LA
ALUMBRERA Y CAMPO CORTADERAS: CONTRIBUCIONES DESDE LAS TÉCNICAS LÍTICAS A LA
COMPLEJIDAD SOCIAL, POLÍTICA Y ECONÓMICA TARDÍA EN ANTOFAGASTA DE LA SIERRA
Alejandra M. Elías*
Introducción
La profundización y avance de las investigaciones
arqueológicas fueron ampliando y complejizando la percepción que se tenía de
las sociedades que habitaron la microrregión de Antofagasta de la Sierra desde ca. 1100 años AP. Específicamente
luego de ca. 700 años
AP, se ha propuesto una creciente centralización social, política y económica entre
ellas y un proceso de ampliación del sistema agrícola a diversos espacios de la
microrregión[1].
Estas transformaciones habrían llevado al desarrollo de un asentamiento habitacional
conglomerado como La Alumbrera, al que habrían estado asociados otros sitios del
área, como Bajo del Coypar II y Campo Cortaderas, destinados
específicamente a actividades agrícolas[2].
En este trabajo exponemos comparativamente los avances
realizados en el estudio de la materialidad lítica relevada en La Alumbrera (en
adelante LA) y Campo Cortaderas (en adelante CCT), a fin de discutir la
vinculación señalada entre estos asentamientos y sus respectivos roles en la ocupación
y uso del espacio microrregional practicados por las
sociedades que, en un complejo escenario político, social y económico,
habitaron Antofagasta de la Sierra (en adelante ANS) luego de ca. 700 años AP.
El
escenario ambiental
ANS forma parte de la Puna meridional argentina,
extremadamente fría y seca, con redes hidrográficas endorreicas pobremente
organizadas debido a la escasez de precipitaciones y grandes salares. Esta microrregión
constituye uno de los bolsones fértiles más importantes de la Puna meridional, dada
la presencia de la cuenca del río Punilla, cuyos tributarios son los ríos Miriguaca, Las Pitas, Ilanco, Los
Colorados, Mojones, Toconquis y los arroyos de Curuto (figura 1)[3].
En el área se han distinguido tres microambientes con
variaciones ecológicas y topográficas y oferta diferencial de recursos
faunísticos, vegetales y minerales. Uno es el fondo de cuenca (3400-3550 msnm),
que abarca los terrenos con terrazas y la planicie aluvial a lo largo del río
Punilla y ofrece amplias posibilidades para la agricultura en función de su
topografía abierta, la presencia de vegas con agua permanente, suelos que
retienen alta humedad y capas freáticas someras. Otro corresponde a los sectores
intermedios (3550-3900 msnm), que incluyen los cursos inferiores y medios de
los afluentes del Punilla, con terrenos aptos, aunque generalmente menos
extensos que el microambiente anterior, para la producción agro-pastoril, disponibilidad
de forraje y agua. Restan las quebradas de altura (3900-4600 msnm), zonas
protegidas y estrechas en los cursos superiores de los ríos Las Pitas y Miriguaca. Son ámbitos adecuados para las actividades
pastoriles, con agua permanente, vegas con pasturas de alta calidad y disponibilidad
de forraje diverso del pajonal de altura (figura 1)[4].
La
Alumbrera y Campo Cortaderas en el contexto social, político y económico microrregional tardío
Se ha sugerido que luego de ca. 1100 años AP la
agricultura habría adquirido preeminencia entre las sociedades de ANS. Esto fue
señalado a partir de las grandes extensiones de campos de cultivo asignables a
estos momentos (Bajo del Coypar I, CCT, Bajo Miriguaca y Punta Calalaste;
figura 1)[5].
Asimismo, es acompañado por tendencias observadas en las evidencias
arqueológicas procedentes principalmente del fondo de cuenca del Punilla.
La primera de estas tendencias remite
a la ubicación espacial de Bajo del Coypar II,
asentamiento correspondiente a un variado grupo de estructuras emplazado en el
fondo de cuenca y espacialmente asociado a Bajo del Coypar
I -en adelante, BCII y BCI- (figura 1). En su ocupación inicial (ca. 1100-670 años AP)
habría conformado una aldea de pequeños grupos familiares. La disposición de
este sitio constituye un cambio respecto al emplazamiento del espacio
habitacional formativo (ca.
3000-1100 años AP), representado por la aldea de Casa Chávez Montículos (en
adelante CChM), en el sector aledaño al río (figura
1). La instalación de BCII en las bases de los Cerros del Coypar
habría posibilitado el uso de terrenos más provechosos para el cultivo
intensivo y extensivo, como la terraza media aluvial del río Punilla, donde se
localizan los campos agrícolas de BCI, distribuidos sobre unas 870 ha y con un
canal de riego construido a lo largo de la ladera de los cerros mencionados[6].
Otras tendencias remiten a los
conjuntos artefactuales líticos posteriores a ca. 1100 años AP del fondo de cuenca y sus
variaciones respecto a los relevados en contextos formativos del mismo microambiente.
Por un lado, en CChM predomina la vulcanita 4,
recurso lítico con fuentes potenciales a más de 5 km, mientras que la cuarcita,
con fuentes a menos de 2 km, halla muy escasa representación. En LA y BCII esta
relación se invierte y mientras la cuarcita predomina, la vulcanita 4 concentra
frecuencias sensiblemente menores. Por su parte, los recursos líticos y
minerales disponibles en otros microambientes de la cuenca, específicamente en
los sectores intermedios y quebradas altas de Las Pitas, concentran mayores
frecuencias en CChM. Se ha sugerido que estas
tendencias estarían asociadas al incremento de la agricultura en la
subsistencia de los habitantes de LA y BCII, contemplando que el cuidado de las
superficies de cultivo de BCI habría requerido que muchos permanecieran en sus cercanías,
recurriendo consecuentemente al empleo predominante de rocas muy próximas.
Asimismo, a una movilidad pastoril menos ubicua entre quienes habitaron estos
asentamientos, en el marco de la cual habrían accedido menos frecuentemente a
otros microambientes de la cuenca y a las materias primas líticas disponibles
en ellos[7].
Cabe mencionar, también, otras llamativas variaciones entre los conjuntos
artefactuales líticos de CChM, LA y BCII. Una refiere
a las frecuencias de palas y/o azadas líticas y productos secundarios de su
manufactura y reactivación, con importante representación en el primer sitio[8]
y bajas frecuencias en los últimos. Otra remite a las formas de las bases de
las puntas de proyectil; mientras que en CChM
predominan ejemplares de limbo triangular, con pedúnculo diferenciado y aletas
entrantes[9],
en LA y BCII sobresalen ampliamente los apedunculados
con base escotada. Estos cambios han sido asociados con nuevos hábitos técnicos
o modos de hacer y/o usar los artefactos líticos entre quienes habitaron el
fondo de cuenca luego de ca. 1100
años AP[10].
Finalmente, ciertas características de los conjuntos
cerámicos de BCII y LA y su variabilidad respecto a los de CChM
sustentarían el sugerido incremento de la agricultura entre las sociedades antofagasteñas posteriores a ca. 1100 años AP. Específicamente, se ha propuesto
que los mayores espesores de las paredes de los tiestos no decorados relevados
en BCII y LA respecto a sus homólogos de CChM
responderían a un cambio tecnológico orientado a obtener recipientes adecuados
para contener y procesar los alimentos provenientes de una actividad agrícola
creciente. Nos interesa destacar, aprovechando la remisión a la evidencia
cerámica de estos sitios, el registro de tiestos decorados estilo Belén y
Belén-Inka[11].
Figura
1. Sitios arqueológicos de la microrregión de Antofagasta de la Sierra.
La combinación de las pautas de vida pastora y el
énfasis creciente de las prácticas agrícolas habrían conducido, con el correr
del tiempo, a una paulatina modificación en la organización social y política
de las sociedades de ANS, tendiendo a una mayor concentración del poder y
acentuada estratificación social posterior a ca. 700 años AP. Estas transformaciones junto a un
posible incremento poblacional habrían desembocado en un patrón concentrado de
asentamiento como LA y en la ampliación del sistema de producción agrícola a
otros espacios de la microrregión[12].
LA es un sitio de amplias dimensiones, compuesto por
una gran diversidad de estructuras dispuestas sobre las coladas del volcán
Antofagasta, a aproximadamente 5-6 km al sur del poblado actual (figuras 1 y 2).
Diversas evidencias apoyan su ocupación fundamentalmente durante los períodos de
Desarrollos Regionales, Inka e Histórico, con
elementos que la relacionan al sistema cultural Belén de los valles de Abaucán y Hualfín. Suponíamos que
la ocupación del sitio se habría dado hacia ca. 700 años AP, pero fechados radiocarbónicos
recientes la profundizaron, sin descartar el posterior desarrollo como
conglomerado del sitio (tabla 1)[13].
Luego de ca. 700
años AP, LA habría devenido en un gran centro habitacional, políticamente
relevante en la cuenca, y en un nodo/centro de intercambio y almacenamiento al
que habrían estado estrechamente vinculados otros asentamientos[14].
Uno de ellos es BCII, posiblemente abandonado como área habitacional y ocupado como
zona productiva agrícola, incluso en momentos posteriores al arribo inkaico. En este sentido, se han señalado diferencias entre
los conjuntos cerámicos de superficie relevados en este sitio (asociados a su
última ocupación) y los procedentes de LA. En los primeros predominan tiestos
potencialmente relacionados por sus propiedades físico-mecánicas a actividades
de almacenaje y/o procesamiento de productos secos, mientras que los asociados
a actividades culinarias están escasamente presentes. En LA, en tanto, los tiestos
potencialmente destinados a actividades de almacenaje y/o procesamiento,
también con considerable presencia, registran mayor variabilidad en sus
características físico-mecánicas y aquellos asociados a tareas de cocción
evidencian frecuencias más elevadas. Estas tendencias han sido explicadas en
términos de la ocupación habitacional de este último sitio y el desarrollo en él
de un amplio rango de actividades[15].
Figura
2. Plano del sector central de LA y procedencia de muestras artefactuales
líticas (versión modificada de plano elaborado por P. Salminci).
Otro asentamiento vinculado a LA es CCT. Se encuentra
a aproximadamente 15 km al noroeste del poblado actual, en el curso medio del
río Mojones. Este corresponde a los sectores intermedios, aunque presenta una
topografía más abierta que sus semejantes de Las Pitas, Miriguaca
y Curuto (figura 1). El registro de cerámica estilo
Belén y Belén-Inka y los fechados radiocarbónicos
disponibles permiten preliminarmente señalar su ocupación luego de ca. 800/700 años AP y
hasta momentos inkaicos (tabla 1). La presencia de
recintos, aterrazados, cuadros de cultivo y vestigios de una acequia o canal de
riego prehispánico (figura 3), el predominio de fragmentos cerámicos
potencialmente asociados a actividades de almacenaje y/o procesamiento de
productos secos y la muy baja presencia de tiestos relacionados a actividades
culinarias han llevado a proponer similitudes entre CCT y la última ocupación
de BCII. En base a estas tendencias, se sugirió que CCT también constituyo un
área especializada en actividades agrícolas, relacionada a LA y ocupada en
forma temporaria durante el ciclo productivo (considerando su distancia al
conglomerado del fondo de cuenca)[16].
Ahora bien, nuevas investigaciones complejizaron la
percepción de la organización social y política de las sociedades antofagasteñas posteriores a ca. 1100 años AP, esbozando un escenario algo más
heterogéneo al descripto en párrafos previos. Estudios desarrollados sobre el
arte rupestre tardío han señalado una mayor estandarización en los patrones de
diseño de determinados motivos, una menor variabilidad en los temas
representados y la ejecución de nuevas temáticas (por ejemplo, escutiformes y uncus), cuya disposición en los paneles (superpuestas a
motivos preexistentes, en lugares vacíos o en sectores altos) asociaron a situaciones
de ‘imposición iconográfica’. Estas características fueron relacionadas con el
fortalecimiento (¿700-400 años AP?) en el fondo de cuenca del Punilla de grupos
(¿elites?) orientados a actividades agrícolas de gran escala, con control de
los espacios productivos, capacidad de concentrar excedentes y acceso
diferencial a recursos de prestigio, los que se habrían impuesto sobre
organizaciones políticas de tipo corporativo, de haber estado vigentes. Sin
embargo, estos estudios también sugirieron que, incluso en este contexto, las
familias de pastores de los sectores intermedios continuaron operando como
unidades básicas de producción del componente pastoril de las nuevas formas
económicas y sociales, siendo diversas sus respuestas frente a las nuevas presiones.
En este sentido, mencionan, por ejemplo, que es significativo que parte
importante del arte tardío se halle en soportes con representaciones rupestres
preexistentes, emplazados en espacios de explotación económica periféricos a LA
y próximos a asentamientos de reducida extensión en los sectores intermedios[17].
En esta instancia, cabe hacer referencia, asimismo, a las investigaciones
realizadas en el sitio Peñas Coloradas 3 (quebrada de Las Pitas; figura 1), a
partir de las cuales se ha propuesto la existencia de una configuración
política segmentaria centralizada-descentralizada[18]
en ANS luego de ca. 700
años AP, en la que las comunidades de los sectores intermedios, aun inmersas en
redes socio-económicas más centralizadas coordinadas desde el fondo de cuenca,
manejaron en forma autónoma sus recursos[19].
A la coexistencia de distintos grupos en la
microrregión, introducida en el párrafo anterior, adhieren tendencias
observadas en diversos vestigios arqueológicos, las que han llevado a proponer
la continuidad de ciertos saberes y modos de hacer formativos entre los
habitantes tardíos de los sectores intermedios de los afluentes del Punilla y
su carácter distintivo respecto a los de quienes habitaron contemporáneamente
el fondo de cuenca. Se ha señalado el mantenimiento en la quebrada de Las Pitas
de ciertas prácticas de espacialidad formativas. Asimismo, se destacaron
afinidades (predominio de cerámica ordinaria, la ausencia de tiesto molido en
las pastas y la escasa presencia de tiestos estilo Belén) entre los conjuntos
cerámicos tardíos de las quebradas de Las Pitas y Miriguaca,
que a su vez los diferencian de los relevados en asentamientos con la misma cronología
del fondo de cuenca[20].
Por otro lado, se observaron variaciones entre las prácticas líticas de los
habitantes tardíos de Las Pitas y Miriguaca y las de
sus coetáneos del fondo de cuenca, al tiempo que similitudes, aunque sin
desconsiderar variaciones, entre las primeras y las de las sociedades
formativas (esto último principalmente en el caso de Las Pitas[21]). En primer lugar, en sitios y
ocupaciones post-ca. 1100
años AP de Las Pitas y Miriguaca predominan las
puntas de proyectil con pedúnculo y aletas, en forma similar a lo registrado en
contextos formativos de la microrregión y disímil a lo observado en tardíos del
fondo de cuenca. En segundo lugar, las palas y/o azadas líticas presentan
frecuencias considerables en diversos sitios y ocupaciones tardíos/tardíos-inkas de Las Pitas, como en contextos formativos de esta
quebrada y del fondo de cuenca y a diferencia de lo observado en sitios
sincrónicos del último microambiente. En tercer lugar, en sitios y ocupaciones
posteriores a ca. 1100
años AP de Las Pitas y Miriguaca el grupo de recursos
con fuentes potenciales en otros sectores de la cuenca tiende a presentar
mayores porcentajes que en los conjuntos con la misma cronología del fondo de
cuenca, lo que ha sido asociado a una dinámica pastoril más ubicua entre los
habitantes de esas quebradas. Cabe mencionar, asimismo, que en contextos post- ca. 1100 años AP de Las
Pitas, específicamente Peñas Coloradas 3 cumbre[22],
la vulcanita 4, probablemente procedente del fondo de cuenca, presenta
frecuencias menores que en conjuntos formativos de esa quebrada y porcentajes
más elevados las rocas con fuentes en las quebradas altas de Las Pitas y
sectores intermedios del río Ilanco. Sin
desconsiderar las especificidades de ocupación de Peñas Coloradas 3 ni un
incremento del componente agrícola entre los habitantes de Las Pitas, se ha
señalado que estas tendencias podrían también estar evidenciando un acceso más
restricto por parte de estos últimos al fondo de cuenca luego de ca. 1100 años AP, en un
escenario de posible conflicto/tensión entre los colectivos sociales de ambos
microambientes[23].
La disminución de los recursos líticos y minerales con fuentes potenciales en
la quebrada de Las Pitas entre contextos formativos y tardíos/tardíos-inkas del fondo de cuenca (ver supra)
acompañaría esta interpretación; inversamente, los habitantes tardíos de este
último microambiente habrían experimentado limitaciones en el acceso a los
recursos disponibles en aquella quebrada[24].
En este trabajo profundizamos
en la variabilidad entre las técnicas líticas de los habitantes de LA y CCT y
discutimos a partir de ellas las propuestas en torno a su vinculación y
funcionalidades[25].
Partimos de una perspectiva de la tecnología como un ‘fenómeno social total’,
un conjunto de prácticas llevadas adelante por sujetos imbricados en dinámicas
y relaciones sociales, políticas, económicas y materiales específicas, las que
reproducen y transforman en sus quehaceres técnicos cotidianos[26].
Por un lado, consideraremos las tendencias en los estilos formales y técnicos
registrados en los conjuntos de uno y otro sitio a fin de evaluar semejanzas en
los modos de hacer y/o usar los artefactos líticos. En este sentido, esperamos
que en CCT, al igual que en LA, se registre aprovechamiento escaso de recursos
disponibles en otros microambientes de ANS y específicamente en el curso medio
y superior de Las Pitas, manufactura y/o uso de puntas de proyectil predominantemente
escotadas y manufactura y/o uso limitado de la tecnología de palas y/o azadas
líticas en vulcanita 8. Por otro lado, nos acercamos a las representaciones de
materias primas líticas, grupos tipológicos y de las distintas etapas del
proceso de manufactura de los artefactos líticos a fin de contribuir a la
comprensión de sus roles distintivos. Teniendo en cuenta que LA habría constituido un gran asentamiento
residencial, densamente poblado y habitado a lo largo de todo el año, donde se desarrollaron
y concentraron cotidianamente múltiples actividades, esperamos registrar una
considerable variedad de rocas y minerales y grupos tipológicos destinados a tareas
diversas, sobresaliendo aquellos asociados a actividades de procesamiento y/o
consumo[27].
Por otro lado, el predominio de las etapas de la secuencia de producción lítica
de formatización y regularización de filos y/o
superficies de instrumentos, aunque también, con menor protagonismo, de las de obtención
de formas bases[28].
En lo que respecta a CCT, orientan nuestras expectativas tanto su condición de asentamiento
centrado particularmente en el desarrollo de prácticas agrícolas y habitado
durante ciertos lapsos a lo largo del año, así como la amplia disponibilidad en
sus cercanías de una roca muy similar a la vulcanita 4; esto último permite
suponer que los habitantes de CCT no habrían estado compelidos a trasladar
materias primas desde otras localidades para la manufactura de gran parte del
artefactual lítico que emplearían en sus tareas cotidianas. Esperamos la
presencia de menos variedades de rocas y minerales que en LA y considerables
frecuencias de artefactos asociados a actividades agrícolas (i.e. artefactos de
molienda). Sin embargo, dado que este asentamiento habría sido habitado durante
ciertos momentos del ciclo agrícola (períodos de siembra y cosecha), no descartamos
que otros grupos tipológicos, principalmente destinados a actividades de
procesamiento y/o consumo, hallen considerables frecuencias, ni la
representación de las etapas de la secuencia de reducción lítica mencionadas
para LA.
Muestras
artefactuales líticas y análisis
Las investigaciones en LA se han concentrado en el sector
central, donde los recintos presentan carácter conglomerado. Fuera de éste las
estructuras adquieren una disposición más dispersa y sólo recientemente se
iniciaron relevamientos sistemáticos[29].
Los conjuntos líticos considerados son producto de recolecciones de superficie
y excavaciones efectuadas en el primer sector. Las primeras se realizaron, por
un lado, en un área deprimida que llamamos abra, la que fue dividida en cinco
parcelas de 10 m de largo cada una y ancho promedio de 16,6 m; en estas se recolectó
todo el material arqueológico identificado del cual 2659 ítems corresponden a
artefactos líticos. Por otro lado, en tres recintos conectados emplazados en
una zona más elevada o cresta, al oeste del abra, de plantas rectangulares y con
un área aproximada total de 104 m2; en ellos se relevaron 1170
artefactos líticos (figura 2)[30].
Por su parte, los conjuntos estratigráficos proceden de tres sondeos de 1 m2
cada uno realizados en el ángulo noreste del recinto 2 -en adelante R2O- de
aproximadamente 117 m2 (figura 2). En estos se alcanzó una
profundidad de 60 cm y se determinaron cuatro capas (superficial, 1, 2 y 3) a
lo largo de las cuales relevamos 536 artefactos líticos, tiestos ordinarios de
tipos tardíos, dos fragmentos de cerámica estilo Belén y otro muy delgado negro/ante,
restos arqueofaunísticos muy fragmentados correspondientes
en general a camélidos y muestras de pigmentos minerales y de carbón. Cabe aclarar
que si bien disponemos de información sobre otros conjuntos artefactuales
estratigráficos, en esta oportunidad priorizamos los procedentes de R2O al ser
los únicos asociados a fechados posteriores a ca. 700 años AP[31].
Tabla
1. Fechados radiocarbónicos de LA y CCT.
Sitio |
Sector |
Recinto |
Contexto |
Código lab. |
Tipo de muestra |
14C age BP |
dC13 |
LA |
Central |
tumba colectiva |
tumba removida |
sin datos |
restos óseos
humanos |
210±70 |
sin datos |
1E |
capa de cenizas
y carbones |
AA82552 |
carbón vegetal |
916±50 |
-22.3 |
||
tumba |
tumba removida |
AA82550 |
madera
(tarabita) |
534±59 |
-22.3 |
||
1O |
capa con
espículas de carbón y otros restos arqueológicos |
AA78543 |
carbón vegetal |
981±39 |
-21.0 |
||
2O |
concentración
carbonosa |
AA82551 |
carbón vegetal |
1007±50 |
-18.5 |
||
concentración
carbonosa |
AA78542 |
carbón vegetal |
536±42 |
-20.6 |
|||
CCT |
CCT1 |
1 |
capa de cenizas
y carbones |
AA82553 |
carbón vegetal |
620±49 |
-24.2 |
capa de cenizas
y carbones |
AA78545 |
carbón vegetal |
670±38 |
-24.2 |
|||
CCT2 |
5 |
fogón |
AA78544 |
carbón vegetal |
853±39 |
-22.9 |
Referencias:
1E: recinto 1 este; 1O: recinto 1 oeste; 2O: recinto 2 oeste.
En el área de CCT se identificaron tres quebradas
sucesivas, CCT1, CCT2 y CCT3, efectuando relevamientos solamente en las dos
primeras. Los conjuntos líticos considerados proceden de recolecciones de
superficie y excavaciones en CCT1. Las primeras, por un lado, fueron realizadas
en la zona de campos del piedemonte donde, abarcando una superficie de 1225 m2,
procedimos a relevar la totalidad del material arqueológico, incluidos 467
artefactos líticos. Por otro lado, en seis recintos emplazados en el extremo
noroeste de CCT1 (recintos superiores o septentrionales). Cinco corresponden a
estructuras semicirculares que ocupan conjuntamente un área aproximada de 128 m2.
Estas descienden hasta terminar en el sexto recinto de planta rectangular, mayor
calidad constructiva y superficie aproximada de 32 m2 (figura 3).
También aquí se rescató la totalidad de las evidencias arqueológicas, entre
ellas 1194 artefactos líticos. En lo que refiere a las muestras artefactuales
de estratigrafía, proceden de un sondeo (1 m2) realizado en el
ángulo sudoeste de una estructura cuadrangular o recinto 1 -en adelante R1-
(figura 3). En este fueron identificadas cuatro capas (superficial, 1, 2 y 3) y
se rescataron 101 artefactos líticos, escasos tiestos no decorados, material arqueofaunístico muy fragmentado y carbón[32].
Los conjuntos artefactuales fueron analizados
macroscópicamente en términos de diversas propuestas de caracterización
técnico-morfológica y morfológica-funcional[33].
En primer lugar, los describimos en función de las variedades de materias
primas líticas y minerales. En segundo lugar, los segmentamos en las siguientes
clases tipológicas: núcleos, desechos[34],
artefactos formatizados y artefactos con filos, puntas
y/o superficies con rastros complementarios. En tercer lugar, entre las dos
últimas clases mencionadas nos centramos en la representación, considerando
todos los filos registrados en cada instrumento, de distintos grupos y
subgrupos tipológicos[35],
los que luego categorizamos de acuerdo a sus usos potenciales como instrumentos
de procesamiento y/o consumo o extractivos[36].
Finalmente, entre los desechos de talla evaluamos las siguientes variables:
estado de fragmentación, tipo de lasca, porcentaje de corteza en las caras
dorsales, tamaño relativo y tipo y ancho de talón (clasificados de acuerdo con
su correspondencia a microrretoque -<2 mm-,
retoque –entre 2,1 mm y 7 mm- y retalla ->7,1 mm)[37].
Es pertinente aclarar que se analizaron muestras del total de desechos de talla
recolectados en superficie en ambos sitios; estos fueron inicialmente
estratificados por materias primas para luego proceder a un muestreo de 30%
dentro de cada estrato. En lo que refiere al estado, lo consideramos dado que
se ha planteado que la reducción de núcleos no intensiva, la reducción de
núcleos intensiva y la manufactura de instrumentos generan conjuntos con
proporciones diferenciales de determinados tipos de artefactos. La primera
actividad produciría altos porcentajes de lascas enteras y núcleos y bajos
porcentajes de lascas fracturadas, la manufactura de instrumentos bajas
frecuencias de lascas enteras y núcleos y elevados porcentajes de lascas
fracturadas, y la reducción intensiva de núcleos conjuntos con proporciones
intermedias de lascas enteras, lascas fracturadas y núcleos, además de
considerables frecuencias de fragmentos indiferenciados (resultado del
incremento de los ángulos de las plataformas de percusión)[38].
Los tipos de lascas, porcentajes de corteza en caras dorsales, tamaños
relativos, tipos y anchos de talón brindan información respecto al grado de
reducción lítica. Asimismo, los tipos y anchos de talón informan sobre las
técnicas de reducción empleadas (p.ej. talla por presión). Conjuntamente todos
estos atributos aportan como indicadores de las distintas etapas de la
secuencia de reducción lítica que se habrían desarrollado en cada uno de los
asentamientos[39].
Figura
3. Imagen satelital de CCT y procedencia de muestras artefactuales líticas
(versión modificada de Google Earth, 2 de diciembre
2015).
Resultados
La Alumbrera
Entre los conjuntos de
estratigrafía (n=536) y superficie (n=3829) de LA se registran 23 rocas y
minerales, predominando la cuarcita en ambos (tabla 2), como en otras muestras
relevadas en el asentamiento. Fuentes de esta roca se hallan en el fondo de
cuenca del Punilla, a menos de 2 km, aunque también depósitos secundarios se
encuentran en las quebradas de Las Pitas y Miriguaca[40].
Otros recursos identificados con fuentes en el fondo de cuenca son las
vulcanitas 4 y 8 y el cuarzo, concentrando conjuntamente el 13,08% en los
conjuntos estratigráficos y el 9,32% en los de superficie (tabla 2). Estos
últimos recursos se hallan también en otros microambientes de la cuenca,
incluyendo el área de CCT[41].
Tabla
2. Materias primas y clases tipológicas en conjuntos artefactuales líticos de
LA.
Procedencia |
La Alumbrera Recinto 2 Oeste |
La Alumbrera superficie* |
||||||||||
Materias primas |
Clase tipológica |
n |
% |
Clase tipológica |
n |
% |
||||||
A |
B |
C |
D |
A |
B |
C |
D |
|||||
aragonito/arenisca/carbonato |
- |
- |
14 |
- |
14 |
2,61 |
- |
- |
12 |
- |
12 |
0,32 |
cuarcita |
3 |
9 |
234 |
3 |
249 |
46,46 |
27 |
162 |
2323 |
133 |
2645 |
69,08 |
cuarzo |
- |
- |
42 |
- |
42 |
7,84 |
1 |
4 |
106 |
4 |
115 |
3 |
min.verdes |
- |
- |
73 |
- |
73 |
13,62 |
- |
- |
130 |
- |
130 |
3,39 |
obsidianas |
- |
1 |
13 |
- |
14 |
2,61 |
- |
15 |
101 |
3 |
119 |
3,11 |
si. traslúcidas |
1 |
9 |
71 |
3 |
84 |
15,67 |
- |
21 |
356 |
6 |
383 |
10 |
si. opacas |
- |
- |
1 |
1 |
2 |
0,37 |
- |
- |
32 |
2 |
34 |
0,89 |
vc. 1 |
- |
- |
5 |
- |
5 |
0,93 |
- |
5 |
17 |
- |
22 |
0,57 |
vc. 2 |
- |
4 |
13 |
- |
17 |
3,17 |
2 |
13 |
70 |
1 |
86 |
2,25 |
vc. 3 |
- |
- |
1 |
- |
1 |
0,19 |
- |
- |
- |
1 |
1 |
0,03 |
vc. 4 |
- |
2 |
21 |
- |
23 |
4,29 |
1 |
25 |
146 |
8 |
180 |
4,7 |
vc. 7 |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
1 |
- |
1 |
0,03 |
|
vc. 8 |
- |
1 |
6 |
- |
7 |
1,31 |
1 |
11 |
49 |
1 |
62 |
1,62 |
vc. nd |
1 |
- |
4 |
- |
5 |
0,93 |
- |
- |
31 |
- |
31 |
0,8 |
vc. verde y vesicular |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
1 |
- |
1 |
0,03 |
nd |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
1 |
- |
6 |
- |
7 |
0,18 |
n |
5 |
26 |
498 |
7 |
536 |
33 |
256 |
3381 |
159 |
3829 |
||
% |
0,93 |
4,85 |
92,91 |
1,31 |
100 |
0,86 |
6,69 |
88,3 |
4,15 |
100 |
Referencias:
si.: sílice, vc.: vulcanita, nd:
no diferenciada, A: artefactos con filos, puntas y/o superficies con rastros
complementarios, B: artefactos formatizados, C:
desechos, D: núcleos.* Los conjuntos artefactuales relevados en el abra y en
los recintos de la cresta son considerados conjuntamente.
Las rocas y minerales con
fuentes potenciales en los sectores intermedios y quebradas altas de los
tributarios del Punilla son las vulcanitas 1, 3, 7 y 2 y las sílices
traslúcidas. Las tres primeras corresponden a las únicas rocas identificadas disponibles
en el curso medio y superior de la quebrada de Las Pitas[42].
Mencionamos en antecedentes que tienen muy escasa representación en LA, lo que
ejemplifican los conjuntos analizados (tabla 2). En lo que respecta a la
vulcanita 2, si bien se halla disponible en las quebradas altas de Las Pitas y
en la Cantera Inka de Onix,
la fuente en donde esta variedad se encuentra en forma más abundante es Peñas
de la Cruz Zona de Aprovisionamiento y Cantera, en los sectores intermedios del
río Ilanco[43].
Presenta en ambos conjuntos porcentajes algo más elevados que las variedades
anteriores. En la categoría sílices traslúcidas se engloban ópalos y
calcedonias. El primero fue identificado en el curso superior del río Ilanco (Las Trancas) y la calcedonia correspondería a un
recurso de quebradas de altura[44].
Son las únicas variedades de los cursos medios y superiores de los afluentes
del Punilla con considerables frecuencias en LA (tabla 2).
Tabla 3. Grupos y subgrupos tipológicos en
conjuntos artefactuales líticos de LA y CCT1.
Procedencia |
LA R2O |
LA sup |
CCT1 sup |
||||
Grupos tipológicos |
n |
% |
n |
% |
N |
% |
|
Artefactos burilantes |
2 |
4,65 |
27 |
5,9 |
18 |
8,49 |
|
Artefactos de formatización
sumaria |
7 |
16,27 |
110 |
24,01 |
42 |
19,81 |
|
Cepillos |
- |
- |
2 |
0,44 |
- |
- |
|
Cortantes |
1 |
2,33 |
- |
- |
- |
- |
|
Cuchillos |
- |
- |
- |
- |
2 |
0,94 |
|
Choppers |
- |
- |
1 |
0,22 |
- |
- |
|
Denticulados |
5 |
11,63 |
75 |
16,37 |
35 |
16,51 |
|
Escoplo |
- |
- |
4 |
0,87 |
4 |
1,89 |
|
Filos largos de arista sinuosa |
- |
- |
6 |
1,31 |
5 |
2,36 |
|
Filos naturales con rastros complementarios |
5 |
11,63 |
36 |
7,86 |
25 |
11,79 |
|
Gubia |
1 |
2,33 |
4 |
0,87 |
- |
- |
|
Muescas |
3 |
6,97 |
23 |
5,02 |
30 |
14,15 |
|
Percutores |
- |
- |
27 |
5,9 |
1 |
0,47 |
|
Perforadores |
6 |
13,95 |
15 |
3,27 |
- |
- |
|
Picos |
- |
- |
1 |
0,22 |
- |
- |
|
Puntas entre muescas |
1 |
2,33 |
20 |
4,37 |
8 |
3,77 |
|
Puntas naturales con rastros complementarios |
2 |
4,65 |
4 |
0,87 |
3 |
1,42 |
|
Raclettes |
- |
- |
4 |
0,87 |
1 |
0,47 |
|
Raederas |
- |
- |
14 |
3,06 |
9 |
4,25 |
|
Raspadores |
1 |
2,33 |
16 |
3,49 |
4 |
1,89 |
|
RBO |
1 |
2,33 |
2 |
0,44 |
- |
- |
|
Palas y/o azadas |
- |
- |
1 |
0,22 |
- |
- |
|
Núcleos |
- |
- |
13 |
2,84 |
1 |
0,47 |
|
Variedades de
puntas de proyectil |
PP.Apc/A |
- |
- |
1 |
0,22 |
2 |
0,945 |
PP.PreAp |
1 |
2,325 |
1 |
0,22 |
2 |
0,945 |
|
Fragmentos nd |
1 |
2,325 |
- |
- |
- |
- |
|
Piezas enteras no diferenciadas |
- |
- |
1 |
0,22 |
1 |
0,47 |
|
Fragmentos no diferenciados de piezas, filos o
puntas formatizadas |
6 |
13,95 |
50 |
10,92 |
19 |
8,96 |
|
N |
43 |
100 |
458 |
100 |
212 |
100 |
Referencias: sup:
superficie; RBO: filos largos de artefactos con tamaños medianos pequeños o
pequeños, de sección asimétrica, con bisel oblicuo o abrupto; PP.Apc/A: puntas de proyectil apedunculadas
con aletas; PP.PreAp: preforma de puntas de proyectil
apedunculadas. Aclaración: R1 de CCT1 se describe en
el texto, dado el bajo 'n'.
Finalmente, otras rocas y
minerales identificados con fuentes conocidas corresponden a obsidianas y
minerales verdes. Entre las primeras predomina la variedad Ona,
además de registrarse Salar del Hombre Muerto, Laguna Cavi
y Cueros de Purulla, todas ellas no locales o
disponibles a más de 40 km[45].
Por su parte, los minerales verdes corresponden a variedades de colores verdes,
turquesas y celestes asignados mayormente a aragonito y turquesa (comentario
personal G. Correa); alcanzan porcentajes disímiles en los conjuntos discutidos
en esta oportunidad, con frecuencias más elevadas en R2O (tabla 2). En cuanto a
su procedencia, por el momento, los consideramos como recursos no locales,
teniendo en cuenta principalmente que se ha registrado aragonito en la Mina El
Peinado, aproximadamente 100 km hacia el sud-sudoeste de ANS[46].
Tanto en R2O como en las
muestras de superficie se registran artefactos formatizados,
artefactos con filos, puntas y/o superficies con rastros complementarios,
desechos y, con bajas frecuencias, núcleos (tabla 2). Las dos primeras
categorías representan el 5,78% de los conjuntos de estratigrafía y el 7,55% de
los de superficie. Entre los artefactos de estas clases tipológicas relevados
en R2O (n=31) se han identificado 43 filos, superficies y/o aristas y entre
ellos 13 grupos tipológicos[47].
Destaca la alta frecuencia de perforadores, junto a artefactos de formatización sumaria, filos naturales con rastros
complementarios y denticulados. Sólo se registró una preforma de punta de
proyectil apedunculada con base escotada en sílice y
un fragmento disto/mesial de punta de proyectil en
obsidiana Ona. No se rescataron palas y/o azadas
líticas (tabla 3) y se relevó, aunque no fue contabilizado en la tabla, un
artefacto de molienda activo. En los conjuntos de superficie (n=289) se
registraron 458 filos y superficies activos y 22 grupos tipológicos. Al igual
que en R2O, aunque en menores frecuencias, se identificaron perforadores. Son
escasos los instrumentos en vulcanita 8 (n=12), materia prima sobre la que
fueron confeccionadas las palas y/o azadas líticas formativas[48].
Entre ellos se determinó un único ejemplar de este grupo tipológico, el que
tampoco fue registrado en otras variedades de rocas. Sólo se relevaron una
preforma de punta de proyectil en obsidiana Ona con
base recta y una punta de proyectil apedunculada con
base escotada (tabla 3). Finalmente, se han identificado 21 artefactos de
molienda pasivos y 10 activos en el sitio.
Los desechos concentran
elevadas frecuencias tanto en R2O como en superficie. Interesa resaltar que en
ambos casos, aunque con diferencias porcentuales, las sílices traslúcidas y los
minerales verdes se encuentran entre las variedades mayormente representadas en
esta clase tipológica (tabla 2).
Entre los desechos de talla
relevados en R2O (n=408) dominan las lascas fracturadas, las enteras presentan
frecuencias más bajas y los fragmentos indiferenciados conforman el 7,6%. Entre
los tipos de lascas sobresalen las internas, destacándose las angulares, y las
externas (primarias, secundarias y de dorso natural) representan una quinta
parte. Las lascas sin corteza en sus caras dorsales conforman casi el 42% de
las enteras (n=106), concentrando aquellas con más del 50% de este atributo menores
porcentajes. Las lascas pequeñas alcanzan casi 50% de las enteras, seguidas de
las medianas pequeñas, muy pequeñas, grandes, medianas grandes y muy grandes.
Entre las lascas enteras y fracturadas con talón (n=248) predominan los talones
lisos, seguidos de los no diferenciados y corticales. Finalmente, entre las
lascas en que fue posible medir el ancho del talón (n=213), aquellas con
talones asignables a retalla son ampliamente dominantes, seguidas de las que
presentan talones correspondientes a retoque. Los ejemplares con talones asignables
a microrretoque son muy escasos (tabla 4).
En la muestra de desechos de
talla de superficie de LA (n=1079) predominan también las lascas fracturadas,
las enteras registran menores frecuencias y los fragmentos indiferenciados
conforman el 3,5%. Se destacan las lascas internas, con importante presencia de
las angulares, y las externas conforman algo menos del 15%. Las lascas sin
corteza sobresalen entre las enteras (n=389) y aquellas con más del 50% de este
atributo concentran porcentajes más bajos. Si bien las lascas medianas pequeñas
son más numerosas, les siguen inmediatamente las medianas grandes y las
pequeñas, y luego las grandes, muy grandes y muy pequeñas. Entre los talones de
lascas enteras y fracturadas con talón (n=821) predominan los lisos, seguidos
de los corticales, no diferenciados y diedros. Entre las lascas en las que fue
posible medir el ancho del talón (n=765), aquellas con talones asignables a
retalla concentran algo más del 90%. Como en R2O, la categoría microrretoque está casi ausente (tabla 4).
Campo Cortaderas 1
Entre los conjuntos de
estratigrafía (n=101) y de superficie (n=1661) de CCT1 se identificaron 15 rocas
y minerales y el predominio de una vulcanita similar a la 4 con un porcentaje
promedio de 91,51% (tabla 5). Como adelantamos, probablemente los habitantes de
CCT obtuvieron esta roca, en función de su proximidad, en los afloramientos de
edad Pleistocena media (Formación Inkahuasi Fase I) y
depósitos coluviales secundarios que se encuentran a
lo largo de las abras en las cuales se emplaza el asentamiento[49].
Otras variedades disponibles inmediatamente en el área de CCT son la vulcanita
8[50],
el cuarzo y las vulcanitas verde y vesicular (las dos últimas sólo registradas
en las muestras de superficie), siendo la primera la más representada – R1:
4,95%; superficie: 1,2%- (tabla 5).
La cuarcita, las sílices
traslúcidas y las vulcanitas 1 y 2 se cuentan entre los recursos con fuentes
potenciales en otros microambientes de la cuenca (fondo de cuenca del río
Punilla, curso medio y superior de Las Pitas, quebrada del Miriguaca
y curso medio y superior del río Ilanco). Ninguna de
estas variedades fue identificada en los conjuntos artefactuales
estratigráficos, mientras que sólo constituyen conjuntamente el 1,14% de las
muestras de superficie. A diferencia de LA, las sílices traslúcidas son muy
escasas (tabla 5).
Tabla 4. Propiedades de desechos de talla de
conjuntos artefactuales líticos de LA y CCT1.
Procedencia |
LA R2O |
LA sup |
CCT1 R1 |
CCT1 sup |
|||||
Variables |
N |
% |
n |
% |
n |
% |
n |
% |
|
Estado de desechos de talla |
Lasca entera |
106 |
26 |
389 |
36,05 |
31 |
32,63 |
169 |
35,88 |
Lasca fracturada con talón |
142 |
34,8 |
432 |
40,04 |
36 |
37,89 |
201 |
42,68 |
|
Lasca fracturada sin talón |
124 |
30,4 |
222 |
20,57 |
26 |
27,37 |
91 |
19,32 |
|
Fragmento indiferenciado |
31 |
7,6 |
35 |
3,25 |
2 |
2,11 |
10 |
2,12 |
|
Producto bipolar |
5 |
1,2 |
1 |
0,09 |
- |
- |
- |
- |
|
Totales |
408 |
100 |
1079 |
100 |
95 |
100 |
471 |
100 |
|
Tipo de lasca |
Externas |
82 |
22,05 |
137 |
13,14 |
6 |
6,45 |
32 |
6,94 |
Internas |
219 |
58,86 |
730 |
69,99 |
59 |
63,44 |
353 |
76,57 |
|
No diferenciada |
71 |
19,09 |
176 |
16,87 |
28 |
30,11 |
76 |
16,49 |
|
Totales |
372 |
100 |
1043 |
100 |
93 |
100 |
461 |
100 |
|
% de corteza (lascas enteras) |
[0%] |
44 |
41,51 |
150 |
38,56 |
22 |
70,97 |
79 |
46,75 |
[0,1-25%] |
16 |
15,09 |
64 |
16,45 |
2 |
6,45 |
31 |
18,34 |
|
[25,1-50%] |
11 |
10,38 |
70 |
18 |
6 |
19,35 |
30 |
17,75 |
|
[50,1-75%] |
10 |
9,44 |
53 |
13,62 |
- |
- |
11 |
6,51 |
|
[75,1-100%] |
9 |
8,49 |
23 |
5,91 |
- |
- |
6 |
3,55 |
|
[100%] |
16 |
15,09 |
29 |
7,46 |
1 |
3,23 |
12 |
7,1 |
|
Totales |
106 |
100 |
389 |
100 |
31 |
100 |
169 |
100 |
|
Tamaños relativos (lascas enteras) |
Muy pequeñas |
10 |
9,43 |
18 |
4,63 |
5 |
16,13 |
3 |
1,77 |
Pequeñas |
51 |
48,12 |
77 |
19,8 |
11 |
35,48 |
35 |
20,71 |
|
Medianas pequeñas |
26 |
24,53 |
101 |
25,96 |
8 |
25,81 |
37 |
21,9 |
|
Medianas grandes |
6 |
5,66 |
78 |
20,05 |
3 |
9,68 |
32 |
18,93 |
|
Grandes |
10 |
9,43 |
62 |
15,94 |
4 |
12,9 |
33 |
19,53 |
|
Muy grandes |
3 |
2,83 |
53 |
13,62 |
- |
- |
29 |
17,16 |
|
Totales |
106 |
100 |
389 |
100 |
31 |
100 |
169 |
100 |
|
Tipo de talón (lascas
enteras y fracturadas con talón) |
Cortical |
36 |
14,52 |
117 |
14,25 |
11 |
16,42 |
51 |
13,79 |
Liso |
136 |
54,84 |
447 |
54,45 |
45 |
67,16 |
233 |
62,97 |
|
Diedro |
8 |
3,23 |
98 |
11,94 |
2 |
2,99 |
46 |
12,43 |
|
Facetado |
5 |
2,01 |
48 |
5,85 |
1 |
1,49 |
14 |
3,78 |
|
Puntiforme |
3 |
1,21 |
3 |
0,36 |
- |
- |
1 |
0,27 |
|
Filiforme |
2 |
0,81 |
7 |
0,85 |
- |
- |
1 |
0,27 |
|
Astillado |
4 |
1,61 |
1 |
0,12 |
- |
- |
- |
- |
|
No diferenciado |
54 |
21,77 |
100 |
12,18 |
8 |
11,94 |
24 |
6,49 |
|
Totales |
248 |
100 |
821 |
100 |
67 |
100 |
370 |
100 |
|
Ancho de talón (lascas
enteras y fracturadas con talón) |
Microretoque (<2 mm) |
3 |
1,41 |
1 |
0,13 |
1 |
1,64 |
3 |
0,83 |
Retoque (2,1-7 mm) |
60 |
28,17 |
72 |
9,41 |
12 |
19,67 |
22 |
6,1 |
|
Retalla (>7,1 mm) |
150 |
70,42 |
692 |
90,46 |
48 |
78,69 |
336 |
93,07 |
|
Totales |
213 |
100 |
765 |
100 |
61 |
100 |
361 |
100 |
Las variedades de rocas y
minerales no locales son los minerales verdes y obsidianas Ona
y Cueros de Purulla, con porcentajes muy bajos.
Finalmente, se registraron pobremente filita, sílices opacas y vulcanita no
diferenciada, cuyas fuentes aún desconocemos (tabla 5).
Tanto los conjuntos
artefactuales de R1 como los de superficie se hallan compuestos por artefactos formatizados, artefactos con filos, puntas y/o superficies
con rastros complementarios, desechos y escasos núcleos (tabla 5). Las dos
primeras clases tipológicas representan el 4,95% en la muestra estratigráfica y
el 8,43% en la de superficie. En R1 se relevaron un artefacto sin manufactura con
filos, puntas y/o superficies con rastros complementarios y cuatro artefactos formatizados, identificándose en ellos nueve filos
asignables a cinco grupos tipológicos (punta entre muescas, artefacto burilante, escoplo, artefactos de formatización
sumaria, filo natural con rastros complementarios, fragmento no diferenciado de
filo o punta formatizada y pieza entera no
diferenciada). En tanto, entre los 141 artefactos relevados en superficie
correspondientes a estas clases tipológicas, se contabilizaron un total de 212
filos, aristas y/o superficies y 16 grupos tipológicos. Dos puntas de proyectil
y dos preformas fueron registradas, todas sin pedúnculo y con bases escotadas,
manufacturadas en obsidiana Ona y Cueros de Purulla. En ninguno de los conjuntos artefactuales de CCT1
considerados, se relevaron perforadores, palas y/o azadas ni artefactos de
molienda (tabla 3). Sin embargo, cabe mencionar que fueron identificados dos
ejemplares de palas y/o azadas en vulcanita 8 en superficie en otro sector del
asentamiento y, aunque no incorporados en la tabla, cuatro artefactos de
molienda pasivos en las cercanías de los recintos septentrionales y de R1[51].
Tabla
5. Materias primas y clases tipológicas en conjuntos artefactuales líticos de
CCT1.
Procedencia |
Campo Cortaderas 1 Recinto 1 |
Campo Cortaderas 1
superficie* |
||||||||||
Materias primas |
Clase tipológica |
n |
% |
Clase tipológica |
n |
% |
||||||
A |
B |
C |
D |
A |
B |
C |
D |
|||||
cuarcita |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
3 |
1 |
4 |
0,24 |
cuarzo |
- |
- |
1 |
- |
1 |
0,99 |
- |
- |
2 |
- |
2 |
0,12 |
filita |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
1 |
- |
1 |
0,06 |
min.verdes |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
1 |
1 |
- |
2 |
0,12 |
obsidianas |
- |
- |
2 |
- |
2 |
1,98 |
- |
5 |
10 |
1 |
16 |
0,96 |
si. traslúcidos |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
2 |
- |
2 |
0,12 |
si. opacos |
- |
- |
1 |
- |
1 |
0,99 |
- |
3 |
7 |
- |
10 |
0,6 |
vc. 1 |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
2 |
2 |
1 |
5 |
0,3 |
vc. 2 |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
1 |
- |
7 |
- |
8 |
0,48 |
vc. 4 |
1 |
3 |
84 |
1 |
89 |
88,12 |
13 |
112 |
1409 |
42 |
1576 |
94,9 |
vc. 8 |
- |
1 |
4 |
- |
5 |
4,95 |
- |
4 |
16 |
- |
20 |
1,2 |
vc. nd |
- |
- |
3 |
- |
3 |
2,97 |
- |
- |
1 |
- |
1 |
0,06 |
vc. verde y vesicular |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
13 |
1 |
14 |
0,84 |
n |
1 |
4 |
95 |
1 |
101 |
14 |
127 |
1474 |
46 |
1661 |
||
% |
0,99 |
3,96 |
94,06 |
0,99 |
100 |
0,84 |
7,59 |
88,8 |
2,77 |
100 |
Referencias:
min.: minerales, si.: sílice, vc.: vulcanita, nd: no diferenciada, A: artefactos con filos, puntas y/o
superficies con rastros complementarios, B: artefactos formatizados,
C: desechos, D: núcleos. *Los conjuntos artefactuales relevados en los campos
de cultivo y en los recintos superiores o septentrionales son considerados
conjuntamente.
Los desechos constituyen la
clase tipológica más numerosa en R1 y en superficie (tabla 5). En R1 todos los
ejemplares corresponden a desechos de talla (n=95) entre los que las lascas
fracturadas son predominantes, las enteras representan algo más de un tercio y
sólo se identificaron dos fragmentos indiferenciados. En relación a los tipos
de lasca, sobresalen las internas (mayormente angulares), mientras que las
externas no llegan a constituir el 7%. Entre las lascas enteras (n=31), son
ampliamente dominantes aquellas sin corteza, seguidas de las que presentan
25,1-50% y 0,1-25%. Las lascas pequeñas alcanzan casi al 36% de los ejemplares
enteros, seguidas de las medianas pequeñas, muy pequeñas, grandes y medianas
grandes. Entre las lascas enteras y fracturadas con talón (n=67) predominan los
talones lisos, seguidos de los corticales, mientras que los diedros y facetados
registran muy bajas frecuencias. Finalmente, entre las lascas en las que fue
posible medir el ancho del talón (n=61) sobresalen aquellas con talones
asignables a retalla (tabla 4).
Las lascas fracturadas son
dominantes en la muestra de desechos de talla de superficie de CCT1 (n=471),
mientras que las enteras presentan menores frecuencias y los fragmentos
indiferenciados concentran el 10%. Sobresalen las lascas internas (77%; n=461)
y entre ellas las angulares, en tanto que las externas no llegan a conformar el
7%. Las lascas sin corteza representan el 47% de las enteras (n=169), mientras
que aquellas con más del 50% de este atributo constituyen el 18%. En lo que
refiere a los tamaños relativos, las lascas medianas pequeñas son las más
numerosas, seguidas inmediatamente por las pequeñas, grandes, medianas grandes
y muy grandes; las muy pequeñas hallan bajísima representación. Finalmente,
entre los talones dominan los lisos, seguidos lejanamente por los corticales y
diedros (n=370), y sobresalen ampliamente los asignables a retalla, mientras
que los correspondientes a retoque presentan bajos porcentajes (n=361). Como
ocurre en todas las muestras consideradas las lascas con talones asignables a microrretoque están casi ausentes (tabla 4).
Distintos pero semejantes
Hacia ca.
700 años AP las sociedades que habitaban la microrregión de ANS
habrían estado comprometidas en un proceso de creciente centralización social,
política y económica. Estas transformaciones habrían derivado en el desarrollo
del sitio de LA como gran conglomerado y centro del poder político y urbano
principal, así como en la ampliación del sistema de producción agrícola a distintos
sectores de la cuenca. En este contexto, surgieron asentamientos dependientes
de aquel específicamente destinados a actividades agrícolas, como BCII y CCT. Las
investigaciones en LA, BCII y CCT registraron similitudes en las
características arquitectónicas de los dos últimos y en los estilos cerámicos formales
(similares a Belén y Belén-Inka) identificados en los
tres. Por otro lado, señalaron variaciones en las representaciones de tiestos
potencialmente asociados a distintas actividades, las que acompañarían los
roles propuestos para cada uno de ellos. En CCT y en la última ocupación de BCII
predominan tiestos relacionados a actividades de almacenaje y/o procesamiento
de productos secos y los asociados a actividades culinarias están escasamente
presentes. En LA, en tanto, aquellos destinados a actividades de almacenaje y/o
procesamiento registran mayor variabilidad interna en sus propiedades
físico-mecánicas y los asociados a tareas culinarias encuentran mayores
frecuencias[52].
En este marco, a lo largo del presente aporte nos focalizamos en exponer y
evaluar la variabilidad entre los conjuntos artefactuales líticos de LA y CCT a
fin de continuar aportando a la comprensión de su vinculación y funcionalidades.
Inicialmente, las tendencias observadas nos llevan a sugerir que, en
coincidencia con nuestras expectativas, quienes habitaron el curso medio del
río Mojones y el fondo de cuenca del Punilla luego de ca. 700 años AP practicaron modos semejantes de hacer
y/o usar sus artefactos líticos.
En primer lugar, tanto los habitantes de LA como los de CCT aprovecharon
escasamente los recursos disponibles en otros microambientes de la cuenca y
específicamente aquellos del curso medio y superior de Las Pitas. En términos
generales, estas tendencias llevan a hipotetizar que,
como los habitantes del fondo de cuenca, quienes ocuparon el curso medio del
río Mojones no habrían accedido frecuentemente a otros sectores de la
microrregión, quizá en el marco de una actividad agrícola sobresaliente que
habría exigido su permanencia en las cercanías de los campos de cultivo próximos
y de una limitada, si no particularmente ausente, movilidad pastoril. En este
sentido, resalta también el uso predominante por parte de los habitantes de CCT
y LA de recursos líticos con fuentes potenciales muy próximas (a menos de 2 km),
respectivamente la vulcanita 4 CCT[53] y la cuarcita.
En segundo lugar, quienes
ocuparon CCT y el fondo de cuenca del Punilla habrían compartido elecciones técnicas
similares en torno a la manufactura y/o uso de las puntas de proyectil. En CCT1
todos los ejemplares de este grupo tipológico corresponden a individuos apedunculados y con escotadura, análogamente a lo observado
en LA. En este punto, es interesante mencionar el registro de una punta de
proyectil de iguales características en el recinto 5 de CCT2[54].
Somos conscientes, sin embargo, del carácter preliminar de estas comparaciones,
considerando la ausencia en CCT de ejemplares de este grupo tipológico procedentes
de estratigrafía y su escaso número en los conjuntos artefactuales de superficie.
En tercer lugar, los
habitantes de LA y CCT no habrían ampliamente recurrido a la tecnología de palas
y/o azadas líticas en vulcanita 8[55].
En CCT sólo se registraron dos ejemplares en otros sectores del asentamiento y
ninguno en las muestras artefactuales descriptas, mientras que en LA se relevó un
único ítem en los conjuntos de superficie. Apuntalarían estas tendencias las
bajas frecuencias de desechos de talla en vulcanita 8 asociables a la manufactura
y/o reactivación de estos instrumentos. En LA, la vulcanita 8 representa el
1,2% de los desechos en R2O y el 0,14% de la muestra de estos artefactos procedente
de recolecciones de superficie. Por su parte, en CCT1, esta roca constituye el 4,1%
de los desechos en R1 y el 1,9% de las muestras analizadas de superficie. De
esta forma, las palas y/o azadas líticas en vulcanita 8 no sólo no habrían sido
usadas por los habitantes LA y CCT, sino que tampoco manufacturadas y/o
reactivadas, lo que es sugerente en términos de varias consideraciones. Por un
lado, que la vulcanita 8 está ampliamente disponible en afloramientos próximos a
estos asentamientos[56].
Por otro, el incremento de la agricultura propuesto durante el Tardío[57].
Asimismo, que CCT, como BCII en su ocupación final, donde cabe destacar se
observan tendencias semejantes, habría conformado un espacio destinado
específicamente a la producción agrícola. Finalmente, que la tecnología de
palas y/o azadas en vulcanita 8 fue ampliamente conocida y utilizada por las
sociedades formativas de la cuenca y habría seguido siendo practicada por los
habitantes tardíos de algunas de las quebradas subsidiarias del Punilla (i.e.
Las Pitas)[58].
Ahora bien, los resultados obtenidos a partir de
los análisis de los conjuntos artefactuales líticos tienden a respaldar las
funcionalidades propuestas a partir de las evidencias arquitectónicas y
cerámicas para LA y CCT. En lo que respecta al primer asentamiento, las tendencias
registradas entre los conjuntos artefactuales procedentes de R2O y de las
recolecciones de superficie responderían a las expectativas planteadas a partir
de considerar a este sitio como importante área residencial de momentos tardíos,
donde se habrían desarrollado y concentrado múltiples actividades, implicando
diversidad de artefactos y materias primas. En primer lugar, se ha identificado
un elevado número de recursos líticos destacando que, si bien la cuarcita es ampliamente
dominante, más de un tercio de ambas muestras se distribuye entre otras 22
variedades de rocas y minerales. En segundo lugar, se ha registrado un número
considerable de grupos tipológicos (24, considerando artefactos de molienda), la
mayoría de ellos destinados a tareas de procesamiento/consumo (p.ej. artefactos
burilantes, raspadores, raederas, choppers,
artefactos de molienda), como esperaríamos en un sitio residencial[59];
también están presentes implementos orientados a actividades extractivas (p.ej.
puntas de proyectil[60]).
Finalmente, las evidencias artefactuales consideradas responderían a la ejecución
predominante en el asentamiento de actividades de formatización
y regularización de filos y/o superficies de instrumentos, considerando la amplia
representación entre las lascas de las fracturadas con y sin talón, internas,
sin reserva de corteza, con tamaños inferiores a medianos pequeños y talones
lisos. Por su parte, tareas asociadas a la obtención de soportes también
habrían sido realizadas, aunque en forma menos destacada, como evidencian los
escasos núcleos relevados y las menores frecuencias de lascas enteras, externas,
con más de 50% de corteza en sus caras dorsales, tamaños medianos grandes,
grandes y muy grandes, y con talones corticales.
En cuanto a CCT, se identificó,
como
esperábamos, un número menor de variedades de rocas y minerales (15) que en LA.
Un punto sobresaliente es que si bien predomina, en forma similar a lo que
ocurre en ese asentamiento, una roca disponible muy inmediatamente, esta
concentra porcentajes muy elevados. Consecutivamente, las restantes variedades
de rocas y minerales presentan frecuencias muy escasas, lo que en parte podría
entenderse en términos de la modalidad de ocupación de CCT. Los habitantes de
este sitio no habrían accedido frecuentemente a otros recursos distantes
mientras trabajaban en los campos agrícolas cercanos. Tampoco habrían necesitado
abastecerse de considerables variedades de rocas a fin de cumplimentar las
tareas agrícolas y otras que temporalmente realizaban, lo que sí podría
esperarse y observamos en un centro residencial densamente poblado y habitado a
lo largo de todo el año como LA. Asimismo, y como ya señalamos, no podemos
dejar de considerar la disponibilidad en las inmediaciones de CCT de una roca
de buena calidad como la vulcanita 4 CCT y que a razón de ello no habría sido
imprescindible para sus ocupantes aprovisionarse de otros recursos líticos a
fin de responder a los requerimientos planteados por su tecnología lítica.
La variedad y número de grupos tipológicos y representación de las etapas
del proceso de producción lítica registradas en CCT responden también a nuestras
expectativas. El asentamiento habría sido habitado a lo largo de ciertos
períodos del año durante los cuales sus habitantes realizaron diversas actividades
cotidianas mientras ejecutaban tareas agrícolas, requiriendo para ello la
manufactura y uso de diversos implementos líticos. Considerando esta ocupación
residencial temporal de CCT planteamos registrar un considerable número de
grupos tipológicos y la preponderancia de tareas de formatización
y regularización de filos y/o superficies de instrumentos y menor
representación de evidencias asociadas a la obtención de formas bases. Un total
de 17 grupos tipológicos (considerando artefactos de molienda) fueron
identificados en los conjuntos de estratigrafía y superficie de CCT1, entre los
que predominan los destinados a tareas de procesamiento/consumo (p.ej.
artefactos burilantes, raspadores, raederas, muescas,
morteros) y están presentes los asociados con actividades extractivas, como las
puntas de proyectil. En lo que refiere a las actividades de formatización
y regularización son sobresalientes, lo que se infiere a partir del predominio
de lascas fracturadas, internas, sin corteza, con tamaños inferiores a medianos
pequeños y talones lisos. En tanto, aquellas asociadas a la obtención de
soportes habrían sido realizadas en forma más limitada, lo que se deduce del escaso
registro de núcleos y de las menores frecuencias que presentan las lascas
enteras, externas, con más de 50% de corteza, tamaños superiores a medianos
grandes y talones corticales[61].
Finalmente, sugerimos que en términos de la especialización de CCT en
actividades agrícolas, los artefactos de molienda deberían tener importante
presencia, sin embargo, estos implementos son poco numerosos. Hemos planteado que
esto estaría asociado con el desarrollo en el sitio de actividades
principalmente orientadas a la obtención y almacenaje de productos cultivados,
los que posteriormente habrían sido trasladados al centro residencial de LA
para su procesamiento y consumo[62].
Llama la atención, teniendo en cuenta las similitudes funcionales propuestas,
que estos grupos tipológicos tampoco encuentren, hasta el momento, frecuencias
elevadas en BCII[63].
Para concluir con los aportes desde la evidencia lítica a la comprensión de
las funcionalidades de LA y CCT, nos interesa destacar unas últimas variaciones
entre sus conjuntos artefactuales. Estas refieren específicamente a las
frecuencias considerables que en el primer sitio alcanzan los perforadores entre
los instrumentos y los minerales verdes y las sílices traslúcidas entre los
desechos. En primer lugar, cabe aclarar que las últimas parecen haber sido
utilizadas fundamentalmente en la manufactura de perforadores, considerando su
predominio entre estos implementos y su limitado registro en otros grupos
tipológicos[64].
Las frecuencias que alcanzan los desechos de sílices traslúcidas y perforadores
nos llevaron a proponer que la manufactura de estos instrumentos y probablemente
las actividades en las que fueron empleados ocuparon un lugar importante en LA,
pero ¿cuáles habrían sido? La manufactura de cuentas es una posible respuesta,
considerando la abundancia de desechos de minerales verdes relevados en este asentamiento
y que en materias primas similares se hallan mayormente confeccionados
ejemplares de cuentas rescatados en otros sitios y ocupaciones tardíos de la
microrregión[65].
Ahora bien, tampoco descartamos que las elevadas frecuencias de desechos de minerales
verdes sean resultado de otros quehaceres, por ejemplo la realización de tareas
asociadas al proceso de producción metalúrgico, quizá aquellas implicadas en la
molienda y selección manual secundaria para la separación del material valioso
del estéril (además de productos agrícolas, los numerosos artefactos de
molienda de LA podrían haber estado destinados al procesamiento de otras
materias primas)[66]
[67].
Estas no son más que algunas hipótesis y es necesario profundizar en otras líneas
de evidencias (p.ej. análisis funcionales de perforadores, caracterización
mineralógica de desechos de minerales verdes y cuentas, análisis técnico-morfológicos
de las muestras de minerales verdes[68],
análisis de micro-restos en artefactos de molienda) para avanzar en su
contrastación. Sin embargo, más allá de las actividades específicas de las que
habrían sido producto, las considerables representaciones de minerales verdes,
perforadores y sílices traslúcidas registradas en LA no dejan de ser significativas.
Por un lado, en lo que atañe específicamente a los objetivos de este artículo, ya
señalamos que en LA, como centro residencial, se habrían concentrado diversas y múltiples tareas
y entre ellas algunas que no serían efectuadas en sitios como CCT ocupados sólo
para realizar actividades específicas. En este punto, es interesante mencionar,
preliminarmente y sin disponer de datos respecto a los desechos de minerales
verdes, que en las muestras de superficie asociadas a la última ocupación de
BCII no se han identificado perforadores y que si bien las sílices traslúcidas
presentan mayores frecuencias que en CCT, estas son muy inferiores a las
registradas en R2O y recolecciones de superficie de LA[69].
Por otro, cabe destacar que LA no sólo se diferencia de CCT y BCII en
términos de estas tendencias, sino también de otras ocupaciones y sitios contemporáneos
de ANS (p.ej. Corral Alto, Peñas Coloradas 3 cumbre, niveles tardíos de Punta
de la Peña 9[70]).
Sin pasar por alto sus particularidades funcionales, específicamente las mayores
frecuencias de minerales verdes en LA respecto a ellos son significativas en el
marco de las propuestas que caracterizan a este asentamiento como centro/nodo
de intercambio y caravaneo de momentos tardíos[71].
En este sentido, ejemplares de minerales de cobre son mencionados por diversos autores
como parte del registro arqueológico relevado en contextos relacionados a
actividades caravaneras (rutas, paskanas, sitios de
muros y cajas cercanos a sendas de caravanas, apachetas, sepulcros, abras
cordilleranas, petroglifos y tapados). Estos minerales y productos derivados
(cobre de color, lingotes, piezas metálicas, cuentas) han sido señalados como
componentes de las cargas de las caravanas que transitaron los Andes Centro-Sur,
asociados ya sea al tráfico de materias primas metalúrgicas y/o de objetos
suntuarios como a la ejecución de prácticas rituales caravaneras[72].
Por supuesto que la consideración de otras evidencias (p.ej. la presencia de
corrales para las llamas[73])
es necesaria a fin de evaluar el rol de LA como centro/nodo de intercambio y caravaneo, pudiendo sólo mencionar, por el momento, la
existencia de posibles estructuras de almacenaje y de espacios que habrían funcionado
como sectores destinados a la realización de actividades de intercambio[74].
Estas diferencias entre LA y asentamientos contemporáneos nos llevaron a considerar
la posibilidad de que el acceso a y circulación de estas materias primas y/o de
los productos obtenidos a partir de ellas, así como las actividades en las que
fueron utilizadas (¿manufactura de cuentas?, ¿tareas asociadas a la
metalurgia?), estuvieran gestionados y organizados principalmente por los
grupos del fondo de cuenca que hacia ca.
700 años AP habrían adquirido mayor relevancia en el escenario social y político
microrregional. No obstante, esto no implica descartar
ligeramente la posibilidad que estas actividades de tráfico y producción fueran
asimismo realizadas autónomamente por los habitantes de otros sectores de ANS. Por
ejemplo, aunque la circulación
de y acceso a estos ítems pudieron haber estado controlados fundamentalmente por
los grupos del fondo de cuenca del Punilla, también se habrían hecho efectivos,
más allá de su intervención, a través de otros mecanismos practicados desde
antiguo como la colaboración entre individuos de procedencias diversas, la adopción
de consortes, las relaciones de parentesco y los contactos interfamiliares de
corta y larga distancia[75].
Considerarlos, así como la posibilidad de que las tareas de producción en las
que estuvieron implicados los minerales verdes fueran al mismo tiempo efectuadas
independientemente de aquellos grupos, cobra sentido en el marco de la
propuesta de que los habitantes de los sectores intermedios de la microrregión continuaron
con sus prácticas sociales, culturales y económicas tradicionales (p.ej.
vigencia de sus ejes económicos interfamiliares de corta y/o larga distancia) aun
en un escenario de creciente centralización social, política y económica[76].
Finalizamos esta contribución, introduciendo unas
últimas reflexiones. Por un lado, es interesante destacar que aunque emplazado
en un área correspondiente a los sectores intermedios de la microrregión, CCT evidencia
variaciones respecto a sitios y ocupaciones contemporáneos de Las Pitas y Miriguaca. A diferencia de los habitantes de estas
quebradas, los del curso medio del Mojones compartieron estilos líticos formales
y técnicos con los del fondo de cuenca del Punilla, además de similitudes en los
estilos cerámicos formales y en la disposición espacial arquitectónica. Las afinidades
en las prácticas y técnicas líticas de los habitantes del curso medio del
Mojones y del fondo de cuenca y sus variaciones respecto a las de sus
contemporáneos de los sectores intermedios orientales de Las Pitas y Miriguaca no sólo continúan respaldando la coexistencia de
distintos grupos sociales en ANS durante momentos tardíos[77],
sino que además permiten empezar a bosquejar un paisaje cultural variable en
sentido este-oeste. Al este, quienes habitaron los sectores intermedios
orientales habrían continuado accediendo frecuentemente, en el marco de una
importante movilidad pastoril, a recursos líticos y minerales disponibles en
distintos microambientes y practicado, no sin cambios, modos tradicionales de
hacer y/o usar sus artefactos líticos. En tanto, al oeste, los habitantes del
fondo de cuenca y sectores intermedios occidentales, comprometidos en una
actividad agrícola creciente y con una dinámica pastoril menos generalizada,
habrían accedido con menor asiduidad a otras áreas de la cuenca y sus recursos,
al tiempo que compartido ciertas prácticas de manufactura y/o uso de los
artefactos líticos no registradas entre las sociedades formativas de la
microrregión[78].
Por otro lado, las variaciones y afinidades observadas
y discutidas en esta oportunidad entre los conjuntos artefactuales líticos de
LA y CCT se conjugan con las registradas entre las evidencias cerámicas y
arquitectónicas de estos asentamientos, apuntalando la propuesta de que las
sociedades antofagasteñas del segundo milenio de la
Era, y particularmente quienes habitaron el fondo de cuenca del Punilla, estuvieron
comprometidos en un proceso de extensión del sistema de producción agrícola
hacia otros espacios de la microrregión[79],
probablemente aquellos, como el curso medio del río Mojones, con las
características ambientales más propicias (topografía abierta, disponibilidad
de amplias superficies de terreno y agua) para el desarrollo de prácticas
agrícolas de escala considerable[80].
Ahora
bien, como se deduce de los antecedentes, se continúa debatiendo cuáles fueron las
dinámicas sociales, políticas y económicas que enmarcaron este proceso y caracterizaron
a las sociedades tardías antofagasteñas. Algunas propuestas
giran en torno al fortalecimiento luego de ca. 700 años AP de grupos (¿elites?) en el fondo de
cuenca con mayor concentración del poder político y creciente control de los recursos
básicos, excedentes y bienes de prestigio[81].
Una de ellas particularmente sugiere que estos se impusieron, de haber
existido, sobre organizaciones de tipo corporativo y que aun en este escenario las
familias pastoras de los sectores intermedios continuaron operando como
unidades básicas de producción del componente pastoril de las nuevas formas
económicas y sociales. Otras propuestas adhieren a la efectiva existencia de
una configuración política segmentaria[82]
durante momentos tardíos en ANS, en la que las comunidades de aquellos sectores
tuvieron autonomía en las decisiones asociadas al manejo y control de recursos
básicos y en su reproducción, incluso luego de ca. 700 años AP, cuando pudieron haber estado inmersas
en redes socioeconómicas más centralizadas coordinadas desde LA[83].
Asociadas a estas
problemáticas, en esta ocasión sólo expusimos algunas reflexiones derivadas de
los resultados obtenidos a partir del análisis de conjuntos artefactuales
líticos relevados en LA y CCT. Estos acompañan las sugerencias en torno a la vinculación
de ambos asentamientos y sus funcionalidades luego de ca. 700 años AP, en el marco de una creciente centralización
social, política y económica entre las sociedades de ANS. Por otro lado, permitieron
ahondar en el conocimiento de la variabilidad de prácticas culturales entre los
habitantes de diversos microambientes de la cuenca, significativa en términos
de concebir dicha centralización como un proceso complejo y no uniforme de
negociación social, política, cultural y económica[84].
Sin embargo, para continuar aportando a la comprensión de este proceso es
necesario profundizar las investigaciones en LA y CCT, ampliando los registros
estratigráficos en estos sitios. En lo que respecta al primero, contar con contextos
estratigráficos correspondientes a distintos momentos del Tardío se torna
imprescindible para ponderar las variaciones en la cultura material relevada en
ellos y avanzar en entender su rol y el de sus habitantes a lo largo de este
período. Por su parte, extender las
excavaciones en el curso medio del río Mojones y en asentamientos de otros tributarios
occidentales del Punilla (i.e. Punta Calalaste, en la
quebrada de Calalaste), posibilitará comprender si
fueron ocupados en momentos formativos y anteriores a ca. 800/700 años AP y, de haber sido así, avanzar en
el estudio de la cultura material asociada para evaluar continuidades y cambios
en la de quienes posteriormente los habitaron. Estas investigaciones,
conjuntamente con las que vienen desarrollando otros equipos en los sectores
intermedios orientales, permitirán seguir progresando en el entendimiento de
las complejas dinámicas sociales, políticas y económicas que los habitantes de
ANS reprodujeron y transformaron a lo largo del Tardío[85].
Esperamos que el presente trabajo, centrado en la evidencia lítica, haya contribuido
a este objetivo.
Recibido:
02/05/2016
Aceptado:
16/03/2017
La
Alumbrera y Campo Cortaderas: contribuciones desde
las
técnicas líticas a la complejidad social, política y
económica
Tardía en Antofagasta de la Sierra
Resumen
En este trabajo avanzamos en
la comparación de las técnicas líticas practicadas por los habitantes de La
Alumbrera y Campo Cortaderas, dos sitios correspondientes a momentos tardíos emplazados
en la microrregión de Antofagasta de la Sierra (Catamarca, Puna meridional
argentina). El objetivo principal es continuar aportando a la comprensión de la
vinculación señalada entre ellos y sus funcionalidades diferenciales en el
escenario de creciente centralización social, política y económica propuesto entre
las sociedades antofagasteñas luego de ca. 700 años AP. En este, La Alumbrera habría constituido un centro
habitacional políticamente relevante y nodo/centro de intercambio y caravaneo, al que estuvieron estrechamente vinculados otros
asentamientos de la microrregión, uno de ellos Campo Cortaderas, sitio que
habría funcionado como espacio especializado en actividades agrícolas.
Palabras
clave: técnicas líticas;
La Alumbrera; Campo Cortaderas; Antofagasta de la Sierra; Período Tardío del
NOA.
Alejandra M. Elías
La
Alumbrera y Campo Cortaderas: contributions from
lithic
techniques to late social, polítical and
economic
complexity in Antofagasta de la Sierra
Abstract
In this paper, we advance at the comparison of lithic techniques
carried out by the dwellers of La Alumbrera and Campo
Cortaderas, two sites belonging to the Late Period, emplaced
in the micro-region of Antofagasta de la Sierra (Catamarca, Southern Argentinean
Puna). The main objective is to contribute to the
understanding of the suggested linkage between these sites and their
distinctive roles in a situation characterized by increasing social, political
and economic centralization after ca. 700 years BP. In this context, it was
proposed that La Alumbrera constituted a politically
relevant urban center and a caravan node, to which other settlements of the
micro-region were closely linked, being Campo Cortaderas
one of them, a site that would have functioned as a space specialized in
agricultural activities.
Key
words: lithic techniques;
La Alumbrera; Campo Cortaderas; Antofagasta de la Sierra; NOA Late Period.
Alejandra M. Elías
*Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano, E-mail: alejandra.elias2@gmail.com
[1]
Vigliani, Silvina, Cerámica y
Asentamiento: Sistema de Producción Agrícola Belén-Inka,
Tesis de Licenciatura inédita, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de
Buenos Aires, 1999.Olivera, Daniel y Silvina Vigliani,
“Proceso cultural, uso del espacio y producción agrícola en la Puna Meridional Argentina”,
en Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y
Pensamiento Latinoamericano, N° 19, Buenos Aires, 2000/2002, pp.
459-481. Martel, Álvaro y Carlos Aschero, “Pastores
en acción: imposición iconográfica vs. autonomía temática”, en A. Nielsen, M.
C. Rivolta, V. Seldes, M.
M. Vázquez y P. Mercolli, (eds.), Producción y Circulación Prehispánicas de Bienes en el Sur Andino,
Brujas, Córdoba, 2007, pp. 329-349.
[2]
Vigliani, Silvina, 1999, Ob.Cit.; Olivera, Daniel y Silvina Vigliani, 2000/2002, Ob.Cit. Olivera,
Daniel, Silvina Vigliani, Alejandra Elías, Lorena
Grana y Pablo Tchilinguirian, “La ocupación Tardío-Inka en la Puna Meridional: el sitio Campo Cortaderas”, en Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento
Latinoamericano, N° 20, Buenos Aires, 2003/2005, pp. 257-277.
[3]
Aschero, Carlos, “De punta a punta: producción,
mantenimiento y diseño de puntas de proyectil precerámicas
de la Puna Argentina”, en Actas del IX Congreso
Nacional de Arqueología Argentina, Universidad de Buenos Aires,
Buenos Aires, Buenos Aires, 1988, pp. 219-229. Olivera, Daniel, Tecnología y Estrategias de Adaptación en el Formativo (Agro-alfarero
Temprano) de la Puna Meridional Argentina. Un Caso de
Estudio: Antofagasta de la Sierra (Pcia. de
Catamarca, R.A.), Tesis Doctoral inédita, Facultad de Ciencias
Naturales y Museo, Universidad Nacional de la Plata, 1992.
[4]
Olivera, Daniel, 1992, Ob. Cit.
[5]
Olivera, Daniel y Silvina Vigliani, 2000/2002, Ob. Cit. Olivera, Daniel, Alejandra Elías, Pedro Salminci, Pablo Tchilinguirian,
Lorena Grana, Jennifer Grant y Paula Miranda, “Nuevas
evidencias del proceso sociocultural en Antofagasta de la Sierra. Informe de
campaña año 2007”, en La Zaranda de Ideas,
N° 4, Buenos Aires, 2008, pp. 119-140.
[6]
Olivera, Daniel y Silvina Vigliani, 2000/2002, Ob. Cit.
[7]
Elías, Alejandra, Leonardo Paulides y Silvina Vigliani, "Dos astillas del mismo palo: observaciones
tecnológicas preliminares sobre dos sitios de Antofagasta de la Sierra, prov.
de Catamarca", en Actas XIV Congreso
Nacional de Arqueología Argentina, Universidad Nacional de Rosario,
2001. En prensa. Elías, Alejandra, El Estudio de la
Organización de la Tecnología Lítica en Momentos Tardíos (ca.
1000-450 AP) en Antofagasta de la Sierra (Prov. de Catamarca), Tesis
de Licenciatura inédita, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos
Aires, 2006. Escola, Patricia, Alejandra Elías y
Leonardo Paulides, “Bajo del Coypar
II: tendencias tecnológicas para el Tardío de Antofagasta de la Sierra
(Catamarca)”, en Werken,
N° 8, Santiago de Chile, 2006, pp. 5-23. Elías, Alejandra, Estrategias
Tecnológicas y Variabilidad de los Conjuntos Líticos de las Sociedades Tardías
en Antofagasta de la Sierra (Provincia de Catamarca, Puna Meridional Argentina),
Tesis Doctoral inédita, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos
Aires, 2010. Elías, Alejandra, “Técnicas líticas diversas entre las sociedades
de Antofagasta de la Sierra (Provincia de Catamarca, Puna Meridional Argentina)
posteriores a ca.
1.100 a.p”, en Estudios Atacameños,
N° 47, Universidad Católica del Norte, Instituto de Investigaciones
Arqueológicas y Museo R. P. Gustavo Le Paige, San Pedro de Atacama, 2014a, pp.
59-82.
[8]
Escola, Patricia, Tecnología Lítica y
Sociedades Agropastoriles Tempranas, Tesis
Doctoral inédita, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires,
2000. Pérez,
Susana, Experimentación y Análisis de Microdesgaste
de Palas y/o Azadas Líticas de Antofagasta de la Sierra (Catamarca),
Tesis de Licenciatura inédita, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de
Buenos Aires, 2003.
[9]
Escola, Patricia, 2000, Ob. Cit.,
pp. 144-147.
[10]
Elías, Alejandra, 2010, Ob. Cit.;
Elías, Alejandra, 2014a, Ob. Cit. Elías,
Alejandra, Prácticas Tecnológicas Líticas en Sociedades del
Período Tardío de Antofagasta De la Sierra (Provincia de Catamarca, Puna
Meridional Argentina), Plan de Trabajo para Ingreso a CIC-CONICET,
Buenos Aires, 2010/2011. Ms. Elías, Alejandra, “Al este y al oeste: diversidad
de prácticas líticas en Antofagasta de la Sierra luego de ca. 1100 años AP”, en Libro de
Resúmenes Primeras Jornadas sobre Altiplano Sur. Miradas Disciplinares,
Tilcara, 2015a, pp. 56.
[11]
Vigliani, Silvina, 1999, Ob. Cit.
Vidal, Aixa y Martina Pérez, “Technological innovation and space in
Antofagasta de la Sierra (Catamarca, Argentina)”, en Antiquity, Department of Archaeology, Durham University,
2015. En prensa.
[12]
Olivera, Daniel y Silvina Vigliani, 2000/2002, Ob. Cit.
[13]
Olivera, Daniel y Silvina Vigliani, 2000/2002, Ob. Cit.; Olivera, Daniel, Silvina Vigliani,
Alejandra Elías, Lorena Grana y Pablo Tchilinguirian,
2003/2005, Ob. Cit.; Elías, Alejandra 2010, Ob. Cit. Raffino, Rodolfo y Eduardo Cigliano,
“La Alumbrera: Antofagasta de la Sierra. Un modelo de ecología cultural
prehispánica”, en Relaciones de la Sociedad Argentina de
Antropología (N. S.), N° 7, Sociedad Argentina de Antropología,
Buenos Aires, 1973, pp. 241-258. Olivera, Daniel, “La ocupación Inka en la Puna meridional argentina: departamento de
Antofagasta de la Sierra, Catamarca”, en Comechingonia, N° 9, Córdoba, 1991, pp. 31-72. Elías,
Alejandra, Informe anual 2013 CIC CONICET,
Buenos Aires, 2014b. Ms.
[14]
Raffino, Rodolfo y Eduardo Cigliano, 1973, Ob. Cit.; Olivera, Daniel y Silvina Vigliani,
2000/2002, Ob. Cit. Como se deduce de los
antecedentes, continuamos evaluando la relevancia política microrregional
de LA, así como los indicadores intra-sitio e
inter-sitios que la sustentarían. En este aporte, nos centramos principalmente
en su condición de gran centro habitacional. Como tal, su diferencia con una
base residencial de actividades múltiples sería fundamentalmente cuantitativa,
aunque esperándose en ambos casos evidencias que apunten a la realización de un
amplio rango de tareas.
[15]
Vigliani, Silvina, 1999, Ob. Cit.;
Olivera, Daniel y Silvina Vigliani, 2000/2002, Ob.Cit.
[16]
Olivera, Daniel, Silvina Vigliani, Alejandra Elías,
Lorena Grana y Pablo Tchilinguirian, 2003/2005, Ob. Cit.
[17]
Martel, Álvaro y Carlos Aschero, 2007, Ob. Cit.
[18]
Nielsen, Axel, “Plazas para los antepasados: descentralización y poder
corporativo en las formaciones políticas preinkaicas
de los Andes circumpuneños”, en Estudios Atacameños,
N° 31, Universidad Católica del Norte. Instituto de Investigaciones
Arqueológicas y Museo R. P. Gustavo Le Paige, San Pedro de Atacama, 2006, pp.
63-89.
[19]
Cohen, Lorena, “Miradas desde y hacia los lugares de poder. Antofagasta de la
Sierra entre ca. 1000
y 1500 años DC”, en Arqueología, N°
20, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires,
2014, pp. 47-72.
[20]
Cohen, Lorena, 2014, Ob. Cit.
Puente, Verónica, “Relaciones de interacción entre Antofagasta de la Sierra y
el valle del Bolsón (Catamarca, Argentina). Primeros aportes desde la alfarería
ca.
900-1600 d.C.”, en Chungara,
N° 47 (3), Universidad de Tarapacá, Arica, 2015, pp. 369-385.
[21] Aún no disponemos de suficiente
información publicada de la tecnología lítica formativa en la quebrada de Miriguaca, lo que permitirá acercarnos más acabadamente a
los cambios en las prácticas líticas de sus habitantes tardíos/tardíos-inkas y su variabilidad respecto a las de sus
contemporáneos del fondo de cuenca. Así, podremos continuar contribuyendo a la
comprensión de las relaciones sociales, políticas y económicas entre quienes
habitaron ambos microambientes luego de ca.
1100 años AP (Elías, Alejandra, 2014a, Ob. Cit.).
[22]
Cohen, Lorena, 2014, Ob. Cit.
[23]
Martel, Álvaro y Carlos Aschero, 2007, Ob. Cit.
[24]
Elías, Alejandra, 2010, Ob. Cit.;
Elías, Alejandra, 2010/2011, Ob. Cit.;
Elías, Alejandra, 2014a, Ob. Cit.
[25]
Olivera, Daniel, Silvina Vigliani, Alejandra Elías,
Lorena Grana y Pablo Tchilinguirian, 2003/2005, Ob. Cit.
[26] Entre otros: Lemonnier, Pierre, “The study of material culture today:
toward and anthropology of technical systems”, en Journal of
Anthropological Archaeology, N° 5, Elsevier, 1986, pp. 147-186. Dietler, Michael e Ingrid Herbich,
“Habitus, techniques, style: an integrated approach to the social understanding
of material culture and boundaries”, en M. Stark (ed.), The
Archaeology of Social Boundaries, Smithsonian Institution Press,
Washington D.C., 1998, pp. 232-263. Dobres,
Marcia-Anne, Technology and Social Agency, Blackwell Publishers, 2000.
[27]
Los grupos tipológicos pueden categorizarse de acuerdo a su potencial para
ejecutar actividades de procesamiento y/o consumo (cortantes, perforadores,
raspadores, raclettes,
muescas, puntas burilantes, artefactos de molienda,
etc.) o extractivas (puntas de proyectil, palas y/o azadas líticas, núcleos). Sin
descartar la presencia de implementos extractivos, se ha sugerido el registro considerable
en ocupaciones correspondientes a bases residenciales de aquellos destinados a
tareas de procesamiento/consumo:
Babot,
María, Carlos Aschero, Salomón Hocsman,
Cecilia Haros, Lucía Baroni
y Silvana Urquiza, “Ocupaciones agropastoriles en los
sectores intermedios de Antofagasta de la Sierra (Catamarca): un análisis desde
Punta de la Peña 9”, en Comechingonia,
N° 9, Córdoba, 2006, pp. 57-78.
[28]
Escola, Patricia, 2000, Ob. Cit.
[29]
Olivera, Daniel, Silvina Vigliani, Alejandra Elías,
Lorena Grana y Pablo Tchilinguirian, 2003/2005, ob.cit.; Olivera, Daniel, Alejandra Elías, Pedro Salminci, Pablo Tchilinguirian,
Lorena Grana, Jennifer Grant y Paula Miranda, 2008, Ob. Cit.; Elías, Alejandra, 2014b, Ob. Cit.
Elías, Alejandra, Informe anual 2014 CIC CONICET,
Buenos Aires, 2015b. Ms. Elías, Alejandra, Informe anual 2015 CIC CONICET,
Buenos Aires, 2016a. Ms. Elías, Alejandra, Informe a la Dirección
Provincial de Antropología de Catamarca de actividades arqueológicas realizadas
en el sitio de La Alumbrera (Antofagasta de la Sierra, Catamarca) durante abril
de 2016, Buenos Aires, 2016b. Ms.
[30]
Olivera, Daniel, Silvina Vigliani, Alejandra Elías,
Lorena Grana y Pablo Tchilinguirian, 2003/2005, Ob. Cit.; Elías, Alejandra, 2006, Ob. Cit.;
Elías, Alejandra, 2010, Ob. Cit.
[31]
Elías, Alejandra, 2010, Ob. Cit.;
Elías, Alejandra, 2014a, Ob. Cit.
[32]
Olivera, Daniel, Silvina Vigliani, Alejandra Elías,
Lorena Grana y Pablo Tchilinguirian, 2003/2005, Ob. Cit.; Elías, Alejandra, 2010, Ob. Cit.
[33]
Aschero, Carlos, Ensayo para una
clasificación morfológica de artefactos líticos aplicada a estudios tipológicos
comparativos, Buenos Aires, 1975. Ms. Aschero,
Carlos, Revisiones Ensayo para una clasificación
morfológica de artefactos líticos. Apéndices A y B, Buenos Aires,
1983. Ms. Franco, Nora, Estrategias de Utilización
de Recursos Líticos en la Cuenca Superior del Río Santa Cruz (Argentina),
Tesis Doctoral inédita, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos
Aires, 2002. Aschero, Carlos y Salomón Hocsman, “Revisando cuestiones tipológicas en torno a la
clasificación de artefactos bifaciales”, en Temas de Arqueología.
Análisis Lítico, compilado por A. Acosta, D. Loponte
y M. Ramos, Universidad Nacional de Luján, Luján, 2004, pp. 7-25. Babot, María, Tecnología y Utilización
de Artefactos de Molienda en el Noroeste Prehispánico, Tesis
Doctoral inédita, Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo,
Universidad Nacional de Tucumán, 2004. Aschero,
Carlos, Guía de códigos para caracteres morfológicos y
dimensionales, San Miguel de Tucumán, 2008. Ms.
[34]
Entre los desechos incorporamos todo ítem producto secundario de actividades de
reducción lítica y mineral. Los desechos de talla (lascas, fragmentos
indiferenciados, productos bipolares) conforman una fracción. La fracción
restante incluye restos de minerales verdes, filita, etc. (Elías, Alejandra,
2010, Ob. Cit.).
[35]
Aschero, Carlos, 1975, Ob. Cit.;
Aschero, Carlos, 1983, Ob. Cit.;
Babot, María, 2004, Ob. Cit.;
Aschero, Carlos, 2008, Ob. Cit.
[36]
Babot, María, Carlos Aschero,
Salomón Hocsman, Cecilia Haros,
Lucía Baroni y Silvana Urquiza, 2006, Ob. Cit.
[37]
Aschero, Carlos, 1975, Ob. Cit.;
Aschero, Carlos, 1983, Ob. Cit.;
Franco, Nora, 2002, Ob. Cit.; Aschero, Carlos, 2008, Ob. Cit.
[38] Sullivan, Alan y Kenneth Rozen,
“Debitage analysis and archaeological
interpretation”, en American Antiquity,
N° 50, Society of American Archaeology, Washington, 1985, pp. 755-779.
[39] Sullivan, Alan y Kenneth Rozen,
1985, Ob. Cit. Shott,
Michael, “Size and form in the analysis of flake debris: review and recent
approaches”, en Journal of Archaeological Method and Theory,
N° 1, Springer, 1994, pp. 69-110. Andrefsky, William,
“Raw material availability and the organization of technology”, en American Antiquity, N° 59 (1), Society of American
Archaeology, Washington, 1998, pp. 21-34.
[40]
Aschero, Carlos, Patricia Escola,
Jorge Martínez y Salomón Hocsman, “Recursos líticos
en escala microrregional, Antofagasta de la Sierra,
1983-2001”, en Arqueología, N° 12, Facultad de
Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2002/2004, pp.
9-36. Escola, Patricia, Alejandra Elías, Leticia Gasparotti y Natalia Sentinelli,
“Quebrada del río Miriguaca (Antofagasta de la
Sierra, Puna meridional argentina): nuevos resultados de recientes
prospecciones”, en Intersecciones en
Antropología, N° 16 (2), Facultad de Ciencias Sociales, Universidad
Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Olavarría, 2015, pp.
383-396.
[41]
Escola, Patricia, 2000, ob.cit.;
Aschero, Carlos, Patricia Escola,
Jorge Martínez y Salomón Hocsman, 2002/2004, Ob.Cit.; Escola, Patricia, Alejandra Elías, Leticia Gasparotti y Natalia Sentinelli,
2015, Ob. Cit. Elías, Alejandra, Patricia Escola y Pablo Tchilinguirian,
”¿Como dos gotas de agua?: análisis petrográfico de recursos líticos de la microregión Antofagasta de la Sierra (Prov. de Catamarca,
Puna Meridional Argentina)”, en Arqueometría Latinoamericana, editado por O. Palacios, C. Vázquez, T.
Palacios y E. Cabanillas, Comisión Nacional de Energía Atómica, Buenos Aires,
2009, pp. 96-102.
[42]
Aschero, Carlos, Patricia Escola,
Jorge Martínez y Salomón Hocsman, 2002/2004, Ob. Cit.
[43]
Aschero, Carlos, Patricia Escola,
Jorge Martínez y Salomón Hocsman, 2002/2004, Ob. Cit.
[44]
Escola, Patricia, 2000, Ob. Cit.;
Aschero, Carlos, Patricia Escola,
Jorge Martínez y Salomón Hocsman, 2002/2004, Ob. Cit.
[45]
Yacobaccio, Hugo, Patricia Escola,
Fernando Pereyra, Marisa Lazzari y Michael Glascock, “Quest for ancient routes:
obsidian sourcing research in Northwestern
Argentina”, en Journal of Archaeological Science,
31 (2), Elsevier, 2004, pp. 193-204.
[46]
López Campeny, Sara María Luisa y Patricia Escola, “Un verde horizonte en el desierto: producción de
cuentas minerales en ámbitos domésticos de sitios agro-pastoriles. Antofagasta
de la Sierra. Puna Meridional Argentina”, en Producción y
Circulación Prehispánicas de Bienes en el Sur Andino, editado por A.
Nielsen, M.C. Rivolta, V. Seldes, M.M. Vázquez y P. Mercolli,
Brujas, Córdoba, 2007, pp. 225-257.
[47]
No se contabilizan fragmentos de filos/aristas y piezas no diferenciadas.
[48]
Pérez, Susana, 2003, Ob. Cit.
[49]
Olivera, Daniel, Silvina Vigliani, Alejandra Elías,
Lorena Grana y Pablo Tchilinguirian, 2003/2005, Ob. Cit.; Elías, Alejandra, Patricia Escola
y Pablo Tchilinguirian, 2009, Ob. Cit.
Elías, Alejandra y Michael Glascock, “Primeros
avances en la caracterización geoquímica de vulcanitas de afloramientos de
Antofagasta de la Sierra (Prov. de Catamarca, Argentina)”, en Revista del Museo de Antropología, N° 6 (1), Facultad de
Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba, 2013, pp. 41-48.
[50]
Caracterizaciones macro y microscópicas y geoquímicas fueron realizadas sobre
muestras de vulcanitas 4 y 8 procedentes de estos afloramientos y de los del
fondo de cuenca del Punilla (Los Negros y Afloramiento de Vulcanita 8). Aunque
preliminares, teniendo en cuenta que un número mayor de muestras es necesario
para controlar la diversidad interna de los afloramientos, las diferencias
registradas son significativas. En lo que refiere a la vulcanita 4,
macroscópicamente no se registran variaciones altamente diagnósticas entre las
muestras de Los Negros y CCT, exceptuando que las primeras tienden a presentar
texturas algo más finas (fanerítica de grano fino)
respecto a las segundas (fanerítica de grano medio).
Microscópicamente, las muestras de CCT presentan menor cantidad de pasta y
vidrio y mayor frecuencia y tamaños de fenocristales. Geoquímicamente,
presentan menores concentraciones de Zr, Sr, Zn y Rb que las de Los Negros. En
lo que refiere a la vulcanita 8, las muestras de CCT y Afloramiento de
Vulcanita 8 no evidencian diferencias macroscópicas diagnósticas a excepción de
su color, un poco más rojizo entre las últimas. Microscópicamente, las muestras
del Afloramiento de Vulcanita 8 tienden a presentar cristales de piroxeno con tamaños extremos menores que las de CCT.
Geoquímicamente, las últimas registran menores concentraciones de Zr y Zn
(Elías, Alejandra, Patricia Escola y Pablo Tchilinguirian, 2009, Ob. Cit.;
Elías, Alejandra y Michael Glascock, 2013, Ob. Cit.).
[51]
Elías, Alejandra, 2006, Ob. Cit.;
Elías, Alejandra, 2010, Ob. Cit.
[52]
Vigliani, Silvina, 1999, Ob. Cit.;
Olivera, Daniel y Silvina Vigliani, 2000/2002, Ob. Cit.; Olivera, Daniel, Silvina Vigliani,
Alejandra Elías, Lorena Grana y Pablo Tchilinguirian,
2003/2005, Ob. Cit.
[53]
Denominamos vulcanita 4 CCT a la variedad de vulcanita 4 registrada en los
afloramientos de edad Pleistocena media y depósitos coluviales
secundarios que se encuentran en el área de Campo Cortaderas (Olivera, Daniel,
Silvina Vigliani, Alejandra Elías, Lorena Grana y
Pablo Tchilinguirian, 2003/2005, Ob. Cit.;
Elías, Alejandra, Patricia Escola y Pablo Tchilinguirian, 2009, Ob. Cit.;
Elías, Alejandra y Michael Glascock, 2013, Ob. Cit.). Ver también notas al pie de página 50 y 51.
[54]
Elías, Alejandra, 2010, Ob. Cit.;
Elías, Alejandra, 2015a, Ob. Cit.
[55]
Estos grupos tipológicos no han sido tampoco identificados hasta el momento en
otras variedades de rocas.
[56]
Escola, Patricia, 2000, Ob. Cit.;
Aschero, Carlos, Patricia Escola,
Jorge Martínez y Salomón Hocsman, 2002/2004, Ob. Cit.; Olivera, Daniel, Silvina Vigliani,
Alejandra Elías, Lorena Grana y Pablo Tchilinguirian,
2003/2005, Ob. Cit.
[57]
Cabe mencionar que el incremento de la agricultura propuesto entre las
sociedades formativas de la cuenca luego de ca. 2000 años AP, sí se corresponde con un aumento de
las frecuencias de palas y/o azadas líticas en Casa Chávez Montículos (Escola, Patricia, 2000, Ob. Cit.;
Pérez, Susana, 2003, Ob. Cit.)
[58]
Elías, Alejandra, 2010, Ob. Cit.;
Elías, Alejandra, 2010/2011, Ob. Cit.;
Elías, Alejandra, 2014a, Ob. Cit.
[59]
Babot, María, Carlos Aschero,
Salomón Hocsman, Cecilia Haros,
Lucía Baroni y Silvana Urquiza, 2006, Ob. Cit.
[60]
No descartamos que las puntas de proyectil pudieran haber estado asimismo
destinadas a actividades de defensa (Elías, Alejandra, 2010, Ob. Cit.).
[61]
No pasamos por alto que entre los desechos/lascas
que conforman las muestras de LA y CCT predominan ampliamente los talones con
anchos correspondientes a retalla, que aquellos asignables a retoque no son
dominantes (aunque concentran frecuencias mayores en los conjuntos de
estratigrafía) y que los talones correspondientes a microretoque
son extremadamente escasos. Asimismo, que entre las muestras de superficie las
lascas con tamaños relativos inferiores a medianos pequeños no son abundantes y
que las muy pequeñas son poco numerosas en todos los conjuntos. Las tendencias
en torno a los anchos de talones es coherente, en términos generales, con lo
observado entre los filos y puntas formatizadas
relevados en ambos sitios, principalmente obtenidos por medio de retoque y
retalla (Elías, Alejandra, 2006, Ob. Cit.). Sin embargo, no descartamos que estén también relacionadas con sesgos en
los métodos y técnicas de recolección, al igual que las tendencias en torno a
las dimensiones de las lascas. En el caso de los conjuntos de superficie, es
probable que lascas con tamaños muy pequeños resultado de tareas de retoque y microrretoque sean limitadamente rescatadas. Respecto a las
muestras de estratigrafía, será conveniente incorporar en futuras
intervenciones el uso de zarandas con mallas más finas que incrementen las
posibilidades de relevar estos ítems de reducido tamaño.
[62]
Elías, Alejandra, 2010, Ob. Cit.
[63]
Elías, Alejandra, Leonardo Paulides y Silvina Vigliani, 2001, Ob. Cit.; Escola, Patricia, Alejandra Elías y Leonardo Paulides, 2006, Ob. Cit.
[64] Elías, Alejandra, 2006, Ob. Cit.; Elías, Alejandra 2010, Ob. Cit.
[65] Elías, Alejandra, 2006, Ob. Cit.; Elías, Alejandra 2010, Ob. Cit. López Campeny, Sara María Luisa, Asentamiento, Redes Sociales, Memoria e Identidad. Primer Milenio de la Era en Antofagasta de la Sierra, Catamarca, Tesis Doctoral inédita, Facultad de Ciencias Naturales y Museo, Universidad Nacional de la Plata, 2009.
[66] Elías, Alejandra, 2010, Ob. Cit. Para más especificidades respecto a la cadena de producción metalúrgica y las actividades a razón de las cuales los minerales de cobre habrían circulado entre las sociedades de los Andes Centro-Sur ver: Núñez, Lautaro, “Tráfico de metales en el en el área centro-sur Andina”, en Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología, N° 12, Buenos Aires, 1987, pp. 73-105. González, Luis, Bronces sin Nombre. La Metalurgia Prehispánica en el Noroeste Argentino, Ediciones Fundación CEPPA, Buenos Aires, 2004. Nuñez, Lautaro, “Reflexiones sobre el tráfico de caravanas y complementariedad circumpuneña”, en V. Williams, B. Ventura, A. Callegari y H. Yacobaccio (eds.), Sociedades Precolombinas Surandinas. Temporalidad, Interacción y Dinámica Cultural del NOA en el Ámbito de los Andes Centro-Sur, TANOA, Buenos Aires, 2007, pp. 33-57.
[67] No obviamos su asociación a prácticas rituales caravaneras. Ver: Nuñez, Lautaro, 1987, Ob. Cit.; Núñez, Lautaro, 2007, Ob. Cit. Nielsen, Axel, “El tráfico caravanero visto desde La Jara”, en Estudios Atacameños, N° 14, Universidad Católica del Norte, Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo R. P. Gustavo Le Paige, San Pedro de Atacama, 1997, pp. 339-371. Berenguer, José, Caravanas, Interacción y Cambio en el Desierto de Atacama, Museo Chileno de Arte Precolombino, Ediciones SIRAWI, Santiago de Chile, 2004.
[68] Esto posibilitará determinar si
evidencias asociadas a la cadena de producción de cuentas se hallan
representadas. Aunque no publicados, hemos realizado avances en este sentido y
al momento son muy escasas las cuentas en etapa de formatización
y matrices (soportes o formas bases de cuentas) relevadas en LA. Para un
acercamiento a la identificación de las etapas del proceso de manufactura de
cuentas entre los conjuntos arqueológicos de minerales verdes ver López Campeny, Sara María Luisa, 2009, Ob. Cit.
[69]
Elías, Alejandra, Leonardo Paulides y Silvina Vigliani, 2001, Ob. Cit.
[70]
Cohen, Lorena, 2014, Ob. Cit.;
Elías, Alejandra, 2010, Ob. Cit. En la
bibliografía sólo hemos encontrado un único caso de momentos tardíos con mayor
número de desechos y cuentas en minerales verdes, la estructura 1 de Piedra
Horadada 2 (curso medio de Las Pitas). Esta ha sido interpretada como un
espacio ritual y/o sitio de tránsito caravanero en el que se habrían realizado
tareas vinculadas a la producción en pequeña escala de cuentas -se relevaron 27
artefactos en minerales verdes y valva, incluidos desechos y nódulos, además de
cuatro microperforadores- (López Campeny,
Sara María Luisa, 2009, Ob. Cit.).
[71]
Raffino, Rodolfo y Eduardo Cigliano, 1973, Ob. Cit.; Elías, Alejandra, 2010, Ob. Cit.
[72]
Nuñez, Lautaro, 1987, Ob. Cit.; Nielsen, Axel, 1997, Ob. Cit.;
Berenguer, José, 2004, Ob. Cit.; Núñez, Lautaro, 2007, Ob. Cit.
[73]
Berenguer, José, 2004, Ob. Cit.
[74]
Olivera, Daniel, Alejandra Elías, Pedro Salminci,
Pablo Tchilinguirian, Lorena Grana, Jennifer Grant y Paula Miranda, 2008, Ob. Cit.
Salminci, Pedro, Espacios Residenciales y
Productivos. El Paisaje Arqueológico de Antofagasta de la Sierra entre los
Siglos XI y XVI d.C. Tesis Doctoral inédita, Facultad de Filosofía y
Letras, Universidad de Buenos Aires, 2011.
[75]
Distintos investigadores sugieren que la circulación de distintos objetos entre
regiones y unidades sociales durante momentos tardíos en el NOA se habría
realizado a través de múltiples mecanismos:
Yacobaccio,
Hugo, Patricia Escola, Fernando Pereyra, Marisa Lazzari y Michael Glascock, 2004,
Ob. Cit. Nielsen, Axel, “Estudios
internodales e interacción interregional en los Andes circumpuneños: teoría,
método y ejemplos de aplicación”, en H. Lechtman
(ed.), Esferas de Interacción Prehistóricas y Fronteras
Nacionales Modernas: los Andes Sur Centrales, Instituto de Estudios
Peruanos/Institute of Andean
Research, Lima, 2006, pp. 29-69.
[76]
En relación a las prácticas de acceso a y circulación de recursos no locales
entre las sociedades de ANS y su discusión en el escenario social, político y
económico tardío ver: Elías, Alejandra, 2010, Ob. Cit.;
Cohen, Lorena, 2014, Ob. Cit. Elías,
Alejandra, “Procedencia de obsidianas de sitios tardíos-inkas
de Antofagasta de la Sierra (Prov. de Catamarca, Puna meridional argentina)”,
en Arqueología, N° 19, Facultad de
Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2013, pp. 65-86.
Escola, Patricia, Alejandra Elías y Lorena Cohen,
“Obsidianas en el Tardío-Inka de Antofagasta de la
Sierra (Puna meridional argentina): ¿fondo de cuenca versus sectores
intermedios?”, en Arqueología, N° 22 (2), Facultad
de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2016, pp.
211-222.
[77]
Martel, Álvaro y Carlos Aschero, 2007, Ob. Cit.
[78]
Elías, Alejandra, 2015a, Ob. Cit.;
Elías, Alejandra, 2016a, Ob. Cit.
[79]
Olivera, Daniel y Silvina Vigliani, 2000/2002, Ob. Cit.
[80]
Elías, Alejandra, 2016a, Ob. Cit.
[81]
Olivera, Daniel y Silvina Vigliani, 2000/2002, Ob. Cit.; Martel, Álvaro y Carlos Aschero,
2007, Ob. Cit.
[82]
Sensu Nielsen, Axel, 2006, Ob. Cit.
[83]
Cohen, Lorena, 2014, Ob. Cit.
[84]
Martel, Álvaro y Carlos Aschero, 2007, Ob. Cit.; Cohen, Lorena, 2014, Ob. Cit.
Pauketat, Timothy R. "Resettled farmers and the
making of a Mississippian polity", en American Antiquity,
N° 68 (1), Society for American Archaeology, Washington, 2003, pp. 39-66.
[85]
Elías, Alejandra, 2010/2011, Ob. Cit.