. En términos de percepción
ello quiere decir, lisa y llanamente, que se persiste hasta la obsesión, en
mantener una perspectiva unilateral y sin duda acrítica respecto de sí misma
(…) Y, en definitiva, mientras por un lado se acepta la posibilidad y necesidad
de respetar la identidad, por otro se reclama y exige un cambio prácticamente
incondicional[81].
Identificamos
entonces en las reflexiones de García las ideas que Risco Fernández ya venía
sosteniendo en cada una de sus intervenciones. La cuestión del “cambio de
lugar” para pensar los temas de cada Jornadas no es un mero movimiento
turístico sino que implica un “cambio de perspectiva”. A partir de él se
visibilizan algunos rasgos colonialistas –quizás inconscientes hasta ese
momento– en las matrices simbólicas desde las cuales se comprenden los
problemas abordados en cada encuentro. De ahí la importancia de generar el
diálogo intercultural –intención de Risco desde sus primeras intervenciones–,
pues sólo así sería posible prevenir cualquier acción que concluya en
aculturación. La insistencia en cada documento de las JCVC en la participación
de las fuerzas vivas de los Valles apunta a la necesidad de generar un espacio
que funcione como condición de posibilidad de expresión del habitante nativo,
para que junto con el urbano desarticulen lógicas de exclusión y aislamiento de
unos por sobre los otros.
El tema de la economía en el Valle plantea, al
igual que el año anterior, aspectos que suponen el entrecruzamiento con problemas
sociales y políticos no fáciles de resolver pues evidencian estructuras de
poder fuertemente arraigadas en la región. Estas, excluyen y condenan al
aislamiento a gran parte de la población campesina. La atención de este núcleo
problemático resulta entonces fundamental para el desarrollo de los pueblos,
proceso que debe ajustarse armoniosamente a una realidad cultural diferente a
la de las áreas urbanas del Noa. En este sentido los trabajos analizados en la
síntesis de García constituyen un corpus de “estudios
pioneros”[82]
que podrían servir como líneas a profundizar en vistas a futuras
intervenciones.
Evidentemente el tema
cala profundamente en los organizadores ya que en la edición siguiente se elige
“El trabajo y el hombre en el Valle Calchaquí” como tema principal. Las
Jornadas se realizan en julio del ´88, durante los primeros meses de
gobernación de José Domato, función que luego ocupará el cordobés Julio César
Aráoz cuando sea designado interventor federal en la provincia de Tucumán por
el menemismo. En esta oportunidad, la coordinación general es tomada por Hugo
Ferullo pues el resto de los miembros se encontraban a cargo de otras tareas.
Pedro Vega, atendería su proyecto de encuentro de estudiantes terciarios, José
Vece se encargaría de las publicaciones en general y en especial de la revista
“Calchaquí” y Gaspar Risco Fernández coordinaría el ciclo de estudios iniciado
ese año bajo el título “Cultura y Región”[83].
Entre los trabajos presentados por el CER se abordó la práctica de la minga y
la encomienda en Tucumán, el trabajo del vallisto en el pedemonte tucumano y la
relación entre trabajo y educación. Se destacó la ponencia de nuestro pensador
titulada “Gerónima Sequeida, cantora: ¿trabajo y conciencia crítica?
Testimonios y personajes”. En ella, el filósofo analiza un fragmento de la
entrevista realizada a la cantora en 1984 por Leopoldo Brizuela, utilizando la
categoría de “verticalidad” que John Murra usa a su vez para explicar el modo
de explotación económica de los ayllus peruanos[84].
Las IX JCVC tuvieron
la peculiaridad de ser desarrolladas en diferentes lugares del Valle tomando un
responsable diferente en cada pueblo: en Amaicha, la coordinación estuvo a
cargo del Dr. Manuel García Salemi, en Quilmes Tomás Barber y José Vece, en la
ciudad de Santa María, Gaspar Risco Fernández y en Cafayate Pedro Vega y Luis
María García más los representantes de la Peña Cultural “El Cardón”. Estas
Jornadas fueron a su vez transmitidas por radio en directo[85].
Llegados a este punto
en la reconstrucción de las JCVC podemos afirmar que, a diferencia de lo que
pasaba bajo la atmósfera dictatorial los temas abordados –y los que se
abordarán en las siguientes– ya no resisten meramente el análisis descriptivo
pues ingresa en sus temáticas la dimensión vital del ser humano y con ella la
necesidad del espíritu crítico. No es lo mismo abordar la cuestión de la
arqueología, las artesanías o el folclore que la salud, las condiciones de vida
de los habitantes del Valle, sus situaciones laborales o de vivienda, etc. Todo
ello coincide a su vez con el incremento en la participación de investigadores,
estudiantes universitarios y habitantes locales. Este crecimiento se visibiliza
tanto en el volumen que adquieren los boletines como en la cantidad de nuevas
actividades que las Jornadas permiten sostener. Como ya mencionamos en párrafos
anteriores, el hecho de trasladarse a un espacio singular como es el de los
Valles Calchaquíes para discutir estos problemas supone quizás un esfuerzo por
cambiar el locus enunciativo y el paradigma desde el cual se los piensa. Si
rastreamos el contenido de los trabajos podemos observar cómo en algunos casos
existe un claro interés por acercarse a una racionalidad que se percibe como
“otra”, esfuerzo que constituye una experiencia pionera de interculturalidad en
la provincia.
Las Jornadas Culturales del Valle Calchaquí,
período 1990 – 1999
Las tres Jornadas
siguientes (X, XI y XII) adoptan un fuerte cambio en su estructura organizativa
pues se añaden tres instituciones nuevas: La Comisión Permanente Santamariana,
la Federación de Bibliotecas Populares de Tucumán y la Confederación Argentina de
Bibliotecas Populares[86].
De esta manera, al incorporar una agrupación propiamente vallista “única que ha surgido por sí en la comarca”[87]
tanto el CER como la Peña Cultural “El Cardón” pasan de ser responsables
principales a colaboradores. Con este movimiento se concretiza uno de los
objetivos principales del equipo pues es la población local la que toma la
responsabilidad de su organización “asumiendo su protagonismo
y centralizando actividades a través de su núcleo”[88].
No se trata de algo impuesto sino de un espacio de participación adquirido tras
años de construcción de relaciones entre los pobladores del Valle y los
urbanos.
Por otro lado, la
vinculación con estas nuevas instituciones conducen al CER hacia un nuevo
horizonte de actividades: en noviembre de 1990 –el mismo año que la X edición
de las JCVC–, se realiza la “I Reunión Comarcal de Bibliotecas Populares” en
Santa María. Este encuentro se repite en octubre del ´92 y en noviembre del ´93
en Tafí del Valle y el Mollar con la participación de las bibliotecas locales.
Ese mismo año se desarrollan también las “I Jornadas de FM del Valle Calchaquí”
de las que el CER participa pero que son organizadas por las Comisión
Permanente Santamariana y la Federación de Bibliotecas Populares. Concurren a
las mismas las emisoras de Santa María, Amaicha, los Zazos, y Tafí del Valle
como parte de un taller que dirigió la profesora Ana Lía Zamorano de la
Fundación PROA, institución privada con sede en Capital Federal. Todo esto
influye en la X JCVC ya que el tema
escogido fue “Los medios de comunicación social y el desarrollo”[89]
.
En su edición XI[90]
el núcleo articulante de las discusiones fue “Ambiente, naturaleza y Cultura” y
se contó con los auspicios de algunos periódicos de las provincias
participantes, La Gaceta
de Tucumán y La Unión de Catamarca. Adhirieron
también algunas emisoras de radio[91],
canales de televisión – 8 y 10 de Tucumán– y otros medios de Salta y Catamarca[92].
La temática de los
trabajos abrevó sobre los cambios que los seres humanos realizan en el medio a
partir de sus actividades económicas. Algunas ponencias consideraron el tema
desde las instalaciones humanas más antiguas de la región del Noa y otras desde
situaciones históricas menos pretéritas. Se destacaron las diferencias entre
los modos de vinculación con el espacio natural antes y después de la colonia,
así como también su relación con los graves problemas ambientales del presente
como la desertización y la deforestación de la flora autóctona. Otra de las
consecuencias de este proceso fue el de los movimientos migratorios que durante
la colonia rompieron dinámicas que terminaron por quebrar el prístino entramado
social de la comunidad. Muchos de los trabajos plantearon la necesidad de
recuperar aquellos vínculos con el espacio natural, ya sea mediante la
educación o a partir de prácticas económicas que permitan utilizar los recursos
del Valle de manera menos agresiva con el ambiente y con las condiciones de
habitabilidad del vallisto[93].
En comparación a las
ediciones anteriores, notamos en los escritos una actitud un poco menos
crítica. No descubrimos en ellos la inquietud por explorar aquellas prácticas
autóctonas originales y presuntamente mejores a las extranjeras. Los aportes
son diagnósticos o descriptivos y las propuestas de acción no dejan de ser
foráneas. Quizás esto se debió a la formación de los expositores que en su
mayoría eran ingenieros, geólogos, biólogos y arquitectos, y sus escritos son
bastante técnicos. Lo que sí resulta interesante es la participación en esta
edición de algunos funcionarios del reciente gobernador Ramón Bautista Ortega,
tales como Daniel Quarliere (Secretario de Obras Públicas de la Provincia de
Tucumán) y Susana Tibaldi (Asesora del Ministro de Economía), cuyos aportes no
dejan de tener relevancia[94].
Muchos de los expositores que hallábamos en los otros encuentros no participan
de este y de hecho hay también poca
presencia de los integrantes del CER. No hay trabajos, por ejemplo, de
Gaspar Risco Fernández ni de Luis María García que resultaron clave en otras
ediciones. En el caso de Risco, presumimos que ello se debe a que en septiembre
de ese año sale publicado su libro Cultura y Región[95],
actividad que quizás demandó mayor atención del filósofo. Todo esto dio a las
XI JCVC un espíritu diferente al que veníamos percibiendo en las anteriores. El
tono local lo dan recién los escritos de Poldy Abbate –quien elabora un trabajo
que da cuenta del “ambiente mental”[96] del Valle– y el de Rumualdo Glicerio Olivar, Delegado de la
Biblioteca Popular “Amado Juárez” de Amaicha. Su ponencia se tituló “Los medios
de comunicación y su influencia en el Valle”. Allí se insiste en la necesidad
de contar con medios de comunicación que aborden problemáticas locales ya que
el contenido transmitido por radio y televisión no les permite conocer su
propia realidad ni la de sus coterráneos.
Estas Jornadas
tuvieron la particularidad de homenajear al arqueólogo Rodolfo Bravo quien
fallece en Cafayate ese mismo año –1991– y quien fuera un constante y eficaz
animador del evento y de la promoción y conservación de la cultura del Valle[97].
Se propone por ello a las autoridades municipales, mediante nota y presentación
en la intendencia, que se ponga su nombre a alguna calle de la ciudad como
justo reconocimiento de su labor[98].
Por último, los organizadores cierran el evento con un pequeño agasajo en el
Hall del Hotel Asturias de la misma ciudad y se agradece el apoyo incondicional
de su propietario el señor Susin Ávila, con una placa realizada por los
profesores de la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Tucumán, Oscar
Ocaranza y José Carrizo.
La edición n° XII de
estas Jornadas tomó como tema “La Juventud y su compromiso ante el desarrollo
del Valle Calchaquí”. Fueron realizadas en la ciudad de Santa María del 4 al 6
de septiembre de 1992 y según el
testimonio de García, se percibió “una gran participación de
la juventud de los Valles” y “creatividad en la
presentación de las ponencias” pues fueron acompañadas de material
audiovisual diverso: videos, testimonios y gráficos[99].
Lamentablemente
volvemos a encontrarnos con un período carente de registros en las ediciones
XIII y XIV correspondientes a 1993 y 1994. Tal silencio coincide con el de la
Revista Cuadrante Noa, ya que la n° 8 es
publicada en 1993 y deberemos esperar hasta 1999 –último año de las JCVC– para
la publicación de la n° 9. En 2002 sale la n° 10 y la última –n° 11– es recién
editada en 2007. No sólo varía la regularidad de la publicación sino también su
contenido y estructura, ya que pierde secciones fundamentales como la de las
“crónicas”[100]
y se incorpora otra dedicada a la producción poética de autores del Noroeste
del país.
A su vez, en 1994
Gaspar Risco asume como director del Cineclub “La linterna Mágica” organizado
desde el CER y la Secretaría de Extensión de la Universidad Nacional de
Tucumán. Este espacio –que aún funciona–, permitió ahondar en otra de las
inquietudes transversales del filósofo: la del lenguaje fílmico, su profundidad
y potencialidad filosófica. Dicha inquietud será concretizada más adelante con
la publicación de su estudio Ernst Ingmar Bergman: una
aproximación filosófico teológica a su mundo iconográfico (2014). La
impronta de esta actividad se verá reflejada en las últimas Jornadas ya que en
ellas se incluirá el análisis filosófico a partir de diferentes proyecciones
abriendo con ello el discurso reflexivo a otros lenguajes.
Entre los años 1995 y
1999 se desarrollan las últimas ediciones de las JCVC coincidiendo con el
segundo período menemista en el poder nacional y con el del General Antonio
Domingo Bussi en la provincia de Tucumán. Este último se había desempeñado como
interventor durante la última dictadura militar y fue reelegido
democráticamente por el pueblo tucumano. Solo algunos datos pudimos recabar de
este período: que la edición n° XVI se realizó los días 26 y 27 de octubre de
1995 y se dedicó al problema de “La minería y el hombre del Valle” siendo
Gaspar Risco Fernández el orador de cierre. Que la edición n° XVI se desarrolla
los días 15 y 16 de diciembre de 1996 y la
XVII el año siguiente. En ambas oportunidades lo que se propuso fue
realizar un ejercicio crítico titulando por ello los encuentros como “Jornada
de Jornada” y “Jornada de Jornada II” respectivamente. En esos años, los
trabajos de Risco Fernández llevaron por nombre “Revisión crítica de las XV
Jornadas realizadas” y “Conclusiones de la revisión crítica y prospectiva de
las Jornadas” títulos que van dando cuenta del desgaste de una actividad
sostenida por casi dos décadas[101].
La edición n° XVIII
llevó por nombre “Familia y juventud” y fue realizada del 17 al 21 de agosto de
1998 en conjunto con la Parroquia “Nuestra Señora de la Candelaria” en la
ciudad de Santa María[102].
En esa oportunidad Gaspar Risco Fernández llevó adelante la conferencia y
animación del cine-debate sobre la película “Rebelde sin causa”, film de
Nicholas Ray. Para finalizar, la última de las JCVC –n° XIX– se hizo los días
15 y 16 de septiembre de 1999 en Santa María en el marco del °80 aniversario de
la Escuela Normal “Abel Acosta” con el tema “La solidaridad y la juventud en el
Valle Calchaquí”. En dicha oportunidad se proyectó “La estrategia del caracol”
del realizador colombiano Sergio Cabrera. Las conclusiones del debate fueron
ilustradas posteriormente por los talleres de teatro, música, letras, ciencias
sociales, educación, cerámica y plástica, dando con ello cierre a lo que fueron
casi veinte años de Jornadas Culturales del Valle Calchaquí.
Conclusiones
A modo de cierre recuperaremos algunas de las ideas que
fuimos presentando a lo largo de este escrito. Podríamos comenzar indicando la
fertilidad del Centro de Estudios Regionales ya que vimos que desde su
fundación en 1972 se caracterizó por la gran cantidad de actividades
desarrolladas y orientadas hacia objetivos concretos, tarea no sencilla de
realizar si tenemos en cuenta el espíritu flexible que mantenía el grupo.
Siendo el fin de este trabajo la reconstrucción de las JCVC sólo consideramos
aquellas tareas directamente vinculadas a ellas, dejando de lado un amplio
espectro de muchas otras que no llegamos a mencionar pero que el CER
concentraba. Por sus demandas organizativas, las JCVC se presentaban “como un objetivo preciso que se hacía todos los años”
dotando de sentido práctico la actividad de la institución[103].
Ahora bien,
ateniéndonos específicamente a las JCVC podemos concluir lo siguiente: En
primer lugar queremos subrayar cómo estos encuentros constituían para el equipo
y en especial para Gaspar Risco Fernández un ensayo comarcal de organización
regional. Esta situación estaba favorecida tanto por las condiciones
geográficas del Valle –al ser un espacio compartido jurisdiccionalmente por
varias provincias– como por la existencia de cierta homogeneidad histórica y
cultural que invitaba a pensarla como una unidad política replicable a otras
escalas en el Noa argentino. El objetivo era poder funcionar como un contrapeso
que equipare el centralismo porteño e incorpore a la idea de Nación otras
diversidades identitarias y culturales existentes en el territorio del país.
Este aspecto nos
conduce a la segunda idea que queremos destacar. Consideramos que las JCVC
fueron un temprano e inédito ensayo de experiencia intercultural desarrollada
desde la provincia de Tucumán pero sostenida y acompañada por otros
participantes. El fin de las mismas era explorar las posibilidades de una nueva
ecúmene cuyo primer paso era el diálogo
y la comunión entre los habitantes del Valle y los de la ciudad con el fin de
visibilizar las diferentes situaciones existentes y encarar la lucha común. A
lo largo de este escrito hemos intentado reforzar aquellos aspectos que
visibilizan este esfuerzo, tales como los viajes previos y posteriores a las
Jornadas y la preocupación sistemática por la participación de los lugareños en
las exposiciones, los debates, los talleres y finalmente, en la organización
del evento. Esta actitud se destaca sobre todo en Gaspar Risco, quien recupera
las críticas recibidas y reflexiona sobre ellas en sus propios trabajos. Si
bien es cierto que nuestro estudio ha sido realizado desde una de las
perspectivas, creemos haber aportado datos suficientes para justificar la
aseveración de que se trató de un serio intento de cambio de perspectiva y de
recuperación de una mirada de análisis alternativa.
Esto último nos
conduce a pensar en tercer lugar, que se reconocía la existencia de un ethos diferente de aquel que daba sentido al horizonte simbólico
del sujeto citadino y que el esfuerzo de intentar pensar a partir de estas
coordenadas o, al menos, desde los límites de las propias, dan cuenta del
respeto y la afirmación de una racionalidad diferente. Consideramos que las
ediciones en las que esto es más logrado son las VI y VII donde se abordan los
problemas de la salud y de la economía respectivamente. En el primer caso por el
valor y el respeto con el que se trata a la medicina popular y el
reconocimiento que se le da en el discurso a su propio proceder. En el segundo,
por el nivel de autocrítica logrado al tomar conciencia de la mirada
unidireccional desde la cual se considera el problema económico.
En cuarto lugar
podemos decir que al haber sido realizadas en el interior del Valle y no en la
Universidad Nacional de Tucumán estas Jornadas procuraban propiciar en términos
de Canal Feijóo, un “miraje” diferente desde el cual considerar los conflictos.
Este cambio de perspectiva asentado en el espacio geo–cultural de los cerros
altos se constituía como un modo diferente de abordar las problemáticas
comunes, procurando el fortalecimiento recíproco y la superación de posibles
competencias entre provincias. El cambio de locus[104]
enunciativo tiene que ver además con la conciencia de la existencia de un
colonialismo interno que reproduce los modos centralistas de pensar la vida en
las capitales y que sólo se visibiliza a partir del movimiento. Siguiendo a Ana
Teresa Martínez podemos decir que de lo que se trataba era de cambiar de “punto de mira” y de “punto de vista”,
de tomar un lugar “que el centro no ve”
y “desde donde el centro no ve” y descubrir
“lo invisible para el centro” es decir, “aquello que se desprende de la particularidad del lugar”[105]
como urdimbre simbólica desde la cual se construyen los sentidos.
En quinto lugar diremos que del mismo modo que
el Centro de Estudios Regionales sirvió como núcleo articulante de actividades
diversas, también tuvieron esta función las JCVC respecto de muchas otras. Tal
es el caso del programa de radio “Dialogando con el Valle Calchaquí”, la
revista “Calchaquí” y los Encuentros de Estudiantes de nivel terciario y
secundario de los que hablamos en párrafos anteriores. No debemos olvidar
tampoco las Jornadas que comienzan a realizarse en San Pedro de Colalao y
Trancas o los Encuentros de Bibliotecas Populares organizados también en los
Valles.
Por último, destacaremos que las Jornadas
constituyeron una experiencia singular por su organicidad al poder transitar
momentos históricos diversos como los que señalamos. Consideramos que tal
cualidad se aplica tanto a las Jornadas como al Centro de Estudios y al mismo
Risco Fernández, pensador que pudo atravesar dicho período manteniendo cierta
regularidad intelectual, a pesar de los cambios que fue obligado a hacer en
otros planos de su vida. La etapa que consideramos en este escrito apunta a una
muy breve porción de su obra y su praxis, dejando de lado otras vertientes
igualmente valiosas como sus reflexiones teológicas y las dedicadas al séptimo
arte. Solo conseguimos hacer una breve mención a la segunda, dejando de lado
totalmente la primera. Sin embargo ambas quedan abiertas para ser tomadas por
otros que quieran bucear en este intelectual de provincia, de pensamiento
profundo y personalidad singular que ha dejado en su trayecto derroteros de
inquietudes encendidas.
[1] Orquera Fabiola y Martínez Zuccardi Soledad, “¿De qué
hablamos cuando hablamos del noroeste argentino? Configuraciones culturales de
un imaginario regional”, Afuera. Estudios de
Crítica Cultural, N°17 /18, 2017, pp. 1-27.
[2] La región del Noroeste argentino está integrada por las
provincias de Salta, Catamarca, Tucumán, Jujuy, La Rioja y Santiago del Estero.
Los Valles Calchaquíes constituyen un espacio dividido por las jurisdicciones
de las tres primeras provincias mencionadas. Las actividades que analizamos en este
artículo se organizaron en diferentes lugares principalmente en Amaicha del
Valle y la Ciudad Sagrada de Quilmes (Tucumán), Cafayate, Cachi y San Carlos
(Salta) y Santa María (Catamarca).
[3] Orquera Fabiola y Martínez Zuccardi Soledad, 2017, Ob. Cit., p. 4.
[4] Orquera Fabiola y Martínez Zuccardi Soledad, 2017, Ob. Cit., pp.1-3.
[5] En 1955 Gaspar Risco Fernández recibe el título de
Licenciado en Filosofía y en 1958 el de Lic. en Teología, ambos por la
Universidad Pontificia de Salamanca. Los estudios de Filosofía de Risco se
habían iniciado antes, en el Seminario Mayor de Catamarca en 1950 y en San
Miguel, provincia de Buenos Aires, en la Facultad de Filosofía de los Padres
Jesuitas –Colegio Máximo SJ, Universidad del Salvador–. Es aquella institución
la que le confiere la beca con la que viaja a España.
[6] Con tareas de docencia y de conducción. En la Universidad
del Norte Santo Tomás de Aquino se desempeña como docente en “Historia de la
filosofía medieval”. Entre 1963 y 1969 asume además como Decano de la Facultad
de Humanidades de dicha Universidad. En 1967 ingresa como profesor adjunto en
la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán,
formalizando su desempeño por concurso de antecedentes y oposición unos años
después.
[7] En 1966 Gaspar Risco es nombrado Presidente del Consejo
Provincial de Difusión Cultural. Allí realiza varios cambios significativos y
lleva adelante entre el ´68 y el ´71 un proyecto de Promoción Cultural en el
interior de la provincia de Tucumán. Estos cursos implicaron la apropiación
pionera del método de Paulo Freire en un contexto dramático de dictadura y
crisis económica.
[8] Bordón, Nellibe y García Luis María, “Curriculum Vitae”, Theoría. Revista del Departamento de Filosofía, Número
extraordinario homenaje a Gaspar Risco Fernández, 2006, p. 392.
[9] Bordón Nellibe y García Luis María, 2006, Ob. Cit. pp. 391-406.
[10] Orquera Fabiola y Martínez Zuccardi Soledad, 2017, Ob. Cit., p.13.
[11] Formaban parte del grupo original además de los mencionados
Orlando Lázaro, Enrique Wurschmidt, Francisco Juliá, José Antonio Vece, Enrique
Setti, Lauro Fagalde, Hugo Barber, Luis María García, y Jorge Saltor.
[12] Seguimos aquí el artículo de Azcoaga, Germán Luis, “La
Democracia Cristiana frente al régimen de Onganía. Un abordaje desde el caso
Tucumano”, Estudios Sociales 42, N° 42, 2012, pp.
119-153. Allí se analiza la compleja situación de los demócratas cristianos
durante la dictadura de Onganía y su influencia en la provincia de Tucumán. En
aquel momento no sólo los dirigentes del partido o los universitarios que
militaban en la Liga de Estudiantes Humanistas estaban empapados de aquella
ideología, sino también políticos de
otros agrupamientos, figuras de la esfera cultural y varios miembros del clero
local que luego formarían parte del Movimiento de Sacerdotes para El Tercer
Mundo (MSTM). La Liga de Estudiantes Humanistas fue fundada por Arturo Ponsati,
acérrimo opositor al onganiato, principal figura local del partido y amigo
cercano de Gaspar Risco Fernández. Prueba de esta simpatía es la adhesión con
la que el abogado colabora para algunas de las publicaciones de Cuadrante Noa. El filósofo fue a su vez presidente de esta
agrupación en el ́
59 y en el ́ 73 candidato a
senador por el Partido Revolucionario Cristiano, nombre que se adopta para
indicar su línea sueldista. Otros participantes del CER mantuvieron cargos
políticos durante el proceso militar, entre ellos Orlando Lázaro, Federico LLanes y Lauro Fagalde. Este último
fundó la agrupación Humanista de Derecho y fue el primer presidente de la Liga
de Estudiantes Humanistas de la Universidad Nacional de Tucumán en el ´55.
[13] Juliá, Francisco, “El Centro de Estudios Regionales en sus
Bodas de Plata”, Cuadrante Noa, N° 9, 1999, p. 6.
[14] Orquera Fabiola y Martínez Zuccardi Soledad, 2017, Ob. Cit., p.14.
[15] Juliá, Francisco, 1999, Ob. Cit., p. 7.
[16] “En efecto, nuestra alta
casa de estudios nació regional en 1914 y sólo gracias a ese carácter, entonces
restrictivo, logró abrirse paso con estatuto provincial entre las universidades
argentinas” en Risco Fernández, Gaspar, Cultura y
Región, San Miguel de Tucumán, Centro de Estudios Regionales /
Instituto Internacional “Jacques Maritain”, UNT, 1991, p. 165.
[17] Llevado a cabo en la provincia de Santiago del Estero en el
mes de diciembre de 1946.
[18] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit.,
p. 169.
[19] García, Luis María, “Andares y cantares de la sexta
travesía. Hacia la salud del Valle Calchaquí”, en VI Jornadas Culturales del
Valle Calchaquí, “La salud en el Valle Calchaquí”, N° 6, 1986,
p.167.
[20] García, Luis María, 1986, Ob. Cit.,
p.167.
[21] García, Luis María, 1986,
Ob. Cit., p.169.
[22] La cultura calchaquí aún pervive en las comunidades
del Valle. La cultura es el alma que las identifica; y el Valle, el macro
cuerpo que las prolonga a escala comarcal. Cultura y macro-cuerpo constituyen,
en indisociable unidad, su estilo intransferible de autorrealización y
modificación (...) Hay pues una tarea previa al desarrollo integral del Valle:
la superación de las barreras jurisdiccionales que han roto su unidad ecológica
e histórica, convirtiéndolo en el símbolo doliente de un proceso mayor de
balcanización. Risco Fernández
Gaspar, 1991, Ob. Cit., p. 209.
[23] 1976–1981.
[24] Interventor desde el 7 de diciembre de 1977 hasta el 5 de
abril de 1981. Lo sucede Antonio Luis Merlo, desde el 6 de abril de 1981 hasta
el 5 de julio de 1983.
[25] Si bien participaba todo el equipo del CER, cada año las
responsabilidades se repartían entre los integrantes. En la II JCVC se
incorpora a Gaspar Risco Fernández para reemplazar a Jorge Bianchi que no
estaba en Tucumán. El año siguiente cambia este último por Pedro Vega que junto
a Wurschmidt son los referentes en las ediciones III y IV. A partir de la V
Jornada se conforma una comisión permanente encargada exclusivamente de los
encuentros y constituida por representantes de ambas instituciones, el CER y La
Peña Cultural “El Cardón”. El desarrollo de las Jornadas se mantienen de esta
manera hasta 1990 cuando se incorpora la Comisión Permanente Santamariana y la
Federación de Bibliotecas Populares de lo que hablaremos más adelante en el
cuerpo de este escrito. El vínculo entre el CER y la Peña queda registrado por
primera vez en la sección “Las responsabilidades y los días” de la revista Cuadrante Noa en 1979, cuando aquella entidad auspicia un
ciclo de conferencias que se realiza durante los meses de agosto y noviembre.
[26] Wurschmidt, Enrique, “Jornadas Culturales del Valle
Calchaquí”, Cuadrante Noa, N° 6-7, 1982, p.57.
[27] Originalmente su sede fue el sótano del desaparecido bar
“Colón” situado en calle San Martín al 400, centro de la ciudad de San Miguel
de Tucumán. Espinosa, Roberto, La cultura en el Tucumán
del Bicentenario. Diccionario Monográfico, San Miguel de Tucumán,
Ed. Humanitas, 2017, p.244.
[28] Espinosa, Roberto, La cultura en el Tucumán
del Bicentenario. Diccionario Monográfico, San Miguel de Tucumán, Ed.
Humanitas, 2017, p.244.
[29] Juliá, Francisco, 1999, Ob. Cit., p.4.
[30] A modo de ejemplo podemos comentar que en febrero de 1990
se realizan estas actividades en Quilmes a cargo de José Vece y Gustavo
Gramajo. En Santa María Gaspar Risco Fernández y Luis María García se
entrevistan con personalidades del Valle tales como el CPN Jorge Francesia, el
RP Cipriano García, el Sr. Miguel Ábalos de la municipalidad local y al Sr.
Miguel Barrionuevo, representante de medios de comunicación.
[31] Wurschmidt, Enrique, 1982, Ob. Cit.,
p.57.
[32] Realizadas los días 5, 6 y 7 de marzo de 1982 en Amaicha
del Valle, con sede en la escuela “Claudia Veliz de Cano” y Santa María. Estas
jornadas contaron con el auspicio de la Dirección Provincial de Turismo y
Deportes de Tucumán.
[33] Realizado por Pedro Vega, José Vece y Orlando Lázaro.
[34] Entre otras piezas se interpretó “Huankha” himno agrario
peruano, el “Himno al sol” de Daniel Alomías Robles, el “Manchay Puytu” y “El
cóndor pasa”. Recuperado de Lázaro, Orlando, Segundas
Jornadas Culturales del Valle Calchaquí, El folklore, Centro de
Estudios Regionales y Peña Cultural el Cardón, Amaicha del Valle, Tucumán,
1982.
[35] Investigadora del Consejo de Investigaciones de la
Universidad Nacional de Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina.
[36] Lázaro Orlando, 1982, Ob. Cit. p.13.
[37] Conjuntos de baile de la Escuela N° 10 de Amaicha del Valle
y de los Zazos (Tucumán).
[38] Wurschmidt, Enrique, 1982, Ob. Cit., p.
59.
[39] Realizadas del 4 al 6 de marzo de 1983 (Amaicha del Valle,
Cafayate y Santa María). Contaron con el auspicio de la UNESCO; la Secretaría
de Estado de Turismo y Deportes de Tucumán, la Secretaría de Cultura y
Educación y la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Tucumán).
[40] “Homenaje al Dr. Augusto R. Cortázar” y “El valor humano en
la encrucijada de las artesanías”.
[41] El texto completo aparece en el Boletín impreso de las III
JCVC.
[42] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit., pp.183-193.
[43] Pucci Roberto, “Tucumán, 1975. La guerrilla y el terrorismo
de estado antes del Golpe Militar”, en Pucci, Roberto y Bonano, Luis M. (Comps.),
Autoritarismo y dictadura en Tucumán. Estudios
sobre cultura, política y educación, Buenos Aires, Catálogos, 2009, p.235.
[44] Entrevista a Hugo Ferullo realizada el 10 de agosto de 2018
en el marco de una beca doctoral otorgada por el Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas CONICET, dirigida por la Dr. Fabiola
Orquera (CONICET / INVELEC) y co-dirigida por el Dr. Lucas Cosci (UNSE / UNT).
[45] Espinosa, Roberto, 2017, Ob. Cit., pp. 111-113.
[46] Azcoaga, Germán Luis, 2012, Ob. Cit., p.129.
[47] Tales son los casos de Gaspar Risco con el Consejo
Provincial de Difusión Cultural del ´66 al ´71, Orlando Lázaro, presidente del
Partido Democristiano y Secretario de Educación y Cultura de Tucumán durante el
onganiato. Federico Llanes, quien se incorpora al CER en 1973, asume el cargo
de Secretario de Promoción y Asistencia en 1969. Por otro lado, Lauro Fagalde
fue diputado por la provincia de Tucumán
en 1963 y director del bloque democristiano en el Senado de la Nación.
Se desempeñó también como secretario de Cultura de la Municipalidad de esa
misma ciudad, San Miguel de Tucumán.
[48] Francisco Juliá fue Secretario de Estado de Turismo y
Deportes entre el 1981 y 1983 según se consigna en Espinosa, Roberto, 2017, Ob. Cit., p. 173. Risco Fernández y Octavio Corvalán fueron
dejados cesantes durante el último golpe militar. Sobre el caso de Risco
haremos referencia más adelante. Corvalán es obligado a dejar su cátedra entre
1976 y 1985, lapso en el que reside en Salta hasta que es reincorporado a la
Universidad Nacional de Tucumán. Espinosa, Roberto, 2017, Ob. Cit., p.79.
[49] Se trata de un cargo al que ya hicimos referencia: el de
Presidente del Consejo Provincial de Difusión Cultural (1966-1971). Los
militares solicitan su renuncia “respondiendo probablemente
a grupos conservadores del oficialismo descontentos con el carácter progresista
de las políticas de Risco, en particular con los Curso de Promotores Culturales”.
Puede verse en profundidad este tema en Azcoaga Germán y Ovejero Verónica,
“Aproximaciones a la política del Consejo Provincial de Difusión Cultural
durante la gestión de Gaspar Risco Fernández (1966-1971)”, en IV Jornadas de
Jóvenes Investigadores, UNT–CONICET, 2010, pp.1-10.
[50] Bordón, Nellibe y García Luis María, 2006, Ob. Cit. p.396.
[51] Se realizan del 15 al 17 de marzo de 1984 en Santa María,
Catamarca.
[52] La primera de ellas fue en febrero de 1984 mientras que la
segunda y la tercera los días 1 y 8 de marzo respectivamente, diez días antes
de la fecha de realización de las IV JCVC.
[53] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit., p.202.
[54] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit., p.200.
[55] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit., p.195-202.
[56] Entrevista realizada a María Elena Vargas el 27 de
septiembre de 2019 en el marco de una beca Doctoral otorgada por el Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas –CONICET-, dirigida por la
Dra. Fabiola Orquera (CONICET / INVELEC) y co-dirigida por el Dr. Lucas Cosci
(UNSE / UNT).
[57] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit., pp.1-255.
[58] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit.,
p.205.
[59] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit.,
p.205.
[60] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit.,
p.205.
[61] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit., p.205.
[62] Con fecha del 18 de abril de 1985. Res. Minist. 979/85. Ministro
Alconada Aramburu Carlos. Recuperada en julio de 2018 del Repositorio
Institucional del Ministerio de Educación y Deportes de la Nación Argentina. En
línea: http://repositorio.educacion.gov.ar/dspace/bitstream/handle /123456789/78532
/1194.pdf?sequence=1
[63] Durante el mes de enero del ´86 –dos meses antes de las VI
JCVC– los miembros de la Junta Permanente se entrevistan con el Ministro de
Gobierno de Tucumán en procura de la constitución de una Comisión
Interprovincial de Promoción y Desarrollo para la Comarca.
[64] Entre los años 1969 y 1977 Poldy Abbate obtuvo cargos
docentes en el exterior. Estuvo en Cali
–Colombia–, Sfax –Túnez, África–, San José de Costa Rica, Marruecos y
Edéa –Camerún, África–. Fue conductora de “Nativoamérica” entre 1989 y 2001
programa radial de raíz folclórica que promovió su investigación en el Noroeste
y en el Nordeste argentinos. Este programa fue nominado para los premios
“Martín Fierro” de 1996 a 1999. El ciclo fue llevado luego a la televisión por
Canal 5 de Tucumán, recibiendo nuevamente nominaciones en 2000 y 2001 según se
indica en Espinosa, Roberto, 2017, Ob. Cit. p.13.
[65] Elena Vargas recuerda el interesante intercambio entre el
conferencista y la historiadora salteña María Cristina Bianchetti quien había
estado investigando el mismo tema en las comunidades andinas del norte
argentino. Entrevista realizada por la autora el 27 de septiembre de 2019 en el
marco de una beca Doctoral otorgada por el Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas –CONICET-, dirigida por la Dra. Fabiola Orquera (CONICET
/ INVELEC) y co-dirigida por el Dr. Lucas Cosci (UNSE / UNT).
[66] Término utilizado por el autor.
[67] Estas investigaciones dieron origen a dos libros La medicina tradicional del noroeste argentino: historia y presente (1984)
y Magia y Chamanismo en la medicina popular del
noroeste argentino, que recibió el Premio Internacional de
Humanidades Médicas “Pedro Lain Entralgo” otorgado por la Agremiación Médica
Platense en 1989.
[68] Los colaboradores fueron: Rosa de Caro y Jacinto Bordón
(Tala Paso), Ignacio Escalante (El Carmen), Candelario Gerónimo, Isabel Marina
Gerónimo, Telma Vicenta Gerónimo y Ramona Eulogia Guerra (Los Chañares),
Eusebio Mamani (Fuerte Quemado), Francisco Chaile (El Paso) y Delfín Gerónimo
(Quilmes).
[69] García, Luis María, “Las responsabilidades y los días”, Cuadrante Noa, N°8, 1993, p.86.
[70] “II Encuentro de Estudiantes Terciarios del Gran Valle
Calchaquí”.
[71] Unos años más adelante –1989– el CER en colaboración con el
Centro de Estudios de Regiones Secas se involucra con otro evento que sigue la
misma línea de los anteriores: Las “Jornadas Culturales del Valle de los
Choromoros”, realizadas en San Pedro de Colalao y Trancas –Tucumán– durante el
mes de noviembre. Este evento vuelve a repetirse tres años después pero
funcionando en esa oportunidad el CER sólo como auspiciante y no ya como
organizador.
[72] Realizadas en la ciudad de Cafayate, provincia de Salta.
[73] García Luis María, La economía del Valle
Calchaquí y su modelo existencial, San Miguel de Tucumán, Programa
Editorial Colección Fundación Centro de Estudios Regionales, 1999.
[74] García Luis María, 1999, Ob. Cit.,
p. 19.
[75] La distribución de las tareas ese año había tomado la
siguiente forma: Además de estar Luis María García como presidente de la
comisión, en la secretaría se desempeñarían Pedro Vega y Mercedes Porcel. Hugo
Ferullo coordinaría el aspecto técnico. Wurschmidt estaría a cargo de la
subcomisión específica y el Dr. Manuel García Salemi en la subcomisión de
técnica y recursos naturales. José Vece se encargaría de la prensa y difusión
del evento y Gaspar Risco Fernández sería
el coordinador general.
[76] Josefina Racedo “Vida cotidiana y economía en el Valle
Calchaquí”, Miguel Nazur “El desarrollo socioeconómico del Valle Calchaquí en
la provincia de Tucumán”, Víctor Hugo Díaz y José A. Villegas “Hacia un plan
regional para los Valles Calchaquíes”.
[77] Manuel García Salemi “Un documento virreinal sobre el
pueblo de Colalaos y Tolombones”. Horacio Adrián Vazquez “Campo Herrera –
cooperativa de trabajo agrario”.
[78] Su origen se encuentra ligado al Instituto Nacional de
Tecnología Agropecuaria (INTA), y a un equipo de profesionales que cumplieron
un rol fundamental en la vida de la cooperativa durante la década del ´70 antes
de ser perseguidos y encarcelados. La asociación está actualmente ligada al
PROICSA, programa orientado a incrementar la competitividad del sector azucarero
del Noa argentino.
[79] Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit., p.225-236.
[80] García Luis María, 1999, Ob. Cit., p.161.
[81] García Luis María. 1999, Ob. Cit., p.161.
[82] García Luis María, 1999, Ob. Cit., p.
21.
[83] García Luis María, 1993, Ob. Cit., p.
6.
[84] Según la tesis de Murra en torno a las formaciones
económicas del mundo andino, una misma comunidad poseía el control de diversos
pisos ecológicos originados en los cerros por los diferentes microclimas. De
esta manera, a partir de la dinámica establecida entre un núcleo central y
colonias o “archipiélagos”, determinados espacios con recursos específicos
(sementeras, pastos, bosque o mina de sal, entre otros) pudieron ser
compartidos por varias etnias. Murra John V. “El control vertical de un máximo
de pisos ecológicos en la economía de las sociedades andinas”, en Formaciones económicas y políticas en el mundo andino, Lima,
Instituto de Estudios Peruanos (IEP), 1972, pp. 59-117. Risco Fernández explica
cómo este modelo es utilizado tanto por Alberto Rex González para pensar la
argentina indígena y la Puna como zona de simbiosis dentro del contexto
regional del Noroeste, como por Norberto A. Pelissero en la reconstrucción
geosistémica de Quilmes, la ciudad prehispánica del Valle Calchaquí. Tratando
de “rescatar” la comprensión integral de lo que entraña en su misma dinámica la
categoría de “verticalidad”, Risco la libera de su confinamiento económico para
iluminar una “hermenéutica participativa” del “ser-en.el-mundo” de la cantora
vallista. Risco Fernández Gaspar, 1991, Ob. Cit. pp.237-254.
Así es como Gerónima Sequeira supo que su “verdadero mundo se compone de
múltiples horizontes superpuestos” y por ello pudo enfrentar las migraciones
que emprendió, encontrando por límite la experiencia en el llano zafrero. Esto
también le habría permitido “guardar intacto el núcleo
ético-mítico de su cultura, por debajo de las metamorfosis del instrumental
civilizatorio”, véase Orquera Fabiola, “Gerónima Sequeida:
intervención en el imaginario de ‘lo argentino’ desde el ‘canto de la tierra,
en Palermo, Zulma, Cuerpo (s) de mujer.
Representación simbólica y crítica cultural, Córdoba, Ferreyra
Editora, 2006, pp. 207-228.
[85] Lamentablemente aún no hemos conseguido saber cuál fue el
tema de esta edición ni la fecha exacta de su realización.
[86] De la primera, Gaspar Risco Fernández fue asesor cultural
desde 1972 y de la segunda, entre 1978 y 1979.
[87] García Luis María, 1993, Ob. Cit., p.
103.
[88] García Luis María, 1993, Ob. Cit., p.
103.
[89] Realizadas los días 30 de noviembre, 1 y 2 de diciembre de
1990 en Santa María.
[90] 8 a 10 de noviembre de 1991.
[91] FM –LV7 Radio Tucumán, LRA15 radio Nacional y radios
vallistas.
[92] En las adhesiones se destaca el acompañamiento de las
universidades de la región: Universidad Nacional de Catamarca –UNCa– y las
Universidades de Santiago del Estero –UNSE y UCSE–. En Tucumán apoyaron el
evento las Facultades de Filosofía y Letras, Arquitectura y Urbanismo, Ciencias
Naturales, Artes y la Secretaría de Ciencia y Técnica, todas instituciones
pertenecientes a la Universidad Nacional de Tucumán. También la UNSTA,
Universidad Nacional Santo Tomás de Aquino. En Santa María adhirió a las
Jornadas el Club de Profesionales Universitarios de la ciudad.
[93] Se comparten también algunas experiencias de intervención
sobre casos puntuales. En los trabajos “Plan de sistematización Cuenca Río
Quebradita y Blanquito” y “Características generales del Valle de Tafí” se
presenta el trabajo realizado en el encauce del Río Blanquito en Tafí del
Valle, Tucumán. Allí trabajaron de manera conjunta las municipalidades de Tafí
del Valle (Arq. Osvaldo Hugo Merlini ) y de Tafí Viejo (Arq. Manuel Alias), la
Dirección Provincial de Agua (Lic. En Geología, Ernesto Pantorrilla), la
Secretaría de Agricultura y Ganadería, la Dirección de Recursos Naturales (Ing.
Arq. Enrique Medina) y la Dirección Provincial de Obras Sanitarias (Lic. Emilio
Graña) todas instituciones de la provincia de Tucumán.
[94] En el trabajo de Quarliere se consideran las modificaciones
que en el marco legal deberían contemplarse si se pretende integrar la región
del Noroeste argentino. El caso de los Valles Calchaquíes es paradigmático pues
se encuentra repartido entre tres provincias (Salta, Catamarca y Tucumán).
Según la opinión del funcionario con pequeñas modificaciones e inversiones
podrían resolverse algunos de los problemas que afectan a los pobladores del
Valle. Se proponen para ello políticas orientadas al ordenamiento hídrico, la
reforestación, la electrificación rural y el desarrollo vial, para mejorar la
comunicación y el intercambio. Por su parte Susana Tibaldi reflexiona en torno
a las relaciones entre economía y ecología y en la necesidad de pensar sus
vinculaciones antes de llevar adelante propuestas concretas. Se insiste en la
importancia de tener una legislación ambiental fuerte, con representación y
participación de todas las provincias de la región del Noa, a fin de gestionar
y conservar el patrimonio natural y social del Valle.
[95] El libro sale con sello editorial del Centro de Estudios
Regionales y del Instituto J. Maritain, y es logrado gracias al apoyo económico
de la Fundación Solidaridad. Véase García Luis María, 1993, Ob. Cit. p. 105.
[96] Expresión utilizada por la autora.
[97] En el homenaje se recuerda a otros dos compañeros
fallecidos: Marcos Rodríguez Espada y Ernesto Salvatierra. El primero de ellos,
bonaerense y naturalizado en Amaicha del Valle, se había constituido en el nexo
entre esa población y el núcleo organizativo urbano de las Jornadas. Falleció
en 1985. El segundo, destacado arqueólogo del Valle de Yocavil fue delegado y
miembro de la Comisión Permanente Santamariana. Fallece en esa ciudad en 1987.
[98] Su museo puede aun ser visitado en dicha ciudad de Salta.
[99] García Luis María, 1993, Ob. Cit., p.
109.
[100] Sólo vuelve a aparecer en la última revista, Cuadrante Noa N° 11, pero es bastante sintética y recupera
brevemente las actividades del período 2000 a 2006.
[101] Bordón, Nellibe y García Luis María, 2006, Ob. Cit., p. 403.
[102] Según se publica en
el diario La Gaceta, con fecha del 16 de
septiembre de 1999.
[103] Entrevista realizada a Hugo Ferullo el 10 de agosto de 2018
en el marco de una beca Doctoral otorgada por el Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas –CONICET-, dirigida por la Dra. Fabiola
Orquera (CONICET / INVELEC) y co-dirigida por el Dr. Lucas Cosci (UNSE / UNT).
[104] El locus es el lugar, el “espacio
cualitativo practicado y convertido en sentido práctico”. Supone por
lo tanto “límite y posibilidad”. Estos límites,
que en el caso del intelectual de provincia o de pueblo tienen que ver con una
escala, con un aspecto cuantitativo se imponen configurando cualitativamente
los espacios culturales y académicos, véase Martínez, Ana Teresa, “Intelectuales
de provincia: entre lo local y lo periférico”, en Prisma – Revista de
Historia Intelectual, Vol. 17, N° 2, 2013, pp. 175.
[105] Martínez, Ana Teresa, 2013,
Ob. Cit., p. 177.