Da Riva, Rocío y Vidal, Jordi (eds.), Descubriendo el Antiguo Oriente. Pioneros y arqueólogos de Mesopotamia y Egipto a finales del s. XIX y principios del s. XX, Bellaterra, Barcelona, 2015, 318 páginas.

 

 

Los editores, académicos españoles formados en la especialidad, reúnen en la presente obra a pares de reconocida trayectoria en el campo de los estudios de la antigüedad próximo oriental. Sus aportes parten de las contribuciones que presentaran en el Workshop: Descubriendo el Antiguo Oriente: estudiosos de Mesopotamia y Egipto a finales del siglo XIX y principios del siglo XX”, celebrado en la Universidad de Barcelona a finales del año 2013. El objetivo de la publicación, como el del evento en sí mismo, corresponde al deseo de difundir las discusiones planteadas entre los especialistas, con el fin de organizar futuros proyectos y colaboraciones.

 

El libro se divide en tres partes: una introducción de dos capítulos referidos a la presentación del debate historiográfico en sentido conceptual y de reflexión sobre el Orientalismo Antiguo; y dos apartados que aglutinan el grueso de las colaboraciones sobre Egipto y Oriente.

 

Inicia la reflexión J. Cortadella, a través de la puesta en consideración de la perspectiva de Luciano de Samósata, respecto a la escritura de la historia “desde el presente y para el presente”. Busca, con ello, hacer hincapié en el valor que tienen las trayectorias individuales de los historiadores para el análisis de sus obras. Por su parte, J. Vidal parte del esquema de trabajo planteado por M. Liverani en relación con la investigación dedicada al Próximo Oriente Antiguo. De él retoma la tercera fase, que el asiriólogo italiano remite a la de reflexión historiográfica, como aquella que aún debe concretarse en la especialidad. De ese modo propone un recorrido sobre los trabajos editados respecto al Orientalismo antiguo, desde los estudios biográficos como las tradiciones nacionales, con un apartado especial sobre el caso español.

 

Son cuatro los capítulos dedicados al estudio sobre el antiguo Egipto, en los que colaboran R. Marsal, J. Cervelló Autuori, J. C. Moreno García y F. Gracia Alonso. El recorte analítico de R. Marsal recae en las investigaciones en torno al Desierto Occidental, durante el período neolítico. Entre finales del siglo XIX y mediados del XX, las exploraciones del Desierto Líbico se orientaron a la búsqueda de lo maravilloso y lo desconocido, signadas por el impacto de las dos guerras mundiales, las investigaciones, según da cuenta R. Marsal, han experimentado un giro científico recién en la década de 1930, detenidas por el conflicto bélico mundial, fueron retomadas a finales de la década de 1960 y continuadas en adelante, con un interés cada vez mayor puesto en las actividades antrópicas. Con lo que, concluye, la historiografía del Sahara tiene mejores posibilidades de conexión con historia de la civilización faraónica.

 

El trabajo de J. Cervelló Autuori destaca por su aporte a los estudios historiográficos sobre los orígenes de Egipto. Para ello escoge el período 1893-1903, época de los considerados grandes descubrimientos para la reconstrucción del periodo. Definida por el autor como década fundacional, los años que corren en este intervalo de tiempo, entroncan, con los descubrimientos producidos desde la campaña napoleónica en Egipto y las consecuentes expediciones científicas de diversos estados europeos. El espacio delimitado de Abidos a Hieracómpolis es el que Cervelló toma de referencia para el devenir de la egiptología científica del período en cuestión. Signados por las miradas evolucionista, como por la filología clásica y semítica, los prehistoriadores y los primeros egiptólogos son quienes fijaron el establishment a la hora de las investigaciones en el Valle del Nilo. El capítulo se afianza con el recorrido histórico del trabajo de  personalidades e instituciones más destacadas, y el aporte de sus hallazgos para el devenir de las interpretaciones actuales acerca de la dinámica social e ideológica del IV milenio.

 

El capítulo 5 es el aporte de J. C. Moreno García, titulado “Un mito tenaz: el Egipto antiguo o el paraíso perdido en la obra de los egiptólogos de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX”, en el que realiza una reflexión histórico-filosófica crítica sobre la representación de Egipto en la cultura occidental.  Frente a la fascinación de la primera etapa, orientada al estudio de las grandes necrópolis y templos, que marcó el rumbo de las investigaciones hasta más allá de mediados del siglo XX en la búsqueda de un Egipto como objeto de consumo, propone continuar con el giro hacia la historia social y económica iniciado en la década de 1970 y, con ello lograr: el abandono de la idea de “excepción egipcia” y que los estudios egiptológicos contribuyan a “normalizar la historia de Egipto”.

 

El último capítulo destinado a Egipto es obra de F. García Alonso, en él el autor hace foco en la cuestión del patrimonio arqueológico en el norte de África, para lo que toma como punto de referencia la Segunda Guerra Mundial. De las acciones de  las instituciones aliadas constituidas para tal fin, concluye que la base política de protección del patrimonio en momentos de guerra mundial aplicados al norte de África y Europa, no se han mantenido en otros conflictos posteriores, realizando una crítica a la destrucción de yacimientos arqueológicos y fondos museográficos en Irak.

El apartado III, dedicado a los estudios sobre el Oriente antiguo, lo inicia el trabajo de  J. González Urquijo y J. J. Ibáñez. En él se analiza la trayectoria de Joaquín González Echegaray, considerado el primer arqueólogo español responsable de la excavación de un sitio en Oriente Próximo. El impacto de las corrientes de investigación de su época, junto con la falta de espacio académico que lo convirtieron en un outsider, son rescatados para la explicación de sus aportes y su valoración en el marco de los estudios sobre la prehistoria antiguo oriental, desde la práctica arqueológica como del valor de sus interpretaciones. 

 

En el capítulo 8 J. R. Muñoz Álvarez y V. Álvarez Martínez presentan a los pioneros en el estudio del megalitismo en Jordania: Irby & Mangles, Lartet, Conder, Schumacher, Vincent, Mackenzie, Mader, Ubach y Stekelis son estudiados en el contexto histórico correspondiente al período que corre entre la segunda mitad del siglo XIX e inicios del XX. Esto es, en alusión a la impronta que tuvieron las potencias occidentales en las transformaciones territoriales de la zona, como consecuencia del desmoronamiento del Imperio Otomano. Destacan, así, el aporte de las expediciones realizadas por británicos, franceses y alemanes, con fines militares o geopolíticos, que coadyuvaron, con sus narraciones e informes de relevamiento, al conocimiento científico de la zona.

La colaboración de J. Vidal conforma el noveno capítulo, en él analiza el descubrimiento de Ugarit, con una breve explicación del lugar que históricamente ocupó en la dinámica del Próximo Oriente Antiguo. El proceso del descubrimiento es presentado en dos partes, en las que realiza la crítica a la historiografía, enmarca una primera variante en lo que da en llamar versión canónica frente a la cual opone otra, alternativa. En el estudio de estas dos explicaciones posibles encuentra la presencia de una narrativa eurocéntrica, que hizo de la variante canónica la perfecta articulación con los objetivos coloniales. 

 

En el Ecuador del apartado sobre Oriente, Mari y las excavaciones de André Parrot son el objetivo de J.-L. Montero Fenollós. Las cuarenta y siete campañas llevadas a cabo en la zona, entre 1933 a 2010, le sirven para presentar la trayectoria del arqueólogo francés, junto con el redescubrimiento de Mari. Si bien lo plantea como un necesario balance crítico a ochenta años de su descubrimiento, se observa el reconocimiento a la labor del “inventor de Mari”.

 

Ernest Renan ocupa el interés de M. E. Aubet, quien en el capítulo once presenta de manera breve su biografía y el contexto histórico en el que desarrolló las campañas en Fenicia. Estas últimas son analizadas a fin de relatar no sólo la experiencia en el campo y los aportes al estudio de la arqueología de la región, sino también de sintetizar las razones de las críticas, recibidas ya en su época, respecto a los informes y la labor arqueológica del francés sesgados por su antisemitismo y escepticismo religioso.

El capítulo 12, a cargo de R. Da Riva, está dedicado a la excavaciones en Babilonia de Robert Koldewey, a quien la autora reconoce como uno de los mejores arqueólogos de todos los tiempos, responsable de echar luz sobre el mito bíblico. Incluye varias páginas referidas a su biografía y formación, con las que da marco a la contribución en relación con la arqueología de la arquitectura.  La originalidad de esta colaboración es el segmento final, en el que la autora expone el impacto que estas excavaciones tuvieron en la prensa española.

 

El capítulo con el que cierra el libro analiza las excavaciones llevadas a cabo en Petra. El redescubrimiento de la ciudad de los nabateos es el objeto de estudio de C. Buenacasa, quien, a tono con los autores precedentes, hace hincapié en las acciones y reacciones del mundo occidental fascinado ante el Oriente desconocido. Realiza un recorrido cronológico de las misiones arqueológicas que acompañaron el redescubrimiento, período signado por el romanticismo de la época que concluirá con el desarrollo de la Primera Guerra Mundial. El autor considera que el conocimiento de Petra se debe, justamente, al espíritu de exploración propio de ese intervalo histórico, cuyos exploradores aportaron no sólo informes sino también fotografías, elementos que permitirán, rescatados a partir de la tarea actual de la Editorial De Boccard, que a la fecha ese conocimiento mejore.

 

En síntesis, el nuevo milenio inició con renovados impulsos en el campo de los estudios del Cercano Oriente Antiguo. El interés se ha debido gracias a los diversos descubrimientos producidos a finales del siglo anterior, junto con los planteos teóricos desarrollados en disciplinas afines, dentro y fuera de las ciencias sociales. Es así como los autores se han sumado al esfuerzo de realizar un recorrido por la dinámica del conocimiento histórico inicial de Mesopotamia y Egipto, a partir de una mirada crítica de la experiencia occidental decimonónica y su impacto en el siglo XX.

De la lectura de la obra se concluye que se trata de una valiosa tarea la llevada a cabo, ya que logra cumplir con su objetivo, habiendo generado un corpus de colaboraciones que exponen de manera clara y bien lograda la historia de los pioneros en el descubrimiento del Cercano Oriente antiguo. Todos los trabajos están sustentados en una rica bibliografía, de claro recorrido historiográfico.

 

Es por ello que podemos decir que las exposiciones de los colaboradores suman a los estudios en la materia, sobre todo en el campo de la producción en español, de este modo, el libro se presenta con una verdadera base para la reflexión y el análisis de la temática escogida en espacios académicos.

 

 

Perla S. Rodríguez

Universidad Nacional de Salta – ICSOH

perlasrodriguez@hotmail.com