INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL COLORADO, SUR DE YOCAVIL, CATAMARCA, ARGENTINA

 

Valeria Palamarczuk*

 

Introducción

 

El valle de Yocavil o Santa María en el Noroeste Argentino es un lugar notorio por su arqueología desde fines del siglo XIX, época en que se iniciaron las primeras expediciones y en la que prosperaron los buscadores de “antigüedades”. A partir de entonces las investigaciones se sucedieron de manera intensa y continua, convirtiendo a la región en un punto de referencia para la arqueología prehispánica surandina. Décadas de trabajos no agotaron, sin embargo, la necesidad de reconocer sectores que permanecen inéditos o poco explorados. Tal es el caso de la localidad arqueológica El Colorado, ubicada en el margen occidental del sur de Yocavil, en la provincia de Catamarca[1]. La zona fue visitada por dos expediciones a comienzos del siglo XX, no obstante, la información recabada se mantuvo prácticamente desconocida. Articularemos estos antecedentes con los resultados de nuestras prospecciones para ofrecer una descripción inicial de la localidad.

 

En febrero del año 2001 visitamos por primera vez El Colorado guiados por la Sra. Paula Suárez, una antigua pastora de la zona de Tres Cerritos, quien nos indicó la existencia de estructuras de piedra y de cerámicas antiguas en un paraje situado en los alrededores del cerro El Colorado[2]. En esa corta visita de un día recorrimos el área norte del piedemonte e identificamos estructuras y materiales de diferentes épocas en la prolongada historia de ocupación del lugar. Los restos más visibles corresponden a una finca subactual, emplazada en un espacio con evidencias de ocupaciones prehispánicas. Una evaluación preliminar de la zona permitió observar también diferentes conjuntos de estructuras de planta ortogonal y subcircular construidas en piedra, con muros simples y dobles que sobresalen escasos centímetros de la superficie. En las inmediaciones de estas estructuras se registró alfarería formativa y tardía, con importante cantidad, en algunos sectores, de fragmentos de estilos del Período Temprano o Formativo final (grises pulidos, grises pulidos e incisos de pasta fina y Guachipas) y del Período Tardío (San José, Loma Rica, Santa María, etc.)[3].

La presencia conjunta de estos estilos alfareros en espacios con arquitectura doméstica nos pareció un elemento interesante para considerar a la localidad arqueológica como un lugar en el cual recabar información sobre la poco conocida transición, ocurrida en torno a los siglos IX-XI d.C. desde los asentamientos de tipo aldeano centrados en unidades domésticas familiares, hacia organizaciones político territoriales de mayor escala que culminarían en el desarrollo de grandes centros poblados o pukaras. Decidimos entonces seleccionar a El Colorado para realizar trabajos de relevamiento intensivos. La pequeña escala de los diferentes asentamientos que ocuparon este espacio a lo largo de su larga historia favorece su distinción en el campo, debido a que no se desarrolló en el sector una población de magnitud tal que obliterara por completo a las ocupaciones previas. Esta característica suma un elemento a favor de la factibilidad de la indagación propuesta. Otro elemento evaluado fue la escasa información existente para este sector en el sur de Yocavil. La búsqueda de antecedentes y la prospección de la zona se revela importante para integrar este espacio en los relatos arqueológicos sobre las sociedades originarias del valle.

 

Como objetivo inicial en esta primera etapa de las investigaciones nos propusimos mejorar nuestro conocimiento del registro de superficie poniendo el foco en la arquitectura, la cerámica y los espacios funerarios. Para ello se diseñó una estrategia de prospección que integró la teledetección de estructuras mediante aerofotografía e imagen satelital, la prospección en el terreno, la georeferenciación y confección de croquis de las estructuras, el levantamiento planimétrico con estación total y la recolección controlada de material superficial. En paralelo se realizaron entrevistas a residentes de la zona y una búsqueda de antecedentes.

 

Presentaremos en primer término las características generales del entorno geográfico. Luego se incluye un segmento sobre antecedentes de investigación arqueológica en la zona, en su mayoría inéditos. El siguiente acápite expone la metodología y resultados de nuestros trabajos de relevamiento en la zona. Por último se realiza un balance de los resultados obtenidos hasta el momento y se comentan las líneas de investigación en curso.

 

La localidad arqueológica El Colorado

 

El lugar debe su nombre a un pequeño cerro granítico formado por un afloramiento del basamento cristalino Precámbrico Superior-Paleozoico Inferior, identificado como “Formación de rocas ígneas y granitos, etc.”[4]. Esta formación geológica se destaca visualmente en el paisaje por el color rojizo de sus rocas graníticas, que contrastan con el entorno grisáceo o amarillento de las rocas esquistosas que conforma la Sierra del Cajón.

 

La cumbre del cerro posee una altura máxima de 2545 msnm mientras que la cota de la planicie aluvial alcanza 2070 msnm en promedio. El cerro tiene cuatro espolones principales que apuntan hacia el este, conformándose tres grandes rincones o espacios limitados por los mismos en forma de “U”. En sus límites norte y sur dos abanicos o conos aluviales abrazan al cerro, siendo de mayores dimensiones el del extremo sur. Rodeando el cerro por el Sur hay una pequeña quebrada llamada Quebrada Seca, que se une a otra de mayor envergadura llamada Quebrada de Las Arcas o de Agua Grande. En esta última existen restos de antiguos puestos deshabitados en la actualidad. Esta quebrada constituye una vía de comunicación entre el valle de Yocavil, a la altura del pukara del Mendocino-El Colorado, con el pukara de Famabalasto en el valle del Cajón, comprendiendo un recorrido significativamente menor que la ruta que rodea la Sierra del Cajón por el sur.

 

En esta zona del valle el río Santa María fluye muy cercano al piedemonte; se observa una terraza fluvial de suave pendiente, con una extensión variable entre 50 y 200 metros, según el sector, entre el quiebre de pendiente del cerro y la barranca donde comienza la planicie fluvial. Esta faja con potencialidad de explotación agrícola ocupa una extensión aproximada de 180.000 m² (18 ha.)[5].

 

La cubierta vegetal es variable de acuerdo con la topografía, las características del sustrato y la altitud. Se trata de un ámbito transicional entre las Provincias Fitogeográficas de Monte y Prepuneña del Dominio Chaqueño[6], con ejemplares de cardón en la ladera del cerro y los conos aluviales, donde también son abundantes los arbustos xerófilos como las jarillas, retamo y montenegro. En la terraza fluvial continúan los arbustos y se suman ejemplares arbóreos aislados de algarrobo y chañar.

 

Las principales evidencias de instalaciones en la localidad corresponden a diferentes momentos históricos, desde el Formativo hasta la actualidad, registrándose reutilizaciones de varios espacios a lo largo del tiempo, debido a lo cual el criterio empleado para definir sus límites y proponer una sectorización interna se basó, en esta instancia, en las variaciones topográficas. La terraza fluvial y la ladera baja son las zonas más modificadas por la ocupación humana con amplios espacios despedrados y desmontados para la construcción de recintos y la agricultura. Se detectaron también estructuras en el cono aluvial ubicado al norte y en la margen derecha del río. Hemos establecido entonces de modo arbitrario los límites de la localidad arqueológica considerando los extremos norte y sur del cerro, entre O 26°55'26.27" y S 26°54'5.33"S. En sentido este – oeste el límite se definió en función de la detección de evidencias arqueológicas y comprende en su lado occidental el espacio entre la ladera baja del cerro y el río Santa María, y en su lado oriental una franja de 250 metros de la terraza que costea el río en toda su extensión frente al cerro Colorado.

 

Para indicar los espacios en los cuales se realizaron detecciones arqueológicas proponemos una sectorización tentativa que incluye en el lado occidental, de norte a sur, los siguientes sectores: Sector Conoide Norte, Sector Norte, Sector Centro y Sector Sur y del lado oriental el Sector Banda Este (Figura 1). El área con evidencias de instalaciones abarca una superficie aproximada de 604,198 m².

Los referentes arqueológicos más conocidos en las inmediaciones son, hacia el sur, el pukará del Mendocino[7] y el tambo incaico de Punta de Balasto, a 4 km y 8 km de distancia respectivamente, y, hacia el este, la zona de Ampajango con instalaciones de diferentes épocas, como el campo de petroglifos, y la cantera taller Ampajango 1 o el sitio incaico Ampajango 2.

 

Figura 1: a. Valle de Yocavil con indicación de diversos sitios arqueológicos y ubicación de El Colorado, modificado de Greco (2014:13, Fig. 1). b. Sectores de El Colorado.

 

 

 

Antecedentes inéditos: documentos y colecciones en museos

 

La búsqueda de antecedentes de investigación en El Colorado reveló aspectos que merecen su consideración en detalle debido a que se trata de información inédita. Las dos fuentes consultadas se remontan a 1920, por un lado, el viaje realizado por Salvador Debenedetti en los valles de Yocavil y del Cajón en el marco de la XVI Expedición de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, por otro lado, los trabajos de Vladimiro Weiser en el transcurso de la Tercera Expedición Arqueológica al Noroeste Argentino organizada por Benjamín Muñiz Barreto. Ambas experiencias de campo se encuentran relacionadas, puesto que Debenedetti era el asesor científico de las expediciones de Muñiz Barreto y los dos itinerarios coinciden en muchos de los puntos visitados.

 

Trabajos de Salvador Debenedetti

 

Entre el 29 de diciembre de 1919 y el 13 de febrero de 1920 se llevó a cabo la XVI Expedición de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, dirigida por Salvador Debenedetti y con los Sres. Pozzi y Villaflor, del Museo Etnográfico, como participantes. El viaje exploró el sur del valle del Cajón y el sur y centro de Yocavil. Entre las localidades visitadas figuran el cerro fortificado de Punta de Balasto, Cerro Colorado, Famabalsto, Loritohuasi, San José, Andalhuala, Santa María, Caspinchango, Masao, Fuerte Quemado y El Bañado. En el inicio de la campaña se destinó un día a inspeccionar y realizar excavaciones en la zona del Cerro Colorado. De esta corta visita queda un breve relato de las tareas de campo realizadas y de las impresiones sobre el lugar que se transcribe a continuación.

 

9 de Enero – Vamos al Cerro Colorado, lugar distante unos 10 Km al Norte de Punta de Balasto, donde en unos barreales se han encontrado un hacha de piedra; una urnita roja; una preciosa punta de flecha; una piedra perforada de un collar y otras chucherías.

Por el aspecto que ofrece la pequeña comarca me recuerda a los barreales de Famatina. Se trata de un lugar reparado, un rincón donde existió un pequeñísimo número de viviendas (3 ó 4); en el suelo hay muchos tiestos de alfarerías simples. El campo fue despedrado y las piedras amontonadas a espaldas de la población, contra la base del cerro.

Una acequia corre a unos 5 metros de altura, faldeando el cerro. Hubo pues allí agricultura.

Nuestras excavaciones fueron totalmente negativas, tanto en las construcciones del cerro como en la parte baja. Por la tarde, ante la amenaza de una creciente del río y ante la posibilidad de no poderlo cruzar, emprendimos el regreso.

La gente del lugar afirma que los días miércoles por las tardes, cuando las sombras de las montañas se alargan y cubren todo el valle, entre los grandes peñascos que se alzan en las laderas del Cerro Colorado, se oye una música misteriosa de cajas y violines cuyos ecos lastimeros se propagan de cerro en cerro y de quebrada en quebrada. La gente se espanta y se refugia entonces en la propia vivienda tratando de no oír la voz quejumbrosa de los viejos muertos.[8]

 

Si bien la búsqueda de contextos funerarios no rindió a Debenedetti los frutos esperados, en el catálogo del Museo Etnográfico figuran entre los materiales de la XVI Expedición cinco ítems con procedencia Cerro Colorado/Punta de Balasto, Catamarca, Arg. Presumiblemente se trata de objetos donados o comprados: “27193 Escultura antropomorfa en barro cocido; 27194 Hacha de piedra; 27195 Martillo de piedra; 27196 Silbato de barro cocido; 27331 Cántaro simple.” [9]

 

De esta lista se pudieron localizar tres objetos: el hacha, el martillo y el silbato (Figura 2). Este último es semejante a otros de filiación incaica, hallados en el vecino tambo incaico de Punta de Balasto.[10]

 

La descripción que brinda Debenedetti coincide con nuestros registros en el Sector Norte de la localidad, presumimos entonces que ese fue el espacio intervenido durante su visita. Lamentablemente no hay constancia de cuántas excavaciones realizó ni de las estructuras seleccionadas.

 

 

 

Figura 2. Objetos con proveniencia del Cerro Colorado adquiridos por Debenedetti. a) 27194 Hacha de piedra; b) 27195 Martillo de piedra; c) 27196 Silbato de barro cocido. Depósito de Arqueología, Museo Etnográfico “Juan B. Ambrosetti”.

 

 

 

 

Trabajos de Vladimiro Weiser

 

Entre el 4 de octubre de 1920 y el 28 de mayo de 1921 se llevó a cabo la Tercera Expedición Arqueológica al Noroeste Argentino organizada de manera privada por Benjamín Muñiz Barreto. El objetivo principal de esta expedición era conformar una gran colección de objetos arqueológicos compuesta por hallazgos bien preservados -se priorizaba la recuperación de objetos enteros o muy completos-, y debidamente documentados, de acuerdo con los estándares metodológicos del momento. Los trabajos en Yocavil, que estuvieron a cargo de Vladimiro Weiser con la asesoría de Salvador Debenedetti, se concentraron en esa oportunidad en el sur y centro de Yocavil. Se establecieron campamentos en las zonas de Punta de Balasto, Ampajango, Santa María, Puesto El Molino, Caspinchango y El Bañado. En base a la documentación de este viaje se elaboraron las cartas arqueológicas de Quilmes y Bañado, y de Punta de Balasto (Figura 3), publicadas por Márquez Miranda[11]. Un detalle de la última carta fue publicado con modificaciones por Carrara et al. 1960[12].

 

Figura 3. Carta arqueológica de Punta de Balasto, publicada por Márquez Miranda (1946: 111, Fig. 31) y detalles fotografiados del documento original. Documentación original de la División Arqueología del Museo de La Plata.

 

 

 

En Punta de Balasto el campamento se estableció del 3 al 23 de noviembre y desde allí se organizaron los trabajos de excavación y relevamiento en la Quebrada y Fortaleza del Mendocino, Trapiche, Encrucijada, Arcal, Cerro Blanco, Estancia Vieja, Pajanguillo y Cerro Colorado. En este último sitio, entre el 17 y el 19 de noviembre, Weiser recorrió el área al pie del cerro. Sus trabajos se orientaron a la búsqueda de contextos funerarios y no realizó en su libreta mención a otra clase de estructuras arqueológicas. Su visita abarcó un área mayor, correspondiente a los Sectores Centro y Norte de nuestra sectorización y permitió definir dos “cementerios” o espacios funerarios en los cuales se descubrieron inhumaciones con alfarería San José, característica de los primeros siglos del segundo milenio.

 

La descripción de estos cementerios es muy escueta en la documentación de campo, no obstante, las referencias en la carta arqueológica permiten observar su emplazamiento y los tipos de entierro presentes. Podemos deducir que el primer cementerio, llamado “Cementerio I Cerro Colorado”[13], se localiza en el Sector Centro. Si bien no se realizó un croquis con la situación de los entierros, la carta arqueológica indica el hallazgo en ese lugar de sepulturas de adultos en urnas -una clase de entierro poco frecuente en Yocavil-, y de sepulturas pircadas o cistas[14]. Refiriéndose a este espacio comenta en su diario: “17-11 Punta. Buscando al pie del cerro colorado encuentro una tinaja pero rota. Faltan señas.”[15]

 

La tinaja recibió el número de campo 1483 (número de catálogo MLP-Ar-4443 BMB). Actualmente se conserva el cuerpo inferior. Por su contorno y diseños se trata de una tinaja San José, y posiblemente corresponda a alguna variante Shiquimil (Figura 4). De acuerdo con el listado de hallazgos se trata del único objeto que fue recuperado para la colección en este cementerio.

 

 

 

Figura 4. Tinaja MLP-Ar-4443 BMB, del Museo de La Plata, recuperada por Weiser en el cementerio “Cerro Colorado I”, en el Sector Centro. En un perfil tentativo de la pieza se indica el segmento que representa el fragmento conservado.

 

 

El segundo espacio funerario recibió el nombre de “Cementerio puesto viejo al pie del Cerro Colorado” o “Cementerio II” y se ubicaría en el Sector Norte. El nombre indica la presencia de construcciones subactuales, posiblemente abandonadas para la época en que se visitó el lugar. Es más importante en su extensión y cantidad de descubrimientos, por lo que mereció dos días de trabajo y la confección de un croquis de los entierros en urna. En la carta se consignaron referencias de entierros de párvulos en urnas y de cistas; estas últimas no fueron representadas en el croquis. El diario de campo indica el hallazgo de tres esqueletos presumiblemente de adultos:

 

“18-11 Punta. Busqué en cementerio puesto viejo al pie del cerro colorado, se encontró 2 tinajas, señas lindas pero no hay objetos, 3 esqueletos calchaquís.”[16]

“19-11 Punta. Se busca en el cementerio puesto viejo al pie del cerro colorado, se encuentran dos tinajas rotas.”[17]

 

Hemos pasado en limpio el croquis de campo correspondiente a este cementerio, realizando correcciones en función de las medidas angulares y de distancias entre hallazgos informadas[18]. En un espacio de 3 x 2 metros (6 m²) aproximados se excavaron cuatro urnas, al menos una de las cuales estaba tapada con un puco. Sólo dos de estos hallazgos recibieron numeración de campo: 1484 (MLP-Ar-4446 BMB), tinaja Shiquimil Triángulos / Hualfín y 1485 (MLP-Ar-5014 BMB), tinaja Shiquimil Tricolor, según nuestra reciente propuesta tipológica[19] (Figura 5).

 

 

Figura 5. Recomposición del croquis de campo del “Cementerio Puesto viejo al pie del Cerro Colorado” o “Cementerio II”, ubicado en el Sector Norte, en base a la Libreta 16, pp. 19 de Weiser (1920-1921). a y b: tinajas MLP-Ar-5014 BMB y MLP-Ar-4446 BMB, del Museo de La Plata, recuperadas por Weiser en “Cementerio Puesto viejo al pie del Cerro Colorado” o “Cementerio II”.

 

 

 

 

Entre la valiosa documentación de la expedición existen tres fotografías con vistas de paisajes y de las excavaciones en el Cerro Colorado[20].

 

En años posteriores diferentes expediciones arqueológicas aportaron al conocimiento de zonas aledañas a El Colorado. Algunos ejemplos son los trabajos de Cigliano y equipo durante la década del 60 en el tambo incaico de Punta de Balasto, fortaleza del Mendocino, Pajanguillo y Ampajango[21]. Más recientemente se cuentan los trabajos de Tarragó y González[22] en el sitio incaico Ampajango 2, de González[23] y Marchegiani[24] en el tambo incaico de Punta de Balasto, de Fiore[25] en la zona de petroglifos de Ampajango, de Scattolin[26] en el asentamiento Formativo Morro de las Espinillas en Pajanguillo y de Carbonelli[27] en la cantera taller Ampajango 1, entre otros. Estos antecedentes demuestran que el área posee una dilatada historia de ocupaciones.

 

Relevamiento en El Colorado

Métodos

 

A lo largo de dos temporadas de trabajo de campo (mayo de 2010 y marzo de 2012) hemos realizado un relevamiento inicial de las evidencias arqueológicas superficiales. La estrategia de detección y registro de estructuras y material superficial se diseñó por etapas, integrando de manera secuencial la teledetección de estructuras mediante aerofotografía (Plan Cordillera Norte) e imagen satelital (Google Earth, Bing) y la prospección en el terreno. Las detecciones confirmadas en el campo fueron georeferenciadas mediante GPS (Garmin e-treck) y se dibujaron croquis de las estructuras observables con brújula (Suunto) y cinta métrica.

 

Operativamente denominamos detección a cada conjunto de evidencias arqueológicas discretas, las cuales pueden corresponderse con estructuras o conjuntos de estructuras y concentraciones de artefactos que representan diferentes actividades y momentos en la historia de la ocupación del lugar.

 

En cada detección se recolectó el material cerámico superficial en su totalidad y se tomaron muestras de los artefactos líticos. A partir de las características del emplazamiento, la arquitectura y de los artefactos presentes se propone una funcionalidad tentativa para cada una, empleando las siguientes categorías:

 

Complejo doméstico: designa a un lugar residencial, el cual puede conformarse por recintos de habitación, almacenamiento, patios, espacios de trabajo y uso doméstico extramuros, etc.

 

Lugar funerario/ceremonial: refiere a sectores del paisaje consagrados a actividades ceremoniales, incluidas las funerarias, efectuadas fuera de los espacios domésticos. En El Colorado se han reconocido lugares con estructuras tales como entierros directos, cistas funerarias, estructuras monticulares y megalitos naturales ubicados en el piedemonte, puestos en valor con muros bajos circundantes. Los antecedentes inéditos dan cuenta asimismo del entierro de infantes y adultos en urnas funerarias.

 

Agricultura: lugares dedicados a la producción agrícola. En la localidad se observaron campos despedrados, acumulaciones monticulares de piedras colindantes y sectores aterrazados.

 

Manejo de Agua: relacionado con las actividades agrícolas, esta categoría designa a las estructuras de canalización y derivación de aguas, principalmente vinculadas al riego de los campos agrícolas.

 

Ganadería: lugares dedicados a la producción ganadera, como corrales, sectores para el encierro y mangas para conducir el ganado.

 

Reparo: estructuras extradomésticas para el abrigo y el descanso.

 

Por último, se incluyó la categoría Indeterminado, la cual da cuenta de detecciones de asignación funcional dudosa. Las hipótesis funcionales constituyen un acercamiento preliminar a los diversos usos del espacio, se basan en antecedentes regionales homólogos y deberán contrastarse en el futuro mediante excavaciones sistemáticas. Es importante aclarar que dichos antecedentes muestran diferentes modos de uso de los espacios y organización de las actividades a lo largo de la historia. Por tal motivo se mantiene una visión flexible en relación a posibles funcionalidades múltiples de un mismo espacio. A modo de ejemplo, es conocida la práctica de entierros al interior de áreas domésticas en poblaciones aldeanas del primer milenio[28]. Cabe esperar entonces el registro de prácticas similares en los complejos domésticos de época formativa en la localidad arqueológica. Otras situaciones a considerar son las refuncionalizaciones de los espacios a lo largo del tiempo.

 

En base a las características arquitectónicas observadas en superficie y a la presencia y frecuencia de artefactos líticos y cerámicos de estilos diagnósticos, se plantea una estimación cronológica relativa y de grano grueso de cada detección considerando cuatro grandes bloques temporales que operativamente denominamos: Arcaico, Temprano o Formativo, Tardío, Subactual/Moderno e Indeterminado[29]. Cabe aclarar que en diversas detecciones se registraron materiales o técnicas constructivas características de diferentes momentos, evidenciando un prolongado uso de los espacios.

 

Finalmente se seleccionó el área norte de la localidad (Sectores Norte y Conoide Norte) para el levantamiento de planimetría con estación total (Trimble 3605 DR). La elección de la zona se basó en la abundancia y diversidad funcional y cronológica de las detecciones realizadas. Esta primera planimetría de la localidad permite exponer visualmente la complejidad del registro arquitectónico superficial en relación a la situación topográfica de las estructuras y la contigüidad y yuxtaposición espacial de rasgos de diferentes épocas.

 

Nuestra metodología se encuentra en la línea de los trabajos de relevamiento intensivo que se están llevando a cabo en diferentes sectores de Yocavil y que en conjunto contribuyen a completar un mapa arqueológico regional[30].

 

 

 

Resultados

 

A continuación se exponen los resultados de acuerdo con la sectorización del espacio propuesta. Se realizaron 66 detecciones, que suman un mínimo de 163 estructuras observadas, y se recolectó una cantidad superior a los 3000 fragmentos cerámicos. La totalidad de las detecciones se sintetiza en la Tabla 1 y se grafica en la Figura 6.­

 

 

Figura 6. Detecciones de diferentes estructuras arqueológicas en la localidad de El Colorado.

 

 

 

 

Sector Norte

 

Con un área de 195.000 m² de la ladera baja y la terraza fluvial, es el sector con mayor cantidad de detecciones, un total de 27, cubriendo un amplio rango temporal, desde momentos formativos hasta subactuales. En varias detecciones se aprecian alfarerías de diferentes épocas, sugiriendo un prolongado y complejo uso de dichos ámbitos (Figura 7). Se destaca la elaboración al pie del cerro de dos amplios espacios aterrazados, con muro de contención de piedra, sobre los cuales se construyeron diferentes conjuntos de estructuras. La piedra empleada principalmente en las construcciones es el granito propio del lugar.

 

Complejos domésticos: Sobre el espacio aterrazado emplazado al sur del sector se identificaron cuatro conjuntos de estructuras que clasificamos en esta categoría. Los números 2, 3, 4 y 12 se encuentran muy cercanos entre sí y pensamos que pudieron constituir unidades de ocupación contemporánea en algún momento de su historia. La construcción combina muros simples y dobles de piedra; la planta ortogonal con muros dobles es indicativa de una cronología tardía, no obstante la cerámica en superficie corresponde a estilos tardíos y formativos. Es posible que exista en este espacio una superposición de ocupaciones.

 

En el aterrazado ubicado al norte se detectaron tres conjuntos. El número 23 corresponde a los restos de una finca subactual con construcciones que poseen prolijos cimientos de piedra doble y muros de adobe, las bases de un horno de barro y un amplio campo agrícola en la terraza fluvial. Hacia el norte un gran muro de 22 metros define el límite del complejo. Estas construcciones pertenecen a la finca de Doña Primitiva de Mirabal y se encuentran abandonadas desde hace al menos sesenta años[31]. En la aerofotografía de 1968 (Plan Cordillera Norte) ya aparecen derruidas y sin techo. Con el número 15 designamos a un grupo de relictos de muros en las inmediaciones de esta finca, los cuales pensamos que pertenecen a una unidad más antigua afectada por su construcción, tal vez de época tardía. Sobre la terraza fluvial se emplaza también el conjunto 24, con dos recintos de piedra, uno de los cuales se encuentra en gran medida destruido por una profunda cárcava. Esta construcción subactual correspondería al “Puesto viejo” mencionado por Weiser. Por el nombre recibido deducimos que para la época de su visita, en 1920, esta unidad estaba abandonada y era considerada antigua. En el interior e inmediaciones de estos tres conjuntos se recolectaron alfarerías de época formativa, tardía y subactual, asimismo existen abundantes restos de materiales subactuales, como vidrio, loza y metal.

 

Agricultura: El número 25 identifica a un importante canal con muro de piedra y derivaciones construidas con piedra y barro que contornea el aterrazado Sur a lo largo de 113 metros. El canal tomaba sus aguas en el río Santa María, en el Sector Sur de la localidad, en un punto actualmente derruido[32]. De acuerdo con las observaciones de Debenedetti ya existía en 1920. Nos preguntamos si esta construcción subactual se construyó aprovechando una canalización de aguas prehispánica.

 

Además del espacio agrícola aledaño a la finca y al puesto viejo, el cual ocupa un área aproximada de 4.000 m², se observaron espacios nivelados y despedrados en la terraza fluvial, en relación de contigüidad con los complejos domésticos emplazados en el aterrazado sur. Los números 5 y 13 identifican pequeños espacios rectangulares aterrazados con muros de contención. Con el número 26 denominamos a una amplia área despedrada y desmontada de aproximadamente 4.500 m² con dos estructuras monticulares, posibles despedres. En este espacio se recuperó importante cantidad de fragmentos cerámicos formativos y tardíos. Es factible que el lugar haya servido a fines agrícolas en diferentes épocas. Hasta la década del 70 se lo empleó para el encierro de burros cimarrones[33], por tal motivo clasificamos a esta detección con una funcionalidad agrícola y ganadera.

 

Ganadería: En relación funcional con la detección 26 se suma la 27, un largo muro de piedra de 290 metros que contornea el cerro delimitando un sendero. Se trata de una gran manga para conducir a los burros hasta el espacio 26, ubicado en su extremo norte. Por último se identificó con el número 21 un gran corral subactual, relacionado con la producción caprina.

 

Lugar funerario/ceremonial: Seis detecciones se clasificaron en esta amplia categoría. Los números 10, 11 y 20 corresponden a grandes bloques de piedra naturales, “megalitos” con muros bajos de piedra circundantes emplazados en cotas medias sobre la ladera con amplio dominio visual sobre el entorno. No se halló material en superficie. En el número 11 se habría desenterrado una urna con tapa de laja[34]. Esta referencia, junto con la constatación de contextos funerarios en estructuras similares registradas en la localidad arqueológica Rincón Chico[35], nos permite postular esta hipótesis respecto de su funcionalidad.

 

El número 17 es un entierro directo de individuo adulto expuesto por la erosión de un barranco. En el perfil a 1,23 metros de profundidad se localizaron los restos de un esqueleto articulado en posición decúbito lateral derecho. Se conservaron in situ vértebras lumbares y parte de las extremidades inferiores. El esqueleto fue removido por la erosión en su mayoría.

 

 El número 18 designa a una estructura aterrazada con muro de piedra simple y dos montículos ovales ubicados a 7 metros de distancia, con un diámetro máximo aproximado de 6 metros, construidos con piedras pequeñas y medianas. En las inmediaciones se recuperó abundante cerámica fragmentada que, en su mayoría, corresponde a tipos formativos, con escasos ejemplares tardíos de tipos San José y Loma Rica. Estructuras semejantes se han observado en la zona de Andalhuala[36]. En el sitio Bajo Los Cardones estructuras monticulares de piedra contiguas a espacios habitacionales formativos fueron excavadas registrándose contextos funerarios[37]. Se plantea la hipótesis de que se trata de estructuras funerarias de época formativa.

 

Se identificó con el número 19 una cista funeraria construida con lajas, excavada y prácticamente desarmada. En superficie se hallaron fragmentos formativos y tardíos.

 

Por último ocho detecciones corresponden a diversas estructuras prehispánicas de funcionalidad indeterminada.

 

 

 

 

Figura 7. Selección de fragmentos cerámicos recuperados en superficie en el Sector Norte indicativos de diferentes temporalidades en la ocupación del espacio. a-f: cerámica formativa gris pulido y ante pulido con diseños incisos. g-k: cerámica tardía San José. l-m: cerámica tardía Loma Rica. n-p: cerámica tardía Santa María. q: cerámica tardía ordinaria peinada. r: cerámica subactual ordinaria alisada.

 

 

 

 

Figura 8. Levantamiento planialtimérico de los Sectores Norte y Conoide Norte. En color negro se grafican las estructuras prehispánicas, en color celeste, las estructuras subactuales, los puntos rojos indican estructuras ceremoniales/funerarias.

 

 

 

 

Sector Conoide Norte

 

En el extremo sur del conoide ubicado al norte del cerro Colorado se prospectó un área de 29.105 m² localizando 9 detecciones. Las construcciones en este sector son en su mayoría de piedra laja, que es el material que compone dicha geoforma, en combinación con algunos bloques graníticos del cerro Colorado. Si bien las evidencias indican ocupaciones de diversa temporalidad, es un sector con una notable impronta de momentos formativos, registrándose espacios en los cuales la alfarería superficial corresponde exclusivamente a dicha época.

 

Complejos domésticos: Dos interesantes conjuntos de estructuras se clasificaron en esta categoría. El número 28 se encuentra en el límite entre el conoide y la terraza fluvial. Se compone de dos recintos rectangulares y dos estructuras abiertas construidas con muros dobles y simples de piedra sobre un amplio espacio aplanado con muro de contención. Los estilos alfareros recuperados indican principalmente una cronología formativa, habiéndose recuperado escasos fragmentos tardíos de estilos San José.

 

El número 32 posee un diseño arquitectónico singular que recuerda al patrón Tafí, se compone de dos grandes recintos subcirculares y cinco estructuras subcirculares en su interior, construidos con muros simples y dobles de piedra en un área plana en el borde del barranco formado por el río Santa María. Sobre el barranco se construyó una rampa para acceder a la costa del río. La totalidad de la cerámica en superficie es indicativa de una cronología temprana. Siendo un espacio doméstico en el cual la alfarería formativa resulta excluyente, se trata de un punto de singular relevancia para el estudio del asentamiento pretardío no modificado por ocupaciones posteriores.

 

Agricultura: Se observó un espacio aplanado y despedrado limitado hacia el sur por un muro de contención de 22 metros (número 29). Esta nivelación y preparación de la superficie es consistente con un uso agrícola del espacio. Se recolectaron fragmentos cerámicos de estilos formativos, y en menor proporción, tardíos.

 

Las restantes seis detecciones corresponden a diversas estructuras de piedra y por el momento carecen de interpretación funcional.

 

Sector Centro

 

En esta zona la terraza fluvial alcanza su mayor amplitud, aspecto geomorfológico que ha favorecido el uso agrícola del área. 22 detecciones fueron identificadas en un espacio prospectado de 180.880 m² de ladera baja y terraza fluvial. Las estructuras arquitectónicas emplean también la piedra granítica del cerro.

 

Complejos domésticos: cuatro conjuntos de estructuras representan espacios potencialmente domésticos compuestos por recintos de diferente planta, con muros de piedra granítica simples y dobles, junto con amplios espacios aterrazados y despedrados de posible funcionalidad agrícola. En tres de ellos se halló exclusivamente alfarería tardía en superficie. El 39 es un recinto cuadrangular con dos estructuras anexas aplanadas. El 44 designa a un complejo de catorce estructuras en un gran aterrazado despedrado, estructuras monticulares de piedra y varios recintos de planta cuadrangular y subcircular. La detección 56, con un total de 6 estructuras corresponde a un gran recinto subcircular con un deflector anexo a su entrada y un círculo más pequeño en su interior, a una distancia de nueve metros hay otros dos círculos pequeños y dos muros aterrazados. Por último el número 51 se compone de 2 recintos cuadrangulares, 2 circulares, 2 aterrazados y 1 montículo de despedre. Allí se identificaron fragmentos de cerámica formativa y tardía.

 

Agricultura: Con los números 40, 41, 42, 47 y 49 se designan cinco espacios potencialmente agrícolas en los cuales se observaron recintos tipo canchón, aterrazados, estructuras abiertas y montículos de despedre. Estos espacios presentan alfarería tardía.

 

Ganadería: El conjunto 57 corresponde a un corral moderno actualmente en uso para la cría de cabras. A 60 metros hacia el sudeste, en un sector arbolado hay estructuras para el descanso, con un asiento y mesa de piedra (número 58).

 

Lugar funerario/ceremonial: El número 53 es un megalito con murito bajo semicircular, sin materiales superficiales, emplazado en una cota media sobre la ladera.

 

Sector Sur

 

La superficie del sector es comparativamente más pequeña (90.210 m²). La topografía presenta mayor complejidad debido a la existencia de pequeños espolones del cerro y a la contigüidad del conoide aluvional sur. De las tres detecciones realizadas, la 61 se clasificó como un Complejo doméstico moderno actualmente en uso para la cría de cabras y relacionado funcionalmente con el corral 57 y el área de descanso 58. Sobre un espolón, la detección 60 corresponde a un megalito con murito bajo elaborado con lajas transportadas al lugar, sin materiales en superficie. Por último, se identificó con el número 59 a un círculo de piedras de 3 metros de diámetro en cuyo interior se localizó un fragmento de punta de proyectil que es compatible con la tecnología de las antiguas poblaciones cazadoras en la región[38].

 

Sector Banda Este

 

Sobre la margen derecha del río Santa María se prospectó la terraza fluvial frente al cerro Colorado, cubriendo una franja de 250 metros desde la barranca hacia el este. Si bien la banda este posee menor cantidad de evidencias de ocupación que el piedemonte, se identificaron cinco conjuntos arquitectónicos y escasos fragmentos cerámicos aislados en diferentes lugares no vinculados con estructuras. Se realizaron cuatro detecciones con estructuras hacia el norte (62 a 65), en un área de 110,697 m² y una quinta (66) aislada en el extremo sur.

 

Complejos domésticos: El conjunto número 64 se compone de un recinto subcircular, dos estructuras abiertas subcuadrangulares construidos con muros simples de piedra. En la barranca se disponen dos rampas para acceder al complejo desde la planicie aluvial. La totalidad del material cerámico en superficie se clasifica como de estilos formativos.

 

El conjunto 65, de época subactual, está integrado por dos recintos con cimientos de piedra (muro doble) y paredes de adobe y un corral anexo. Está emplazado sobre el lote de la finca de Da. Primitiva y fue construido por la misma familia (Jesús Reyes comunicación personal).

 

Lugar funerario/ceremonial: Se trata de dos cistas funerarias (conjunto 62) excavadas y muy alteradas emplazadas sobre la barranca. En las inmediaciones se recolectó cerámica ordinaria formativa.

 

Las restantes dos detecciones son líneas de piedra de funcionalidad indeterminada.

 

Integrando los resultados desde una perspectiva social del paisaje

 

Los breves antecedentes de investigación repasados ilustran diversos aspectos de la ocupación humana en El Colorado. S. Debenedetti ofrece un bosquejo del paisaje comentando las instalaciones domésticas y agrícolas con una impronta poética. V. Weiser, por su parte, enfatizó la faz funeraria a través del registro de algunos entierros en cistas y en urnas tardías de estilos San José. Sus fotografías y la carta arqueológica del extremo austral de Yocavil constituyen los primeros documentos gráficos que conocemos para el lugar. La carta arqueológica coloca a El Colorado en el contexto regional con un estatus de lugar arqueológico, no obstante, la ausencia del topónimo en la misma afectó su posterior reconocimiento como referente regional[39]. Del mismo modo la publicación en un formato reducido impidió apreciar la singularidad de ciertos contextos funerarios identificados allí, como el entierro de adultos en urna. Este dato resulta destacable, ya que podría sugerir vínculos entre la población local y la de áreas vecinas hacia el sur, como los valles de Hualfín o Andalgalá en donde dicha práctica ha sido reportada para momentos tardíos[40].

 

Nuestras recientes prospecciones permitieron, a través del registro material de superficie, realizar algunas apreciaciones sobre múltiples instalaciones considerando como ejes principales a las dimensiones espacial, temporal y funcional. Se acotó el marco espacial ofreciendo definiciones sobre la extensión y emplazamiento de los espacios ocupados. Se buscaron indicadores cronológicos en la arquitectura y en los artefactos presentes en la superficie, integrando la dimensión temporal a la coordenada espacial. Por último se plantearon hipótesis funcionales sobre las instalaciones observadas. Este ejercicio reveló una profunda historia de ocupación del área, desde un posible aprovechamiento por parte de antiguas poblaciones cazadoras, sugerido por el hallazgo aislado de una punta de proyectil arcaica, hasta la instalación de complejos con arquitectura doméstica, áreas de producción agropastoril y espacios funerarios y ceremoniales a lo largo del primer y segundo milenio de la era, hasta la actualidad.

 

La perspectiva social del paisaje aporta elementos interesantes para abordar este escenario dado que nos permite pensar a los paisajes actuales como testimonio de la acumulación de vivencias y obras de las generaciones contemporáneas y pasadas que lo habitaron. Un paisaje moderno no es un conjunto de remanentes “fosilizados” de antiguos paisajes, supervivencias de diferentes períodos, sino el resultado de un proceso histórico de integración de múltiples temporalidades con diferentes ecos o resonancias en el presente[41]. La reflexión acerca del constante proceso de formación y transformación del paisaje nos permite percibir su carácter temporal, resultado polivalente y siempre dinámico del enlace entre el medio natural, las actividades humanas que lo transforman -y que son a su vez condicionadas o modeladas por su constitución- y las múltiples percepciones que provoca en sus habitantes, integrantes a su vez del paisaje. En tal sentido este no es un mero reflejo de las prácticas sociales, sino que, al ser el escenario de la acción, las condiciona, facilita o impide[42].

 

El registro material de diferentes épocas en El Colorado indica que se trata de un lugar del paisaje en uso y habitado a lo largo de un tiempo largo en relación a diferentes sistemas de organización social. Esto ofrece interesantes posibilidades para el estudio de las ocupaciones del espacio en un tiempo largo a través de la distinción de dinámicas de ocupación, reconfiguración y abandono de sitios según una perspectiva que intenta articular las diferentes escalas temporales de los procesos históricos, desde los acontecimientos relacionados a las experiencias cotidianas, hasta los dominios estructurales del largo plazo[43]. Esta integración de escalas temporales se conjuga necesariamente con una perspectiva multiescala en la dimensión espacial, acorde con la diversidad en la extensión de los espacios implicados en procesos históricos de corto y largo plazo en la región. Así, para acercarnos a las diferentes dinámicas del uso del espacio El Colorado se debe integrar a una escala regional en los diferentes momentos considerados.

 

Un aspecto notable de la localidad es que las ocupaciones mantuvieron en diferentes momentos un tamaño acotado, definido por unidades domésticas dispersas, articuladas con pequeños sectores de producción agrícola contiguos y espacios cúlticos/funerarios. Tres complejos domésticos emplazados en los sectores Conoide Norte y Banda Este corresponderían netamente a momentos formativos o pretardíos, sin observarse superposiciones con construcciones de momentos posteriores. Consideramos a estos lugares como de gran relevancia para las futuras investigaciones sobre este amplio segmento de la historia regional, el cual es conocido en Yocavil a partir de escasos sitios habitacionales[44]. Si bien en los sectores Centro y Sur existen hallazgos de alfarerías tempranas, la mayor proporción de evidencia de la época se concentra al norte de la localidad; allí las señales de ocupación formativa son más obstrusivas y plantean un registro con menores modificaciones por usos posteriores del espacio. En particular, la detección 32 exhibe características arquitectónicas aun no reportadas para el sector occidental del valle.

 

Un grupo de estructuras tardías en el Sector Norte podría calificarse como un pequeño conjunto semiconglomerado debido a su contigüidad[45] (detecciones 1 a 15), el cual puede evidenciar una escala demográfica algo mayor en relación a momentos previos. No obstante, esto no puede afirmarse de modo concluyente hasta que se realicen excavaciones, dado que en estos conjuntos y sus inmediaciones hay abundante material cerámico formativo que podría indicar la existencia de estructuras más antiguas subyacentes. Pensamos que esta es un área promisoria para la investigación de la ocupación a comienzos del segundo milenio, dada la abundancia de fragmentos cerámicos de estilos del formativo final y de comienzos del Tardío. En este punto es importante destacar la falta de información regional vinculada a espacios domésticos que den cuenta de ese tiempo, crucial en la historia regional, en el cual se gestaron importantes transformaciones políticas y territoriales acompañadas de cambios rotundos en el orden de los valores estéticos expresados en diversos soportes, como la alfarería.

 

A la hora de pensar en las instalaciones tardías en El Colorado hay que considerar que el centro poblado tipo pukara[46] más cercano es la fortaleza del Mendocino. Es factible que la población asentada en El Colorado en momentos tardíos mantuviera vínculos políticos y económicos con dicho núcleo. En el valle de Yocavil diferentes asentamientos tardíos de gran escala demográfica han sido investigados con intensidad. Comparativamente conocemos menos acerca de las instalaciones contemporáneas más pequeñas y su estudio nos ayudará a comprender otros aspectos de los sistemas de asentamiento complejos cuyas dinámicas implicaban el uso de espacios amplios y heterogéneos integrando unidades sociales de diverso orden en sistemas sociales mayores.

 

Las instalaciones subactuales y modernas fueron emplazadas en lugares con evidencias de ocupaciones previas, aprovechando las mejoras en el terreno elaboradas por las poblaciones más antiguas, como por ejemplo la nivelación, aterrazado y despedre del terreno[47].

Como dijimos la ocupación del área mantuvo en diferentes momentos una escala demográfica pequeña. Pensamos que esta constante no implica estatismo en las racionalidades intrínsecas a la construcción del paisaje a lo largo del tiempo, por el contrario las poblaciones que habitaron El Colorado son parte de la compleja historia regional cuyos pulsos y tendencias proveen de un marco a partir del cual abordar su análisis. Por su parte las diferentes instalaciones observadas en la localidad podrán constituirse en estudios de casos para ayudar a comprender momentos particulares de dicha historia.

 

Esta primera presentación de las evidencias de superficie nos permitió bosquejar un panorama inicial que muestra el gran potencial para el desarrollo de investigaciones arqueológicas a futuro en un área prácticamente desconocida en el sur de Yocavil. Entre los trabajos en curso se cuenta la elaboración de un herbario de referencia[48] y el análisis estilístico detallado de los fragmentos cerámicos recuperados. Esta última tarea nos permitirá jalonar los grandes bloques cronológicos con los que hemos trabajado en el presente artículo con categorías más precisas y acotadas en términos de la periodificación arqueológica regional. Nuestros próximos pasos en el campo se orientarán a la excavación de unidades seleccionadas en área extendida para comenzar a reconocer el registro subsuperficial.

 

 

Ingresó: 30/05/15

Aceptado: 06/11/15

 

Agradecimientos

A la Sra. Paula Suárez por hacernos conocer El Colorado. A los miembros de la Comunidad Originaria Ingamana Julio Edgardo Arnedo, Eugenio Navarro, Esteban Fuenzalida, Julio y José Villanueva, María de las Mercedes Arnedo, Dolores García, Crisólogo y Valeriana Villanueva y muy especialmente a Jesús Reyes, Silvia Reynoso y Jonatan Villanueva, por acompañar las tareas arqueológicas en la zona y por la información proporcionada sobre la localidad. A Sebastián Granatelli, Catriel Greco, Cecilia Beatriz Raíces Montero, María Belén Daizo, Verónica Evans, Ana Clara Scambatto, Natalia Petrucci y Marcelo Lamamí por su inestimable ayuda en las tareas de campo. A Rodolfo Raffino, Jorge Kraideberg y Gabriel Alarcón de la División Arqueología del Museo de La Plata. A Gabriela Amiratti, Alejandra Reynoso, Marina Marchegiani y Juan Manuel Estévez del Área de Arqueología, y a Marisa Scaraffoni del Archivo Fotográfico y Documental del Museo Etnográfico “Juan B. Ambrosetti”. A Clarisa Otero del Instituto Interdisciplinario Tilcara. A Romina Spano, Catriel Greco y Myriam Tarragó por sus recomendaciones y comentarios a una primera versión del trabajo. A los evaluadores y editores de la Revista Andes. Trabajo realizado en el marco de los proyectos UBACYT 2011-2014 0064 Investigador Joven, PICT-2010-0113 con la autorización de la Dirección de Antropología de la Provincia de Catamarca.

 

Tabla 1. Síntesis de las detecciones en la localidad arqueológica El Colorado por Sector. Referencias: C.D.: complejo doméstico, Agr.: agricultura, Gan.: ganadería, Rep.: reparo, Fun./Cer.: funerario/ceremonial, Indet.: indeterminado. Cuad.: cuadrangular, Circ: circular, Lin.: lineal, Ab.: abierto, Aterr.: aterrazado, Can.: canal, Ram.: rampa, Meg.: megalito, M.Desp.: montículo despedre, M.Fun: montículo funerario, E.Dir: entierro directo, mdr: muro doble con relleno. A: arcaico, F: formativo, T: tardío, S/M: subactual/moderno. 

 

 

 

 

 

 

 

INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL COLORADO, SUR DE YOCAVIL, CATAMARCA, ARGENTINA

 

Resumen

 

Se presentan los primeros resultados de nuestras investigaciones arqueológicas en la localidad El Colorado, valle de Yocavil, provincia de Catamarca. Se repasan los antecedentes inéditos de investigación y se muestran los primeros resultados de los trabajos en el terreno, enfocados, en una primera etapa, en el registro arqueológico de superficie. Mediante teledetecciones y prospecciones en el campo se identificaron conjuntos arquitectónicos residenciales y productivos, estructuras aisladas y áreas funerarias. Los estilos arquitectónicos, alfareros y otros materiales observados dan cuenta de una ocupación del sector de pequeña escala y muy prolongada desde épocas formativas hasta momentos contemporáneos. Los trabajos en El Colorado permiten integrar un área escasamente conocida a las consideraciones sobre el poblamiento y el desarrollo de asentamientos agropastoriles en el sur de Yocavil.

 

Palabras clave: Valle de Yocavil, asentamiento, paisaje arqueológico, período Temprano - Formativo, período Tardío, instalaciones subactuales.

 

 

Valeria Palamarczuk

 

 

ARCHAEOLOGICAL RESEARCH IN EL COLORADO, SOUTHERN YOCAVIL, CATAMARCA, ARGENTINA

 

 

Abstract

 

The first results of archaeological research in El Colorado locality, Yocavil Valley, Province of Catamarca, are presented. This paper considers unpublished research background and the first results of field work, focusing, in a first step, on the archaeological record of the surface. Residential and productive architectural complexes, isolated structures and burial areas were identified by teledetections and field surveys. The architectural and pottery styles, and other materials observed, account for a very prolonged occupation of the small-scale sector, from formative to contemporary times. Work on El Colorado can integrate a little known area into the analysis of the peopling and the development of agro-pastoral settlements in southern Yocavil.

 

Key words: Yocavil valley, settlement, archaeological landscape, Early period-Formative period, Late period, subactual facilities.

 

 

Valeria Palamarczuk



* Universidad de Buenos Aires. Instituto de las Culturas (IDECU) UBA – CONICET. Facultad de Filosofía y Letras. Museo Etnográfico "Juan B. Ambrosetti". e-mail: valepala@yahoo.com.ar

[1] Departamento de Santa María, Municipio de San José. En la actualidad no hay población residente en el sector. Los pueblos modernos más cercanos a El Colorado son Punta de Balasto al sur y El Desmonte al norte, a 4 y 4,5 km de distancia respectivamente.

[2] En nuestra primera visita en el año 2001 la Sra. Paula Suarez, llamó a la zona “El Colorado”. Por su parte S. Debenedetti y V. Weiser llaman al sector en sus libretas de campo inéditas “Cerro Colorado”. Para su publicación preferimos mantener el primer nombre con el que conocimos al lugar considerando también que en los vecinos valles del Cajón y de Hualfín se conocen otros sitios con el nombre de “Cerro Colorado”.

[3] Palamarczuk, Valeria, “Breve informe sobre “El Colorado”, un “nuevo” sitio arqueológico en el Valle de Santa María”, Informe beca estímulo UBA, MS, 2001.

[4] Ruiz Huidobro, Oscar J. Descripción geológica de la hoja 11e, Santa María. Ministerio de Industria y Minería, Subsecretaría de Minería, Servicio Nacional Minero Geológico, Boletín Nº 134, Buenos Aires, 1972.

Tineo, Alfredo, Estudios Hidrogeológicos del Valle del Río Santa María - Provincia de Catamarca -, Serie Correlación Geológica 20, Instituto Superior de Correlación Geológica (INSUGEO), San Miguel de Tucumán, 2005.

[5]  Estimación de área realizada con Google Earth Pro.

[6] Cabrera, Ángel, “Regiones fitogeográficas argentinas”, en Enciclopedia Argentina de Agricultura y Jardinería, editado por W. F. Kugler, 2º ed., Tomo II, Fasc. I, Acme, Bs. As, 1976.

[7] También hay referencias publicadas de este gran centro poblado tardío con otros nombres como “Fortaleza en Punta de Balasto” y “Cerro de Punta de Balasto” (Bruch, Carlos, “Exploraciones arqueológicas en las provincias de Tucumán y Catamarca”, en Revista del Museo de La Plata 19, Biblioteca Centenaria, Buenos Aires, 1911, pp. 1-209) o “Fortaleza indígena Mendocino” y “Cerro Mendocino” (Cigliano, Eduardo Mario, Investigaciones Arqueológicas en el Valle de Santa María, Publicación 4, Instituto de Antropología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional del Litoral, Rosario, 1960). Cerro de la Antiguería y Cerro de la Cruz son los modos frecuentes de referencia entre los pobladores actuales. Recientemente se ha propuesto también el nombre de pucará de Ingamana en la Comunidad Originaria Ingamana.

[8] Museo Etnográfico, Archivo fotográfico y documental, Debenedetti, Salvador, Libreta de campo de la XVI Expedición arqueológica de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 1920.

[9] Museo Etnográfico, Área de Arqueología, Catálogo original de inventario N° 5 del Museo Etnográfico “Juan B. Ambrosetti”.

[10] Marchegiani, Marina, Las formaciones sociales de Yocavil durante la dominación inca y la conquista española. Contacto, conflicto, persistencia y transformaciones (siglos XV-XVII d. C.), Tesis Doctoral, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 2011.

[11] Márquez Miranda, Fernando, “Los Diaguitas. Inventario Patrimonial Arqueológico y Paleo-Etnográfico”, en Extracto de la Revista del Museo de La Plata (Nueva serie), Tomo III, Sección Antropología, Instituto del Museo, Universidad Nacional de La Plata, La Plata, 1946, pp. 56, Figura 12 y pp. 111, Figura 31.

[12] Carrara, María Teresa; Lorandi, Ana María; Renard, Susana y Tarragó, Myriam, “Punta de Balasto”, en Investigaciones arqueológicas en el valle de Santa María, Instituto de Antropología, Publicación 4, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional del Litoral, Rosario, 1960, pp. 114, Lámina II.

[13] Vladimiro Weiser menciona en sus apuntes de campo a este cementerio con la sigla “I/CC.”. Museo de La Plata, División Arqueología, Weiser, Vladimiro, Manuscrito, Libreta 16, Cuadernos y diarios de campo de la III expedición Benjamín Muñiz Barreto al NOA, 1920-1921, pp. 19.

[14] Las reproducciones publicadas de la Carta Arqueológica de Punta de Balasto carecen de nitidez y no permiten distinguir en las referencias entre las sepulturas de adultos y de párvulos en urnas. El dato pudo obtenerse consultando la carta original. Se constató que en la misma la única referencia a entierro de adultos en urnas corresponde al Cerro Colorado.

[15] Museo de La Plata, División Arqueología, Weiser, Vladimiro, 1920-1921, Ob. Cit., pp. 87.

[16] Museo de La Plata, División Arqueología, Weiser, Vladimiro, 1920-1921, Ob. Cit., pp. 87.

[17] Museo de La Plata, División Arqueología, Weiser, Vladimiro, 1920-1921, Ob. Cit., pp. 87.

[18] Weiser empleaba un método simple y preciso para la ubicación en planta de los hallazgos; consiste en marcar dos puntos en el terreno y establecer la distancia entre ellos y el ángulo de desviación entre la recta conformada entre ambos puntos y el norte. Luego medía la distancia entre cada hallazgo y los extremos de la recta de referencia, lo que permite a posteriori ubicarlos por intersección sobre un plano. Este sistema es una variante del método de intersección.

[19] Palamarczuk, Valeria; Álvarez Larrain, Alina y Grimoldi, María Solange, “El “problema San José” y las tipologías cerámicas. La alfarería de inicios del segundo milenio en Yocavil”, en Revista Arqueología 20 Dossier, Buenos Aires, 2014, pp. 107-134.

[20] Museo Etnográfico, listado de fotografías de la colección Muñiz Barreto, Descanso al medio día bajo de un algarrobo, al pie del cerro Colorado, Álbum 2, números 122. Prov. Catamarca Depto Sta María. P. de Balasto. Cemtrio puesto viejo al pie del cerro colorado. Tinaja faja colorada con puco. 123. Prov. Catamarca Depto Sta María. Punta de Balasto. Cemtrio puesto viejo al pie del cerro colorado. Tinaja faja colorado. 144. Prov. Catamarca. Punta de Balasto. http://www.museo.fcnym.unlp.edu.ar/archivo_historico_colecciones consultada el 7/11/2014.

[21] Cigliano, Eduardo Mario, 1960, Ob. Cit.

 Lorandi, Ana María, “El arte rupestre del Noroeste argentino”, en Dédalo, 11(4), 1966, pp. 15-172.

[22] Tarragó, Myriam y González, Luis, “Variabilidad en los modos arquitectónicos incaicos. Un caso de estudio en el valle de Yocavil (noroeste argentino)”, en Chungara, 37 (2), Arica, Chile, 2005, pp. 129-143.

[23] González, Luis, “Tambo feroz. Nuevos datos sobre el asentamiento de Punta de Balasto y la ocupación incaica en el sur del valle de Santa María (Provincia de Catamarca)”, en Actas XII Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Vol.1, 1999, Córdoba, pp. 222-232.

[24] Marchegiani, Marina, 2011, Ob. Cit.

[25] Fiore, Danae, Analysis of Ampajango rock art, Santa María, Argentina: an approach to the structure of its designs and the techno-logy of its production, MA Dissertation, Institute of Archaeology, University of London, Manuscrito, 2007.

[26] Scattolin, María Cristina, “Organización residencial y arquitectura en el Aconquija durante el primer milenio A. D.”, en Actas del XIII Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Tomo 1, Córdoba, 2001, pp. 439-449.

[27] Carbonelli, Juan Pablo, “El sitio Ampajango, cincuenta años después”, en Revista Arqueología 19 (1), Buenos Aires, 2013, pp. 41 – 64.

 

[28] Palamarczuk, Valeria; Spano, Romina; Weber, Florencia; Magnífico, Daniel; López, Soledad y Manasiewicz, Mariano, “Soria 2. Apuntes sobre un sitio Formativo en el Valle de Yocavil, Catamarca, Argentina”, en Intersecciones en Antropología Nº 8, Olavarría, 2007, pp. 121-134.

[29] Con base en la información regional disponible y de modo esquemático para la localidad se considera que los bloques temporales cabrían dentro de los siguientes rangos: Arcaico (previo al siglo V a.C.); Temprano o Formativo (siglo V a.C. – siglo X d.C.); Tardío (siglo XI – mediados del siglo XVII d.C.); Subactual/Moderno (mediados del siglo XVII – presente). Nótese que el bloque que denominamos “Tardío” involucra diferentes momentos en la historia regional: Período de Desarrollos Regionales, Inca y Colonial temprano.

[30] Reynoso, Alejandra; Pratolongo, Gerónimo; Palamarczuk, Valeria; Marchegiani, Marina y Grimoldi, María Solange, “El Calvario de Fuerte Quemado de Yocavil. Excavaciones en los torreones incaicos”, en Actas del XVII Congreso Nacional de Arqueología Argentina, Tomo IV, Universidad Nacional de Cuyo, FFyL, INCIHUSA, CONICET, Mendoza, 2010, pp. 1327-1332. Álvarez Larrain, Alina, “Sudeste del valle de Yocavil: teledetección y paisajes arqueológicos”, en Entre Pasados y Presentes III, Mnemosyne, Buenos Aires, 2012, pp. 1016-1036. Álvarez Larrain, Alina y Lanzelotti, Sonia, “Habitar y cultivar en el este del valle de Yocavil”, en La espacialidad en Arqueología. Enfoques, métodos y aplicaciones, compilado por I. Gordillo y J. M. Vaquer, Abya-Yala, Quito, 2013, pp. 151-190. Greco, Catriel, “La cronología del valle de Yocavil. Escalas, datos y resultados”, en Revista Arqueología 20, Dossier, Buenos Aires, 2014, pp. 11-37. Lanzelotti, Sonia, “Localización geográfica y emplazamiento de los "cementerios", "yacimientos" y "poblados" arqueológicos de Caspinchango”, en Estudios Sociales del NOA - nueva serie, FFyL, UBA, 2014, pp. 129-149.

[31] Jesús Chaile comunicación personal 2012.

[32] Jesús Chaile comunicación personal 2012.

[33] Julio y José Villanueva comunicación personal 2012.

[34] Paula Suárez comunicación personal 2001.

[35] González, Luis y Doro, Raúl, “Jardines de piedras. Estructuras ceremoniales en Rincón Chico (Provincia de Catamarca)”, en Etnía 46-47, Buenos Aires, 2003, pp. 147-168.

[36] Álvarez Larrain, Alina, 2012, Ob. Cit.

[37] Chiappe Sánchez, Natalia, “Construir, significar, perpetuar… Lugares para la muerte, espacios de la vida cotidiana”, en Arqueología 16, Buenos Aires, 2010, pp. 35-58.

 

[38] Juan Pablo Carbonelli comunicación personal 2014.

[39] Varios años después de su primera publicación, Carrara et al. publicaron un detalle de la carta arqueológica de Punta de Balasto confeccionada por Weiser, asignando esta vez el nombre Co. Colorado sobre el sector correspondiente. Carrara et al., 1960, Ob. Cit., pp. 14, Lámina II.

[40] Ratto, Norma; Aranda Claudia y Luna, Leandro, “Bioarqueología y prácticas mortuorias de valles mesotermales del oeste catamarqueño, Argentina: resultados preliminares”, en Libro de Resumen III Congreso Latinoamericano de Arqueometría, Universidad de Tarapacá, Arica, 2011, pp. 19-20. Williams, Verónica. y de Hoyos, María,El entierro de Agua Verde: Variables bioarqueológicas para el estudio de la complejización social”, en Intersecciones en Antropología, N° 2, Olavarría, 2001, pp. 19-35.

[41] Lucas, Gabin, The archaeology of time, Themes in Archaeology, Routledge, Oxon, 2005.

[42] Ingold, Tim, “The temporality of the landscape”, en World Archaeology, Vol. 25, N° 2, England, 1993, pp. 152-174.  Bender, Barbara, “Time and landscape”, en Current Anthropology, Vol. 43, N°S4, 2002, pp. 103-112.

[43] Braudel, Fernand, La historia y las ciencias sociales, Alianza Editorial, Madrid, 1970 [1958].

[44] Scattolin, María Cristina, “La organización del hábitat precalchaquí (500 a.C.-1000 d.C.)”, en El hábitat prehispánico. Arqueología de la arquitectura y de la construcción del espacio organizado, Editores: M. E. Albeck, M. C. Scattolin y M. A. Korstanje, FHyCS-UNJu, San Salvador de Jujuy, 2010, pp. 13-51.

[45] Madrazo, Guillermo y Ottonello, Marta, Tipos de instalación prehispánica en la región de la Puna y su borde, Monografías, 1, Museo Municipal “Dámaso Arce”, Olavarría, 1966.

[46] Tarragó, Myriam, “Poblados tipo pukara en Yocavil. El plano de Rincón Chico 1, (Catamarca, Argentina)”, en Estudios sociales del NOA / nueva serie, 11, FFyL, UBA, 2011, pp. 33-61.

[47] De acuerdo con el registro catastral la localidad se divide en siete lotes alargados de este a oeste, desde la ruta 40 hasta la cumbre del cerro, una división del espacio que garantiza a cada propietario el acceso a los recursos disponibles en los diferentes pisos altitudinales -incluyendo el agua del río-, imprescindibles para la economía agropastoril de autosubsistencia que predominó en la zona hasta las últimas décadas.

[48] A cargo de la Lic. Natalia Petrucci.