MAPEANDO EL ARTE
RUPESTRE EN LAS QUEBRADAS DE INCAHUASI Y LAS CUEVAS (SALTA, ARGENTINA)
MAPPING THE ROCK ART
IN THE INCAHUASI AND LAS CUEVAS GORGES (SALTA, ARGENTINA)
María Eugenia De Feo
Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas
División Arqueología Museo de la Plata,
Universidad Nacional de La Plata
La Plata, Argentina.
Resumen
Se presentan los
avances en el relevamiento del arte rupestre en las quebradas de Incahuasi y
Las Cuevas (Salta, Argentina). Prospecciones sistemáticas en fondos de valle y
faldeos, permitieron el registro de dos nuevos conjuntos, Demecia y Cruz, junto
con otras evidencias de ocupación, tales como apachetas, corrales y espacios de
habitación. En total se documentaron 32 rocas intervenidas que fueron
analizadas focalizando en sus aspectos tecno-estilísticos y espaciales. Estas
incluyen motivos tanto no figurativos como figurativos, siendo mayoría entre
los últimos los camélidos. Su cronología comprende desde el período Formativo
hasta la actualidad. La distribución al inicio de corredores naturales que
conducen a vegas y/o a sitios de altura y su asociación con fuentes de agua y
pasturas lo vinculan con actividades relacionadas al manejo de camélidos.
Palabras clave: arte rupestre, vegas,
arquitectura, senderos, pastoralismo
Abstract
This work presents the advances in the
recording of rock art in the Incahuasi and Las Cuevas gorges (Salta,
Argentina). Systematic surveys in valley floors and foothills allowed the
registration of two new groups, Demecia and Cruz, along with other evidence of
occupation, such as apachetas, corrals and living spaces. In total, 32
intervened rocks were documented and analyzed focusing on their
techno-stylistic and spatial aspects. These include both non-figurative and
figurative motifs, with camelids being the majority among the latter. Its
chronology extends from the Formative period to the present. The distribution
at the beginning of natural corridors that lead to meadows and/or high altitude
sites and its association with water sources and pastures link them with
activities related to camelid management.
Key words: rock art, meadows,
walking trails, architecture, pastoralism
Introducción
La localidad
arqueológica de Incahuasi se ubica al NO de la quebrada del Toro (Salta,
Argentina) (Figura 1). Geográficamente comprende un extenso cono de deyección
al NE del Nevado de Acay, con ojos de agua y dos cursos de agua permanente, El
Chico y El Grande, que dan origen a vegas de altura. Su emplazamiento, por
encima de los 3.700 m.s.n.m. se corresponde con la intersección de dos
corredores naturales, las quebradas de Incahuasi y Las Cuevas, que conectan los
valles semiáridos con la Puna, y el abra del Acay que une la quebrada del Toro
con el norte del valle Calchaquí.
En este sector del
paisaje registramos en el pasado poco más de 650 bloques con arte rupestre,
mayormente alineados con los dos cursos de agua y senderos naturales, y
asociados espacialmente a otras instalaciones y evidencias de ocupación, tales
como apachetas, parapetos, alineaciones de piedra, áreas productivas como
corrales y canchones y espacios de residencia (De Feo, 2018; De Feo y
Ferrauiolo, 2007). Entre estos últimos se encuentra, por ejemplo, el sitio Pie
del Acay, que fue investigado por Raffino e interpretado como un sitio agrícola
subsidiario de Santa Rosa de Tastil durante los Desarrollos Regionales
(Raffino, 1972), y el sitio aldeano formativo Muro Ancho, recientemente
estudiado por nosotros (De Feo, 2023a).
Figura 1. Mapa de ubicación de
las localidades y los sitios mencionados en el texto
Fuente: elaboración propia.
Los motivos del arte
rupestre, al igual que el registro asociado, poseen una extensa cronología, que
se remonta al Formativo (700 aC. - 900 dC.), comprende el período de
Desarrollos Regionales e Inca (900 - 1536 dC.), e incluye algunos diseños
modernos. Las técnicas observadas son el picado, que puede ser de cuerpo lleno,
lineal o el surco profundo en motivos prehispánicos, y la pintura y el raspado
superficial en los más recientes.
Son mayoría en el conjunto rupestre
las escenas que incluyen camélidos, los que presentan una gran diversidad de
patrones y se organizan en escenas variadas: aislados, agrupados con distinto o
igual plano de apoyo, en hileras, circunscriptos por líneas que asemejan
corrales o asociados a otras figuras como suris, serpientes y humanos; en este
último caso, pueden estar yuxtapuestas o en composiciones como las escenas de
tiro. Otros motivos que presentan gran variabilidad son los antropomorfos y
mascariformes, que se suman a las aves o suris, los felinos y serpentiformes,
además de diseños de tipo geométrico (De Feo, 2018, 2023a y b; De Feo y
Ferrauiolo, 2007).
Basándonos en los motivos y
temáticas representadas, donde predomina la figura del camélido, y en el
emplazamiento y disposición de los bloques con grabados, hemos interpretado que
el arte rupestre de Incahuasi integró circuitos de movilidad estacional
relacionados con el pastoreo de camélidos, y en una escala espacial más amplia,
rutas de tráfico caravanero inter-regional (De Feo, 2018; De Feo y Ferrauiolo,
2007).
Otros conjuntos con características
técnicas y estilísticas similares fueron documentados por distintos
investigadores en proximidad al poblado prehispánico de Tastil (Figura 1), 18
km al sur de Incahuasi y espacialmente conectados con este último a través de
la quebrada de Tastil o Las Cuevas, o de varias quebradas de altura entre las
estribaciones del Acay y la Ruta Nacional 51. Rodolfo Raffino publicó en las
décadas de 1960 y 1970, seis conjuntos con petroglifos, algunos de los cuales
previamente habían sido visitados por Eric Boman (1908). Denomina a los
distintos sectores como La Bailarina, Boman, El Cerrito, Los Danzantes –todos
ellos en Abra Romero–, Los Canchones y El Duraznito, y destaca la gran
representación de camélidos y de escenas complejas que incluyen estos animales.
Los considera contemporáneos a Tastil, es decir, los asigna a momentos tardíos
del desarrollo cultural del área (Raffino, 1967, 1968, 1973). Estos conjuntos
fueron posteriormente ampliados y sistematizados por Irene Meninato (2007),
quien documentó once agrupaciones de bloques con arte rupestre próximas al
sitio (El Negro, Aguadita, Loma Negra, Cerritos del Medio, Cerro Abra Romero,
Canchones y Cultivos, Duraznito, Corral Negro, Cortaderas, La Covacha y El
Gordo) (Figura 1), señaló una mayor profundidad temporal que puede remontarse
hasta el período Formativo y los vinculó con el pastoreo y la movilidad
caravanera. Actualmente estos conjuntos son objeto de re-estudio por otros
equipos de investigación (Vitry, Cornejo, Cevidanes y Martos López, 2023).
Entre estos últimos conjuntos e
Incahuasi hemos también documentado en el pasado, como resultado de
prospecciones no sistemáticas, algunos bloques grabados aislados (Figura 1).
Por ejemplo, se registró una roca con representaciones de camélidos en la
bifurcación entre las quebradas de Las Cuevas e Incahuasi, al pie del sitio
formativo La Encrucijada y en proximidad a una extensa vega de fondo de valle.
Además, se contaba con información acerca de un gran bloque grabado con motivos
de camélidos que denominamos bloque Cruz, cercano a una vega de altura ubicada
en una quebrada transversal a Incahuasi (De Feo, 2015, 2018, 2023a, 2023b).
Distintas personas nos informaron, asimismo, sobre la presencia de bloques con
arte rupestre en quebradas y pasadizos naturales que discurren de forma
paralela a la quebrada de Las Cuevas, entre las localidades de Incahuasi y
Carrera Muerta (Barbosa y Cahez com pers. 2022).
No obstante esta información, muchos
sectores aún no han sido explorados y se está lejos de conocer qué ocurre con
el arte rupestre entre Incahuasi y Tastil; se desconoce por ejemplo, si estos
sitios se articularon espacialmente a partir de otros conjuntos o evidencias, y
de ser así, cómo fue esta articulación y en el marco de qué prácticas ocurrió.
Para avanzar sobre esto último, se iniciaron prospecciones en las quebradas de
Las Cuevas e Incahuasi, entre el Pie del Acay al norte y la localidad de
Carrera Muerta hacia el sur. En este trabajo brindaremos información sobre dos
nuevos conjuntos rupestres, a los que denominamos Demecia y Cruz, localizados
ambos en la quebrada de Incahuasi, entre la localidad arqueológica homónima, al
norte, y su intersección con la quebrada de Las Cuevas, al sur. Además, se
presentan los conjuntos arquitectónicos espacialmente vinculados a estos:
Puesto Vialidad, Corral Dominga, Potrero Justino, Apacheta y Apacheta Llama.
Metodología
La metodología de
trabajo es la misma aplicada en conjuntos previamente estudiados en Incahuasi
(De Feo, 2018). Esta comprendió la realización de prospecciones mediante
transectas de cobertura total, previamente definidas a partir de la cartografía
y ajustadas en el terreno en función de la topografía. Dichas transectas fueron
organizadas en una rejilla de 4 m de distancia entre recorridos, con barridos
de 2 m de ancho hacia cada lado, donde toda la evidencia observada fue
registrada y georreferenciada con geoposicionador satelital (GPS).
El relevamiento del
arte rupestre se llevó a cabo a partir de fichas diseñadas en función de las
características del registro y los objetivos de la investigación. En ellas se
consignaron los atributos técnicos y gráficos del conjunto rupestre,
información sobre la topografía, orientación, condiciones de visibilidad y
estado de conservación de bloques y motivos. Otros aspectos considerados fueron
la presencia y distinciones de pátina, las superposiciones, yuxtaposiciones y reciclado
de motivos. Además, cada bloque fue documentado visualmente a partir de
fotografías, croquis y dibujos. Por otro lado, también se llevó a cabo el
registro mediante fotografías y planos, GPS y bases de datos, de evidencias
asociadas al arte rupestre, tales como concentraciones de materiales,
estructuras arquitectónicas en superficie, ojos de agua, cauces y paleocauces,
pasturas, senderos, entre otras.
En gabinete se
realizó la sistematización y procesamiento de la información, que comprendió el
análisis tecnológico y estilístico de las manifestaciones rupestres (Aschero,
2000; Hernández Llosas, Scaro, Calomino y Bernal Piñeros, 2021), y su
organización en bases de datos alfanuméricas en Excel y cartográficas para ser
incorporadas al Sistema de Información geográfica (SIG) del proyecto, lo que
posibilitó su gestión espacial posterior. Con relación a esto último, por
ejemplo, se analizó como se relacionan los bloques con las unidades
morfológicas, la asociación espacial con otros conjuntos y evidencias, la
distancia o proximidad entre bloques, entre otras variables. Además, se realizó
el tratamiento digital de imágenes mediante softwares específicos (Corel Photo
Paint 2020, DStretch) que permitieron el realce de algunos motivos o bloques.
La asignación cronológica del conjunto rupestre se estableció de forma relativa
a partir de criterios estilísticos y de la comparación con motivos diagnósticos
de la secuencia local y de otras regiones del Noroeste Argentino (NOA)
(Aschero, 2000; Aschero, Podestá y García, 1991; De Feo, 2018; De Feo y
Ferrauiolo, 2007; Fernández Distel, 1998; Lanza, 1996; Meninato, 2008; Muscio,
2006; Olivera y Podestá, 1993; Podestá, 1986-1987, entre otros). También se
consideró la presencia de superposiciones y las diferencias de pátina
Las tareas de
gabinete además abarcaron la digitalización de la información asociada al arte
rupestre, con el fin de integrarla al SIG. Y se avanzó en un primer análisis
tecno-estilístico de los materiales recuperados en recolecciones de superficie.
Resultados
En este apartado se
describen dos conjuntos con arte rupestre: Demecia y Cruz. El primero de ellos
fue localizado al extender hacia el norte el área prospectada previamente en
Incahuasi. El segundo, al ampliar el relevamiento en torno al bloque Cruz antes
registrado. Además, se brinda información sobre los sitios con arquitectura en
piedra registrados en las proximidades de ambos conjuntos.
Demecia
Este conjunto se
compone de 14 bloques con representaciones rupestres, alineados sobre la margen
izquierda del río Incahuasi, siempre ubicados sobre el borde superior de la
barranca (Figura 2). Según nos informaron los pobladores locales algunos
bloques fueron removidos o destruidos durante la pavimentación de la Ruta Nacional
51, principalmente aquellos de la margen derecha del cauce, así como también,
por la actividad ganadera actual y subactual.
Figura 2. a) Mapa de
localización de los bloques con manifestaciones rupestres de los conjuntos
Demecia y Cruz y de otros sitios con arquitectura asociados; b) emplazamiento
del bloque de Demecia; c) emplazamiento del bloque de Cruz
Fuente: elaboración propia.
Los bloques
utilizados son rocas metamórficas y las técnicas de manufactura son el picado
de cuerpo lleno (32%) o lineal (46%), que pueden tener menor o mayor
continuidad y regularización por abrasión, y el picado irregular (13%). El
raspado superficial está presente en los grabados modernos (9%).
Al igual que ocurre
con los conjuntos previamente documentados, no se trata de bloques de gran
tamaño, por lo que no son altamente visibles, incluso en un paisaje con
vegetación rala. Sus tamaños promedian el metro cuadrado, los más pequeños
rondan los 0,5 x 0,5 m y los más grandes 1,5 x 1,9 m. Sin embargo, los motivos
representados son intervisibles desde los bloques más próximos, lo que define
un recorrido paralelo al cauce del río, tanto en un sentido NO-SE, como en
forma inversa. Sobre el total de los bloques, nueve poseen una de sus caras
grabadas, otros tres solo dos y dos casos tienen cuatro de sus caras con
manifestaciones rupestres.
Los 14 bloques de
Demecia incluyen 56 elementos (Tabla 1).
Tabla 1. Elementos registrados
en Demecia y Cruz.
ELEMENTOS/SITIO |
DEMECIA |
CRUZ |
Camélido 3:4 perfil |
5 |
4 |
Camélido geométrico |
12 |
44 |
Camélido lineal |
0 |
14 |
Camélido enflorado o con pechera |
1 |
2 |
Camélido con lazo |
0 |
10 |
Camélido a tiro con figura humana |
|
2 |
Subtotal |
18 |
76 |
Antropomorfo geométrico |
1 |
0 |
Antropomorfo lineal |
2 |
0 |
Antropomorfo con túnica triangular |
0 |
5 |
Antropomorfo sin túnica |
0 |
1 |
Antropomorfo moderno |
2 |
0 |
Subtotal |
5 |
6 |
Adornos metálicos, hachas o cuchillos |
0 |
3 |
Flechas |
2 |
0 |
Subtotal |
2 |
3 |
Cánido |
0 |
1 |
Serpentiforme |
4 |
7 |
Suri |
1 |
0 |
Biomorfo |
4 |
1 |
Subtotal |
9 |
9 |
Geométricos |
20 |
14 |
Grafiti |
1 |
0 |
Indeterminados |
1 |
3 |
TOTAL |
56 |
111 |
Fuente: elaboración propia.
En este conjunto son
mayoritarios los motivos figurativos (61%), aunque en Demecia también existe
una alta representación de motivos no figurativos (37%), debido a la presencia
de puntos, muescas o líneas. Un diseño no pudo ser identificado debido a su mal
estado de conservación (2%).
En el conjunto
figurativo son mayoría los camélidos (n=18), seguidos por los antropomorfos
(n=5) y serpentiformes (n=4). Se registra, además, un ave o suri, cuatro
biomorfos, uno de los cuales podría tratarse de un camélido reactivado en
alguna especie de équido y dos objetos (flechas en ambos casos) (Figura 3).
Figura 3. Motivos figurativos
de los conjuntos: a) Demecia; b) Cruz
Fuente: elaboración propia.
Sobre el total de
bloques registrados, siete poseen motivos que incluyen camélidos en sus
temáticas (Tabla 1). Estas figuras se presentan solas o en composiciones de más
de un ejemplar, en escenas formadas por varios animales dispuestos en distintos
planos de apoyo y direcciones; también combinados con diseños geométricos como
muescas, líneas y espirales, y en un caso, con suris. Los camélidos muestran
variabilidad en la manera en que son representados, preferentemente de perfil
estricto y otros de semiperfil (3:4 perfil), donde se aprecian dos orejas; en
su mayoría con dos patas, aunque hay casos de cuatro. La mayor distinción está
dada por el ancho del cuerpo, la longitud y ancho de las patas y el cuello, y
el aspecto más o menos esquemático de sus cuerpos (Figura 4a y b). Se registran
ejemplares cuyos contornos están definidos por una franja curva que compone la
cola, cuerpo y cabeza, mientras que otros poseen un perfil rectilíneo (los
últimos del patrón H2a, H2b y H3 sensu
Aschero, 2000). Algunos de estos últimos presentan autopodio y cola, también
rectos. En cuanto a la técnica, todos han sido realizados por picado de cuerpo
lleno, excepto los lineales, observándose una mayor regularización de la
superficie por abrasión en diseños rectilíneos geométricos.
Los antropomorfos son
otro de los motivos figurativos presentes, aunque muchos más escasos que los
camélidos, también muestran variabilidad en la forma en que son representados.
Al respecto, se registran dos motivos prehispánicos y dos posteriores. Entre los
primeros, uno de ellos se trata de una figura cuadrangular elongada, de frente
y que destaca por su mayor tamaño (~ 35 cm de alto); su torso está definido por
rectángulos y posee dos piernas, dos brazos realizados mediante trazo lineales
que salen del torso a la altura del cuello, y de uno de ellos se desprende una
línea zigzagueante; la cabeza es cuadrangular sin rasgos faciales (Figura 4e y
f). La restante figura prehispánica corresponde a un antropomorfo de tipo
filiforme con brazos en forma de cruz, piernas en V invertida y cabeza apenas
destacada por un engrosamiento del trazo del cuerpo. En este caso, la técnica
es el picado de cuerpo lleno. Los otros dos motivos antropomorfos son modernos,
realizados ambos por raspado superficial. Se trata de personajes con arco,
flecha y pluma, en posición estática o dinámica; en este último caso, debajo
del motivo se identifica un grafiti actual (Figura 4d).
Asociado a otros
camélidos se registra un suri (Figura 4c), de perfil, con dos patas y un
biomorfo. Los serpentiformes presentes están representados por una línea
sinuosa que remata en una cabeza circular.
Figura
4. Motivos
del conjunto Demecia: a y b) camélidos; c) suri y camélidos; d) antropomorfo
moderno; e) antropomorfo cuadrangular; f) digitalización del motivo
antropomorfo geométrico.
Fuente:
elaboración propia.
Los motivos no
figurativos (n=20) corresponden a picados, puntos, muescas, líneas sinuosas,
líneas sinuosas paralelas, círculos, círculos concéntricos y cuadros.
Con respecto a la
asociación espacial de este conjunto con otras evidencias arqueológicas, solo
se han recolectado algunos escasos fragmentos cerámicos, de superficies
erodadas y poco diagnósticos de la cronología. Las únicas estructuras próximas
a los bloques son grandes explanadas delimitadas por pircados irregulares de
piedra, usados actualmente como muros de contención para las pasturas y
cultivos.
Cruz
El segundo conjunto,
Cruz, se halla al norte del anterior, sobre la margen derecha del río Incahuasi
(Figura 2). En el pasado se había registrado un único bloque (Bloque Cruz, de
ahora en adelante Bloque 694), informado por el propietario del terreno.
También en este conjunto se usaron rocas metamórficas como soporte para los
grabados, que han sido realizados mediante picado de cuerpo lleno (69%) o
lineal (26%) y el picado irregular (5%). Debido a la distancia que separa los
distintos bloques los motivos rupestres no son intervisibles entre sí, aunque
los soportes más próximos sí suelen serlo. Comparados con los bloques del
conjunto anterior, los de Cruz son relativamente más pequeños (promedian los
0,70 x 0,75). Predominan los que tienen solo una de sus caras grabadas, 14 en
total, seguidos por los que tienen dos y tres (dos bloques en cada caso).
A diferencia del
conjunto Demecia, este se emplaza en cotas de mayor altura (entre 10 y 15 m por
encima del fondo de valle), también alineado con el curso del río y con un
sendero actualmente en uso (Figura 2). Gran parte de los bloques grabados
coincide, además, con la desembocadura de pequeñas quebradas transversales que
sirven de acceso a la ladera alta del cerro donde se ubica una importante vega
con un ojo de agua, un puesto subactual y un sitio arqueológico recientemente
localizado al que denominamos Puesto Vialidad (ver más adelante).
Cruz está conformado
por 18 bloques con presencia de grabados rupestres, que incluyen unos 111
elementos (Tabla 1). En este conjunto se registra un alto porcentaje de motivos
figurativos (85%), y solo el 12% corresponde a la categoría no figurativos,
mientras que un total de 3 elementos (3%) no pudo ser identificado a causa de
su deterioro.
Al igual que ocurre
en el conjunto Demecia, los motivos de camélidos son los más representados
(n=76), presentes en 8 de los bloques. Son seguidos por los serpentiformes
(n=7), antropomorfos (n=6), objetos (n=3) y un cánido (n=1) (Figura 3).
Se registran
distintos diseños entre las figuras de camélidos, que van desde formas más
esquemáticas a otras más realistas pero carentes de dinamismo (~ 10-15 cm de
ancho y alto). Siempre de perfil estricto (patrones H2a, H2b y H3 sensu Aschero, 2000) o semiperfil, en
este último caso con dos orejas. Algunos ejemplares poseen un cuerpo cuadrangular
muy ancho, lo cual sugiere la existencia de mantas, y trazos ondulados que
podrían tratarse de adornos (Patrice Lecoq, 2003). Otros tienen el vientre
abultado, la pechera prominente o están enflorados. Las escenas de camélidos
están formadas por un único espécimen, dos ejemplares enfrentados, o varios de
ellos ubicados en distintos planos virtuales de apoyo, orientados hacia la
misma o distinta dirección (Figura 5c, d y e). En dos paneles se asocian a la
figura humana (Figura 5f y 6). En uno de ellos en una escena de tiro y en el
otro, en una formada por varios camélidos junto a figuras humanas de túnicas
triangulares, algunas de ellas tocando instrumentos o fumando pipas.
En el conjunto de los
antropomorfos se distinguen personajes con túnicas subtriangulares, más anchas
en la parte inferior que superior, que pueden portar objetos (pipas o flautas)
o tener un detalle de objeto trapezoidal en su lateral, y piernas en posición
frontal o de perfil (patrón G3 sensu
Aschero, 2000) (Figura 6b); y un motivo sin indicación de vestimenta, con
cabeza triangular que guarda proporción, constricción en la cintura, ambas
extremidades superiores inflexionadas, y piernas en forma de V invertidas
(Figura 5f). Este último asociado al camélido en la escena de tiro arriba
mencionada. En ambos casos la norma es frontal y no poseen gran tamaño (~ 5-10
cm de ancho y alto).
Figura 5. Motivos del conjunto
Cruz: a) cánido; b) serpentiforme; c y d) camélidos de distintos patrones en
agrupamientos; e) camélidos geométricos enfrentados; f) camélidos a tiro con
figura antropomorfa; g) Bloque 698 de Cruz con motivo de tropa de camélidos con
agregado de otros especímenes posteriores en distinta dirección y planos de
apoyo.
Fuente: elaboración propia.
Los motivos
serpentiformes se caracterizan por la presencia de un cuerpo definido por
líneas onduladas o semicírculos que rematan en una cabeza con indicación de
fauces y orejas, similares a los ya registrados en Incahuasi (De Feo, 2018,
2023b; De Feo y Ferrauiolo, 2007).
Entre los objetos se
cuentan adornos corporales, cuchillos o hachas (Aschero, 2000; Fauconnier,
Strecker y Methfessel, 2017), asociados en escenas que incluyen a otros
antropomorfos con túnicas triangulares del patrón G3 y también a camélidos, por
ejemplo, en el Bloque 694 (Figura 6b).
El restante motivo
figurativo interpretamos que corresponde a un cánido, posiblemente un perro,
por sus patas cortas, orejas erguidas, hocico prominente y cola enroscada,
semejante a otros ejemplares documentados en valle Calchaquí Norte (Leibowicz,
Ferrari, Jacob y Acuto, 2015) (Figura 5a).
Completan el conjunto
los motivos no figurativos (n=14), entre los que se incluyen muescas, puntos
aislados, picados, círculos, círculos concéntricos, círculos con líneas,
círculos radiados, espirales y cuadros.
Figura
6.
a) emplazamiento del Bloque 694 de Cruz donde se observa la alineación visual del
soporte con el Nevado de Acay y el blanqueado a la cal; i) panel de este bloque
con diseños antropomorfos, camélidos y objeto metálico.
Fuente: elaboración propia.
Puesto Vialidad
Este sitio se
localiza en la ladera alta del cerro, a la derecha del río Incahuasi, en un
amplio sector relativamente llano del faldeo, entre el borde de la barranca y
un ojo de agua ubicado pendiente arriba, que tiene próximo un corral y recintos
modernos, actualmente abandonados (Figura 2). Arquitectónicamente se
caracteriza por la presencia de grandes explanadas delimitadas por muros de
piedra dobles, muy regulares en la selección de las rocas, asociados a recintos
circulares de unos 4 a 6 metros de diámetro, algunos de los cuales tienen
jambas de acceso (Figura 7a y c).
Próximos a uno de los
recintos se recolectaron fragmentos (n=16) de alfarería ordinaria y otros de
superficies pulidas de color morado o borravino sobre naranja, característicos
del período de Desarrollos Regionales e Inca (Soria, Macoritto Torcivia y
López, 2020).
Si bien aún no se han
llevado a cabo excavaciones en el sitio, sus contextos cerámicos y arquitectura
indican una cronología tardía, aunque de momento tampoco puede descartarse una
ocupación más temprana del sector.
Figura 7. Sitios con
arquitectura asociados a los conjuntos rupestres: a) estructura subcircular de
Puesto Vialidad; b) Corral Dominga; c) estructura cuadrangular grande de Puesto
Vialidad; d) Apacheta; e) Apacheta Llama.
Fuente: elaboración propia.
Corral Dominga y
apachetas
Sobre los faldeos
donde se emplaza Puesto Vialidad, en la misma línea que este, pero ubicados más
al sur, también se registró una gran estructura cuadrangular a la que
denominamos Corral Dominga, y alineadas a esta, dos pequeñas apachetas (Figura
2).
Corral Dominga se
trata de una estructura de morfología cuadrangular, de alrededor de 12 x 12 m
de lado, con una abertura con jamba de 1,2 m de ancho y orientación sur. Los
muros, sin argamasa, son de rocas metamórficas, algunas de grandes dimensiones
y caras planas, y sobre estas se colocaron otras superiores más redondeadas y
de menor tamaño. Se destaca la buena visual que se obtiene desde la estructura
hacia el paisaje circundante, especialmente las vegas con pastura, tanto de las
ubicadas en el fondo de valle, como las de los faldeos del cerro (Figura 7b).
En su interior y
exterior (respectivamente n= 13 y 67) se recuperó material subactual y
arqueológico. El primero consiste en fragmentos de loza (n=12), el segundo, en
algunos escasos fragmentos de cerámica ordinaria (n=10), entre ellos parte de
una olla de borde evertido y asa vertical; astillas óseas (n=3); lascas de
basalto (n=16) y de cuarzo (n=1); lasca y punta de proyectil de arenisca
silicificada (n=2); y microlascas, lascas y puntas de proyectil de obsidiana de
las variantes gris, posiblemente proveniente de la cantera de Quirón, negra,
procedente de Zapaleri, y transparente de la cantera de Tocomar) (n=36). Frente
a la abertura, a unos 2 m de distancia de esta, se recolectó gran cantidad de
desechos de talla lítica, principalmente de reactivación y puntas de proyectil
de obsidiana. Estas últimas poseen una morfología triangular, con pedúnculo, y
son de tamaño pequeño.
Distante unos 20 m de
esta estructura, se registró una pequeña apacheta (sensu Vitry, 2002), conformada por algunos bloques de cuarzo
(Figura 7d), y próximos a esta, abundante cantidad de fragmentos de alfarería
(n=33) correspondientes algunos de ellos a una olla utilitaria de superficie
rojiza alisada, poco diagnóstica de la cronología, y algunas lascas de basalto
(n=3) y obsidiana negra (n=2).
Finalmente, Apacheta
Llama (Figura 7e), consiste en un pequeño agrupamiento de bloques de cuarzo
blanco sobre los que se apoya otra roca con un diseño natural, que asemeja un
camélido.
Potrero Justino
Este conjunto
arquitectónico se encuentra sobre la ladera del cerro, también alineado con las
apachetas, Corral Dominga y Puesto Vialidad (Figura 2). Está conformado por un
gran corral de muros de piedra sin argamasa, de alrededor de 9 x 12 m, al cual
se le adosó en uno de sus laterales un recinto moderno construido con bloques
de piedra y argamasa. Dispuestos de forma perpendicular a la pendiente también
se observan algunos muros de piedra subactuales que sirven de contención. En un
tramo de estos se reutilizó un bloque con grabados. Se trata de un sector
sumamente afectado por la actividad agrícola y ganadera moderna, por lo que en
superficie solo se recuperaron lascas de obsidiana negra (n=2) y algunos pocos
fragmentos de alfarería (n=8) (ordinarios, negro sobre rojo, morado o borravino
sobre naranja muy pulidos) asignables a los períodos de Desarrollos Regionales
e Inca (Soria et al., 2020).
Discusión y
conclusiones
Los trabajos de campo
recientes han permitido identificar un total de 32 nuevos bloques con grabados,
lo cual amplía el registro del arte rupestre en este sector del paisaje no
explorado en el pasado y contribuye a alcanzar una visión más acabada de cómo
este tipo de registro se organizó regionalmente.
Con respecto a la
distribución en el paisaje de los nuevos conjuntos rupestres identificados y su
relación con otros ya conocidos, se observa que el conjunto denominado Demecia
presenta solución de continuidad en el espacio con los bloques más
septentrionales de Incahuasi, siguiendo el cauce del río, sobre la misma ladera
y con un emplazamiento semejante, sobre el borde de la barranca.
Por el contrario, el
conjunto Cruz se encuentra distante a más de 1.300 m de los bloques grabados de
Demecia, sobre la ladera opuesta del río y a alturas superiores. Sin embargo,
según nos informaron los pobladores locales, existían en el pasado otros
bloques con grabados que fueron destruidos durante las obras viales, como
sucedió claramente en otros tramos de Incahuasi. Por otra parte, los bloques de
Cruz, más alejados del fondo de valle, y en el acceso a quebradas, replican una
disposición que ya hemos observado en otros tramos, señalizando pasos y vegas
de altura (De Feo, 2015).
A pesar de que las
apachetas y los conjuntos arquitectónicos Corral Dominga y Potrero Justino no
poseen bloques con grabados en sus entornos inmediatos, observamos que existe
cierta articulación espacial con el conjunto rupestre. Todos ellos se disponen
alineados entre sí y con los bloques grabados, y conectados a partir de
senderos naturales. Tanto estos sitios como los conjuntos rupestres conducen,
además, al sitio Puesto Vialidad. De momento la información que tenemos sobre
las estructuras en piedra es de carácter muy preliminar, pero basándonos en sus
formas, tamaños y emplazamiento, proponemos que habrían funcionado demarcando
senderos y como corrales, a excepción de Puesto Vialidad, que por la presencia
de pequeños recintos circulares podría también haber servido como área de
residencia. Las características arquitectónicas y los materiales cerámicos
recolectados en este último sugieren, hasta tanto se realicen excavaciones, una
ocupación durante los Desarrollos Regionales. En el caso de la apacheta
descartamos una cronología poshispánica como sugiere Berenguer, Cabello y
Artigas (2007) para otros sectores del área andina, ya que en sus inmediaciones
recolectamos abundante material cerámico y desechos de obsidiana. No obstante,
la presencia de varios recintos modernos asociados a las apachetas y senderos
indica el uso reiterado de ese paisaje desde momentos prehispánicos hasta la
actualidad.
Sobre la cronología
de los dos conjuntos rupestres, considerando los patrones observados
fundamentalmente en motivos de camélidos y antropomorfos, y la presencia de
superposiciones y distintas pátinas y técnicas, se estima que Demecia y Cruz
tienen una profundidad temporal semejante a la de Incahuasi, que podría
remontarse al menos 2.000 años, al Formativo, con un intenso uso del sector
durante los períodos de Desarrollos Regionales e Inca. Los grafitis y motivos
raspados indican, además, la continuidad de la práctica de intervenir rocas
hasta el presente.
Como se presentó
anteriormente, los camélidos de los conjuntos Demecia y Cruz muestran una gran
diversidad de patrones, la cual se interpreta, al menos parcialmente, como
resultado del factor cronológico. En este sentido, los camélidos representados
de semiperfil, algunos de contorno curvo, con dos orejas, dos o cuatro patas
largas, realizados por picado de cuerpo lleno, son asignables al Formativo
(Falchi, Torres, Gutiérrez, 2018; Ledesma, 2019; Nielsen, Falchi, López,
Vázquez, Ávalos y Podestá, 2022). Los ejemplares de contorno geométrico o
rectilíneo, de perfil estricto, con una oreja hacia adelante o recta, cola
hacia adelante o hacia atrás, algunos de ellos con patas cortas que no superan
la relación 3:4 respecto a la longitud del cuerpo, corresponden a los patrones
característicos de los Desarrollos Regionales en el área y en el NOA y Norte de
Chile (patrones H2 y H3) (Aschero, 2000; De Feo, 2018). Los camélidos lineales
de perfil estricto, oreja levemente curva hacia el frente, así como algunos con
presencia de autopodio tendrían una cronología del ca. 500 AP (Aschero, 2000; Berenguer et al., 2007; Martel y Aschero, 2007; Falchi et al., 2018).
Los antropomorfos son
otros de los motivos diagnósticos de la cronología. Por ejemplo, el diseño
cuadrangular elongado grande con lazo posee semejanza estilística con otros
registrados en distintos sectores del NOA para el período Formativo (Fernández
Distel, 1998; Lanza, 1996; Ledesma, 2019; Martos, Vitry, Cornejo y Cornejo,
2021; Muscio, 2006; Olivera y Podestá, 1993; Podestá, 1986-87), mientras que
las representaciones de menor tamaño con túnica triangular se corresponden con
el patrón G3 definido por Aschero (2000) y fueron asignadas a los Desarrollos
Regionales (Aschero, 2000; Hernández Llosas et
al., 2021; Rodríguez Curletto y Angiorama, 2019).
En el conjunto
Demecia, y más marcadamente en Cruz, se destaca la presencia de motivos
serpentiformes cronológicamente asignados a la segunda mitad del primer milenio
de la era, también registrados en Incahuasi y en los conjuntos de Tastil, (De Feo,
2018; Podestá y Cornejo, 2021). Consideramos que, sin ser exclusivos del área,
la alta frecuencia de motivos serpentiformes es un rasgo característico del
arte rupestre regional, si bien en Demecia y Cruz carecen de la complejidad
observada en algunos paneles de Incahuasi, donde este tipo de manifestaciones
se caracteriza por su gran tamaño y el cuidado en los detalles como ojos,
orejas, fauces y diseños interiores.
Los suris y cánidos
son otros motivos previamente identificados en el arte rupestre de la quebrada
del Toro (De Feo, 2018; De Feo y Ferrauiolo, 2007; Raffino, 1967, 1968, 1973).
Los segundos también se mencionan en conjuntos del valle Calchaquí Norte, y se
los ubica cronológicamente en momentos tardíos de la secuencia regional
(Leibowicz et al., 2015).
Tal como se desprende
de los resultados, los camélidos se encuentran entre los motivos más
representados individualmente o porque alrededor del 50% de los bloques
incluyen estos animales en temas mayores. Se destacan, por ejemplo, aislados, en
pares o en agrupamientos de camélidos dispuestos sobre distintos planos de
apoyo y dirección; también combinados en un mismo panel con motivos
antropomorfos, geométricos, suris o serpentiformes.
Sobre los
agrupamientos de camélidos, observamos que son resultado del uso reiterado de
los paneles a través del tiempo –desde el Formativo hasta momentos incaicos–,
lo que se desprende de la ausencia de articulación entre ejemplares, las
diferencias de pátina y los distintos patrones morfo-estilísticos observados en
estos animales. Si bien esta situación también se registra en el Bloque 698 del
conjunto Cruz (Figura 5g), varios motivos fueron representados de forma
sincrónica, dispuestos en una misma dirección a modo de tropa en marcha, aunque
carecen de elementos como lazos o bultos.
Por su parte, los
paneles cuya temática incluye humanos y camélidos muestran narraciones
diferentes. En algunos casos ambos tipos de figuras carecen de articulación
formal de los diseños mediante trazos –como se observa en el Bloque 694 de
Cruz–, o por el contrario, se vinculan en escenas de tiro. Estas últimas, según
se desprende de los patrones observados en antropomorfos y camélidos, tendrían
una cronología tardía, en los Desarrollos Regionales.
Las características
expuestas sobre los diseños y composiciones, así como la disposición lineal y
el emplazamiento de los conjuntos Demecia y Cruz en corredores naturales, con
disponibilidad de pasturas y agua, y su articulación espacial con corrales,
explanadas y apachetas sugieren una fuerte vinculación con la trashumancia
pastoril. Asimismo, si bien están casi ausentes temas y diseños indicativos de
una funcionalidad relacionada con el tráfico caravanero, esta posibilidad no
puede descartarse si se tiene en vista la articulación con los conjuntos de
Incahausi, donde caravanas y escenas de tiro son más frecuentes (De Feo, 2018).
En cualquier caso, no son actividades excluyentes. Esto nos lleva a pensar en
qué prácticas fueron parte estas
manifestaciones. Teniendo en cuenta que prácticamente el 80% de los bloques de
ambos conjuntos tienen solo una de sus caras grabadas, mientras que el resto
presenta dos, tres o cuatro caras intervenidas, proponemos que no debieron
funcionar como espacios de reunión (véase más adelante discusión sobre Bloque 694
como excepción) sino como dispositivos para ser contemplados en tránsito, lo
cual cobra sentido en el marco de interpretaciones vinculadas con la
trashumancia estacional que implica la actividad pastoril.
La cronología
establecida para los motivos representados sugiere que estas prácticas se
remontan al Período Formativo y se sostienen hasta la fecha, según se desprende
de la presencia de grabados modernos y la continuidad en el uso de senderos
naturales, apachetas y corrales. La información de la que disponemos indica,
asimismo, un uso intenso del sector durante los períodos de Desarrollos
Regionales e Inca, tal como se verifica en Incahuasi (De Feo, 2018, 2023b).
Luego del arribo incaico a la quebrada del Toro estos espacios de tránsito y de
explotación ganadera continuaron siendo utilizados[1]
según lo indican ciertos motivos y diseños de camélidos, por ejemplo, los
lineales rectilíneos, algunos con autopodio.
La articulación
espacial durante momentos tardíos entre estos sectores más septentrionales de
la quebrada y el centro urbano y político de Tastil ha sido propuesta en el
pasado basada en estrategias de complementariedad agrícola entre este
asentamiento eje y el sitio Pie del Acay, localizado en Incahuasi (Raffino,
1972). Más recientemente hemos sugerido que esta interacción también debió
ocurrir en el marco de actividades relacionadas con el manejo de camélidos
según se desprende de las similitudes estilísticas, temáticas y de
emplazamiento de los conjuntos rupestres de ambos sectores. La información aquí
presentada ofrece nuevas evidencias al respecto, procedentes de un sector antes
desconocido y extiende hacia el norte la información acerca de la manera en que
estos espacios pudieron articularse a partir del registro rupestre (y otras
materialidades asociadas) emplazado en la vera de cauces de agua y en laderas
altas de pie de monte de la quebrada de Incahuasi.
Un rasgo que
caracteriza a las figuras antropomorfas tanto de Cruz como de Demecia, es la
ausencia de motivos con atributos de poder tales como los escutiformes, o los
paneles con personajes de diferente jerarquía en tamaño y composición, que, sí
están presentes en los grabados de Incahuasi, en bloques próximos a los
sectores de residencia (De Feo, 2018) o en los conjuntos de Tastil (Meninato,
2010). En cambio, se han registrado en dos bloques de Cruz representaciones de
objetos metálicos tales como adornos corporales –posiblemente un pectoral–,
cuchillos o hachas, que en la bibliografía también son interpretadas como
símbolos de poder y estatus durante los períodos de Desarrollos Regionales e
Inca (Aschero, 2000; Berenguer, 2004; Fauconnier et al., 2017; González, 2008). En el ya mencionado Bloque 694 encontramos
uno de estos objetos en una escena compleja, que lamentablemente desconocemos
en su totalidad debido a que fue parcialmente destruida, pero de la cual se
conservan algunas figuras antropomorfas, una portando objetos y varios
camélidos. Cabe destacar que este bloque se encuentra ubicado en un corredor
natural, al inicio de la vega de altura más importante en extensión y
disponibilidad de agua. Sobre la base de esto, proponemos que estas
manifestaciones visuales sirvieron como forma de legitimar los derechos sobre
estos espacios y recursos por parte de las comunidades tardías locales en un
contexto de intensificación del conflicto por el control territorial (Nielsen,
2006, 2007; Tarragó, 2000). Una interpretación alternativa es que este tipo de
escenas formó parte de rituales o performances
relacionadas con la fertilidad o abundancia de los rebaños y los recursos
necesarios para su reproducción. Esta propuesta se apoya nuevamente en los
motivos y temáticas, su disposición en el soporte y en el emplazamiento del
bloque en el paisaje. Sobre lo primero, cabe recordar que además de los objetos
metálicos representados, los paneles de este bloque incluyen a varios
antropomorfos portando objetos en actitud dinámica, y camélidos, uno de ellos
con vientre abultado. Segundo, son tres sus caras grabadas, lo que implica
cierta movilidad alrededor del bloque para contemplarlo en su totalidad, y
remite más a un espacio de reunión que de tránsito. Y tercero, el bloque
muestra una alineación visual con las cumbres del Nevado de Acay (Figura 6a).
Sobre esto último, se ha remarcado el rol destacado de las montañas nevadas en
la cosmovisión de las sociedades andinas (Cornejo, Vitry, Martos López y
Cornejo Maltz, 2021; Leibowicz et al.,
2015)[2].
Si bien aún estamos
lejos de conocer en profundidad cómo se han configurado los paisajes rupestres
en las quebradas de Incahuasi y Las Cuevas-Tastil en el pasado, los trabajos
recientes nos permitieron ampliar el registro de bloques con grabados para
dichos sectores –y las evidencias asociadas–, brindar información sobre su
distribución en el espacio, características estilísticas y cronología, y
proponer hipótesis acerca de las prácticas de las que participaron en el
pasado.
Nuestra agenda
contempla la realización de excavaciones en los conjuntos arquitectónicos
presentados, así como avanzar en la prospección de sectores medios y altos de
la quebrada de Las Cuevas, entre las localidades de La Encrucijada al norte y
Carrera Muerta al sur, a fin de conocer cómo articularon los distintos paisajes
rupestres de la región y en el marco de qué estrategias político-económicas.
Agradecimientos
A la Comunidad
Indígena de Las Cuevas, muy especialmente a Policarpo Gerón; a las familias
Cruz y Coria. A las autoridades y personal del Museo de Antropología de Salta.
A Diego Gobbo por las imágenes. A Lucas Pereyra Domingorena y Claudia Macoritto
por su colaboración en las tareas de campo. Estos trabajos fueron financiados
con un PIP 2687-2021 CONICET Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica,
PICT 2020-02796 Foncyt, Mincyt y Proyecto de Incentivos I+D N958 UNLP
2022-2025.
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[1] Acordamos con
Berenguer et al. (2007: 47) en que la
presencia de camélidos esquemáticos no necesariamente implica la existencia de
un arte rupestre propiamente incaico, sino que este pudo ser llevado a cabo por
poblaciones locales en momentos posteriores al arribo del Tawantinsuyu a la
quebrada (por una propuesta similar pero vinculada a la figura humana consultar
Angiorama y Rodríguez Curletto, 2014).
[2] El Bloque 694 posee,
además, un salpicado a la cal en una de las aristas que se alinea visualmente
con el nevado, efecto que Cornejo et al.
(2021) denominan llipi, y vinculan con la fertilidad de las vegas y humedales.
En este caso se trata de una práctica actual, que pone de manifiesto el rol de
estas montañas nevadas en el imaginario de las poblaciones de la quebrada aún
en la actualidad.