TALOKAN: MATRIZ DE LA COSMOVISIÓN CHAMÁNICA DE LOS NAHUAS EN LA SIERRA NORTE DE PUEBLA, MÉXICO

 

 

Michel Duquesnoy[1]

 

 

Abrir el concepto de talokan

 

El tema de talokan[2], espacio[3] especialmente complejo, ha sido explorado no sólo por los chamanes sino igualmente, pero con preocupaciones académicas, por varios antropólogos e historiadores que, en los últimos decenios, publicaron estudios destacados y notables acerca de la densa cosmovisión de los nahuas de la Sierra Norte de Puebla. En aquel por excelencia mundo-otro, los chamanes se desplazan con objetivos determinados. Por eso entran en este lugar por voluntad propia y con metas bien definidas: rescatar al infortunado dejado por algún hechicero y negociar su precio, o, al contrario para dejar a una víctima de su elección que servirá de contraparte a la salvación de un cliente. No obstante muchos son los extraviados que llegaron sin desearlo puesto que fueron literalmente raptados por entidades malévolas.

 

Este trabajo refleja una parte de una investigación sobre el chamanismo de los nahuas, autodenominados maseualmej[4] (“campesinos”) y particularmente un análisis de comentarios, indicaciones y entrevistas que se llevaron a cabo entre varios chamanes de la comunidad de San Miguel Tzinacapan, municipio de Cuetzalan, Puebla. Es decir, descansa principalmente sobre las declaraciones de los actores obtenidas a partir de entrevistas en profundidad y totalmente abiertas para no impedir el flujo de las numerosas conversaciones que fueron llevadas a cabo, método, sea dicho de paso, mucho más cercano a los modos de transmisión de los conocimientos chamánicos vigentes hasta la fecha entre los “maestros” y sus “discípulos”. Ello subraya la confianza que el antropólogo consiguió entre los chamanes que atendieron amablemente su inquietud siempre cuando ellos especificaron sus reglas y modalidades para proporcionar al koyote (extranjero) los datos necesarios. Reglas sencillas como la negación a ser grabados o fotografiados; ser considerado como un aprendiz; aprender a soñar y a interpretar sus sueños en un primer momento, luego los de los propios chamanes o de sus clientes; evitar de tomar notas en presencia de los mismos; etc.

 

Por tales motivos, el autor del presente trabajo reconoce haber tenido que componer algún todo coherente a partir de las horas de diálogos y observaciones que fueron posibles con sus informantes, todos coparticipes en su pesquisa de los datos imprescindibles para escribir una tesis de doctorado. No obstante, esta pretensión de referirse en permanencia a los dichos genuinos de los narradores, las interpretaciones sugeridas a continuación se alimentan en una intensa labor bibliográfica realizada entre los mejores autores de la cuestión, a los que se confiesa una deuda intelectual incontestable.

 

Si es necesario ubicar el lugar físico de nuestra investigación, es suficiente mencionar que San Miguel Tzinacapan es una comunidad mayoritariamente poblada por indígenas nahuas, situada en una sierra tropical húmeda cubierta por densos bosques entrecortados, de un lado, por las parcelas que trabajan los campesinos, y de otro lado, por fincas cafetaleras perteneciendo a una élite mestiza establecida en la región (principalmente en la cabecera de Cuetzalan del Progreso) desde los últimos decenios del siglo XIX.

 

En los aspectos socioeconómicos, si en los últimos años, la suerte socioeconómica de los maseualmej se ha mejorado notablemente, quedan todavía numerosos sectores que esperan una mejora sustancial. Las actividades principales oscilan para los varones entre la producción agrícola de subsistencia y la explotación cafetalera del grano de sombra; para las mujeres, es esencialmente la producción de artefactos artesanales que se venderán a los turistas que ocupa sus días, además de la atención del hogar. Precisemos que los jóvenes han tendido a emigrar hacia los Estados Unidos de América o en otros lugares de la República mexicana, como jornaleros, albañiles o mano de obra poca especializada en diversos sectores de las actividades primarias y secundarias. Estos datos ilustran el estado de precariedad económica endémica que sigue afectando la mayoría de las familias de la zona. Falta igualmente añadir a este triste retrato, tasas importantes de alcoholismo y violencia doméstica en hogares regidos por una estricta norma patriarcal. Señalemos igualmente que “tradicionalmente” las parejas se juntan en edad temprana (un promedio de 15-16 años para las mujeres; unos 17-18 años para los varones) en general durante el primer embarazo de la jovencita. Sea dicho entre paréntesis y para concluir esta breve reseña que las tasas de natalidad registran bajas cifras desde una década, sin duda debidas a los programas de planificación y control familiar.

 

En varios aspectos, los niveles de cohesión sociopolítica interna de la comunidad son suficientes para justificar la obtención de medidas a su favor. Por otro lado, la misma se singulariza por un fuerte arraigo a sus tradiciones y ritos propios cuya máxima cúspide es sin lugar a duda su fiesta patronal, el día 29 de septiembre en la que el Santo Patrón, el Arcángel Miguel, se ve honrado por largos días de fiesta en los que rivalizan por su fervor devocional numerosas agrupaciones de danzas. Vale recalcar que ahí donde el visitante podría solamente ver un festejo alto en colores y músicas, para los lugareños se trata antes de todo de un acto religioso imprescindible para lograr la clemencia de los santos, fuente principal de los equilibrios vitales, tanto a nivel individual, como familiar y colectivo.

 

Para volver sobre el tema que nos ocupará a continuación, las mencionadas incursiones en talokan no ofrecen una descripción uniforme. Cada relator teje sobre un esquema convenido culturalmente, un relato personal aunque matricialmente conforme a la percepción común. La literatura etnográfica ofrece una vasta gama de narraciones en apariencia divergentes que solo la complejidad del tema revela a la par de los relatos a veces contradictorios que libran los propios nahuas al estudioso ajeno a las singularidades de su cosmovisión.

 

Cualquier sea el modo de acceder a este lugar, no deja de sorprender el inconmensurable número de datos relativos al talokan. Este lugar esencial representa antes de todo una experiencia subjetiva. Afirmación de su inmaterialidad, o mejor dicho, de su no materialidad. No se puede inferir que tal prolijidad refiere a las fantasías, fantasmagorías, preferencias o caprichos narrativos de los actores. Con evidencia los informantes (o sus portavoces) experimentan a talokan, y pueden eventualmente conceptualizarle. En todos los casos, talokan es nada menos que el núcleo fuerte de la cosmovisión de los nahuas de la Sierra Norte de Puebla.

 

La geografía del inframundo”, según la expresión famosa de Tim Knab[5], presenta, en rigor, varios códigos que favorecen una cierta visualización. Los retratos y descripciones actuales combinan testimonios antiguos venidos de tiempos remotos y antiguas mitologías mesoamericanas con los datos recopilados entre los propios actores. Por lo tanto, debemos aceptar estos relatos por lo que son: meros retratos en torno a una realidad vivida, percatada y experimentada por un número importante de personas aunque esta realidad parece enunciarse con predilección a través de la expresión metafórica, la única habilitada, en definitiva, para formular lo indecible, cuyos efectos pueden efectivamente experimentarse objetivamente a través de los trastornos que atacan la integridad física de las personas. No obstante, esperamos que nuestro(a) lector(a) no interpretará las probables contradicciones que nuestra interpretación deja irresueltas, como falta de responsabilidad intelectual. Pues los testimonios de los propios nahuas son divergentes (¿acaso un tema tan denso como el nuestro debería ser dogmatizado[6]?) y revelan una intrínseca riqueza interpretativa. No es el propósito de este trabajo analizar tales divergencias. 

 

Si nuestra apreciación tiene alguna validez, entonces la “sustancia” de talokan, así como del conjunto complejo de sus significantes y significados, refleja a partir de un espejo prismático, el entorno geofísico de los nahuas serranos, el que da su sentido y su efectividad a una configuración de tipo mitológico, desde una perspectiva estrictamente simbólica; proporcionando a los nahuas una concepción original y genuina, desafiando tercamente a la labor del tiempo y a las oleadas de aculturaciones de todo tipo. De hecho, “la visión indígena […] es indisociable de una ‘geografía’ del cosmos, de un orden de los tiempos y del ejercicio del poder[7].

 

La cita anterior servirá de padrón para nuestras reflexiones en gran parte arraigadas en los discursos altamente personales de los informantes[8], como lo mencionamos líneas atrás. Por tales motivos las interpretaciones manifiestan las síntesis del antropólogo y no pueden ser necesariamente atribuidas a los mismos[9].

 

No hay lugar a duda: entre los maseualmej de la Sierra Norte de Puebla, talokan provoca el interés de todos. Es un tema de actualidad. Si efectivamente son los chamanes los que relatan con más precisión sus expediciones realizadas en este espacio, puede sorprender el gusto por el detalle y la propensión para interrogar que demuestran muchos nahuas del todo ajenos a la función chamánica. En efecto, talokan se vive, se experimenta, se internaliza desde la socialización emprendida en la niñez. Si enferma el chiquillo, se le menciona la posibilidad de talokan; si la desgracia se abate sobre la casa, se entreve el peligro de una fechoría a cargo de algún talokankayot (un ser de talokan), clase casi genérica de las entidades relacionadas con el mismo; si el niño se espanta por malos sueños, se evoca algún hecho relacionado, etc.

 

Frente a esta presencia perenne, se admitirá que talokan es la clave de la cosmovisión nahua; es el sustento profundo del discurso común, hermenéutico y explicativo tanto en los niveles socioculturales como simbólicos. Dicho de otra manera, talokan no es la propiedad intelectual de los chamanes, designados como tepajtianimej (nombre reservado a los que sanan, aunque las funciones que cubren van mucho más allá que la simple curación), sino de todos, colectivamente. Sin embargo, es innegable que éstos son actores privilegiados en la percepción, modificación y transmisión de sus elementos cardinales.

 

Para captar la complejidad de este proceso, conviene recordar que los chamanes nahuas combinan diversos elementos venidos de la más remota tradición precortesiana a imaginarios tomados al catolicismo, demostrando un arte combinatorio sorprendente. El armazón simbólico actual es el resultado de una síntesis permanente entre varios corpus alegóricos y mitológicos extrañamente diferentes y a la vez similares. Las lógicas discursivas difundidas y empleadas por todos, pero experimentadas por sus chamanes, generan un molde imaginario suficientemente flexible para “decir” talokan. Coexisten, y se combinan, varios sistemas de representaciones, sin que ello genere problema ninguno. Cohabitan gestos, supuestos e ideas mesoamericanas, figuras extra humanas diversas, plásticas rituales peculiares con principios éticos y estéticos típicamente cristianos[10]. Innovaciones y conservadurismos son las composiciones inagotables al uso de los chamanes[11] los que aparecen a la vez como los agentes del cambio así como del mantenimiento de las tradiciones de los antepasados[12].

 

Demos un ejemplo.

 

La estratificación tripartita ordinaria cielo/tierra/inframundo (iluikak/taltikpak/talokan) remonta a tiempos prehispánicos y ha incorporado unos aportes cristianos que trascurren en los discursos actuales de los nahuas[13]. Es oportuno señalar que el agua (y los fenómenos atmosféricos), la vegetación, los vientos y el componente anímico dual nahual/ekaui[14] son los principales elementos que permiten la comunicación entre los varios pisos del semanauak taltikpak. Entre los varios y múltiples moradores del universo, sea en “este mundo” o en el “mundo otro” para retomar la terminología de Perrin (1995 b), el chamán es la interfaz entre la mayoría de las entidades humanas y extra humanas en el sentido de que comunica e interpreta los recados y avisos entre ambos polos para favorecer la mantención de su equilibrio y de la alianza que les permite transitar entre ambas esferas (aunque en ningún caso pretenda comunicar recados por parte de las deidades cristianas o de Talokantata o Talokanana . También estas comisiones ser mostrarán siempre útiles para el alivio de los dolientes que lo consultan. Manda su “espíritu” (en este caso, su ekauil alimentado por la energía de su tonal) para transitar de un lado del mundo al otro utilizando las mismas vías de paso y acceso.

 

No obstante, en la representación gráfica del universo realizada por un informante y que presentamos a final del ensayo, la tripartición clásica mencionada se ve mucho más compleja ya que demultiplica los compartimientos inferiores. Es decir, talokan es mucho más que un inframundo (entiéndase, un mundo para abajo) y el inframundo es otra cosa que simplemente talokan. El chamán responsable del esquema no intenta una figuración geográfica del planeta —que él conoce—, porque sólo evoca una percepción nocional, la única que a él le interesa cuando orgullosamente afirma: “Nosotros pensamos así porque es así que vemos la cosa”.

 

 

Entrar conceptualmente en talokan

 

Talokan es un mundo en el sentido común y metafórico de la palabra. Es un mundo relacionado, y a la vez diferente, del espacio ocupado por los seres humanos, que los nahuas nombran “taltikpaknana”, “mamá tierra”. De hecho, un informante comenta muy adecuadamente: “talokan se ubica al mismo nivel, pero por abajo”. Inferimos que es un inframundo sí pero un inframundo en el seno de la tierra y a lo largo de la misma, y no sola e imprecisamente por debajo de la superficie. Es decir, no es necesariamente un piso ubicado a un nivel inferior: es a la vez abajo y dentro. Es a la vez un elemento de la tierra y la tierra misma. Talokan es un elemento básico de la tierra concebida como un ente viviente, nunca inerte. Dicho de otro modo, es mucho más que una ubicación en términos geométricos abajo, inferior. Consecuentemente, toda iniciativa para ubicar talokan dentro de los puntos cardinales es vana. Talokan no es un punto en el espacio: constituye uno de los segmentos cosmográficos capitales del pensamiento nahua. Es su cruce matricial. Para los nahuas, talokan hace parte de su patrimonio. Para ellos, la relación parece mucho más sentimental y más subjetiva; mezcla respeto y temor.

 

Talokan, en definitiva, escapa a las consideraciones de orden físico y material, a pesar de las metáforas discursivas prestadas en el mundo terrenal utilizadas para describirle. Descartando cualquier tipo de duda y con determinación, un hoy difunto informante precisaba: “¡No es geología!” Talokan se extiende a lo largo de taltikpak aunque no se pueda localizarle con una precisión absoluta. ¿Intraterrestre? ¿Infraterrestre? Sí y no... Lo definitivamente cierto es que queda por abajo, que, en circunstancias determinadas, se puede acceder a él a través de las cuevas, del monte o los manantiales, y es sustancialmente diferente al piso donde se desempeña la vida y las ocupaciones humanas. Es un mundo otro, diferente, complementario. Es un universo literalmente paralelo pero no del todo incomunicado y aislado del nuestro, y consecuentemente no del todo reducible a una experiencia subjetiva.

 

Entonces ¿será legítimo afirmar que es una dimensión de orden “espiritual”? ¿Qué solamente el espíritu podría acceder a él? Sin riesgo de inducir errores, creemos poder alegar que sí, aunque con la necesaria precaución de descartar los matices metafísicos y religiosos dado que los maseualmej siempre le atribuyen una desconcertante apreciación palpable, real, inmanente. Refiriéndonos al espíritu, se nos permitirá insistir sobre el hecho de que resolutamente nadie puede arribar a talokan por y con su cuerpo material o por cualquier medio físico imaginable[15]. El imaginario nahua, como muchos otros sistemas conceptuales no occidentales, admite que existe una porción sutil de la persona y de los seres vivientes que es susceptible de desprenderse, voluntariamente o no, de su envoltura carnal. Tiene de tal forma una autonomía relativa. Esta facultad amenaza la integridad de la persona no entrenada ya que ocurre durante el sueño o está ocasionado por una hechicería (generando una gran fragilidad), ambas figuras propias a debilitar tenebrosamente la parte anímica sutil, e imponer graves disturbios a la persona afectada[16].

 

Muchos investigadores establecen un paralelismo de facto entre talokan y la tierra. En este caso, talokan se vuelve la tierra y la tierra es talokan. Esta asimilación merece unos comentarios. En primer lugar, el problema aparece mucho más complicado y sobretodo matizado por los informantes. Si hablan de talokan como de la tierra, hemos presentido en nuestros análisis anteriores que su percepción va más allá que una simple asimilación/confusión. Pensamos que hasta cierto punto se puede establecer una ecuación entre ambos. No obstante se requiere siempre equilibrarla con otros componentes y matices accesibles a lo largo de entrevistas, dudas y cuestionamientos. La manera con que muchos nahuas afirman que “talokan es como si fuera una tierra” (en el sentido de nuestro mundo habitado), si no es inequívoca sí descarta conclusiones definitivas y debería evitar las amalgamas simplistas. Por ende, engañosos.

 

Veamos bien que, como lo señalan los discursos de los actores, talokan es un universo húmedo, telúrico y oscuro. Un concepto donde el símbolo y la metáfora reinan magistralmente. Parafraseando en parte a Knab[17], se puede aseverar que frente a tales conceptos claves, sólo se puede recurrir a símbolos ya que “son los conceptos los que proporcionan su contenido a los símbolos”. Talokan no es un lugar, una sustancia, una persona o una individualidad. Tampoco es una divinidad o una deidad. Es el nudo que une lo visible a lo no-visible, lo ordinario a lo no-ordinario, lo material a lo espiritual, lo temporal a lo intemporal, lo humano a lo extra-humano, lo cotidiano y usual a lo maravilloso. Indudablemente es un mundo-otro, a la vez similar y diferente a este-mundo, nuestro mundo. Un “mundo para los no-mundanos”, decía muy pensativo don Claudio, un mundo con sus reglas, ordenamientos, lógicas, normas y otras cosas por el estilo. Pero en el que “todo está al revés”, insiste el mismo informante. Es, postulamos, una interfaz y un vínculo que domina los varios niveles y estratos de la vida de los seres vivientes como del semanauak taltikpak (el mundo-tierra) en su totalidad. Tal es la percepción del mundo como lo describen los maseualmej de la Sierra Norte de Puebla, grupo étnico mayoritario en el hermoso municipio de Cuetzalan del Progreso.

 

 

¿Es talokan la residencia de Tlaloc?

 

Tlaloc[18] era la antigua divinidad mesoamericana de las lluvias, granizos, truenos, relámpagos y otros fenómenos asociados a las humedades y aguas. Otras advocaciones lo vinculaban con los volcanes y las irrupciones volcánicas. Era una de las divinidades mesoamericanas más arcaicas fervientemente venerada[19]. Moraba en un jardín ilustre por su abundancia exageradamente descrito por los frailes y sacerdotes cristianos como placentero: en efecto, el tlalocan, a la par de ser una residencia post mortem, también podía ser un lugar de labores forzadas donde las víctimas penaban para dispensar los deleites del dios que les elegía.

 

Su esposa turquesa, relacionada a los cerros boscosos, era Chalchiutlicue, “la que tiene una falda de jade”. Ambos, fieles a la lógica conceptual mesoamericana de hecho todavía vigente, conforman los polos masculinos y femeninos de los mismos principios. Su complementariedad marca la complejidad de una divinidad dual poco común.

 

La ambivalencia de Tlaloc así como la complejidad de sus aspectos, atributos y títulos, no sufre la menor duda. Reina sobre un jardín que proporciona la vida y en el que laboran los muertos de los que hace sus elegidos. En breve, una única y misma realidad pero con facetas diversas, tal vez opuestas. Efectivamente consiente la germinación de los sembradillos, potestad que convierte nuestra divinidad en un poderoso brujo temido y respetado. También controla los fenómenos climáticos —relacionados con la germinación, la vegetación y la vida­—, facultad que le vuelve un señor eficaz pero quisquilloso, capaz de condenar a la hambruna o de prodigar la saciedad. Ni bueno, ni malo. Ni negativo, ni positivo. Un dios del todo semejante al medioambiente natural que pretende dominar y con el cual recalca sus cualidades y caprichos. A final de cuentas se confunde plenamente con su entorno físico que la población humana evalúa por lo que es: hermosa, pletórica y… peligrosa.

 

El tlalocan-talokan de esta divinidad es un edén de profusión (al igual que el “pardês” de los persas), cuyos detalles pueden contemplarse en la sorprendente pintura mural de Tepantitla, en Teotihuacan.

 

Detengámonos un instante sobre este huerto, estancia post mortem. Tlaloc, señor de esta morada, aparece igualmente tal un dios de la muerte aquí, en nuestro mundo, y establece una posible vida después de la muerte, en un más allá en suma cercana. Por lo tanto, se relaciona con el mundo infraterrenal (“al mismo nivel pero por abajo”, sostenía el informante). Se puede ratificar que la región de la Sierra Norte y los fascinantes valles que corren hacia el Golfo de México prestaron sus peculiares características geofísicas para sugerir el ensueño relacionado con la plétora encantadora de esta mansión divina. Sea dicho de paso, es probable que los pueblos nahuas venidos de los desiertos septentrionales, maravillados por el inagotable verdor del lugar, integraron a su mundo numinoso el complejo desarrollo teotihuacano acerca del tlalocan así como los atributos de la verde pareja divina encargada de su manutención y cuyas representaciones geofísicas se admiran hasta la fecha en esta región del centro este de México.

 

Talokan… Tlalocan. En nuestros días, entre los nahuas de la Sierra, un lugar escondido, de lluvias y lloviznas, oscuro, atravesado por ríos y riachuelos, que una lujuriante vegetación embellece tanto que atora por su exuberancia al imprudente. Sin lugar a duda, un mundo telúrico profuso de saciedad. Un mundo opaco cuya oscuridad resalta los misterios y los peligros. Talokan… Tlalocan. Un lugar para el dios gestor Tlaloc, la divinidad pletórica, dueña de estos sitios subterráneos, al igual que propietaria de la superficie terrestre donde corren ríos, lluvias, granizos, truenos, relámpagos y cerros, en un tumulto incesante. Tantos fenómenos naturales que, en definitiva, son tantos nexos mágicos entre “este mundo” y el “mundo otro”. Tlaloc, Talok. Tlalocan, Talokan: un dios y un lugar de prodigalidad.

 

Hoy los nahuas de la Sierra Norte reverencian talokan a la par que lo temen: sí es un lugar repleto -todo crece con facilidad y abundancia, dicen- y sí es un lugar de sufrimientos (que unos relacionan al infierno) — ya que ahí los brujos envían a sus víctimas; los chamanes negocian la vida o la muerte así como las entidades mal intencionadas venidas en nuestro mundo para raptar y atormentar a los infortunados, castigar a los impenitentes o realizar alguna expedición represiva tal vez con carácter preventivo. “Ahí sufres. Nunca vas para disfrutar. Te maltratan. Te pegan. Te chupan. Si no llegamos a tiempo [los curanderos], te mueres. Ahí te quedas. Estás muerto aquí y sufres ahí”, enfatiza otro informante.

 

Al considerar las semejanzas, aseveramos a partir de tantos y muchos más detalles que han sobrepasado los siglos, que el talokan actual es el tlalocan antiguo sobre el cual reinaba el antiguo Tlaloc. Es de mencionar una notable indeferencia en cuanto al nombre del dios o al referirse directamente a él. En efecto, los maseualmej escasamente se refieren a Talok-Tlaloc[20], sino a talokan tata y talokan nana, es decir talokan papá y talokan mamá, una pareja de viejitos, papá y mamá, con este respeto y cariño típicos que los indígenas aportan a las voces “tata” y “nana”. De ellos brotan la vegetación y los animales buenos para la vida. Precisemos de paso que, al igual que en muchos hogares nahuas, son una mujer y un hombre quienes gestionan la casa. Lo que añade una dimensión personalizada a lo que frecuentemente se percibe sólo como un lugar desprovisto de vida y movimiento.

 

 

Chamanes y talokan

 

Esperamos haber demostrado con éxito a qué punto talokan permanece en el imaginario como la matriz conceptual de la cosmovisión nahua. Cuanto es, literalmente, su ombligo y su útero. La mayoría de las cosas de él vienen, y a él regresan. Proporciona la vida y da la muerte. Colma de bendiciones a la par que permiten el sufrimiento y la morbilidad. La nosología indígena se alimenta de sus símbolos así como su antropología. Explica en gran parte, la fortuna y el infortunio. Este reino húmedo, verde y oscuro explica casi todo[21]. Por lo tanto, hemos de insistir sobre el hecho de que para el maseual no existe el azar: las cosas, buenas o malas, ocurren siempre porque tienen una causa que los chamanes buscan detectar y comprobar puesto que, en realidad, sólo interesa conocer su fundamento. Los chamanes más potentes son seguramente los que, entre los entramados complejos, pueden hábilmente desatar los nexos y enlaces atorados dentro de los secretos íntimos, sean individuales o comunitarios. Valiosos, los mismos chamanes se desplazan dentro de talokan para encontrar los agentes responsables con los que negociarán o pelearán para recuperar la víctima cruelmente atada y supliciada, o atareadas a labores inhumanas e infamantes. Según la gravedad de los casos, la “recuperación” del espíritu[22] se realiza en general después de varias etapas exploratorias que permiten al chamán obtener informaciones preciosas, a menudo codificadas que, apoyado en las narraciones del paciente o sus representantes, descifrará minuciosamente. Equipado con estos resultados, elige y adapta las estrategias mágicas simbólicas de las que se espera beneficiar a la persona afectada por el infortunio.

 

Es obligatorio recordar que los poco recomendables brujos nahuales igualmente frecuentan talokan[23] para librar a sus maleantes aliados mágicos, las víctimas. Ahí, en los mismos lugares, se encontrará al chamán venido al socorro de su cliente, para pelear o para esbozar los ejes de una extraña diplomacia mágica cuyos efectos tendrán aplicación en la vida real.

 

Corpus y cuerpo vivo por excelencia, el inframundo talokan recibe las visitas relativamente furtivas de los chamanes curanderos, los que, por sondear en su persona este espacio mítico, contribuyen a la transmisión y la reelaboración constante de la percepción de este eje medular cultural y comunitario singular de los nahuas serranos. Los relatos extravagantes de sus incursiones, únicamente oníricas, combinan las descripciones detalladas de los peligros y de las delicias indecibles. Descartando las consideraciones místico-extáticas propias de Mircea Eliade y sus seguidores respecto al supuesto “viaje” chamánico, preferiríamos evocar la del tránsito para referirnos a las expediciones que emprende el “curandero”. Tal como lo enfatizan los propios actores, son imprescindibles los preparativos, la apreciación previa de la factibilidad de la travesía y de sus posibles trabas, la evaluación de la mejor ruta para llegar a destino, sabiendo que éste se precisa a lo largo del desplazamiento, lo que obliga al especialista a estimar perpetuamente las mejores estrategias. De hecho, talokan nunca se presenta tal un valle tranquilo. Si los paisajes rememoran los panoramas maravillosos que se deslindan frente al paseante transitando por los montes y senderos de la Sierra Norte, bien es de precisar que, en talokan, los enemigos de todas suertes desfilan y atacan[24]. En este mundo otro, el ser humano no es bienvenido porque, en definitiva, no es su mundo, no es su esfera. Es un extraño susceptible de desequilibrar, aún a su pesar, un ambiente que no le es propio, al igual que las entidades extra humanas cuando pasan en nuestro orbe, siembran el caos y el desorden. Son depredadores caracterizados cada uno por un grado relativamente elevado de peligro potencial. Todos los chamanes son unánimes en afirmar que en talokan, existe una fauna[25] extraña, peligrosa y más que todo, envidiosa -porque carente- de nuestro valor energético caliente, nuestro tonal.

 

Estas entidades -no todas malévolas- comparten muy pocas cosas con el ser humano. “Están al revés de nosotros -dice L.F.F.- aunque podamos ser tan malos como ellos. Son los hijos del ‘amo kuali’[26], o de la mala tierra [sic!]”. “‘Amo toknian’, no son nuestros hermanos”, añade. “No son mundanos”, prefiere afirmar su hermano, C.F.F.

 

En consecuencia, el chamán debe hacerse conocer si quiere llevar a cabo con éxito sus negociaciones. Y… ¡le cuesta! Desde el inicio de su mandato, aprende la dura diplomacia mágica hecha de protocolos basados en golpes, engaños, amistades, prestidigitación, trampa, traiciones, intercambios, etc. que unos y otros se dan, mutuamente, esperando que al final, el más fuerte imponga sus exigencias y puntos de vista. En este universo paralelo, el más fuerte, el más astuto triunfa. La piedad no tiene lugar. “Igual con nosotros ¿no crees?”, afirma con un realismo frío un informante que no oculta sus vínculos con la brujería. “Nadie entra ahí si no tiene el permiso. Hay que pedir permiso, si no te le dan, te fríen como chicharrón”. Cuando uno se encuentra ahí sin haber respetado las reglas de “buena conducta”, significa que ahí mora contra su voluntad. Lo raptaron, lo mandaron o le embrujaron. Está torturado, humillado, descuartizado, obligado a tareas degradantes o absurdas. En nuestro mundo, su cuerpo se debilita como consecuencia de los malos tratos sufridos y pueda llegar a la muerte si no se interviene a tiempo, siempre con las atenciones debidas.

 

Existe una sintaxis simbólica que sólo los chamanes conocen y manipulan para desatar las causas del castigo o del hechizo. Sólo ellos pueden válidamente encontrar el sentido profundo y verosímil, librándose a un desciframiento complejo de las circunstancias. Recurren a un metalenguaje difícil que el espacio de este ensayo impide analizar.

 

 

Talokan tata, talokan nana: un espacio, una persona, un hermafrodita

 

Después de haber incursionado el talokan como espacio, es preciso presentar a las personas talokan que conforman la pareja talokan[27]. Como más adelante en este apartado, escucharemos en extenso la voz de los informantes.

 

Mira, es así… Talokan es un lugar por abajo pero también es nuestro padre y nuestra madre, Talokan Tata y Talokan Nana. Son nuestros papás y su reino de ellos se extiende por todos los lados. Son dos viejitos. Es un reino. Cuando quieres entrar ahí, necesitas pedir permiso. No a Talokan. Ellos nunca les ves. Creo que tata es grande y gordo. Buscas unos de sus mozos, uno de los talokej[28]. Dejas el pago y bueno, ¡vas! Mejor te apures para encontrar lo que vas a buscar. Ahí en talokan, no estás en tu lugar. El aire no es bueno, te sofoca. Hay vientos, tormentas de fuego, truenos. Hay bestias que nunca has visto antes que te quieren comer. ¡¡Híjole!!… Mejor no te demores.

 

En sí talokan no es apropiado para la vida humana pese a la recurrente afirmación según la cual es la fuente y la matriz nutricia de la vida y de todos los seres vivientes, animales y vegetales. Este aspecto dual, en apariencia contradictorio, refuerza la ambivalencia de los propios padres talokan.

 

Ahí en talokan, vi un árbol, algo bonito. Es este árbol que hace nuestro oxígeno. Es la respiración del mundo (sic!). Es talokan tata, es el que hace vivir talokan[29].  Ahí el aire se compone de gas carbónico. Los que viven ahí ellos no necesitan oxígeno como nosotros. El árbol sólo produce un poco de oxígeno para nosotros cuando vamos a la lucha. Para que no nos quedemos ahí, ahogados. Aún así hay que darse prisa… si no te apuras, te quedas preso y te ponen a trabajar.

 

Esta recomendación indulgente por parte del informante no es ingenua, sobre todo si consideramos las precisiones siguientes:

 

Imagínate un palacio enorme. Eso es talokan. Ahí viven tata y nana. Pero nunca salen. En este palacio, las paredes son como espejos resbalosos. Y te ves en cada uno para que te pierdas. Todo es oscuro porque es un bosque muy cerrado. Corre mucha agua. Hay animales, muchos olores, huele a muchas cosas, hay muchos colores. Todo eso te marea. Solo tu angelito [se refiera al auxiliar mágico personal del chamán] te puede ayudar para que no te desmayes.

 

Completa otro:

 

Talokan sólo los curanderos le conocemos bien porque nos vamos ahí aunque nos cueste. Te preguntas ¿dónde queda? Sabemos por la televisión que por abajo, es tierra y no hay talokan. Pero sí está un talokan. Es el mundo de los curanderos y de los brujos. Ahí vamos para los trabajitos, con nuestro espíritu. Los médicos de la casa de salud, ellos, no pueden entrar, jajaja. Además ellos no sanan las enfermedades de talokan. Eso significa que en algún lugar hay un talokan ¿no? Es un lugar espiritual. Los curanderos sabemos cómo es y cómo llegar.

 

La complejidad de los numerosos discursos y testimonios que hemos podido recopilar, refleja la densidad inusual del concepto. Probablemente proponer una síntesis completa y exhaustiva sería una empresa imposible. Cualquier aproximación al tema deberá contemplar dos factores inextricables. Por un lado, el consenso, digamos, cultural, colectivo, patrimonial, es decir, el corpus cosmológico propio de los nahuas de la Sierra Norte de Puebla cuyos rasgos preeuropeos son innegables. Al lado de éstos, es conveniente considerar los aportes no cuantificables de la época colonial, difícilmente apreciables en razón de la escasez de documentos favorables a una justa evaluación de la probable evolución registrada en el concepto talokan. Por otro lado, es imprescindible incluir las contribuciones personales de los chamanes, los que son forjados diariamente por el contacto en su persona con talokan, sus entidades y peligros. Cada relato refiere a una rutina propia, encarnada, experimentada por estos especialistas. No parece exagerado aseverar que cada una de las incursiones en talokan es única, a pesar de que siga una suerte de esquema preestablecido (una guía de recorrido), desde un punto de vista cultural. Todos coinciden, aunque con matices sutiles, con el hecho de que talokan es a la vez una entidad, un padre, tata talokan; un rey, “rey-talokan”; un reino, “reino-talokan”. Talokan es el señor de los talokej, administra su reino, ordena y se preocupa que todo esté bien gobernado. En una entrevista difícil, don Claudio apuntaba que “el rey talokan vive. Es poderoso. Es potente: pero se queda sometido (¡sic!) al Dios Todopoderoso. También Dios manda en talokan. También manda a los talokej. Pero nunca va [personalmente] ahí. Talokan es su representante”. Confesión suculenta y reveladora del peso de la imposición de un nuevo sistema religioso que fue determinante a la par que desvela el espacio de resistencia que se reservaron los indios nahuas: talokan permanece independiente en su espacio. Hasta el dios cristiano no va allá. “Dios es un mundano”, confiesa el narrador.

 

Si se puede fidedignamente ubicar talokan por debajo, también está en el monte: es el monte. Está en las cuevas: es las cuevas[30]. Sea como sea, talokan nunca es nuestro mundo pero sí está en este inmenso territorio particularmente inadecuado para los seres humanos. Cuevas, ríos, montes u otros son los lugares físicos de acceso, probables bisagras entre los dos polos de la realidad, pero éstos se contraponen cara a cara, en disimetría total. “Ahí todo es más pequeño o más grande. Es de día cuando aquí es de noche”. El sueño no es la única vía para pasar de un lado a otro. Los encuentros desafortunados se realizan directamente. Por lo tanto estos lugares revisten una valencia peligrosa. El inframundo colinda nuestra cotidianidad. Flirtea con nuestra realidad -y viceversa-. Está a la orilla. El caos está a nuestras puertas, o mejor dicho, otro orden de realidad está a la orilla del mundo que conocemos.

 

Talokan es una entidad viviente. Por ende, dispone de una voluntad propia, su voluntad, así como de un flujo de vida que le anima y atraviesa. Talokan se asemeja a un organismo. Es poderoso. Su dominio sólo estaría virtualmente limitado por el dios cristiano al que, como se dijo, los informantes han notablemente restringido el acceso y el poderío sobre los lugares y seres inframundanos. La autonomía del rey-talokan, en tanto pareja, es enorme. Su respiración genera el movimiento y la vida[31].

 

No obstante, talokan demuestra actitudes ambivalentes indiscutibles. Su humor es versátil aunque no derrama su ira de manera injustificada. En primer lugar, su vindicta sanciona los intrusos: nadie puede violar su espacio sin pedir el permiso y dejar ofrendas -el pago o el reemplazo, dicen los chamanes-. Tal peculiaridad subraya quizás la radical diferencia que existe entre nuestro mundo y este mundo otro. En segundo lugar, ahí se reciben las víctimas de la brujería. En efecto, su fuerza laboral es indispensable al mantenimiento del lugar además de la valencia térmica caliente que llevan consigo. Detrás de esta afirmación, detectamos la necesidad de la alianza contratada entre ambas facetas del mundo, sustentada en un equilibrio singularmente precario.

 

 

A modo de conclusión

 

Ciertamente el lector tendrá la justificada impresión que apenas se esbozó la reflexión acerca de talokan y las inevitables oleadas de sincretismo y síntesis ocurridas desde la llegada de occidentales portadores de cosmovisiones tan disimiles las que contribuyeron a una fecundación extraordinaria de los imaginarios nahuas, sin trastocar completamente los moldes originales. Muchos materiales se quedarán por el instante en suspenso, tal como la distinción interesante que establecen los informantes entre talokanyolot (corazón de talokan) y talokantaijtik (centro, interior de talokan) imposible de revisar en este espacio.

 

Sobresale que talokan detenta la responsabilidad alimenticia del mundo en el que los seres humanos elaboran sus estrategias de sobrevivencia, desarrollo y bienestar. El discurso indígena en general se esfuerza en explicar el equilibrio del universo y de la vida en sus logros e infortunios. Ambos hacen parte de la lógica del intercambio, de la contraparte, en fin: del equilibrio. En suma, el pensamiento nahua de la Sierra Norte de Puebla no se sujeta a penosos ejercicios metafísicos, sino a dilucidar los tiempos y espacios concretos, palpables y tangibles a pesar de la presencia efectiva de un mundo otro particularmente presente, no siempre invisible, debido a que sus efectos y manifestaciones son objetivamente observables con toda la ambivalencia que le singulariza.  Talokan evidentemente ocupa un lugar de predilección en este pensamiento, sea por ejemplo, a través de sus advocaciones tanto como evento, espacio, lugar, persona o tiempo. Es a la vez material e inmaterial. Persona y lugar, deleite o sufrimiento…

 

Imparte a los chamanes la responsabilidad de descifrar el peso de los acontecimientos que obstruyen el curso normal de la vida de todos y cada uno. Para el nahua, el azar no existe: todo puede explicarse para el que sabe leer los eventos.

 

 

 

 

Foto 1

 

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Densa cobertura vegetal de la Sierra Norte de Puebla. Vista sobre el peñón de Jonotla, Ver., desde San Miguel Tzinacapan, Pue. El primer plano muestra las milpas (huertas) de los nahuas. Entre el primer plano y el promontorio, la profunda y peligrosa grieta natural que, se supone, marca un límite entre el territorio común relativamente seguro y lo desconocido, particularmente peligroso ya que rodean entidades malévolas, como fieras y extra humanos voraces.

Foto: Acervo personal, abril de 2010.

 

 

Foto 2

 

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Una estatua del arcángel San Miguel, el santo patrón del pueblo de San Miguel Tzinacapan. Es también el auxiliar eminentemente poderoso de los chamanes sanmigueleños. Al pie del santo, la bestia solo dominada, mas no vencida. “El mal anda a nuestros pies”, dixit Claudio. A su lado, la Virgen de Guadalupe que no parece ocupar un lugar especial dentro del panteón cristiano nahua al uso de los chamanes. La estatua del Arcángel es obra esculpida por el chamán Lucio. El cuidado del trabajo y del atuendo confeccionado por su cuidado, demuestra su especial devoción.  La Virgen de Guadalupe es de serie y de plástico. Ambos santos se ubican sobre el altar familiar hacia el cual Lucio dirige sus plegarias.

Foto: Acervo personal. Septiembre de 2010.

 

 

 

Foto 3

 

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La figura del diablo, también conocido, para no nombrarlo, como “el otro” o sarcásticamente como “el de calzón colorado” no es más que el amo kuali, el “no bueno”, el “no comestible”, es decir, el que no sirve, el inútil. Su rol negativo es sin embargo inminentemente importante en la cosmovisión cristiana nahua ya que su función desequilibradora justifica la permanente puesta en equilibrio del taltikpak, nuestro mundo, por parte de los chamanes.

Aquí, en la danza de los migueles, durante la fiesta patronal de San Miguel Tzinacapan, 29 de septiembre de 2009. Foto: Acervo personal.

 

 

 

Foto 4

 

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Pilatos (pilatomej), burlones mal intencionados, en la danza de los Santiagos que, en la danza española, figuran los soldados de Poncio Pilatos y devienen en la coreografía nahua los ayudantes del amo kuali, personificado por el centurión romano, responsable de la crucifixión de Jesús Cristo. En la danza mencionada batallan contra Santiago y sus “cristianos”, figuras del bien. Los nahuas ven en los pilatomej unas nefastas entidades al servicio del malo. Su simple vista, en el contexto bastante alegre de la fiesta patronal, inspira temor a los niños.

Foto: Acervo personal. Fiesta patronal de San Miguel Tzinacapan, 29 de septiembre de 2008.

 

 

 

Ilustraciones

 

dessin Claudio

 

 

In semanauak taltikpak. “El mundo-tierra”Una representación chamánica original del universo de los nahuas de la Sierra Norte de Puebla, Puebla, México. Escaneado del original dibujado por don C.F.F., chamán nahua en San Miguel Tzinacapan, Pue., con fecha del 17.08.1999. Esta cosmovisión gráfica fue realizada a petición del autor del presente trabajo.

 

© C.F.F. y Michel Duquesnoy


 

Tlaloc. Fragmentos de brasero. Museo del Templo Mayo, Ciudad de México.
http://en.wikipedia.org/wiki/Tlaloc

 

 

Tlaloc, Colección E. Eug. Goupil, Siglo XVII.

http://en.wikipedia.org/wiki/Tlaloc

 

 

Recibido: 20/06/13

Aceptado: 10/12/13

 

 

 

 

 

Talokan: matriz de la cosmovisión chamánica de los nahuas en la

Sierra Norte de Puebla, México

 

 

Resumen

 

Talokan, un compartimento singular del inframundo, es claramente el eje más importante del discurso cosmográfico de los indígenas nahuas, en la Sierra Norte de Puebla, México. Su concepción del mundo es compleja. El mundo parece ser algo como una esfera compartimentada en varios espacios, la mayoría ocupada por entidades “extrahumanas”, frecuentemente hostiles para el ser humano. Los seres humanos viven en uno de estos compartimentos. Talokan explica este mundo y el “mundo-otro”.

 

            Tal concepción se explica por una suerte de pacto de equilibrio entre cada uno de los espacios y sus fuerzas respectivas. Pasar en el compartimento inapropiado genera caos en el cosmos y enfermedades para los humanos y los animales. Será la responsabilidad de los chamanes regular el pacto. Los chamanes van en talokan para salvar su paciente. Ahí empiezan largas y complicadas negociaciones con las entidades. Hoy, talokan es de hecho una reminiscencia singular del antiguo Tlalocan mesoamericano, la residencia post mortem de placeres de Tlaloc, residencia que reservaba a sus víctimas.

 

            Este ensayo explica cómo esta concepción chamánica tiene raíces en la visión mesoamericana del cosmos, sin perder su poder explicativo en torno al infortunio o al bienestar.

 

Palabras-claves: Talokan, Indígenas nahuas, cosmovisión, chamanismo, infortunio.

 

Michel Duquesnoy

 

 

Talokan: the “Word-other” of the Nahua Indians´ Shamanistic Cosmography in the Sierra Norte of Puebla, Mexico

 

Abstract

 

Talokan, a very typical space of the infraworld, is clearly the most important point of the Nahua Indians´ cosmographic discourse in the Sierra Norte of Puebla, Mexico. Their conception of the word is very complex. The world looks like a sphere with several spaces, most of them occupied by “extrahuman” entities, frequently hostile toward human beings. Human beings live in one of them.  Talokan explains this world and the “world-other”.

 

This conception has basically one explanation: a kind of agreement of equilibrium between each space and their respective forces. Going through a wrong space generates chaos in the cosmos and illness in humans and animals. It will be the shamans´ (curandero) responsibility to regulate the contract. The shaman goes to Talokan to rescue his patient. There he begins great and difficult negotiations with some entities.

 

Today Talokan is, in fact, a singular reminiscence of the ancient Mesoamerican Tlalocan, Tlaloc´s post mortem pleasure palace, which he reserved for his victims.

 

This essay explains how the actual shamanistic conception inherits its foundations from the Mesoamerican view about the cosmos, without losing its power to explain disease or well being.   

 

Keywords: Talokan, Nahua Indians, Cosmography, Shamanism, Disease.

 

Michel Duquesnoy

 

 

 

 



[1] Dr. en Antropología, ha sido profesor en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (México, d. f.) y profesor-investigador en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, México, Área de Historia y Antropología. Ha impartido cursos en México, Bélgica, Francia, España, Chile e Italia. Es profesor invitado por la Universidad Austral de Chile y la Universidad de los Lagos, Chile. Es actualmente profesor e investigador en la Universidad Bernardo O Higgins, Santiago, Chile. Correo electrónico: michel.duquesnoy@ubo.cl

[2] La grafía “talokan” refiere a la variable lingüística de los nahuas de la Sierra Norte de Puebla que desconocen el fonema /-tl-/. Por lo tanto los mismos hablan nahuat, no nahuatl.

[3] La noción de espacio suele remitir a algo vacío, en el sentido de algo que puede ser llenado. Pensamos inapropiada la comprensión de talokan a partir de este enfoque. Palacios recuerda acertadamente que “el espacio no existe por sí solo […]. Es más bien condición de existencia de lo real. Es dimensión de las cosas y procesos que se dan en el mundo material”. Palacios, Juan José, “El concepto de región. Sobre la noción de espacio”, en Ávila Sánchez, H. (comp.) Lecturas de análisis regional en México y América Latina,  Universidad de Chapingo, Chapingo, 1993, p. 1. Esta aproximación, como lo veremos, puede plasmarse exactamente sobre la percepción que los nahuas de la Sierra Norte de Puebla tienen de talokan y de la realidad.

[4] Sería inapropiado no mencionar a Aramoni, María Elena, Talokan tata, talokan nana: nuestras raíces. Hierofanías y testimonios de un mundo indígena, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Dirección General de Publicaciones, I.N.A.H., México, 1990; Knab, Timothy, Geografía del Inframundo, en G.R.A.L., 19, Université de Montreal, Montreal, 1991; López Austin, Alfredo, Cuerpo humano e ideología. Las concepciones de los antiguos nahuas. (2 vols.), I.I.A., UNAM, México, 1989 [1980];  Lupo, Alessandro, La tierra nos escucha. La cosmología de los Nahuas a través de las súplicas rituales, Dirección General de Publicaciones/ I.N.I., México, 1995; Signorini, Italo y Alessandro Lupo, Los tres ejes de la vida, Universidad Veracruzana, Xalapa, 1989, entre los autores más citados.

[5] Knab, Timothy, 1991, ob. cit.

[6] ¿Existirán muchos cristianos capaces de brindar una uniforme y unívoca  interpretación del misterio de la Trinidad?

[7] Gruzinski, Serge, “La perméabilité des mondes. Rêves et visions dans le Mexique ancien”, en Sallmann, J.-M. (dir.)  Visions indiennes, visions baroques : les métissages de l’inconscient, Presses Universitaires de France, Paris, 1992,  p. 155. Traducción personal.

[8] La investigación básica, sustento de este trabajo, fue realizada entre 1998 y 2000. En el transcurso del 2008, pudimos entrevistar la mayoría de los mismos informantes que sustentaron nuestra tesis doctoral. Éstos confirmaron la validez y la continuidad de sus afirmaciones.

[9] Nuestro armazón teórico acerca del chamanismo reposa en los trabajos de Perrin, Michel, Les praticiens du rêve. Un exemple de chamanisme, Presses Universitaires de France, Paris, 1992 ; Perrin, Michel,  Le chamanisme, Presses Universitaires de France, Paris, 1995 a; Perrin, Michel, “Lógica chamánica”, en Galinier, Jacques; Lagarriga, Isabel y Michel Perrin (coords.) Chamanismo en Latinoamérica. Una revisión conceptual, Plaza y Valdés/ Universidad Iberoamericana/ CEMCA, México, 1995 b, pp. 1-20; Perrin, Michel, “Chamanes, chamanisme et chamanologues ”, en L’Homme, 142, Paris, 1997, pp.89-92; y Galinier, Jacques y Michel Perrin, “Presentación”, en Galinier, Jacques; Lagarriga, Isabel, y Michel Perrin, 1995, ob. cit. pp. VII-XVI. Una síntesis en Duquesnoy, Michel, “Chamanismo: algunos apuntes teóricos e hipotéticos”, en Cinteotl, no 4-5, 2008. [En línea] http://www.uaeh.edu.mx/campus/icshu/revista_num4_08/chamanismo.htm. [consulta: 20/11/15].

[10] La estética mencionada se ilustra por varias fotografías incluidas al final de este trabajo.

[11] Chaumeil, Jean-Pierre, Voir, savoir, pouvoir. Le chamanisme chez les Yagua de l’Amazonie péruvienne, Georg Éditeur, Chêne-Bourg/Genève, 2000 [EHESS, 1983].

[12]Un sistema ideológico no debe ser considerado como un simple conjunto estructurado de elementos. […] La persistencia de elementos resistentes al cambio no es suficiente para afirmar, en forma simplista, que un sistema ideológico, como puede serlo una religión, persiste relativamente inmutable al paso de los siglos; pero, de la misma manera, la profunda transformación de una religión no es base suficiente para negar la conservación de un importante número de elementos de muy remoto pasado. Por ello, estos elementos se encuentran presentes, paradójicamente, en formaciones socioeconómicas disímiles”. López Austin, Alfredo, 1989, ob. cit. vol. 1., p. 34. Subrayado nuestro. Utilizando esta ilustrada cita, el autor de este ensayo no desea afirmar por lo tanto que considera al chamanismo como una religión.

[13] Duquesnoy, Michel, “In semanauak taltikpak. La complejidad de la cosmovisión chamánica de los nahuas de la Sierra Norte de Puebla, Cuetzálan del Progreso”, en Broda, Johanna y Alejandra Gámez (coords.), Cosmovisión mesoamericana y ritualidad agrícola. Estudios interdisciplinarios y regionales, BUAP, Puebla, 2009, pp. 447-460.

[14] Sirva presentar estos conceptos como “elemento calórico luminoso/elemento frío oscuro”.

[15] Cada palabra utilizada para tratar de estos temas refleja siempre una cultura subyacente y probablemente preferencias relativamente inconscientes de la parte del locutor o escritor. En nuestro caso, la cultura occidental y sus paradigmas filosóficos que limitan indudablemente el pensamiento nativo fuente de otros conceptos. Se conoce el problema de la transferencia de las ideas de un sistema cultural a otro sin que sea necesario proponer aquí una teoría capciosa. Esta notificación, si no busca excusar los errores inevitables de apreciación de las que sería responsable el que escribe, se aplica principalmente en el caso del empleo repetido de nociones tales “cuerpo material”, “espíritu”, “alma”, “energía”, etc. Nociones, falta precisar, que no son ausentes del pensamiento nahua, sino que refieren a categorías sensiblemente diferentes a las nuestras. Para evitar una lectura difícil, se eligió descartar las palabras indígenas, las que habrían necesitado largas precisiones y explicaciones fuera de los límites impartidos a este trabajo.

[16] Graulich (comunicación personal) postula que los aztecas estimaban posible el acceso en persona al tlalocan mediante una cueva (o por la luna que era una cueva en el cielo Tlalocanipanmetzli). Hoy, entre los maseualmej serranos, son permitidas las ofrendas y las peticiones a talokan dentro de las cuevas para obtener tal o tal satisfacción, pero se niega el acceso en persona al mismo. Existen numerosos cuentos acerca de este tema. Ver CEPEC, Maseual Sanilmej 1-12. Cuentos Indígenas de la región de San Miguel Tzinacapan, Puebla. T.T.O.S.M.Tz., Cuetzalan, Puebla, 1986-1990. CEPEC es el acrónimo de Centro de Educación Popular y Campesina (San Miguel Tzinacapan, Puebla, México); T.T.O.S.M.Tz. el de Taller de Tradición Oral de San Miguel Tzinacapan (del CEPEC).

[17] 1991, ob. cit.:17.

[18] Etimología difícil e incierta. Soustelle proponía “el que hace germinar”. Soustelle, Jacques, La pensée cosmologique des anciens Mexicains. (Représentation du monde et de l’espace), Hermann et Cie, Paris, 1940, p. 17.  López Austin  acentúa los aspectos propiamente telúricos “camino bajo la tierra”, “cueva grande” o “el que está hecho de tierra”. López Austin, Alfredo, Tamoanchan y Tlalocan, Fondo de Cultura Económica, México, 1995 [1994], p. 181. Knab afirma refiriéndose a otro autor “Tláloc is the earth”. Knab, Timothy, “Tlalocan Talmanic: Supernatural Beings of the Sierra de Puebla”, en Actes du XLII Congrès International des Américanistes, Tomo VI, Société des Américanistes, Paris, s/f, pp. 127-136. [Se utilizó el manuscrito policopiado del texto mencionado que fue proporcionado por Knab al autor de este trabajo].

[19] Probablemente de remoto origen olmeca. Ver Caso, Alfonso, El pueblo del Sol, Fondo de Cultura Económica, México, 1995 [1953], p. 57.

[20] Hasta donde se pudo averiguar, sólo Juventino, un chamán muy respetado, confesó: “Tata y nana son Talok. Talokan es Talok. El es el que da la vida y la muerte, pero ¡no! no es el mismo que el dios todopoderoso que es la Trinidad. Eso es Nuestro Señor Jesucristo, Emmanuel Salvador en el Cielo y Emmanuel Eterno”.

[21] Limitando de tal forma las causas explicativas, se quiere ser fiel a las complejas explicaciones dadas al infortunio proporcionadas por los informantes. Éstas se encuentran en los capítulos 8, 9, 10 y 11 de Duquesnoy, Michel, Le chamanisme contemporain des Nahua de San Miguel Tzinacapan (Sierra Norte de Puebla, Mexique), CERSATES - CNRS, Université Charles-de-Gaulle, Lille 3, Francia, 2001 a.

[22] En este caso, el ekauil (valor energético: frío). Es decir, la sombra debido al hecho de que la gran mayoría de los nahuas de la Sierra Norte no admiten la posibilidad de la pérdida o robo del tonal (valor energético: caliente) íntimamente atado a la mollera del ser humano.

[23] Si aceptamos la lógica bipolar y la ambivalencia señaladas en otro lugar, no es extraño que talokan también reciba a los que los humanos declaramos malévolos.

[24] Evidentemente el chamán tiene sus auxiliares que le respaldan en sus luchas, dudas y desplazamientos. No obstante, éstos reclamarán en su momento el pago de una deuda contratada por el chamán, el que puede, a su apreciación, dejar en talokan un enemigo o hasta su propio cliente. Esta lógica de la alianza explica la muerte así como la lógica bruja a la que no escapan los chamanes.

[25] El que escribe intentó una tipología. Ver  Duquesnoy, Michel, “Qui habite la forêt montagneuse de San Miguel Tzinacapan, Sierra Norte de Puebla, Mexique? Eléments de réflexion sur la Nature et les apparitions chez un groupe nahua”, en Eeckout, Peter y Jean Malengreau (eds.) Itinéraires belges aux Amériques, Université Libre de Bruxelles, Bruselas, 2001 b, pp. 63-77.

[26] Literalmente, el no bueno, i.e., el diablo, que a veces denominan Luzbel. Para evitar nombrarle directamente —lo que sería evocarle— unos se refieren “al de calzón colorado” (¡sic!), para subrayar sus rasgos burlescos y burlones. Según C.F.F., los pilatomej de la danza de los santiagos son una mera representación de sus peones. Ver las fotografías incluidas.

[27] En una comunicación personal, Graulich notificó que un relieve descubierto en el Templo Mayor revela un Tlaloc de dos cabezas sobrepuestas y un par de senos. ¿Sería audaz ver en esta representación una prefiguración del hermafrodita tata y nana? De hecho, talokan es macho y hembra. Precisiones imprescindibles en López Austin, Alfredo, 1989, ob. cit., vol. 1, p. 85; y vol. 2, pp. 289-298.

[28] La corte real de tata y nana cuenta con numerosos talokej (refiérase a los antiguos tlaloque), minúsculos servidores jóvenes cuyo apoyo a los chamanes es importante, a pesar de sus reclamos, sobre todo al inicio de su oficio cuando necesitan hacerse conocer y aceptar. Uno de ellos, reconoció doña G.C., es un negrito chaparrito con dos manos enormes que emplea para dar palizas violentas al novato. Exceptuando el tiempo difícil de la iniciación, los actuales talokej parecen generalmente pacíficos y benévolos. Son ellos que provén las lluvias. No obstante, son también unos de los guardianes del cerro y del monte (“tepet aun kuaujtaj”), una de las antiguas figuraciones del tlalocan. Pueden castigar severamente los excesos en su desgaste. El susto (“nemujtil”) que provocan sería uno de los más graves. Emisarios por excelencia de Talokan, el imaginario popular les representa con aspectos teriomórficos, antropomórficos, o como los rayos y relámpagos.

[29] Veamos que los nahuas nunca disocian tata de nana cuando se trata de talokan. El uno y el otro forman una unidad conceptual. A veces los informantes establecen una disociación precisa cuando se trata de la repartición sexual de las tareas. Tal distribución no parece afectar la esencia talokan.

[30] Ocasionalmente el mismo informante lo ubicó en los desiertos.

[31] Beaucage publicó un relato con autoría de E. Zalora Islas, vecino de San Miguel Tzinacapan, afirmando que talokan creó la especia humana. "Pensaron nuestros creadores, nuestro padre de Talokan y nuestra madre de Talokan, ellos ya siempre existían en Talokan”. Pudimos oír en varias ocasiones las expresiones “Toteiskaltikatotatsin” y “Toteiskaltikatonantsin”, nuestro-padre y nuestra-madre de la alimentación de la gente. Beaucage, Pierre (comp.), Voces de Tzinacapan. Dimensiones de la cultura náhuat de la Sierra Norte de Puebla, México, en G.R.A.L., 23, Université de Montreal, Montreal, 1992, p. 8.