Revista Andes, Antropología e Historia

Vol. 1, Nº 32, Enero - Junio de 2021

 

Esta obra está bajo licencia de Creative Commons Atribución - No Comercial CC BY-NC    https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/ ISSN Nº 1668-8090

 

 

DINÁMICAS SOCIALES DE LAS COMUNIDADES TEMPRANAS EN EL VALLE DE AMINGA (LA RIOJA, ARGENTINA)


SOCIAL DYNAMICS OF EARLY COMMUNITIES IN THE AMINGA VALLEY (LA RIOJA, ARGENTINA)

 

 

Gabriela Inés Sabatini

Centro Regional de Investigaciones Científicas y Transferencia Tecnológica de La Rioja, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)

Universidad Nacional de Catamarca  

Servicio Geológico Minero Argentino - Universidad Nacional de La Rioja)

La Rioja - Argentina

gsabatini@crilar-conicet.gob.ar

 

 Enrique Garate

Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA)

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)

Mendoza - Argentina

egarate@mendoza-conicet.gob.ar

 

Sebastián Andrés Carosio

Instituto de Arqueología y Etnología

Facultad de Filosofía y Letras

Universidad Nacional de Cuyo

 Mendoza - Argentina

sebacarosio@yahoo.com.ar

 

 

Fecha de Ingreso: 24/07/2020

Fecha de aceptación: 22/10/2020

 

 

Resumen

El sector oriental de la Sierra de Velasco constituyó el ámbito en el cual diversos grupos humanos se asentaron generando unidades arquitectónicas residenciales y productivas que se prolongaron durante todo el primer milenio DC y, al menos, buena parte del segundo. Hasta el momento, las principales tareas arqueológicas en el área fueron realizadas en el piedemonte y las quebradas, demostrando una gran actividad aldeana durante el período precisado. En este trabajo presentamos una aproximación a las ocupaciones de las zonas inferiores, específicamente en el sector de La Punta (Valle de Aminga, Castro Barros). Abordamos las dinámicas sociales de las comunidades que habitaron la región alrededor del 500 DC desde una perspectiva multiescalar que abarca desde lo microrregional a lo locacional. La articulación de los resultados provenientes de las prospecciones e intervenciones de excavación nos permite plantear el surgimiento de estructuras arquitectónicas residenciales concentradas en torno a los recursos naturales disponibles y un patrón de asentamiento de carácter doméstico/familiar.

 

Palabras claves: Paisaje social, Unidades domésticas, Primer milenio, La Rioja

 

 

Abstract

The eastern sector of the Sierra de Velasco was an area in which various human groups settled and generate residential and productive architectural units that lasted throughout the first millennium AD and, at least, a large amount of the second. Until now, the main archaeological tasks in the area that have been carried out around the foothills and the quebradas show a great village activity during that period. In this paper we present an approach to the occupations of the lower zones, specifically in the sector of La Punta (Aminga Valley, Castro Barros). We study the social dynamics of the communities that inhabited the region around 500 AD from a multiscale perspective that ranges from the micro-regional to the spatial analysis. The articulation of the results

from excavation surveys and interventions allows us to propose the emergence of residential architectural structures concentrated around the natural resources available, and a pattern of settlement of a domestic/family nature.

 

Keywords: Social landscape, Domestic units, First millennium, La Rioja

 

 

 

 

Introducción

 

Desde los primeros siglos de nuestra era (aproximadamente a partir del 300 DC) comienzan a cristalizar una serie de ocupaciones en los sectores bajos y pedemontanos del sector oriental de la Sierra de Velasco, dando lugar a un paisaje social aldeano que sufrirá modificaciones a lo largo del primer milenio. Los grupos aldeanos asentados en esta área se caracterizaron por desarrollar diversas estrategias socioeconómicas que permitieron garantizar su subsistencia en el área a través del tiempo.

En este trabajo pondremos énfasis en las ocupaciones emplazadas en la depresión del río La Punta, ubicado en la localidad de Aminga (departamento de Castro Barros, La Rioja) (Figura 1). Seleccionamos esta área, localizada en las cotas altitudinales inferiores de la región (por debajo de los 1200 msnm), para determinar el proceso de organización social del espacio en un parche ecológico que no cuenta con estudios previos y que se caracteriza actualmente por la escasez de recursos hídricos. Abordamos esta problemática desde una perspectiva multiescalar que abarca desde lo microrregional (valle de La Punta) a lo locacional (sitio e intrasitio).

El sector estudiado corresponde a un valle emplazado entre los 800 y 1200 msnm, flanqueado por dos cordones montañosos: la sierra del Velasco al oeste y la sierra de La Punta al este[1]. Los ríos con naciente en el cordón del Velasco se caracterizan por ser permanentes en las quebradas y piedemonte, volviéndose subterráneos e intermitentes en el valle y con agua superficial sólo durante la época estival y por cortos períodos de tiempo. La vegetación del valle es la característica del Desierto del Monte, una estepa arbustiva o matorral abierto de Larrea (jarilla), con  bosques alineados de algarrobos a lo largo de los cauces de los ríos intermitentes[2] (Figura 1). Actualmente, en la fauna local se destaca la presencia de la mulita o armadillo (Chaetophractus villosus), el cuis (Microcavia australis), el tucu-tucu (Ctenomys affknigthi) y varias especies de ratones de campo (Graomys griseoflavus, Akodon simulator, Phyllotys xanthopygus. Hoy es muy escaso el registro del guanaco (Lama guanicoe) y el suri (Pterocnemia pennata) descriptos para la región.

 

 

Figura 1. Izquierda, Modelo Digital de Elevación (MDE) de la sierra de Velasco sierra de La Punta y las localidades de Castro Barros. Derecha, río La Punta y vegetación.

 

 

Durante el primer milenio se inicia en el área un proceso de sedentarización de las comunidades aldeanas en diferentes paisajes, generando distintos tipos de asentamientos en función de las necesidades de cada grupo. De este modo el sistema de asentamiento de un mismo grupo humano, realizaría actividades complementarias como la caza, recolección y agricultura generando de esta manera espacios arquitectónicos específicos para cada práctica social e implicando el control y optimización en el aprovechamiento de diversos recursos ecológicos[3].

Las investigaciones arqueológicas del noroeste argentino (NOA) enfocadas en las formas de vida aldeana tempranas (entre aproximadamente el 600 AC hasta alrededor del 500 y 600 DC), han aportado conocimientos acerca de los sistemas sociales, aunque los trabajos arqueológicos para este período son menos abundantes si se los compara con aquellos interesados en momentos posteriores[4]. Estas primeras sociedades se caracterizan por poseer un patrón arquitectónico compuesto por sitios residenciales[5] pequeños ubicados de forma dispersas, sin espacios constructivos diferenciados, y por tanto una amplia variación del patrón de asentamiento.

En la mayoría de los casos estudiados, la configuración del paisaje estuvo inmersa en un sistema de parentesco y relaciones domésticas/productivas con mecanismos de estratificación y jerarquización política poco acentuados[6]. Si bien estos modos de organización social persisten a lo largo de todo el primer milenio, hacia la segunda mitad surgen relaciones sociopolíticas con una marcada diferenciación en el acceso a bienes materiales y simbólicos. En consecuencia, en el transcurso del primer milenio operan simultáneamente varios modos de estructuración del espacio e inversión de trabajo en el paisaje arquitectónico, conformando distintas formas de organización social[7].

En este contexto regional, entre los siglos III y X DC comienzan a asentarse comunidades aldeanas en la vertiente oriental del cordón occidental de la sierra de Velasco (Castro Barros, La Rioja). Los antecedentes –fundamentados en trabajos de prospección y excavación en las localidades de Anjullón[8], Los Molinos[9] y Anillaco[10] del piedemonte del Velasco- indican, hacia el 300 y 600 DC, la presencia de sitios residenciales pequeños. Más tardíamente, entre el 600 y 800 DC, la densidad de la población aumenta construyéndose espacios comunitarios –patios, montículos y plataformas ceremoniales- asociados a campos aterrazados. Hacia fines del milenio el sistema aldeano se habría desarticulado, produciéndose una reorganización social y una relocalización en las quebradas, éstas últimas encontrándose a mayor altitud y con mayor disponibilidad de agua[11].

Hasta la actualidad, la mayor parte de las investigaciones desarrolladas en el área se han ocupado de explicar las dinámicas de las comunidades emplazadas en el piedemonte de la Sierra de Velasco (entre 1400 y 1800 msnm). En este trabajo, decidimos explorar los patrones ocupacionales de los sectores localizados en  la depresión del río de La Punta (entre 800 y 1200 msnm) y en un contexto ecológico diferente. Nuestro estudio tiene como objetivo caracterizar el aprovechamiento y configuración del paisaje social en las cotas altitudinales más bajas de la región.

 

Diseño metodológico

 

Desarrollamos un modelo de prospección pedestre extensivo de 73,3 km². Confeccionamos cuatro grandes parches de prospección relacionados a marcadores naturales (río La Punta y sus afluentes) y antrópicos (caminos y áreas de cultivo modernas). Durante el trabajo de campo llevamos a cabo la recolección superficial de objetos materiales, así como la localización y el relevamiento de sitios residenciales, productivos y de molienda. Estos datos son registrados mediante cartografías, planillas, GPS y relevamientos planimétricos.

En los sitios residenciales, describimos la técnica constructiva y organización de los espacios construidos. En base a los atributos arquitectónicos, categorizamos a estas locaciones como sitios simples dispersos sin que estén asociados a espacios públicos/ceremoniales[12].

Los datos recolectados fueron procesados mediante paquetes estadísticos y el Sistema de Información Geográfica (SIG), permitiéndonos gestionar la información obtenida y generar mapas vectoriales de distribución de las diferentes locaciones arqueológicas identificadas.

Determinamos la distancia media entre las locaciones arqueológicas a través del análisis del Vecino más próximo con el software estadístico Past 3.02 y el comando nearest neighbour. Consideramos que si la distancia (R) se aproxima a 0 indica que la población está distribuida al azar, pero si es igual o mayor que 1 indica un espaciamiento regular[13]. A su vez, si la relación de vecino más cercano promedio es menor a 1 el patrón de asentamiento es menos agrupado, pero si se aproxima a 1 la tendencia es hacia la agrupación.

Complementamos estas labores con la excavación de un espacio intramuros presuntamente de uso habitacional denominado Recinto 1. Realizamos excavaciones extensivas (abarcando el espacio habitacional de forma completa) mediante dos dimensiones espacial con cuadrículas de 1x1m y otra es la profundidad a través de niveles artificiales de 10cm permitiéndonos una mejor referenciar de los hallazgos arqueológicos.

A partir de los materiales hallados definimos los parámetros de distribución e intensidad del registro cerámico y óseo a nivel intrasitio mediante el método de Interpolación Kriging comando Grid-Data. Tomamos como z a la frecuencia de tiestos cerámicos y al número de restos óseos faunísticos (NR) usados y consumidos, para luego correlacionarlos con las variables espaciales x/y. Asimismo, cuantificamos el conjunto alfarero y arqueofaunístico de cada nivel estratigráfico para acercarnos a las posibles actividades desarrolladas, procesos de formación del sitio y pisos de ocupación.

En relación con la alfarería, analizamos los atributos morfo-decorativos y tecnológicos desde una mirada integral para definir las tradiciones estilísticas presentes y consumidas en el área y reconocer estrategias de fabricación por parte de los/as ceramistas[14]. Para obtener el Número Mínimo de Vasijas (NMV), debido a la alta fragmentación de las muestras, realizamos el remontaje de los tiestos teniendo en cuenta los elementos diagnósticos de bordes y bases (grado de curvatura, espesores, entre otros), así como los tratamientos de superficie y diseños decorativos[15]. A su vez, diferenciamos las vasijas reconocidas en dos categorías: fina y ordinaria[16]. Este criterio de clasificación se relaciona con los círculos de consumo de determinados bienes, las estrategias de interacción, las normas culturales y la cohesión ideológica/identitaria. La categoría fina hace referencia a vasijas que se caracterizan por sus pastas compactas, textura homogénea, y escasas o ausentes inclusiones no plásticas. En cuanto al aspecto externo, el tratamiento de superficie se presenta en forma cuidada y prolija, con diversas técnicas de decoración como incisiones y pintura. En cambio, el grupo de vasijas ordinarias son piezas de pastas porosas e inclusiones de mayor tamaño, superficies alisadas sin decoración, de tamaños medianos a grandes, y algunas veces con restos de hollín producto de la exposición del recipiente al fuego[17]. Dentro de estas categorías, y siguiendo a Balfet et al[18], Bugliani[19] y Pérez Pieroni[20], distinguimos las vasijas no restringidas como cuencos y platos de aquellos recipientes que presentan una morfología restringida, como ollas globulares.

Por otro lado, realizamos un estudio exploratorio de pastas cerámicas a partir de un examen de láminas delgadas correspondientes al NMV conformado del material de excavación. El análisis se orientó hacia la identificación y cuantificación (300 puntos por lámina delgada) de minerales y fragmentos líticos, la relación porcentual entre matriz-inclusiones antiplásticas-cavidades a partir de estimaciones de área mediante cartilla de cuantificación por comparación visual, la descripción de textura de fondo de pasta y de cavidades, y el reconocimiento de la orientación, distribución y forma de los antiplásticos y cavidades (Curtois González de Bonaveri, Frère y Sola; Cremonte y Bugliani Quinn[21]). El estudio, a partir de un microscopio LEICA MPS 522, fue realizado en las intalaciones del Departamento de Geología de la Universidad Nacional de San Luis. 

Diferentes técnicas metodológicas fueron aplicadas al análisis de los conjuntos arqueofaunísticos. Para la determinación taxonómica y anatómica empleamos colecciones osteológicas de referencia y recurrimos a la consulta de atlas osteológicos especializados[22]. Los especímenes y elementos óseos fueron definidos en función de sus características y la identificación de rasgos correspondientes a las zonas diagnósticas de cada elemento[23].

Continuando con los lineamientos planteados en trabajos anteriores[24], recurrimos al uso de categorías más inclusivas a la hora de definir fragmentos óseos cuya asignación a determinada especie resultó imposible. De esta forma, consideramos como Mammalia grandes (MG) a aquellos taxones cuyo tamaño se asemeja al de Camelidae; medianos (MM) a aquellos cuyo porte sea similar al de Cervidae; como mamíferos pequeños (MP) se consideraron los restos asemejables a Rodentia, mientras que para los especímenes cuyos tamaños relativos no pudieron determinarse se empleó la categoría de Mammalia (M). Bajo la denominación de “pequeño” (P) se integraron los fragmentos de animales pequeños, pudiendo ser éstos mamíferos o aves. Por último, se empleó la categoría de “No Identificados” (NIT) para aquellos restos óseos (como astillas o trabéculas) cuya correspondencia taxonómica y anatómica no pudo establecerse.   

La cuantificación de los conjuntos se llevó a cabo empleando diversas categorías analíticas tales como el número de restos (NR), identificados o no, el número de especímenes identificados por taxón (NISP) y el número mínimo de elementos (MNE)[25].

Mediante el NTAXA se determinó la riqueza taxonómica de la muestra a partir de la sumatoria de las categorías de los distintos taxones observados en la muestra. Conjuntamente, se  utilizó el índice de diversidad de Shannon-Wiener, cuya fórmula se expresa como: H’= -Ʃpi ln pi, donde pi es el número de especímenes de la categoría i dividido por el tamaño de la muestra y donde ln pi es el logaritmo natural de dicha proporción. Los valores resultantes más elevados darían cuenta de distribuciones más parejas en relación a la abundancia de las diferentes categorías taxonómicas; el índice de equitatividad, expresada como: V’= H’/ln S, donde H’ es el índice de diversidad de Shannon-Wiener y S es el logaritmo natural del número de categorías taxonómicas en el conjunto. En este caso los valores oscilan entre 0 y 1. Cuanto más cercano a 1 el valor resultante más equitativa es la distribución de frecuencias entre las diferentes categorías. Contrariamente, los valores más cercanos a 0 expresarían el predominio de una o pocas categorías dominantes; por último, se aplicó el índice de diversidad de Simpson, en la que: 1/Ʃ pi, donde la p representa la proporción de individuos (o especímenes) que pertenecen a la categoría i. Este índice permite medir el grado en que un conjunto está dominado por un taxón en particular, siendo menos sensitivo a la riqueza taxonómica[26]. Para estos análisis se descartaron las categorías taxonómicas más inclusivas (Mammalia y pequeños) y se emplearon aquellas con mejor grado de identificación.  

Por otra parte, determinamos la presencia de marcas vinculadas al procesamiento, preparación y consumo alimentos por parte de los antiguos habitantes del área, el grado de termoalteración de cada espécimen[27] y su ubicación dentro de la carcasa esqueletaria[28]. Finalmente, observamos los efectos generados por otros procesos tafonómicos no antrópicos (sales, fracturas, raíces, abrasión, la acción de roedores y demás agentes carnívoros, y el estado de meteorización) sobre cada fragmento óseo[29].

Resultados

 

La muestra total está compuesta por 56 locaciones arqueológicas, representadas por 37 (66%) rasgos arquitectónicos, 15 (27%) lugares de hallazgos aislados (Lha) con concentraciones cerámicas en superficie, 4 (7%) artefactos de molienda que corresponden a morteros fijos. No identificamos ningún sector destinado al aprovechamiento agrícola (terrazas, canchones o canales de riego).

El mapa vectorial refleja un patrón de asentamiento concentrado a orillas del río La Punta entre 1100 y 1300 msnm, evidenciando una clara asociación espacial entre el cauce y la elección humana de aquellos ambientes propicios para el asentamiento en un momento determinado (Figura 2).

 

Figura 2. Distribución de sitios residenciales, lugar de hallazgo aislado y morteros fijos en Anillaco y río La Punta.

 

 

El espacio construido de La Punta: patrones y técnicas arquitectónicas

 

Nuestro estudio se enfoca en los espacios residenciales, aunque cabe aclarar que la mayoría de estos puntos vectoriales corresponden a hileras de piedra de funcionalidad indefinida más que a recintos completos. Aun cuando estos espacios arquitectónicos se encuentran poco conservadas, logramos identificar tres espacios residenciales: Recinto 1 (24,64 m²), Recinto 4 (15,20 m²) y un Recinto 3 conformado por una serie de líneas de muro de 20,8 m² (Figura 3). Observamos que los recintos se encuentran asociados a una gran concentración cerámica superficial con diferentes tradiciones estilísticas, destacándose el estilo Aguada tricolor con motivos zoomorfos que se relacionan a una fase tardía Aguada en el Norte de La Rioja (800 al 1000 DC)[30] en contraposición a los estilos grabados e incisos más tempranos.

El patrón arquitectónico se caracteriza por muros de doble hilada de piedras colocadas en la base en posición vertical, rellenos en los intersticios con piedras de tamaño pequeño y sin registrarse argamasa u otro material constructivo (tapia y/o adobe). En los muros la técnica constructiva se presenta uniforme en cuanto a la selección de la materia prima, la disposición y el trabajo de formatización de la misma (canteo y reducción de los bloques). Detectamos una cierta homogeneidad en la selección de los tamaños y formas de los bloques de cimiento, ya que presentan dimensiones similares: 50 a 60 cm de alto y 50 cm de ancho. Los vanos de entrada a los recintos se encuentran escasamente delimitados, y la morfología de las habitaciones muestra una planta arquitectónica bien definida, con formas cuadrangulares y rectangulares. Si bien todavía no contamos con un vasto registro arquitectónico, pensamos que la técnica y el patrón constructivo es similar para toda el área.

Aplicamos la metodología de Vecino más próximo con el objeto de establecer las distancias entre los sitios arqueológicos e identificar el grado de agrupación/dispersión de las entidades. La distancia media entre las locaciones es de 68,08 m, con un nivel de agrupamiento (R) de 0,4332. Los datos resultantes muestran una alta proximidad entre las entidades arqueológicas, no superando los 100 m de distancia entre sí, y un R relativamente significativo, lo que indica un asentamiento agrupado. Si nos focalizamos en los espacios residenciales, observamos una distancia media aún menor entre sitios residenciales (45,89 m), sin embargo los recintos habitacionales se encuentran más dispersas con un R de 0,2878. 

 

Figura 3. Mapa con la localización de sitios residenciales (rasgos arquitectónicos), algunas planimetrías de los recintos del sitio La Punta y área de recolección cerámica de superficie.

 

 

Descripción general de los hallazgos y contextos arqueológicos excavados

 

Realizamos el relevamiento y la excavación sistemática del Recinto 1 (28°51'20.36"S- 66°52'35.06"O), con una superficie de 18,8 m². El espacio habitacional se encuentra ubicado a 150 m del río y a dos metros de los viñedos de la finca San Huberto. La morfología de la habitación es cuadrangular y presenta una técnica constructiva similar a la descripta para el área de estudio, compuesta por grandes bloques de piedras en posición vertical.

Realizamos relevamiento arqueológico y excavaciones sistemáticas extensivas en el Recinto 1. Planteamos 16 cuadrículas de 1x1 m abarcando una superficie de 18,8 m² y determinamos estratos artificiales de 10 cm de profundidad. Desde el nivel inicial hasta los 20 cm de profundidad encontramos escasos materiales arqueológicos (cerámico y óseo faunístico), dispersos en todas las cuadrículas. Estos estratos presentan un sedimento limo-arcilloso poco compacto. A partir de los 20 cm de profundidad encontramos abundante material: tiestos, cáscaras de huevo de choique y restos óseos faunísticos de tamaño pequeño (aves) y una cuenta de collar de valva de molusco. Posiblemente la valva de molusco proceda del Pacífico (com. personal con Luciana Cao), sin embargo, hasta el momento no se han llevado a cabo estudios específicos de la mismas, por tanto no podemos confirmar con exactitud su origen.

En general el sedimento se presenta limo-arcilloso compacto asociado a lentes de carbón observadas en los perfiles. El derrumbe se destaca principalmente en la pared noroeste, desapareciendo en el centro del recinto. A partir de los 30 y hasta 45 cm de profundidad, el material arqueológico aumenta en tamaño y frecuencia y el sedimento se presenta limo-arcilloso/ceniciento compacto con restos de carbón vegetal de tamaños que van entre 5 a 7 cm de diámetro en las cuadrículas C2 y C3 (Figura 4). Además, reconocemos un sedimento ceniciento que se extiende en las cuadrículas B4, B5, C4, C5, D4 y D5. Si bien existen claros indicios del uso del fuego dentro del recinto, hasta el momento no hemos identificado estructuras de combustión que nos confirmen esta premisa.

Teniendo en cuenta la concentración de los objetos materiales y su asociación a un sedimento compacto ceniciento, es que seleccionamos dos muestras de carbón para llevar a cabo las dataciones radiocarbónicas pertinentes. En este sentido, extrajimos muestras de carbón vegetal de las cuadrículas C2 y D4, pertenecientes a los estratos de 30 y 40 cm de profundidad. Las muestras analizadas arrojaron una cronología similar: 1410± 70 años AP (602-619 DC) y 1410± 60 años AP (603-617 DC)[31], respectivamente (Figura 4).

 

Figura 4. Niveles de excavación de La Punta; derecha-arriba: lentes de carbón, restos óseos faunísticos e imagen de la planta excavada (en rojo: sedimento ceniciento); izquierda-abajo: bloques de cimiento.

Análisis distribucional intrasitio: interpolación Kriging de los conjuntos cerámicos y óseos

 

Con el objeto de crear un mapa distribucional de los conjuntos cerámicos y óseos, realizamos análisis de interpolación espacial Kriging para establecer no solo los grados de densidad sino también la dispersión del registro material. La distribución diferencial de los objetos arqueológicos destaca las potenciales áreas de actividad desarrollada a nivel intrasitio. El registro óseo se concentra en el centro-este del recinto, específicamente en las cuadrículas B2 (n=19) y C2 (n=13) y, en menor medida, en el sector centro-oeste, particularmente en la cuadrícula B4 (n=10). En cambio, los fragmentos cerámicos se concentran en el sector centro-oeste de la habitación, principalmente en la cuadrícula C4 (n=11) (Figura 5). Complementamos el estudio de la distribución espacial con el análisis de la frecuencia de fragmentos cerámicos y fragmentos óseos faunísticos en relación con la profundidad. Los gráficos de barra muestran que la mayoría de los restos materiales se ubican a 40 cm de profundidad. Al articular los objetos arqueológicos de acuerdo con la profundidad y la distribución espacial, los resultados destacan el predominio de restos óseos faunísticos en las cuadrículas B2 y B4, entre 40 y 50 cm de profundidad, mientras que los restos cerámicos presentan un número significativo en las cuadrículas C4 y C5 entre 30 y 40 cm. La concentración de objetos en el centro del recinto y a una profundidad de 40 cm, sumado a la presencia de un sedimento compacto/ceniciento con restos de carbón, indicarían la existencia de un contexto de ocupación (Figura 5).

 

Figura 5. Izquierda; distribución espacial (Kriging) de los restos óseos faunísticos y fragmentos cerámicos del Recinto 1. Derecha; frecuencia de fragmentos cerámicos y fragmentos óseos faunísticos según profundidad.

 

 

El universo cerámico: análisis macroscópico, submacroscópico y microscópico de pasta

 

El universo cerámico recuperado de la excavación del Recinto 1 está conformado por un total de 59 fragmentos. Efectuamos el remontaje de las piezas y conformamos el NMV, a partir de esto estimamos la presencia de 8 vasijas, de las cuales 7 corresponde a cuencos, y el resto a ollas (n=1). Determinamos siete recipientes que corresponden a vasijas finas, ya que presentan pastas compactas y tratamiento de superficie pulido, pintado/pulido y alisado/pintado; mientras que el recipiente restante se refiere a la serie ordinaria y posee pasta poco compacta y con tratamiento de superficie alisado.

Al relacionar la morfología con la serie cerámica, encontramos que la mayoría de los recipientes con formas abiertas, como cuencos, corresponden a la serie fina (n=7) y solo un recipiente ordinario y cerrado. Estos resultados manifiestan una asociación entre las vasijas consideradas “finas” con formas no restringidas y las vasijas “ordinarias” con morfología restringida. Para los tratamientos de superficie primarios y secundarios, solamente la olla exhibe tratamiento de superficie primario, específicamente el alisado, mientras que las piezas no restringidas muestran tantos tratamientos de superficie primarios y secundarios. Entre estos prevalecen los pulidos (50%), y en menor medida los pulido/pintados (13%) y pintados (13%). En cuanto a los diseños decorativos, registramos un solo recipiente pintado con diseños de bandas y puntos (Figura 5).

Para lograr una visualización general sobre la serie, forma y decoración de los objetos cerámicos del área, incorporamos también a nuestro análisis los tiestos hallados en la recolección de superficie en una concentración de unos 50m² localizada 20 metros al noroeste del recinto.

La muestra total está compuesta por 136 fragmentos, entre los cuales distinguimos 32 vasijas con una amplia variedad de técnicas superficiales como el alisado, pulido, pulido/pintado y pintado. En cuanto a las representaciones visuales encontramos una gran variabilidad de diseños decorativos tales como reticulados, puntos entre bandas, peine, puntos y zoomorfos (círculos concéntricos, garras felínicas y fauces). Los atributos nos permitieron determinar la presencia de los siguientes componentes estilísticos cerámicos en el área de estudio: Ciénaga, Aguada y Allpatauca. El estilo Ciénaga se subdivide en dos grupos, el Ciénaga gris y el Ciénaga naranja[32]. El primero, está compuesto por cuencos con pastas compactas y grises. El tratamiento de superficie resulta en vasijas pulidas con incisiones finas y profundas que forman motivos geométricos. Por otra parte, el grupo Ciénaga naranja se caracteriza por sus pastas compactas de tonalidad naranja y naranja/rojizas. Morfológicamente predominan piezas restringidas como ollas globulares, y en menor medida cuencos. En general, estos recipientes presentan tratamiento de superficie alisado y en algunos casos baño beige y pintura negra. Los motivos decorativos predominantes son formas geométricas como bandas y círculos concéntricos, pintados en el cuerpo y borde de la vasija.

La tradición Allpatauca está representada por ollas medianas globulares, de boca restringida y color naranja, con paredes compactas y delgadas. En general presentan un tratamiento de superficie primario alisado, en algunos casos con incisiones suaves formando reticulados en el cuello y cuerpo de la vasija. El grupo alfarero Aguada presenta pasta naranja compacta, y exhibe formas como cuencos y platos con tratamiento de superficie pulido y pulido/pintado. La mayoría de estas piezas están decoradas en el cuerpo y borde con diseños de bandas, escalonados y zoomorfos. Por último, la cerámica Aguada pintado tricolor se registra principalmente en la recolección de superficie y se caracteriza por la implementación de otras tonalidades de pintura: negro y bordó sobre naranja, y motivos decorativos como figuras zoomorfas.

En la unidad residencial excavada hemos determinado un predominio de la tradición Aguada naranja bicolor (38%), Allpatauca (25%), Ciénaga gris (13%), Ciénaga naranja (13%) y no identificado (13%). En los tiestos de la recolección de superficie prevalece el estilo Aguada naranja bicolor (53%), seguido por las vasijas asignadas como Ciénaga gris (16%), Ciénaga naranja (13%), y en menor porcentaje los estilos Allpatauca (6%) y Aguada tricolor (3%) (Figura 8).

En cuanto a las pastas cerámicas, reconocimos pastas compactas, de granulometría muy fina. Exhiben composicionalmente algunos minerales comunes como abundante cuarzo, plagioclasa, feldespato potásico, minerales opacos y nódulos arcillosos (Figura 6).

 

Figura 6. Distribución porcentual de los componentes que presenta el registro (N=8) de  láminas delgadas observadas según conteo de puntos. Referencia: cuarzo (Qz), plagioclasa (Pl), feldespato potásico (Fk), muscovita (Ms), biotita (Bt), anfíbol (Anf), piroxeno (Px), mineral opaco (Mo), óxido (Ox), lítico volcánico félsico (Lvf), lítico volcánico intermedio (Lvi), lítico volcánico máfico (Lvm), vidrio volcánico (Vv), lítico plutónico (Lp), lítico metamórfico (Lm), nódulo arcilloso (Nar).

 

 

Asimismo, a partir de la estructura de fondo de pasta, la distribución de antiplásticos y la mayor/menor presencia y ausencia de determinados minerales y rocas se han podido distinguir cuatro tipos de pastas (Figura 7):

 

·       Estándar 1 (NMV 3, 5, 7 y 8): Estructura de fondo de pasta microgranosas/criptofilitosas y granulometría promedio de 0,07 mm (arena muy fina). Exhibe abundante cuarzo, plagioclasa y feldespato potásico, además de biotita y muscovitas anfíbol, piroxeno, minerales opacos y óxidos. También se hallan escasos litoclastos volcánicos máficos, félsicos, rocas plutónicas y abundante vidrio volcánico. La distribución de componentes es buena, la forma esférica/subredondeada, y la orientación parcial. Las cavidades son redondas, con distribución equilibrada, orientación aleatoria y sin conexión, tienen tamaño promedio de 0,07 mm. La relación porcentual (%) matriz-inclusiones antiplásticas-cavidades es de 70-20-10.

·       Estándar 2 (NMV 2): Estructura de fondo de pasta microgranosa/criptofilitosa, y granulometría promedio de 0,06 mm (arena muy fina). Presenta importante carga de cuarzo, plagioclasa y feldespato potásico, anfíbol y piroxeno, y escasa biotita, muscovita, minerales opacos, óxidos y nódulos arcillosos. Entre los líticos se destacan los volcánicos intermedios (andesitas) y félsicos, excepcionalmente litoclastos volcánicos máficos y plutónicos, y vidrio volcánico. La distribución de antiplásticos es equilibrada, la forma esférica/subredondeada y la orientación parcial. Las cavidades son redondas, con distribución equilibrada, orientación aleatoria y sin conexión, tienen tamaño promedio de 0,06 mm. La relación porcentual (%) matriz-inclusiones antiplásticas-cavidades es de 70-20-10.

·       Estándar 3 (NMV 4 y 6): Estructura de fondo de pasta microgranosa/criptofilitosa y granulometría promedio de 0,07 (arena muy fina). Muestra abundante cuarzo (con lamelas de deformación y bandas de plegamiento), plagioclasa y feldespato potásico alterado a sericita y arcilla, además de anfíbol y piroxeno, biotita, muscovita, minerales opacos y nódulos arcillosos. También presenta importante carga de litoclasto plutónico y volcánico félsico, además de vidrio volcánico. La distribución de antiplásticos es buena, la forma esférica/redondeada y la orientación aleatoria. Las cavidades son redondas, con distribución equilibrada, orientación aleatoria y sin conexión. Poseen tamaño promedio de 0,06. mm. La relación porcentual (%) matriz-inclusiones antiplásticas-cavidades es de 70-20-10.

·       Estándar 4 (NMV 1): Estructura de fondo pasta microgranosa y granulometría promedio de 0,3 mm (arena media). Exhibe abundante cuarzo, plagioclasa, feldespato potásico y muscovita, y escasa biotita, anfíbol, piroxeno, minerales opacos y óxidos. También muestra litoclastos plutónicos (granitos y granitoides) y metamorfitas. La distribución de antiplásticos es muy pobre, la forma esférica/angulosa y la orientación aleatoria. Las cavidades son alargadas, con distribución muy pobre, orientación aleatoria y con conexión parcial. Tienen tamaño promedio de 0,9 mm. La relación porcentual (%) matriz-inclusiones antiplásticas-cavidades es de 60-20-20.

 

Relacionando los estándares de pasta con las tradiciones estilísticas, existe un vínculo composicional estrecho entre los estándares 1, 2 y 3, y las tradiciones Aguada Naranja, Ciénaga Naranja y Ciénaga Gris. El estándar 1 se manifiesta en las primeras dos tradiciones; el 2 en una pieza exclusivamente Aguada naranja; y el 3 en Ciénaga Gris. La homogeneidad composicional de los estándares se basa esencialmente en la presencia de vidrio volcánico y vulcanitas félsicas alteradas, además de granulometría muy fina de las pastas. El estándar 4 se halla exclusivamente en el estilo Allpatauca (Figura 8).

 

Figura 7. Fotografías de secciones delgadas estándares cerámicos del registro. A. Est.1. B. Est. 2, C. Est.3 y D. Est. 4.

Figura 8. Reconstrucción morfo-estilística de vasijas de recolección de superficie.

 

 

Análisis de los restos óseos faunísticos

 

El análisis de los restos faunísticos permitió obtener un total de 188 restos (Tabla 1) y un NTAXA de 4. La composición de la muestra arroja una baja diversidad taxonómica, predominando los camélidos (n=27), tendencia que se acentúa si consideramos que, entre las categorías más inclusivas, MG constituye la más representada (n=56). Por otra parte, se aprecia un consumo de Aves y huevos en el sitio, lo que constituye una particularidad observada para otras locaciones ubicadas en los pisos inferiores del área, dado que en los sectores de piedemonte e inicio de las quebradas no se ha detectado este tipo de registro faunístico.

Para aproximarnos a las características del consumo en el sitio utilizamos los rasgos de termoalteración y las huellas de origen antrópico como potenciales indicadores del mismo. En este sentido se determinó un total de 80 elementos termoalterados y 11 con marcas de procesamiento. En ambos casos, las categorías más representadas fueron los camélidos, mamíferos grandes y Mamíferos (indeterminados), aunque también se logró identificar marcas sobre restos de Ave, presuntamente Rheidae, aunque la falta de zonas diagnósticas impidió precisarlo con certeza.

Si aplicamos el índice de diversidad de Shannon-Wiener sobre los taxones identificados y posiblemente consumidos, obtenemos que H’=0,39, lo que estaría indicando un bajo grado de diversidad taxonómica. Por su parte, el índice de equitatividad alcanzó un valor de V’= 0,35, lo cual refleja el predominio de un taxón sobre el conjunto analizado, este caso camélidos. En coincidencia con este último índice, el de equitatividad recíproco de Simpson permitió corroborar la primacía de un taxón sobre el conjunto, arrojando un valor de 1,23.

Con respecto al consumo de camélidos, pudimos determinar un MNE de 3 para el esqueleto axial y de 4 para el apendicular, mientras que el Número Mínimo de Individuos (MNI) establecido arrojó un valor de 3. Fue posible determinar la presencia de restos que corresponderían a dos cráneos distintos. Este dato resulta significativo, ya que sumado a una distribución equitativa de especímenes de los distintos sectores de la carcasa esqueletaria, sugiere que el procesamiento y consumo del animal se habría dado en el mismo sitio y no sería resultado del acarreo de partes seleccionadas. Esta hipótesis es reforzada por la presencia de cenizas y carbones vegetales asociados al registro óseo.

En cuanto a los procesos tafonómicos que pudieron afectar el registro, observamos que tan solo cinco elementos presentaron signos de meteorización (estadio 3 en términos de Behrensmeyer[33]), por lo que dichos procesos no habrían afectado en gran medida al conjunto.

 

Tabla 1 - Taxones representados en el Recinto 1

Unidades taxonómicas

NISP

MNE

MNI

Camelidae

27

7

3

Leporidae

1

1

1

Rodentia

8

7

3

Aves

7

7

2

Subtotal A

43

22

9

MG

56

-

-

MM

1

-

-

MP

5

-

-

M

20

-

-

P

5

-

-

Subtotal B

87

NIT

58

NR

188

 

 

Discusión

 

Los resultados espaciales obtenidos reflejan la selección de un sector ubicado a pocos metros del río La Punta para el emplazamiento de las unidades domésticas. Sin embargo, el cauce principal es intermitente y su caudal depende de las lluvias estivales, por lo tanto, este recurso habría sido limitado para abastecer a una población asentada de forma permanente por un lapso temporal extenso, según las condiciones actuales del ambiente. En consecuencia, las sociedades habrían aprovechado otras fuentes hídricas más estables durante el año, tales como vertientes (registradas en los testimonios orales del área) en los sectores más elevados o aguas subterráneas que afloran en superficie y constituyen las llamadas “aguadas”. Además, el valle habría ofrecido recursos alimenticios provenientes de los bosques de algarrobo ubicados a orillas de los cauces, así como carne para consumo proveniente de animales como el guanaco y el suri.

Si bien el área puede considerarse actualmente como un parche ecológico frágil, posiblemente hacia la segunda mitad del primer milenio se habría iniciado un cambio climático favorable (aumento de las precipitaciones y humedad). Investigaciones recientemente realizadas al sur de los Andes Centrales, han determinado una serie de fluctuaciones de la fuerza del Monzón Sudamericano durante el Holoceno Tardío, llegando a identificar un aumento de las precipitaciones entre el 420-680 DC[34]. A pesar de que aún no contamos con resultados paleoambientales propios para nuestra área, es probable que el aumento de las precipitaciones observado por esos autores haya tenido su correlato local, favoreciendo la ocupación de diversos sectores[35]. Aunque se instaurarían estas condiciones climáticas favorables, hasta el momento no hemos hallado arquitectura agrícola en el área prospectada, no obstante, podría haberse establecido un modelo productivo similar a lo que actualmente se denomina “bañados”. Este es un sistema agrícola tradicional de secano caracterizado por campos regados mediante las lluvias estivales, surgentes y/o aguadas sin que presenten arquitectura agraria como terrazas, delimitaciones, áreas de despedres, canales de riego ni desniveles.

De esta manera, el sector de La Punta es un ambiente con condiciones que difícilmente haya podido sustentar asentamientos humanos prolongados y numerosos, pero a partir del 500 DC el mejoramiento de las condiciones climáticas[36] habría permitido la ocupación humana por un lapso temporal restringido en el valle. En tanto en el piedemonte el uso del espacios se complejiza aún más con el aumento de tamaños y cantidad de recintos residenciales y la construcción de espacios públicos (montículos y plataformas) permitiendo albergar varias familias, lo que podría estar evidenciando un momento de mayor intensidad de ocupación del área[37]. Pensamos que el pulso demográfico habría propiciado el uso de otros espacios y por lo tanto la integración de áreas de potencialidad marginal, tales como la depresión del río de La Punta. Sin embargo, hasta el momento en este sector no encontramos presencia humana con arquitectura residencial y productiva de gran envergadura hasta épocas más recientes.

El patrón de asentamiento se concentra en torno a un sector del río La Punta, y está compuesto por recintos habitacionales distanciadas por pocos metros. Estas unidades no se encuentran nucleadas ni relacionadas con otros espacios residenciales, productivos, públicos y/o simbólicos. A pesar de la segregación entre los recintos, las evidencias arquitectónicas reflejan un módulo constructivo similar (en cuanto a su morfología y técnica constructiva). Las plantas poseen formas cuadrangulares y rectangulares construidas con muros de doble hilada, y están compuestas por bloques de piedra de espesores delgados. Esta técnica difiere de la registrada para el sector pedemontano del Velasco, ya que los muros de caras planas de La Punta indicarían posibles trabajos de formatización. Estas características nos advierten de la implementación de otros modos de construir las viviendas, aunque la recurrencia de un mismo patrón arquitectónico general en el área indicaría una continuidad en las prácticas constructivas.

La disposición y características arquitectónicas nos acercan a los modos de organización social de las sociedades asentadas en este sector del Valle de Aminga. La proximidad entre las estructuras residenciales habría propiciado el incremento de las relaciones parentales intra-domésticas. De esta manera, la corresidencia y copresencia habrían fomentado una alta interacción social en una escala doméstica, con una integración en el ámbito familiar más que comunitario.

Si ponemos el acento en la escala intrasitio, la excavación realizada en el Recinto 1 muestra un número bajo de objetos materiales donde se evidencian escasos restos faunísticos y fragmentos de cerámica. La mayor parte del registro material se encuentra asociado a un paquete sedimentario ceniciento ubicado en el centro del recinto y a 40 cm de profundidad. La disposición de los objetos materiales y su relación con el sedimento reflejarían la realización de prácticas culinarias (cocción y procesamiento de alimentos), como así también la limpieza de la habitación.

El registro cerámico muestra un alto porcentaje de vasijas finas de formas no restringidas, y en menor medida, ordinarias restringidas. Si consideramos a las vasijas finas como recipientes manufacturados exclusivamente para ser utilizados en contextos de visibilidad, estaríamos sesgando nuestra mirada a una sola función de las mismas. Nuestro caso se presenta diferente al observarse una amplia densidad de recipientes finos en contextos domésticos. Por lo tanto, pensamos que tanto las vasijas finas como ordinarias no necesariamente habrían sido utilizadas para una función o en un ámbito determinado, sino que podrían haber cumplido diferentes propósitos. Así, la mixtura de diferentes tipos de vasijas como el predominio de piezas finas con morfología restringida en el ámbito doméstico, indicarían el uso de estos recipientes para un número de tareas sin que estén relacionadas a mecanismos de distinción social, status y/o reproducción del poder.

Desde el punto de vista de las tradiciones estilísticas en el área, en excavación reconocimos el predominio del estilo Aguada naranja (bicolor), Allpatauca y Ciénaga gris y Ciénaga naranja. En tanto, en la recolección de superficie observamos estos mismos estilos, además de fragmentos Aguada tricolor, que se correspondería con la modalidad a fines del primer milenio DC.

En relación con el análisis microscópico de pastas, desde el punto de vista composicional, entendemos preliminarmente que existe una correspondencia positiva con la geología regional[38]. El Estándar 4, con abundantes granitos, granitoides y metamorfitas se vincularía con el Plutón La Costa y el Complejo Antinaco. Para el resto de los estándares es muy difícil la asignación a raíz de la granulometría muy fina y tratamiento de pastas. Empero, la presencia de vidrio volcánico y vulcanitas félsicas alteradas podría ser un indicador vinculado con la Formación Salicas, la cual se halla en las cercanías de Udpinango y se caracteriza por presentar capas de toba blanca con importante aporte de vidrio volcánico. Para ambos casos, las potenciales materias primas se encuentran a una distancia mínima de 5 km. Esto podría implicar la presencia en La Punta de producciones no locales, teniendo en cuenta algunos modelos etnográficos[39] y la ausencia hasta el momento del hallazgo de espacios productivos tipo taller y de combustión, lo cual guardaría relación con el uso no recurrente de las instalaciones de La Punta, tal como sugieren los análisis espaciales. De cualquier manera, sabemos que muchas veces los alfareros realizan recolecciones y traslados de materias primas en ambientes alejados ampliamente de los centros productivos (Druc, Inokuchi y Zhizhang; Varela Guarda[40]). El aumento de muestras de estudio y la complementación con otros análisis arqueométricos contribuirán a resolver este aspecto.

Desde el punto de vista técnico, excepto el estándar 4, observamos una relativa uniformidad en la granulometría, distribución, densidad, y formas de los distintos minerales y rocas presentes en las pastas. En ese sentido, para las piezas Ciénaga gris, Ciénaga naranja y Aguada sugerimos el uso de arcillas con escasa o nula incorporación de inclusiones antiplásticas. Existe la posibilidad de que el vidrio volcánico, y minerales y rocas accesorias, hayan sido adheridos o estén presentes en la arcilla utilizada. Esto significaría un procedimiento técnico altamente regulado (posible tamizado y limpiado de cristales de mayor tamaño) por parte de los ceramistas[41]. No sería el caso para las piezas Allpatauca, en la que se habría utilizado más de un sedimento para la elaboración de pastas. La forma angulosa/esférica de rocas y minerales en esta pasta podría indicar un machacado de los materiales, empero, es común hallar en el área sedimentos con estas características[42]. Finalmente, la tonalidad regular naranja/rojiza y marrón/rojiza en estándares 1, 2 y 4, permite inferir cocciones en atmósferas oxidantes, contrariamente al estándar 3, con coloración marrón/grisácea y grisácea, que reflejaría cocciones reductoras[43]. Las particularidades de pastas presentadas en este trabajo son similares a los estudios ya realizados en la cerámica del conjunto arquitectónico Uchuquita ubicado en el piedemonte de Anillaco[44].

La caracterización de los estilos alfareros de La Punta nos permite reconocer rasgos tecnológicos de divergencia y permanencia en los conjuntos cerámicos. La primera estaría representada en técnicas de cocción reductora en el conjunto Ciénaga gris, y oxidante en los restantes estilos. Por su parte, la permanencia se destaca en algunos tratamientos de superficie (pulidos), motivos decorativos (diseños geométricos), e incluso en la tecnología y composición de pastas de vasijas Ciénaga Gris, Ciénaga naranja y Aguada naranja. Esto evidenciaría una recurrencia de ciertos procedimientos técnicos en los distintos estilos cerámicos, y el mantenimiento de prácticas socioculturales e identitarias que se expresan en la producción alfarera[45].

El análisis faunístico muestra una presencia mayoritaria de especímenes correspondientes a camélidos y mamíferos grandes, tendencia que ya ha sido observada en la mayor parte de los sitios residenciales del área. El acarreo de estas faunas al sitio y su preparación e ingesta en la misma locación nos lleva a preguntarnos si tal situación respondería a una estrategia económica de manejo de rebaños, aunque aún no ha sido posible realizar una determinación específica de los camélidos debido a la alta  fragmentación de los conjuntos. Además, determinamos en este sector la posible explotación de Rheidos y huevos. La utilización de estos taxones y sus productos derivados no es una novedad en el área, y más bien parece corresponderse con una actividad limitada a las cotas altitudinales inferiores (entre los 800 y 1200 msnm aproximadamente), como ya hemos observado en sitios ubicados en zonas próximas (ej. Alero de Agua Blanca, en Castro Barros[46]). En este sentido, sostenemos que las personas que habitaron La Punta, si bien priorizaron el consumo de camélidos, habrían complementado su dieta con la avifauna disponible exclusivamente en las zonas bajas.

En síntesis, sostenemos que las ocupaciones de La Punta se habrían caracterizado por un bajo número de unidades domésticas que se emplazaron en torno al cauce del río, en un momento en que posiblemente las condiciones ambientales hayan favorecido el discurrir de aguas en el sector, dado que la actual situación dificultaría en gran medida el asentamiento humano en el área. Estas sociedades se organizaron en unidades habitacionales pequeñas y próximas entre sí, lo que implicaría una alta interacción social entre los ocupantes de las mismas. El consumo de faunas permitió sostener un modelo basado en la explotación de taxones y productos locales, mientras que las características de los conjuntos cerámicos sugieren, hasta el momento, un uso indiscriminado de vasijas finas y ordinarias destinadas a múltiples funciones. Finalmente, cabe mencionar a manera de hipótesis, que la distribución de vasijas y el acceso a los recursos faunísticos no reflejan una asociación con rasgos de desigualdad o jerarquización social, lo que nos inclina a pensar en sociedades relativamente igualitarias (como sucede en otros sitios residenciales domésticos estudiados en las cuencas de Anillaco  y Los Molinos)[47].

 

Conclusión

 

En este trabajo nos enfocamos en las ocupaciones y uso del espacio durante el primer milenio en el Norte de La Rioja, particularmente en las dinámicas sociales que llevaron a cabo los primeros grupos aldeanos que habitaron el sector de La Punta (valle de Aminga, Castro Barros). Abordamos este objetivo desde dos líneas analíticas: paisaje y materialidad (cerámica y restos óseos faunísticos). Partimos desde una perspectiva multiescalar, atendiendo a la escala microrregional (valle de La Punta), locacional e intrasitio (Recinto 1) con el fin de interpretar el comportamiento humano en un tiempo y un lugar determinado.

Hacia el 600 DC el valle de La Punta es ocupado por comunidades que se asientan en espacios próximos al río homónimo. Si bien hasta el momento no contamos con estudios paleoambientales y climáticos específicos para este periodo, investigaciones de áreas vecinas (valles y sierras del sur de Catamarca)[48] indican que hacia la segunda mitad del milenio se produce una etapa caracterizada por condiciones climáticas favorables incitando de esta manera el asentamiento humano en sectores ecológicamente frágiles y/o marginales. Uno de esos casos es el valle de La Punta que es ocupado alrededor del 600 DC por un periodo relativamente acotado sin que se encuentren registros materiales de emplazamientos tardíos.

Durante este período, las sociedades aldeanas desarrollaron un patrón de asentamiento compuesto por sitios residenciales con arquitectura pública y simbólica en el piedemonte, aspecto que no se observa en las estructuras arquitectónicas de La Punta, las cuales se componen de un conjunto de estructuras residenciales de índole doméstica que habrían albergado núcleos familiares y en los que no se determinó la presencia de espacios de carácter público y/o ceremonial.

Las características del consumo, uso compartido y reparto de bienes cerámicos y faunísticos refieren, por el momento, a un acceso generalizado a los mismos, sin distinciones socio-económicas. Esta particularidad se vincula fuertemente a relaciones familares a nivel intra-doméstico, en donde interacción e integración social son mecanismos propiciados por la cotidianidad y vecindad. De esta forma, las unidades domésticas se presentan como la célula social más importante para comprender los modos de vida, el sentido de pertenencia y los vínculos regionales de las comunidades de la primera mitad del milenio en el área. Estos resultados deberán ser ampliados con estudios espaciales y tecnológicos futuros, los cuales no solo permitirán contrastar lo sugerido, sino además indagar en aspectos más profundos como la organización socio-política y las redes de interacción económica y cultural de las sociedades del valle de La Punta.



[1] Mamaní, Manuel (2008), Sierra de Velasco. Producto y limitantes de su pontencial hídrico, La Rioja, Edular, p. 98.

[2] Morello, Jorge (1958), La Región Fitogeográfico del Monte, Tucumán, Opera Lilloana, p. 155.

[3] Olivera, Daniel (2001), “Sociedades agropastoriles tempranas: El Formatvo Inferior del Noroeste Argentino”, en Berberián, Eduardo y Nielsen, Axel, Historia Argentina Prehispánica 1, Universidad de Texas, Brujas,  pp. 83-125.

[4] Salazar, Julián (2014), “Análisis historiográfico de la construcción de las sociedades del primer milenio del área valliserrana como objeto de estudio arqueológico”, Arqueología, Vol. 20, 1, pp. 73-94. Scattolín, Cristina (2010), “La organización del espacio precalchaquí (500 a.C. a 1000 d.C.)”, Albeck, M.E., Scattolin, M.C. y Korstanje, M.A., El hábitat prehispánico: Arqueología de la arquitectura y de la construcción del espacio organizado, Jujuy, EdiUnju, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, Universidad Nacional de Jujuy, pp.13-49. Ratto, Norma (2015), “Vivencias, acciones y resultados del quehacer arqueológico en el oeste de Tinogasta (Catamarca, Argentina)”, Corpus, Vol. 5, 2, pp. 1-19.  Ratto, Norma, Feely Anabel, Basile Mara e Irene Lantos (2015), “La gente y sus prácticas en las tierras bajas y altas del oeste tinogasteño en los siglos I a XIII D.C (Catamarca, Argentina)”, en Konstanje Alejandra,  Lazzari Marisa, Basile Mara, Bugliani Fabiana, Lema Verónica, Pereyra Domingorena Lucas y Quesada Marcos (eds.), Crónicas materiales precolombinas Arqueología de los primeros poblados del Noroeste Argentino, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Sociedad Argentina de Antropología, pp. 215-245.

[5] Consideramos a los sitios residenciales como aquel conjunto de espacios arquitectónicos compuesto por recintos habitacionales, sectores de almacenamiento y procesamiento de alimentos, espacios semipúblicos como patios y públicos simbólicos (plataformas y montículos).

[6] Olivera, Daniel, 2001, Ob. Cit., pp. 83-125.

[7] Scattolin, María Cristina, 2006, Ob. Cit., pp. 357-398.

[8] Mercado, Gladys (1993), “El yacimiento arqueológico de Anjullón. Investigación preliminar”, en Andes de Arqueología y Etnología, 48-49, pp. 91-103.

[9] Cahiza, Pablo (2015),“Un acercamiento espacial a los paisajes comunitarios formativos de Los Molinos, Castro Barros, La Rioja”, Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología, Tomo 40, Nº 1, pp. 1-22. Cahiza, Pablo, Llorca, Jorge, Iniesta, M. Lourdes, y Garate, Enrique (2017), “El Chañarcito: arquitectura, materialidad y consumo de un espacio residencial aldeano de la sierra de Velasco, La Rioja (ca. 600 al 800 DC.)”, Comechingonia, Vol. 21, Nº 1, pp. 71-97.

[10] Sabatini, Gabriela y Garate, Enrique (2017), Espacialidad y materialidad de un conjunto de unidades domésticas tempranas -ca. 300-600 d.C.- de Anillaco (La Rioja, Argentina), Comechingonia, Vol. 21, Nº 1, pp.  99-122.

[11] Cahiza, Pablo, 2015, Ob. Cit., pp. 1-22.

[12] Cahiza, Pablo, 2015, Ob. Cit., pp. 1-22.

[13] Hodder, Ian y Orton, Clive (1990), Análisis espaciales en arqueología, España, Crítica, p. 293.

[14] Sillar, Bill y Tite, Michael (2000), “The challenge of technological choices for materials science approaches in archaeology”, Archaeometry, Vol. 42, Nº 1, pp. 2-20.

[15] Feely, Anabel y Ratto, Norma (2003), “Cálculo del Número Mínimo de Vasija y recolección superficial: criterios metodológicos y análisis de casos del Oeste Tinogasteño (Catamarca)”, Andes, Nº 24, pp. 425-445.

[16] Bugliani, María Fabiana (2008), “Consumo y representación en el sur de los valles Calchaquíes (Noroeste argentino). Los conjuntos cerámicos de las aldeas del primer milenio A.D”, en Izeta, Andrés (ed.), Oxford, BAR International Series 1774, pp. 196.

[17] Bugliani, María Fabiana, 2008, Ob. Cit., p. 196                         

[18] Balfet, Hélene, Fauvet- Berthelot Marie-France, y Monzón, Susana (2019), Normas para la descripción de vasijas cerámicas.Centro de estudios mexicanos y centroamericanos, México, p. 146.

[19] Bugliani, María Fabiana, 2008, Ob. Cit., p.196

[20] Pérez Pieroni, María Josefina (2012), “Primera aproximación a la manufactura cerámica en la localidad arqueológica de río Herrana (cuenca sur de la laguna de Pozuelos, puna de Jujuy)”, Intersecciones en Antropología, Nº 13, pp. 197-210.

[21] Courtois, Liliane (1976), Examen au Microscope Pétrographique des Céramiques Archéologiques, Centre National de la Recherche Scientifique, Paris. González de Bonaveri, María Isabel, María Magdalena, Frére y Solá, Patricia (2000), “Petrografía de cerámicas arqueológicas en la cuenca del río Salado, provincia de Buenos Aires”, Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología, Nº 25, pp. 207-226. Cremonte, María Beatríz y Fabiana, Bugliani (2006-2009), “Pasta, forma e iconografía. Estrategias para el estudio de la cerámica arqueológica”, Xama, 19-23, pp. 239-262. Quinn, Patrick (2013), Ceramic petrography.The interpretation of archaeological pottery and related artefacts in thin section, Oxford: Archaeopress.

[22] Pacheco Torres, Víctor; Altamirano Enciso, Alfredo y Guerra Porras, Emma (1979), Guía Osteológica  para  Camélidos  Sudamericanos, Serie  Investigaciones, Departamento Académico de Ciencias Histórico Sociales, Universidad Mayor de San Marcos, Lima, p. 16.

[23] Lyman, Richard Lee, 1994, Ob. Cit., pp. 516.

[24] Cahiza et al 2017, Ob. Cit., pp. 71-97. Garate, Enrique (2019), “El consumo faunístico en sociedades aldeanas del primer milenio d .C en el piedemonte oriental de la Sierra de Velasco (Departamento de Castro Barros, La Rioja)”. Facultad de Filosofía y Letras. UNCUYO.

[25] Mengoni Goñalons, Guillermo, 2010, Ob. Cit., pp. 83-113.

[26] Mengoni Goñalons, Guillermo, 2010, Ob. Cit., pp. 83-113.

[27] Mengoni Goñalons, Guillermo, 2010, Ob. Cit., pp. 83-113.

[28] Mengoni Goñalons, Guillermo (1999), Cazadores de Guanacos de la Estepa Patagónica, Sociedad Argentina de Antropología, p. 281.

[29] Behrensmeyer, Anna Katherine (1978), “Taphonomic and ecologic information information from bone weathering”, Paleobiology, Nº 4, pp. 150-162.

[30] Callegari, Adriana; Gonaldi, María Elena; Wisnieski, María Lucía y Rodríguez, María Gabriela (2010), “Paisajes Ritualizados. Traza Arquitectónica del Sitio Aguada  La  Cuestecilla  y   su  área  de  Influencia  (Dto.  Famatina,  La Rioja)”, en  Bárcena, Roberto y Chiavazza, Horacio, Arqueología Argentina en el Bicentenario de la Revolución de Mayo, 2, pp. 443-448.

[31] Muestras de carbón vegetal (LP-3477 y 3472) procesadas en el Laboratorio de radiocarbono Centro de Investigaciones Geológicas (CIG) Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET Universidad Nacional de La Plata, UNLP.

[32] Carosio, Sebastián, Sabatini, Gabriela y Cahiza, Pablo (2019), “Prácticas de manufactura alfarera de las comunidades aldeanas de inicios del primer milenio (siglos III-VI DC) en el Noroeste argentino. Estudios de pastas cerámicas de Uchuquita (Anillaco, La Rioja)”, Chungara, Vol. 51, Nº 3, pp. 1-24.

[33] Behrensmeyer, Anna Katherine, 1978, Ob. Cit., pp. 150-162.

[34] Kock, Sebastian, Schittek, Karsten, Mächtle, Bertil, Maldonado, Antonio, Vos, Heinz, Lupo, Liliana,  Kulemeyer, Julio, Holger, Wissel, Frank, Schäbitz, Andreas, Lücke (2020), “Multi-centennial-scale variations of South American summer monsoon intensity in the southern central Andes (24–27°S) during the late Holocene, Geophysical Research Letters, Vol. 47, Nº 4, pp. 1-11.

[35] Valero Garcés, Blas y Ratto, Norma (2005), “Registros Lacustres Holocénicos en la Puna de Chaschuil y El Bolsón de Fiambalá (Dpto. Tinogasta, Catamarca): Resultados Preliminares”, Actas del XVI Congreso Geológico Argentino, pp. 163-170. Ratto, Norma (2013), “A modo de introducción: la articulación de estudios arqueológicos, paleoambientales e históricos en el oeste tinogasteño (Catamarca)”, en Norma Ratto, Delineando prácticas de la gente del pasado. Los procesos socio-históricos del oeste tinogasteño (Catamarca),  Sociedad Argentina de Antropología, pp. 17-44.  Kulemeyer, Julio (2013), “Los Cambios Ambientales Durante El Holoceno Superior En El Norte Argentino Y Su Relevancia E Interacción Con La Arqueología”, Anuario de Arqueología, Rosario 5,  pp. 51-64.

[36] Ratto, Norma 2013, Ob. Cit., pp. 17-44.

[37] Cahiza et al, 2018, Ob. Cit., pp. 15-33.

[38] Toselli, Alejando, Bossi, Gerardo, Ávila, Julio, Miró, Roberto, Sesma, Pablo, Durand, Felipe, Rossi de Toselli, Juana, Cisterna, Clara, López, Juan, Sardi, Fernando, Saavedra, Julio, Córdoba, Graciela, Guido, Elviray Puchulu, María (2018), “Hoja Geológica 2966-I, Aimogasta, provincias de La Rioja y Catamarca, 1:250.000”, Boletín del Instituto de Geología y Recursos Minerales, Servicio Geológico Minero Argentino 433, Buenos Aires.

[39] Arnold, Dean (2006), “The threshold model for ceramic resources: a refinement”, en D. Gheorgiu, Ceramic Studies: Papers on the Social and Cultural Significance of Ceramics in Europe and Eurasia from Prehistoric to Historic Times, BAR International Series 1553, Archaeopress, Oxford, pp. 3–9.

[40] Druc, Isabelle, Inokuchi, Kinya y Shen Zhizhang (2013), “Análisis de arcillas y material comparativo por medio de difracción de rayos X y petrografía para Kuntur Wasi, Cajamarca, Perú”, Arqueología y Sociedad, Nº 26, pp. 91-110. Varela Guarda, Varinia (2002), “Enseñanzas de alfareros toconceños: Tradición y tecnología en la cerámica”, Chungará Revista de Antropología Chilená, Vol. 34, Nº 1, pp. 225-252.

[41] Rye, Owen (1981), “Pottery Technology, Principles and Reconstruction”, Washington D.C. Taraxacum.

[42] Alasino, Pablo, Dahlquist, Juan, Galindo, Carmen y Cesar Casquet (2006), “Plutón La Costa, una expresión de magmatismo tipos en el sector noreste de la Sierra de Velasco, Sierras Pampeanas”, Revista de la Asociación Geológica Argentina, Vol. 61, Nº 2, pp. 161-170.

[43] García Rosselló, Jaume y Manuel Calvo Trías (2006), “Análisis de las evidencias macroscópicas de cocción en la cerámica prehistórica: una propuesta para su estudio”, Mayurqa, Nº 31, pp. 83-112.

[44] Carosio, Sebastián y Sabatini, Gabriela, 2018, Ob. Cit., pp. 1-24.

[45] Van Der Leeuw, Sander (2002), “Giving the potter a choice. Conceptual aspects of pottery techniques”, en Lemonnier, Pierre (ed.), Technical choices, Transformation in material cultures since the neolithic, Routledge, Londres y Nueva York, pp. 238-288.

[46] Cahiza, Pablo, 2015, Ob. Cit., pp. 1-22.

[47] Sabatini, Gabriela y Enrique Garate (2017), “Espacialidad y materialidad de un conjunto de unidades domésticas tempranas -ca. 300-600 d.C.- de Anillaco (La Rioja, Argentina), Comechingonia, Vol. 2, Nº 1, pp. 99-122. Cahiza, Pablo, 2015, Ob. Cit., pp. 1-22.

[48] Valero Garcés, Blas y Ratto, Norma, 2005, Ob. Cit., pp. 163-170.