Revista Andes, Antropología e Historia

Vol. 33, Nº 1, Julio – Diciembre 2022

 

Esta obra está bajo licencia de Creative Commons Atribución - No Comercial CC BY-NC    https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/ ISSN Nº 1668-8090

 

 

DOCENCIA, ESCRITURA Y MEDIACIÓN CULTURAL: MARÍA ALEJANDRA URRUTIA ARTIEDA (AZUL, AÑOS TREINTA Y CUARENTA)

 

TEACHING, WRITING AND CULTURAL MEDIATION: MARÍA ALEJANDRA URRUTIA ARTIEDA, (AZUL, 1930S AND 1940S)

 

María Soledad González

Instituto de Estudios Históricos-Sociales (IEHS)

Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales (IGEHCS)

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET)

msgonzalez@live.com.ar

Fecha de ingreso: 30/12/2020 / Fecha de aceptación: 21/09/2021

 

 

Resumen

En este trabajo nos proponemos trazar algunas líneas de análisis sobre docencia, escritura y mediación cultural a partir del tratamiento de la trayectoria de la docente azuleña, María Alejandra Urrutia Artieda, más conocida como María Aléx. La misma realizó sus estudios superiores en Letras en la Universidad Nacional de la Plata durante los años veinte del siglo pasado, imbuida en el clima de ideas posterior a la reforma universitaria. Aquí recurrimos al análisis de su marco de formación, y al despliegue que esta mujer comenzó a realizar en su ámbito de inserción a partir de los años treinta y cuarenta, en relación no solo a su labor docente, sino posicionándose como escritora y mediadora cultural del interior bonaerense.

 

Palabras clave: docencia, escritura, mediación cultural, interior bonaerense

 

 

Abstract

In this work we propose to present some lines of analysis on teaching, writing and cultural mediation based on the approach of the trajectory of the teacher from the city of Azul, María Alejandra Urrutia Artieda, better known as María Aléx. She carried out her higher studies in Literature at the National University of La Plata during the 1920s, within the context of ideas that follows the university reform. Here we analyse her training framework, and the deployment that this woman began to carry out  from the 1930s and 1940s, in relation not only to her teaching work, but also to positioning herself as a writer and mediator culture of the interior of  Buenos Aires Province.

Keywords: teaching, writing, cultural mediation, interior of Buenos Aires Province

 

 

Introducción

En este trabajo nos proponemos analizar las conjunciones entre docencia, escritura y mediación cultural a partir del estudio de la trayectoria pública de María Alejandra Urrutia Artieda (en adelante María Aléx) considerada la poeta de Azul, localidad ubicada al centro de la Provincia de Buenos Aires, a 300 kilómetros de la Capital Federal. 

La trayectoria formativa de María Aléx, su rol como docente, y las instancias que proyectó más allá del espacio de las aulas luego de obtener su titulo de Profesora en Letras por la Universidad Nacional de la Plata en 1930 han sido preliminarmente analizadas[1], sin embargo, aquí nos detendremos en el abordaje sobre un área inexplorada hasta el momento, la referida a las interrelaciones entre docencia, escritura y mediación cultural. Retomando a Ana Teresa Martínez concebimos que, como agente, Urrutia Artieda no fue “una sola cosa” y por tanto a las categorías con las que trabajamos como no excluyentes[2]. Asimismo, entendemos que recuperar sujetos situándolos en el centro como bien expresa Lucía Lionetti- no es hacerlo de manera aislada, sino en relación con vínculos entrelazados en un contexto cultural, social y político[3].

Explicitado todo esto, en estas páginas buscamos precisar: ¿Qué rastros de esa formación docente podemos encontrar impresos en su localidad más allá de las aulas? ¿Cómo era el espacio cultural que encontró de regreso a su ciudad? ¿Con qué actores e instituciones se vinculó allí?

Sostenemos que estudiar su trayectoria formativa en La Plata y su posterior despliegue sobre lo público en Azul remite al campo abierto por la historia intelectual y cultural en Argentina[4] que indaga sobre actores y espacios antes no abordados y en especial, a lo que con acierto ha precisado Ana Clarisa Agüero: “Una historia que es local siendo, cuando menos, nacional (…).[5].

Asimismo, el estudio de Urrutia Artieda arroja luz sobre el tratamiento de aquellas mujeres ligadas a la docencia que Marina Becerra presenta como “las otras intelectuales.”[6] Por tanto, aquí dialogamos con estos trabajos específicos desde la historia intelectual y otros, que desde la historia cultural y la historia de la educación han dado especial importancia a las agencias de las mujeres[7], abordando a las gestoras culturales, intelectuales y escritoras.[8] Planteamos que el caso de María Aléx como el de muchas docentes de la Argentina- puede leerse siguiendo a Becerra desde una triple otredad, la relacionada con la “baja visibilidad” dada por la historia intelectual en Argentina, la vinculada al posicionamiento en un espacio alejado de los centros, y su lugar como mujer, junto a las estrategias desplegadas por el género[9].

Sobre la base de dichos aportes y sin descuidar los vínculos con lo social recuperamos el contexto de los años veinte en Argentina, vinculado a la movilidad de los sectores medios. En lo que respecta al interior bonaerense, estos recurrieron a varias estrategias para consolidarse y legitimarse socialmente, uno de ellas fue el acceso a los estudios universitarios. Como hija de una familia azuleña de dicha posición social, María Aléx realizó sus estudios universitarios imbuida en el clima de ideas posterior a la reforma universitaria, ligado a las ideas de Rodó, Ingenieros y Ortega y Gasset entre otros. Su pasaje por el espacio platense y su regreso al ámbito azuleño dan cuenta de la circulación de actores sociales y obras y de las resignificaciones de estas de cara a lo local-nacional desde un marco relacional.[10]

En relación a la movilidad de esta mujer por el espacio platense, capital de la Provincia de Buenos Aires y el marco azuleño, sostenemos la hipótesis de que su pasaje por la Universidad Nacional de la Plata, institución central para la época, puso a esta joven en contacto no solo con el clima de ideas de la época, sino que asimismo estas se unieron y resignificaron de cara a las pretensiones de prestigio social de los sectores medios en ascenso que se vinculaban con los postulados de “civilizar” a los pueblos del interior de la Provincia de Buenos Aires[11].

Ligada a esa impronta, consideramos que su inserción laboral en Azul como docente a partir de los treinta no se produjo en un espacio ajeno a estas ideas, sino que muchas de ellas ya circulaban allí, desde revistas culturales ligadas a la Biblioteca Popular de Azul, como Biblos y Azul, revista de Ciencias y Letras (en adelante Azul…), que adquirieron una especial significación en ese marco local de consolidación de su proceso de modernización.

Por tanto entendemos que la inserción exitosa de Urrutia Artieda como docente y la proyección que realizó como escritora y mediadora cultural se debió en parte a la existencia de un contexto de recepción “amable”, donde la Biblioteca Popular se encontraba sumamente activa desde los años veinte. Asimismo, a que su agenciamiento no venía a cuestionar las bases de un ámbito cultural dominado por varones. La interrelación entre las instituciones educativas donde comenzó a desarrollar su labor docente, la Escuela Normal y el Colegio Nacional, junto a la Biblioteca Popular fue en ese sentido crucial. Asimismo, dicho posicionamiento fue habilitado por actores e instituciones, ya que no venia a romper con los roles asignados a las mujeres en la Azul de los años treinta.

En suma, lo que expresamos es que en la reconstrucción de dicha trayectoria debe atenderse al tratamiento de ambos contextos y a la circulación de actores y obras entre esos espacios de cara a las problemáticas en boga. De manera de comprender los “contextos activos” con sus diversidades, y asimismo, pensar e interpretar relacionalmente dichas culturas, más que analizar historias del interior que resaltan específicamente los localismos.[12]

También señalamos que el estudio de esta joven del interior bonaerense se enmarca como representativo de un proceso más amplio que refiere al acceso de las mujeres a la educación en Argentina y específicamente a los primeros pasos que estas dieron en las universidades cursando y completando sus carreras académicas en las primeras décadas del siglo XX. Como advirtió Lucía Lionetti, ya desde el siglo XIX la educación fue uno de los elementos más importantes al que pudieron acceder las mujeres,[13] y su condición de educadoras la que en muchos casos las habilitó en sus trayectorias intelectuales.

Algunos indicios de los que nos valdremos para sostener esta pesquisa son el tratamiento de la prensa azuleña donde no azarosamente en el marco cercano a la culminación de sus estudios en 1930 se exaltaban las potenciales virtudes y méritos de esta joven. De igual forma el análisis de su obra poética y ensayística plasmada en los treinta y cuarenta, junto al peso que Urrutia Artieda adquirió como mediadora cultural del interior de la Provincia de Buenos Aires desde la Agrupación Artística Maná y la dirección de su revista Maná.

 

Esbozo inicial

 

La reconstrucción de trayectorias intelectuales remite a un proceso donde no solo se destaca el análisis de lo biográfico, sino también de los contextos de formación, la vida familiar y laboral, las experiencias y los contactos.[14] En el caso puntual de María Aléx, podemos expresar que la misma perteneció a una familia de los sectores medios de la localidad de Azul.  Siendo hija de Martín Urrutia y Emilia Artieda, nació en el paraje La Protegida en 1903, realizó sus estudios iniciales en la Escuela Provincial N°2 de Azul y los secundarios en el Colegio Nacional de la misma ciudad.

La familia Urrutia Artieda estuvo conformada por once hijos: Martín S, Emilio Martín, María Alejandra, Beatriz, Mario Alfredo, Sara Alida, Ermelina, Raquel Mercedes, Arturo Héctor, Carlota Elina y Helva Stella. La instalación de esta en la localidad de Azul remite no solo a los movimientos que varias familias experimentaron del campo a la ciudad, sino también al ascenso que los sectores medios tuvieron en el interior bonaerense en las primeras décadas del siglo XX.[15] Dicha circulación estuvo ligada al proceso de modernización y urbanización que experimentó la localidad de Azul en ese contexto. Sobre finales del siglo XIX y principios del XX se produjo un fuerte avance del proceso modernizador a partir de transformaciones económicas y sociales, teniendo importancia dentro de la economía agro-exportadora y, asimismo, de actividades relacionadas a esta a partir de una industria ligada a la producción de jabones, harinas, cervezas, velas y quesos. Declarada ciudad en 1895, se destacó el crecimiento de su población, de los empleos y ocupaciones, con cambios socioculturales que incluían las mutuales y sociedades francesas, españolas e italianas, además del funcionamiento desde 1887 de la Escuela Normal, institución educativa de importancia regional. Asimismo, contó con un fuerte peso de la religiosidad católica, subrayándose la obra del padre Cáneva quien accedería al obispado con su creación en los treinta[16]. Desde 1892 Azul contó con su Biblioteca Popular, pieza clave de las sociabilidades culturales, y a partir de 1912 con el Colegio Nacional. 

En cuanto al desarrollo que se produjo en la localidad en cuanto a lo social, lo económico y hasta lo urbano, este no se correspondió con una modernización política ya que pervivieron prácticas que poco tenían que ver con esta, donde los enfrentamientos entre facciones hicieron que tuvieran relevancia el papel de los comisionados e incluso que funcionaran dos municipios paralelos por lo menos hasta los años diez del siglo XX, destacándose la figura del conservador Ángel Pintos.[17]El periodo que se abre en 1917 y se extiende hasta comienzos de la década del cuarenta fue el de la lucha entre radicales y conservadores, con el predominio de estos últimos durante buena parte del periodo[18].

Por su parte, a partir de 1916 comenzó a funcionar el Departamento Judicial del Sudoeste, considerado por sus contemporáneos como una bisagra en la dinámica de la ciudad. En lo que respecta al aumento de su población puede señalarse a partir del Censo Nacional de 1914 que Azul había superado los 32 mil habitantes, y en 1921, según las cifras de la Oficina de Estadísticas de la Provincia, contaba con más de 37 mil.[19]

Enmarcada en ese contexto de transformaciones en lo local y recibida de bachiller en el Colegio Nacional de Azul, María Aléx desarrolló en los veinte su carrera académica en la Universidad Nacional de La Plata, espacio cultural central para la época, cursando el Profesorado en Letras en el marco de una universidad todavía arancelada, pero inmersa en el proceso reformista. Su incursión universitaria se liga entonces a las posibilidades económicas de algunas familias de los sectores medios que podían pagar los estudios de sus hijos e hijas, augurando el fuerte prestigio y ascenso social que significaba un título profesional. Esto coincide con el buen pasar de su padre Martín Urrutia, hacendado y comerciante, quien como pudimos constatar recién se vería en la necesidad de desprenderse de algunos de sus negocios en el contexto de la crisis económica abierta en Argentina a partir de 1930[20].

 

 

La formación docente en la Capital de la Provincia de Buenos Aires

 

En lo que respecta a la participación de las mujeres en los estudios universitarios en Argentina, para principios del siglo XX esta era escasa.[21] La mayor presencia se dio en carreras consideradas “feminizadas”, ligadas tanto al área de la salud o las humanidades y ciencias de la educación.[22]

   La circulación de María Aléx por el espacio platense le permitió ensanchar su capital cultural y comenzar a codearse con importantes figuras intelectuales de la época, entre ellos Arturo Marasso, Carmelo Bonet, Rafael Alberto Arrieta y Arturo Capdevila.[23] Varios de estos autores publicaban por esos años en Biblos, la revista de la Biblioteca Popular de Azul, de características científicas y literarias, que se extendió desde 1924 a 1926. Ese es solo un indicio de la intensa vida cultural de Azul durante los años veinte, y que continuó en las siguientes décadas con publicaciones como Azul…,  durante 1930-1931 y Maná,  dirigida por la propia Urrutia Artieda desde 1936 a 1942. Unidos, y como parte fundamental de esa sociabilidad cultural en auge, existieron nutridos espacios de disertación intelectual y cultural que surgieron del seno de la Biblioteca Popular, tales como la Asociación Cultural de Azul (1931), la Exposición Cervantes (1932) y los eventos de arte y literatura difundidos por la Agrupación Artística Maná durante las décadas de los treinta y cuarenta.

  El contexto de la formación universitaria de María Aléx en un espacio central para la época, la puso en contacto con el clima de ideas ligado a la fuerte impronta del reformismo y el humanismo vinculado al arielismo.[24] Esa influencia fue clave, no solo en su formación docente renovada a partir del escenario abierto por la creación de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación en 1914, y su ruptura con el positivismo, sino también en su labor poética ligada al verso libre[25] y también en su escritura ensayística con fuerte impronta del latinoamericanismo y la herencia hispanoamericana.

Al consultar el legajo de María Aléx en la universidad, encontramos algunos indicios del clima de ideas mencionado más arriba en su formación docente. Algunos ejemplos son: Historia de la Civilización Antigua cursada en 1928 y Literatura argentina y de la América española inscripta en 1926, cuyo examen rindió en 1928[26].  Y en concreto, que el plan de estudios de su carrera fue aprobado por el Poder Ejecutivo de la Nación en diciembre de 1921[27], es decir, que estuvo inmerso en ese clima reformista.  

Entonces, dicha experiencia, coincide con la incursión universitaria de otras mujeres en otros espacios de la Argentina. Para la Universidad Nacional de La Plata, si seguimos las cifras trabajadas por Ana Carolina Arias a partir de la información disponible en el Boletín de dicha institución, podemos precisar que en 1930 egresaron como profesores de enseñanza secundaria, normal y especial en Letras once mujeres y dos varones[28]. De manera que es posible señalar, como paulatinamente las mujeres no solo empezaron a incrementar su presencia en la universidad, sino que la carrera de Letras contaba con una mayoría de egresadas en comparación con los varones. Según los datos de la colación de grados del sábado 24 de mayo de 1930 egresaron: “Sara B. Agüero, Elvira Corbacho, Amalia García, Juana S. Garavaglia, Josefa A. González Zugasti, Ernesto Krebs, Maria T. Labourdette, Enrique Moreno, Celia Pagés, Maria D. Rapallini, Ana M. Ripullone, Maria A. Urrutia y Maria E. Vargas”[29].

La culminación de dichos estudios superiores se dio durante el decanato de Ricardo Levene y la presidencia de Ramón Loyarte[30]. Conviene recordar, siguiendo a Osvaldo Graciano, que en ese contexto, para las clases medias de la Provincia de Buenos Aires poder formarse en la Universidad de La Plata remitía por un lado a la expectativa de ascenso social, pero también a una fuerte referencia cultural no solo para los bonaerenses sino para los actores vinculados a la cultura en Latinoamérica[31].

 

Las sociabilidades culturales azuleñas en el marco de las transformaciones sociales

 

Recuperando a Ana Clarisa Agüero es interesante pensar esta trayectoria en sintonía con su aporte en torno a lo local- nacional[32]. Por tanto es posible reflexionar en torno la inserción exitosa de esta joven con un importante capital cultural, en el contexto de una intensa dinámica para Azul, donde desde los veinte, la Biblioteca Popular se encontraba sumamente activa, ligada a las instituciones educativas en las que comenzaba a desarrollar su labor docente. Asimismo, como esa nutrida vida en el ámbito cultural se correspondía con la consolidación de las transformaciones sociales, económicas y urbanas, que se venían produciendo desde décadas anteriores en la localidad.

En relación a la presencia de figuras intelectuales de los ámbitos centrales, algunas fueron incluso docentes de María Aléx y también publicaban en las revistas culturales azuleñas. De manera, que no solo es acertado pensar en el marco de su formación académica, sino en la circulación de esas ideas y actores en el espacio en que se insertaba. Revistas como Biblos editada de 1924 a 1926 y Azul…, que abarcó el periodo 1930-1931 asomaron en el seno de la Biblioteca Popular que oficiaba como foro de opinión y circulación de ideas. Allí se perciben la presencia de Marasso y Capdevila con quienes la poeta se había formado, y aun en los treinta se celebraba  la figura de Rodó a partir de la intervención de Pablo Rojas Paz, quien había estado ligado a las revistas porteñas Proa y Martín Fierro y luego al diario Critica, cuya relación con la revista Azul… y Bartolomé J. Ronco, director de la misma y presidente de la biblioteca, se estableció en su fase final[33]. Rojas Paz que oficiaba como nexo con Buenos Aires, expresaba: “Cuando hemos hecho el hallazgo maravilloso, la acción, la voluntad, la vocación no significan sino una sola cosa: conciencia de lo que somos. Y este es el catecismo moral de Rodó. Por la soledad hacia la acción”[34]. 

Esto nos lleva a pensar no solo en el clima de ideas de la época y los nexos con Buenos Aires y América, sino en como esas ideas se resignificaban de cara al contexto local, las inquietudes de sus actores centrales y el rol que entendían debían encarnar como guías espirituales, ligados a las problemáticas sociales. Así podemos notar como se remarcaba en relación a Rodó el tópico americanista y el llamado imperativo a la juventud: “Su figura está en la historia de América junto a los grandes hombres que prepararon este continente para un destino más alto. Enseñó el sacrificio civil del escritor. Esta actitud debe vivir para siempre en el corazón de todo joven de América”[35].

Los nexos que se entablaron desde la revista Azul…con Buenos Aires exceden a Rojas Paz, ya que para 1931 Jorge Luís Borges publicó “La supersticiosa ética del lector” y asimismo en la sección Bibliografía, se encuentra el análisis de los discursos de Ricardo Rojas como rector de la Universidad de Buenos Aires. También se destaca un abordaje de la obra de Francisco Romero sobre Dilthey. En un marco más amplio que el nacional podemos encontrar publicado a Drieu La Rochelle con “A vosotros Alemanes”.[36] Muchos de esos autores de presencia relevante en los ámbitos intelectuales centrales, también estarían presentes a partir de 1931 en la revista Sur creada y dirigida por Victoria Ocampo.

En lo que refiere al contacto con el ámbito latinoamericano, este puede notarse a partir de los avisos de revistas en Azul…a las que se podía suscribir como 1930 Revista de Avance (La Habana, Cuba), Música, Revista Mexicana, (México D.F), Repertorio Americano. Semanario de Cultura Hispánica (San José de Costa Rica), La Sierra, Órgano de la juventud renovadora andina, (Lima, Perú), Contemporáneos Revista Mexicana de Cultura (México D.F), Mercurio Peruano, revista mensual de Ciencias Sociales y Letras (Lima, Perú), Revista Chilena Diplomacia, Historia, Arte, Letras (Santiago de Chile). Esas publicaciones nos hablan de un intenso intercambio de ideas y experiencias. Asimismo, a partir de la llamada a la suscripción, es posible pensar en la circulación de artículos y obras de autores azuleños por ellas. Como veremos más adelante, María Aléx publicó en la Revista Iberoamericana de México, lugar donde también recibirían sus primeros libros de poemas y los reseñarían.  En este punto, es factible pensar en las redes intelectuales en las que se insertó, que no solo refieren a su pasaje por la universidad platense en los veinte, sino también al contacto con las publicaciones y espacios de sociabilidad cultural de Azul. De manera que dicha localidad, puede entenderse desde lo relacional como un espacio de irradiación de redes y nexos intelectuales que exceden incluso el ámbito regional y nacional.

Dicho todo esto es importante, sin embargo, indagar en torno a cuestiones ligadas a lo social, sin olvidar que las exploraciones de la historia cultural deben nutrirse de los aportes de la historia social[37]. Más allá del clima de ideas de la época y de los prolíficos intercambios y circulaciones de autores y obras, es interesante pensar en el contexto de transformaciones sociales y culturales en el interior bonaerense de las décadas de los veinte y treinta donde los sectores medios habían ganado notoriedad y por tanto buscaban nuevas formas de diferenciación. Estos espacios de sociabilidad cultural en Azul son parte importante de dicho proceso. Es entonces pertinente recordar, que la difusión de la educación pública y el aumento de la movilidad social, permitieron que se delinearan sectores medios que oficiaron como dinamizadores de la vida de las ciudades medianas y pequeñas, a partir de la configuración de espacios desde los cuales se sancionaban normas de respetabilidad[38].

Por tanto es sugerente pensar en la potencialidad que para esos sectores medios en ascenso representaba ser parte de esa “nueva generación” en términos de Ortega y Gasset también en boga en esos años- que se suponía era la encargada de “civilizar” en este caso a los pueblos del interior bonaerense. Una muestra de esto lo expresaba la prensa de la época, donde María Aléx era retratada a partir de un potencial que le posibilitaría conformar las filas de una supuesta aristocracia del talento femenino[39]. Ese llamado a una “nueva jefatura intelectual” de cara a la influencia adquirida por las ideas de Ortega[40] se resignificaban de cara a lo local. Tanto es así que en abril de 1930, la revista  Callvú de la localidad de Azul enmarcaba a María Aléx como una poetisa a la par de Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou, ya consagrada como “Juana de América” y Gabriela Mistral,[41]  “las tres Musas” de las letras Hisponamericanas[42].                                                                    

 

Una mujer entre “territorios fronterizos” y el “interjuego”

 

Como han expresado varios autores[43], el magisterio significó para muchas mujeres una buena opción para ocupar el espacio publico desde fines del siglo XIX. Aunque María Aléx no transitó por el, ya que culminó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional recibiéndose de Bachiller, sin embargo su formación docente y el posterior ejercicio de su profesión, significó para ella, como para muchas otras mujeres de los sectores medios de su época, el pilar sobre el cual construir una trayectoria intelectual. Asimismo, como ya advertimos, su posicionamiento social facilitó, a diferencia de otras mujeres de otros sectores sociales que pudiera acceder a la universidad platense aún arancelada.

De esta forma, María Aléx puede entenderse como una docente que escribe y que trasciende con creces el espacio de las instituciones educativas, transitando por “territorios fronterizos”[44]. Su rol docente es una base ineludible para entender su ingreso en un espacio público predominantemente masculino. Dicho de otra manera, siendo una docente la que escribía, esto parecía resultar un aspecto poco amenazador, si venía inicialmente acompañada de la legitimidad de los varones que monopolizaban la prensa de Azul, muchos de los cuales formaban parte de las redes de sociabilidad que le posibilitaron el ingreso a esa comunidad intelectual azuleña. Para ilustrar esta idea veremos qué publicó y en qué lugares lo hizo. Y sobre todo que era lo qué le demandaba la comunidad azuleña a las mujeres de su sector social en esos años.

Como ya hemos abordado preliminarmente en otro trabajo[45], a comienzos de 1930 Urrutia Artieda comenzó a tener una notable presencia en la prensa azuleña, destacándose en ella, desde las plumas masculinas sus potencialidades literarias e intelectuales. Así comenzó a publicar colaborando en revistas y diarios con sus poemas. Algunos pueden encontrarse en la revista Callvú[46], dirigida por Juan B. Caputti, dedicada especialmente a las mujeres de los sectores medios de la ciudad donde se expresaba que el lugar de las mismas era el hogar y su rol ser madres[47]. Tal es así que a modo de editorial se fueron sucediendo notas tituladas “A vosotras; amables lectoras” dedicadas a las jóvenes de la localidad donde se les marcaba el camino a seguir desde diferentes consejos. Una lectura de las mismas permite ver que la misión que consideraban debían encarnar las mujeres era ser madres, y por esto debían sacrificarse, servir y también sufrir. En el hogar debía reinar el amor, siempre y cuando estas supieran mantener el orden y darles hijos a la Patria[48]. Esa línea editorial que funcionaba a partir de prescripciones, no solo ilustra los ideales de género en ese contexto y en ese lugar, sino que advierte sobre la posible función de la revista como potencial constructora de representaciones de género bien definidas para las jóvenes de sectores medios, las cuales habían tenido acceso a la educación y por tanto podían leer, escribir, y ser presumiblemente peligrosas si no se las controlaba. La mención a las lectoras mujeres es ilustrativa del proceso que se había abierto en décadas anteriores con la consolidación de la educación pública en Argentina, en relación a la educación de las mujeres.

En Callvú, María Aléx recuperó en un poema a la figura de la escritora y educadora Gabriela Mistral[49], “…la más alta cumbre de la mentalidad femenina”[50].  No está de más resaltar que esa apreciación se transcribió a partir de la revista Castalia de Santa Fe donde a María Aléx se la había puesto casi a la par de las mujeres más brillantes de las Letras. Si bien María Aléx permaneció soltera durante toda su vida y no tuvo hijos, su lugar como docente le daba un manto de solemnidad para la comunidad en el sentido del servicio y la abnegación de su tarea desde la representación del apostolado[51]. En este punto es interesante ver como el modelo de mujer que encarnaba la señorita Urrutia Artieda no parecía desentonar con los ideales de género de la época, y por tanto sus cualidades eran resaltadas por los varones de la prensa que poco a poco la fueron clasificando bajo dos etiquetas generales, además de la de docente, la “poeta” y la “intelectual” azuleña.

Más allá de que efectivamente existieron mujeres que no se ajustaron a las normas establecidas o negociaron con las mismas, el caso de María Aléx bien puede comprenderse en el sentido de lo ya expresado por Palermo:

 

Las primeras universitarias estudiaron carreras y se ubicaron en ámbitos profesionales que no representaban una ruptura brusca con las concepciones de género de la época. De este modo, sus elecciones y sus trabajos profesionales reflejaban el interjuego entre sus propios deseos y lo permitido según el contexto socio cultural del momento histórico en que vivieron[52].

 

La extensión pedagógica a la comunidad a partir de su rol docente, su papel en Maná y sus publicaciones ligadas a la poesía parecen ilustrar ese “interjuego” al que refiere Palermo, donde esta joven con un importantísimo capital cultural se estableció en los lugares “habilitados” para una mujer en su comunidad. Si bien no desafíó abiertamente a la norma,  su agenciamiento puede entenderse desde una interesante estrategia de subalternidad. Con esto no queremos decir que haya avalado las convenciones y normas sociales, sino que más bien las negociaciones con estas, pueden haber sido las únicas vías de ganarse un lugar en lo público en un espacio predominantemente patriarcal.

 

La mediadora cultural o como educar a Azul y al interior bonaerense

 

En 1932, María Aléx junto a Alberto López Claro,  artista plástico y docente del Colegio Nacional, y un egresado de dicha institución, Alfredo Rafaelli Sarandría, crearon la Agrupación Artística Maná.  Entre sus objetivos se incluían educar a Azul y al interior bonaerense. Las actividades de inicio de la entidad se llevaron a cabo en dicho colegio contando con la presencia de su rector Reinaldo Marín, su vicerrector Julio García Hugony, junto a David Cordeviola y Cosme Lastiri, quienes oficiaban como figuras de renombre en la vida cultural de Azul. La intención de educar al interior bonaerense puede rastrearse a partir de la difusión de  producciones y eventos culturales en Azul y la zona y de las frases que publicaban en la revista junto al logo de Maná, con citas de Ingenieros que expresaban “Hoy o nunca. Mañana es la mentira piadosa con que se engañan las voluntades moribundas” o de  Estrada: “El que tiene el secreto de hacer pensar, tiene todos los secretos de la enseñanza y del apostolado; como el que tiene el secreto de hacer sentir, tiene todos los secretos de la poesía”[53]. Allí puede notarse el llamado a la acción y asimismo el lugar en que se posicionaban los miembros de la agrupación, que entendían que no sólo debían nutrir al pueblo de Azul con el alimento intelectual, sino ubicarse como guías en ese pasaje.

Las exposiciones de arte y de literatura organizadas por Maná reunían a participantes de diversos espacios del interior bonaerense, y las colaboraciones en la revista Maná incluso de otras provincias, como el caso de la poeta y educadora cordobesa Malvina Rosa Quiroga, de una trayectoria intelectual amplia, recientemente recuperada[54].

A partir de 1937 la agrupación que aún no tenia sede social logró articular un importante nexo con la Biblioteca Popular y empezó a funcionar en su subsuelo. Ese vínculo fue fundamental ya que quien la presidía desde 1930 era el mecenas y mediador cultural regional Bartolomé J. Ronco, de especiales vínculos relacionales. Tal como quedó claro al llevarse a cabo la Exposición Cervantes en 1932, compartió esa experiencia junto al obispo Cáneva, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires Martínez de Hoz y el intendente de Azul Caputti. Si había un actor clave con el cual vincularse en la escena cultural azuleña era Ronco y la relación de Maná con la biblioteca no parece azarosa, ni en lo relacional ni en la impronta de la ocupación de espacios. Allí fue clave la intención de la agrupación por sostener un lugar y las disputas por la identidad que se ponían en juego.  

El espacio de la biblioteca era deseado, ya que funcionaba como el cenáculo de la cultura letrada de la localidad. En ese sentido, si se quiere antropológico, esta agrupación y esa sociabilidad cultural remitían a prácticas de identidad. En otras palabras el espacio de la biblioteca cedido a Maná era el del subsuelo y se denominada Refugio, lo cual habla de un espacio que condicionaba y posibilitaba[55]. Asimismo, remite al aislamiento que deseaban experimentar allí los “manaístas” frente al avance de lo masivo, y la distinción que buscaban establecer con el resto de la sociedad, ya que no solo eran un grupo reducido que no podía exceder los 30 integrantes, sino que asimismo ser socio requería cumplir con el pago de una cuota anual de diez pesos moneda nacional[56], lo cual remitía a la necesidad de contar con un ingreso al que no todos podían acceder.[57]

En el caso de la revista, aunque se obtenía por canje, la colaboración para su edición de parte de profesionales, en su mayoría abogados o de tiendas que publicitaban sus avisos como Gath y Chávez hace pensar en quienes se contactaban y unían socialmente a Maná. En lo referido a los horarios en que funcionaba la agrupación, estos dan cuenta de los tiempos libres de sus integrantes para atender al público y a los sectores a los que aspiraban a llegar con su obra, en concreto, martes, viernes y sábados de 18 a 21 horas o martes, jueves y sábados de 18 a 20. Es bueno recordar en este punto, tal como advirtió Leandro Losada, que: “Las sociabilidades, los estilos de vida y las identidades reflejan de modo ilustrativo tanto las tendencias de diferenciación como las de acercamiento”[58].

En lo que atañe a las mujeres que conformaron la agrupación se encontraban además de Urrutia Artieda, Emilia Bettinelli de López Claro, Justa Gallardo de Zalazar Pringles y Leticia Ciancio, entre otras. Todas estas fueron educadoras, no olvidemos que como ha expresado reiteradamente Lucía Lionetti, “la civilización” y su “triunfo” estuvieron ligados a la escuela pública en nuestro país donde la formación de ciudadanos se encontró estrechamente relacionada a la construcción de un orden social[59]. Un punto interesante sobre el accionar de estas mujeres sobre las cuales reflexionamos en algunos aspectos en otro trabajo[60], reside en una labor cultural que puede entenderse ligada a lo social a partir de tareas como la recaudación de fondos. Con todo, desde otras aristas, por fuera de las aulas, estas mujeres desplegaron su labor pedagógica, que remitía a la educación del pueblo de Azul en los ideales de la cultura, pero asimismo ligaron su presencia en lo público a lo social y a la formación del gusto de la comunidad. En ese posicionamiento múltiple, que no era disruptivo con los ideales de género para las mujeres de su época, estas mujeres lograron sin embargo posicionarse en la esfera pública[61] desde el lugar de educadoras, quizás no lo hubieran logrado de otra manera, de hecho si prestamos atención a las mujeres que pudieron construirse un lugar legitimo y de respetabilidad en la escena cultural azuleña, estas estuvieron ligadas a la educación.

En lo que toca estrictamente a la inserción de María Aléx en los espacios de sociabilidad cultural de Azul, no es descabellado pensar que las credenciales profesionales de esta joven, junto a su posicionamiento social, le permitieron primero su inserción docente y luego la activación de su presencia en la esfera pública, ligándose no solo con los actores centrales de la cultura, sino también estando presente en todas las instancias que hacían a la vida de la ciudad. De manera que el saldo que arroja el análisis de su trayectoria pública hasta aquí, puede entenderse siempre dentro de marcos institucionales, nunca fuera de ellos. En este sentido queda claro que María Aléx se desplazó dentro y entre instituciones.

 

Libros, ensayos, direcciones

 

En lo que refiere a las primeras publicaciones de María Aléx varias fueron en la prensa azuleña y en revistas culturales de otras provincias como el caso de Castalia en Santa Fe. Como bien explicó en una entrevista, quien quisiera consultar buena parte de su obra debía recurrir a un lugar en especial, Diario El Tiempo, donde tenía nutridos contactos con su director Carlos A. Ronchetti. Es importante detenernos en este aspecto ya que remite a las potencialidades atribuidas por Urrutia Artieda a la prensa, en cuanto a la llegada que le permitía realizar sobre la comunidad de Azul. Asimismo, lo útil que resultaba, si pensamos en que su primer libro de poemas Música Interior de 1938 fue publicado por su cuenta, llevando sus versos personalmente al imprentero Cecilio Dupuy[62]. Seguramente era muy difícil y costoso poder publicar en ese momento, por eso, el recurso a las páginas de la prensa no parece azaroso, ni tampoco el resto de las publicaciones de sus libros, después de Brujerías, Poemario de la Andanza (1940), su segundo trabajo.

Música interior, fue su primer libro, dedicado expresamente a sus padres, y a Tincho, su hermano muerto. Allí tiene una conexión con la naturaleza, el agua (“agüita serrana”), la mañana, la noche, la luna, la primavera, y el recurso al caminante, emulando a Machado, a quien como veremos abordará en 1946 en uno de los Cuadernos de la Biblioteca Popular. Sobre el final su gratitud es con su madre, Emilia Artieda y sus amigos Alberto López Claro (Claudio Lantier), compañero de Maná y docente del Colegio Nacional, donde Urrutia Artieda ejercía la docencia, y Cecilio Dupuy, el imprentero. En ese cierre es interesante el lugar donde se posiciona la poeta, haciendo alusión a que lo escribió en su tierra, cumpliéndose 106 años de la fundación del fuerte San Serapio, que consideraba los inicios de Azul, y los 6 años de Maná, “su latido espiritual”[63]. Esas características muestran el ideal civilizatorio en el que se inscribía, con dos mojones, el fuerte en el siglo XIX, punto de avance frente al indio, y su amado proyecto cultural, Maná en el XX, entendido en su cosmovisión, como el avance del “espíritu” sobre la “barbarie”. En interesante como en su ideario el lugar de la docencia es central, imbricándose a la escritura en tópicos que vuelven una y otra vez sobre la lucha de la “civilización” y la “barbarie”, y asimismo a la mediación cultural. Los tres elementos, analizados en relación muestran un eje en común, ligado a la intencionalidad de Urrutia Artieda de educar a Azul y al interior bonaerense. Como ha advertido Lucía Lionetti la educación fue crucial para que muchas mujeres pudieran proyectarse socialmente. Aunque la autora se refiere en concreto al magisterio, el lugar de la formación docente en Urrutia Artieda en la Universidad puede leerse en ese mismo sentido, como un recurso de proyección[64].

En la primavera de 1940 llegaría el turno de Brujerías[65], su segundo libro de versos, con Música Interior ya agotado en sus ventas. La dedicatoria nuevamente convoca  a su madre, Emilia. El recurso al camino vuelve a aparecer en versos como “Por la senda”, “Coplas para el viajero”, “Vamos andando…”, “Coplas del camino”, “Poema de la andanza”, y el propio título del libro. Así pueden notarse los versos al agua (Agüita), la vida, la estrella y la luna. El mismo fue impreso bajo la dirección artística y técnica de Cecilio Dupuy, con carátula y versales de Ricardo O. Marré y Ex- Libris de López Claro.

En lo que respecta a las mujeres escritoras en las que María Aléx buscó legitimarse se encuentra la figura de Alfonsina Storni,  mujer de peso para los círculos culturales de Azul, que incluso una publicación como Biblos, dominada por varones, reseñó su obra Ocre en 1925[66]. Tal fue el impacto de dicha figura que con motivo de su muerte, Maná realizó un funeral laico y un número homenaje que llegó a manos de Juana de Ibarbourou. Ese contacto de parte de la agrupación es muy interesante en el sentido de la legitimación que buscaba lograr Urrutia Artieda en su comunidad. Más allá de la admiración por Storni, la figura de “Juana de América” fue, como expresa María Inés de Torres, la de una mujer prolija que se desmarcó de la herencia de su antecesora Delmira Agustina, ligada al erotismo y la trasgresión[67].

Otra de sus intervenciones, quizás la más crucial en Diario El tiempo fue la dirección de su Suplemento Literario en 1939. Desde esas páginas se esgrimía que con esto se daba a los pueblos del interior bonaerense un recurso nunca antes visto. Allí María Aléx estuvo acompañada en la co-dirección por Ronco. En esas páginas abordaron las obras de  viajeros como Armaignac, Ebelot, Mac Cann y Zeballos, entre otros, con el objetivo de tratar los orígenes de Azul, tema al que María Aléx volvería a lo largo de su obra. En el articulo inicial del suplemento se expresaba: “Será esta página la voz de un rincón patrio, de uno de los muchos, muchísimos y dispersados lugares que han contribuido a formar la estupenda y vigorosa unidad de la patria.”[68] Desde la dirección del diario expresaban que no había otro diario con un suplemento de estas características en la provincia, por que no contaban con las figuras de María Aléx y Ronco, personajes de relieve en la vida espiritual del momento. También, que los destinatarios de esos aportes eran, no solo el pueblo de Azul sino todos los hombres ligados a las letras en el país, enalteciendo el lugar del periodismo y la cultura de dicha localidad[69]. Por tanto, el rol adjudicado a la prensa puede considerarse en ese contexto como otros de los elementos a partir de los cuales entender una idea amplia de pedagogía social, donde educar al pueblo de Azul desde este posicionamiento cívico fue crucial no solo en este caso, sino en un plano más amplio a nivel provincial[70].

En una producción literaria más amplia que la ligada a la labor poética, María Aléx también se posicionó como escritora de ensayos excediendo incluso el espacio nacional. Esto podemos reconstruirlo a partir de su trabajo sobre Horacio Quiroga publicado en 1940 en la sección Estudios de la revista Iberoamericana de México, órgano del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana creado en 1938. Esa publicación semestral que rondaba las 250 páginas,  estaba a cargo de R. Brenes Masén de San José de Costa Rica, Sturgis E. Leavitt de la Universidad de North Carolina, Carlos García-Prada de la Universidad de Washington, Arturo Torres-Rioseco de la Universidad de California y Francisco Monteverde de la Universidad Nacional de México. Allí se abogaba por los grandes valores espirituales de la cultura iberoamericana con un lema clave,  “A LA FRATERNIDAD POR LA CULTURA”.  Se recibían entonces participaciones de estudiosos y profesores ligados a las letras  iberoamericanas en el contexto de crisis del viejo mundo por el escenario de la Segunda Guerra Mundial:

 

El Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana respondió al llamamiento inicial de un nuevo estado de conciencia en el Continente. Nos damos cuenta de un despertar, algo así como de un ciclo de cultura que se anuncia en los precisos momentos en que cae sobre otras zonas, que fueron afortunadas antes, el crepúsculo de la Civilización a cuyo amparo ha venido desenvolviéndose todo el conjunto de América[71].

 

Esto muestra el contacto entre países latinoamericanos del que Urrutia Artieda se había nutrido en su juventud que puede percibirse en varias partes de su tratamiento de la obra de Horacio Quiroga:

 

El cuento, disciplina literaria de difícil realización, tiene en tierras de América una figura de verdadera jerarquía artística; una figura que, por la excelencia de la forma, el asunto y el estilo, es un valor indiscutible. Es Horacio Quiroga, nuestro grande, fuerte y noble Horacio Quiroga, “el asceta de sobrada dulzura”, como lo llamó Amorím[72].

 

Asimismo, en el desarrollo de su ensayo lo enmarca como un maestro de la narración breve dentro de la literatura iberoamericana, ligado espiritualmente a Kipling, Poe y Chekoff entre otros, un escritor “nuestro”, “por su fuerte y autentica americanidad”[73], por cuya muerte “…América ha perdido uno de sus narradores excepcionales, perdiéndolo al paso la literatura universal”[74].

 

En esa importante revista de las letras hispanoamericanas donde María Aléx envió su colaboración, se publicaron asimismo, las reseñas de sus dos primeros libros, Música Interior de 1938 y Brujerías de 1940, ambos analizados por Clotilde Wilson de la Universidad de Washington, Seatle. Sobre el primer libro de poemas de María Aléx señalaba: “Sencillos, espontáneos y delicados son los versos de la joven poetisa argentina de Música interior. En ellos aspira a sembrar semillas admirables por el mundo. ¡Ojalá que todas germinen y florezcan, para dicha de todos!”[75]. Sobre Brujerías es interesante el abordaje que realiza comparándolo con Música Interior, allí expresa que si en su primera obra la poeta se puso al servicio de los demás, el recogimiento que interpreta en su segunda obra la lleva a criticarla fuertemente frente al contexto de crisis mundial:

 

En Brujerías se encuentra rara vez el noble altruismo que prevalece en los bellos versos que aparecieron hace unos pocos años bajo el título de Música interior; no se encuentra tan a menudo aquella honda compasión para los afligidos del mundo ni aquel gran anhelo de consolarlos que exaltan esta colección. La autora parece ahora más recogida en sí; tan encerrada en su mundo ilusorio, que se ha apartado casi completamente del actual, y cuando rara vez se acerca a éste es su propio destino lo que la preocupa más. Es de deplorar que en la hora actual, hora de tanta angustia y de tanta amargura, se haya refugiado tan enteramente en la "torre de marfil"[76].

 

Aunque siguen algunos halagos sobre su obra y los recursos que la poeta utilizó, el saldo es muy crítico, ya que Wilson cierra la reseña con una expresión contundente: “…palpita la poetisa con todas las vibraciones de sus ensueños, ensueños muy bellos, que lo serian aún más, no obstante, si en esta hora del sufrimiento del mundo fueran un poco menos subjetivos y menos distantes de la actualidad”[77].

Con todo, publicar en la revista Iberoamericana y que sus libros fueran reseñados allí, muestran que la obra de María Aléx circulaba por fuera de Argentina en un marco de intercambios para los países latinoamericanos. La crítica sobre la introspección de la autora, también puede leerse a partir de la reclusión que profesaba el grupo Maná por lo menos hasta el mayor impacto de la guerra. A partir de allí hay un profundo despliegue de problemáticas en torno a la “crisis de la civilización” y los acontecimientos políticos ligados al plano local, nacional e internacional, donde la línea editorial distaba muchísimo de estar al margen de lo que sucedía y exenta del compromiso intelectual. Posiblemente además de los acontecimientos mundiales, la crítica de Wilson haya calado en Urrutia Artieda y varios miembros de la revista dado el interesante tratamiento sobre la guerra en las notas de redacción. En relación a la crítica de Wilson, también cabe la posibilidad de pensar, y desarrollar en futuras investigaciones, si la misma no se correspondió en realidad con una ideología literaria. En 1946 Urrutia Artieda escribió el ejemplar n°3 de la serie de cuadernos azuleños de la Biblioteca Popular donde abordó la figura y la obra de Antonio Machado. Pueden notarse nuevamente la influencia de su formación platense con una importante presencia del tratamiento de la forma y la influencia de dicho autor en su propia obra, que remiten a cantos y andanzas, pero asimismo una sutil crítica a los fascismos. La circulación de los cuadernos se dio no solo en la comunidad azuleña, sino en otros espacios como la ciudad de Buenos Aires, como quedó registrado a partir de las donaciones de dicho material de parte de la Biblioteca Popular de Azul a la Biblioteca Nacional en 1946. Si bien es interesante pensar que la sola presencia no significa un intercambio concreto[78], si nos alienta a seguir indagando en términos relacionales y por fuera de los localismos.  Esto permite reflexionar en la circulación de ideas y los circuitos intelectuales más allá de las ciudades del interior bonaerense.

En suma, de las líneas anteriores se desprenden una serie de elementos que nos permiten recuperar la intensa labor intelectual de una mujer del interior bonaerense que se desplegaba de-en lo local-nacional, alcanzando inclusive lo transnacional, desde una impronta humanista y latinoamericanista ligada a su formación docente en la Universidad Nacional de la Plata durante los años veinte. Este plano de reflexión, creación y acción excede con creces el ámbito de la poesía y de las aulas.

 

Consideraciones finales

 

En este trabajo nos propusimos analizar las conjunciones entre docencia, escritura y mediación cultural a partir del tratamiento de la educadora azuleña María Alejandra Urrutia Artieda, María Aléx, quien realizó sus estudios superiores en la Universidad Nacional de la Plata durante los años veinte del siglo pasado en el clima de ideas posterior a la reforma universitaria. Intentamos responder: ¿Qué rastros de esa formación docente podemos encontrar impresos más allá de las aulas? ¿Cómo era el espacio cultural de regreso a Azul? ¿Con qué actores e instituciones se vinculó?  Para esto, recurrimos al abordaje de sus años formativos y al despliegue que comenzó a realizar sobre lo público a partir de los años treinta en relación no solo a su trayectoria como docente sino como escritora y mediadora cultural del interior bonaerense. 

En torno a la reconstrucción de la trayectoria pública de María Aléx, atendimos al tratamiento de ambos contextos y a la circulación de actores y obras entre dichos espacios, de cara a las problemáticas en boga. De esta manera intentamos acercarnos a la noción de “contextos activos” esbozada por Ana Clarisa Agüero y Diego García[79], atendiendo a las diversidades y los vínculos relacionales entre culturas.

Consideramos que la inserción exitosa de esta joven en Azul de dio en un contexto de recepción “cordial” donde la vida cultural gozaba de una intensa actividad, a partir de su Biblioteca Popular y su relación con las instituciones educativas donde Urrutia Artieda comenzó a desarrollar su labor docente en los treinta. Su experiencia laboral en los dos colegios más tradicionales de Azul, encarnando simbólicamente la labor del apostolado, la extensión pedagógica a la comunidad a partir de Maná y sus producciones ligadas a la poesía, el ensayo, y el suplemento literario de Diario El Tiempo, parecen ilustrar ese “interjuego” al que refiere Alicia Palermo.[80]O dicho de otra forma, esta joven se estableció por lo menos en las primeras décadas de su trayectoria cultural, en los lugares “habilitados” para una mujer en su comunidad.

De cara a la circulación de María Aléx por el espacio platense, capital de la Provincia de Buenos Aires y el marco azuleño, sostuvimos la hipótesis de que su pasaje por la Universidad Nacional de la Plata, institución central para la época, puso a esta joven en contacto no solo con el clima de ideas de la época, sino que asimismo estas se unieron y resignificaron de cara a las pretensiones de prestigio social de los sectores medios que se vinculaban con los postulados de “civilizar” a los pueblos del interior de dicha provincia. De allí la amplia gama de intervenciones que Urrutia Artieda realizó no solo como docente sino como escritora y mediadora cultural. Dichos posicionamientos se dieron en el marco de grupos culturales que buscaron diferenciarse en el contexto de la complejización social de esos años, siendo el ejemplo más emblemático la Agrupación Artística Maná.

En lo que respecta a la dimensión social, es preciso atender al abordaje de su trayectoria intelectual en el marco de las transformaciones que experimentaba el interior bonaerense durante las décadas de los veinte y treinta, donde los sectores medios buscaron nuevas formas de distinción. Como pudimos notar, la incursión universitaria de Urrutia Artieda en la Universidad Nacional de la Plata durante los veinte se ligó a las posibilidades económicas que poseían algunas de las familias de los sectores medios que les permitía realizar el pago de aranceles en sus estudios superiores, augurando el futuro prestigio y posible ascenso social para sus hijos e hijas. Siguiendo a Osvaldo Graciano[81], sostuvimos que en ese marco para las clases medias de la Provincia de Buenos Aires, poder formarse en la Universidad de La Plata remitía por un lado a la expectativa de ascenso social pero también a una fuerte referencia cultural no solo para los bonaerenses sino para los actores vinculados a la cultura en Latinoamérica. Prueba de esto son su contacto con la revista Iberoamericana a partir de su escritura ligada al ensayo y la recepción de sus dos primeras obras de poemas a partir de las reseñas escritas por Wilson.

En líneas generales en este artículo se buscó comenzar a pensar la trayectoria intelectual de Urrutia Artieda, a partir del aporte de Ana Clarisa Agüero en torno a lo local- nacional. Así pudimos reconstruir como realizó un intenso despliegue sobre lo público de-en lo local alcanzando inclusive el plano nacional y transnacional a partir de una impronta humanista y latinoamericanista ligada a su formación platense y a las sociabilidades azuleñas en auge desde la década de 1920.

En definitiva María Aléx puede considerarse siguiendo a Marina Becerra[82] como una de “las otras intelectuales” que desde su rol docente se proyectó no solo como escritora sino también como mediadora cultural. Como apuntó con acierto Ana Teresa Martínez[83], los agentes nunca son “una sola cosa”.

Todo lo anterior alienta a seguir indagando sobre las relaciones entre docencia, escritura y mediación cultural en las mujeres del interior bonaerense, teniendo en cuenta la importancia de trabajar a partir de sujetos en relación con su contexto, y en especial, dando cuenta de la importancia del recurso a la educación como base para la proyección social y pública.



[1] González, María Soledad (2019), “Entre las aulas y ‘la aristocracia del talento femenino de la Argentina’: María Alejandra Urrutia Artieda, Azul, años treinta”, Anuario de Historia de la Educación, Vol. 20, N°2.

[2] Martínez, Ana Teresa (2013), “Intelectuales de provincia”, Prismas Revista de Historia Intelectual, N° 17, p. 173.

[3] Lionetti, Lucía, (2016), “La tiza, la pluma y la palabra. Repertorios para la mediación cultural de un intelectual patagónico”, en Salomón Tarquini, Claudia y Lanzillota, María de los Ángeles (Eds.) (2016), Redes intelectuales, itinerarios e identidades regionales en Argentina (siglo XX), Rosario, Prohistoria, p. 221.

[4] Nos referimos a Fiorucci, Flavia (2013), “Presentación Dossier: Los otros intelectuales: curas, maestros, intelectuales de pueblo, periodistas y autodidactas”, Prismas Revista de Historia Intelectual, 17, pp. 165-168. Este se enmarca como uno de los principales aportes sobre “los otros intelectuales” que remiten a abordajes fuera del ámbito porteño y de las nociones tradicionales que se ligan estrictamente con la imagen del “letrado”. A esto se suman entre un variado número de intervenciones los aportes de Agüero, Ana Clarisa y García, Diego (Eds). (2010). Culturas interiores. Córdoba en la geografía nacional e internacional de la cultura. Córdoba, Ediciones Al Margen; Agüero, Ana Clarisa y García, Diego. (2013) “Culturas locales, culturas regionales, culturas nacionales. Cuestiones conceptuales y de método para una historiografía por venir”, Prismas Revista de Historia Intelectual,17, pp. 181-185; Martínez, Ana Teresa (2006), Entre el “notable” y el “intelectual”. Las virtualidades del modelo de campo para analizar una sociedad en transformación (Santiago del Estero 1920-1930)”, Cuadernos Nº 30, pp. 213-231; Martínez, Ana Teresa (2012), “Leer a Bernardo Canal Feijoo”, Trabajo y Sociedad N° 19, pp. 509-524; Laguarda, Paula y Fiorucci, Flavia. (2012), Intelectuales, cultura y política en espacios regionales de Argentina (siglo XX). Rosario, Prohistoria Ediciones &EDULPam; Salomón Tarquini, Claudia, y Lanzillota, María de los Ángles (Eds.) (2016), Redes intelectuales, itinerarios e identidades regionales en Argentina (siglo XX), Rosario, Prohistoria; Pasolini, Ricardo (2006), La utopía de Prometeo. Juan Antonio Salceda del antifascismo al comunismo, Tandil, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires; Pasolini, Ricardo (2013a). “La historia intelectual desde su dimensión regional: algunas reflexiones”, en Prismas Revista de Historia Intelectual N°17, pp., 187-192, entre otros.

[5] Agüero, Ana Clarisa (2017), Local/ nacional, una historia cultural de Córdoba en el contacto con Buenos Aires (1880-1918), Bernal, UNQ, p. 20.

[6] Becerra, Marina, (2019), “Un cuarto propio: relaciones de género, amor y magisterio en la Argentina de inicios del siglo XX”, Propuesta Educativa, N° 51, Año 28, Vol.1, p. 44. Aunque la autora se refiere en concreto a las maestras, recuperamos a este trabajo para reflexionar sobre Maria Aléx como docente. La autora remite a un área de problemáticas centrales dentro de la historia intelectual que se liga a la cuestión en torno a los “otros intelectuales”. Por esto retoma el trabajo de Fiorucci, ya citado en la nota al pie 4, para pensar en las mujeres que analiza como “las otras intelectuales”, en su caso puntual Brumana y Mendoza. Sobre maestras escritoras también puede consultarse el trabajo de Maristany, José (1998), “Maestras que escriben: entre el aula, el público y la academia”, La Aljaba, Segunda época. Vol. 3, pp. 177-197.

[7] Caldo, Paula y Vignoli, Marcela, (2016), “Dossier Mujeres en la Historia de la Educación. Parte I: Maestras, prácticas, género e historia: hacia una historia de la educación en los tiempos de la consolidación de los sistemas educativos”, Anuario de Historia de la Educación, Vol. 17, N°2, pp. 53-56.

[8] Entre algunos de estos se encuentran el de Caldo, Paula (2014), “No parecían mujeres, pero lo eran. La educación femenina de las maestras, Argentina 1920-1930”, Historia y Sociedad, Nº 26, pp. 237-265, Fernández, Sandra y Caldo, Paula (2013), La maestra y el museo. Gestión cultural y espacio público, 1939-1942. Rosario, El Ombú Bonsái, y Becerra, Marina, 2019, Ob. Cit.

[9] Becerra, Marina, 2019, Ob. Cit, p. 45.

[10] Aquí estamos siguiendo el aporte de Agüero, Ana Clarisa, 2017, Ob. Cit.

[11] Sobre mujeres en la Provincia de Buenos Aires puede consultarse el trabajo pionero de Valobra, Adriana. (Ed.) (2009), Mujeres en espacios bonaerenses, La Plata, Edulp.

[12] Agüero, Ana Clarisa y García, Diego, 2013, Ob. Cit, p. 181.

[13] Lionetti, Lucía (2006), “La educación de las mujeres en América Latina: formadoras de ciudadanos” en Morant, I. (Dir.) y Gómez Ferrer, G.; Cano, G.; Barrancos, D. y Lavrin, A. (coords.). Historia de las mujeres en España y América Latina. Volumen III: Del siglo XIX a los umbrales del XX, Madrid, Cátedra, p. 849.

[14] Di Pascuale, M. y Summo, M. (2015), “Las trayectorias intelectuales como problema” en Di Pascuale, M y Summo, M (Comps.) Trayectorias singulares, voces plurales. Intelectuales en la Argentina Siglos XIX –XX, Caseros, UNTREF, p. 12.

[15] Pasolini, Ricardo (2013b) “Vida cotidiana y sociabilidad” en Palacio, Juan Manuel (dir.), Historia de la Provincia de Buenos Aires, Tomo IV, De la federalización al advenimiento del peronismo (1880-1943), Edhasa, Gonnet, UNIPE.

[16] Ortega, Exequiel (1996), Diez grandes olvidados en un siglo de Historia Azuleña, Fascículo 2, Tercera Parte, “Diferentes ‘Arribos’ a la modernidad”, Diario El Tiempo, Azul, p. 36.

[17] de Paz Trueba, Yolanda (2015), “Avatares políticos y políticas sociales. El centro de la provincia de Buenos Aires, a comienzos del siglo XX”, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Vol. 42. Nº 2, pp. 330-331.          

[18]Los radicales solo gobernaron en el periodo comprendido entre 1917 a 1921. Puede consultarse al respecto la tesis doctoral de Fuentes, Leonardo (2016), Conservadores y Radicales en el “Interior” Bonaerense (Ayacucho, Azul, Lobería y Tandil, 1910-1943). Tesis doctoral en Historia, inédita, Tandil, Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires

[19] Biblioteca Nacional (en adelante BN), Notas azuleñas, “Población del Azul”, Azul, revista de Ciencias y Letras, Año I, n°3, abril de 1930, p. 155

[20] Hemeroteca Oyhanarte de Azul (en adelante HO), Nota de Martín Urrutia al valuador del partido Don Pedro B. Retes, Azul, diciembre 30 de 1934.

[21] Palermo, Alicia (1998), “La participación de las mujeres en la universidad”, La Aljaba Segunda época, Vol. III, p. 94.

[22] Arias, Ana Carolina, (2018), “Mujeres universitarias en la Argentina: Algunas cuestiones acerca de la Universidad Nacional de La Plata en las primeras décadas de siglo XX”, Trabajo final integrador. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, p.4. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu .ar/tesis/te.1560/te.1560.pdf                .

[23] D’Onofrio, R. (1971), Urrutia Artieda y Azul. La Plata: Cuadernos del Instituto de Literatura, Provincia de Buenos Aires, Ministerio de Educación, Subsecretaria de cultura, p 47.

[24] Graciano, Osvaldo (2013), “El mundo de la cultura y las ideas”. En Palacio, Juan Manuel (Dir.), Historia de la Provincia de Buenos Aires, Tomo IV, De la federalizacion al advenimiento del peronismo (1880-1943), Edhasa, Gonnet, UNIPE, p.161.

[25] HO, Fragmento escrito por el director de la revista cultural Castalia de Santa Fe trascripto en “María Aléx Urrutia Artieda”, en Sección Sociales, Diario El ciudadano, Azul, 15/2/1930, p.4.

[26] Archivo Histórico UNLP (en adelante AHUNLP), Informe de contaduría, La Plata, 30 de abril de 1930. Documentación presente en Legajo de Diplomas Nº 3312, Universidad Nacional de La Plata, 1930.

[27] AHUNLP, Información disponible en la nota donde se solicita la expedición del diploma, firmada por Ricardo Levene y Carlos Heras, decano y secretario respectivamente. La Plata abril 22 de 1930. Folio 414, libro 17.

[28] Arias, Ana Carolina, (2018), Ob. Cit. Datos extraídos de la Tabla 8, Anexo I, s/p, elaborada por dicha autora donde a partir del Boletín de la Universidad Nacional de La Plata pudo especificar la cantidad de egresados en términos femenino/masculino por carrera y por facultad en Universidad Nacional de La Plata. En este caso tomamos 1930, año en que egresó María Aléx.

[29] AHUNLP, Boletín de la Universidad Nacional de La Plata, 1930, p. 68. Agradezco la gentileza de Ana Carolina Arias quien me facilitó dichos documentos en el contexto de aislamiento del año 2020.

[30] AHUNLP, Título expedido, 10 de junio de 1930. Registrado en folio 368-IV.

[31] Graciano, Osvaldo, 201), Ob. Cit, pp. 162-163.

[32] Agüero, Ana Clarisa, 2017, Ob. Cit, p. 20.

[33] Rogers, Geraldine (2016), “Articulaciones en la frontera: Azul. Revista de Ciencias y Letras (1930-1931)” En Delgado, V y Rogers, G (editoras), Tiempos de papel. Publicaciones periódicas argentinas (S XIX-XX), La Plata, Universidad Nacional de La Plata. En línea: http://libros. fahce.unlp.edu.ar/index.php/libros/catalog/book/78, p. 209. Consultado 27 de octubre de 2017.

[34] BN, Rojas Paz, Pablo, “José Enrique Rodó”, Azul, revista de Ciencias y Letras, año II, n°8, enero-febrero de 1931, p. 80.

[35] BN, Rojas Paz, Pablo, 1931, Ob. Cit, .p. 88.

[36] BN, Azul, revista de Ciencias y Letras, año II, n°8, enero-febrero de 1931.

[37] Eley, Geoff (2008), Una línea torcida. De la historia cultural a la historia de la sociedad. Valencia, PUV, p. 39.

[38] Míguez, Eduardo (2013) “Ensayo introductorio. La Provincia de Buenos Aires entre 1880 y 1943”, en Palacio, Juan Manuel (dir.), Historia de la Provincia de Buenos Aires, Tomo IV, De la federalizacion al advenimiento del peronismo (1880-1943), Edhasa, Gonnet, UNIPE, p. 43.

[39] Cuestión abordada en González, 2019, Ob. Cit, p. 56.

[40] Aquí estamos siguiendo el aporte de Terán, Oscar (2010), Historia de las ideas en Argentina, Buenos Aires, Siglo XXI, p. 204.

[41] HO, “Una poetisa azuleña. María Aléx Urrutia Artieda”, Callvú, revista quincenal ilustrada, Azul, abril 30 de 1930, año II, n°45, p 3.

[42] de Torres, María Inés (2013), “Una poeta para América: hipótesis de lectura sobre la obra de Juana de Ibarbourou en la década de 1920”, Cuadernos de Literatura, vol. XVII, nº. 34, p. 206.

[43] Morgade, Graciela (1997), Mujeres en la educación. Género y docencia en la Argentina, 1870-1930, Buenos Aires, Miño Dávila Editores; Maristany, José, 1998, Ob. Cit.; Lionetti, Lucía (2007), La misión política de la escuela pública. Formar a los ciudadanos de la republica (1870-1916), Buenos Aires, Miño y Dávila.

[44] Maristany, 1998, Ob. Cit, p. 179.

[45] González, 2019, Ob. Cit, pp. 54-74.

[46] HO, Urrutia Artieda, María Aléx, “Esta noche quiero”, Callvú, Año II, n°41, Azul, marzo 11 de 1930, p. 23 y “Alas” Callvú, revista quincenal ilustrada, Azul, abril 30 de 1930, año II, n°45, p. 27, entre otras.

[47] HO, “A vosotras: amables lectoras” en Callvú, Año II, n°38, Azul, febrero 8 de 1930, p 1.  “Leyendo a Gabriela Mistral”, en Callvú, Año II, n°38, Azul, febrero 8 de 1930, p. 10.

[48] HO, “A vosotras; amables lectoras”, Consideraciones I, Callvú, revista semanal ilustrada, año II, número 38, Azul, febrero 8 de 1930, p.1.

[49] HO, Urrutia Artieda, María Aléx, “Leyendo a Gabriela Mistral”, Callvú, Año II, n°38, Azul, febrero 8 de 1930, p. 10.

[50] HO, De Castalia, “Gabriela Mistral”, Callvú, Año II, n°44, Azul, abril 12 de 1930, p.4.

[51] Billorou, María José (1997), “Mujeres en la docencia: una herramienta para la construcción del Estado en el interior argentino (1900-1930)”, en Di Liscia M.H.B y Maristany, J (eds)., Mujeres y Estado en la Argentina. Educación, salud y beneficencia, Buenos Aires, Biblos; Billorou, María José (2016), “Mujeres que enseñan no sólo en las aulas. Docentes en el interior argentino en la primera mitad del siglo XX”, Anuario de Historia de la Educación, Vol. 17, N° 2.

 

[52] Palermo, Alicia (2006), “El acceso de las mujeres a la educación universitaria”, Revista Argentina de Sociología, vol. 4, nº. 7, p. 43.

[53] HO, Maná n°5, Azul, agosto de 1936.

[54] Nos referimos al trabajo de Vasallo. J, García, N, Costilla. G, Contreras. M, y Brunero M. (2019), De memoria y ceniza. El archivo personal de la poeta Malvina Rosa Quiroga, Córdoba, Redes.

[55] Agulhon, Maurice (1994), Vida vagabunda. Etnología y política en la Francia contemporánea, México, Instituto Mora.

[56] H.O, “Propósitos y Reglamentación de la Agrupación”, sancionados el 5 de junio de 1936, en Maná N° 4, julio de 1936.

[57] Si tomamos como base los datos presentes en algunas publicidades que circulaban en la prensa de Azul en mayo de 1936 pueden notarse algunos elementos a considerar, por ejemplo, que 10 kilos de papa blanca procedentes de Balcarce distribuidas por Carmuega a precio de costo rondaban los $2 o 10 kilos (neto) de miel pura de abejas procedentes de Río Negro con flete pago del Emporio Frutícola, $7,5. H.O, Diario El Tiempo, Azul, miércoles 13 de mayo de 1936.

[58] Losada, Losada (2013), “La sociedad bonaerense: tendencias demográficas, grupos sociales y formas de vida”, en Palacio, Juan Manuel (dir.), Historia de la Provincia de Buenos Aires, Tomo IV, De la federalización al advenimiento del peronismo (1880-1943), Edhasa, Gonnet, UNIPE, p. 141.

[59] Lionetti, Lucía, 2007, Ob. Cit., p. 18.

[60] González, María Soledad (2021), Las mujeres de la Agrupación Artística Maná: vínculos entre docencia y gestión cultural, Azul, años treinta y cuarenta”, Avances del Cesor, Vol. 18, N° 24.

[61] Sobre el proceso de irrupción de las mujeres en la esfera pública en la campaña bonaerense véase el aporte sustancial que ha realizado de Paz Trueba, Yolanda (2010), Mujeres y esfera pública. La campaña bonaerense entre 1880 y 1910,  Rosario, Prohistoria.

[62] HO, “Un emotivo recuerdo. 40 años de vida de ‘Música Interior’”, Diario El Tiempo, Azul, 22/10/1978, p.5.

[63] BPR, Urrutia Artieda, María Aléx, 1938, Ob. Cit., p. 155.

[64] Lionetti, Lucía, 2007, Ob. Cit., p. 336.

[65]BN, Urrutia Artieda, Maria Aléx (1940a), Brujerías. Poemario de la Andanza. Azul, Dupuy Hnos.

[66] Leiva, Carlos. (1925), “Ocre, Poesías de Alfonsina Storni”, Azul, noviembre de 1925, Biblos, Revista de la Biblioteca Popular de Azul, Año II- N°10.

[67] de Torres, María Inés, 2013, Ob. Cit., p. 210.

[68] HO, Ronco, Bartolomé, “Primera página”, Diario El Tiempo, Azul, 30/7/ 1939.

[69] HO, “El Suplemento Literario de El Tiempo”, Diario El Tiempo, Azul, 30/7/1939.

[70] Sobre esa impronta de la prensa en la Provincia de Buenos Aires para el periodo 1930- 1943 ha realizado un interesante abordaje Bisso, Andrés (2009), Sociabilidad, política y movilización. Cuatro recorridos bonaerenses (1932-1943), Buenos Aires, CeDinCI Editores.

[71] “Editorial”, Revista Iberoamericana, Tomo I, N°2, México, D.F, 30 de noviembre de 1939, p. 257.

[72] Urrutia Artieda, María Aléx (1940b), “Notas Sobre Horacio Quiroga“, Revista Iberoamericana, vol. 3, nº 3, , p. 191.

[73] Urrutia Artieda, María Aléx, 1940b, Ob. Cit., pp. 192-193.

[74] Urrutia Artieda, María Aléx, 1940b, Ob. Cit, p. 197.

[75] Wilson, Clotilde (1939), “Reseña sobre Música Interior”, Revista Iberoamericana, vol. 1, nº 2, p. 426.

[76] Wilson Clotilde (1942), “Reseña sobre Brujerías”, Revista Iberoamericana, vol. 5, nº  9, p. 175.

[77] Wilson Clotilde, 1942, Ob. Cit., p. 177.

[78] Agüero, Ana Clarisa y García, Diego, 2013, Ob. Cit., p. 185.

[79] Agüero, Ana Clarisa y García, Diego, 2013, Ob. Cit., p. 181.

[80] Palermo, Alicia, 2006, Ob. Cit., p. 43.

[81] Graciano, Osvaldo, 2013, Ob. Cit., 162-163.

[82] Becerra, Marina, 2019, Ob. Cit., p. 44.

[83] Martínez, Ana Teresa, 2013, Ob. Cit., p. 173.