Revista
Andes, Antropología e Historia
Vol. 33, Nº 1, Julio –
Diciembre 2022
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licencia de Creative Commons Atribución - No Comercial CC BY-NC
https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/ ISSN Nº 1668-8090
Mauro, Diego (Coord.) Devociones
marianas. Catolicismos locales y globales en la Argentina. Desde el siglo XIX a
la actualidad, Prohistoria Ediciones, 2021, 300 páginas.
Es toda una invitación a la incertidumbre, resolver de
manera prematura, la tarea de reseñar una compilación de textos académicos
sobre devociones marianas en Argentina, siguiendo algún método prestablecido. Quince
capítulos coordinados por el historiador Diego Mauro, que reflejan igual número
de cultos católicos marianos desarrollados por diversas autorías, en algunos
casos, que se repiten. Creo no errar, al decir que se trata de una de las
primeras compilaciones académicas sobre la temática en el país. Incluye autorías
con diferentes trayectorias de investigación hermanadas en una red académica
sólida, solventada en variadas disciplinas de las ciencias sociales (antropología,
sociología, historiografía, comunicación social y geografía). Sin embargo, allende
su disciplinariedad múltiple, se trata de un libro de historiografía religiosa
plena.
La introducción denominada “Historia(s) de las devociones
marianas en Argentina. Siglos XIX-XXI” escrita por el coordinador de la obra, ha
sido un salvavidas inicial a la hora de encarar dicha tarea, sobre todo, porque
nos remite a las diferentes dimensiones
sociales que constituyen el fenómeno religioso: política, identidades
colectivas -distintos niveles de territorialidad y espectro político-, materialidades,
infraestructura, turismo religioso, aspectos de género, disputas
institucionales-laicas, etc. Se le puede sumar la generosa exposición de los
procesos históricos, ampliamente condensados (socio-religiosos y
socio-políticos), las alteridades en juego, ritualidades, espacialidades, parafernalia
religiosa, disputas ontológicas, expresiones artístico-culturales y actividades
económicas formales e informales involucradas, mostrando con ello, no sólo como
los “catolicismos” son “locales” y “globales” -subtítulo de la obra-, sino también, como internamente
revelan una diversidad religiosa constitutiva.
Una primera marca de lectura destacable de esta compilación,
es haber sido pensada, intuyo, como una obra destinada tanto al público
académico como no académico, primando una intencionalidad descriptiva a los fines de conocer, en muy pocas páginas (entre diez
y veinte), cada una de las devociones marianas relevadas desde el sur al norte
y desde el este al oeste del país. De todos modos, esta impronta descriptiva,
no ocupa totalmente el modo expositivo, observándose
en algunas autorías, de manera explícita, los soportes teóricos utilizados,
aunque en otras, no sean tan evidentes. Quizás también allí descansa otra
intencionalidad de escritura del libro: una exposición teórica mesurada. El
coordinador, en este sentido, aporta su mapeo teórico, mencionando el uso de escalas
de análisis locales donde se prioriza el “giro
ontológico” y la “religión vivida”;
se le pueden añadir los análisis interpretativistas y espaciales y la búsqueda
de simetrías entre agencias humanas y no humanas a nivel de sus ontologías.
De alguna u otra forma, los textos giran en torno a la
construcción de las matrices identitarias coloniales/provinciales/regionales/nacionales
y de las agencias religiosas contra-hegemónicas o alteridades en pugna
resultantes: indigenización y feminización de los cultos, “politización” de la
Virgen hacia la derecha y la izquierda del espectro político, la actuación de
las élites (sacras y profanas) y del plano popular (también religioso y
político), las disputas clericales intestinas, etc.; quedando de manifiesto,
según el coordinador, que “las devociones
se convierten en cajas de resonancia de las disputas ideológicas y políticas
que atraviesan a la Iglesia”. Cada autoría asignó en su texto, valores
diferenciales expositivos a las distintas instituciones y agencias religiosas
actuantes: laicos, clérigos, gobiernos, videntes, agencias no humanas
(vírgenes), etc.
Las vírgenes católicas fueron acompañando los procesos históricos del país, a veces, bajo su
expreso pedido (sus mensajes en las distintas “apariciones”), otras bajo decisiones
netamente humanas. De allí, que cada devoción
mariana al ser atravesada por un contexto socio-político particular, arrastrará
consigo, alguna o varias de las siguientes manifestaciones históricas: colonizaciones
misionales, nacionalizaciones, provincializaciones, regionalizaciones,
re-etnizaciones indígenas, militarizaciones, privatizaciones estatales,
mercantilizaciones turísticas y tensiones institucionales-laicas por el control
de sus cultos.
En razón de la complejidad de la obra, me adentraré en sus
quince capítulos, seleccionando algunas de sus dimensiones sociales constitutivas, resaltando en la medida de lo
posible, sus aspectos teóricos más relevantes. El orden de exposición de los
textos reseñados no es lineal respecto al orden de la compilación. Más bien,
sigue un camino de escritura afín al orden -azaroso o premeditado- de sus
lecturas. La presentación de cada capítulo no reproduce el título original de
la obra, sino el nombre de cada devoción mariana y las autorías de quienes las
describen y analizan.
El capítulo de Telma Chaile trata sobre la Virgen del Valle de
Catamarca. Virgen que aglomera una identidad regional y una “unificación devocional” del noroeste.
La presencia indígena está marcada en su mito de origen (siglo XVII). Algunas
de sus prácticas devocionales son cercanas a la “magia de contacto” y la concesión de milagros, propias de la
religiosidad popular. Una élite sacerdotal desplegó un control de orden
burocrático (escritos) sobre la esfera devocional. Es una historia cultural de
materialidades, agencias (humanas y no humanas), ritualidades, actores
institucionales y laicos.
El capítulo de María M. Tenti se refiere a la Virgen de Huachana
(Santiago del Estero). Virgen consustanciada con la ruralidad, el monte y la
población indígena/campesina desde sus orígenes devocionales (siglo XIX). Incorpora
versiones míticas nativas versus una teología simplificadora de ‘lo popular’.
Su alcance es regional (noroeste argentino) ligado
a la religiosidad popular, a la vez situado dentro de una propiedad privada. Su
culto actual -que la iglesia intentó controlar- es desplegado por laicos-servidores
organizados con apoyo de infraestructura estatal. En el texto prima la
interpretación simbólica, es muy descriptivo y finalmente se vuelca a lo
folklórico.
El capítulo de Roberto Di Stéfano y Diego Mauro, trata sobre
la Virgen de Luján (prov. de Buenos Aires), devoción iniciada en el seno de una
familia colonial (siglo XVII) que sustenta la identidad católica nacional desde
una cercanía con la metrópoli y la zona agropecuaria más pujante del país. El
texto da cuenta de los “diferentes
catolicismos” que aglutinó este culto, que a fines del siglo XIX se
encuentra con “la construcción del Estado
y de la Iglesia nacionales”. Sus procesos históricos involucran diversas
apropiaciones desde el “catolicismo
integral”, la Policía Federal, el criollismo folklórico-literario y el
nacionalismo católico-militar que la nombra su “Virgen Generala”. Es un trabajo centrado en las diferentes capas
de significados y contiendas políticas, sin descuidar los aspectos de la
devoción popular.
El capítulo de Ana M. Rodríguez y Mariana Funkner aborda la
devoción de María Auxiliadora en la provincia de La Pampa. Devoción salesiana,
evangelizadora, iniciada en el año1877. Sustancia religiosa de una identidad provincial
y regional, a la vez, “Patrona del Agro”,
apropiada por la institución eclesial según los parámetros evolucionistas y
civilizatorios que acompasaron la expulsión de los pueblos originarios durante
la Campaña del Desierto. Se trata de un texto abocado a la espacialidad y al
despliegue provincial del culto (edilicio, material y educativo).
El capítulo de María A. Nicoletti refiere a la Virgen de las
Nieves (San Carlos de Bariloche, Río Negro). Si
bien es una veneración que se remonta a la fundación de Buenos Aires (1580),
adquiere su carácter situado en Bariloche, a mediados del siglo XX. Promovida
en un principio por un teniente del ejército nacional luego es asimilada por el
ejército de montaña. Un culto que recién en la década del ‘90 se consustancia con
la religiosidad popular y la pobreza urbana, en un espacio devocional de
montaña. Este texto utiliza el giro ontológico por momentos.
El capítulo de Diego Mauro acerca de la Virgen de Guadalupe
(Santa Fé) remite a una devoción que despunta como culto familiar en el siglo XVIII.
Devoción que llega a consolidarse en el siglo XX como instrumento de una
identidad provincial y se consustancia con las vicisitudes de la economía
agraria en el plano popular, con las luchas seculares y anti-seculares, las
pastorales populares y organizaciones católicas de base, con el movimiento
obrero, las apropiaciones nacionalistas-militares y las luchas intestinas entre
órdenes clericales. El texto destaca por su condensación de procesos históricos
políticos y religiosos.
El capítulo de Ana I. Barelli sobre la Virgen Misionera de
la provincia de Río Negro, muestra una devoción pensada por un ala política
progresista de la Iglesia. Se trata de una devoción mariana surgida en la
década del ‘70 (siglo XX), creada y no legada
por la evangelización colonial. El texto le da mucha agencia a la Virgen que
territorializa, misionando y sacralizando el espacio, otorgando una identidad
provincial desde la valorización del componente indígena (Mapuche), campesino y
la “opción por los pobres”,
rivalizando con la imagen salesiana “que
acompañó la Conquista del Desierto”. Se trata de un análisis simbólico,
espacial y agencial.
Otro capítulo de María M. Tenti desarrolla la devoción a Nuestra
Señora de Loreto (Santiago del Estero). Su culto -introducido por los Jesuitas-
surge en un paraje santiagueño (siglo XVIII) al resguardo de una muchacha
indígena; pasa a manos de un “catolicismo
criollo de élite” (siglo XIX) y luego al Obispado y las asociaciones laicas
(siglo XX) antes de ser nombrada “Patrona
de la aviación argentina” (1943), cuando sus “festividades fueron más imponentes aunque menos populares”. El
texto describe su fisonomía devocional -en una zona rural afectada por el
recuerdo traumático de las inundaciones- mostrando la presencia de los desfiles
militares aéreos, a la vez, destacando los variados ingredientes que lo
constituyen como un típico festejo (sacro-profano) de la religiosidad popular
del noroeste argentino, donde retoman su protagonismo, recién en el actual
milenio, los devotos locales y comunidades de base.
El capítulo de Ana L. Suárez sobre la Virgen del Cerro
(Salta) muestra a una Virgen cuya devoción comienza a principios del siglo XXI,
precedida por apariciones marianas que involucran a una vidente llamada María
Livia. Su imagen religiosa fue construida, durante el actual milenio, al fragor
de la lucha por su legitimación, protagonizada por las autoridades eclesiales
salteñas, una orden religiosa femenina que apoya a la vidente y un grupo de
servidores que se sienten elegidos de la Virgen, al igual que aquella. A pesar
de localizarse en un cerro cercano a la capital salteña es una devoción que no
cuenta con el acompañamiento de la feligresía local; son personas provenientes
de otras provincias quienes se acercan, mayormente, al santuario. Dicha situación
es analizada como el efecto de una privatización del culto formalizada por una
élite laica. El texto presenta registros etnográficos experienciales y
teorizaciones sobre rituales y discursos religiosos, ofreciendo un análisis muy
completo.
Otro capítulo de María A. Nicoletti trata sobre la Virgen
del Nahuel Huapi o de los Puelches y Poyas (Río Negro). Virgen atravesada por una
identidad evangelizadora y una indigenización en tensión, mediada por el
paternalismo misional jesuítico en la Patagonia (siglo XVIII). Esto se
materializa, actualmente, en dos vírgenes paralelas que tratan de
consustanciarse identitariamente. Hay
una apropiación desde el “catolicismo integral” y un intento de espacialización
identitaria, a través del lago y la misión por sobre su condición indígena,
mediando “agencias estatales y
religiosas”. Respeto a esta condición, no se pretende un “proceso de re-etnización” sino un “pacto nacional y colonial” que
fortalezca las raíces de la cristiandad colonial de Bariloche. Se trata de un
texto procesual centrado en la construcción representacional de la imagen
recurriendo a las identidades y alteridades en juego, por momentos, adentrándose
en interpretaciones simbólicas.
El capítulo de Cleopatra Barrios refiere a la Virgen de
Itatí en el Noroeste Argentino. Devoción de comienzos del siglo XVII, que
sostiene una identidad provincial amalgamada con una identidad nacional -propia
del “catolicismo integral”-, cubriendo
capas conflictivas de indigenización y emblanquecimiento presentes en torno a
su imagen. La autora propone abordar otras instancias de legitimación
devocional, además de la burocratización eclesial (fundante del discurso de la “correntinidad hispano-guaraní católica”)
como las del “Cancionero Mariano
Chamamecero”, las devociones regionales por los bandidos rurales y su
trasnacionalización al Paraguay. Devoción analizada como un ‘hecho social total’,
en términos de Marcel Mauss.
El capítulo de Carlos Dawidiuk y Carolina Vogel sobre la Virgen
de Copacabana en Argentina desarrolla una devoción surgida en 1570 en la zona
del Lago Titicaca (Bolivia) que llega a nuestro país a través de la migración
boliviana. Imagen construida sobre una base de mestizaje cultural forzado,
entre la “resistencia indígena” y la “dominación colonial”, consustanciada
con las Huacas sagradas, el lago y los cultos agrarios indígenas. Se presenta
una panorámica de su devoción actual, ya marcada por la interculturalidad, en
distintos lugares del país, donde se le añaden elementos locales, como el caso
de Jujuy con procesiones de ‘sikuriadas’ y apachetas referenciales o el apoyo
del esquipo pastoral boliviano en las grandes urbes.
El capítulo de Tomás Giop describe el culto a la Virgen de
Urkupiña en Argentina: Devoción originaria de Cochabamba (siglo XVII) que al
igual que la anterior ingresa al país con la migración boliviana. Despunta y se
desarrolla con una materialidad sagrada indígena (las piedras), se hace símbolo
de “integración nacional” y adquiere
una lógica económica occidental como “prestamista”.
Las mujeres migrantes laicas asumen un papel muy importante en su culto. La
Iglesia en Argentina tiene una posición ambigua frente a esta Virgen. El texto
da cuenta de sus cultos situados y apropiaciones en diferentes provincias del
país.
El capítulo de Fabían Flores sobre la Virgen del Rosario de
San Nicolás (prov. de Buenos Aires), aborda el culto de una Virgen situada en
una ciudad bonaerense, cuya devoción se encuentra atravesada por un contexto
económico y político traumático: la privatización de una empresa estatal
metalúrgica y sus consecuencias críticas para el mundo obrero. Se enmarca
dentro de las apariciones marianas del siglo XX, en este caso, a Gladys Motta
-a comienzos de la década del 80-, esposa de un obrero metalúrgico, que a
diferencia de María Livia (Salta), no se expone públicamente como una elegida.
El autor propone un abordaje espacial intersectado por los diferentes
posicionamientos de la Iglesia durante su construcción devocional, dándole,
además, agencia a la Virgen como sostén de su exposición. Expresa que la
devoción, ya de alcance nacional, nace como un “patrimonio religioso cultural”, al cual, se le añade el turismo
religioso. Propone que la espacialidad del santuario es sacra no solo por la
irradiación de la imagen sino también por las prácticas devocionales.
El capítulo de Alejandro Frigerio, finalmente, desarrolla el
culto o devoción a Iemanjá en Argentina.
De entrada, aclara el autor que es “casi
una Virgen (africana) del Mar”, pero no es una Virgen en términos del
catolicismo hegemónico. Tiene la característica de ser una devoción
perteneciente a las religiones de matriz afro (Iemanjá es la Orixá del mar),
pero en Argentina, las trasciende cuando se festeja públicamente su día
celebratorio en las costas marítimas y ríos del país. El autor describe sus
celebraciones en la provincia de Buenos Aires, siempre en un tono etnográfico
muy preciso, incorporando los debates ecológicos sobre sus ofrendas,
ritualidades y búsquedas de legitimaciones y apropiaciones estatales. Si bien,
tanto Iemanjá como las Vírgenes católicas encuentran similitudes en su “aspecto maternal”, su diferenciación se
da respecto a su aspecto “virginal”,
que aquella no representa.
Pablo
Cosso
ICSOH-CONICET/
Universidad Nacional de Salta
kossopa@hotmail.com