Revista Andes, Antropología e Historia

Vol. 2, Nº 32, Julio - Diciembre de 2021

 

Esta obra está bajo licencia de Creative Commons Atribución - No Comercial CC BY-NC    https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/ ISSN Nº 1668-8090

 

 

Sentimientos, experiencias y refugio judío en Tucumán (Argentina), 1939-1946

 

Feelings, experiences and Jewish refuge in Tucumán (Argentina), 1939 – 1946

 

Vanesa Teitelbaum

Instituto Superior de Estudios Sociales (ISES)

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)

Universidad Nacional de Tucumán (UNT)

Argentina

vteitel@yahoo.com

 

 

Fecha de ingreso: 22/09/2020

Fecha de aceptación: 10/05/2021

 

 

Resumen

El trabajo examina una temática relevante pero poco explorada referida a la ruta que le permitió a miles de refugiados judíos polacos salvarse de la guerra y el avance nazi, al salir de Europa a través del Lejano Oriente. Con el fin de articular las escalas de análisis y aproximarme al estudio de esta temática para Tucumán, donde habita una de las comunidades judías más antiguas y grandes del norte argentino, el artículo analiza -desde un enfoque de historia social y con una metodología cualitativa- los testimonios de inmigrantes y refugiados judíos, como Nejome Zaluski de Werchow (1914-1994), quien migró a la provincia en tiempos del nazismo. En el estudio se argumenta el influjo que alcanzaron en sus descripciones sobre la guerra y su impacto en la población judía los ejemplos tomados de la tradición, la biblia y la historia judía. Además, propongo la presencia de un lenguaje común entre los refugiados judíos que sintieron alegría y esperanza ante el futuro que les abría la migración, combinadas con el sufrimiento y la necesidad de honrar a sus familiares muertos en la Shoá. En esa tónica, propongo, también, el contraste entre las percepciones favorables sobre Argentina y las imágenes negativas sobre su pasado europeo.

 

Palabras claves: Segunda Guerra Mundial, refugiados judíos, ruta de escape, pesar, mártires

 

 

Abstract

The work examines a relevant but little-explored theme referring to the route that allowed thousands of Polish Jewish refugees to save themselves from the war and the Nazi advance, leaving Europe through the Far East. In order to articulate the scales of analysis and to approach the study of this subject inTucumán, where one of the oldest and largest Jewish communities in northern Argentina lives, the article analyzes -from a social history approach and with a qualitative methodology- the testimonies of Jewish immigrants and refugees, such as Nejome Zaluski de Werchow (1914-1994), who migrated to the province during Nazi times. The study considers that the influence of their descriptions of the war and its impact on the Jewish population is based on examples taken from tradition, the Bible and Jewish history. Furthermore, it is argued that there is a common language among Jewish refugees who were joyful and optimistic about the future thanks to migration, while they had also both sorrow and the need to honor the relatives who had perished during the Shoah. In this sense, it is also proposed that there is a contrast between their favorable perceptions about Argentina and the negative images of their European past.  

 

Key words: Second World War – Jewish refugees – escape route – sorrow – martyrs

 

 

 

 

Introducción

 

Este trabajo explora la ruta, poco conocida y estudiada, referida a los judíos que consiguieron escapar desde Polonia a Lituania, posteriormente a Rusia, luego a Japón y desde allí embarcar rumbo a diferentes destinos, entre los cuales se encontró América Latina y, más precisamente aún Argentina. En este periplo (centrado entre los meses de julio de 1940 y junio de 1941, aproximadamente) fueron claves los apoyos brindados por particulares, diplomáticos y representantes de asociaciones, comités y organizaciones de ayuda internacional.

Para estudiar este proceso concerniente a la historia de la Shoá[1] y, más particularmente aún, al campo de estudios de los refugiados judíos en Argentina[2], el trabajo plantea un enfoque de historia social y prioriza una metodología cualitativa para examinar un conjunto de fuentes, tales como los testimonios de inmigrantes judíos polacos, contenidos en el Archivo de Historia Oral Otras memorias de la ORT (en adelante AHO) y, especialmente, los materiales resguardados por el United States Holocaust Memorial Museum (en adelante USHMM) que contienen información sobre los refugiados judíos que se salvaron al escapar vía Japón.

Uno de mis propósitos en esta investigación consiste en articular las escalas de análisis y aproximarme, a manera de un estudio microscópico, al estudio de esta temática para Tucumán, espacio provincial que alberga a una de las comunidades judías más antiguas y grandes del norte argentino pero carece de este tipo de aproximaciones historiográficas[3]. Así, y con el fin de avanzar en un terreno de gran vitalidad, el trabajo explora los sentimientos y las experiencias que Nejome Zaluski de Werchow (1914-1994) plasmó en su diario de viaje y en dos agendas que escribió en la época de su migración en tiempos de la Segunda Guerra Mundial y el avance del terror nazi en Europa[4].

Tal como se desprende de los documentos personales consultados, su trayectoria migratoria pasó por diferentes instancias: su huida de Polonia a fines de 1939, su refugio durante un poco más de un año en Lituania, su salida hacia la Unión Soviética, el viaje a Japón y, finalmente, su embarque a Argentina a finales de abril de 1941. A partir de la información obtenida del examen de otras fuentes y de la bibliografía sobre el tema, es posible indicar que para esa fecha las posibilidades de escapar de la Europa en guerra eran sumamente escasas. Sin embargo, más tarde, fueron, prácticamente inexistentes. En esa tónica, uno de los argumentos que subyace en este trabajo plantea el influjo que alcanzó en la concreción de su viaje la participación de instituciones judías como el American Jewish Joint Distribution Committee (JDC), conocido como el Joint[5], organización fundada en 1914 en Estados Unidos con el objetivo de conseguir fondos para ayudar a los judíos de Europa y Medio Oriente, la cual llegó a convertirse en “la agencia judía de socorro más importante a nivel internacional”[6] y la Sociedad Hebrea de Ayuda al Inmigrante (HIAS)[7], fundada en 1900 para asistir en las necesidades rituales del entierro judío, que se orientó después al campo de la ayuda y la asistencia a las comunidades judías de Europa afectada por el conflicto bélico con la Primera Guerra Mundial.[8] Asimismo, contó con el respaldo del Comité de judíos de Kobe (Japón) y autoridades consulares, como el entonces cónsul argentino en Japón.

Un vértice central del estudio consiste en explorar sus percepciones en torno a la guerra y, en particular, su impacto en la población judía polaca, vertida a través de los comentarios, explicaciones, poemas y citas que realizó en los escritos que acompañaron sus vivencias de viaje y adaptación al nuevo país. En esa dirección, el artículo propone dos hipótesis: la primera, referida al influjo que alcanzaron en sus descripciones los ejemplos tomados de la tradición, la biblia y la historia judía y, la segunda, vinculada con un lenguaje común entre los refugiados judíos[9] que sintieron alivio y esperanza ante el futuro que les abría la migración, combinadas con nostalgia y dolor por haberse separado de sus familiares que quedaron en Europa[10]. En esa tónica, podemos proponer, además, la contraposición entre las percepciones favorables sobre Argentina, contrastadas con las imágenes negativas sobre su pasado europeo. Finalmente, es posible, además, situar el testimonio analizado en un clima de época en el cual primaba la noción de mártires y la imperiosa necesidad de homenajear y llorar a los familiares muertos trágicamente en la Shoá[11].

 

Una ruta poco conocida: el escape vía Japón y las ayudas recibidas[12]

 

El examen de los documentos contenidos en el USHMM y la lectura de la bibliografía sobre el tema permitieron reconstruir y enmarcar el caso estudiado en un conjunto más amplio, referido a refugiados judíos polacos, quienes en un contexto dominado por el desenlace de la Segunda Guerra Mundial, el avance del terror nazi y las leyes restrictivas de la migración implementadas por numerosos países en la época, pudieron huir de Europa a través de Japón.[13] Cuando empezó la guerra, aproximadamente tres millones y medio de judíos se encontraban en Polonia y, por lo tanto, sufrieron las consecuencias de las disputas y enfrentamientos entre alemanes y soviéticos. En efecto, el 1 de setiembre de 1939 Alemania invadió Polonia y el 17 de setiembre de ese año las tropas soviéticas entraron en Polonia, dividida entonces entre Alemania y Rusia.

En ese año comienza, precisamente, el diario de Nejome Zaluski, quien había nacido en Kobryn (Polonia) y al momento de estallar la guerra vivía allí con sus padres, en el seno de una familia trabajadora que respetaba las tradiciones y la cultura judía. En ese marco podemos situar su formación, primero en una escuela primaria polaca y luego en el colegio secundario judío Tarbut. Además, ella participó en agrupaciones juveniles sionistas, completó un año de magisterio y había aprendido varios idiomas, como el idish, el polaco, el ruso, el inglés y el hebreo[14]. Su objetivo era viajar a la Argentina, concretamente a la provincia de Tucumán, en donde se encontraba su esposo, Moishe Werchow, con quien ella se había casado en 1937, unos pocos meses antes de que él migrara junto con sus padres[15]. Pero la guerra dificultó este propósito y el cierre de fronteras, consulados, la falta de recursos económicos y, sobre todo, el inexorable avance del nazismo demoraron el encuentro del joven matrimonio durante cuatro años, hasta que, finalmente, pudieron reunirse.  

Tal como se reveló en su diario, fue durante la navidad de 1939, el año en que comenzó la guerra, cuando ella salió de su hogar y de forma clandestina cruzó la frontera polaca con Lituania en dirección hacia Vilna, ciudad de floreciente vida judía a la cual pudo llegar el 10 de enero[16]. Para mantenerse en Vilna, Zaluski se apoyó en la asistencia que brindaban los organismos judíos. En ese sentido, asistió a las oficinas del Joint y de HIAS, con el fin de conseguir alimentos para su subsistencia. Además, trató ella misma de ganar algo de dinero y para eso tejió sweaters y trabajó durante un pequeño tiempo en el Instituto Científico Judío (el JIVO), aunque como aclaraba en su diario esto lo pudo hacer antes de que comenzaran a regir los nuevos decretos estatales.

Su estancia en esa urbe sufrió el impacto de la ocupación rusa en junio de 1940 y la incorporación a la Unión Soviética en agosto de ese año, tanto de la ciudad de Vilna como del resto del país, convertido así en la República Socialista Soviética de Lituania. Para los refugiados judíos que se encontraban en Lituania en ese momento, la coyuntura era completamente riesgosa y compleja. Como no tenían una residencia permanente y carecían de trabajo, su situación era vulnerable y sus opciones sumamente escasas. Una de las posibilidades para ellos era adoptar la ciudadanía soviética, pero este camino les cerraba la puerta para volver a sus casas. La otra opción que tenían era rechazar la ciudadanía soviética con el riesgo de que esta decisión los condujera a una deportación a Siberia[17].  

Fue en esa coyuntura adversa que miles de judíos resolvieron escapar. Sin embargo, aquí se originaba otro gran problema que era por dónde huir. Alemania ya había invadido Europa occidental y los Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo y Francia habían caído ante el Eje. De esta forma, “las opciones para escapar eran pocas y todas requerían permisos diplomáticos (visas) para cruzar las fronteras internacionales. Cuando los soviéticos ordenaron el cierre de todos los consulados diplomáticos antes del 25 de agosto de 1940, el tiempo comenzó a agotarse”[18].

Ante esta situación, la salida que se vislumbró como posible para los refugiados judíos polacos en Lituania fue transitar hacia Rusia y desde allí viajar a Japón para desde el país asiático embarcarse rumbo a algunos de los destinos posibles, como Palestina, Sudáfrica y América (del Norte, Central y Sudamérica). En la configuración de esta alternativa de huida fue clave la información proporcionada por aquellos refugiados que habían conseguido abordar el Ferrocarril Transiberiano que se dirigía hacia el puerto oriental de Vladivostok[19]. Ciertamente, durante casi un año, entre julio de 1940 y junio de 1941, un número estimado en aproximadamente 2.100 refugiados judíos dejó Lituania y llegó a Moscú, en Rusia, con el fin de subir al Ferrocarril Transiberiano[20]. Debemos agregar que el Joint desempeñó un rol fundamental para posibilitar esta ruta de escape, al financiar a un grupo de refugiados el costo del boleto Intourist[21].

En ese contexto podemos situar la trayectoria migratoria de Zaluski, quien realizó varios y sostenidos esfuerzos para conseguir sus documentos migratorios y embarcar rumbo a Argentina. En primer lugar, acudió al Consulado de Kaunas (Lituania) en busca de la visa que le permitiera salir de Europa. Su objetivo, como el de tantos otros judíos en su situación, era obtener la visa de tránsito de Japón, documento a través del cual podrían salir de Rusia.

Sin éxito en la oficina diplomática de Lituania -país que en ese momento estaba ocupado por los rusos, como ya se dijo- decidió, sin embargo, arriesgarse y probar salir igual de Europa. Para ello, recurrió a varias estrategias. Por un lado, se comunicó con su familia en Polonia y recibió la visita de su madre y uno de sus hermanos, quienes le acercaron algo de dinero y objetos personales. No obstante, informada del peligro que correría al llevar rublos (le dijeron que los rusos confiscaban ese dinero)[22], se deshizo del mismo y resolvió solicitar la ayuda de un amigo y de una persona que sabía que prestaba dinero para el viaje. Además, recurrió al Joint. Con estos apoyos que le permitieron reunir el dinero necesario para costear el boleto en tren, ella salió de Kaunas a finales de febrero de ese año de 1941 y desde Vilna abordó el tren con destino a Vladivostok, donde esperaba recibir la visa japonesa que le permitiría, finalmente, embarcarse rumbo a su destino: Argentina.

Este trayecto de su migración, es decir el viaje en tren desde Lituania a Rusia duró aproximadamente 12/13 días, en los cuales atravesó toda Rusia y el espacio fronterizo con Manchuria, Mongolia, Url y Birobidzhan. El tren se detenía en las grandes estaciones, como Kírov, Sverdlovsk, Omsk, Tomsk, Novosibirsk, Krasnogorsk, Irkutsk y los grandes montes Baikales y el lago Baikal.

En Vladivostok bajó junto con otras 27 personas que esperaban obtener la visa japonesa. Sin embargo, solo ella y otras siete personas recibieron el documento. En ese momento, ellos se enteraron que el consulado iba a cerrar al día siguiente y se devolverían todos los documentos restantes, incluidos las fotos y el dinero abonado.

Una vez que Zaluski recibió la visa pudo salir de Rusia (el 21 de marzo de 1941) y viajar hacia Japón. Su llegada al país nipón siguió un itinerario semejante al del resto de refugiados judíos polacos. De acuerdo con el análisis de su diario, complementado con la revisión de otros documentos, podemos apuntar que el camino recorrido por los refugiados al llegar era, en líneas generales, el siguiente. Primero, arribaban al puerto de Tsuruga. Desde allí, y acompañados por el delegado de la comunidad judía de Kobe, se dirigían en tren hacia la ciudad de Kobe. Tanto al consulado de esa ciudad, como a los de Yokohama y Tokio, acudían los refugiados judíos para tratar de conseguir visas.

En el caso analizado, la ciudad clave fue Yokohama, porque allí obtuvo Zaluski los papeles que le faltaban para completar su migración. En ese trayecto, contó con la ayuda del delegado del Comité Judío de Kobe, de apellido Gerechter, quien le informó que su visa se encontraba en el consulado argentino de Yokohama y hacia allí fue Zaluski. Después de las 12 horas que duró el viaje, y ya en el consulado argentino en Yokohama, ella se reunió con Alfredo J. Ambrossoni, quien era entonces el cónsul argentino en dicha ciudad. Su recuerdo sobre este diplomático fue por demás revelador. Según evocaba en su diario, el buen trato que le dispensó el cónsul, la reconfortó. Volvió a sentirse como una persona, afirmaba con una expresión por demás significativa. Ambrossoni, con quien pudo comunicarse ya que hablaron en inglés, le explicó lo que tenía que hacer, la trató con amabilidad e incluso le convidó un café. Este trato humano y cortés contrastaba ampliamente con otras actitudes, como las que ella recordaba acerca de su experiencia en consulados rusos, donde “ni una vez había permanecido demasiado tiempo y no solo ella sino todo el mundo que iba hacia allí”. De esta forma, hacía referencia a lo vivido en Kaunas, bajo la ocupación soviética[23].

Con fecha del 5 de abril de 1941 fueron la mayoría de los documentos migratorios que recibió en el consulado y con los cuales pudo, finalmente, emprender su viaje a la Argentina.[24] El 30 de abril de ese año de 1941, Zaluski abordó un gran barco de carga japonés, el África Maru y el 9 de julio, efeméride de gran contenido simbólico para la Argentina que conmemoraba su independencia de España, llegó a Buenos Aires. Al otro día -y ya con su marido quien había viajado hasta Buenos Aires para esperarla- subió al tren que la llevaría a Tucumán, donde la esperaba la posibilidad de una nueva vida. Atrás quedaba Europa y la guerra. Pero, ¿efectivamente, quedaba atrás?

 

El África Marú y otras historias de refugiados judíos que huyeron hacia el Lejano Oriente 

 

Para recapitular y avanzar algunas cuestiones, el viaje de Zaluski formó parte del periplo recorrido por aquellos judíos que consiguieron escapar de la guerra siguiendo la ruta Polonia-Lituania-Rusia-Japón y desde allí a los diferentes destinos.

            Al respecto, son varias las historias personales que resguarda el Museo del Holocausto en Estados Unidos sobre esta migración judía desde Japón. Entre éstas, podemos mencionar la de Susan Bluman y su novio Nathan, quien con el estallido de la Segunda Guerra Mundial decidió huir por la frontera con Lituania hasta Vilna, donde permanecieron durante un año hasta que obtuvieron la visa de tránsito para viajar desde Japón. De esta forma, al despuntar el año 1941, salieron de Lituania y subieron al Transiberiano que los llevó a Japón. Desde allí embarcaron con destino a Canadá, en junio de 1941.

Como mencionaba antes en el trabajo, hubo otros refugiados que no pudieron obtener las visas de destino para salir de Japón y, por lo tanto, debieron permanecer allí. Después, con el desarrollo de la guerra fueron enviados a Sanghai (China), ocupada por Japón. Tal fue el caso de Yonia Fain, quien tras la invasión alemana de Polonia, huyó con su esposa desde Brest- Litovsk en el este de Polonia, a Vilna. Cuando esta ciudad fue ocupada por los soviéticos en junio de 1940, Yonia y su esposa falsificaron visas de tránsito para Japón y huyeron a ese país. Sin embargo, al no poder conseguir en Japón visas válidas para ningún otro país, tuvieron forzosamente que permanecer allí. En el otoño de 1941, fueron obligados por las autoridades japonesas a instalarse en Shanghai, en la China ocupada por Japón. Allí tuvieron que quedarse hasta el final de la guerra y recién en 1948, consiguieron migrar a México[25]. Además de estas trayectorias, otras historias similares resguardadas por el Museo del Holocausto testimonian esta alternativa de huida que permitió salvarse del exterminio nazi a miles de judíos polacos, quienes a través de Japón viajaron hacia Estados Unidos, Canadá y otros dominios británicos[26].

Otros refugiados judíos se dirigieron hacia Sudamérica. Tal fue el caso del África Marú, el barco japonés en el cual viajó Zaluski junto con otros pocos europeos y, en su mayoría, con pasajeros japoneses. En su diario, ella describía a sus compañeros de viaje. Según explicaba, en primera clase, iba un padre, cuyo destino era Sudáfrica, donde estaban sus hijos. También en esa sección y con el mismo destino, viajaba una mujer con su hija, a quienes las esperaban allí su marido y su padre. Por su parte, en tercera clase, donde iba Zaluski, estaban también la familia Ovjesevich, que se dirigía a Buenos Aires, donde vivían familiares, y la señora Przedowa con su niñita de 3 años y medio, con quien ella entabló amistad en el viaje y quien se reencontraría con su marido en la capital argentina. Además, en esa clase del barco iba un matrimonio rumbo a África. Es decir, eran un puñado de europeos los que fueron a bordo del África Marú, el resto eran todos japoneses[27].

El África Marú, como otras embarcaciones que navegaron en ese contexto de la contienda bélica, sufrió cambios de ruta, demoras en el mar, rechazos para descender en los puertos e incluso pasajeros que no pudieron llegar a su destino. Su itinerario fue el siguiente. Desde Kobe, en Japón, salió el 30 de abril de 1941. En su trayecto, se detuvo primero en el Puerto de Singapur, donde los pasajeros pudieron descender y recorrer la ciudad. Posteriormente, la embarcación pasó por las pequeñas islas, vinculadas unas a las otras, Sumatra, Borneo y Java, para adentrarse después en el Océano Índico.

A finales del mes de mayo, el barco llegó a Lorenzo Marques y allí bajaron los pasajeros y pudieron recorrer la ciudad. Sufrieron grandes demoras, ya que no sabían si el barco podría continuar su viaje. Al parecer, debían quedarse allí entre 8 o 10 días, porque no se sabía si permitirían ingresar al barco en el puerto de Durban, que era un puerto inglés[28]. Al final, pudieron partir hacia allí, pero debieron quedarse a mar abierto varios días, porque no los autorizaban a ingresar al puerto. Finalmente, lograron entrar al puerto de Durban y desde allí el barco se dirigió, el 21 de junio de ese año de 1941, a Cape Town.

Después, hubo un cambio de ruta y los pasajeros se enteraron tras ocho días de viaje que ya no irían a Buenos Aires sino a Brasil. En efecto, el 3 de julio el África Marú arribó en el puerto de Río de Janeiro y, tras pasar por el puerto de Santos, que no permitió que los pasajeros bajaran, se dirigió a Buenos Aires, donde llegó el 9 de julio de ese año 1941[29]. Interesa sugerir que el viaje del África Marú en plena Segunda Guerra Mundial sufrió los problemas y los avatares propios del contexto de guerra y, en particular, de la compleja y riesgosa coyuntura que enfrentaron los refugiados judíos en su esfuerzo por abandonar Europa durante el nazismo. Se trataban de dificultades, cambios e inseguridades que conllevaban, entre otros obstáculos, esperas en el mar hasta obtener las autorizaciones para entrar a un puerto.

Al llegar a Buenos Aires, además de Zaluski, la familia Ovjesevich pudo bajar y también la Sra. Przedowa con su pequeña hija[30]. En cambio, un matrimonio no pudo descender; a diferencia de los anteriores, ellos no habían sido reconocidos. “Completamente solos, esperaban que alguien tuviera compasión de ellos y les diera una mano fraternal. Miraban a todas partes, quizás su destino fuera tan grande que se les permitiría bajar en suelo argentino, porque en África no los habían aceptado, porque si no les esperaba seguir vagando por el agua sin meta[31].

Resulta central señalar, finalmente, que la historia de la familia Owsiejewicz es recuperada en las entrevistas de Diana Wang a Dina Owsiejewicz (Ovsejevich en su libro), quien era una niña de siete años cuando se embarcó con su familia en el África Marú. Su testimonio aporta datos relevantes que corroboran la información ofrecida por Nejome y demuestra los estrechos puntos de contacto entre ambas trayectorias migratorias[32].

 

Algunas imágenes en torno a la guerra

 

A lo largo de su diario de viaje, Zaluski redactó numerosos párrafos para describir el impacto de la guerra. Por empezar, su familia había sufrido directamente el estallido y el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. Además, la falta de libertad, el miedo, la decisión de huir y la muerte formaban parte de las consecuencias de la guerra que, a su vez, trastocaba inexorablemente el aspecto de las ciudades que la sufrían. Así, por ejemplo, cuando a bordo del África Maru pasaron por Java, advertía:

 

Solo teníamos permiso para ir por el medio de la calle. Un poco hacia los lados vimos que había sepulturas de barcos, entendimos que debía ser un sitio que ocuparía ahora un lugar en el baño de sangre mundial. No nos detuvimos mucho porque el barco partió a las pocas horas. Cuando nos alejamos algunos kilómetros escuchamos estruendos de disparos. Nos envolvió un estremecimiento. Ya nos habíamos olvidado de cuál era el aspecto de los disparos. Me recordó a los estruendos de disparos de Kobryn, y cómo explotó la guerra, cómo huyeron millones de personas, quién cayó a mitad de camino, y quién cayó por un disparo[33].

 

La descripción sobre los disparos que había oído en Kobryn y el relato acerca de las prohibiciones para transitar libremente que enfrentaron junto con otros pasajeros del barco son solo algunos de los ejemplos vertidos en su diario acerca de la guerra y sus manifestaciones. A lo largo del texto, el conflicto bélico se hacía presente de múltiples formas y lo que sobre todo describía Zaluski eran las difíciles experiencias que vivían los refugiados judíos que intentaban salir de Europa.“Sentí que estaba junto a la baranda del barco y de golpe pensé en cuándo llegaría el fin para la competencia entre estados a través del método de la guerra”, contaba mientras el barco abandonaba Sobang y ella se abstraía en sus reflexiones[34]

Es factible proponer que, si bien aún no era completamente sabido el alcance del terror nazi y la devastación al pueblo judío, algunas aristas de esta barbarie y el impacto de la Segunda Guerra Mundial podían entreverse en el diario analizado. En ese contexto, podemos interpretar el siguiente relato que expresaba su preocupación por su familia en Polonia, en particular por sus padres, gente trabajadora y sin grandes recursos económicos, tal como Zaluski los describía. En este punto, conviene subrayar que en su percepción y opinión era Rusia y su política comunista el problema principal que había traído tantas consecuencias negativas a los habitantes de las zonas que los soviéticos dominaban. 

 

Estamos en pleno verano, temporada de siembra […] Qué va a pasar ahora con los pocos paisanitos. Posteriormente, campos de concentración. Todo el odio de la falta de compasión se derramó en sus tierras. Antes de los dos años de guerra no tuvieron ni un día bueno. Primero bombas, luego la oscuridad del comunismo, inseguridad[35].

 

Relacionado con lo anterior, y en tercer lugar, podemos plantear la hipótesis referida al influjo de la historia judía y las imágenes bíblicas para explicar las emociones y vivencias atravesadas en su migración. En esa dirección, la festividad de Pesaj, que celebra la liberación del pueblo judío de su esclavitud en Egipto, era recuperada para escribir sobre la guerra y sus consecuencias de falta de libertad y esclavitud en la población. Asimismo, Nejome se refería a la celebración de Purim, cuando los judíos festejan haberse salvado del exterminio ordenado por los persas durante el reinado de Ajashverosh (Asuero).

 

Los judíos celebran ahora el seder. 11 de abril del año 41, todos en su paz porque excepto en Eretz Israel, los judíos habitan la diáspora. Se lee la antigua Hagadá de Mitzraim. ¡Pero nada vieja es para nosotros, tan nueva con en aquel entonces! La Hagadá y la Meguilá son para nosotros siempre reales y actuales. El viejo estilo diaspórico siempre es bueno. Las calamidades se renuevan. Pero los milagros ocurren diariamente para el ser humano, quizás no suene tan renovador, pero es así. Por eso hoy, cuando leemos la Hagadá, cuando nosotros judíos de Europa, nos encontramos bajo el yugo de Amán el malvado, o Tito, o el Faraón, simplemente vemos el ayer en la forma del hoy. Toda la vida es un día con su noche. Parecería que la historia es una, pero se la renueva con crueldades cada vez mayores. Realmente estremece todo lo que se ve que pasa, cuando las vidas humanas son así esclavizadas[36].

 

Con estas alusiones a enemigos del pueblo judío a lo largo de su historia, como “el malvado Amán”,[37] el emperador Tito y el Faraón en Egipto, Zaluski resignificaba fiestas como Pesaj y Purim en el contexto de la guerra y la Shoá. La crueldad y la esclavitud volvían a aparecer para el pueblo judío, que las sufría ahora por medio de nuevos enemigos. En esa tónica, tiene sentido proponer, además, que en su narrativa estaba muy presente la cosmovisión judía acerca de un ciclo que siempre volvía a empezar de persecuciones, discriminación, y por ende, angustias y tristezas, y del otro lado, esperanzas y alegrías. “Las calamidades se renuevan […] Parecería que la historia es una, pero se la renueva con crueldades cada vez mayores”, afirmaba en la cita que transcribí más arriba.

A riesgo de caer en un par de digresiones, me gustaría recuperar el análisis de Primo Levi, quien en su conocido libro Si esto es un hombre, denuncia la esclavitud a la que fueron sometidos los judíos de Europa en tiempos de nazismo. “Los esclavos de los esclavos, a quienes todos pueden mandar” eran los judíos que procedentes de distintas nacionalidades fueron esclavizados y torturados en los campos de concentración creados por los alemanes[38]. En su obra, además, advierte sobre la abismal diferencia en el uso de las palabras entre los hombres libres y los esclavos que habitaron esos campos del nazismo. “Decimos hambre, decimos cansancio, miedo y dolor, decimos invierno, y son otras cosas. Son palabras libres, creadas y empleadas por hombres libres que vivían, gozando y sufriendo, en sus casas”[39]. Y aunque Levi se refería al mundo concentracionario --universo que no vivió Zaluski, quien tampoco pasó por los guetos-- considero pertinentes sus análisis para profundizar la reflexión sobre las experiencias de esta joven mujer judía polaca que tras escapar de su país y atravesar diversas zonas ocupadas por alemanes y soviéticos en el curso del conflicto bélico consiguió migrar y refugiarse en Argentina. En sus vivencias, tampoco las nociones de nostalgia, tristeza, dolor y angustia, pueden ser equiparadas a las nuestras, lejanos a esos dramáticos y peligrosos años, tal como nos recordaba y advertía Levi.

Dos cuestiones que me gustaría señalar, ya para terminar. La primera, sugerir la vinculación de las referencias a la tradición judía y a las persecuciones a lo largo de la historia, que se observan en el diario de Nejome, con las características de aquellos escritos considerados por la historiografía especializada como “literatura de la destrucción”.[40] La segunda, subrayar que a lo largo de su diario fueron varias las alusiones a la tradición judía. Por ejemplo, en un pasaje escrito cuando ya habían transcurrido varias semanas desde que se encontraba a bordo del África Maru y recordaba con dolor su hogar, decía:

 

Estoy en el barco y se me caen las lágrimas en el mar. Cuando recuerdo mi hogar me vuelvo una persona destrozada. Aún suenan en mis oídos los sonidos del barco cuando partí de Kobe. Mi cerebro está lleno de ruidos. De todos lados. Destrozada, bajé desde lo alto hasta mi recámara, me acosté para dormirme y esperando que llegara ya un poco de tierra firme, para enterarnos qué andaba pasando en el mundo, quizás ya había llegado el mesías durante el tiempo que había estado en el agua. Ya cuatro semanas en el agua. Ya cuento los días para llegar a Buenos Aires[41].

 

Es probable que a través de esta cita al mesías Nejome expresara cómo el tiempo que transcurría en el barco conllevaba una ausencia de referencias acerca de lo que estaba ocurriendo en Europa con respecto a la guerra y la persecución a los judíos. Además, y sin ánimo de agotar el análisis, tiene sentido anotar que con esta alusión al mesías, ella recuperaba una de las nociones centrales del judaísmo que concibe su llegada como un tiempo regido por la paz y la justicia. Dicha invocación adquiría aún más vigor si tenemos en cuenta el contexto en el cual se pronunció: una época atravesada por la guerra y las migraciones forzadas. En todo caso, y en gran contraste con esta coyuntura sangrienta, al arribar a la Argentina e instalarse en Tucumán, ella consiguió por fin asentarse en un territorio donde encontró la tranquilidad y la civilización que había perdido Europa.

 

 

 

Expresiones ante el dolor

 

En julio de 1942, exactamente un año después de su llegada al país, Zaluski registró en su diario sus pensamientos y sentimientos sobre Argentina, donde “se puede vivir una vida muy bella, más tranquila y pacífica, como fue alguna vez en Europa”[42]. Estas imágenes positivas sobre el nuevo país recorrieron los testimonios de numerosos inmigrantes judíos que llegaron al país en la década de 1930, en consonancia con el incremento del antisemitismo y el avance del nazismo. En sus recuerdos, ellos destacaban las características favorables de Argentina, como la paz, la integración y la tranquilidad, contrastados con la discriminación y hostilidad que habían sufrido en su vida en Polonia[43].

No obstante la alegría y tranquilidad que significó para Zaluski su migración a la Argentina y las experiencias de adaptación e integración al nuevo país, las vivencias estuvieron acompañadas también por un profundo dolor causado por la falta de noticias acerca de la situación de los familiares que habían quedado en Europa en la época de la guerra y la Shoá. Así, es factible proponer que tanto para quienes habían migrado antes de la guerra pero habían dejado familiares en Europa como para aquellos que pudieron escapar en medio de la contienda bélica y el terror nazi, las emociones y los sentimientos fueron ambivalentes. Por un lado, estaban felices y agradecidos de estar en Argentina, una tierra de paz alejada del horror. Pero, por el otro, sufrían la angustia y la incertidumbre ante la falta de noticias sobre la situación de sus parientes en Europa durante la guerra[44]. En ese contexto, podemos situar los lamentos de Zaluski, vertidos en su diario hacia finales de 1942.

 

es más fácil para quien tiene solo amigos y buenos amigos; pero con padres y familia, es triste. Realmente es el destino. El mundo no puede realizar nada, pero por qué se hace silencio […] Es doloroso para quien es golpeado. Pero aquel que no es golpeado no siente dolor y solo tiene compasión […] Estoy fuertemente dolida por todos los sucesos, pero no sé qué hacer. Las bellas palabras de nuestros líderes internacionales las escuchamos. Los bellos cantos de los poetas internacionales también las escuchamos; pero si llegaremos algún día a ver un mundo justo para nosotros los judíos; es algo que aún no sabemos. Por ahora solo escuchamos con paciencia lo que se escribe[45].

 

Cuando ya habían pasado entre 4 y 5 años de su refugio en Argentina, Zaluski evocaba los sucesos vividos y albergaba esperanzas acerca de que pronto terminaría la guerra y recibiría noticias de su hogar. Sin embargo, un periódico del 20 de noviembre de 1946 trajo información demoledora para ella. Se trataba de un artículo sobre su ciudad, Kobryn (donde vivió más de 20 años) que contaba como se había conducido a la muerte a los judíos de allí[46]. A partir de la descripción de la prensa, posiblemente tuvo que imaginar y reconstruir el camino que habían transitado sus familiares hasta desaparecer y extinguirse en la Shoá.

 

Mi pueblito donde pasé mi infancia. Mi pueblito de los nacimientos de todos nosotros. Mi pueblito que conocía a todos con sus contemplaciones de la vida. Ojalá tuviera aunque fuera una lápida, ojalá supiera aunque fuera donde está la tumba de mis seres cercanos, adonde fueron reagrupados, entrelazados uno alrededor del otro, muertos como mártires.

Sacos. ¡Había niños entre ellos! Y los más grandes de ellos, Moyshe Yosl, ya estaba por casarse, dejó a la novia, marchó al ejército en 1939 hacia Torun. A Yankl, de veinte años, lo incorporó el Ejército Rojo en 1941. Goldele, Malkele y Ayzikl, tres, los más chicos, siempre se mantenían alrededor de mamá. Yo, una salvada. A mí me dijeron mis papás en diciembre de 1939[47].

 

Recapitulaba así el destino trágico de su familia y su salvación. Además, a modo de despedida, homenaje y anhelo por mantener vivo el recuerdo de los suyos, escribió este poema.

 

Sobre mi querido, buen, noble hogar, para nada rico

pero con buenos, nobles recuerdos.

Más de una vez me gustaría abrazar a mis seres

más queridos y amados y desaparecer junto a ellos.

Pero eso tampoco puede ser. Que mi hija

que crecerá, tenga mi diario

como un recuerdo de que su madre también tuvo un hogar

con buenos padres presentes, con hermanos y

hermanas. Que su abuelo y su abuela, que

tan jóvenes murieron como mártires, no alcanzaron a

oír ni siquiera una palabra.

Que el triste periódico histórico

sea una lápida por mis seres más queridos

y amados que ya nunca más

veré. De quienes ya nunca

escucharé ni una palabra. ¡Ay! Qué triste es

anotar tales cosas. ¡Ay! Qué ira

resignarse al destino de que

ya no tengo a mis seres queridos entre los

vivos, como un vestigio de la familia Zaluski

me quedé. Fuera de lo que

abandoné. Más allá de que

dejé a una madre de mi madre y

a dos hermanas de mi madre, Rivke y Zrul.

 

Con sus hijos e hijas. Más que tres hermanas

no eran. Por fuera de tíos y tías. Y prima.

De este modo la guerra de 1939-45

terminó con el mundo, los seres queridos y amados

cuyo lugar nadie va a ocupar. Maldigo

al mundo de las guerras. Condeno

a la humanidad que lleva a eso.

Gloria y honor para todos los mártires

que cayeron y derramaron la sangre en vano.

Que los brotes de los jóvenes no descansen hasta

que no se manifieste la justicia del mundo.

 

Los abrazo, padres, hermanos y hermanitas

en mi corazón. Tan poco disfrutaron

del mundo vivo. ¡Ay! Cómo me gustaría

tenerlos vivos, que todo fuera un sueño.

Ojalá tuviera al menos una foto

de todos ellos. Ojalá la sangre de ustedes,

que va a correr por las venas de la nueva generación surgida,

los recuerde en la memoria

de la familia Zaluski de

Kobryn (Polesia)

antiguamente Polonia.

 

23/ XI/1946

Nejome[48].

 

Es sugerente destacar la voluntad de Nejome de dejar el diario a su hija, como una forma de transmitirle su experiencia y contarle acerca de su origen familiar.[49] Asimismo y sin la pretensión de agotar el análisis, considero importante subrayar la consideración como mártires de sus familiares, muertos en la Shoá. Tal como ya ha sido señalado por los especialistas en el tema, esta concepción permeó buena parte de los discursos y los análisis sobre el Holocausto. En especial, esta mirada prevaleció en los primeros tiempos posteriores al genocidio. En el caso que nos ocupa, Zaluski, quien fue sobreviviente y familiar de las víctimas, asumió esta percepción que enfatizaba el papel de mártires de los judíos asesinados en la Shoá.

Tal como vimos, en sus palabras estaba muy presente la imagen como mártires de las víctimas de la Shoá. También, la necesidad de contar con algún tipo de monumento, de lápida para recordar a los seres queridos asesinados en la Shoá. Aunque más tarde la noción de mártires fue objeto de debates y discusiones, transformándose las formas de denominar a las víctimas del Holocausto, en la época bajo estudio, es decir, la inmediata posguerra, esta era una concepción muy presente. Precisamente, estas consideraciones así como la imperiosa necesidad de contar con un lugar para evocar a las víctimas confluyeron en los esfuerzos de las comunidades judías de diversas partes del mundo que edificaron monumentos para rendir homenaje a los muertos en la Shoá. Una muestra en ese ese sentido se reveló en 1947, cuando en Buenos Aires, los dirigentes comunitarios judíos encabezaron la inauguración oficial del Monumento al “mártir desconocido” en el cementerio israelita de la Tablada. Esta fue la “primera marca material conmemorativa de la Shoá en Buenos Aires”, sostiene en su análisis Malena Chinski, quien señala cómo primaba entonces la concepción tradicional del martirologio judío, expresada, por ejemplo, en los discursos de algunos líderes comunitarios, en la denominación de los monumentos y en las mismas manifestaciones de las víctimas[50].

Asimismo, es importante señalar que estos monumentos construidos durante los primeros años de la posguerra formaban parte de la recordación de la Shoá que durante esa etapa permaneció en los límites de las comunidades judías. En esa dirección, Chinski sostiene cómo las ceremonias del Monumento al Mártir desconocido, tanto la de colocación de la primera piedra en 1945 y luego la de inauguración oficial del Monumento en 1947, se realizaron casi exclusivamente en idish y su público estuvo constituido principalmente por inmigrantes judíos polacos[51]. 

Sin ánimo de agotar el examen sobre este tema, interesa recuperar también el caso tucumano de 1952, con la construcción en el Cementerio Israelita de la provincia del Monumento a los Mártires para recordar “a los seis millones de víctimas de los nazis”. La inauguración de este monumento se realizó el 24 de abril de 1952, fecha por demás significativa, al evocar el noveno aniversario del levantamiento del gueto de Varsovia, lucha emblemática del pueblo judío para defenderse del horror y la barbarie nazi[52]. Así, la conmemoración de la Shoá en Tucumán en 1952 expresó el sentimiento y la opinión prevaleciente en el judaísmo en la época, referida al papel de la población judía europea como mártir del genocidio nazi. Además, no podemos pasar por alto el momento elegido para inaugurar oficialmente el monumento en el cementerio judío tucumano. Como es sabido, el levantamiento del gueto de Varsovia constituyó el episodio por excelencia de la resistencia armada judía al nazismo. La ceremonia oficial de inauguración del monumento a las víctimas de la Shoá en una efeméride que conmemoraba un nuevo aniversario de esta gesta considerada heroica no fue seguramente casual. Aunque pueda resultar contradictoria, de alguna manera la decisión de los dirigentes comunitarios judíos en Tucumán de hacer coincidir la inauguración del Monumento a los Mártires con el aniversario del levantamiento del Gueto de Varsovia, reunía entonces en un mismo acto dos nociones aparentemente opuestas, la de mártires y la de luchadores.

 

Refranes, poemas y canciones

 

Una lectura de los documentos personales de Zaluski reveló su conocimiento acerca de obras escritas en ruso y en inglés, de la poesía idish, la biblia judía y el pensamiento de grandes filósofos e intelectuales, como Platón, Spinoza, Goethe, Nietzsche y Freud[53]. Tal como se reveló en el examen de su diario, dichas referencias estaban permeadas por su dolor, nostalgia y angustia frente a lo vivido, al tener que escapar de la Europa en guerra y separarse de su familia. Sabemos, además, que estas emociones y sentimientos fueron compartidos por el grueso de los refugiados judíos que llegaron a Argentina escapando de las persecuciones y el avance del nazismo[54].  

“Allí donde el bien, allí la patria”, afirmaba Zaluski citando un refrán latino, para referirse al momento que tuvo que migrar, que dejar todo y huir de su Polonia natal[55]. “No pienses, no llores, sino más bien entendé”, decía en otro pasaje de su diario, recuperando las palabras de Spinoza, a quien llamaba “nuestro filosofo”[56]. O, en otro momento, recurría a un proverbio bíblico para explicar que cada uno vivía en su propio viñedo, reflexiones que anotaba mientras conocía Sudáfrica en su viaje y pensaba acerca de la vida en Polonia[57].

La nostalgia y el dolor se revelaron en varios pasajes de su diario, que recuperaban expresiones de poetas, pensadores y filósofos, así como dichos de la cultura idish, la biblia judía y el refranero latino. Su diario y otros documentos personales, como sus agendas, revelaron estas marcas del pesar y también sus sostenidos esfuerzos por adaptarse al nuevo hogar, aprendiendo el castellano, estableciendo lazos con los familiares que conoció en Argentina y con los contactos que entabló a lo largo de su migración. Así, por ejemplo, sus agendas contienen numerosas direcciones, teléfonos y datos útiles que ella fue recabando durante su viaje de Polonia a la Argentina.

Paralelamente, estas fuentes registraron poesías y canciones transcriptas desde el ídish y el polaco al castellano y viceversa. Entre estas manifestaciones culturales se encontraba el tango Ostatia Niedziela (El último domingo), muy conocido en vísperas de la Segunda Guerra Mundial y compuesto por el músico judío polaco Jerzy Petersburski, con letras de Zanon Friedwald[58]. También en las páginas de una de sus agendas se encontraba la letra de la conocida zamba La Luna Tucumana, cuya transcripción en castellano probablemente le sirvió a Zaluski para practicar su aprendizaje del idioma[59].

Para terminar, interesa agregar que al poco tiempo de finalizar la guerra, en noviembre de 1946, ella transcribió en su diario el siguiente poema del poeta idish Joseph Papiernikow, que expresaba la desilusión, el derrumbe de los sueños y la pérdida del mundo tal como se lo conocía:

 

No es eso lo que pensé.

No es eso lo que pensé, no es eso lo que quise

No es lo que sembré, lo que estoy cosechando.

Creía en todo, veía solo luz y oro

Y no notaba la sombra al lado…

 

No es eso lo que esperaba, no es lo que aguardaba,

No es eso lo que recibí, lo que me está viniendo,

A mí me convocaba algo, y engañó demasiado

En mí el camino, torció el camino recto…

 

No es eso lo que anhelaba, no es eso lo que soñaba,

No es eso lo que sembré, lo que estoy cosechando.

Mi primavera se fue, el verano se atrasó,

Y el otoño –ya no es el tiempo para los frutos[60]

 

A través de este poema, Zaluski podía describir los sentimientos y emociones que la embargaron mientras comenzaba a conocer el trágico desenlace de su familia y conocidos en la Shoá. Tales sentimientos y emociones que hacían referencia a un mundo perdido, la desazón, la falta de certezas y la desilusión fueron compartidos por muchos otros hombres y mujeres que, como ella, sufrieron primero ante la falta de certezas sobre la situación de sus familias en Europa durante la guerra y, después, con el conocimiento del derrotero terrible que sus familiares habían padecido.

 

A modo de conclusión

 

En la trayectoria migratoria analizada y en los testimonios de la época se detectó el papel de los organismos internacionales de ayuda al inmigrante y al refugiado, como HIAS y el Joint, así como de representantes de asociaciones judías locales y funcionarios consulares, quienes desempeñaron un rol fundamental para proporcionar recursos económicos, conexiones y documentos, y en ese sentido, encaminaron el rescate de los judíos durante la guerra. De esta forma, me hago eco de lo advertido por especialistas, tanto en Argentina como en otros países de América Latina, quienes repusieron la dimensión trasnacional del tema, al destacar el papel nodal que desempeñaron las organizaciones de ayuda y socorro internacional para posibilitar y coordinar el trabajo migratorio. [61]

Sin embargo, sabemos, también, que por múltiples y numerosas razones, la mayoría de los judíos no pudo salir de Europa y millones de ellos murieron asesinados en la Shoá. En tal sentido, la historia que narró este trabajo es la de una experiencia migratoria que permitió a una joven mujer judía salvarse y reconstruir su vida en Tucumán. Al respecto, no caben dudas del lugar primordial de las ayudas internacionales en la concreción de su viaje, así como de la importancia de contar con redes familiares en Polonia y en Argentina. En tal sentido, considero valioso, a su vez, recuperar los análisis que proponen como la migración durante la guerra y la posguerra retomó algunas características de la migración en cadena, dada la ausencia de mecanismos y programas de absorción.[62]

Por otro lado, sería válido preguntarse ¿hasta qué punto sus condiciones personales fueron también factores que favorecieron su migración? y ¿en qué medida y de qué manera las situaciones particulares se combinaron con las circunstancias generales y confluyeron en la concreción de su viaje a la Argentina? En esa tónica y, a modo de hipótesis, es factible proponer la importancia que tuvo su capital cultural y sus capacidades para emprender su huida de Polonia, sin su familia, y conseguir llegar a la Argentina en un periodo signado por la guerra y el avance del terror nazi. En tal sentido, sus conocimientos de idiomas, de religión, su disposición al trabajo y su fortaleza probablemente contribuyeron también a concretar su arriesgada y difícil trayectoria migratoria.

Relacionado con lo anterior, me parece oportuno vincular sus experiencias de sociabilidad y formación en un hogar judío y un ambiente con ideales sionistas con las referencias que observamos en su diario de viaje acerca de la historia del pueblo judío, las fiestas y las nociones centrales del pensamiento religioso judío, resignificadas en el contexto de la guerra y la difícil situación de los refugiados judíos. Al recuperar las imágenes presentes en la tradición, la historia y las enseñanzas judías, Zaluski buscaba poner en palabras sus sentimientos y experiencias en su largo esfuerzo por viajar a la Argentina y salvarse. Tal como vimos, ella tenía, además, un marcado interés por la filosofía, las poesías y la cultura universal, y su narración reveló menciones a destacados pensadores, intelectuales y el conocimiento de idiomas, como el idish, el polaco, el hebreo, el ruso y el inglés. Sin duda, las impresiones plasmadas en sus documentos personales evidencian estos intereses culturales y contienen las marcas de su educación judía, características atravesadas por la coyuntura precisa que le tocó vivir al escapar de Europa durante el nazismo. Resulta imposible disociar sus expresiones de estas vivencias que la marcaron, experiencias agravadas después con las noticias acerca del destino sumamente trágico de los judíos de Kobryn en la Shoá.

Por otro lado, su escritura revelaba también aristas más positivas, como la esperanza depositada en la migración, el reencuentro con su marido y, en definitiva, las posibilidades que significaban reconstruir y construir una nueva vida en un territorio alejado de la barbarie y el horror en que se había sumido Europa. Porque la Argentina era y representaba para los refugiados judíos precisamente eso: la esperanza, la nueva vida, la paz. Al respecto, contamos con numerosos testimonios de inmigrantes judíos de Polonia que al llegar a Argentina entre los años 1930 y comienzos de la década siguiente destacaron estos rasgos en sus representaciones sobre el país, en contraposición con la violencia y el antisemitismo sufridos en sus ciudades y pueblos de Europa oriental y, más precisamente aún, en Polonia. Como es sabido, el clima hostil para los judíos se incrementó hacia finales de los años ´30. Las persecuciones y los horrores de la Shoá terminaron por ensombrecer aún más las imágenes negativas del pasado polaco de inmigrantes y refugiados judíos que abrazaron la nueva tierra y agradecieron las bondades que encontraron en sus habitantes.

En suma, las percepciones favorables sobre Argentina, contrapuestas con las imágenes negativas asociadas al pasado europeo formaron parte de las experiencias de inmigrantes y refugiados judíos que habían escapado del antisemitismo y la guerra y migraron a la Argentina en los años 1930 y comienzos de la década siguiente. En especial, aquellos que huyeron de Europa en el periodo posterior al triunfo del nazismo compartieron los sentimientos y las emociones de dolor y angustia por los familiares que habían quedado allá y todos ellos sufrieron amargamente con las noticias acerca del exterminio a los judíos en Europa llevado adelante por los nazis. En el caso que nos ocupa, estos sentimientos fueron canalizados a través de expresiones poéticas, plasmadas en su diario de viaje y las agendas que escribió en la época de su migración a la Argentina. En estas fuentes convivieron canciones de la cultura idish, el folklore del norte argentino, el refranero latino, las citas de la biblia judía y las referencias a la cultura universal. Las narraciones evidenciaban además el tono y las características de un lenguaje compartido por los inmigrantes y refugiados judíos en la época, evidenciado, por ejemplo, en nociones como las de mártires y en los esfuerzos por perpetuar el recuerdo de los familiares asesinados en la Shoá. Sin certezas como la mayoría de los familiares de las víctimas sobre cómo y donde murieron los suyos, Zaluski quedó sola y ante semejante constatación sus deseos fueron honrar la memoria de su familia y conservar su legado, tal como puede inferirse a partir del poema que escribió y le dedicó en su diario.

 



[1] Shoá es el término en hebreo, cuya traducción es catástrofe, y se utiliza para denominar el exterminio de los judíos en Europa llevado adelante por los nazis. Para un análisis de los enfoques y análisis más actuales sobre el Holocausto remito a Jablonka, Iván y Wieviorka, Annette (2017.), Nuevas perspectivas sobre la Shoá, Universidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires; en especial, a los capítulos escritos por Wieviorka, Annette (2017), “Comprender, testimoniar, escribir”, en Jablonka, Iván y Wieviorka, Annete, Ob. Cit., pp. 25-37 y Jablonka, Iván (2017), “Nueva memoria para una nueva historia”, en Jablonka, Iván y Wieviorka, Annette, Ob. Cit., pp. 103-115. A su vez, me apoyo en los libros autobiográficos de sobrevivientes de la Shoá, entre los cuales algunos de los más destacados son, sin duda, los de Levi, Primo (2015), Si esto es un hombre, Buenos Aires, Ariel; Levi, Primo y de Benedetti, Leonardo (2015), Así fue Auschwitz. Testimonios 1945-1986, Buenos Aires, Fabio Levi y Domenico Scarpa editores.  

[2] Son insoslayables los trabajos sobre las políticas restrictivas de Argentina hacia los refugiados judíos de Senkman, Leonardo (1991), Argentina, la Segunda Guerra Mundial y los refugiados indeseables 1933-1945, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano; y Senkman, Leonardo, (1995), “La Argentina neutral de 1940 ante los refugiados españoles y judíos”, Ciclos, vol. V, n° 9, pp. 53-75. [en línea] http://bibliotecadigital.econ.uba.ar/download/ciclos/ciclos_ v5_n9_03.pdf. De las políticas argentinas en relación con los refugiados judíos se ocupó también Oliveira-César, María (2014), “La Argentina frente a la posibilidad de salvar judíos durante la Segunda Guerra Mundial”, América. Cathiers du Criccal, n° 44, vol. 2, pp. 113-128. Por su parte, en un trabajo reciente, Kalczewiak, Marius (2019), “We Hope to Find a Way Out from Our Unpleasant Situation: Polish-Jewish Refugees and the Escape from Nazi Europe to Latin America”, American Jewish History, vol. 103, n° 1, pp. 25-49, donde analiza las experiencias de los refugiados judíos que no pudieron desembarcar en Argentina y Brasil, así como en la de aquellos que fueron introducidos ilegalmente, profundizando dos periodos: 1939-1941 y 1945-1948.

[3] Aunque el tema no se investigó para Tucumán, contamos con valiosas investigaciones sobre diversos aspectos de la vida judía en la provincia. Un estudio pionero es el de Blumenfeld, Isidoro, Historia de la comunidad Israelita de Tucumán, Sociedad Unión Israelita Tucumana, Tucumán, 1971. Más recientemente, y desde la perspectiva de la investigación científica en la disciplina literatura, trabajos fundamentales son los de Cohen de Chervonagura, Elisa (2010), La comunidad judía de Tucumán. Hombres y mujeres, historias y discursos, 1910-2010, Tucumán, Sociedad Unión Israelita Tucumana; Kehilá, y Cohen de Chervonagura, Elisa (2015), Eshet Jail, Un contrapunto entre dos mujeres judías, Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán; Silberman de Cywiner, María Esther (2006.), Asociación Israelita Sefaradí de Beneficencia de Tucumán. Memoria y testimonios de su fundación y evolución, Tucumán, Instituto de Literatura Española (ILE), Facultad Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Tucumán; y Silberman de Cywiner, María Ester (2012), El patrimonio olvidado, Identidad y memoria, Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán; León, Denise (2002), La vela encendida. Cinco relatos de mujeres que hicieron el Shabat, Tucumán, Instituto Interdisciplinario de Estudios Latinoamericanos, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional de Tucumán.

[4] Las fechas de escritura del manuscrito, definido por su autora como un diario de viaje, abarcan el periodo diciembre de 1939 a noviembre de 1946 y, por lo que pude inferir, las agendas corresponden a una época semejante. El diario, las agendas y los documentos migratorios de Zaluski y de su esposo, citados en este trabajo, pertenecen a Gregorio Werchow y Diana Mizrahi, con quien estoy sumamente agradecida por su generosidad para prestarme estos documentos, a los cuales me referiré como papeles personales de la familia Werchow (en adelante PPFW). Asimismo, es importante señalar que la traducción al castellano del diario, escrito originalmente en idish, fue realizada por Lucas Fiszman. Por otra parte, conviene apuntar que la paginación del manuscrito es propia y se realizó a los fines del citado de la fuente. 

[5] El American Jewish Joint Distribution Committee (JDC) desempeñó un papel fundamental en la emigración judía de Europa desde el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Beizer, Michael (2017), “American Jewish Joint Distribution Committee”, Enciclopedia YIVO de Judíos en Europa del Este. [en línea] https://yivoencyclopedia.org/article.aspx/ American_Jewish_Joint_Distribution_Committee [consulta: 24 de julio de 2020]. Para un análisis de las acciones de socorro para asistir a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial en Argentina por parte de las organizaciones judías internacionales, como el JOINT y el World Jewish Congress (Congreso Judío Mundial), los trabajos claves son los de Raber, quien explora además los conflictos que se suscitaron entre dichas organizaciones destinadas a ayudar a las víctimas de la Shoá y el papel de la prensa judía en estas tensiones. Al respecto, Raber, Ariel (2012), “Mundo Israelita: la recepción del conflicto de los refugiados judíos en la inmediata posguerra en una comunidad polarizada (1944-1946)”, [en línea] https://estudios judios.ides.org.ar/files/2012/02/Ariel-Raber-Mundo-Israelita-El-conflicto-de-los refugiados-judios.pdf [consulta22 de mayo de 2019]; y Raber, Ariel (2017), “El Joint, el Congreso Judío, la DAIA y la ayuda a las víctimas de la Shoá en la Argentina”, Coloquio, n° 43, pp. 1-10. [en línea], http://congresojudio.org/coloquio_nota.php?id=296 [consulta: 21 de Junio de 2019]. Raber, Ariel (2017), “Beyond Borders. Argentina the American Jewish Joint Distribution Committee and the Aid to the Victims of SWW”, Contemporary Sociological Global Review – CSGR, vol. 7, n° 7, pp. 40-50. [en línea] http://cloud.cirex-id.net/0840.1433.0921/38148x

[6] Raber, Ariel (2020), “La migración de los sobrevivientes del Holocausto a la Argentina a través de Paraguay”, en Kahan, Emmanuel, Wechsler, Wanda y Raber, Ariel (Comps.), Hacer Patria. Estudios sobre la vida judía en Argentina, Buenos Aires, Teseo, pp. 144-145.

[7] “HIAS ha sido una de las organizaciones de ayuda más influyentes para inmigrantes y refugiados desde que se creó en 1881 en Estados Unidos. En 1927, se asoció con la organización británica llamada Asociación de Colonización Judía y con una organización de migración alemana, EmigDirect para formar HICEM (en 1934 esta organización se retiró de HICEM). HIAS ayudó a los judíos a emigrar a los Estados Unidos, mientras que las tres organizaciones que conforman HICEM compartieron la responsabilidad de las oficinas en Europa, América del Sur y Central, y Asia. Durante la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto, HIAS / HICEM ayudó a los refugiados de la Alemania nazi y las áreas bajo la ocupación nazi al asesorarlos en el proceso de adquisición de visas de inmigración, en algunos casos proporcionándoles boletos de barco para cruzar el Atlántico. Durante los años de gobierno nazi, entre 1933 y 1945, HIAS estimó que ayudó a aproximadamente 250,000 personas a huir de la persecución en la Europa ocupada por los nazis. Hoy, HIAS continúa abogando por los refugiados en todo el mundo.” [en línea] https://encyclopedia.ushmm.org/content/en/article/hias.  [consulta: 7/05/2020].

[8] Raber, Ariel, 2020, Ob. Cit., p.144.

[9] Tal como sostiene Fernando Devoto, el concepto de refugiado surgió en la década de 1930 en consonancia con las disposiciones restrictivas a la inmigración estipuladas en Argentina y otros países. En particular, fue en la Conferencia de Évian de 1938 cuando se definió al refugiado como “toda persona que abandonase su lugar de residencia en Europa por persecuciones que tuviesen que ver con su raza, su religión o sus ideas políticas”. Devoto, Fernando (2009), Historia de la inmigración en la Argentina, Buenos Aires, Sudamericana, p. 39.

[10] En esa tónica, fue estimulante el trabajo de Schwarzstein, Dora (1999), “Entre la tierra perdida y la tierra prestada: refugiados judíos y españoles en la Argentina”, en Devoto, Fernando y Madero, Marta (Dirs.), Historia de la vida privada en la Argentina. La Argentina entre multitudes y soledades. De los años treinta a la actualidad, Buenos Aires, Taurus, pp. 111-139. También resultó fundamental el estudio de Wang, Diana (2018), Los niños escondidos. Del Holocausto a Buenos Aires, Buenos Aires, Marea Editorial. 

[11] Sobre las percepciones del Holocausto en el país contamos con las contribuciones de  Lvovich, Daniel (2016), “Los usos del Holocausto en Argentina. Apuntes sobre las apropiaciones y resignificaciones de la memoria del genocidio nazi”, Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, vol. 61, n° 228, pp. 311-336; Wechsler, Wanda (2018), “La historia de la memoria del Holocausto en Argentina”, Cuadernos Judaicos, n° 35, pp. 261-280; Kahan, Emmanuel y Chinski, Malena (2016), “El Holocausto y la Argentina. Historia, memoria y usos del pasado”, Temas de Nuestra América, vol. 32, n° 60, pp.13-16; y Adamoli, Celeste y Kahan, Emmanuel (2017), “El abordaje del Holocausto desde la trama educativa: consideraciones sobre la construcción de una política de educación y memoria”, Aletheia, vol. 7, n° 14, pp. 1-17. Acerca de las experiencias de las comunidades judías en Argentina para honrar la memoria, reconstruir la verdad y atravesar el duelo por los muertos en la Shoá, fueron esenciales los aportes de Chinski, Malena (2016), “Incertidumbre, búsqueda y duelo: la Shoá desde la perspectiva de los familiares de las víctimas en Argentina”, Temas de Nuestra América, vol. 32, n° 60, pp. 187-2012; y Chinski, Malena (2018), “La AMIA y el monumento al “mártir desconocido” en el cementerio israelita de la Tablada”, en Bjerg, María y Cherjovsky, Iván (Comps.), Identidades, memorias y poder cultural en la Argentina (Siglos XIX y XX), Buenos Aires, Universidad Nacional de Quilmes, pp. 161-198.

[12] Para contextualizar y reconstruir el viaje de Zaluski, en esta sección recupero y amplío algunos aspectos desarrollados en Teitelbaum, Vanesa (2021), "Migración en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. El caso de una mujer judía a Tucumán, Historia y Memoria, n° 22, pp. 285-321. Además, se profundiza en este apartado en las ayudas recibidas en su migración y en la historia de los refugiados judíos polacos que buscaron abandonar Europa a través de Japón.

[13] Este grupo, estimado en miles de individuos formó parte de un conjunto mayor, referido, a su vez, a los refugiados judíos polacos que se salvaron del Holocausto al encontrar refugio en el Este, principalmente en la Unión Soviética. Al respecto, y tal como lo señala la bibliografía sobre el tema, fueron cientos de miles los judíos polacos que se salvaron al transitar, permanecer o huir desde el territorio soviético. Esta problemática, poco explorada por los estudiosos de la Shoá, reviste implicancias fundamentales para conocer más sobre el tema. Si bien las cifras son materia de discusión, al parecer fueron aproximadamente 200000 los judíos polacos que se pudieron salvar al atravesar, quedarse o escapar desde el Este. Dentro de este conjunto mayor, habrían sido miles los que habrían seguido el itinerario de migrar hacia Lituania. En especial, me sirvieron los análisis de Mark Edele y Wanda Warlik (2017), “Saved by Stalin? Trayectories and Numbers of Polish Jews in The Soviet Second World War” y el capítulo de John Goldlust (2017), “A different silence: The Survival of More than 200,000 Polish Jews in The Soviet Union during World War II as a case study in cultural Amnesia”, ambos trabajos en Edele, Mark, Fitzpatrick, Sheila y Grossmann, Atina (Eds.), Shelter from the Holocaust. Rethinking Jewish Survival in the Soviet Union, Detroit, Wayne State University Press. Asimismo, se puede ver el artículo de Grossmann, Atina (2016), “Remapping Survival: Jewish Refugees and Lost Memories of Displacement, Trauma, and Rescue in Soviet Central Asia, Iran, and India”, JBDI / DIYB, Simon Dubnow Institute Yearbook, nº 15, pp. 71–97.

[14] Cohen de Chervonagura, Elisa (2008), “Mujeres e itinerarios en la comunidad judía argentina”, en Cohen de Chervonagura, Elisa (Comp.), Comunidades lingüísticas: confines y trayectorias, Tucumán, Universidad Nacional de Tucumán, pp. 17-34.

[15] Moishe había nacido en Wisokie Listew, localidad cercana a Kobryn. En 1935 se habían conocido y en 1937 se casaron, poco antes de que Moishe y su familia migraran a Tucumán, Argentina, donde ya vivían otros familiares judíos polacos. Al respecto, se pueden ver los papeles migratorios de Moishe: su pasaporte, el certificado de moralidad y la constancia que demostraba que nunca había ejercido la mendicidad. PPFW, “Zaswiadezenie Wojskowe”, “Swiadectwo Moralnosch Dobrych Obyczajow. Certificado Procesal (Moralidad), 12/VIII/1937” y “Swiadectwo o Nieuprawianiu Zebraniny. Certificado de Mendicidad”.

[16] Tal como fue señalado por la historiografía, Vilna ocupaba entonces un lugar clave en la vida cultural judía europea. Al respecto, remito a Traverso, Enzo (2014), El final de la modernidad judía. Historia de un giro conservador, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, p. 44, Dujovne, Alejandro (2014), Una historia del libro judío. La cultura judía a través de sus editores, libreros, traductores, imprentas y bibliotecas, Buenos Aires, Siglo XXI, pp. 50-56; y Visacovsky, Nerina (2015), Argentinos, judíos y camaradas. Tras la utopía socialista, , Buenos Aires, Editorial Biblos, p. 40.      

[17] USHMM, "Refugiados judíos en Lituania, 1939-1940", Enciclopedia del Holocausto [en línea] https://encyclopedia.ushmm.org/content/en/article/polish-jewish-refugees-in-lithuania1939-40  [consulta: 3/09/2019].  

[18] USHMM, "Refugiados judíos en Lituania: Rescate inesperado, 1940-41”, Enciclopedia del Holocausto [en línea]  https://encyclopedia.ushmm.org/content/en/article/polish-jewish-refugees-in-lithuania-unexpected-rescue-1940-41. [consulta: 3/09/2019].  

[19] USHMM, "Judíos polacos en Lituania: escapar a Japón", Enciclopedia del Holocausto [en línea] https://encyclopedia.ushmm.org/content/en/article/polish-jewish-in-lithuania-escape-to-japan. [consulta: 3/09/2019].

[20] USHMM, "Judíos polacos en Lituania: escapar a Japón". Enciclopedia del Holocausto. https://encyclopedia.ushmm.org/content/en/article/polish-jewish-in-lithuania-escape-to-japan. Accedido el 3/09/2019.

[21] El JOINT “tuvo la onerosa tarea de elegir un número limitado de refugiados a quienes podrían ayudar suscribiendo todo o parte del costo de $200 de un boleto Intourist para el pasaje de tren a Vladivostok”. USHMM, "Judíos polacos en Lituania: escapar a Japón". Enciclopedia del Holocausto. https://encyclopedia.ushmm.org/content/en/article/polish-jewish-in-lithuania-escape-to-japan. Accedido el 3/09/2019).

[22] Esta información se puede corroborar con otras fuentes (como las difundidas por el USHMM) que señalan como los rusos confiscaban el dinero y cualquier objeto de valor que llevaran en su migración los refugiados. De esta forma, cuando conseguían llegar al Japón la mayoría de ellos era indigente.

[23] PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 6.

[24] Entre sus papeles estaban: la constancia de que ella era casada, documento emitido por la Embajada Polaca en Tokio, el 29 de marzo de 1941, que demostraba también su ciudadanía polaca y la conclusión de su trámite de matrimonio el día 22 de julio de 1937. También obtuvo su certificado de sanidad, fechado el 21 de marzo de 1941 por el Hospital Tokuda de Yokohama. Asimismo recibió la constancia de la Embajada Polaca en Tokio que aseguraba que ella no había cometido ningún delito en los últimos cinco años. Estos certificados y el Pasaporte polaco que también recibió en ese momento contenían el Permiso de Desembarco, trámite requerido por las autoridades argentinas de la época. PPFW, “Ambasada Rzeczypospolitej Plskiej W. Tokio, Embassy of The Republic of Poland Tokyo, N° 729/J/184”; “Yokohama Tokuda Byoin (Hospital “Tokuda” de Yokohama), Certificado de Sanidad”; “Ambasada Rzeczypospolitej Plskiej W Tokio, Embassy of The Republic of Poland Tokyo, N° 729/J/184” y “Paszport Rzeczpospolita Polska, Ser. II. N° 290665”.

[25] USHMM, “Testimonios” [en línea] https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/oral-history/.  [Consulta: 01/07/2019].

[26] USHMM, "Judíos polacos en Lituania: escapar a Japón". Enciclopedia del Holocausto. https://encyclopedia.ushmm.org/content/en/article/polish-jewish-in-lithuania-escape-to-japan. Accedido el 3/09/2019.

[27] PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 9.

[28] PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 15.

[29] PPFW, Zaluski, manuscrito, pp. 19-20.

[30] Entre los documentos resguardados en el USHMM están los listados de visas y en uno de éstos encontramos a la familia Owsiejewicz: Hertsz, Chaja, Dyna e Ita, quienes contaban con visas para Argentina emitidas en Kobe el 10 de abril de 1941. USHMM, Papeles Anatole Ponevejsky, Colección Permanente, [en línea] https://collections.ushmm.org/search /catalog/irn546822. [consulta: 20/06/2019].

[31] PPFW, manuscrito, p. 20. En el trabajo de Kalczewiak, hay referencias a una pareja polaca, Israel y Syma Oberman, que no pudo descender en Ciudad del Cabo y que sin tener visas argentinas se dirigió a Buenos Aires, donde llegó el 9 de julio de 1941, aunque no está claro si se les permitió quedarse allí. Pienso que puede tratarse de esta misma pareja que menciona Nejome. Al respecto, Kalczewiak, 2019, Ob. Cit.

[32] Wang, 2018, Ob. Cit., p. 121.

[33] PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 11.

[34] PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 11.

[35] PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 17.

[36] PPFW, Zaluski, manuscrito, pp. 7-8. Diáspora es un vocablo griego que significa dispersión y alude a “la diseminación de los judíos por toda la extensión del mundo antiguo, especialmente intensa desde el siglo III antes de Jesucrito”, Real Academia Española, Diccionario de La lengua española, Tomo I, Editorial Espasa Calpe, Madrid, 1994, p. 745. El seder, término en hebreo que quiere decir orden, alude a la cena de Pesaj, es decir, la cena en la cual se celebra la pascua judía, que conmemora la liberación del pueblo judío de su esclavitud en Egipto, en Enlace Judío, [en línea] https://www.enlacejudio.com/2018/03/22/que-se-hace-en-el-seder-de-pesaj-y-cual-es-suimpo rtancia/ [consulta: 22/06/2020]. Durante la celebración del seder de Pesaj se lee la “Hagadá”, vocablo hebreo que significa narración o relato y alude al libro que contiene la narración tradicional del Éxodo de Egipto (Biblioteca Digital Mundial, https://www.wdl.org/es/item/631/) / [consulta: 20/06/2020]. Meguilá se refiere al libro de Ester, que se lee durante la celebración de Purim, fiesta judía que celebra que el pueblo judío en su totalidad se salvó del exterminio en las manos de los Persas bajo el dominio del Rey Asuero, en Jabad.com. https://es.chabad.org/library/article_cdo/aid/650833/jewish/Que-es.htm,. [consulta: 22/06/2020]

[37] Amán fue quien ordenó el asesinato de los judíos durante el reinado de Asuero y simboliza el arquetipo del mal para los judíos.

[38] Levi, 2015, Ob. Cit., p. 79.

[39] Levi, 2015, Ob. Cit., pp. 133-134. Fabio Levi y Domenico Scarpa sostienen que “ante la prueba del campo de exterminio, palabras como testigo y testimonio, precisamente, corren el riesgo de sostenerse, de resultar poco adecuadas por ser demasiado débiles”. Para ello, recuperan las consideraciones de Primo Levi, quien “nos lo ha demostrado a propósito de palabras como hambre, frío, cansancio: el uso que hacemos de ellas en nuestra normalidad cotidiana las vuelve inadecuadas para la medida extrema de Auschwitz”, Levi y de Benedetti, 2015, Ob. Cit., p. 234. 

[40] Agradezco esta observación a una de las evaluaciones anónimas a este trabajo. Sobre el tema, remito en especial, a Malena Chinski (2011), "Un catálogo en memoria del judaísmo polaco. La colección Dos polyche yidntum, Buenos Aires, 1946-1966", en Kahan, Emmanuel, Schenquer, Laura, Setton, Damian y Dujovne, Alejando (Comps.), Marginados y consagrados. Nuevos estudios sobre la vida judía en Argentina, Buenos Aires, Lumiere, pp. 113-238. Tal como señala Chinski, los sobrevivientes de la guerra o quienes huyeron del genocidio escribieron libros conmemorativos dedicados a la memoria de pueblos y ciudades destruidos en Europa. Estos libros, denominados Yizker-bicher, “se inscriben en una tradición escritural memorialista judía denominada khurb-literatur (literatura de destrucción), entendida como todo material escrito producido por los judíos en referencia al asesinato de personas a causa de su condición judía”.

[41] PPFW, Zaluski, manuscrito, pp. 12-13.

[42] PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 23.

[43] A modo de ejemplo, podemos mencionar la historia de Akiba Moses, quien migró a la Argentina en 1938 desde Polonia y narraba sus sentimientos de agradecimiento y amor a la nueva patria, donde había encontrado la paz (USHMM, Entrevista al Sr. Akiva Moses por la Lic. Ana Weinstein, marzo de 1984 [en línea] http://collections.ushmm.org. También, podemos citar la trayectoria de Aron Ejberowicz, quien en 1932 había llegado también desde Polonia a la Argentina, escapando de las agresiones constantes que sufrían los judíos en su pueblo (Archivo de Historia Oral, Otras Memorias -en adelante AHO-, entrevista realizada por los integrantes del programa de Historia Oral de ORT el 4 de octubre de 2017[en línea]   https://www.youtube.com/watch?v=xSQ8nPIkaRQ). Por su parte, Israel Jaime Zanella, viajó con 13/14 años a la Argentina, en 1934, escapando del antisemitismo y de la violencia que sufrían allá (AHO, entrevista realizada en la escuela ORT por Alejandro Mildiner, Johana Kalic y Federico Nemetsky el 2 de junio de 2000 [en línea] https://www.youtube.com /watch?v=8Wd8vVgxpko). Finalmente, me gustaría referirme a la experiencia de Abraham Zoladz, quien había nacido en Polonia en 1916 y migró a la Argentina en 1937. Aunque para él no había sido fácil dejar a su familia, explica que decidió migrar porque no se podía estar ahí, ya que en Polonia no estaba seguro ni un momento. De esta forma, cuando le preguntaron sobre su impresión al llegar a la Argentina, afirmó que para él era el paraíso (AHO, entrevista realizada en la escuela ORT por Hernán Levi, Eliel Meta y Damian Levisman el 16 de julio de 1996 [en línea] https://www.youtube.com/watch?v= HF3Aq2dnBZg).

[44] Resultó sumamente estimulante el análisis de Malena Chinski acerca de las experiencias de los inmigrantes judíos en Argentina, quienes realizaron sostenidos esfuerzos por conocer el paradero de sus familiares en Europa durante la Shoá. En esa dirección, la autora analiza las manifestaciones de incertidumbre, las expresiones de esperanza por reencontrarse con sus familiares y luego el dolor y el pesar al enterarse de las terribles muertes que habían sufrido los parientes más cercanos, que habían sido asesinados en los campos, muerto en los guetos o con las deportaciones. Chinski, 2016, Ob. Cit., pp. 187-202.

[45] PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 25.

[46] PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 28. 

[47] PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 29. El subrayado es nuestro.

[48] PPFW, Zaluski, manuscrito, pp. 26-27. El subrayado es nuestro.

[49] Agradezco esta sugerencia a uno de los dictámenes anónimos de este trabajo.

[50] Chinski, 2018, Ob. Cit., pp. 161-198.

[51] Chinski, 2018, Ob. Cit., pp. 161-198.  En esa tónica, en un artículo que historiza la memoria del Holocausto en Argentina, Emmanuel Kahan y Daniel Lvovich, sugieren que en las décadas de 1940 y 1950, y en consonancia con lo que sucedía en otras partes del mundo, “probablemente los principales “usos del Holocausto” en Argentina durante aquellos años hayan sido las políticas de memoria desplegadas al interior de las organizaciones judías y dirigidas fundamentalmente a sus integrantes, y que por haberse desarrollado sobre todo en ídish tuvieron pocas posibilidades de trascender las fronteras lingüísticas y culturales”, Kahan y Lvovich, 2016, Ob. Cit., p. 317. Por su parte, Wechsler, 2018, Ob. Cit., p. 277, sostiene que durante la primera etapa, que ella sitúa entre 1940-1970, “la memoria del Holocausto fue propiedad de la comunidad judía, estuvo vinculada al ámbito privado y se vehiculizó a través de actos e instituciones de la comunidad”.   

[52] La información de este Monumento a los Mártires la tomo de Blumenfeld, 1971, Ob. Cit., pp. 249-250.

[53] PPFW, Zaluski, manuscrito y PPFW, Zaluski, agendas. Sobre su formación y cultura, contamos también con la información obtenida en testimonios orales. En especial, remitimos a las conversaciones que mantuvimos con la Arquitecta Diana Mizrahi entre junio y julio de 2018.    

[54] En esa tónica, considero oportuno recuperar el análisis de Dora Schwarzstein sobre los exiliados españoles y los refugiados judíos alemanes del nazismo en Argentina. Tal como propuso esta especialista en el exilio español en Argentina, los dos grupos compartieron (…) sensaciones ambivalentes”: “alivio y agradecimiento por haber salidos vivos, aunque no siempre intactos, pero al mismo tiempo dolor por la separación de familiares y amigos, pérdida traumática del hogar y las posesiones, ruptura con los lugares habituales, con el ambiente social y cultural, el trabajo y la profesión”. Además, sugiere Schwarzstein, para los judíos que escaparon del nazismo, (…) la alegría de estar a salvo en Argentina se diluyó muy rápido ante la angustia por los familiares perdidos y el sentimiento de culpa por no haberlos traído”, Schwarzstein, 1999, Ob. Cit., pp. 111-139.

[55] En ese contexto, citaba también a un escritor ruso (cuyo nombre no decía), para el cual “el vagabundeo se va a volver un problema, y uno va a llevar al otro, además, a abandonar lo propio y salir a errar. Y yo efectivamente vi esto bien. Todo fue abandonado y se huyó. Quizás nadie que emigre maldecirá el día en que abandonó el lugar, pero todo corre y huye hacia donde sea”. PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 4.    

[56] Y esta cita la empleaba para cerrar una reflexión sobre la situación de la mujer, el comportamiento de los hombres y, en general, en torno a nociones acerca de la justicia, la verdad, la bondad, la comprensión y la sinceridad. “Acá les hablo un poco a los hombres, porque son las personas por las que se decepcionan las mujeres, y para ellos es un orgullo cuando una mujer paga con un costo de sentimientos por su falta de sinceridad. Pero yo lamento su orgullo en la esencia. Es una pena que el mundo aún no llegó a otras actitudes, pero el universo de mujeres ya se desembriagó un poco de la debilidad de ellos. Quizás otro siglo traiga novedades, aunque el siglo XX logró mucho, pero destruyó mucho. Nosotras, pequeñas mujeres, vamos a estar satisfechas con eso, porque nuestra tarea aún es muy débil. No son cosas para reír, llorar, sino entender”. PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 14.    

[57] PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 16.    

[58] Este tango de 1933/1935 que alcanzó reconocimiento internacional y cuenta el encuentro final de antiguos amantes que se están separando fue muy popular en la Unión Soviética e incluso llegó a considerarse como ruso.  

[59] PPFW, Zaluski, agendas.    

[60] PPFW, Zaluski, manuscrito, p. 28.    

[61] Al respecto, se pueden consultar los trabajos de Raber, Ariel (2020), “La migración de los sobrevivientes del Holocausto a la Argentina a través de Paraguay”, en Kahan, Emmanuel, Wechsler, Wanda y Raber, Ariel (Comps.), Hacer Patria. Estudios sobre la vida judía en Argentina, Buenos Aires, Teseo, pp. 141-172. También, los de Gleizer, Daniela (2010), “Exiliados políticos y refugiados del nazismo en México: experiencias disímiles (1938-1945), en García, Diego y Kourí, Emilio (Comps.), Revolución y exilio en México. Del amor de un historiador a su patria adoptiva: homenaje a Friedrich Katz, México, El Colegio de México, Centro Katz de Estudios Mexicanos-University of Chicago, Ediciones Era, pp., 645-670 y Bokser Misses-Liwerant, Judit, Gleizer, Daniela, Siman, Yael (2016), “Claves conceptuales y metodológicas para comprender las conexiones entre México y el Holocausto ¿Historias independientes o interconectadas?”, Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Año LXI, n° 228, pp. 267-310.

[62] En particular, remito al trabajo reciente de Ariel Raber, quien sostiene “que la migración de los sobrevivientes del Holocausto retoma ciertas características de la migración en cadena previa a la guerra, valiéndose de la asistencia de familiares para financiar, gestionar los viajes y obtener la documentación necesaria para emigrar, así como de los vínculos de grupo y redes de solidaridades para insertarse en el país de destino, dada la ausencia de un plan estructurado de recepción”, Raber, 2020, Ob. Cit., p. 149.