Quinteros, Enrique (Comp,) (2023), Escritoras salteñas. Emma Solá de Solá, Salta, La Aparecida / Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales y Humanidades (ICSOH, UNSa / CONICET), 110 págs.

 

Julieta Colina

Universidad Nacional de Salta

julietacolina@hum.unsa.edu.ar

 

El volumen colectivo Escritoras salteñas: Emma Solá de Solá compila artículos que se sumergen, desde distintas perspectivas disciplinares, en el análisis de un archivo hasta el momento desconocido, el correspondiente a la escritora salteña, donado por Susana Castellanos al equipo del Museo Histórico de la Universidad Nacional de Salta “Prof. Eduardo Ashur”. A partir del trabajo sobre esos documentos, entre los que se encuentran cartas, publicaciones, fotografías, registros de viaje, informes, memorias y recortes periodísticos en torno a la figura de Emma Solá de Solá, un grupo de investigadores provenientes de la historia, la antropología y la literatura, emprenden en este volumen la tarea de tejer líneas para el abordaje del complejo mundo que se revela en torno a la autora.

Me gustaría empezar estas palabras estableciendo un vínculo posible entre la escritora que nos convoca y una referente fundamental de las figuras letradas e intelectuales femeninas de nuestra historia: Sor Juana Inés de la Cruz. Salvando las distancias, la figura de Emma se aproxima a la de la mexicana si pensamos en los condicionamientos de producción. Juana, inmersa en una sociedad colonial, criolla letrada y doctísima, cortesana y monja de convento, estaba rodeada de convenciones y restricciones sociales para hablar. Octavio Paz, en Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe (1985), refiere que en toda sociedad funciona un sistema de prohibiciones y de autorizaciones que opera incluso por debajo de las conciencias. De manera que tanto la vida de un artista como su obra no pueden leerse sino en relación con otras obras del pasado y del presente y considerando la influencia que ejercen sus primeros lectores. Con estas variables puestas en juego, Paz procura atravesar en su lectura de Sor Juana lo que se edifica en los textos frente a las inhibiciones sustentadas por la ortodoxia que rodea a la autora. En su caso, la palabra literaria multifacética le permitió a Sor Juana hacer frente a los mandatos religiosos, históricos y políticos a los que estuvo expuesta de una manera que supo conjugar lo solapado, con la sagacidad e incluso una sabia picardía.

Así, la producción de Sor Juana es inteligible en el contexto de la ciudad de México en la segunda mitad del siglo XVII, y, a su vez, la historia de México no sería lo que es hoy sin la vida y obra de Sor Juana. Me interesa resaltar ese juego dialéctico que se establece al respetar la voz de una época en simultaneidad con la expresión fugitiva de las transgresiones autoriales. En esa clave de lectura, Paz propone percibir que la obra sobrevive a sus lectores originarios y se abre, con el viaje que le habilita el paso del tiempo, a otros lectores que la resucitan en el gesto de imponerle nuevos sistemas de lectura y de interpretación. Esto viene a cuento al abordar la figura de Emma Solá de Solá, escritora nacida en Salta en 1894 y perteneciente a la elite salteña heredera del prestigio y el capital económico del período colonial. Emma inicia su escritura en torno a la década de 1920 adherida a su rol de mujer católica, devota y patriota en un mundo de las letras marcadamente masculino. El trabajo que aquí reseñamos revisa críticamente la obra de esta autora rescatando su ámbito de producción a la luz del paso del tiempo y de sus nuevos lectores.

Éste último es, en efecto, el desafío que asumen las y los investigadores reunidos en torno a los archivos familiares que resguardan documentos de la producción y la práctica cultural e intelectual de Emma Solá de Solá. Los artículos que compila Enrique Quinteros, a la vez que ponen en valor la labor investigativa interdisciplinar, se establecen como puente para lectores que leen desde el presente a una escritora cuya producción puede resultar ajena a la sensibilidad actual. De manera que, desde diferentes puntos de vista, estas incursiones construyen varias puertas de acceso que reinsertan la obra en su sistema social e histórico y nos alejan de lecturas prejuiciosas o cerradas.

Emma Solá de Solá ha sido situada en la historiografía literaria salteña a partir de las producciones canonizadas hasta el momento, entre las que suman relevancia la icónica composición de la letra del “Himno al Señor del Milagro”. Esto la ha trabado en lecturas encasilladas y monovalentes. Sin embargo, las incursiones rigurosas que se comparten aquí develan la riqueza que hay detrás de esta figura de la elite católica salteña. Resulta que, a la par de ese perfil ejemplar, devocional y fuertemente tradicionalista, los recorridos por las prácticas culturales variopintas de la autora desestabilizan los presupuestos y nos llevan por recorridos que no responden siempre a ese contorno de impronta piadosa, sino que iluminan zonas que conectan su obra con trayectos, si se quiere, más mundanos.

Enrique Quinteros analiza la participación de la escritora como referente intelectual del catolicismo en la sociedad de Salta asediada ya por los cambios del mundo moderno durante la primera mitad del siglo XX. Esta situación, que tensiona la preservación de los valores católicos, empuja a la Iglesia a tomar acciones nuevas para conservar su posicionamiento. Es allí donde la figura de Emma Solá de Solá se consagra como mediadora entre la institución y su feligresía, lo que no sólo la coloca en un lugar prácticamente inédito para las mujeres de su entorno, el de la escena pública, sino que además lo hace desde un posicionamiento novedoso. En su rol de gestionar los cambios en pos de lograr la permanencia de la hegemonía de la Iglesia, Emma propone una modificación en la forma de ejercer la religiosidad femenina que se sustenta en la ilustración de las mujeres. Desde este punto de vista activa una renovación interesante de los mandatos sobre la mujer que conjuga la piedad con el estudio y el desarrollo intelectual. Quinteros da cuenta de este derrotero adentrándose en el recorrido de la autora por instituciones como la Acción Católica y la Liga de Damas, y revisando también sus conferencias radiales (espacio novedoso de difusión colectiva, producto de la modernidad y el desarrollo de industrias tecnológicas) mediante las cuales llega a ser la portavoz de estas ideas en las casas de mujeres de diversas capas sociales.

Un abordaje en esta línea es también el que realiza Verónica Pavón al detenerse en las prácticas de la autora vinculadas a las novedades tecnológicas, como la radio y la cámara de fotos, que invadieron los ámbitos privados en la primera mitad del siglo XX. Entre las fotografías que analiza, la investigadora observa que la imagen de mujer que Emma Solá de Solá pregona en sus conferencias radiales (madres cristianas, pilares de la familia, apartadas de las frivolidades y los lujos) se tensiona con la que nos devuelve el archivo fotográfico. Allí, la autora no sólo aparece ubicada en el interior del espacio doméstico sino también en el estrado público y rodeada de una vida personal que no era ajena a los lujos.

Entre estas prácticas que corren a la autora del lugar de rigurosa modestia, Luciana Dimarco ahonda en la participación de los Solá en otro espacio de sociabilidad exclusivo de la elite salteña, el Club 20 de Febrero. En ese reducto integrado por miembros masculinos de familias acomodadas, las mujeres no tenían el derecho a participar más que como anexos cuasi ornamentales. Allí, las figuras femeninas cumplían con aportar al lujo, la elegancia y la magnificencia desde su condición de “hijas de la patria” y, desde ese lugar, como colaboradoras de las gestas de los grandes hombres. Dimarco analiza con detenimiento el rol de las mujeres, por ejemplo, en eventos (rituales) como la presentación de señoritas en sociedad, donde participaba la escritora salteña, dando cuenta de cómo sus prácticas de sociabilidad se tensan, se acercan y se distancias, se acomodan o incomodan, con sus discursos como referente de la Acción Católica de Salta.

Sofía Guantay Estrabis, por su parte, se adentra en el proceso de afianzamiento de los valores nacionalistas en la configuración de las nuevas alianzas de la elite frente a los cambios acaecidos con la modernización política y cultural de inicios de siglo XX. En ese ámbito, Emma Solá de Solá ejerce su rol en tanto intelectual, creadora y productora cultural atravesada por una fuerte vocación pedagógica y moralizante. Desde tal posición, Guantay Estrabis analiza su labor política en la Liga Patriótica Argentina y en la Asociación Pro Patria de Señoritas durante la década de 1920 y sus discursos radiales emitidos como propaganda del Empréstito Patriótico de 1932. Se trata nuevamente de acciones para afrontar la crisis de la autoridad de la elite frente a la sociedad de masas a partir de gestas diseñadas por empresas culturales y nuevas formas de sociabilidad, en las que la participación de la escritora tuvo injerencias sustanciales.

No menos reveladoras resultan las incursiones de Emma Solá de Solá en sus proposiciones de escritura literaria, pues dan cuenta de los procesos de profesionalización del trabajo literario de la autora tensionados con la evidente sujeción a otros mandatos sociales propios de su lugar de pertenencia, como aquellos que la ligan al catolicismo y a la militancia patriótica. En este sentido, el volumen cuenta con un artículo a cargo de Hernán Sosa enfocado en revisar su experiencia como viajera y turista por fuera de Salta. El trabajo del investigador pone el foco en el análisis de materialidades discursivas dispersas, como relatos de viajes, donde la autora va registrando otros aspectos de su vida ligados al mundo del capitalismo cultural. De manera que el viaje se torna, como refiere Sosa, una instancia biográfica que revela, por un lado, un aspecto más mundano de su experiencia. Pero también evidencia las marcas de un discurso literario en curso, que se alinea con la construcción de una voz que redimensiona aquella que podíamos encontrar en su poesía y narrativa éditas asociadas a los tópicos religiosos y de exaltación del terruño. Estas otras producciones aparecen en los archivos rescatados en sus instancias de revisión o preparación pues quedaron finalmente inéditas.

Lo mismo sucede con el proyecto trunco de publicar en Estados Unidos una narración breve destinada al público infantil. Del análisis de este manuscrito, titulado en su versión en español Chango y Mancha. Aventuras de un escolar del Norte Argentino, se encarga con minuciosidad Gloria Quispe. La investigadora recrea los detalles de las acciones y circunstancias mediante las cuales la autora procura concretar la publicación en inglés y, por supuesto, se detiene también en el análisis discursivo de la propia obra. En ese recorrido, Quispe aporta una visión que conjuga las condiciones sociales, contextuales, ideológicas y profesionales detrás de este material finalmente inédito con la lectura de las estrategias narrativas y el contenido del texto. De manera que todo este recorrido nos coloca frente a otra veta hasta el momento desconocida de la escritora.

Gracias a estas contribuciones se devela, entonces, el perfil multifacético de una intelectual que, aunque sostuvo un discurso tanto literario como religioso muy aferrado a recuperar, conservar y restablecer la tradición patriótica y católica de la elite salteña y especialmente el rol de la mujer en ese relato del mundo, dejó huellas en el derrotero de sus propias prácticas públicas y privadas que no responden a aquel modelo unívoco. Sus incursiones culturales, sociales y familiares nos llevan por caminos diversos que permiten pensar cómo las mujeres se insertaron (más allá de ser esto omitido sistemáticamente por los relatos oficiales) en la construcción de lo público. Entre esas prácticas encontramos no sólo la producción poética devocional aferrada a los valores del catolicismo más ortodoxo, sino también la inmiscuencia en distintas instituciones políticas nuevas (religiosas, de beneficencia, de sociabilidad, culturales, intelectuales), los viajes por el mundo como cronista/turista y consumidora de arte y como voz instructiva que a través de emisiones radiales llegaba a hogares que cruzaban la frontera de su pertenencia de clase.

De modo que el discurso de Emma Solá de Solá se abre a otras lindes que transitan entre la nueva cultura de la sociedad de masas propias de la modernidad y los relatos de reacomodación para la conservación del antiguo orden social. Es clave en esta figura el hecho de que, por su posicionamiento y también por su propio talento, como señala Dimarco, la escritora tenía habilitado el tránsito o el movimiento por distintos espacios en los que fue dando cuerpo a una figura más compleja de lo que el relato oficial de la historia cultural salteña ha impuesto. Una mujer que, en estos sentidos, deviene bisagra para pensar la historia de las mujeres intelectuales en Salta a partir de esta especie de rehabilitación de su obra a la que nos acerca el libro.