Revista
Andes, Antropología e Historia
Vol. 33, Nº 1, Julio –
Diciembre 2022
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de Creative Commons Atribución - No Comercial CC BY-NC
https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/ ISSN Nº 1668-8090
LAS CONMEMORACIONES
DE LA BATALLA DE SALTA ENTRE LA FUNDACIÓN DEL CLUB 20
DE FEBRERO Y EL “PRIMER PERONISMO”. APROPIACIONES, RESIGNIFICACIONES Y
DISPUTAS.
THE COMMEMORATIONS OF THE
BATTLE OF SALTA BETWEEN CLUB 20 DE FEBRERO’S FOUNDATION AND THE “FIRST
PERONISM”. APPROPRIATIONS, RESIGNIFICATIONS AND DISPUTES.
Luciana Sofía Dimarco
Instituto de Investigaciones en Ciencias
Sociales y Humanidades
Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas
Universidad Nacional de Salta
(ICSOH-CONICET-UNSa)
ludimarco22@gmail.com
Fecha de ingreso: 06/12/2021.
Fecha de aceptación: 12/08/2022
Resumen:
Este artículo abona las discusiones sobre los mecanismos y
las dinámicas socioculturales de elaboración del pasado y de la historia, y
sobre los procesos de construcción de identidades y pertenencias en el marco de
usos políticos específicos. Reconstruimos etnográficamente las apropiaciones y
resignificaciones del evento histórico Batalla de Salta (BS), ocurrido en la
ciudad de Salta el 20 de Febrero de 1813 en el marco de las luchas
independentistas argentinas, en el que vencieron las “fuerzas revolucionarias”,
que es posicionado/construido desde cierta forma local de
interpretarlo/narrarlo, como un hecho fundante de la historia y del “pueblo” de
Salta, y de la contribución que ésta reivindica en la historia nacional.
Problematizamos dos momentos significativos analíticamente, atendiendo también
a las tensiones y disputas de poder que los atravesaban.
El primero, remite a la fundación y sostenimiento del Club 20
de Febrero –club social asociado por excelencia a la elite en Salta, creado en
1858- que con su baile “de gala” realizado cada aniversario de la BS y de su
creación, constituyó una apropiación política singular del evento histórico por
parte de este grupo. El segundo está constituido por los festejos “oficiales”
en el marco de los llamados “primeros gobiernos peronistas” salteños, inflexión
a partir de la cual indagamos cómo se actualizaban los sentidos de aquel
acontecimiento en esta instancia que operaba como un “ritual de Estado”.
Palabras clave: conmemoraciones, apropiaciones sociales del pasado, Batalla de Salta,
disputas
Abstract:
This article contributes to sociocultural mechanisms
and dynamics of elaboration of the past and the history discussions, and about
construction of identity and belonging processes within the framework of
specific political uses. The appropriations and resignifications of the
historical event Battle of Salta (BS), in which the independence forces were
victorious, that took place on February 20th 1813 as part of the Argentinean
independence struggles, was ethnographically reconstructed. This event, on a
certain local way, is constructed as a founding historical event and of the
people of Salta, also the contribution that the province claims in national
history.
We problematize two analytically significant moments
crossed by the tensions and power disputes. In the first place, refers to the
20 de Febrero’s Club foundation and maintenance, social club par excellence associated
to the Salta elite created in 1858; and also with his gala ball for the BS’s
Anniversary and the foundation of the club, constituted a singular political
appropriation of the historical event by the salteñian elite. In the second
place, the “official” celebrations within the framework of so-called salteñian
“first peronist governments”, and how the meanings of this “state ritual” were
update there.
Key words: commemorations, social appropriations of the
past, Battle of Salta, disputes.
A modo de
introducción
Este trabajo reúne las conclusiones de
una investigación a acerca de las conmemoraciones y apropiaciones sociales de
la Batalla de Salta (BS) entre mediados del siglo XIX y parte de la primera
mitad del XX[1],
y los resultados parciales de una investigación en curso más amplia, en torno a
las reconfiguraciones de poder y de las formas de hacer política en Salta a
mediados del siglo XX, que indaga respecto de los efectos en las
conmemoraciones “oficiales” de la BS y sobre las prácticas rituales del grupo
de elite nucleado en el Club 20 de Febrero, de las medidas del “gobierno
peronista”[2]
provincial dirigidas a ese espacio.
La BS fue una contienda militar entre las
tropas españolas y el Ejército del Norte –al mando de Manuel Belgrano- que
ocurrió en la ciudad de Salta el 20 de Febrero de 1813, y en la cual vencieron
las tropas independentistas. Desde la historiografía se considera que esta
victoria fue decisiva en el proceso emancipatorio de España, porque habría
detenido el avance de los “realistas” hacia el sur de las Provincias Unidas del
Río de la Plata, y esto habría permitido fortalecer al gobierno criollo años
antes de la declaración de la Independencia. Junto con la “Gesta güemesiana” y
la “Fundación de Salta”, la BS integra la tríada de fechas más importantes del
calendario oficial celebratorio del pasado y anclaje de la construcción de la
“identidad salteña” o salteñidad.
Las primeras obras consideradas de
carácter histórico en Salta como también los primeros historiadores (o autodenominados
historiadores), cuya figura central es Bernardo Frías[3],
habilitan una forma de construir memoria, de recuperar y evocar al pasado local
y de contar la historia, que elabora e instala representaciones dominantes del
pasado y de la sociedad salteños que aún encontramos en la actualidad[4];
que hacen de la BS junto a la “Gesta Guemesiana” como parte de la hazaña independentista, “(…) la matriz de un pasado ‘glorioso’ que no
sólo inscribe a la provincia en la historia nacional como escenario de las
guerras por la independencia, sino que le otorga a la elite salteña un papel
fundamental en estos procesos”[5].
Una característica de estos escritos es la de tener como sustento las memorias,
“tradiciones orales”, y documentos privados de las familias de la elite salteña
–consideradas protagonistas y “herederas” de los hechos del pasado
emancipatorio-, por lo que estos autodenominados historiadores hablaban en
nombre de ese grupo social al cual pertenecían. En este modo de “(…) canalizar los conocimientos historiográficos
(…)” era fundamental el desempeño “público” para la producción y
mantenimiento de prestigio y reconocimiento social de los intelectuales de la
elite local[6].
Estas producciones contribuyeron a que la historia de la provincia se
identificara con la historia de este grupo particular, y a la legitimación de
las jerarquías sociales de entonces, colocando en un lugar favorable a la elite
local en el imaginario nacional, en un momento en el que desde el “interior” se
ponía en cuestión el lugar “central” que Buenos Aires tenía en la historia
argentina.
Todo lo cual posibilita problematizar
cómo ciertos eventos del pasado se tornan centrales para el establecimiento y
la producción de diferencias, jerarquías y grupos sociales en Salta, porque el
prestigio de ciertas familias y de sus miembros se basó de forma especial en su
asociación con y en su participación en hechos “gloriosos” para la “historia
patria”. En ese sentido, si bien es similar el formato conmemorativo “oficial”
que fueron adquiriendo la BS, la muerte de Martín Miguel de Güemes y la
“Fundación de Salta”, como “rituales de Estado”[7] que
imponen ciertas prácticas de la liturgia estatal, la conmemoración de la
victoria de 1813 se encuentra asociada de manera particular a la construcción
del Club 20 de Febrero de Salta, espacio referido socialmente como símbolo o
“reducto” de la elite local. Este grupo promovió prácticas y sentidos
particulares ligados a la conmemoración del pasado independentista, y en
particular del evento BS, que fueron claves para la construcción de cierta
memoria histórica, de pertenencias sociales y colectivas (en sentido nacional,
provincial, y grupal/de grupos).
En trabajos anteriores expusimos que
alrededor de las apropiaciones y conmemoraciones de la BS entre mediados del
siglo XIX y mediados del XX “(…) se pone
en juego un gran nudo problemático de la construcción de la historia local, que
tiene que ver con la voluntad de conciliar a los grupos locales y de subsanar
antiguas rivalidades”[8],
y se configura una forma local de interpretar este hecho del pasado que opera
como un modo o forma de crear lazos y comunidad, y de fundar el orden social.
El desenlace de esta batalla es leído, no como el triunfo o derrota de unos y
de otros, sino como la posibilidad de generar un “lazo de unión entre
vencedores y vencidos”, como un pacto de paz y de reconciliación sobre el cual
se afirmaba la sociedad salteña republicana. Por ello, la BS se constituye en
evento “fundante” de la historia salteña, al surgir de la rivalidad y de la muerte
una nueva y renovada sociedad.
En base a los núcleos delimitados, este
artículo abona las discusiones sobre los mecanismos y las dinámicas
socioculturales de elaboración del pasado y de la historia, y sobre los
procesos de construcción de identidades y pertenencias locales en el marco de
usos políticos específicos. La perspectiva aquí ejercitada, dialoga con los
desarrollos de las ciencias sociales en Argentina de los últimos treinta años
que, principalmente desde la historia –con una renovada historia de la
historiografía- y la antropología, y los cruces entre ambas, problematiza los
procesos sociales y culturales de construcción, interpretación, y recreación
del pasado desde posiciones y contextos situados, y concibe al pasado como
arena de disputas entre diversos actores y sus intereses -que exceden a los
historiadores profesionales y al campo académico-, la relación de mutua
constitución entre memorias e identidades (grupales, nacionales, provinciales),
las tensiones entre las memorias, la historiografía y los relatos históricos provinciales
y nacionales, las conmemoraciones y celebraciones de acontecimientos y eventos
del pasado, de “héroes” y “próceres” y su relación con la conformación de
Estados-nación, las políticas estatales hacia el pasado, y sus usos políticos[9].
Así es que, recuperado algunos de estos
aportes, las nociones de conmemoraciones y de ceremonias conmemorativas son
centrales a nuestra perspectiva. Las primeras son consideradas en tanto
acontecimientos y fechas-aniversarios especiales (cada 20 de Febrero) construidos
socialmente y previstos que remiten a otro acontecimiento u evento pasado (en
nuestro caso la BS), y que operan como hitos o marcas de producción, activación
y reelaboración de las memorias, volviéndose “escenarios” para el despliegue de
debates, conflictos y disputas por las interpretaciones y sentidos del pasado,
del presente y del futuro en relación a distintos y cambiantes marcos políticos
y sociales. Además, al ser apropiadas y valoradas de maneras diversas por
diferentes grupos y sectores sociales -tanto en el momento de su elaboración
como posteriormente en su recepción a lo largo del tiempo-, sufren cambios a
través de los años; de allí que las
conmemoraciones deban ser leídas en una perspectiva temporal amplia, ya que
exhiben tensiones, dinámicas y dimensiones socioculturales que trascienden la
temporalidad propia del evento que rememoran y traen al presente[10].
Mientras que las ceremonias conmemorativas son tenidas como aquellas instancias
rituales fundamentales para la expresión, organización, transmisión y
legitimación de la memoria social que a la vez
que afirman y legitiman un orden establecido expresan, construyen y actualizan
memorias,
re-escenificando el pasado desde el presente, y reivindicando así una continuidad
entre ambos a través de
la representación de narrativas y relatos y de la evocación de hechos
históricos. Además, al integrar una trama intertextual e interritual con otros
rituales y ceremonias políticas y de Estado, contribuyen a la constitución de la
identidad de grupos y facciones en disputa por el poder, y conforman un espacio
de lucha por los sentidos entre grupos[11].
Y es en esos términos que abordamos las conmemoraciones y apropiaciones
sociales de la BS y sus transformaciones, desde dos momentos diferentes.
Entonces, y en cuanto entendemos que
las formas de conmemorar, de reivindicar y construir el pasado y de hacer
memoria en torno a la BS implican además de los festejos que se realizan para
la fecha en que ocurrió, la conformación de ciertos espacios, la
construcción y actualización de sentidos
en torno a este evento histórico, la inscripción de ciertas prácticas en el
espacio social y de la ciudad, y la configuración/reconfiguración de entramados
de poder, tomamos dos momentos significativos para analizar y reconstruir
etnográficamente estos procesos. Reconstruimos en primer lugar la fundación y
sostenimiento del Club 20 de Febrero con su baile “de gala” realizado cada
aniversario de la BS, que constituyó una apropiación política singular del
evento por parte de la elite salteña; y, en segundo lugar, los festejos
“oficiales” en el marco de los llamados “primeros gobiernos peronistas”
salteños (1943-1955), prestando atención a cómo se recreaban los sentidos en
esta instancia que operaba como “ritual de Estado” en esa inflexión.
Los diálogos e intercambios
teórico-metodológicos entre la antropología y la historia con los desarrollos
de la antropología histórica y la etnohistoria, que cuestionaron la centralidad
y exclusividad del trabajo de campo etnográfico -entendido como observación
participante- como método y fuente privilegiado de la antropología[12],
y que posibilitaron un largo recorrido de discusiones y de apuestas de
acercamiento etnográfico a la reconstrucción del pasado[13],
habilitaron la perspectiva etnográfica para el trabajo con fuentes de diverso
tipo. Esta perspectiva, reconocida como un “(…) modo de ver, interrogar y analizar (…)”, y de construir
interrogantes que pone en juego y combina las herramientas, conceptos, técnicas
e instrumentos de la disciplina antropológica, para “leer”, aprehender y tratar
con diversos tipos de registros, “textos”, materiales; se vuelve
particularmente potente y rica para mirar aquellos “(…) “objetos” que escapan al “presente etnográfico”, que involucran “lo
histórico”, “el pasado” y la relación entre estos y el presente” y para
“(…) dar cuenta de la profundidad,
densidad y complejidad de los fenómenos a los que se aproxima”[14].
Así es que, conforme a ello, adoptamos
la perspectiva etnográfica para la lectura e interpretación de las fuentes que
consultamos, lo cual implicó construir su contexto, condiciones de producción,
atender a su contenido, prácticas de uso y apropiación social[15].
Trabajamos con documentos oficiales, prensa local, estatutos, reglamentos y
memorias del Club 20 de Febrero, textos de escritores locales, que permitieron
acceder, desde formas de nominación, clasificación y categorías identificables
en los textos en tanto categorías nativas, a los sentidos construidos y en
disputa en contextos específicos y a la perspectiva de los actores sociales
involucrados, y a reconstruir las condiciones y marcos que habilitaban ciertos
repertorios de prácticas, la conformación de ciertos espacios y trazar las
trayectorias de los actores.
La elite salteña y el
“tradicional baile de gala” del 20 de Febrero
El Club 20 de Febrero es un club social
fundado el 20 de Febrero de 1858 en la ciudad de Salta por un grupo de hombres,
que lo definen como un centro de reuniones para “la culta sociedad de Salta”.
Desde su inauguración, y hasta la primera mitad del siglo XX, funcionó como un
espacio político por excelencia que nucleaba a la elite salteña siendo
funcional a su producción y reproducción como grupo de poder, aunque en sus
fundamentos se definía como un club privado destinado a la recreación, el ocio,
la “cultura” y “a-político”.
A partir de la reconstrucción de las
trayectorias de los cincuenta y cuatro socios fundadores de esta institución se
evidenció que éstos conformaban un conjunto bastante heterogéneo y fragmentado,
de distintas generaciones, que tenían distintas aspiraciones sociales (unos
buscaban conservar sus privilegios, extender sus redes de influencia, y otros
alcanzar lugares de gobierno o de representación), distintos posicionamientos
políticos (muchos eran “rivales” e incluso se habían enfrentado por las armas),
ocupaciones (profesionales abogados y médicos, comerciantes y empresarios,
grandes propietarios, militares reconocidos, “hombres de la política”, “líderes
militares intermedios”), riqueza, prestigio y reconocimiento social (quienes sí
contaban con “abolengo” provenían de familias de la elite tardocolonial y/o que
tuvieron un desempeño reconocido en el proceso independentista). Sin embargo,
sus diferencias y divergencias no impidieron que se agruparan y conformaran un
grupo mayor que los contuviera, más allá de ellas. El Club 20 de Febrero operó
así como un espacio conciliador, articulador de la elite, en donde podían
resolverse “civilizadamente” las rivalidades y tensiones que venían desde el
proceso independentista entre sus miembros, crear lazos entre aquellos que eran
parte de ciertas redes sociales y posibilitar la inserción en éstas de los que
no, con acuerdos y alianzas económicas y políticas, en las que el matrimonio
era una estrategia clave[16].
Este espacio se conformó en un centro social institituyente, en el sentido de que, otorgaba
prestigio y sancionaba posiciones sociales y sus jerarquías, por lo que
incorporarse y formar parte era una forma de “invertir” para lograr
reconocimiento social. El club y el grupo que confluyó allí estuvieron
mutuamente implicados en su existencia, ya que la conformación de esta
institución supuso al mismo tiempo la formación de una elite que no preexistía
a este espacio, y que se inventaba a sí misma a través de ciertos valores y
cualidades que establecían como propios y que hacían extensivo a todo el grupo,
de las normas y pautas impuestas para este espacio, y de sus prácticas, que a
la vez que hacían a todos los socios iguales hacia “adentro”, los diferenciaba
del “afuera”. De manera que el Club 20 de Febrero “(…) fue medular en la construcción temprana de un grupo de poder de la
sociedad salteña que más allá de sus diferencias, desarrolló estrategias mancomunadas
para posicionarse de manera favorable en los espacios de poder regionales y
nacionales”[17].
El nombre elegido para este club fue la
fecha en que tuvo lugar la BS, coincidiendo su fundación con el aniversario de
esta “gloria”. La revisión de sus reglamentos y estatutos permitió advertir
que, justamente, uno de los ejes de su creación fue el de homenajear a la BS y
a quienes pelearon en ella. Además, y no es un dato menor, más de la mitad de
los socios fundadores tenía antecedentes militares familiares y/o personales
vinculados a la guerra independentista, e incluso en algunos casos a la BS;
contando entre los fundadores con dos protagonistas de esta “victoria”, y en
ese sentido “héroes patriotas”[18].
Para ese momento, en la segunda mitad del siglo XIX, el hecho de pertenecer a
una familia con antepasados o contemporáneos que hubieran sido miembros de
milicias y guerreros de la independencia operaba como un elemento importante de
prestigio social, de manera tal que, no fue para nada fortuita la elección del
nombre ni de la fecha de creación de esta institución. Podemos decir entonces,
que la conformación del club representó por parte del grupo fundador una
apropiación temprana de ese pasado reciente (la BS había ocurrido cuarenta y
cinco años atrás), que era interpretado y considerado como la primera “gloria”
que Salta había otorgado a las guerras independentistas, y a la “Patria”,
erigiéndose en un “hito” para la historia de la Nación en construcción. Así,
este grupo recién conformado se enunciaba y posicionaba como “(…) ‘heredero’ legítimo de las glorias y del heroísmo (…)[19]” de
quienes habían luchado en las guerras emancipatorias en general, y en
particular de la “victoria de 1813”, aportando sus recursos y hasta sus vidas.
El grupo nucleado en el Club 20 de
Febrero promovió, organizó y llevó adelante cada 20 de Febrero un baile en sus
salones, en festejo por el aniversario de la BS y de su fundación, que desde
fines del siglo XIX hasta principios del XX supuso una temprana apropiación y
celebración ritual de ese acontecimiento histórico, y fue el principal festejo
en el programa “oficial” conmemorativo de éste. Esto se reflejaba en la prensa
local (de entre 1880 y 1950) con sus extendidas crónicas del evento social, que
ocupaban un lugar central en los ejemplares de los diarios que cubrían los
sucesos conmemorativos cada aniversario[20].
Allí era recurrente la referencia y calificación del baile como “de tradición y
antecedente”, “tradicional”, idea que remitía y evocaba al baile que luego del
enfrentamiento militar, la noche del 20 de Febrero de 1813, un grupo de
familias de “la sociedad salteña” habría ofrecido a Manuel Belgrano y al
Ejército del Norte, y a Pío Tristán –el jefe de las tropas “realistas”-, como
el origen y fundamento de la “tradición” que el Club 20 de Febrero continuaba y
revivía año a año. Dado que, al participar de este festejo quienes habían sido
contendientes en la guerra habían podido “hacer la paz”, independientemente de
quien resultara “vencedor” y quien “vencido”, el baile tiene en su origen un
carácter conciliatorio de los rivales/enemigos, pacificador de las diferencias
y rivalidades, y éste era el “espíritu” que cada aniversario de la contienda
“gloriosa” se invocaba y se buscaba revivir y traer al presente en los salones
del club. Asimismo, en la prensa de fines del siglo XIX y los primeros años del
1900 se hacía hincapié en la centralidad de este evento social, entendido como
el festejo por excelencia del acontecimiento histórico que había habilitado la
contribución de Salta a las “glorias nacionales”, realizado por el grupo
“selecto”, “culto”, “distinguido” nucleado en ese espacio, considerado como
“digno” de celebrarlo. Ya que por su vinculación con los protagonistas y hechos
de la historia “patria” local y nacional y con otras familias también
reconocidas como partícipes y “hacedoras” de ellos, aquellas que integraban el
Club 20 de Febrero eran reconocidas como quienes tenían el derecho y deber de
conmemorar y festejar tales sucesos.
Este baile, constituía el evento
central a través del que la elite nucleada en el club se exhibía, una instancia
de autoconstrucción y de diferenciación como grupo “privilegiado”, “superior”;
dado que a través de este baile se mostraban y eran vistos por otros,
justificando jerarquías y diferencias en el ordenamiento de la sociedad
salteña, y el lugar que ocupaban allí. A la vez, operaba como el ritual que
propiciaba la reproducción y sostenimiento del grupo allí reunido, porque en él
tenía lugar la “presentación de señoritas en sociedad”, momento en que los
hombres de estas familias presentaban a sus hijas y las “ofrecían” a otros
hombres de su mismo grupo, posibilitando un encuentro con miras a futuros
posibles noviazgos y matrimonios, que permitiera pactar acuerdos y alianzas
entre familias que podían estar enfrentadas o ser rivales. Los matrimonios que
se propiciaban a través de este baile constituían una estrategia fundamental
para poner fin a ciertas enemistades entre familias del club y miembros de
éstas, y así sellar lazos y alianzas (políticas y económicas/de negocios) con
intercambios y obligaciones mutuas, que eran claves para mantener y alcanzar
espacios de poder[21].
De manera tal que este “tradicional” baile “de gala”, a la vez que diferenciaba
al grupo de elite del resto de la sociedad salteña, acercaba a sus integrantes
diluyendo y conciliando sus diferencias, y alimentaba así su perdurabilidad y
fortalecimiento más allá de sus desencuentros[22].
La conmemoración de
la BS en el “primer peronismo”
Según pudimos constatar, los festejos
“oficiales” en ocasión de cada aniversario de la BS, se inscriben en cierto
“modo público de conmemorar” -que persiste en la actualidad- que fue
instalándose a lo largo de un período amplio de tiempo (desde 1810 y durante
todo el siglo XIX), y que incluye actos organizados principalmente por el
gobierno de la provincia -en ocasiones también por el gobierno de la
municipalidad capitalina- que tienen lugar en espacios asociados al evento
“patrio”[23],
en donde se realizan formaciones y desfiles cívico-militares y ceremonias
religiosas, se pronuncian palabras alusivas y se hacen entregas florales al pie
de los monumentos. A lo largo del siglo XIX y hasta las primeras décadas del
XX, el programa conmemorativo “oficial” por la BS mantuvo un carácter formal,
institucional, jerárquico y religioso; teniendo un lugar destacado allí el
baile en los salones del Club 20 de Febrero que contaba con participación de
las autoridades provinciales, en ocasiones del gobierno nacional, del ejército
y de la Iglesia (además de los socios, sus familias y algunos invitados
exclusivos).
Sin embargo, a partir de la celebración
por el centenario de la BS (1913) y en las dos décadas que siguieron, su
conmemoración se tornó más diversa, “popular” y participativa, con la inclusión
de prácticas y actividades que ampliaban el festejo a un público mayor. Ya que
hasta entonces, cuando finalizaban el TeDeum y el desfile militar las
autoridades y algunos invitados participaban de festejos exclusivos y excluyentes
como “lunchs”-recepciones “oficiales” y agasajos a visitas e “invitados de
honor”, y en la noche de los “bailes de gala” del Club 20 de Febrero; mientras
que la exhibición de fuegos artificiales y en ocasiones de “biógrafos
populares” eran las únicas actividades pensadas para “el pueblo”. A partir de
1921 y hasta la década de 1940 se incluyó en el programa “oficial” el reparto
de alimentos y de ropa a “los pobres”, a cargo de la Intendencia Municipal y
con el aporte de particulares; actividad que revelaba cierto interés estatal
por ocuparse de los sujetos que hasta el momento habían estado bajo el tutelaje
de las sociedades de caridad y de beneficiencia. Y entre 1933 y 1943 se
realizaron bailes “públicos” o “populares” abiertos a todo el “pueblo” en el
Parque San Martín, organizados “oficialmente” por el gobierno provincial por
los aniversarios de la BS. En éstos se desarrollaban concursos de bailes
“criollos” y juegos, y se repartía y obsequiaba a los participantes, ganadores
y asistentes comidas y bebidas. También fueron incluidas en el programa
“oficial” en la década de 1930 conferencias sobre el hecho histórico y
actividades deportivas. Todos estos festejos más “abiertos” y de “convite” y
“agasajo” al “pueblo” dan cuenta de la articulación de prácticas benéficas y de
acciones estatales, permiten pensar cómo hacia principios del siglo XX se iba
configurando un “modo de hacer política pública” asociado a la intervención y
asistencia social, como una forma entre otras de construir estatalidad. Además,
pueden pensarse como una forma de ampliar la participación, en cuanto que quienes
gobernaban y organizaban esta celebración, necesitaban entablar nuevos lazos
políticos y adhesiones de nuevos modos[24].
A partir de la inauguración del parque
y del monumento “20 de Febrero” en el marco del centenario de la batalla, su
conmemoración se torna en la instancia central para el gobierno provincial para
anunciar, inaugurar, habilitar y poner en marcha importantes obras y proyectos
“públicos”. Entre los que podemos mencionar: la inauguración en el paseo y
parque de la ciudad “San Martín” del monumento al General San Martín (1913), del
llamado “Pabellón Centenario” (1916), de la estatua de Facundo de Zuviría y de obras
de “embellecimiento” y “ensanche” a cargo de la municipalidad capitalina
(1923); la inauguración para el 128° y 130° aniversario de la BS de obras de
arreglo efectuadas también por la municipalidad en el parque y monumento “20 de
Febrero”; la creación en el 105° aniversario del “Panteón de Glorias del Norte”[25]
por el gobierno provincial; la inauguración el 20 de Febrero de 1931 del
monumento al General Martín Miguel de Güemes; la inauguración del Hospital de
Niños para el centenario de la BS; la colocación de la piedra fundamental e
inauguración del edificio de la Estación Sanitaria dependiente del Departamento
Nacional de Higiene (1925 y 1930 respectivamente), la inauguración de la “Nueva
Cárcel de Salta” por el 128° aniversario; la inauguración de los trabajos del Ferrocarril
“Huaytiquina” (1921), y de los basamentos del edificio de Vialidad, del “Hotel
de Turismo”, del “arco de bienvenida a la ciudad”, y de la destilería de
Yacimientos Petrolíferos Fiscales (todos en el marco de los festejos por la BS
de 1941) [26]. Estas obras:
estuvieron vinculadas primeramente a las
políticas de planeamiento de las ciudades y de pedagogía estatal dirigidas a
implantar los “valores genuinos argentinos” y a “refundar la Nación”, más
adelante a la intervención social –a la asistencia social- y la paulatina
conformación de la asistencia pública, y por último algunas de ellas fueron
parte de la estatización en el ámbito de los medios y de la infraestructura de
comunicación y turismo[27].
Por lo que, estos festejos “oficiales”
por los aniversarios de la BS con la habilitación de “obras públicas” comunicaban
y forjaban elementos constructores de estatalidad, que permitían formar una
noción de ciudadanía a la par de una idea de Estado –municipal, provincial y
nacional-, en relación con ámbitos institucionales que se posicionaban como
prestadores de asistencia, higiene, salud, tutela, de recursos, de beneficios;
habilitando prácticas que iban generando una noción en torno a “lo público” y a
la “vida colectiva”[28].
Así es que, estas obras evocaban y
homenajeaban a la gran “obra histórica” de la BS, ligando a los salteños con el
acontecimiento “fundante” del “pueblo” y de la historia de Salta, haciendo
posible refundar el orden político año a año. Estos festejos fueron otorgando
visibilidad y presencia al Estado provincial, que a través de ellos se iba
imprimiendo en el espacio de la ciudad capital salteña, constituyéndose ésta en
la ocasión ritual por excelencia de celebración de “acción pública”. En ese
marco de transformaciones que señalamos, el baile de “gala” del Club 20 de
Febrero, fue perdiendo peso frente a las manifestaciones “oficiales” que
celebraban “obra pública”, aunque continuó formando parte del programa
“oficial” –con la asistencia de las autoridades civiles y militares
provinciales y nacionales y de “invitados de honor”[29]-,
y las crónicas “sociales” sobre éste siguieron ocupando un lugar central en las
páginas de los diarios locales[30].
El período marcado por el gobierno del
llamado “primer peronismo” en Salta[31] configuró un escenario en el que fueron
posibles los cuestionamientos y las críticas a los símbolos y elementos de
distinción sobre los que la elite salteña fundaba sus privilegios y prestigio,
el acceso y mantenimiento de espacios de poder, las formas “tradicionales” de
hacer política identificadas como características de este grupo (el nepotismo,
el uso para beneficio privado de los recursos públicos y de los cargos
estatales, entre otros). Se llevaron adelante ciertas medidas y políticas que
amenazaron los intereses y privilegios de parte de la elite, ya que supusieron
un importante avance y regulación del Estado provincial sobre ciertos ámbitos,
espacios y relaciones que hasta el momento habían escapado a sus potestades, y habían
sido exclusivamente controlados por este reducido grupo. En esa inflexión, tuvo
lugar un evento paradigmático, “la expropiación” del Club 20 de Febrero por
parte del gobierno “peronista” local, que implicó la expropiación del edificio
que funcionaba como sede de esta institución[32], su
conversión en casa de gobierno provincial (1950) y luego la cancelación de su
personería jurídica (1952)[33].
Esta expropiación se vuelve un “punto de mira clave” porque estas medidas del
gobierno provincial contra este espacio generan y redefinen enemistades y
solidaridades dentro y fuera del grupo de elite mismo y en sus vínculos con
otros grupos; reacomodando y recomponiendo el campo de fuerzas entre grupos en
pugna (sociales, “político-partidarios”, familiares). En ese sentido es posible
sugerir que la expropiación actuaba allí como una medida de “disciplinamiento
social”, “aleccionadora” para la elite, de “corrección” y “reasignación” de
lugares y de jerarquías sociales, y como una “demostración de fuerzas”, ya que
permitía al grupo oficialista bloquear, anular, dejar fuera de juego a este
“adversario”, y mostrar “quien mandaba” al apropiarse del “botín del vencido”[34].
Entones, dado que desde sus inicios y
hasta aquel momento el Club 20 de Febrero había operado como espacio
conciliador y articulador de
sus miembros a pesar de sus diferencias políticas[35], y
había estado particularmente involucrado en la conmemoración de la BS, y que
“la expropiación” generó ciertos reacomodamientos internos a la elite salteña[36]
en el marco de disputas de poder y en torno a la legitimidad de las
pertenencias sociales y “político-partidarias”; se torna relevante preguntarnos
cómo se dieron en ese contexto las resignificaciones y activaciones de esta
fecha “gloriosa”, que de ser apropiada de forma especial por la elite salteña y
festejado su aniversario con un baile exclusivo y excluyente, pasó desde
principios del siglo XX a ser la principal instancia ritual “oficial” de
celebración de “acción pública”.
Así es que, abordamos como segundo
momento significativo los festejos “oficiales” por la BS en el marco de los
“primeros gobiernos peronistas” salteños; atentos a cómo se actualizaban en
este momento particular los sentidos de esta instancia conmemorativa en tanto
“ritual de Estado”[37],
y atentos también a los
efectos de las medidas del gobierno provincial dirigidas contra el Club 20 de
Febrero, en el programa festivo promovido “oficialmente”, y en el famoso “baile
del 20 de Febrero”. Para aproximarnos a estas celebraciones (a las
prácticas conmemorativas, a los sentidos que circulaban, a los actores
involucrados) revisamos las notas, crónicas y noticias vinculadas a la
conmemoración de la BS que se publicaron en la prensa local entre 1946 y 1954[38].
Algunos trabajos y líneas de indagación
que trataron las políticas “peronistas” hacia el pasado en torno a diferentes
hechos, personajes, festejos y “núcleos” de la historia nacional desde diferentes
ámbitos[39],
y otros centrados en elementos más simbólicos, políticas culturales, festivas y
conmemorativas del “peronismo” que propiciaron un modo de apropiación de
ciertas expresiones artísticas, del
espacio público, y un modo de lectura de ciertos eventos y personajes
del pasado, y promovieron ciertas celebraciones consideradas “fundacionales”
del “peronismo”[40],
contribuyen con sus aportes y desarrollos a la formulación de interrogantes y a
la consideración de ciertos ejes problemáticos para examinar las conmemoraciones de la BS en el marco del
“primer peronismo” salteño.
Ciria[41]
explora algunas políticas hacia el pasado nacional del Poder Ejecutivo Nacional
en el “primer peronismo” y encuentra como una constante entre 1946 y 1955 la
identificación del “régimen” con la historia argentina “tradicional” o
“liberal”[42],
lo cual nos lleva a preguntarnos si en las conmemoraciones de nuestro interés
es posible advertir la promoción de cierto paralelismo entre los “héroes” y el
“prócer” protagonista de la BS –Manuel Belgrano- con el gobierno “peronista” y
sus gobernantes.
Los trabajos de Ciria, Plotkin y
Neiburg[43]
que analizan el evento del 17 de Octubre de 1945 -entendido como “mito
fundacional” del “peronismo”- y las conmemoraciones en torno a éste promovidas
a partir de entonces por el gobierno “peronista” como el “día de la lealtad
peronista”, son centrales porque posibilitan pensar desde una óptica atenta a
la dimensión cultural y simbólica de los
hechos acaecidos allí. En cuanto a la conformación de la Plaza de Mayo como
“centro simbólico” o “centro del centro” de la vida política del país, la
importancia de la ocupación de esta plaza y de la ciudad de Buenos Aires en
términos de un cuestionamiento al monopolio simbólico de los sectores
tradicionales” porteños y al “pasado nacional tradicional” y sus símbolos, y de
una “subversión” de las jerarquías en el espacio, la “(…) dimensión espacial de los conflictos sociales (…)”[44].
En ese sentido, estos desarrollos, y en particular el trabajo de Neiburg, son
centrales para problematizar “(…) la
relación entre grupos sociales y fronteras espaciales y entre espacio y formas
de poder”[45],
en los festejos por la BS en el marco del “primer peronismo” local y de “la
expropiación” del Club 20 de Febrero. Esta expropiación puede ser leída en los
mismos términos que la ocupación de la ciudad de Buenos Aires por las “masas
trabajadoras” aquel 17 de Octubre, como una violación de una frontera espacial
fuertemente marcada que reforzaba las jerarquías sociales. Por lo que, dejar a
este club sin su sede social cuestionaba el lugar de “centro” simbólico que el
grupo de elite se asignaba a sí mismo en la sociedad y en la “tradición” salteña
–ya que la vivencia de ese espacio y del mundo material definía un “sentido de
lugar”[46]
para este grupo que hacía uso de él, y para quienes no podían ingresar ni
circular allí-, instalando una especie de “(…) nueva soberanía (…)”[47]
sobre el centro de la ciudad.
Por su parte, Chamosa[48]
analiza las vinculaciones y entrecruzamientos entre el movimiento folklórico y
el “movimiento peronista” y plantea que el gobierno “peronista” impulsó una
“festivalización de la vida pública” y que “peronizó” las conmemoraciones
oficiales y los festivales nacionales y provinciales –en el sentido de que la
dinámica que operaba respecto de la conmemoración del 17 de Octubre fue
expandida hacia toda conmemoración oficial-. Mientras que Casas[49]
aborda el impacto del “primer peronismo” sobre el festejo del “día de la
tradición” en Buenos Aires que tuvo un fuerte impulso a partir de 1948 con su
nacionalización, y encuentra que, si bien cada año estos festejos se
convirtieron en ocasión para mostrar las políticas del gobierno, no es posible
hablar de una “cooptación oficial” de la fiesta. Ambas lecturas, habilitan
preguntarnos si por el carácter que asumieron los festejos de la BS durante el
“primer peronismo”, podrá decirse que pasaron por cierta “peronización”,
“cooptación oficial” y “festivalización”, a través de la extensión y promoción
de celebraciones populares y masivas vinculadas al “folklore”, indicando ello
un intento de relectura, reinterpretación o reivindicación en clave “peronista”
de la BS.
La reconstrucción de estos festejos
entre 1946 y 1954 mostró que comenzaron a participar nuevos actores en los
actos “oficiales” organizados por la 5ª División del Ejército Argentino y el
gobierno provincial[50].
Entre éstos, representantes gremiales invitados por el gobierno a sumarse a la
comitiva oficial, la Agrupación Tradicionalista de Salta Gauchos de Güemes que
aparece “en escena” por primera vez en 1947 con una delegación de “gauchos” con
sus caballos, que a partir de allí y en adelante formará con el ejército en el
Monumento “20 de Febrero” en donde tenía lugar el primer acto conmemorativo los
20 de Febrero. Asimismo, comienza a participar en los actos el Instituto
Belgraniano de Salta, que por primera vez en 1951[51] y desde entonces, se hace presente en el segundo
acto conmemorativo ese día en la “Plaza Belgrano”, con un representante que
pronuncia discursos alusivos y entrega una ofrenda floral a los pies de la
estatua del “prócer”. También algunos años integra la comisión organizadora de
los actos junto a autoridades del gobierno provincial, militares y
eclesiásticas; e incluso advertimos que esta institución en una ocasión
auspició la realización de una conferencia sobre la BS a cargo del Comando V
del Ejército en Salta[52].
El Instituto Sanmartiniano de Salta también se unirá a los actos por primera
vez en 1951, y en los años sucesivos participará con un delegado que colocaba
flores en el monumento a Belgrano[53].
El hecho de que surgieran y comenzaran
a participar estas instituciones -la primera como entidad dedicada a los
“estudios históricos” relacionados con Belgrano y a exaltar su memoria y su
obra, y la segunda como delegación del mismo instituto a nivel nacional cuyo
fundamento era el de difundir la obra y vida de San Martín[54]-,
permite pensar el lugar de ambas en la construcción y afirmación de ciertos
hechos y personajes del pasado “nacional” que merecían ser recordados,
celebrados e incluidos como parte de la “memoria y tradición” “patria” y
nacional; ya que se erigían
allí como voces autorizadas al respecto y como legítimas perpetuadoras
de esa “memoria” (en el caso de la BS Belgrano aparece como el “hacedor” y
“héroe” que consagró al suelo y al pueblo salteños a aquella “gloria patria”).
Por su parte, la Asociación
Tradicionalista de Salta Gauchos de Güemes, fundada el 23 de Septiembre de 1946[55],
no sólo comenzó a participar de los festejos “oficiales”, sino que también
organizó en conmemoración de la BS sus propios festejos: “fiestas
gauchas-criollas” y “festivales hípicos” en el local de la Sociedad Rural
Salteña, los cuales incluían la presentación de conjuntos folklóricos,
concursos de “bailes tradicionales” y “criollos” y doma de potros –actividades
que se replicaban en algunos pueblos del “interior” salteño-. Esta asociación
se vuelve central para comprender la relación entre el gobierno provincial
“peronista” y la elite en Salta. Ya que, si bien se sugirió que su creación
habría tenido que ver con el ascenso del “peronismo” y el “peligro” que éste
habría representado para el grupo de elite salteño[56], y en
ese sentido aunque más de la mitad de sus socios fundadores estuvieron vinculados
al Club 20 de Febrero (de los cuales varios eran importantes propietarios de
fincas rurales, y productores agrícolas y/o ganadores que pertenecían o estaban
vinculados a la Sociedad
Rural Salteña), algunos elementos que advertimos sugieren que no habría
existido algo como un enfrentamiento entre esta institución y el “gobierno
peronista” local[57].
Más bien se observa cierto “apoyo oficial” hacia este espacio y su labor, que por
un lado puede haber tenido que ver con una confluencia de intereses en torno a
la conmemoración de Güemes y de su gesta, y en torno a la promoción de lo
folklórico, la valorización de “lo gaucho” a través de ciertas prácticas; y por
otro, remitiría a ciertos lazos que pueden trazarse entre los sectores más
“tradicionales” que conformaron los “gobiernos peronistas” en ese período y la
elite salteña.
Además de los rituales celebrados año a
año en estos espacios conmemorativos de la BS, vimos que la fecha continuó
siendo ocasión propicia para que el gobierno inaugurase importantes obras
“públicas”, particularmente en los primeros años del “primer peronismo”.
Podemos mencionar la inauguración oficial en Argentina del Ferrocarril
Salta-Socompa-Antofagasta también llamado “Huaytiquina” el 20 de Febrero de
1948, obra de gran envergadura que conectó a la provincia de Salta con Chile,
que venía siendo construida desde principios del 1900[58]. En
el acto inaugural estuvieron presentes funcionarios del gobierno salteño, del
gobierno nacional argentino, y también autoridades chilenas. Si bien esta obra
estuvo muy asociada a la figura de Hipólito Yrigoyen como el gran impulsor de
ella, su continuación, finalización e
inauguración durante el gobierno “peronista” como parte del Primer Plan
Quinquenal, la constituyó en
una importante “realización” del “peronismo”[59]. En 1949 se realizó la inauguración simultánea
de cuatro obras importantes en el “interior” salteño por parte del gobierno
provincial por el 136° aniversario de la BS: la Escuela Agrícola de La Merced,
cuyo acto inaugural contó con la asistencia del gobernador y de otras
autoridades locales, la Usina Eléctrica de Metán, la Estación Sanitaria de El
Tala, y la Escuela de Manualidades de Cafayate. Para aquella ocasión, el
gobernador Lucio Cornejo Linares pronunció un mensaje alusivo -que se
transmitió por radio en toda la provincia y se retransmitió en todo el
territorio argentino- en el cual planteó que
la
mejor manera de honrar a los héroes que como Manuel Belgrano, y sus
bravos oficiales y soldados que no escatimaron el sacrificio de su sangre para
darnos una patria libre, independiente y soberana no es solamente
recordando sus épicas hazañas, sino que también ofreciéndoles (…) lo que hemos podido hacer por el bienestar de la patria[60]
(refiriéndose a las obras que estaba inaugurando)
Con lo cual, declaraba inauguradas
tales obras en homenaje al “(…) héroe más
puro y grande la Nación (…)”[61]
y a la “gloriosa” BS. En sus palabras Cornejo Linares trazaba cierto paralelismo
entre esta “obra histórica” y la “obra del gobierno peronista”, colocando al
“peronismo” como un continuador y perpetuador de la libertad, soberanía e
independencia nacional, inauguradas y habilitadas por este hecho
independentista de la historia local y nacional. Si bien, vimos que esta fecha
venía siendo una instancia ritual fundamental para la celebración de “obra
pública” desde la primera década del siglo XX, aquí adquiere un relieve
particular la lectura del primer gobernador “peronista” salteño, ya que el
“peronismo” decía actuar por y para alcanzar la “justicia social”, la
“independencia económica” y la “soberanía política”, como pilares fundamentales
de su prédica[62],
en la lucha contra lo que llamaba el “imperialismo”, la “oligarquía imperialista”,
el “colonialismo económico”.
Asimismo, advertimos que el gobierno
provincial organizó durante esos años algunos actos y festejos de carácter
“popular” como parte del programa “oficial” conmemorativo, entre ellos: un
“acto folklórico” con entrada libre en los salones de la Sociedad Unión Sirio
Libanesa por parte de la Subcomisión de Folklore y la Dirección de Asuntos
Culturales de la Provincia, un concierto de piano en el Hotel Salta auspiciado
por la Dirección de Asuntos Culturales, y luego los llamados “Bailes de la
Victoria” a partir de 1953 (realizados en la plaza principal de la ciudad el
primero y los siguientes en clubes barriales y deportivos, estos últimos a
cargo del Consejo Vecinal de Salta) con música y bailes “folklóricos” y
“populares”. Esto habilita pensar en cómo va siendo posible el corrimiento
hacia una cierta “popularización” y “festivalización” de esta celebración, en
la que la música folklórica y las danzas aparecen jugando un papel central en
la extensión y promoción de estos festejos “populares” y masivos.
El “Baile de la Victoria” fue
organizado por el gobierno provincial como el número central que finalizaba y
coronaba el programa de festejos por el 140 aniversario de la BS. Tuvo lugar la
noche del 20 de Febrero de 1953 en la Plaza 9 de Julio –en la que antes solían
reunirse los “curiosos” a observar la llegada de los exclusivos invitados al
baile del Club 20 de Febrero-, asistieron a éste las autoridades civiles,
militares y eclesiásticas, dirigentes gremiales y según relata la prensa,
habría habido una numerosa
concurrencia del “pueblo salteño”. Contó con la presentación de
conjuntos “orquestales” y artistas del “folklore”, con bailes “folklóricos” y
“populares”. La prensa lo caracterizó como un “(…) gran acto de carácter inminentemente popular (…)”[63],
“(…) extraordinaria fiesta popular (…)”[64]
que reunió a “(…) millares de hombres y mujeres del pueblo que sumaron así su emocionada
recordación al héroe del 20 de Febrero y sus aguerridos gauchos salteños”[65].
Además, una gran fotografía de la fiesta
ocupó la primera plana del Diario Norte, en la que se veía la multitud que estaba
presente y el escenario con un grupo musical animando la velada[66].
Es notable, así, cómo este baile se torna sumamente significativo, ya que fue
celebrado al año siguiente de la cancelación de la personería jurídica del Club
20 de Febrero, cuando éste ya había dejado de existir tanto física como
jurídicamente, por lo que ya no podía celebrar su “baile de gala” que por
tantos años había sido el evento por excelencia de la elite nucleada allí que
festejaba la BS y su propio aniversario. Así es que, esta “fiesta popular”
abierta a todo el “pueblo”, de concurrencia masiva, se erigía fuertemente en
contraposición al “tradicional baile del 20”, que justamente se había
caracterizado por ser exclusivo y excluyente; constituyendo de esta manera una
apropiación novedosa de la “victoria de 1813”. En tanto este evento histórico
ya no era festejado más –de forma exclusiva- por la elite, que se referenciaba
en la evocación del baile ocurrido luego del enfrentamiento bélico, sino que
ahora era todo “el pueblo” salteño reunido el que evocaba ese suceso y era
partícipe y protagonista del baile del que por tanto tiempo había sido
excluido, y lo celebraba ocupando la plaza principal de la ciudad, que remitía
al centro del centro de la ciudad y de la “sociedad salteña”[67].
Si bien como vimos, hubo antecedentes
en las décadas de 1920 y 1930, de que se hicieron algunos bailes “populares”
por la BS, éstos se realizaban en lugares marginales y alejados del “centro” de
la ciudad; por lo que este “Baile de la Victoria” celebrado en la plaza
principal, en frente del edificio expropiado al Club 20 de Febrero que ahora
era la “casa para todo el pueblo”[68]
desde donde se abría y extendía esta fiesta a “todos los salteños”, estaba
disputándole la centralidad al baile “tradicional” de la elite del club, y
también estaba disputándole a la elite la ocupación de forma exclusiva del
centro de la ciudad, ya que en este marco ésta quedaba desplazada física y
simbólicamente y relegada a celebrar esta fecha en la “clandestinidad”[69].
Reflexiones finales
Este trabajo buscó contribuir a las
discusiones sobre los mecanismos y las dinámicas socioculturales de elaboración
del pasado y de la historia, y sobre los procesos de construcción de
identidades y de pertenencias en el marco de usos políticos específicos, desde
la reconstrucción etnográfica de las apropiaciones y resignificaciones del
evento histórico BS. Evento que, desde cierta forma local de interpretarlo y de
narrarlo, es construido como un hecho fundante de la historia y del “pueblo” de
Salta, así como de la contribución que esta provincia reivindica en la historia
nacional.
Asimismo, los resultados reunidos en
este artículo constituyen una importante contribución al desarrollo de campos
temáticos escasamente abordados y trabajados desde la historia y la
antropología locales. Hasta el momento no existen otros trabajos que tomen como
objeto de análisis en profundidad al Club 20 de Febrero y su relación con la
conmemoración de la BS reconstruyendo las tramas de poder en Salta entre
mediados del siglo XIX y mediados del XX. Igualmente, las transformaciones y
reacomodamientos de poder en el siglo XX en Salta, y en particular respecto de
las elites y “el primer peronismo”, son un área de vacancia que tampoco ha sido
demasiado explorada por las ciencias sociales locales. Podemos sugerir en ese
sentido, que este trabajo no sólo contribuye a recomponer estos procesos
históricos, sino que también aporta en la dirección de proveer una mirada y perspectiva
etnográfica que complejiza e introduce nuevos matices, interrogantes y
problematizaciones a estos campos de estudio en Salta, poniendo la mira en
aspectos antes no advertidos y en ejes problemáticos que hasta el momento no habían
sido puestos en relación.
La reconstrucción que hicimos sobre las
apropiaciones sociales, formas de conmemorar y de festejar este evento
histórico, tanto por parte de la elite salteña con la fundación del Club 20 de
Febrero y la realización cada año del “baile de gala del 20”, como por parte de
otros grupos sociales y políticos en Salta a través de los festejos “oficiales”
y de otras formas celebratorias durante el “primer peronismo”, en escenarios
particulares, hizo posible advertir cómo se construyen y modifican las “capas
de la memoria” [70], los sentidos y
valoraciones de ese pasado tenido como “fundante” en consonancia con los
posicionamientos en el presente de estos actores. Así es que, en tanto
conmemoración central para la elaboración y actualización de las memorias e
identidades (grupales, nacionales, provinciales), abordar la BS y las
ceremonias conmemorativas que la evocan y que a la vez que reivindican una
continuidad con ese pasado “glorioso” lo renuevan desde marcos interpretativos cambiantes,
habilita pensar tanto en las continuidades y pervivencias, como en las
transformaciones y “novedades” que se hacen visibles allí en torno a las
prácticas, discursos y manifestaciones “públicas”, y también en torno a las
reconfiguraciones de poder en la sociedad salteña.
Especialmente, poner en tensión y en
comparación estos dos momentos de usos y apropiaciones particulares de la BS,
permite ver en un arco amplio de tiempo, el proceso continuo y complejo de
formación de Estado (provincial), la instalación y transformación de
concepciones sobre la sociedad y “la política” en Salta, y de formas de hacer
política y de conformar vínculos sociales, cómo se va construyendo y
redefiniendo legitimidades de grupos, pertenencias e identificaciones (de grupos
sociales, “político-partidarios”, de “salteñidad”, “comunidad provincial”), y
recomponer en su complejidad las configuraciones y reconfiguraciones de poder y
de las tramas políticas, implicadas y atravesadas por redes, espacios,
instituciones, niveles de la vida social que comportan tanto lo que podríamos
llamar “lo público” como “lo privado”.
Así, el primer momento que abordamos
fue el de la fundación y sostenimiento del Club 20 de Febrero –cuya
conformación supuso al mismo tiempo la formación de una elite- con su
“tradicional baile de gala” y “de presentación de señoritas en sociedad”
realizado cada aniversario de la BS y de la institución. Vimos que la creación
de este club, no fue fortuito el nombre elegido ni la fecha en que fue
constituido, los que coinciden con y evocan la fecha en que tuvo lugar esta
“victoria patria”. La conformación de este espacio representó por parte de este
grupo fundador una apropiación temprana de ese pasado que había ocurrido sólo
cuarenta y cinco años atrás, y que era interpretado y considerado como la
primera “gloria” que Salta había otorgado a las guerras por la Independencia de
España, y así a la “Patria”; tornándose en un “hito” para la historia nacional en construcción. El grupo
de elite salteño se enunciaba y posicionaba entonces como el legítimo
heredero de la “gloria” y “heroísmo” de quienes habían peleado en esta guerra
en general, y en particular en la BS.
En cuanto al “baile de gala” del 20 de
Febrero promovido, organizado y realizado cada año en los lujosos salones del
Club 20 de Febrero, supuso una temprana apropiación y celebración ritual del
acontecimiento BS, y fue el principal festejo en el programa “oficial”
conmemorativo desde fines del siglo XIX hasta principios del XX. Dado que su
origen remitía al baile la noche del 20 de Febrero de 1813 luego de la batalla
algunas familias de la “sociedad salteña” habrían brindado a los jefes de las
“fuerzas” enfrentadas, en el que éstos habrían “hecho la paz”, supone un
carácter conciliatorio de los rivales, pacificador de las diferencias y de las
rivalidades, y éste “espíritu” era el que cada aniversario de esta contienda
“gloriosa” se invocaba y se buscaba revivir y traer al presente en el club.
Esto es clave en cuanto que este baile era la instancia por excelencia de
autoconstrucción y de diferenciación de la elite nucleada allí como grupo
“privilegiado” y “superior”, y con la “presentación de señoritas” se tornaba en
el ritual que propiciaba la reproducción y sostenimiento de este grupo más allá
de sus diferencias y desencuentros.
Señalamos
que
en el marco del programa conmemorativo “oficial” por la BS a lo largo del siglo
XIX y hasta las primeras décadas del XX, el baile en el Club 20 de Febrero, que
contaba con la participación de autoridades provinciales, en ocasiones
nacionales, del Ejército y de la Iglesia, ocupó un lugar primordial,
centralidad que empezó a ser desplazada a partir de 1913 por la importancia que
fueron adquiriendo otras “manifestaciones oficiales” en ocasión de estos
festejos. Ya que, con la inauguración del parque y del monumento”20 de Febrero”
en conmemoración del centenario de la “victoria patria”, y de ahí en adelante
esta conmemoración se convirtió en la instancia central para el gobierno
provincial para anunciar, inaugurar, habilitar y poner en marcha importantes
obras y proyectos “públicos” que evocaban y homenajeaban a la gran “obra
histórica” de la BS, lo que ligaba año a año a las personas con el
acontecimiento “fundante” del “pueblo” y de la historia salteños, haciendo
posible así refundar el orden político. Dado que estos festejos operaban como
“ritual de Estado”, una instancia ceremonial clave para otorgar visibilidad y
presencia al Estado provincial principalmente, ya que a través de ellos éste se
iba proyectando sobre el espacio de la ciudad capital salteña y sobre ámbitos
de la vida social, constituyéndose de esta manera en la ocasión por excelencia
de celebración de la “acción pública”, y por tanto, de construcción de ciertos
sentidos de “lo público”.
El segundo momento que reconstruimos
fue el de los festejos “oficiales” de la BS en el marco de los llamados
“primeros gobiernos peronistas” salteños (entre 1946 y 1955), en el que el Club
20 de Febrero fue objeto de ciertas medidas por parte del gobierno provincial
que buscaron “anularlo” (con la expropiación de su sede para instalar la casa
de gobierno y luego la cancelación de su personería jurídica). Indagamos en esa
inflexión las resignificaciones y activaciones de esta instancia conmemorativa
que operaba como “ritual de Estado”, atendiendo a los efectos de las acciones
del gobierno local contra este club, en el programa “oficial” conmemorativo y
en el “baile de gala del 20 de Febrero”.
Identificamos nuevos actores que
comenzaron a participar de los festejos organizados por el Ejército Argentino
en Salta y el gobierno provincial, entre los que se destacaban la Asociación
Tradicionalista de Salta Gauchos de Güemes, el Instituto Belgraniano y el Instituto
Sanmartiniano de Salta.
En particular, la participación de la
recién creada Asociación Tradicionalista de Salta Gauchos de Güemes constituyó
una novedad, así como la promoción y organización por parte de ésta de “fiestas
gauchas y criollas” en conmemoración de la BS. Esta institución se torna
central en esa inflexión para comprender la relación del gobierno provincial
“peronista” y la elite en Salta. Ya que, si bien se pueden reconstruir
importantes vínculos de sus miembros con espacios asociados a la elite salteña
más “conservadora” y “opositora” al “peronismo” como el Club 20 de Febrero y la
Sociedad Rural Salteña, no se habría conformado necesariamente como un espacio
de “confrontación” o
“reaccionario” al ascenso de esta “fuerza”, porque advertimos más bien
un “apoyo oficial” hacia este espacio y su labor en aquellos años. Esto constituye una punta para continuar
indagando en futuros avances de la investigación que aportaría mayor
claridad y permitiría complejizar los vínculos, tensiones, disputas y
superposiciones entre distintas pertenencias, grupos sociales,
“político-partidarios”, e instituciones de la sociedad salteña de aquel
momento, y visualizar los matices de éstos.
Vimos que esta fecha conmemorativa
continuó siendo propicia para que el gobierno inaugurase importantes obras
“públicas”, y en ese sentido, nos encontramos frente a cierta relectura del
evento BS en “clave peronista”, ya que se trazaba cierto paralelismo entre esta
“obra histórica” y la “obra del gobierno peronista”; colocando así al
“peronismo” como continuador y perpetuador de la libertad, de la soberanía y de
la independencia nacional, que habían sido inauguradas y habilitadas por este
hecho “independentista” de la historia salteña y argentina.
En cuanto al programa “oficial”
observamos cierta “popularización” y “festivalización” de esta celebración en
la que el folklore aparece jugando un papel central en la extensión y promoción
de festejos más “populares” y masivos; sin embargo, entendemos que no es posible
hablar de una cooptación “peronista”. Entre estos actos y festejos de carácter
más “popular” y convocante se destacan los “Bailes de la Victoria” realizados a
partir de 1953, el primero en la plaza principal y los siguientes en distintos
clubes barriales y deportivos de la ciudad capital.
Entendemos que, especialmente
el primer “Baile de la Victoria” organizado y celebrado por el gobierno
provincial como número central del programa de festejos de 1953 –al año
siguiente de que el Club 20 de Febrero dejara de existir física y jurídicamente
y de que fuera cortada toda posibilidad de realizar su baile característico- se
torna sumamente significativo en esta inflexión. Ya que, esta “fiesta popular”,
abierta, de concurrencia masiva, se erigía fuertemente en contraposición al
“tradicional baile del 20”; constituyéndose en una apropiación novedosa de la
“victoria de 1813”. Pues ahora era todo el “pueblo” salteño reunido el que
evocaba ese suceso histórico y era participe del baile del que por tanto tiempo
había sido excluido, y lo celebraba ocupando la plaza principal de la ciudad,
que remitía al centro del centro de la ciudad y de la “sociedad salteña”.
Entonces este baile le disputaba la centralidad al baile “tradicional” de la
elite del club, como también le disputaba a este grupo la ocupación de forma
casi exclusiva del centro de la ciudad, el cual quedaba en este marco
desplazado física y simbólicamente.
Sostenemos que este caso pone en
cuestión no sólo el lugar espacial de la elite salteña en la ciudad, sino su
lugar en la sociedad en términos de construcción de “tradiciones salteñas” y de
relatos sobre el pasado provincial y su inserción en la historia nacional.
Cuestiona su preeminencia social e histórica, en tanto sus miembros se
consideraban “centro de la sociedad”, protagonistas y hacedores de la historia
“patria”, y por lo tanto guardianes de la reivindicación y homenaje de la
memoria de esa “victoria patria” que insertaba a Salta en las “glorias
nacionales”.
Por último, como
hemos advertido en el recorrido realizado en estas páginas, señalamos que las
evocaciones y apropiaciones de la “victoria patria de 1813” en diferentes
contextos y por diferentes grupos e instituciones en pugna de la sociedad
salteña, muestran el lugar primordial que este evento histórico ocupa en las
dinámicas sociales y “políticas” en Salta. Ya que las disputas, tensiones,
actualizaciones y transformaciones de sus sentidos cada aniversario, son
centrales en los procesos de legitimación de poder y de construcción de grupos,
identidades y pertenencias: de la elite salteña nucleada en el Club 20 de
Febrero, de la “salteñidad”, del “pueblo salteño” y de éste como parte de la
“comunidad argentina”, de una fuerza gobernante como el “peronismo” en sus años
iniciales.
[1] Dimarco,
Luciana (2017a), Las conmemoraciones de
la ‘Batalla de Salta’: el Club 20 de Febrero y su baile, Una reconstrucción
antropológica de las tramas de poder en Salta entre mediados del siglo XIX y
mediados del XX, Tesis de licenciatura inédita, Facultad de Humanidades,
Universidad Nacional de Salta. Dimarco, Luciana (2017b), “Formando estatalidad,
construyendo salteñidad, haciendo la ciudad. La conmemoración de la “Batalla de
Salta” a través de los festejos “oficiales”. Salta, Argentina. (Fines del siglo
XIX-mediados del siglo XX)”, Ponta de
Lança: Revista Eletrônica de História,
Memória & Cultura, 11, pp.6-26. En
línea:
https://seer.ufs.br/index.php/pontadelanca/article/view/8033
[Consulta: 5, Octubre, 2021]. Dimarco, Luciana
(2018), “Conmemoraciones y apropiaciones sociales conciliadoras: el caso de la
‘Batalla de Salta’”, Revista del Cisen
Tramas/Maepova, 6(11), pp.123-142.
[2] En las
ciencias sociales en Argentina suele llamarse “primer peronismo” o “primer
gobierno peronista” al período que va desde 1946 hasta 1955, marcado por la
asunción como presidente de Argentina de Juan Domingo Perón, y el fin de su
segunda presidencia por un golpe de Estado orquestado por sectores
“opositores”, tanto de las fuerzas militares como de la sociedad civil.
[3] Salteño,
nació en 1866 y falleció en 1930. Fue un abogado y profesor de historia del
Colegio Nacional de Salta, que ocupó varios cargos públicos en la provincia, y
es considerado el “padre de la historia salteña”. Con sus trabajos buscó
“reescribir” el pasado desde Salta y así beneficiar simbólicamente a la elite
salteña a nivel nacional. Junto a Ernesto Aráoz (nació en Salta en 1891 y murió
en 1971, era abogado, fue miembro y presidente del Club 20 de Febrero, se
desempeñó en importantes cargos de gobierno y de representación a nivel
provincial y nacional, escribió varias obras tenidas como “valiosas” para la
“cultura salteña”) tuvieron un papel central en la construcción de una imagen
identificadora y homogeneizadora hacia adentro del Club 20 de Febrero, del cual
formaban parte, actuando como portavoces del grupo nucleado allí. En esta
autoimagen, las categorías “cultura” y “distinción” eran indivisibles y
conformaban una fórmula en la que, si bien ciertos valores, cualidades y
elementos sociales se “heredaban por sangre”, su transmisión y mantenimiento
suponían cierta educación, y la realización de ciertas actividades, prácticas y
consumos considerados propios de ese grupo.
Además, Aráoz fue miembro fundador del Instituto San Felipe y
Santiago de Estudios Históricos de Salta (1937), el cual se avocó al fomento de
investigaciones históricas sobre el proceso independentista y sobre ciertos “héroes”
y personajes locales valorados como centrales para la historia y sociedad
salteñas.
[4] Chaile,
Telma y Quiñonez, Mercedes (2011), “Memoria e historia. Representaciones del
pasado en Salta, fines del siglo XIX y principios del siglo XX”, en Mata, Sara
y Palermo Zulma (Comp.), Travesía discursiva: representaciones identitarias en Salta (siglos XVIII-XIX),
Rosario, Prohistoria Ediciones, pp. 93-124. Quiñonez, Mercedes (2010), Familia y poder. Los Patrón Costas y la
conformación de la elite salteña (mediados del siglo XVIII a principios del
siglo XX), Tesis doctoral inédita, Universidad Nacional de la Plata, La
Plata. Villagrán, Andrea (2009), “Lazos de familia. Política,
aproximación etnográfica y perspectiva histórica”, en Heredia, Beatriz, Rosato,
Ana y Balvi, Fernando
(Comps.), Política, instituciones
y gobierno: abordajes y perspectivas antropológicos
sobre el hacer política, Buenos Aires, Antropofagia, pp.201-229. Villagrán, Andrea (2012), Un héroe múltiple. Güemes y
la apropiación social del pasado en Salta, Salta,
Editorial de la Universidad Nacional de
Salta. Villagrán Andrea y Vázquez, Estela (2010), “Ensayando una/otra lectura
de los relatos históricos. Salta. Principios del siglo XX”, Andes, 21 (2), pp. 295-318. En línea: http://www.scielo.org.ar/pdf/andes/v21n2/v21n2a04.pdf
[Consulta: 2, Octubre, 2021].
[5] Dimarco
Luciana, 2018, Ob. Cit., p.125.
[6] Geres,
Osvaldo y Quiñonez, Mercedes (2020), “Entramados de relaciones y tensiones en
el proceso de institucionalización de la actividad historiográfica en la
primera mitad del siglo XX en Salta”, Cuadernos
de Historia. Serie economía y sociedad, n° 24, pp.85-107 y p97. En línea: https://revistas.unc.edu.ar/index.php/cuadernosdehistoriaeys/article/view/29264/30059
[Consulta: 4, Octubre, 2021].
[7]
Balandier postula una fuerte vinculación entre poder y teatro/escenificación;
plantea que es por medio de éstos que el poder se legitima, administra y
garantiza sus privilegios, siendo fundamental a este fin la apelación a un
pasado colectivo, a una herencia y el empleo de una historia idealizada y
reconstruida en relación al presente. Por su parte, Geertz otorga un lugar
fundamental a los rituales, ceremonias, símbolos y mitos en su análisis sobre
el “Estado-Teatro” de Bali del siglo XIX y sostiene que los aspectos simbólicos
del poder estatal son fundamentales para comprender cómo este se legitima.
Plantea que mediante las formas simbólicas los gobernantes toman posesión
simbólica de sus dominios, afirman el centro del poder del cual son parte y
justifican su lugar en él. Balandier, Georges (1994), El
poder en escenas: De la representación del poder al poder de la representación,
Buenos Aires, Paidós; Geertz, Clifford (2000), Negara, El Estado-teatro en el Bali del siglo XIX, Barcelona,
Paidós; Geertz, Clifford (1994), Conocimiento
local. Ensayos sobre la interpretación de las culturas, Barcelona, Paidós.
[8] Dimarco
Luciana, 2018, Ob. Cit., p.137. Geertz Clifford, 1994, Ob. Cit.
[9] Algunos trabajos
significativos que podemos mencionar: Cattaruzza, Alejandro (2007), Los usos del pasado. La historia y la
política argentinas en discusión 1910-1945, Buenos Aires, Editorial
Sudamericana. Cattaruzza, Alejandro (2012), “Dimensiones políticas y cuestiones
historiográficas en las investigaciones históricas sobre la memoria”, Storiografia, vol. XVI, pp. 71-91.
Cattaruzza, Alejandro y Eujanían, Alejandro (2003), Políticas de la historia
Argentina 1860-1960, Buenos Aires, Alianza. Guber, Rosana (1994), “Hacia una
Antropología de la Producción de la Historia”, Entrepasados, IV (6), pp.23-32. Guber, Rosana (1996), “Las manos de
la memoria”. Desarrollo Económico,
vol. 36, n° 141, pp. 423-442. Briones, Claudia (1994) “Con la tradición de
todas las generaciones pasadas gravitando sobre la mente de los vivos. Usos del
pasado e invención de la tradición”, Revista
RUNA, n° XXI, pp.99-129. Ramos, Ana (2011), “Perspectivas antropológicas
sobre la memoria en contextos de diversidad y desigualdad, Revista Alteridades, vol.21, n°.42, pp.141-148 en línea:
https://www.redalyc.org/pdf/747/74722745010.pdf [Consulta: 1, Octubre, 2021].
Jelin, Elizabeth y Langland, Victoria (2003) (Comps.), Monumentos, memoriales y marcas territoriales, Editorial Siglo XXI,
Madrid. Visacovsky, Sergio (2007), “Cuando las sociedades conciben el pasado
como memoria: un análisis sobre verdad histórica, justicia y prácticas sociales
de narración a partir de un caso argentino”, Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología, Nº 4, pp. 49-74.
En Salta: Chaile, Telma y Quiñonez, Mercedes. 2011, Ob.Cit.; Villagrán, Andrea, 2012, Ob.Cit.; Villagrán, Andrea (2014), “Entre historia y tradición.
Reflexiones a partir del proceso de folklorización del pasado en Salta”, Corpus, vol.4, n°1, en línea: https://journals.openedition.org/corpusarchivos/793
[Consulta: 5, Octubre, 2021]; Villagrán Andrea y Vázquez Estela, 2010, Ob. Cit.; Geres, Osvaldo y Quiñonez, Mercedes,
2020, Ob. Cit.; Caretta, Gabriela y
Zacca, Isabel (2011), “Itinerarios de un cuerpo. Los segundos funerales de
Güemes en el proceso de construcción de memorias”, en Mata, Sara y Palermo,
Zulma (Comps.), Travesía discursiva:
representaciones identitarias en Salta (siglos SVIII-XIX), Rosario,
Prohistoria Ediciones, pp. 71-91.
[10] Connerton, Paul (1989), How Societies Remember, Cambridge University Press, United Kingdom;
Díaz Arias, David (2007), “Memoria Colectiva y Ceremonias Conmemorativas. Una Aproximación teórica”, Diálogos Revista Electrónica de Historia. vol. 7, nº 2, pp. 171-191
en línea: https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/dialogos/article/view/6198/5901
[Consulta: 10, Mayo,
2022]; Jaume, Fernando (1997), “Estrategias políticas y usos del pasado en las
Ceremonias Conmemorativas de la “Masacre de Margarita Belén”, AVA Revista de Antropología, n° 2;
Pagano, Nora y Rodríguez, Martha (2014), “Prólogo”, en Pagano, Nora y Rodríguez
Martha (Comps.) Conmemoraciones,
patrimonio y usos del pasado. La elaboración social de la experiencia
histórica, Miño y Dávila, Buenos Aires, pp. 7-16;
Devoto, Fernando (2014), “Conmemoraciones
poliédricas: acerca del primer Centenario en la Argentina”, en Pagano, Nora y
Rodríguez Martha (Comps.) Conmemoraciones,
patrimonio y usos del pasado. La elaboración social de la experiencia
histórica, Miño y Dávila, Buenos Aires, pp. 17-35;
Jelin, Elizabeth (2002), “Los sentidos
de la conmemoración”, en Jelin, Elizabeth (Comp.), Las conmemoraciones, las disputas en las fechas infelices,
Editorial Siglo XXI, Madrid, pp. 245-251.
[11] Connerton, Paul, 1989, Ob. Cit.: Díaz Arias David, 2007, Ob. Cit.; Jaume, Fernando, 1997, Ob. Cit.
[12] Naepels, Michel (2010), “Introduction. Anthropology and History:
Through the Disciplinary Looking Glass”, Annales.
Histoire, Sciences Sociales, 2010/4, pp. 873-884; Comaroff, Jonh y
Comaroff, Jean (1992), “Etnography and
the historical imagination”, en Comaroff,
John y Comaroff, Jean, Etnography and the
historical imagination, Oxford, Westview Press, pp. 3-48.
[13] Abduca, Ricardo G,
Escolar, Diego, Villagrán Andrea y Faberman, Judith (2014) “Debate:
"Historia, antropología y folclore". Reflexiones de los autores y
consideraciones finales de la editora”, Corpus,
vol. 4, n° 1, en línea: https://journals.openedition.org/corpusarchivos/653
[Consulta: 30, Septiembre, 2016].
[14] Abduca, Ricardo G.,
Escolar, Diego, Villagrán Andrea y Faberman, Judith, 2014, Ob. Cit., pp. 12 y 13.
[15] Villagrán Andrea y
Vázquez Estela, 2010, Ob. Cit.;
Villagrán Andrea, 2014, Ob. Cit.
[16] Dimarco Luciana,
2018, Ob. Cit.
[17] Dimarco Luciana,
2018, Ob. Cit., p.131.
[18] Rudecindo Alvarado
(primer presidente del club) y Evaristo Uriburu.
[19] Dimarco Luciana,
2018, Ob. Cit., p. 130.
[20] Los textos
comprendidos en la Sección “Sociales” o “Crónicas Sociales” de la prensa local
fueron la principal fuente y registro de datos del pasado para acercarnos a las
representaciones, imaginarios y valoraciones en Salta acerca del Club 20 de
Febrero y de su baile, ya que fue posible identificar que los diarios locales
(independientemente de sus tendencias políticas: radicalismo, conservadurismo,
luego radicalismo “yrigoyenista” y “peronismo”) compartían modos de valoración,
de referenciar al club y sus miembros, y de narrar y “reseñar” el baile de esta
institución a través de los años. Esto en tanto la prensa desde fines del siglo
XIX y hasta la mitad del XX operó como principal espacio de construcción de
opinión pública, de grupos sociales y también fue clave para la instalación de
ciertos discursos, actuando incluso en ocasiones los diarios como “voceros” de
ciertos sectores de la elite en Salta. Los diarios consultados fueron los
siguientes: Hemeroteca del Archivo y Biblioteca Históricos de Salta “Dr.
Joaquín Castellanos” (en adelante HABHS), Diario El Cívico, Febrero 1897-1900;
HABSH, Diario Norte, Febrero 1930-1935; HABHS, Diario El Tribuno, Febrero 1950;
HABHS, Diario La Montaña, Febrero 1904; HABHS, Diario La Provincia, Febrero
1914-1943; HABHS, Diario La Reforma, Febrero 1880; HABHS, Diario Nueva Época,
Febrero 1913-1936; HABHS, Diario Tribuna Popular, Febrero 1912; HABHS, Diario
El Tribuno, Febrero 1950.
[21] Las interrelaciones
sociales allí desplegadas son fundamentales para comprender las formas de hacer
política en Salta, en tanto se complementaban y alternaban mecanismos de
agrupamiento y de desagregación: de acuerdo a las circunstancias podían crearse
subgrupos entre grupos enfrentados políticamente de la elite nucleada en el
club, sin que esto implicara una desafiliación o ruptura del grupo mayor que
los contenía.
[22] Dimarco Luciana,
2018, Ob. Cit.
[23] En el caso de la BS
estos espacios son el llamado “Campo de la Cruz” –el antiguo campo de batalla-
con el parque y monumento “20 de Febrero” emplazados allí en ocasión del
centenario de esta “gloria”, la “Plaza Belgrano” –donde habría ocurrido la
“capitulación” luego de la rendición de las tropas “realistas”- y en donde se
encuentra una estatua que homenajea a Manuel Belgrano.
[24]
Dimarco, Luciana, 2017a, Ob. Cit.;
Dimarco, Luciana, 2017b, Ob. Cit.
[25]
Espacio en la Catedral de Salta que
alberga los restos de “próceres” independentistas salteños.
[26] Dimarco, Luciana, 2017a, Ob. Cit; Dimarco, Luciana, 2017b, Ob. Cit.
[27]
Dimarco, Luciana, 2018, Ob. Cit.,
p.136.
[28]
Dimarco, Luciana, 2017a, Ob. Cit.; Dimarco, Luciana, 2017b, Ob. Cit.
[29]
La única ocasión de la que tenemos
conocimiento, anterior al “peronismo”, en la que este baile peligró y fue
cuestionado su lugar en los festejos “oficiales”, fue durante el mandato del
primer gobernador radical de Salta, Joaquín Castellanos (1919-1921); quien
asociaba la conmemoración de la BS con este club con el que mantenía relaciones
conflictivas. Las cuales tenían que ver con que los hombres allí nucleados se
oponían tenazmente a sus propuestas reformistas, y buscaban la manera de
destituirlo.
[30] Dimarco Luciana,
2017b, Ob. Cit; Dimarco Luciana, 2018,
Ob. Cit.
[31] Algunos trabajos que
trataron el “primer peronismo” salteño, se limitaron en gran parte a los
análisis electorales y partidarios. Han tendido a ser lecturas “continuistas”,
estructurales, reduccionistas y simplificadoras, que no han podido advertir ni
abordar esta coyuntura desde la diversidad de aspectos, elementos, relaciones,
espacios y niveles de la vida social implicados y que constituyen las tramas
políticas y de poder allí. Michel, Azucena del Valle (2004), “Conflictos
políticos en la Provincia de Salta después del triunfo electoral de Perón en
1946”, Revista Escuela de Historia, vol.
1, n° 3, s/p.; Michel, Azucena del Valle (2008), “Elecciones legislativas en la
provincia de Salta durante las presidencias peronistas (1946-1951)”, Revista Escuela de Historia, vol. 1, n°7,
pp.1-16; Michel, Azucena del Valle, Torino María Esther y Correa, Rubén (2003),
“Crisis conservadora, fractura radical y surgimiento del peronismo en Salta
(1943-1946)”, en Macor, Darío y Tcach, César (Eds.), La invención del peronismo en el interior del país, Santa Fe,
Ediciones UNL; Correa, Rubén y Quintana, Sergio (2013), “Las agencias de poder:
intervenciones partidarias y formación del partido peronistas en Salta
(1949-1952”, en Macor, Darío y Tcach, César. (Eds.), La invención del peronismo en el interior del país II, Santa Fe,
Ediciones UNL; Correa, Rubén y Quintana, Sergio (2005), “Crisis y transición en
la organización del Partido Peronista salteño: Del comité a las unidades
básicas (1949-1952)”, Revista Escuela de
Historia, nº4, Vol. 1, s/p.
Nuestras
indagaciones en curso, centradas en la trama de los sujetos implicados en el
“peronismo” en Salta y sus interrelaciones, nos conducen a pensar, en los
términos de un “panorama de rupturas relativas” que pueden advertirse tanto en
la conformación del grupo de los “peronistas” salteños, como en los ámbitos de
actuación, políticas y medidas llevadas adelante por esta fuerza y quienes la
conformaron. En Salta, la llegada del “peronismo” al poder en 1946 fue posible
a partir de una coalición conformada por la Unión Cívica Radical Junta
Renovadora o “Yrigoyenista” y el Partido Laborista –de origen gremial-. El
mantenimiento del espacio que los congregaba supuso un proceso constante de
conciliación y de negociación, ya que se suscitaron numerosos episodios
conflictivos entre éstos, dadas las diferencias sociales y de clase entre ambos
grupos, que estaban latentes y emergían en distintas ocasiones. Vezzosi, José (2020), Los
orígenes del peronismo en Santiago del Estero (1943-1948). Condiciones de
emergencia, dinámica de conformación e influencias católicas, Rosario, Prohistoria Ediciones.
[32] Estaba ubicado
frente de la plaza principal y fundacional de la ciudad de Salta, que
representaba el centro de poder “simbólico” de Salta –con el Cabildo, la
Iglesia Catedral y el Arzobispado- y era el centro de la vida urbana. Fue
construido en conmemoración por el centenario de la BS (1913) e inaugurado en
el marco del programa “oficial” de los festejos centenarios. con un baile “de
gala” con importantes invitados, estrenando sus salones. Fue uno de los
primeros edificios de estilo academicista francés de la ciudad de Salta,
fundaba una imagen de una Salta “moderna y europea”, mostraba cómo las
diferencias y jerarquías sociales se desplegaban en el espacio físico.
[33]
Si bien no se conocen demasiadas investigaciones que hayan abordado otras
expropiaciones similares, o que se hayan centrado en expropiaciones dirigidas a
las elites de otras provincias en el marco del “primer peronismo”, algunos
trabajos permiten pensar las medidas expropiatorias del gobierno “peronista” en
general como parte de un “clima político” y en relación a otras políticas planificadas
y promovidas por éste (como las de redistribución de la tierra y del agua). Así,
por ejemplo, Peirone, Adriano (2018), Expropiaciones
populistas. Demandas populares de expropiación en el primer peronismo,
Tesis de grado inédita, Licenciatura en Ciencia Política, Universidad Nacional
de Rosario, analiza pedidos de expropiación realizados a las autoridades
nacionales en el marco de la elaboración del Segundo Plan Quinquenal provenientes
de varias provincias, y sostiene que éstos eevidenciaban la
vigencia que la expropiación tenía como una acción posible de pedir, dando
cuenta de las nuevas lógicas que el
“peronismo” habilitaba y que emergían como posibles en la imaginación colectiva
en torno a otras formas de sociedad más justa por la vía de la intervención
sobre la propiedad privada. Otras autoras plantearon a partir del análisis de
distintos casos de pedidos de expropiación, que el “peronismo” habría abierto
una “estructura de oportunidades políticas” para los sectores “populares” en
relación al “problema agrario” y “del agua” en la puna jujeña y salteña y en
Santiago del Estero, por la constatación de un clima favorable a sus
reivindicaciones en los gobiernos provinciales y nacionales , y los avances en
el reconocimiento de derechos; que hacían aparecer como factible y concretable
lo antes inalcanzable. Vargas, Mercedes (2019), “Agua para un pueblo sediento.
Analizando las narrativas en torno a la demanda de agua y obras hídricas antes
y durante el primer peronismo (Santiago del Estero, 1937-1952), Estudios sociales contemporáneos, nº 20,
pp. 146-171 en línea: https://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/12078/08-resc-20-vargas.pdf
[Consulta: 2, Junio,
2021]; Kindgard, Adriana (2004), “Tradición y conflicto
social en los Andes argentinos. En torno al Malón de la Paz de 1946”, E.I.A.L., vol. 15, n° 1, pp.165-184 en
línea: http://eial.tau.ac.il/index.php/eial/article/view/831/930
[Consulta: 15, Junio,
2021]. Por su parte, Hora, Roy (2018), “Perón y el Jockey Club: disputas en el
turf en la era peronista (1946-1955)”, Recorde,
vol. 11, n°1, pp. 1-29 en línea: https://revistas.ufrj.br/index.php/Recorde/article/viewFile/17867/10859
[Consulta: 8, Agosto, 2019], reconstruye algunos sucesos a partir de 1953 que
incluyeron la quema del local del Jockey Club en la Ciudad de Buenos Aires, la
expropiación de éste, la cancelación de su personería, y la estatización del
hipódromo de San Isidro bajo su administración; medidas que dan cuenta para el
autor de que este “club aristocrático” de la elite “porteña” siempre había sido
un problema para algunos sectores del “peronismo”.
[34] Dimarco, Luciana
(2018), “La política de la expropiación para “utilidad pública” durante el
primer peronismo salteño. El caso del edificio del Club 20 de Febrero y su
valoración social”, ponencia presentada en las IX Jornadas de Investigación en
Antropología Social Santiago Wallace, Buenos Aires; Dimarco, Luciana (2019),
“El avance del Estado sobre “lo privado” durante el primer peronismo salteño.
El caso de la “expropiación” del Club 20 de Febrero”, ponencia presentada en el
XV Encuentro de Jóvenes Investigadores, Santiago del Estero.
[35] Entre los socios del
club encontramos conservadores, radicales, y luego peronistas, que fueron y
eran “rivales políticos”. Dimarco Luciana, 2017a, Ob. Cit.; Dimarco Luciana, 2018, Ob. Cit.
[36] Una parte de quienes
conformaron el “peronismo” en Salta (los llamados “Yrigoyenistas”) y ocuparon
cargos de gobierno y legislativos como representantes de esa fuerza,
pertenecían, estaban vinculados o eran cercanos al Club 20 de Febrero y sus
miembros. Por cuestiones de espacio no nos explayaremos sobre esto, pero sí es
necesario decir que la relación “peronismo”/ “elite” en Salta fue de gran
complejidad, y debe ser entendida en diferentes niveles, espacios, pertenencias
e identificaciones (sociales y “político-partidarias”) y sus entrecruzamientos.
Por lo que no es posible simplificar la acción del “primer peronismo” local
como un ataque a toda la elite salteña del Club 20 de Febrero, ya que hacia
adentro, entre individuos y familias de la elite, operaban ciertas diferencias
y tensiones, que también se expresaron hacia afuera, y que atravesaron la
formación del “primer peronismo” en Salta, las políticas y medidas que éste
promovió, y el direccionamiento que tuvieron algunas de ellas. Sostenemos la
hipótesis de que “la expropiación” habría provocado una ruptura “relativa”
entre los miembros del club, con un alejamiento y separación respecto de algunos, pero no de todos los
socios “peronistas” (que se desempeñaron en cargos de gobierno y legislativos
importantes en aquel contexto), en lo que habrían actuado con más peso ciertas
tensiones y disputas entre familias que las enemistades y rivalidades
“partidarias”. Estas son las
hipótesis sobre las que hemos avanzado en una investigación en curso.
[37] Entendemos que los
rituales “oficiales” son instancias fundamentales en el proceso de formación de
Estado y de pertenencias e identificaciones locales y nacionales, ya que se
asientan en e instalan nociones en torno a la vida colectiva y “lo público”.
Así, las ceremonias en torno a la BS sancionan y crean la comunidad salteña, al
recordar, actualizar y evocar ese evento histórico “fundante”, posibilitan unir
y congregar a los distintos grupos e individuos de la sociedad como parte de un
colectivo mayor.
[38] Consultamos los
siguientes diarios locales: HABHS, Diario El Intransigente, 17, 20 y 21 de
Febrero de 1946, 17, 18, 20 y 21 de Febrero de 1947, y 16, 17, 18, 19, 20, 21
de Febrero de 1949; Biblioteca de la Universidad Católica de Salta, Boletines
El intransigente, 21 o 24 (no está legible) de Febrero de 1951; HABHS, Diario
El Tribuno, 15, 17, 18, 19, 21, 23 de Febrero de 1950, 16, 19, 20, 21 de
Febrero de 1951, y 15, 16, 17, 19, 20 de Febrero de 1952; y HABHS, Diario
Norte, 16, 9, 13, 18, 20, 21, 22 y 26 de Febrero de 1947, 17, 19, 20, 21 de
Febrero de 1949, 16, 18 y 19 de Febrero de 1952, 19, 20, 21 y 22 de Febrero de
1953, y 16, 17, 18, 19, 22 de Febrero de 1954.
[39] Ciria, Alberto
(1983), “De conmemoraciones, símbolos y mitos”, en Ciria, Alberto, Política y cultura popular: la Argentina
peronista 1946-1955, De la Flor, Buenos Aires, s/p.; Philp, Marta (2012),
“Historias nacionales, historias locales. Una lectura en clave historiográfica
a partir de un acontecimiento: la conmemoración del Año Sanmartiniano”, PolHis, Boletín Bibliográfico Electrónico
del Programa Buenos Aires de Historia Política, nº 9, s/p..; Pagano, Nora
(2014), “Patrimonio y conmemoraciones durante el primer peronismo”, en Pagano,
Nora, Rodríguez, Martha (Comps.)
Conmemoraciones, patrimonio y usos del pasado. La elaboración social de la
experiencia histórica, Miño y Dávila, Buenos Aires, pp. 147-162.
[40] Ciria Alberto, 1983,
Ob. Cit.; Chamosa, Oscar (2012),
“Capítulo 3. El folclore criollo en la escena nacional”, en Chamosa, Oscar, Breve historia del folclore argentino
1920-1970: identidad, política y nación, Edhasa, Buenos Aires, pp. 101-141;
Plotkin, Mariano (1993), “Rituales políticos, imágenes y carisma: la
celebración del 17 de Octubre y el imaginario peronista 1945-1950”, Anuario del IEHS, VIII, pp. 153-174;
Neiburg, Federico (2003), “El 17 de Octubre en la Argentina. Espacio y producción
social del carisma”, en Balbi, Fernando y Rosato, Ana (Comps.), Representaciones sociales y procesos
políticos: Estudios desde la Antropología Social, Antropofagia, Buenos
Aires, pp. 215-245; Casas, Matías (2017), “Capítulo 4. La política y el gaucho:
la política del gaucho”, en Casas, Matías, La
metamorfosis del gaucho. Círculos criollos, tradicionalistas y política en la
provincia de Buenos Aires (1930-1960), Prometeo, Buenos Aires; Casas,
Matías (2018), “La Fiesta de la Tradición durante el primer peronismo: de José
Hernández a Juan Domingo Perón”, Sudamericana,
n°8, pp. 119-144.
[41] Ciria Alberto, 1983,
Ob. Cit.
[42] Bartolomé Mitre se convirtió en el
“historiador de la nación” y el “gran diseñador de ese pasado nacional”, y sus
obras fijan la interpretación de ese pasado. Philp Marta, 2012, Ob. Cit.
[43] Ciria Alberto, Ob. Cit.; Plotkin Mariano, 1993, Ob. Cit; Neiburg Federico, 2003, Ob. Cit.
[44] Neiburg Federico,
2003, Ob. Cit., p.218.
[45] Neiburg Federico,
2003, Ob.Cit., p.218.
[46]
Bourdieu, Pierre (1999), “Efectos de
lugar”, en: Bourdieu, Pierre (Dir.), La
miseria del Mundo, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, pp. 119-124.
[47] Neiburg, Federico,
2003, Ob. Cit., p.229.
[48] Chamosa Omar, 2012, Ob. Cit.
[49]
Casas, Matías, 2017, Ob. Cit.; Casas,
Matías, 2018, Ob. Cit.
[50]Además de aquellos
que lo hacían desde mediados del siglo XIX, como el ejército, la comitiva
gubernamental, funcionarios locales, la magistratura salteña, escuelas y
“pueblo” en general.
[51] Había sido creado
ese año.
[52] HABHS, Diario Norte,
20 de Febrero de 1953.
[53] Tanto el Instituto
Belgraniano de Salta como el Instituto Sanmartiniano tuvieron una fuerte
vinculación con la 5ª División del Ejército Argentino en Salta, ya que varios
militares –en especial coroneles- formaron parte de esos espacios. Esto tiene
sentido en tanto la BS fue construida desde el ámbito militar como un evento
fundante de las fuerzas armadas locales, ya que a partir de la década de 1930
su conmemoración se tornó en ocasión para que éstas reclamaran honores para los
“héroes” que dejaron su sangre y su vida en esa contienda bélica, valorada como
“hazaña militar” del Ejército del Norte, en tanto primer ejército “patrio”.
[54] Nacionalizado unos
años antes por el “peronismo”, con apoyo “oficial”, tuvo un lugar central en la
conmemoración del llamado “año sanmartiniano” por el centenario de la muerte
del “Libertador” General San Martín (1950).
[55] Según plantea Villagrán Andrea,
2012, Ob. Cit.; la Asociación
Tradicionalista de Salta Gauchos de Güemes se constituía allí en la “pata
güemesiana” de la elite
salteña –la cual por mucho tiempo había mantenido una posición conflictiva en
torno al reconocimiento del “héroe gaucho”, no así como había ocurrido con la
promoción de los homenajes y celebraciones por la BS del Club 20 de Febrero-,
porque a partir de su creación comenzó a celebrar y a organizar los actos
conmemorativos por el fallecimiento de Martín Miguel de Güemes y a monopolizar
su “culto” y la “honra a su memoria” y su gesta.
[56] Villagrán Andrea,
2012, Ob. Cit.
[57] El gobierno
provincial donó el terreno y el edificio donde se ubicó la Asociación
Tradicionalista de Salta Gauchos de Güemes hacia 1953, gracias a la gestión de
los directivos de esta institución y de algunos jefes del Ejército Argentino en Salta vinculados a
ella, con el entonces gobernador Ricardo Joaquín Durand, quien realizó
el ofrecimiento y se ocupó de que la donación y entrega del inmueble se
hicieran ágilmente. Durand provenía de una familia de la elite local con mucha
riqueza, que se había dedicado a la exportación de ganado, y luego a la
producción tabacalera, que había formado parte de la Sociedad Rural Salteña, y
del Club 20 de Febrero con algunos de sus miembros. El año anterior a esta donación, se había ejecutado la
cancelación de la personería jurídica del Club 20 de Febrero, siendo él el
primer mandatario provincial.
Además, encontramos que un socio
fundador de la Asociación Tradicionalista de Salta Gauchos de Güemes fue Julio
Argentino San Millán, quien junto a sus hermanos se incorporaron desde la Unión
Cívica Radical “Yrigoyenista” al “peronismo” y ocuparon importantes cargos de
gobierno y legislativos. Tenían grandes fincas dedicadas a la explotación
agro-ganadera en el departamento de Guachipas, y estaban emparentados
políticamente con los Durand (Julio Argentino y Ricardo Joaquín Durand
eran cuñados).
[58] La reiniciación de los
trabajos de este ferrocarril también fue inaugurada en ocasión de un 20 de
Febrero, en el año 1921 –la construcción había iniciado en la primera década
del 1900 pero luego de unos años había quedado paralizada hasta 1921-. Este
proyecto fue impulsado y apoyado fuertemente por las elites del norte argentino
y sobre todo por la salteña, en tanto habilitaba la conexión con los mercados
chilenos y posibilitaba una “salida” al océano Atlántico.
[59] Benedetti, Alejandro
(2005), “El ferrocarril Huaytiquina, entre el progreso y el fracaso:
Aproximaciones desde la geografía histórica del territorio de los Andes”, Revista Escuela de Historia, n°4, vol.1,
s/p. en línea: http://www.unsa.edu.ar/histocat/revista/revista0407.htm
[Consulta: 7, Octubre, 2021].
[60] Palabras de Lucio
Cornejo Linares publicadas en: HABHS, Diario Norte, 20 de Febrero de 1949.
[61] HABHS, Diario Norte,
20 de Febrero de 1949.
[62] Tal como sucedió con
la “Declaración de la Independencia Económica” firmada en San Miguel de Tucumán
el 9 de Julio de 1947 por parte del gobierno nacional, que se inspiraba en y
decía completar la “Declaración de la Independencia política” que había tenido
lugar allí en 1816. Ciria Alberto, 1983, Ob.
Cit.
[63] HABHS, Diario Norte,
20 de Febrero de 1953.
[64] HABHS, Diario Norte, 20 de Febrero de 1953.
[65] HABHS, Diario Norte,
22 de Febrero de 1953.
[66] HABHS,Diario Norte, 22 de Febrero de 1953. Este diario expresaba
primeramente las ideas de los “radicales yrigoyenistas”, y luego del Partido
Peronista.
Era
propiedad de quien fue el primer gobernador por el “peronismo” en Salta, Lucio
Cornejo Linares, con su hermano Juan Carlos (quien se desempeñó como legislador
por el “peronismo”) y otros socios “yrigoyenistas”.
[67] En el desarrollo de
la ciudad de Salta la plaza fundacional era el punto que conectaba a la ciudad
con el “mundo”, y en sus cercanías, en el “centro” o “núcleo” de la ciudad, se
concentraban hasta principios del siglo XX las residencias de las familias de
la elite; residencias que venían a representar la “presencia social y política”
de estas familias. Scobie, James (1982), “Consideraciones acerca de la
atracción de la plaza en las ciudades provinciales argentinas. 1850-1900”, en
Ardao, Arturo, Bagú, Sergio, Ciria, Alberto et.
al., De historia e historiadores.
Homenaje a José Luis Romero, Sigo XXI Editores, México, pp. 357-385;
Agüero, Gala (2014) “Entre la finca y el club de campo. Vínculos entre pasado y
presente en las prácticas de habitar un espacio ‘rural’. El Encón, Salta”, Memoria Americana, 22 (2), pp. 111-145; Losada, Leandro (2009) Historia de las elites en la Argentina. Desde la conquista hasta el
peronismo, Sudamericana, Buenos
Aires. Hasta la primera mitad del siglo XX la plaza fundacional de la ciudad de
Salta estuvo asociada como espacio casi exclusivo de la elite, hasta la primera
década del 1900 estuvo cercada y allí se realizaban los paseos exclusivos de
las “señoritas de la sociedad”; incluso se restringía el paso por la vereda del
Club 20 de Febrero a quienes no pertenecían a él o no estaban vinculados a sus
miembros, tal como ha sido
señalado por numerosos testimonios.
[68] El gobernador
“peronista” Oscar Héctor Costas se refirió de esta manera al edificio
consignado por el gobierno provincial al Club 20 de Febrero para
refuncionalizarlo como casa de gobierno, en el marco de un homenaje que habría
brindado el sindicato de Trabajadores del Estado a éste en su carácter de
gobernador, y al vicegobernador (Carlos Xamena) en agradecimiento y festejo por
la medida expropiatoria. ABHS, Diario El Tribuno, 6 de Agosto de 1950.
[69] Luego de la
expropiación del edificio del Club 20 de Febrero y su conversión en sede del
Poder Ejecutivo (1950), el baile siguió realizándose en otras locaciones hasta
1952: primero en el lujoso Hotel Salta, y luego en el local que los socios
adquirieron ubicado al lado del Cabildo, casa en donde habría tenido lugar el
baile de la noche del 20 de Febrero de 1813. En 1952, cuando el club fue
privado de su personería jurídica, testimonios de socios indican que los
miembros del Club 20 de Febrero habrían realizado “bailes clandestinos” en las
casas de algunos de ellos. Entrevistas realizadas por la autora en el marco de
su investigación doctoral: a Sergio Vega Castañares (22 de Abril de 2018) y a
Luisa Jennings Pardo (18 de Septiembre de 2019). Los nombres de los
entrevistados fueron modificados para preservar su identidad.
[70]
Guber, Rosana (1996), “Las manos de
la memoria”, Desarrollo Económico, vol.
36, n° 141, pp.423-442.