Revista Andes, Antropología e Historia
Vol. 34, Nº 2,
Julio – Diciembre 2023
Esta obra está bajo licencia de Creative
Commons Atribución - No Comercial CC BY-NC
https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/ ISSN Nº 1668-8090
EN LO PROFUNDO DE UN “POCITO”... RUINAS, IMÁGENES Y
PAISAJES EN UN BARRIO DE CÓRDOBA
IN
THE DEPTHS OF A "POCITO"... RUINS, IMAGES AND LANDSCAPES IN A
NEIGHBORHOOD OF CÓRDOBA.
Graciela Tedesco
Instituto
de Antropología Córdoba, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas, Universidad Nacional de
Córdoba
gracielatedesco@ffyh.unc.edu.ar
Fecha de ingreso: 12/12/2022
Fecha de aceptación: 04/09/2023
Resumen
El
trabajo se propone explorar la profundidad espacio-temporal de un sector de
barrio Güemes (Córdoba) donde actualmente se construye un nuevo proyecto
inmobiliario, en un predio que fue poblado hasta finales de los ‘90 por villa
El Pocito, y hasta mediados de la década del ‘40 por el arroyo La Cañada. En
torno a este lugar donde conviven nuevas construcciones, ruinas y ausencias nos
preguntamos ¿qué memorias y temporalidades emergen entre las diferentes
materialidades y ausencias que atraviesan este lugar?, ¿qué nos cuentan ellas
sobre quienes daban vida a este espacio en el pasado a través de sus relaciones
y actividades?, ¿y qué revelan sobre el presente? Desde una perspectiva que
enlaza la etnografía y la arqueología, recurro al material recolectado y
producido en un proyecto colectivo sobre la historia y las transformaciones en
este barrio, que incluyó la recolección y clasificación de fotografías actuales
y antiguas; la consulta de archivos orales locales; la realización de
recorridos fotográficos por el sector y de entrevistas a vecinos y vecinas.
Palabras
claves: memorias, ruinas, imágenes,
antropología social, arqueología
Abstract
The
aim of this paper is to explore the spatial-temporal depth of a sector of the
Güemes neighborhood (Córdoba) where a new real estate project is currently
under construction, in an area that was populated until the end of the 1990s by
villa El Pocito, and until the mid-1940s by the La
Cañada stream. Around this place where new constructions, ruins and absences
coexist, we ask ourselves what memories and temporalities emerge among the
different materialities and absences that cross this
place, what do they tell us about those who gave life to this space in the past
through their relationships and activities, and what do they reveal about the
present? From a perspective that connects ethnography and archaeology, I will
use the material collected and produced in a collective project on the history
and transformations in this neighborhood, which included the collection and
classification of current and old photographs; the consultation of local oral
archives; the realization of photographic tours through the sector and
interviews with neighbors.
Keywords: memories, ruins,
images, social
anthropology, archaeology
Introducción
Para
muchas personas que llegan a la ciudad de Córdoba por primera vez, visitar
barrio Güemes los fines de semana supone pasear por los puestos de artesanías
que se encuentran en el Paseo de las Artes, así como por los locales de
vestimenta, decoración; bares y galerías que ocupan casas y negocios
restaurados con estilo vintage. Allí y
casi sin saberlo, los visitantes caminarán por lugares que décadas atrás fueron
conventillos, talleres de trabajo, almacenes de barrio, boliches, escuelas y
hasta conventos. Y por lugares que durante
el siglo XIX, recibieron el tráfico comercial que llegaba desde el
oeste y se detenía en la plaza de las carretas de Pueblo Nuevo a intercambiar
sus productos[1].
Asimismo, cuando se asomen al canal abierto de hormigón y piedra por donde pasa
el arroyo La Cañada, difícilmente imaginarán que hasta la década de 1940 dicho
cauce recorría zigzagueante por el barrio, en una geografía poblada de
desniveles, barrancas y monte.
Durante
el siglo pasado los habitantes de este barrio transitaron por sus angostas y
accidentadas calles, y presenciaron las crecidas de un arroyo que en ciertas
ocasiones arremetía contra puentes y casas. Allí, la demora de intervenciones
públicas generó pedidos por el arreglo de calles y el acceso a servicios de agua
y alumbrado; así como también, la elaboración de estudios y proyectos para el
“desarrollo” o modernización de esta zona[2].
En
la actualidad, algunos aspectos de ese pasado son presentados a visitantes,
turistas y nuevos residentes en su plaza de artesanos, espacios
gastronómicos, salas de teatro y centro cultural. Asimismo,
el barrio experimenta un fuerte impulso inmobiliario, con la construcción de
edificios en altura en las principales avenidas. Esto ocurre en el marco de un
proceso de "embellecimiento estratégico" que, como señalan Boito y Pereyra, implica un conjunto de transformaciones
socio-territoriales en Córdoba, debido a la articulación entre Estado y mercado
en materia de intervenciones urbanísticas, que van desde el hábitat y las vías
de circulación, hasta la creación de corredores turísticos[3]. En
esta dirección, Ferrero y Gallego advierten en barrio Güemes la actuación de un
plan de revalorización histórica selectiva que propone hacer
de él un nuevo barrio, pensado y diseñado para el consumo y el turismo[4].
Algunas de estas transformaciones
comienzan a perfilarse en la década del 90 con la implementación de un programa
de recuperación de fachadas en calle Belgrano[5]
y la expropiación en 1994 de la casa y almacén de ramos generales de la familia
Tucci, que en 2005 se reabrió como Centro Cultural. Entre 2003 y 2005 se
desarrolló el Programa de recuperación de la memoria afectiva, que ubicó
cartelería referida a historias locales y vecinales en distintos puntos del
barrio, a modo de Libro Callejero. En 2009 el municipio aprueba el plan “Portal
Güemes” con apoyo de la provincia y la Cámara de Turismo, que buscó el
mejoramiento estético de calle Belgrano entre Montevideo y Fructuoso Rivera
para generar un espacio de paseo, consumo artístico y de antigüedades[6].
Unos años después el municipio crea el “Distrito Joven”[7]
en este sector, e incorpora bancos, luces led, adoquinado y el ensanche de veredas de calle Belgrano entre avenida Pueyrredón y Bv. San Juan[8].
Más
allá de estas transformaciones, en el andar cotidiano por Güemes descubrimos una amplia variedad de edificaciones con distintos
grados de renovación, conservación, deterioro y/o abandono. Las fachadas que suelen restaurarse son las de aspecto italianizante construidas a inicios del siglo XX, mientras que aquellas construcciones menos
atractivas, simples y deterioradas por el paso del tiempo o por sus materiales
precarios, no son incorporadas a los procesos de revitalización. Como
tampoco aquellas cuya materialidad no está a la vista, como se evidenció en el
conflicto producido en 2018 en torno a la extracción de adoquines y cunetas
originales de calle Belgrano, que generó el reclamo de grupos defensores de lo
patrimonial[9].
Podríamos preguntarnos entonces ¿qué sentidos tiene el pasado de barrio Güemes para quienes hacen obras, abren
sus negocios, integran grupos defensa patrimonial, o viven en este lugar? Como sugiere Gravano[10],
una pregunta de este estilo nos invita a indagar en los sistemas de significación que
conforman imaginarios urbanos sobre el barrio, mediante los cuales los actores
sociales no sólo viven en la ciudad, sino que viven la ciudad misma,
construyéndola como representación simbólica. Estas significaciones engloban
también modos de relacionarse con las cosas, que no constituyen materia inerte,
sino que actúan sobre esos sentidos y cuentan sus propias historias. Así, las
edificaciones que vemos en el barrio pueden ser pensadas como resultado de
políticas e ideas sobre lo urbano, pero esta es una parte de lo que se podría
contar. O pueden ser miradas en su “materialidad”, propiedades y formas; pero
ello supondría también sólo otra parte. En cambio, explorar sobre cómo esas
construcciones se despliegan en la práctica, nos lleva a observar el movimiento
incesante en el que sus atributos y sentidos no son fijos sino procesuales y
relacionales[11].
Es decir, donde cada cosa y lugar barrial emerge de su participación en un
entorno total y entre múltiples temporalidades. En este sentido, cada lugar es
una historia condensada, un palimpsesto que resulta de la
acumulación y transformación de actividades sucesivas y generan paisajes
complejos[12].
Y que, como sugiere Golda-Pongratz[13], “se
configuran con huellas visibles e
invisibles de usos colectivos e individuales que se superponen, borran,
reimprimen y transforman constantemente en cada momento histórico, en cada recorrido urbano”.
Si
nos apartamos de la calle Belgrano y caminamos hacia el oeste o el sur de
barrio Güemes, notaremos rápidamente una mayor presencia de edificios y casas bajas de construcción sencilla, sin un
estilo arquitectónico definido y modificadas según las necesidades de quienes
las habitaron. Algunas se presentan agrietadas, despintadas y escritas con
grafitis, con interiores en los que ha crecido vegetación, con veredas rotas,
puertas tapiadas y techos derrumbados. Varias con
carteles para su venta y prontas a devenir en ruinas y escombros. No obstante, ellas nos conectan también con el
pasado barrial. Como señalan Pétursdóttir y Olsen[14], las
ruinas suponen “una perturbación ambiental y estética que representa una presencia
triste e indeseada que debe ser erradicada o transformada, en lugar de algo que
debe ser cuidado, o aceptado, en su estado actual de ser”. Dicha
perturbación se profundiza cuando son
ocupadas por personas que no serían reconocidas como parte del barrio o de sus
valores, lo cual activa representaciones sobre lo no barrial (los que
“usurpan”). Asimismo, las ruinas nos acercan a geografías y temporalidades
alternativas que integran estos espacios urbanos, y tienen las características
de toda memoria, incluida su incompletitud, su enredo irracional, su no
linealidad y su estrecha relación con el olvido[15]. Ellas
están pobladas de fantasmas
y huellas de un pasado no reconocido, y traen
energías que supuestamente han sido extinguidas y olvidadas[16].
A
continuación me propongo explorar la profundidad espacio-temporal de un sector
de barrio Güemes en el que conviven nuevas construcciones, ausencias y ruinas.
En dicho espacio el grupo empresarial PROACO construye actualmente un proyecto
de torres residenciales, oficinas, espacio comercial y cocheras denominado
“Pocito Social Life”, en un predio de más de 11.000
m2 que fue habitado hasta finales de los ‘90 por la comunidad de “El Pocito”, y
atravesado hasta pasados los ‘40 por lifeel arroyo La Cañada.
Atendiendo a capas y huellas de este sector me pregunto ¿qué memorias y
temporalidades emergen en este lugar?, ¿qué cuentan las mismas sobre quienes en
el pasado daban vida a este sector a través de sus relaciones y actividades?,
¿y qué nos dicen sobre el presente barrial?
Para descubrir las respuestas indagaremos
espacios y tiempos del “Pocito” a partir del material recogido durante un proyecto
colectivo más amplio[17], que
implicó la búsqueda de diferentes imágenes, de fuentes primarias y secundarias;
el análisis de archivos orales y la
realización de entrevistas y recorridos a pie con algunos vecinos.
En la primera parte, visitamos los
contornos del emprendimiento inmobiliario que actualmente se construye,
atendiendo a aquellas huellas y marcas de un pasado reciente que emerge en
diferentes materialidades. En un segundo momento, se indagan algunas ausencias
que configuran también este lugar, como la Villa El Pocito que fue
relocalizada, y el cauce del arroyo desplazado con la Sistematización de La
Cañada. Finalmente, retrocedemos hasta un pasado más distante, a partir de
imágenes tomadas en 1927 que nos ayudan a conocer otras historias en este
territorio.
Figura 1: Plano de la ciudad de Córdoba con barrio Güemes
señalizado en verde
Fuente: Wikipedia, barrios de Córdoba. En línea: https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Barrios_de_Cordoba_Argentina.svg
[consulta: 20 de abril de 2023]
Figura 2: Plano de barrio Güemes y ubicación del Pocito Social
Life en rojo
Fuente: Catastro de la Ciudad de Córdoba, 2019
Huellas
y texturas
En
2020, luego de dos años desde que había sido anunciado[18],
comenzó a edificarse el “Pocito Social Life”, cuyo
lema publicitario “Revolución de la evolución” sugiere una transformación
radical de ese espacio. El predio tiene 11.500 m² y se encuentra entre calles
Vélez Sársfield y Turrado Juárez al 1000 de barrio
Güemes.
Caminando
por calle Vélez Sársfield, vemos altos carteles que
tapan la obra, con imágenes alusivas al futuro del emprendimiento. En las
mismas se muestran las tres torres de departamentos terminadas e iluminadas, amenities con piscinas y
gimnasios, locales de compras con personas paseando; e interiores confortables
con amplios ventanales que miran a la ciudad.
Figura 3: Emprendimiento Pocito Social Life
desde Av. Vélez Sársfield. Agosto 2022
Fuente: Fotografía de la autora
Figura 4: Afiche publicitario del Pocito Social Life. Agosto 2021
Fuente: fotografía de la autora
Según
indica la publicidad, los edificios tendrán su ingreso por avenida Vélez Sársfield mirando a barrio Nueva Córdoba. La vereda frente
a esas entradas también comienza a cambiar. Allí hay algunos edificios
construidos recientemente y se han vendido y tapado con carteles lugares de
casas bajas y galpones que aguardan su demolición. También en esa cuadra hay
nuevos comercios y un bar-cervecería llamado La Terminal, instalado en lo que
originalmente fue un galpón de empresa de transporte. Décadas atrás, muchos de
los galpones de esa avenida eran utilizados para estacionar colectivos,
dado que unas cuadras más abajo se encontraba la terminal de ómnibus
interurbanos de la ciudad. Hacia fines de los `70 la misma fue trasladada y
esos galpones se transformaron entre los 80 y 90 en cocheras para autos,
talleres de automotores, gomerías y depósitos. Llegado el 2000 algunos fueron
utilizados para pistas de karting y canchas de fútbol 5.
Actualmente por la avenida Vélez Sársfield circulan numerosos autos, colectivos y trolebuses
que tienen allí sus paradas. Asimismo, a cualquier hora del día es común
advertir gran cantidad de transeúntes, principalmente estudiantes que esperan
su transporte o que van camino o de regreso de Ciudad Universitaria, personas
que se atienden en el Hospital Misericordia, obreros de la construcción que
trabajan en las obras de la zona, o empleados de comercios o de casas de
familia. Y junto a este bullicio y movimiento, se escucha el martilleo y las
máquinas trabajando en el predio del Pocito. Durante el primer año de la obra
se realizaron tareas de excavación que casi pasaron inadvertidas detrás de los
carteles publicitarios. No obstante, en los últimos meses comenzó a elevarse la
estructura de la primera de las tres torres, junto a una alta grúa que asiste
el traslado de los materiales.
A mediados del 2021, advertí en los
carteles publicitarios del emprendimiento que dan a la avenida, unos agregados
con aerosol que irrumpen la estética ordenada de los carteles. En ellos se lee,
escrito con aerosol y en letras desparejas: “Já,
já, já, Muerte a los
chetos”. Meses más tarde, en otro de los carteles que lleva el sello
de la empresa constructora, se sumó la inscripción “Villa Pocito”, una flor y el número '50.
Figura 5: Mensaje con aerosol en una de las chapas que rodea
la obra. Agosto 2022
Fuente: Fotografía de la autora
Figura 6: Intervención con aerosol que nombra a la Villa que
antes existía en este lugar. Agosto 2022
Fuente: Fotografía de la autora
Estas inscripciones ofrecen indicios de la
presencia de un sujeto que expresa su diferencia respecto a quienes ostentan su
poder económico (chetos), y también, el recuerdo de un
sujeto colectivo que ha sido excluido de ese espacio (villa Pocito). Si
seguimos caminando, en la esquina de Vélez y Pueyrredón, encontramos una
edificación pintada de color marrón claro. Se trata de la escuela Roque Saenz Peña inaugurada en 1940 por el gobernador Amadeo
Sabattini en el marco de un proyecto pedagógico moderno que construyó escuelas
en esquinas estratégicas de la ciudad. Si bien en la actualidad esta
construcción parece baja en relación a los edificios vecinos de avenida Pueyrredón
-y lo será más aún cuando acaben las tres torres-, en décadas pasadas su
estructura se destacó entre las construcciones sencillas y bajas que poblaban
el sector.
Figura 7: Escuela Roque Sáenz Peña
entre Vélez Sársfield y Pueyrredón. Agosto 2021
Fuente: Fotografía de Sofía Villagra
Bajando por avenida Pueyrredón doblamos a
la izquierda y nos encontramos con el pasaje Turrado Juárez. Allí se ubica la
parte posterior de la obra y el portón por el que ingresan y salen sus
trabajadores y transportistas. En la cuadra del frente, vemos viviendas
rectangulares y con un predominante color cemento. La angosta línea de mosaicos
y el pasto crecido de esta vereda dificultan transitarla. Casi en la esquina
con calle Peredo, hay una tapia baja con un cartel que dice “Se vende”, y desde
su terreno asoma un árbol de ramas frondosas que ocupa buena parte del mismo.
Su verde sorprende y contrasta con la abundancia de cemento y asfalto. Su copa
desordenada y amplia llega hasta la vereda y difiere de aquellos árboles delgados
y bajos que predominan en la zona.
Figura 8: Pasaje Turrado Juárez mirando hacia Pueyrredón.
Septiembre 2022
Fuente: Fotografía de la autora
Continuemos caminando por los contornos de
la obra. En la esquina del pasaje Turrado Juárez y calle Peredo dos casas altas
llaman la atención. Sus frentes dan a la calle, tienen aberturas elevadas con
postigos y presentan un avanzado estado de deterioro. Las separa una pared baja
pintada con un mural colorido y un pasillo. Una de ellas tiene una fachada de
ladrillos naranjas gastados y aberturas despintadas, y en su frente cuelga un
viejo cartel oxidado que dice “Vendo” junto a un número de teléfono. A pesar de
su precario estado, la misma aloja un taller de carpintería y continúa siendo
habitada. La segunda casa está pintada de color claro y tiene diferentes
inscripciones de grafitis. Su puerta de ingreso tiene una reja y sus ventanas
están en parte tapiadas.
Figura 9: Casas altas antiguas que se encuentran sobre calle Peredo.
Septiembre 2022
Fuente: Fotografía de la autora
Dado el contexto de embellecimiento y elitización que atraviesa barrio Güemes, podría
considerarse que esas casas se encaminan a ser compradas, refaccionadas o
demolidas. No obstante, el considerarlas “en camino a”, les resta su riqueza,
ya que ellas “son” en sí mismas, en su estado material actual. Los ladrillos
desgastados, las grietas en sus paredes, las rayaduras en sus puertas, la
pintura descascarada e intervenida con grafitis, constituyen un campo de
exploración que nos conecta a formas constructivas y modos de vida del pasado y del presente. En este sentido, en lugar de pensarlas como restos de
un Güemes que ya pasó o que aguarda cambios, podemos aprender lo que tienen
para decirnos sus materiales y texturas; y descubrirlas como piezas de un
paisaje barrial siempre multitemporal.
Memorias de la villa, las familias, el cauce
En carteles,
paredes, baldíos, construcciones y calles, encontramos marcas vinculadas al
pasado de este barrio. Algunas nos hablan de cosas que ya no están, sin que
ello implique que sus historias desaparezcan. Como
sugieren Bille et al, las ausencias participan en una interrelación ambigua
entre lo que está y lo que no está, e inciden en la vida cotidiana de las
personas[19]. La inscripción con aerosol sobre el cartel
de la empresa constructora recuerda a Villa El
Pocito, mudada de ese lugar a fines de los 90. Las negociaciones para su traslado
se iniciaron en 1994 en el marco de la Mesa de Concertación de Políticas Sociales, pero la crisis política y económica que en
ese momento atravesaba la provincia llevó a que el gobierno cortara en 1995 los
programas sociales de concertación. Sin embargo, la lucha activa de ONGs y organizaciones territoriales logró reanudarlos,
poniendo el gobierno provincial la condición de que las negociaciones para la
construcción de las viviendas se efectuaran directamente con la cooperativa de
habitantes, sin la intervención de las ONGs y la
UOBDS[20]. Finalmente, en marzo de 1998, las familias fueron trasladadas a 181
casas ubicadas en tres barrios de la ciudad. De este modo, hacia fines de los
90 El Pocito tuvo gran visibilidad pública, aunque no sólo por sus vaivenes
habitacionales. También fue parte de noticias sobre hechos delictivos e
inseguridad urbana[21], con lo cual se reforzó la idea de su riesgosa presencia para los
barrios cercanos. El diario reseñó el día de su traslado:
Para la Policía
provincial El Pocito era considerada una zona de "alto riesgo", por
la reiteración de delitos en las zonas aledañas. La Dirección General de
Operaciones destinaba diariamente 45 hombres para que conformaran un
"anillo" de prevención en el asentamiento. A los que había que sumar
los grupos de apoyo (móviles, carros de la Guardia de Infantería, etcétera)[22]
Este anillo
policial y los discursos mediáticos impactaron en esa comunidad y en cómo era
vista. Así, su representación como “villa” teñida por el delito, tomó más
fuerza que su existencia como comunidad en un lugar con características
topográficas singulares. El Pocito fue atravesado por valoraciones morales que
legitimaron la urgencia de relocalizarla, sin que entrara en debate el poder
mejorar sus condiciones urbanas y habitacionales dentro del barrio.
En los días
siguientes a la reubicación, el diario reseñó el optimismo de los vecinos
relocalizados, quienes “ahora sí” tendrían una vida digna. Y poco habló del
antiguo Pocito que fue demolido por completo, o bien lo hizo para comentar su
pasado marginal y “villero”[23]. Otra nota refirió a la añoranza de las
maestras de la escuela Roque Sáenz Peña por los 70 niños del Pocito que ya no
eran parte de su alumnado; y a las emociones de alivio y nostalgia que sentían
los vecinos de barrio Nueva Córdoba por el traslado[24]. Si bien durante ese año el gobierno convocó a un concurso de proyectos
para construir viviendas para clase media[25],
ni éste ni otro plan se concretó en el predio, y durante 20 años sólo hubo allí
un amplio baldío que fue adquirido finalmente por el grupo empresarial.
A
mediados del 2021 conocí a Stella Maris Fontana. Su esposo había tenido durante
muchos años una despensa próxima al
Pocito, y varias familias de allí eran sus clientes. Como recordó, “ellos compraban
lo que necesitaban en el día, de contado y siempre pagaban. Muchas de esas
casas eran de material bien hechas y la gente que vivía ahí trabajaba en
distintos lugares”[26].
En mi segunda visita, Stella Maris me mostró unas fotografías impresas que
había tomado un día antes y un día después de la relocalización. Sabiendo que
faltaba poco para que vinieran los camiones a desocupar las casas, tomó su
cámara y le pidió a un vecino que la dejara subir a su balcón, para tener un recuerdo de cómo era la villa.
Las fotos mostraban casas distribuidas de manera espaciosa y con enormes
árboles. Ella afirmó: “Era como el pulmón
verde de esta zona, muchos acá queríamos que se mantuvieran los árboles, que se
hiciera como un parque… Pero los fueron sacando y ahora con la obra hay tierra
por todas partes”[27].
Al día siguiente de producido el traslado Stella Maris volvió al lugar a tomar
otras fotos. En ellas se ven los escombros esparcidos y algunas paredes por
derribar; así como policías y móviles custodiando el accionar de las topadoras.
Tomé sus fotos y las registré una por una, pero al día siguiente recibí un
mensaje de Stella que me enviaba una imagen de las fotografías acomodadas del
siguiente modo:
Figura 10: Villa El Pocito antes y después de su relocalización
Fuente: Fotografías de Stella Maris Fontana, vecina de Bº Güemes
Al acomodarlas así, Stella Maris sugería un antes y un después. En la columna de la izquierda, las
casas bajas del Pocito y sus frondosos árboles tienen por fondo los galpones de la avenida
Vélez Sársfield y los edificios de barrio Nueva
Córdoba. A la derecha, los escombros aplanados, las huellas
de las topadoras, el predio custodiado, los árboles. En su contraste, las fotos traen al presente las fuerzas que
vinculan lo que fue con lo que quedó, las casas y árboles habitados con los
escombros. Al respecto, Golda-Pongratz nos enseña que las fotografías forman parte del
territorio, de su registro y de su historia, constituyen una especie de archivo
territorial activado que nos ayuda a comprenderlo y a vigilarlo[28].
Otro vecino de
Güemes, Adalberto Rentini, me contó un día que cuando
fue niño (década del 60) vivió en la casa de sus abuelos, en pleno Pocito[29]. Esa casa no formaba parte de
aquellas que fueron trasladadas, pero se encontraba a muy poca distancia de las
mismas, junto al pasaje Turrado Juárez que en ese momento se llamaba San
Martín. Asimismo, en esas primeras charlas Adalberto lo llamó siempre el Pocito a secas, sin anteponer la palabra villa; indicando una diferencia más
topográfica que social, con familias al mismo tiempo separadas y unidas por un
pasaje.
Si bien la casa
de sus abuelos continuaba en pie, estaba muy modificada por lo que se
comprometió a buscar una foto antigua que había visto en un libro. A los pocos
días me envió la foto por whatsapp. La imagen captaba
el puente de calle Belgrano y al fondo, una casa baja con dos puertas a la
calle. La foto era parte de una publichabiación
académica sobre La Cañada[30],
pero cobraba especial familiaridad para Adalberto dado que allí había vivido su
familia. Busqué la publicación y otra foto aparecía junto a la anterior, y se
la envié a Adalberto.
Figura 11: Fotografía de la casa de la
abuela de Adalberto, enviada por él
Fuente: Barbieri, Sergio y Boixadós, María Cristina
(2005) El cauce viejo de la La Cañada. Fotografías 1885-1945, Córdoba, edición
de los autores, p. 26
Figura 12: Fotografía del cauce en la
que se ve la casa de los abuelos de Adalberto
Fuente: Barbieri, Sergio y Boixadós, María Cristina (2005) El cauce viejo de la La Cañada. Fotografías
1885-1945, Córdoba, edición de los autores, p. 26
Sus abuelos tuvieron en esa casa un
almacén con despacho de bebidas, entre las décadas del ‘40 al ‘60. Adalberto recordaba que la casa tenía
también un huerto, árboles frutales y gallinas. Y que en esa misma esquina
había un pico público donde los vecinos concurrían, llenaban sus tarros y los llevaban
de nuevo a sus hogares, dado que no contaban con red de agua domiciliaria[31]. También señaló que en el pasaje solía
jugar junto a otros niños del Pocito, y practicar fútbol en otras canchas de la
zona. Comentó que en los días de tormenta, su abuela abría su casa para
refugiar a las familias del Pocito cuyas viviendas se inundaban, dado que el
agua corría retomando el cauce original. Y que la escuela Roque Sáenz Peña
también recibía en las noches a las familias que se inundaban. De este modo, en
cada tormenta resurgía una capa del pasado de ese lugar[32].
Hasta
la década del 40 el arroyo La Cañada pasaba por ese lugar. Este hilo de
agua descendía desde el sudoeste,
doblaba a la altura de calle Brasil en dirección al este, se curvaba junto a la
avenida Vélez Sársfield y luego cruzaba hacia
Fructuoso Rivera para hacer una nueva curva en el pasaje Escuti
al oeste del barrio. Pero luego de una violenta crecida ocurrida en 1939, el
gobierno provincial decidió construir un ancho canal de hormigón recubierto con
piedra calcárea para encausar el arroyo, a lo largo de 2,5 km, entre el río
Primero y la cuadra comprendida entre las calles Brasil y Perú. La obra incluyó
la construcción de avenidas
a sus costados y puentes en la intersección del canal con las calles en sentido
este-oeste, resultando la
superposición de la traza del arroyo con la matriz cuadricular de la ciudad[33].
Pero tan importante como las construcciones
involucradas en la Sistematización, fueron las múltiples demoliciones ocurridas
a lo largo de los márgenes del nuevo canal. Cientos de casas que colindaban con
el arroyo fueron expropiadas y derribadas[34], y decenas de árboles centenarios fueron
talados[35]. Así, a medida que el canal se fue
levantando, el paisaje del antiguo cauce se fue tornando escombros. La
Sistematización incluyó el enderezamiento de la curva del arroyo a la altura de
barrio Güemes, que se desvió hacia el oeste. Y el espacio dejado por el cauce
se fue rellenando y poblando. En relación a esto, un cartel perteneciente al
Programa de Memoria Afectiva de la Municipalidad de la ciudad de Córdoba señala
que en la década del 50 distintas familias comenzaron a llegar a este lugar
nombrado como El Pocito[36].
Estas familias se sumaron a las que había previamente en las orillas, cuyas
historias nos hablan de un momento distinto de esta zona, cuando la vida se
entretejía con el arroyo.
Vivir junto al arroyo
Visitemos algunas fotografías de fines de la
década del 1920, que captan el sector en un momento en el
que el arroyo realizaba curvas en su paso por el barrio, cavaba una hondonada y
se aproximaba a las casas, patios y corrales. En algunas ocasiones ese mismo
arroyo avasallaba todo lo que encontraba a su paso, cuando en épocas de lluvia
crecía estrepitosamente. Pero fuera de esas ocasiones, La Cañada era un arroyo
manso que acompañaba las distintas actividades de los vecinos de Güemes.
La
imagen que recorreremos a continuación se compone de cuatro tomas fotográficas
que unidas dan sensación de gran panorámica. Las fotografías formaban parte del Plan Regulador y de Extensión para la Ciudad
de Córdoba (de ahora en más PRECC), encargado por el intendente Emilio
Olmos (gestión 1925-1929) y confeccionado
por una comisión encabezada
por el urbanista Benito
Carrasco en 1927[37],
en un momento en el que
el urbanismo se tornaba una disciplina reconocida en su especificidad para el
desarrollo de las ciudades. Carrasco
diseñó un plan para Córdoba
orientado por nociones de embellecimiento
urbano, higiene y funcionalidad vial, proponiendo intervenciones monumentales
en edificios públicos, parques, bulevares[38]. En su
informe, Carrasco describe La Cañada como “el foco más grande de infección que tiene la ciudad”[39], y propone entubarla y generar un
conducto subterráneo desde su paso frente al Hospital de Tuberculosos en Güemes
hasta su desembocadura en el río Suquía (aproximadamente 3.500 m). Si bien el
entubamiento no se concretó (ni el plan), el trazado del canal abierto
producido dos décadas más tarde tendría dimensiones similares.
Figura
13: Panorámica del
sector de La Cañada entre Vélez Sársfield y actual
Pueyrredón
La composición fotográfica de este punto
de La Cañada es utilizada por Carrasco y equipo para mostrar el sector y al
mismo tiempo indicar la necesidad de transformarlo con miras a su higienización
y progreso.
Sin embargo, cuando cambiamos de
perspectiva y buscamos acercarnos y experimentar las diferentes escenas de la
imagen, otras cuestiones comienzan a surgir. Desde esa proximidad, podremos
quizás imaginar pasar junto a sus
transeúntes y residentes; sentir las inclinaciones del terreno, la temperatura
del sol o las sombras; los sonidos y olores. Y desde esa experiencia, encontraremos
fragmentos de un paisaje que en sus continuidades y ausencias llega
hasta el presente, aunque hayan pasado casi 100 años desde que se tomó la imagen. Como sugiere Ingold,
los paisajes se constituyen como un registro permanente -y testimonio- de la
vida y obra de las generaciones pasadas que han habitado en él, y al hacerlo,
han dejado allí algo de sí mismos[40].
A continuación exploraremos las
fotografías que muestran este sector de la Cañada a fines de 1920, prestando
atención a los actores y actividades que aquí se asocian y que configuran
diferentes ritmos.
La calle recta y los ranchos
Figura 14: Acercamiento a
avenida Vélez Sársfield desde esquina con Pueyrredón
Fuente: FAUD, Carrasco, Benito,
(1927), Ob. Cit. p.82
Es mediodía y promedia el año 1927. El
fotógrafo (y algún ayudante) se encuentra en la zona sur de la ciudad, más
precisamente entre las calles Vélez Sársfield y
Pueyrredón, y elije un punto alto y con perspectiva amplia, aunque sabe que
está allí para retratar parte de La Cañada. El panorama se le presenta diverso
y cautivante. No decide aún qué punto retratar porque hay varios aspectos a
tener en cuenta, pero finalmente se define por realizar tomas consecutivas y
luego unirlas.
Forma parte del equipo de Benito Carrasco
y debe fotografiar algunos lugares de la ciudad, en particular aquellos en los
que el plan recomienda realizar nuevas obras. Por ello las fotos que saque
captan el presente de zonas que en el futuro podrían ser transformadas, si es
que se siguen las recomendaciones. El fotógrafo apoya su trípode, da una mirada
más y presiona el botón para captar la primera escena.
Un joven de guardapolvo blanco y cuaderno
bajo el brazo avanza por la calle Vélez Sársfield,
recta y de tierra. Está concentrado en sus pasos, ya que no puede llegar tarde
a la escuela y aún le falta varias cuadras. Por ello no se distrae en mirar al
fotógrafo que se ha parado a pocos metros de allí, y está inclinado sobre su
cámara. La calle tiene una línea de postes de electricidad a un costado y
varias casas altas del otro lado. Unos pasos por detrás del estudiante, un
hombre de traje oscuro y boina se detiene con las manos en los bolsillos y mira
al fotógrafo. No parece tener ningún apuro, así que se entretiene observando el
despliegue generado para tomar las fotografías. A cierta distancia del lado
izquierdo, avanza otra persona caminando por la calle. El tránsito no es mucho
y está compuesto principalmente por jardineras y caballos, por lo que los
transeúntes van y vienen con tranquilidad. El otro medio de transporte, el
tranvía eléctrico, acaba de pasar por los rieles que se ven en el centro de la
calle. Va en dirección a la zona del sanatorio para tuberculosos (hoy hospital
Misericordia) y la cárcel de encausados. El sonido de su campana se torna cada
vez más bajo a medida que se va alejando.
Un cerco bajo de postes y alambre separa el
terreno de la casa baja y blanqueada que se encuentra justo en la esquina. Al
lado de la misma, una construcción más endeble parece utilizarse como depósito
de cosas.
Unos
20 metros hacia atrás, hay un rancho con techo de paja que en lugar de mirar
hacia la avenida, ha optado por una orientación más favorable, hacia el
norte. Este tipo de ranchos que
abundaba por la zona, estaban hechos con materiales sencillos de encontrar como
barro, postes, cañas y paja, y podían ser construidos y mantenidos por sus
dueños. Afuera del rancho aparece sentado un perro pequeño; y cerca de allí,
hay una casilla pequeña junto a árbol de espinillo bajo, al parecer utilizada
como excusado o baño.
En el fondo de la imagen, a cierta
distancia el terreno se eleva y aparecen construcciones de mayor tamaño. Una de ellas
es de color blanco y techo
de tejas. Se trata del nuevo sanatorio para enfermas de tuberculosis y sus
hijos, gestionado por la sociedad de damas de la beneficencia. El otro es un
edificio más oscuro de varios pisos y con decenas de ventanas: la nueva cárcel,
construida por el gobierno provincial. Ambas instituciones comenzaron a
edificarse en los primeros años de 1920 y para esa altura ya están en
funcionamiento. Las mismas sumaron al
barrio el andar de trabajadores y especialistas dedicados a la atención de la
tuberculosis; y a la seguridad carcelaria. Y alrededor de ellas también se
establecieron almacenes y negocios para atender las necesidades de empleados,
visitantes e internos.
El arroyo y los patios
Figura 15:
Acercamiento y
vista hacia el sudoeste desde el encuentro entre Vélez Sársfield
y Pueyrredón
Fuente: FAUD, Carrasco Benito,
(1927), Ob. Cit. p.82
En esta imagen se muestra en un primer
plano la casita blanca que vimos en la primera toma y frente a la misma, a una
mujer joven (¿o niña?) que mira de frente al fotógrafo y su cámara. El sol de
pleno mediodía le da en la cara y por ello se cubre los ojos con la mano. Y en
el suelo se proyecta la sombra del fotógrafo que toma el retrato.
Apoyado en la pared hay un perro pequeño y
en la parte trasera de la casa vemos un horno de pan seguramente construido por
sus dueños y protegido con un techo sostenido por palos. Nuevamente, como
ocurría con el rancho de la primera toma, vemos cerca de la vivienda un cuarto
pequeño que funcionaría como excusado o baño, cuyas paredes y techo parecen de
paneles de madera. Pero esta casa baja desaparecerá al final de la década del
30, cuando en ese mismo lugar se decida levantar la escuela Roque Saenz Peña.
Si miramos por encima de esta casita y sus
construcciones anexas, nos encontraremos a cierta distancia con un conjunto de
viviendas y patios rodeados por postes y pencas. Se encuentran del otro lado de
la orilla, separada por una hondonada. Ésta no es fácil de advertir desde la
posición que ocupa el fotógrafo, pero allí está conteniendo el paso del arroyo.
De este modo, La Cañada traza su recorrido por este sector y separa al mismo en
dos orillas: la de las casitas y ranchos que dan a Vélez Sársfield
de un lado, y la de las viviendas cuyos frentes dan al pasaje San Martín (hoy
Turrado Juárez). Ambos conjuntos tienen formas parecidas y sus fondos/patios
dan a La Cañada. Si efectuamos un acercamiento a la imagen anterior,
comenzaremos a distinguirlos.
Figura 16: Acercamiento a patios de viviendas que bordean el
arroyo de La Cañada
Fuente: Fuente: FAUD, Carrasco Benito,
(1927), Ob. Cit. p.82
Sobre uno de los muros de ladrillo que
bordea uno de los patios que se encuentra a la derecha de esta foto, se observa
una ancha marca de hollín. Junto a la misma se encuentran colgados sartenes,
ollas y otros trastos de cocina; y una mesa se apoya contra dicha pared. Como
es mediodía, se está comenzando a prender el fuego para cocinar, tal como
sugiere el hombre que está de espaldas y agachado frente al brasero, al parecer
soplando para atizar las brasas. Cerca de él, una mujer de pie y también de
espaldas, entra a buscar algo a la casa.
En el patio del lado izquierdo notamos
otra escena vinculada al parecer al horario de preparación del almuerzo. Este
patio tiene un techo como reparo y bajo el mismo una mujer de pie mira ¿espera?
al hombre que está unos pasos más adelante. El hombre está un poco inclinado,
quizás cortando leña para el fuego o agarrando algo con fuerza, mientras desde
el patio vecino, un niño lo observa.
Finalmente, detrás de este conjunto de casas
bajas asoman las copas generosas de algunos árboles, al parecer algarrobos.
Algunos se encuentran próximos al curso de La Cañada (por calle Brasil), y otro
solitario se encuentra cerca de una casa que da al pasaje. Sus amplias
dimensiones indican su antigüedad y
preexistencia en ese espacio, donde quizás acompañaron reuniones, descansos,
dieron ramas para los cercos y leña para las cocinas.
Corrales
y casas altas
Figura
17: Acercamiento
vista hacia el oeste desde Vélez Sársfield y
Pueyrredón, desde donde se observa la hondonada de La Cañada y las casas de la
calle Peredo.
Fuente: FAUD, Carrasco Benito, (1927), Ob. Cit. p.82
En la inclinación del terreno un hombre que usa
abrigo largo y sombrero, mira hacia la hondonada que contiene el arroyo. Detrás
de él, en la orilla, algunos caballos descansan en lo que parece un corral, delimitado
con palos e hiladas de alambre. Y vemos también cerca de la orilla una casa
baja de ladrillo y otra casita por detrás, en cuyo patio alcanza a distinguirse
una niña junto a algunas gallinas.
Sobre el sector superior izquierdo de la
fotografía asoma la calle Peredo y casas muy diferentes a las que vimos hasta
aquí. Estas viviendas tienen fachadas altas con estilo italianizante, y se
apoyan unas en otras. En el frente de una de ellas hay andamios y allí trabaja
un albañil, mientras que en el suelo está su compañero. Y desde la puerta,
otras personas miran lo que los trabajadores hacen. Estas casas son nuevas allá
por la década de 1920 y a diferencia de los ranchos que recorrimos antes, utilizan
materiales que requieren de habilidades constructivas específicas, y distinguen
a quienes las construyen de quienes las van a ocupar. Quizás vecinos con
recursos extras o con un empleo fijo, son algunos de sus dueños.
Si observamos estas casas de calle Peredo a
fines del ‘20 y volvemos a mirar la foto de esta calle en la
actualidad, descubriremos que dos de ellas aún están allí. La casa de color
claro y ventanas tapiadas es la misma que en aquella época estaba siendo
terminada por los albañiles subidos en el andamio. Mientras que la casa que hoy
tiene sus ladrillos gastados y aberturas despintadas, es la que está a su lado.
La tercera casa de esa hilera en la actualidad ya no está y en su lugar hay un
edificio bajo de departamentos. Asimismo, en la esquina de Peredo
y Turrado Juárez donde en la actualidad se elevan las torres del emprendimiento
“El Pocito Social Life”, una imagen de ese sitio
captada en 1927 muestra un paisaje muy diferente, como vemos a continuación.
Figura 18: El arroyo la Cañada dando su curva, arriba se encuentra la Avenida Vélez Sársfield
Fuente: FAUD, Carrasco Benito, (1927), Ob. Cit. p.71
La fotografía muestra la curva del arroyo
contorneada por la barranca. Sobre la misma, de forma escalonada hay algunos
ranchos y en la parte superior asoman casonas de la avenida Vélez Sársfield. En cambio, la orilla de la derecha es aplanada y
tiene una casa baja rodeada con un cerco de palos. Y se observa también un
poste de alumbrado muy próximo al arroyo y en línea con calle Peredo.
Así,
en estas imágenes emergen indicios de un habitar junto a un arroyo, a barranca,
animales y árboles; a construcciones con techos de paja, corrales y patios en
los se pasaba gran parte del día. Y también, junto a casas de material con
frentes que daban a la calle y que involucraban saberes constructivos modernos;
con calles rectas con postes de alumbrado, con tranvías, un hospital y una
cárcel. A pesar de sus diferencias, estas casas coincidieron en una misma
vecindad: la del arroyo. Con su cauce tranquilo y a veces no tanto, La Cañada
acompañó el día a día de las familias de este lugar, hasta que se decidió
enderezarlo. Por su parte los ranchos desaparecieron hace ya tiempo, y las
casitas bajas progresivamente son reemplazadas a medida que avanzan los
procesos de revitalización.
Final del
recorrido. Historias que emergen
¿Por qué explorar temporalidades y memorias en un lugar que propone
ser una “revolución de la evolución”? ¿Qué tienen para decir los espacios
derruidos y abandonados en zonas de Güemes que atraviesan procesos de
embellecimiento estratégico? ¿Para qué buscar en imágenes y construcciones las
huellas de un habitar entre casas, patios, pasajes y un arroyo que ya no pasa
por allí? Como primera cuestión, nos interpela el accionar de prácticas
urbanísticas hegemónicas que introducen transformaciones a partir de un sentido
progresivo del tiempo, invisibilizando vivencias e historias de esos paisajes
locales. A partir de esto, nos detuvimos en un sector de Güemes afectado actualmente por
esas transformaciones, a fin de observar los usos colectivos que a lo largo del
tiempo dejaron allí su impronta.
Indagar “en lo profundo del
Pocito”, conlleva explorar cosas que permanecen, se modifican y también
ausencias que emergen sin ser buscadas. Para ello, en lugar de recurrir a
historias ordenadas y completas, elegimos valernos de retazos, huellas,
sensaciones, ruinas y escombros. Las marcas de aerosol, los árboles solitarios, los ladrillos desgastados, los desniveles, las fotografías de aquello que se borró, nos llevaron a recorrer capas de otros modos de
estar, de jugar, de trabajar, de
construir vecindades.
Descubrimos que
el emprendimiento inmobiliario que allí avanza, monta sus cimientos sobre la ausencia de una
villa, de sus familias, casas y
árboles. Y que ésta implica también otras ausencias: la del arroyo, su barranca y orillas habitadas. De este modo, en las memorias
inscriptas en paredes, veredas, fotografías y relatos de vecinos y vecinas, fuimos
recogiendo fragmentos de un paisaje multitemporal. Así, recorrimos calles
trastocadas con la llegada del Pocito Social Life;
retrocedimos hacia el momento en que las familias del Pocito fueron
relocalizadas; y seguimos el desplazamiento del arroyo La Cañada con la obra de
Sistematización de los años 40. Finalmente, nos detuvimos en un pasado donde la
vida del lugar se movía cerca y junto al arroyo. Así, las fotografías de 1927 revelaron una trama de personas, árboles,
animales, corrales, patios, viviendas con distintas lógicas constructivas;
pasajes, calles, barrancas y un arroyo que elegía por donde pasar.
Conocer el
paisaje barrial en su profundidad invita a experimentarlo con todos los
sentidos y a descubrir cómo lo que está y lo que no está puede también afectarnos.
Desde esas sensaciones, son múltiples las historias que se entrelazan en las
aguas que corren estrepitosas en cada lluvia, en los árboles que se extrañan,
en la incomodidad por la ocupación de algunas casas, en el aturdimiento o el
silencio de distintas calles.
Indagar sobre cómo
se despliegan en la práctica imaginarios, políticas, materialidades en torno a un
barrio, supuso prestar atención a vivencias y procesos de largo plazo que
mueven la vida urbana. Para advertir así que las nuevas obras no implican sólo decisiones,
ladrillos o cemento; sino principalmente borraduras, escombros, energías e
historias que emergen como el agua, se encuentran latentes y llegan sin
avisar.
[1] La plaza de
las carretas fue punto de carga, descarga y parada de tropas provenientes del
oeste. En 1864 fue reconocida por ordenanza municipal y funcionó hasta 1989,
cuando se construyeron allí viviendas municipales. Para más información: Boixadós, María
Cristina (2000), Las tramas de una ciudad, Córdoba entre 1870
y 1895. Élite urbanizadora, infraestructura, poblamiento, Córdoba, Ferreyra Editor; Boixadós, María Cristina,
Maizón Ana Sofía, Eguía Mariana
(2017), Paseo de las artes (Memorias de mi plaza), Córdoba, Universidad Nacional de
Córdoba.
[2] Granillo Barros,
Moisés (1918), “Modernización de la parte sudoeste de la ciudad de Córdoba”, Revista de la Universidad Nacional de Córdoba,
nº 2, pp. 221-240. En Línea: https://revistas.unc.edu.ar/index.php/REUNC/article/view/4484
[Consulta: 1 de marzo de 2019]. Cafferata,
Juan Félix (1917), “El saneamiento de la vivienda en la profilaxis contra la
tuberculosis”, Revista de la Universidad
Nacional de Córdoba, nº 10. En Línea: https://revistas.unc.edu.ar/index.php/REUNC/article/view/4466 [Consulta: 1 de marzo de 2019].
[3] Boito, María Eugenia; Pereyra, Ailen
Suyai (2016), “Embellecimiento estratégico en la
ciudad de Córdoba: continuidades, tensiones y rupturas en las prácticas del
habitar en el barrio Güemes (2000-2014)”, Estudios Socioterritoriales, Revista de
Geografía, nº 19, pp. 13-29. En línea: http://hdl.handle.net/11086/5944
[Consulta: 2 de julio de 2020].
[4] Ferrero, María Mercedes;
Gallego, Ayelén (2012), “Ciudades exclusivas: Entre
el discurso de la participación y el modelo securitario”,
Actas VII Jornadas de Sociología de la Universidad Nacional
de La Plata, 5 al 7 de diciembre de 2012, pp. 1-19. En línea: http://163.10.30.35/congresos/jdsunlp/vii-jornadas-2012/actas/Ferrero.pdf/view?searchterm=None [Consulta: 2 de julio de 2020].
[5] Municipalidad de
la Ciudad de Córdoba, Programa de Revalorización de Fachadas, Decreto
26/B/97.
[6] Pandolfi,
Germán, (2008), “Un plan para cambiarle la
cara al Centro”, Diario La Voz del Interior,
31/08/2008, En línea: http://archivo.lavoz.com.ar/08/08/31/secciones/grancordoba/nota.asp?Inicio=1&Pagina=6¬a_id=235936
[Consulta: 20 de octubre de 2022].
[7] Redacción Vía
Córdoba, (2019), “Distrito Joven: avanzaron con nuevas obras entre
Pueyrredón y San Luis”, Vía País, 18/02/2019, En línea: https://viapais.com.ar/cordoba/867488-distrito-joven-avanzaron-con-nuevas-obras-entre-pueyrredon-y-san-luis/ [Consulta: 20
de octubre de 2022].
[8] Para un
tratamiento específico de estas políticas ver: Echavarría, Corina y Pereyra, Ailen Suyai (2019). “Barrio
Güemes y los relatos oficiales sobre la (re)estructuración de su territorio”, en:
Espoz Dalmasso María Belén,
Quevedo Cecilia, Salcedo Okuma Luis, Villagra Emilia
(Comps.) Memorias y patrimonios: relatos oficiales y disputas
subalternas, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, CONICET-Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Pp. 99-123 En línea: https://ideologiayconflicto.files.wordpress.com/2020/04/libro-memorias-y-patrimonios-versic3b3n-final-digital-1.pdf [Consulta: 4
abril de 2023].
[9] Yalangozian, Gabriela (2018), “Reclaman por la remoción del
mobiliario urbano de la ciudad”, Diario La Mañana de Córdoba, 27/11/2018, En
línea:
http://lmdiario.com.ar/contenido/115385/reclaman-por-la-remocion-del-mobiliario-urbano-de-la-ciudad
[Consulta: 22 abril de 2023].
[10] Gravano, Ariel
(2013), Antropología
de lo barrial. Estudios sobre producción simbólica de la vida urbana, Buenos Aires,
Espacio editorial, pp. 95 y 96.
[11] Ingold, Tim (2013),
“Los Materiales contra la materialidad”, Papeles
de Trabajo, vol.7 Nº 11, pp. 19-39. En línea: https://revistasacademicas.unsam.edu.ar/index.php/papdetrab/article/view/549
[Consulta: 1
octubre de 2019].
[12] Bailey, Geoff (2007), “Time perspectives, palimpsests and
the archaeology of time”, Journal of
Anthropological Archaeology, vol. 26, nº 2, pp. 198-223.
[13] Golda-Pongratz, Kathrin (2019),
“Creación de lugar desde el palimpsesto urbano”, Studis Escènics, nº 44, p. 4. En línea: https://raco.cat/index.php/EstudisEscenics/article/view/376047
[Consulta: 10 octubre de 2022].
[14] Pétursdóttir Þóra y Olsen Bjørnar (2014), “An archaeology
of ruins”. En Olsen Bjørnar y Pétursdóttir Þóra (Eds.), Ruin Memories:
Materiality, Aesthetics and the Archaeology of the Recent Past, Londres, Routledge, p. 4.
[15] Pétursdóttir Þóra y Olsen Bjørnar,
2014, Ob. Cit., p.11.
[16] Edenson, Tim (2002), “Haunting in the ruins: matter and
immateriality”, Space and Culture,
vol. 11, pp. 43-51.
[17] Proyecto “Habitar
la casa, el barrio y la ciudad. Experiencias residenciales, memorias y procesos
urbanos heterogéneos en un barrio en transformación. El caso de Barrio Güemes
(Córdoba)” - Secyt UNC 2018-2022 (Secretaría de
Ciencia y Tecnología, Universidad Nacional de Córdoba). Dirección:
Graciela Tedesco.
[18] Álvarez, Inés (2018), “De villa miseria a complejo de
usos mixtos de alta gama”, Diario Clarín, 7/11/2018, En línea: https://www.clarin.com/arq/arquitectura/villa-miseria-complejo-usos-mixtos-alta-gama_0_zoXsMqH5p.html
[Consulta: 5 noviembre 2022]
[19] Bille Mikkel, Hastrup Frida, Sørensen Tim
Flohr, (2010), “Introduction: An Anthropology of Absence”, en:
Bille Mikkel, Hastrup Frida., Sørensen Tim Flohr (Eds.), An Anthropology of Absence Materializations of
Transcendence and Loss, Nueva York, Springer, pp. 3-22.
[20] Marengo, María Cecilia
(2001), “La Villa El Pocito: evaluación de la política
habitacional implementada”, Revista INVI Instituto de
la Vivienda-Universidad de Chile, vol. 16, n°42, pp. 83-94.
[21] Cámara, Javier (1997), “Crimen horrendo en camino
a Villa Posse”, Diario La Voz del
Interior, 4/2/1997. En línea: http://buscador.lavoz.com.ar/intervoz/97/02/04/ig_n2.htm
[Consulta: 2 de abril de 2023]. La nota nombra algunas villas (entre ellas El
Pocito), donde se negocia la recuperación de vehículos robados.
[22] Carranza, Juan Carlos (1998), “Desde hoy, El Pocito es sólo
un recuerdo”, Diario La Voz del Interior, 13/03/1998. En línea:
http://buscador.lavoz.com.ar/intervoz/98/03/13/index_02.htm
[Consulta: 2 de abril de 2023].
[23] “Erradicación de
la Villa El Pocito. Primer
amanecer bajo un techo sin goteras” (1998), Diario La Voz del
Interior, 14/03/1998, p.1. En línea: http://buscador.lavoz.com.ar/intervoz/98/03/14/index_04.htm
[Consulta: 2 de abril de 2023]. La nota señala: “Un sentimiento general de absoluta satisfacción domina a los ex
habitantes de la villa El Pocito, instalados desde el jueves en el grupo de 36
viviendas construidas para ellos, por el Estado provincial, en barrio Mariano Fragueiro. A éste se suman los emplazamientos de Camino a
60 Cuadras y del sector próximo a Villa El Libertador, donde se alojó al resto
de los villeros. (…) La mayoría
coincide en un pensamiento: "No nos van a marginar más por vivir en una
villa". (…) "Estamos 'chochos', porque ahora vivimos
dignamente y podemos olvidarnos de la pesadilla de ser villeros".
[24] Redacción La Voz, (1998), “Después del
traslado. La Escuela Roque Sáenz
Peña extraña a los niños de El Pocito” Diario La Voz del Interior, 18/03/1998. En
línea: http://buscador.lavoz.com.ar/intervoz/98/03/18/ig_n2.htm [Consulta: 2 de abril de
2023]
[25] Redacción La
Voz, (1998), “Se
construirán 280 viviendas en lo que fue la villa El Pocito”, Diario La
Voz del Interior, 05/12/1998. En línea: http://buscador.lavoz.com.ar/intervoz/98/12/05/ig_n3.htm
[Consulta: 1 de abril de 2023]
[26] Conversación
con Stella Maris Fontana, 10 de junio de 2022, en el marco del proyecto “Habitar la casa,
el barrio y la ciudad. Experiencias residenciales, memorias y procesos urbanos
heterogéneos en un barrio en transformación. El caso de Barrio Güemes
(Córdoba)”, Secyt UNC 2018-2022 (Secretaría de
Ciencia y Tecnología, Universidad Nacional de Córdoba). Dirección:
Graciela Tedesco.
[27] Conversación
con Stella Maris Fontana, 10 de junio de 2022, Ob.
Cit.
[28] Golda-Pongratz, Kathrin,
2019, Ob. Cit. p. 14.
[29] Conversación
con Adalberto Rentini, 15 de agosto de 2021, en el
marco del proyecto “Habitar la casa, el barrio y la ciudad. Experiencias
residenciales, memorias y procesos urbanos heterogéneos en un barrio en
transformación. El caso de Barrio Güemes (Córdoba)”, Secyt
UNC 2018-2022 (Secretaría de Ciencia y Tecnología, Universidad Nacional de
Córdoba). Dirección: Graciela Tedesco.
[30] Barbieri, Sergio y Boixadós
María Cristina (2005), El cauce viejo de La
Cañada, Fotografías 1885- 1945, Córdoba, edición de los autores, p.
26.
[31] Conversación
con Adalberto Rentini, 15 de agosto de 2021, Ob. Cit.
[32] Mientras
charlaba con Stella Maris, reparé en la compuerta de chapa que cubría la parte
inferior de la puerta de su negocio, en el límite con la vereda. Me contó que
la puso hace muchos años para impedir que el agua que inunda la calle cuando llueve
ingrese a su local, y que la usa con mucha frecuencia. Conversación
con Stella Maris Fontana, 15 de julio de 2022,
Ob. Cit.
[33] Tras la crecida
del 15 de enero de 1939 el gobernador Amadeo Sabattini
solicita a la Dirección General de Hidráulica de Córdoba (DGHC) la búsqueda de
una solución definitiva. En 1943 el gobernador Santiago Del Castillo aprueba el
proyecto y presupuesto de la obra, pero ésta se interrumpe por la intervención
a la provincia que se produce el 4 de junio de ese año. Finalmente, la
Sistematización se inicia el 4 de julio de 1944. Para un tratamiento
específico: Fusco, Martín (2020), “La sistematización del arroyo La Cañada en la ciudad
de Córdoba (1942-1948). Obras, ideas, significados”, AREA Agenda de Reflexión
en Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU-UBA), vol. 26, n° 1, p. 3. En línea:
https://www.area.fadu.uba.ar/wp-content/uploads/AREA2601/2601_fusco.pd [Consulta:
20/6/2021].
[34] Barbieri Sergio
y Boixadós María Cristina, 2005, Ob. Cit.,
pp. 81-84
[35] Facebook
Córdoba de Antaño, “Eligieron la noche para talar un viejo Aguariguay”, Diario Los Principios, 8/05/1945. En línea: https://www.facebook.com/groups/173750049424034/search/?q=Eligieron%20la%20noche%20para%20talar%20el%20viejo%20Aguaribay
[Consulta: 1 de abril de 2022]
[36] Un cartel ubicado
en Vélez Sarsfield al 1000 y que formó parte del Programa de Recuperación de la
Memoria Afectiva (Municipalidad de Córdoba 2003-2005) indica: “Villa El Pocito.
Aquí estuvo ubicada la villa “El Pocito”, desde 1950 hasta su erradicación
durante la gobernación del doctor Ramón Mestre. Situada en una depresión
formada por el antiguo cauce de La Cañada. Como asiento poblacional fue
heredera directa del antiguo rancherío de El Abrojal”.
[37] Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño, Universidad Nacional
de Córdoba (en adelante FAUD), Carrasco,
Benito, (1927), “Córdoba. Plan Regulador y de Extensión para la ciudad de
Córdoba”, En línea: https://rdu.unc.edu.ar/handle/11086/14994 [Consulta:
20/6/2023].
[38] Stang José Ignacio
(2017), “El urbanismo como nueva disciplina en Argentina, visto
por el especialista Benito Carrasco, a través del plan regulador y de extensión
para la ciudad de Córdoba, 1927”, Cuaderno Urbano. Espacio,
cultura y sociedad, vol. 23. nº 23, pp. 169-197.
[39] FAUD, Carrasco, Benito,
(1927), Ob Cit. p. 68.
[40] Ingold, Tim (1993), “The
Temporality of the Landscape”, World
Archaeology, vol. 25 Nº
2, pp. 152-174.