EL PARTIDO COMO TERRENO DE DISPUTAS: LA UNIÓN CÍVICA RADICAL INTRANSIGENTE DE TUCUMÁN (1957-1962)

 

THE PARTY AS A FIELD OF DISPUTES: THE INTRANSIGENT RADICAL CIVIC UNION OF TUCUMÁN (1957-1962)

 

 

Leandro Ary Lichtmajer

Instituto Superior de Estudios Sociales (UNT/CONICET)

Facultad de Filosofía y Letras (UNT).

leandrolichtmajer@gmail.com

 

 

Fecha de ingreso: 18/10/17

Fecha de aceptación: 26/12/17

 

 

Resumen

 

Los interrogantes sobre el derrotero del radicalismo en la etapa de inestabilidad política y conflictividad social comprendida entre los golpes de Estado de 1955 y 1962 se vinculan a la necesidad de desentrañar la trayectoria de los partidos en una etapa clave de la historia argentina contemporánea. En ese contexto, el análisis del surgimiento y trayectoria de la Unión Cívica Radical Intransigente en la provincia de Tucumán (Argentina) procura poner en debate las interpretaciones estructuradas alrededor de la noción de partido instrumental. Este rasgo habría derivado del liderazgo centralizado de Arturo Frondizi, fundador de la UCRI y presidente de la nación entre 1958 y 1962, y de una debilidad intrínseca del partido desde el punto de vista organizativo. Desde nuestro punto de vista, dicha noción obstaculizó los análisis centrados en la fisonomía de la organización y sus conflictos internos. En virtud de dichas consideraciones, el artículo tiene como objetivo reconstruir la trayectoria del partido en la provincia de Tucumán, iluminando las tensiones y disputas que estructuraron la relación entre sus diferentes instancias (departamental, provincial, nacional), la densidad de su entramado interno y el dinamismo de su vida partidaria a nivel de las bases.

 

Palabras clave: partidos políticos; Unión Cívica Radical; frondizismo; dirigencia intermedia, escala provincial.

 

 

Abstract

 

The questions about the course of radicalism in the stage of political instability and social conflict between the coups of 1955 and 1962 are linked to the need to understand the trajectory of the parties in a key stage in Argentina´s contemporary history. In this context, the analysis of the emergence and trajectory of the Intransigent Radical Civic Union in the province of Tucuman (Argentina) seeks to put on debate the interpretations structured around the notion of instrumental party. This feature would have derived from the centralized leadership of Arturo Frondizi, founder of the UCRI and president of the nation between 1958 and 1962, and an inherent weakness of the party from the organizational point of view. From our point of view, that notion has obstructed the analysis focused on the features of the organization and its internal conflicts. In virtue of such considerations, this paper aims to rebuild the trajectory of the party in the province of Tucumán, illuminating the tensions and disputes that structured the relationship between their various levels (departmental, provincial, national), the density of its internal framework and the dynamism of its party life at the grassroots level.

 

Keywords: political parties, Radical Civic Union, Frondizism; intermediate leadership, provincial scale.

 

 

 

Introducción

 

Las investigaciones sobre el radicalismo durante la etapa de inestabilidad política y conflictividad social comprendida entre los golpes de Estado de 1955 y 1962 respondieron al interés por desentrañar la trayectoria de los partidos en un período clave de la historia argentina contemporánea. A comienzos de la década de 1970, las primeras investigaciones sobre este tópico, provenientes de la sociología y la ciencia política, se focalizaron en la crisis del sistema de partidos y el fenómeno de la “militarización” de la política, visibles a partir del derrocamiento de Perón. Un trabajo pionero en tal sentido fue el de Guillermo O´Donnell, cuya definición de la dinámica política en términos de un “juego imposible” en el que los partidos compitieron por el poder bajo el arbitrio de las Fuerzas Armadas tuvo fuerte influencia en las investigaciones sobre el período 1955-1962[1]. La trayectoria específica del radicalismo se abordó tangencialmente en estos estudios. Así, salvo algunas excepciones[2], la Unión Cívica Radical recibió una atención dispar de la historiografía hasta su retorno al poder en 1983, coyuntura que apuntaló el interés de la historiografía en torno a su derrotero previo[3].

Aunque la preocupación por la crisis del sistema de partidos no fue abandonada, las investigaciones sobre el radicalismo que florecieron desde entonces hasta la fecha cambiaron la escala de observación, desmarcándose de los esquemas teóricos generales para abonar a problemas y recortes temporales más acotados. En ese marco cobraron impulso los estudios sobre la Unión Cívica Radical Intransigente (en adelante UCRI), entidad que emergió de la escisión partidaria de comienzos de 1957 y llegó al poder de la mano de Arturo Frondizi (1958-1962).

En su carácter de partido gobernante, liderado por el presidente de la nación, uno de los problemas que estructuraron su análisis fue la conflictiva relación entre el gobierno y la organización partidaria. En líneas generales, los estudios atribuyeron a las esferas nacionales del partido un margen estrecho de autonomía frente a la figura presidencial, así como un grado limitado de influencia en la marcha del gobierno y la relación con los sectores extrapartidarios. La ausencia de un horizonte ideológico compartido y el marcado sesgo tecnocrático que modeló la gestión frondizista ubicaron al partido en un plano marginal. Así se desprendió del giro presidencial en la política energética y educativa, hitos del debate público durante el primer año de su presidencia. También de la escasa relevancia de la UCRI en la definición de la estrategia frondizista de integración del peronismo y en la incorporación de figuras extrapartidarias, tales como Rogelio Frigerio y Álvaro Alsogaray, en lugares clave de la gestión. Su relegamiento a un rol secundario tuvo como correlato un férreo control de la entidad por parte de Frondizi, cuya trayectoria estuvo signada por las necesidades y los objetivos de una gestión presidencial acechada por las presiones corporativas y una oposición partidaria virulenta[4]. En términos de Ana Virginia Persello, “todos los analistas coinciden en que [la UCRI] se trataba de un partido débil”[5].

En lo que respecta a las relaciones entre las esferas nacionales y provinciales de la UCRI, el concepto de “partido instrumental” acuñado por César Tcach sintetizó con precisión las vinculaciones que entabló la filial cordobesa con la conducción central[6]. La accidentada trayectoria de la UCRI de Córdoba, jalonada por las disputas recurrentes entre el gobernador y el presidente de la Nación, hasta culminar en la intervención federal a la provincia en 1960, reveló los estrechos márgenes de autonomía del partido frente a las directrices nacionales. Desde la perspectiva de Tcach, en esta configuración fueron determinantes algunos rasgos que modelaron la organización partidaria cordobesa desde sus orígenes, tales como el lugar minoritario que ocupó en el mapa radical, dominado por la Unión Cívica Radical del Pueblo (en adelante UCRP) y su endeble entramado organizativo, así como la debilidad de sus lazos con el electorado y su carácter de partido de funcionarios, atado a los vaivenes de la administración.[7] Aparte de iluminar una faceta poco conocida de la trayectoria ucrista, la reconstrucción de la filial cordobesa abrió camino en la indagación del partido desde las escalas provinciales, vector que, sin embargo, ocupa todavía un lugar marginal en la producción sobre el tema.[8]

En virtud de dichas consideraciones, el presente artículo tiene como objetivo analizar la trayectoria de la UCRI de Tucumán en la etapa comprendida entre su surgimiento y su desplazamiento del gobierno provincial mediante una intervención federal (1957-1962). A diferencia de provincias como Córdoba o Buenos Aires, la UCRI de Tucumán emergió de la división de 1957 en una posición dominante dentro del radicalismo. En ese marco heredó la estructura partidaria proveniente del ciclo peronista, dotada de un sólido entramado organizativo, una dirigencia intermedia activa y un lugar de preeminencia sobre los sectores nucleados en la Unión Cívica Radical del Pueblo (UCRP). Asimismo, la conducción provincial del partido, liderada por Celestino Gelsi, ocupó desde comienzos de los años cincuenta un lugar relevante en el esquema de poder frondizista a nivel nacional, posición refrendada por la UCRI de Tucumán tras la división de 1957. Tomando en cuenta dichas especificidades, el texto prioriza un enfoque centrado en la organización partidaria, analizando el derrotero de los organismos directivos y las escalas intermedias (departamental, local). La reconstrucción de su derrotero en el espacio tucumano permite interrogarse si la debilidad intrínseca que la historiografía atribuyó a las esferas nacionales de la UCRI se observó en la filial tucumana. Asimismo, si el concepto de “partido instrumental”, pertinente a la hora de iluminar la dinámica de las relaciones entre la conducción central y las provincias, ofrece un horizonte interpretativo adecuado para dar cuenta de las tensiones y realineamientos que modelaron la trayectoria del entramado partidario en el referido espacio.

 

La centralidad de la UCRI en el mapa político tucumano

 

La división del radicalismo, puesta en escena en la Convención Nacional de noviembre de 1956 y rubricada tres meses más tarde, constituyó el punto de llegada de un ciclo de conflictividad iniciado durante la década peronista[9]. En el seno del Movimiento de Intransigencia y Renovación (en adelante MIR) pugnaron los sectores liderados por Arturo Frondizi (Capital Federal), presidente del partido desde 1954, y Ricardo Balbín (Buenos Aires). En la oposición a la conducción partidaria se alistaron dos sectores aliados entre sí: el Movimiento de Intransigencia Nacional –liderado por el cordobés Amadeo Sabattini- y el Núcleo Unidad, cuyos principales dirigentes fueron Ernesto Sanmartino (Buenos Aires) y Miguel Ángel Zavala Ortiz (Córdoba). Tras mantener una precaria unidad durante el primer año del régimen militar, el frondizismo y el balbinismo se enfrentaron de cara al proceso de selección de candidatos para las elecciones de convencionales constituyentes y de presidente, anunciadas por el gobierno para mediados y finales de 1957, respectivamente. Reunida en San Miguel de Tucumán, la Convención rechazó la modalidad de selección impulsada por el balbinismo -voto directo de los afiliados- y ungió con el apoyo de los convencionales de su sector la fórmula presidencial Frondizi-Alejandro Gómez.

Del cisma emergieron dos partidos dotados de núcleos internos y proyecciones regionales divergentes: la UCRP -que aglutinó al balbinismo, al sabattinismo y al unionismo- y la UCRI, dominada por el frondizismo. La primera concentró sus apoyos en las provincias de Buenos Aires y Córdoba, que reunían alrededor del 50% de los afiliados radicales del país. Contó también con una presencia importante en Capital Federal y el dominio de provincias más pequeños como Catamarca, Santiago del Estero y Jujuy. Por su parte, la UCRI controló las provincias de Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos, Tucumán y San Juan; sumadas a un fuerte peso en Capital Federal y Buenos Aires y el control de numerosas provincias de menor relevancia cuantitativa tales como Chaco, La Pampa, Misiones, Salta y Jujuy[10].

La división del partido alentó una fuerte disputa por el control de los resortes partidarios (redes de organismos de base, información sobre los afiliados, recursos financieros, inmuebles, material de propaganda), tema crucial a la hora de dar vida a sendas organizaciones tras la escisión. En ese marco, el predominio de la UCRP en las principales provincias y su creciente influencia en los planteles del gobierno militar le otorgaron una luz de ventaja sobre la UCRI, puesta de manifiesto en las elecciones de convencionales constituyentes de julio de 1957, primer test electoral de las noveles organizaciones radicales y del peronismo proscripto.

En dicha oportunidad, el partido liderado por Balbín superó a sus ex correligionarios por tres puntos porcentuales a lo largo del país y se impuso en Buenos Aires, Capital Federal y Córdoba. Sin embargo, se ubicó levemente por debajo del voto en blanco, que desarrolló una sólida performance electoral en las provincias más importantes y logró una diferencia holgada en Santa Fe y Tucumán. La UCRI, por su parte, logró el primer lugar en un conjunto importante de provincias (Corrientes, Chubut, Entre Ríos, Formosa, La Pampa, Misiones, Rio Negro) y el segundo lugar en electorados de peso (Tucumán, Capital Federal), aunque en la suma global quedó relegada al tercer lugar, por detrás del voto blanco y el de la UCRP[11].

La provincia de Tucumán, séptima en importancia electoral del país[12], constituyó un engranaje clave en la estructura nacional de la UCRI al representar una de las provincias de mayor peso cuantitativo en manos del frondizismo. La filiación frondizista del radicalismo tucumano databa de finales del ciclo peronista. Tras militar en el sabattinismo a lo largo de los años cuarenta, la conducción radical tucumana mudó sus apoyos al MIR en la Convención Nacional de 1953, la cual definió el rechazo a la abstención electoral proclamada por la delegación cordobesa. Los votos de los delegados tucumanos en la Convención tuvieron un peso clave en el fracaso del sabattinismo y fortalecieron al sector liderado por Balbín y Frondizi, proceso cuyo corolario fue la elección del segundo como presidente del CN en febrero de 1954[13]. Al calor del cambio en las alianzas, la filial tucumana de la UCR ganó un creciente protagonismo en los organismos nacionales del partido, al ocupar la Secretaría primera del CN, y se erigió en un baluarte del liderazgo de Frondizi frente a los embates de los opositores, potenciados entre comienzos de 1955 y la división del partido[14].

El líder del radicalismo tucumano fue Celestino Gelsi, diputado provincial durante el ciclo peronista (1946-1955) y presidente de la UCR desde 1949 hasta la división de 1957. Gelsi fue el principal emergente del proceso de recambio dirigencial acaecido en el radicalismo de esa provincia tras la irrupción del peronismo. Al igual que numerosos representantes de dicha camada, Gelsi provenía de la arena política universitaria –fue presidente de la Federación Universitaria de Córdoba a finales de los años treinta–. Su figura creció en paralelo a la consolidación de la intransigencia en el plano interno, sector al cual representó en los sucesivos órganos directivos constituidos a lo largo de 1945. Su elección como diputado provincial por el departamento Capital en los comicios de febrero de 1946 lo ubicó en una posición clave para encabezar la oposición al gobierno en el ámbito legislativo y jugó un rol central en la consolidación de su liderazgo dentro del partido, al que presidió desde 1948 hasta el cisma de 1957[15].

En la gestión de Gelsi al mando de la UCR se reconstituyó el entramado partidario desmembrado tras la derrota electoral de 1946: se reorganizaron los organismos departamentales, se recuperaron los niveles de afiliación y se afianzó la labor proselitista a través de la difusión creciente de organismos de base. Este proceso se aceleró luego de 1955, coyuntura de ensanchamiento de las bases territoriales del partido y crecimiento sostenido en los niveles de afiliación. Asimismo, bajo el mandato de Gelsi se puso en marcha un proceso de centralización a través de una reducción de la autonomía de los organismos intermedios (juntas departamentales, organismos de base) y el establecimiento de mecanismos disciplinarios para minimizar los focos de disidencia interna. Estos procesos, junto a la cooptación y desplazamiento de dirigentes opositores, constituyeron pilares clave en la consolidación del liderazgo gelsista en la provincia y su proyección al plano nacional, refrendada con su unción como vicepresidente del CN en marzo de 1956[16].

De ese modo, al momento de la división podían reconocerse dos rasgos centrales en el radicalismo tucumano. Por un lado, éste atravesaba una fase ascendente en términos organizativos, al afianzarse el entramado partidario tras su desmembramiento durante los años peronistas. Por el otro, los sectores opositores a la conducción carecían de espacios relevantes en los cuadros directivos y de una presencia significativa en el territorio provincial. En ese marco, la puja por la herencia de los resortes partidarios, desatada a nivel nacional tras la división, resultó favorable a la UCRI en Tucumán.

El partido reeditó el mapa de poder y los lineamientos políticos previos al cisma: los mandos directivos fueron ocupados por el mismo sector que dominaba el partido antes de la división y el discurso público de la novel entidad mantuvo el tono opositor a la intervención federal sustentado por la UCR desde 1955[17]. La conducción partidaria fue asumida por quien ejercía la autoridad de la UCR hasta esa fecha, el vicepresidente de la Junta de Gobierno José G. Juárez. En abril de ese año el CN designó interventor a Pascual Tarulli, presidente de la Convención Provincial de la UCR al momento de la división. Las autoridades definitivas se formalizaron en junio de 1957, previa suspensión de las elecciones internas por la presentación de una sola lista, asumiendo la presidencia Gelsi y la vicepresidencia Tarulli[18]. La UCRP, por su parte, se nutrió de los sectores minoritarios que ejercieron la oposición al gelsismo desde los años finales del ciclo peronista. La nueva organización fue controlada por unionistas y sabattinistas, mientras que los balbinistas ocuparon un lugar tangencial, merced a su debilidad en la provincia. A tono con sus pares a nivel nacional, los radicales del pueblo de Tucumán participaron activamente en los planteles del gobierno militar[19].

El protagonismo de la UCRI dentro del radicalismo tucumano fue ratificado en los comicios para convencionales constituyentes de julio de 1957, en los que venció a la UCRP en la totalidad de los departamentos, alcanzando una ventaja global de siete puntos porcentuales[20]. Sin embargo, el contundente triunfo del voto en blanco, expresión electoral del peronismo, ratificó el carácter mayoritario del movimiento proscripto. El voto en blanco alcanzó en Tucumán un 40% del padrón, cifra que ubicaba a la provincia en el segundo puesto a lo largo del país, por detrás de Santa Cruz, superando ampliamente la media nacional (24%).[21] En su afán de constituir una organización política de bases populares, con perspectivas de alcanzar el poder, la tarea de captar apoyos entre los dirigentes y simpatizantes del peronismo se convirtió en un tema crucial. En ese marco, la incorporación de peronistas al partido devino un eje central en la agenda de la UCRI, convirtiendo a Tucumán en una de las filiales en las que la estrategia integracionista alcanzó mayor impulso.

La búsqueda de captar apoyos entre la dirigencia y el electorado peronistas, acompañada de gestos de marcada oposición al gobierno nacional y la intervención federal[22], impactó de lleno en la trayectoria de la organización partidaria ucrista. En diciembre de 1957 la Convención Provincial del partido definió una modalidad de selección de los candidatos con un criterio centralizador que socavó las prerrogativas de la dirigencia departamental y local. Amparada en la estrechez de los plazos establecidos por el gobierno para oficializar los candidatos, la Convención rechazó el llamado a elecciones internas. La Carta Orgánica establecía este mecanismo en primera instancia, habiendo sido utilizado en diferentes oportunidades en el pasado: entre 1945 y 1956 se realizaron elecciones internas en seis oportunidades[23].

Tras el rechazo a la instancia electoral, la Convención delegó su potestad para armar las listas en una comisión integrada por los miembros de la Mesa Directiva de dicho organismo y de la Junta de Gobierno (en adelante JG), a cargo de las candidaturas de diputados y senadores provinciales y concejales municipales. Los electores de gobernador, por su parte, quedaron en manos de Celestino Gelsi, candidato que el máximo organismo partidario ungió para la primera magistratura provincial. La renuncia de la Convención a formar las listas generó ruidosas protestas entre un grupo de convencionales y autoridades departamentales, que reclamaron, infructuosamente, una mayor influencia en la confección de las nóminas[24].

Aparte de reforzar las prerrogativas de las autoridades en la elección de los candidatos con el fin de conformar un plantel leal, la centralización en el armado de las listas habilitó la negociación con los dirigentes peronistas receptivos de la política de integración, tesitura que se impuso en algunas zonas de la provincia. En efecto, la inclusión de reconocidos miembros del movimiento derrocado en 1955 generó el rechazo de representantes del partido en las escalas departamental y local, que reivindicaron la pertenencia radical como el vector que debía pautar la conformación de las listas[25]. Sin embargo, estas protestas no modificaron la posición de la conducción partidaria, que priorizó el ensanchamiento de las bases electorales, mediante una apelación al voto peronista, por sobre la satisfacción de las demandas de la dirigencia intermedia. Delineado en la antesala de los comicios de 1958, este conflicto se reeditó durante el mandato de Gelsi.

 

El Movimiento Popular Intransigente y la impugnación a la conducción partidaria

 

En las elecciones de febrero de 1958 la UCRI de Tucumán obtuvo un triunfo contundente que le permitió conquistar la gobernación, la mayoría absoluta en la Legislatura y el control de ocho de las nueve municipalidades, incluida la capital San Miguel de Tucumán[26]. Los frutos de la política de integración se revelaron al incrementarse sensiblemente el caudal de votos en relación a julio de 1957. En efecto, los votos para la UCRI pasaron de los 73.699 (23%) a 130.532 (41%), mientras que los sufragios en blanco se redujeron a un 15% del total[27]. Los claroscuros de la estrategia integracionista y de la centralización de las decisiones en las autoridades partidarias florecieron, sin embargo, en forma constante tras la conquista del gobierno, al potenciarse la conflictividad interna visibilizada durante el tramo final de la campaña electoral.

En ese sentido, si la competencia en torno a las listas había marcado el pulso partidario antes de los comicios, la conformación de los planteles gubernamentales en los niveles provincial y municipal atizó los conflictos, que atravesaron el entramado partidario de las bases hasta las cúpulas. El tránsito de la UCRI tucumana al gobierno tensionó el mapa interno, proceso similar al que se observó en las esferas nacionales del partido[28].

Los reclamos de la dirigencia intermedia se manifestaron desde la asunción de Gelsi en mayo de 1958. La designación de un ex funcionario peronista a cargo del Ministerio de Hacienda, “audaz maniobra” destinada a afianzar la política de integración, generó hostilidad dentro de la UCRI[29]. El malestar en las filas partidarias se potenció con motivo del lanzamiento, en julio de 1958, del Movimiento Popular de Apoyo a Gelsi (en adelante MOPAG), entidad que nucleó a dirigentes peronistas impulsores de la integración. La entidad fue liderada por Waldino Díaz, ex diputado provincial (1952-1955) y presidente de la Cámara de Diputados (1953), y la dirigente del Partido Peronista Femenino Mafalda Zucchi[30].

Su creación se enmarcó en el proceso de apertura del frondizismo hacia el movimiento derrocado, plasmada en el levantamiento de la prohibición de las actividades de su dirigencia y de las inhibiciones a los activistas gremiales, definiciones que impulsaron a los sectores integracionistas a reforzar su acercamiento al gobierno[31]. Si bien se trataba de un organismo ajeno a la estructura formal de la UCRI, el MOPAG intervino en la escena provincial a través de diferentes vías, que abarcaron la creación de entidades de base en diferentes puntos del territorio, la publicación de declaraciones de apoyo al gobernador y la elevación de demandas locales hacia el Estado.

La aparición del MOPAG fue leída como una afrenta por la dirigencia ucrista crítica de la política de integración. La nueva entidad no sólo formalizaba y potenciaba el acercamiento entre el gobernador y algunos cuadros del peronismo; también desafiaba las prerrogativas del partido a la hora de proveer planteles de gobierno, canalizar recursos públicos e intermediar en la solución de los problemas de los ciudadanos. Esta situación se agravaba por reunir el MOPAG a ex funcionarios y dirigentes peronistas, a quienes los dirigentes ucristas achacaban un carácter oportunista en su defensa de Gelsi.

Así se lo hizo saber el presidente de un comité barrial de San Miguel de Tucumán al vicegobernador al señalar que “serán los radicales y no los peronistas quienes defenderán al gobierno en caso de ser necesario”[32]. En vista de dicho panorama, los dirigentes ucristas presionaron a la JG con el fin de que aclarara si el MOPAG tenía un vínculo formal con la UCRI. Caso contrario, le exigieron que emitiera una desautorización pública[33]. Estos intentos no fructificaron, lo cual se explica tanto por la búsqueda del gelsismo por mantener una actitud conciliadora frente a los peronistas como por el cuadro de parálisis que atravesaba el órgano ejecutivo del partido desde las elecciones de febrero de 1958. En efecto, la JG no desarrollaba actividades desde el cierre de la campaña electoral y se encontraba en una situación irregular por las renuncias del presidente Gelsi y el vicepresidente Pascual Tarulli. La paralización del órgano ejecutivo de la UCRI impactaba en las demás instancias partidarias (Juntas Departamentales, Comité de la Juventud, Movimiento Femenino), que atravesaron los primeros meses de gobierno en un estado de quietud semejante.

Como respuesta a esta situación, un grupo de dirigentes ucristas críticos de la política de integración y del rumbo general del gobierno gelsista formaron en julio de 1958 el Movimiento Popular Intransigente (en adelante MPI). Al nutrirse de legisladores y dirigentes con representación en los órganos directivos y las entidades a nivel de las bases, el MPI alcanzó una importante difusión territorial. En efecto, lideró el movimiento el secretario de la Convención Provincial de la UCRI, Arnoldo Suasnábar, mientras que adhirieron diputados y senadores provinciales, dirigentes del movimiento femenino y de la juventud de la UCRI. Asimismo, enviaron delegaciones los principales centros urbanos del interior provincial (Tafí Viejo, Concepción, Monteros, Aguilares, Villa Alberdi)[34].

Las demandas del MPI trascendieron el tema de la integración para entrar de lleno en el debate sobre la relación entre el partido y el gobierno, conflicto que signó la trayectoria de la gestión ucrista a nivel provincial y nacional. En su declaración fundacional el MPI planteó una mayor consideración hacia los diputados y senadores por parte del gobernador. Esta demanda circulaba con fuerza entre los legisladores de la UCRI reacios al estilo personalista y centralizado del que hizo gala Gelsi. Con respecto a la relación con el peronismo, si bien plantearon su apoyo a la política de integración, reclamaron que esta se realizara sin perder de vista “los principios y la estructura orgánica del partido”. Finalmente, exigieron la puesta en funcionamiento de los órganos directivos y el respeto del programa de la UCRI ante el peligro de “desviación doctrinaria” que, desde su perspectiva, subyacía a las medidas del gobierno nacional en materia educativa y energética, temas que marcaron el pulso del conflicto político en los primeros meses de gestión[35].

La JG retomó las actividades en agosto de 1958, como respuesta a la organización de los disidentes. Con el fin de regularizar su situación designó a dos de sus miembros como presidentes provisorios, decisión que fue impugnada por el MPI, que proclamó la ilegalidad de dicho mecanismo y exigió la reorganización partidaria a través de elecciones directas[36]. Asentados en una cuestión formal, sus reclamos procuraron un reordenamiento del mapa interno de poder. Sus líderes consideraban, en vista de la presencia territorial del MPI, que los comicios internos lo fortalecerían en desmedro de los sectores identificados más rotundamente con la conducción gelsista. El primer acto de las autoridades provisorias de la Junta fue emitir una declaración de solidaridad con el Poder Ejecutivo provincial en el marco de un conflicto salarial con el sindicato de docentes primarios[37]. En un claro gesto de diferenciación respecto a las autoridades partidarias y el gobernador, el MPI manifestó su solidaridad con las protestas docentes y calificó al texto de “comunicado de gobierno”, deslizando que el organismo directivo de la UCRI se había convertido en una suerte de apéndice de la gestión gelsista[38].

Sobre ese telón de fondo se convocó en octubre de 1958 a elecciones internas para definir los delegados de la filial al CN de la UCRI. Para el MPI los comicios representaban una oportunidad inmejorable para testear sus bases de sustento entre los afiliados y canalizar el descontento frente al gobierno provincial, jaqueado por las protestas gremiales y estudiantiles en el marco de la disputa entre laicos y libres, que alcanzaron una importante magnitud en Tucumán[39]. Sin embargo, la no aceptación de sus listas por parte de la Junta Electoral de la UCRI, que adujo errores formales en la presentación, obstaculizó esta posibilidad; las elecciones se suspendieron y se proclamó la lista oficial, evitando a las autoridades partidarias la necesidad de validar su posición mediante el voto de los afiliados[40]. Como es de suponerse, este desenlace generó airadas reacciones de los dirigentes del MPI, que elevaron una presentación formal ante la Convención Nacional de la UCRI[41].

El rechazo de la lista del MPI permitió a la conducción partidaria provincial asegurarse el control de los principales cargos directivos y afianzar sus proyecciones nacionales, ratificadas con la elección del tucumano Alfredo García, estrechamente relacionado con Gelsi, como presidente del CN. García formó parte del plantel de jóvenes radicales que tomaron las riendas del partido a finales de la década de 1940. Proveniente de la militancia estudiantil universitaria, durante la década peronista ocupó diversos cargos partidarios y fue convencional constituyente en representación de Tucumán (1949). Su carrera se afianzó con la llegada del frondizismo al poder: en febrero de 1958 fue electo senador nacional, presidiendo el bloque de la UCRI en el Congreso, y en noviembre de ese año fue electo presidente del CN de la UCRI, cargo que ejerció hasta 1962.

El faccionalismo y el descontento encarnados por las disidencias del MPI conllevaban la amenaza de un cisma partidario que afectaría la unidad del bloque legislativo y minaría los apoyos del gobierno en un contexto político plagado de dificultades. Cabe recordar, en ese sentido, que entre diciembre de 1958 y enero de 1959 el gobierno central puso en marcha el Plan de Estabilización Económica y enfrentó la huelga general de la Confederación General del Trabajo, con motivo de la represión a los trabajadores del Frigorífico Lisandro de la Torre, medida que tuvo un alto impacto político[42].

De allí que el diagnóstico de la conducción partidaria tendiera, en enero de 1959, hacia el ensayo de gestos de apertura hacia los disidentes. Las autoridades provisorias de la JG convocaron a una reunión al líder del MPI, Arnoldo Suasnábar, en la que se comprometieron a reorganizar el partido y a otorgar a la UCRI una mayor influencia en la gestión; Suasnábar, por su parte, reconoció en el cambio de actitud de las autoridades un punto de partida para recuperar la cordialidad perdida, y se expresó a favor de la reorganización, no sin antes protestar por su tardanza[43]. La posición de la JG fue ratificada por García, máxima autoridad del partido a nivel nacional, quien señaló que fue un error haber “olvidado a los correligionarios” en la gestión de gobierno, situación que, según prometió, se subsanaría desde entonces en adelante[44].

Sin embargo, la falta de avances en la reorganización obstaculizaron los acercamientos entre las autoridades y los sectores disidentes, provocando una nueva escalada en el conflicto. En febrero de 1959 el MPI publicó una declaración en la que calificó a la JG de inoperante, proclamó el fracaso de la política de integración del peronismo y acusó a García de atentar contra el afianzamiento del partido en la provincia.[45]. En respuesta, la Junta suspendió la afiliación de los firmantes, acusándolos de alzamiento contra las autoridades partidarias, y elevó los antecedentes del caso al Tribunal de Conducta de la UCRI, organismo encargado de definir las sanciones disciplinarias de los afiliados[46].

A contramano de lo proyectado por las autoridades, la decisión de la Junta robusteció a los disidentes. Los miembros del MPI recibieron el apoyo de un grupo influyente de dirigentes partidarios, entre los que se destacaban el presidente de la Cámara de Senadores de Tucumán, Arnaldo Ahumada, primero en la línea de sucesión del gobernador, y los diputados nacionales Pascual Tarulli, ex vicepresidente del partido, y Juan Carlos Cárdenas. El primero manifestó algunos gestos de rebeldía frente a las directivas nacionales a lo largo de 1958, tales como su ausencia del recinto en la votación por la ley de educación.[47] A través de un documento elevado a Gelsi repudiaron las sanciones a los disidentes y mostraron su disconformidad por la “falta de conexión entre el gobierno y la masa partidaria”, situación que, según ellos, se resolvería con la “jerarquización” de los cuadros dirigentes del partido, afirmación que aludía tangencialmente al reclamo de reorganización esgrimido desde el MPI. Desde su perspectiva, el rumbo errático del gobierno provincial, plasmado en una pérdida de popularidad que se palpaba “día a día en la calle” estaba motivada por la prescindencia de los hombres del partido en la gestión, visible en la falta de injerencia de la UCRI en la marcha del gobierno. En pos de graficar esta situación, un dirigente del MPI planteó que los hombres del partido “ni siquiera podían llegar hasta los despachos oficiales a plantear los problemas”. La disyuntiva que subyacía a la política de integración emergía, en ese marco, como un tema vertebral en la trayectoria del radicalismo. En términos de los disidentes, era imperioso “saber, en suma, si para ser integracionistas deberemos dejar de ser radicales” o si el partido “se fortalecerá” a partir de una integración “sin desmedro de nuestros afiliados”[48].

Las críticas también abarcaron al gobierno nacional, cuyo abandono del programa partidario en pos de un “liberalismo económico” contrario a los principios de la UCRI reflejaba una situación equivalente a la descrita en la provincia. Los disidentes tocaban así un punto sensible en el derrotero de la UCRI en la provincia. El anuncio del plan de Estabilización a fines de 1958 y el paulatino giro frondizista hacia un programa económico centrado en el ajuste fiscal y la estabilización del tipo de cambio, a costa de una caída en el salario real de los trabajadores y una reducción del gasto público, dirección afianzada a mediados de 1959 con la designación de Álvaro Alsogaray en el Ministerio de Hacienda, impactaban de lleno en Tucumán[49]. La liberalización del mercado azucarero y la restricción crediticia para los ingenios tucumanos profundizaron la crisis que la agroindustria tucumana arrastraba desde finales de la década de 1940[50], situación que afectó sobremanera a la marcha de la gestión gelsista. La política frondizista en materia azucarera generó fuertes rechazos en la bancada de diputados nacionales de la UCRI de Tucumán, como lo revelaron las trayectorias de Cárdenas, quién era a la vez agricultor cañero, y de Tarulli.[51]

La declaración de los disidentes generó un fuerte impacto político. Esto derivó tanto de su capacidad de sintetizar un cúmulo de demandas que circulaban con fuerza dentro del partido como de la relevancia de los dirigentes que suscribieron a la misma. El gobernador atribuyó al texto una finalidad desestabilizante, posición replicada por el MOPAG, y ordenó la detención de uno de los impulsores de la declaración, que lo había acusado públicamente de malversación de fondos y peculado[52]. García, por su parte, rechazó los términos de la declaración y señaló, como contrapartida, que el gobernador necesitaba “mejores colaboradores para atender los problemas provinciales”. Esta definición provocó la renuncia de numerosos funcionarios, incluidos los tres ministros, generando una crisis política de magnitud en Tucumán[53].

Finalmente, ante los rumores de intervención federal a la provincia, los firmantes de la declaración bajaron el tono de las críticas y manifestaron su solidaridad con el gobernador[54]. En ese contexto, Gelsi acercó posiciones con los sectores disidentes del partido al nombrar a afiliados de la UCRI en las vacantes que se produjeron en el Estado, por las renuncias de funcionarios en el marco de la crisis, y apoyó a Ahumada para su reelección como presidente de la Cámara de Senadores[55]. Asimismo, se reunió con un grupo de dirigentes del MPI, a los que prometió reducir la influencia de los peronistas en la gestión provincial, gesto esgrimido en el marco del deterioro que sufrió la política de integración hacia mediados de 1959[56]. Como es sabido, en junio de 1959 se dio a conocer desde las filas peronistas el pacto suscripto con Frondizi un año antes. A pesar de ser desmentido por Frondizi, este hecho marcó el quiebre definitivo del acuerdo y provocó importantes repercusiones políticas a nivel nacional. Sobre ese telón de fondo, la política de integración se debilitó en la provincia; el MOPAG declaró el cese de su colaboración al gobernador y disolvió los 151 centros “Celestino Gelsi” fundados por su dirigencia. El diputado Segundo B. Vega, de filiación peronista, presentó la renuncia a su banca[57]. El acercamiento al gobernador de un sector del MPI dividió las aguas dentro de dicha tendencia, generando protestas por parte del sector más fervientemente opositor, que no cejó en su impugnación al gobernador y en su reclamo de reorganización de la UCRI.

El vencimiento del mandato de los organismos partidarios, en julio de 1959, aceleró el desenlace del crónico enfrentamiento entre las fracciones ucristas provinciales. Amparados en la situación de acefalía generada por el cese de las autoridades partidarias, representantes del sector más fervientemente antigelsista del MPI, entre los que se contabilizaban algunos legisladores y miembros de los órganos partidarios, ocuparon la sede de la UCRI y realizaron una presentación ante la justicia federal con el fin de reclamar por la situación de la entidad[58]. Ante este panorama, el órgano máximo del partido decretó la intervención de la filial provincial, designando al gelsista Ernesto R. Bertella al mando de esta[59]. Con su llegada se abrió una nueva etapa en la vida partidaria de la UCRI tucumana.

 

La intervención al partido: desarticulación de la oposición y reactivación de la dirigencia intermedia

 

En octubre de 1959 el columnista político del principal diario provincial llamó la atención sobre la crisis de la UCRI. Desde su punto de vista, existía una gran disconformidad de los afiliados respecto a sus “hombres dirigentes”, especialmente aquellos dedicados a la función pública. Este “divorcio”, estimaba dicho observador, sería difícil de superar ya que la decepción de quienes “sentían que formaban parte del gobierno pero no eran escuchados a la hora de tomar decisiones” era lo suficientemente profunda como para alimentar una lucha sostenida contra las autoridades[60].

El diagnóstico sintetizó el conflicto que estructuró el derrotero de la UCRI desde su acceso al poder. En primer lugar, la disyuntiva entre relegar al partido o empoderarlo dándole influencia en el proceso de toma de decisiones relativas a la gestión y a la relación con el peronismo. Hasta ese momento, la balanza se había volcado hacia la primera opción, definición que, al centralizar la toma de decisiones en la figura del gobernador, generó una fuerte oposición desde diferentes sectores partidarios. La intervención decretada por las autoridades nacionales de la UCRI abrió un nuevo capítulo en esta disputa. Aunque Bertella provenía del riñón gelsista, su designación por parte del CN con el fin de normalizar la situación del partido en la provincia planteó la posibilidad de desandar el camino previo, dotando de mayores cuotas de influencia a los cuadros partidarios e imprimiendo a la UCRI un dinamismo que revirtiera la quietud de los primeros quince meses de gobierno.

El llamado del interventor Bertella a depurar los padrones y lograr la reorganización total del partido abrió moderadas expectativas entre los sectores opositores a la conducción[61]. El primer paso del interventor fue la designación de un grupo amplio de colaboradores en representación de los diferentes actores partidarios (juventud, movimiento femenino, legisladores) y de un plantel de delegados interventores, a razón de dos por departamento[62]. Desde el punto de vista formal, la función de los delegados era preparar los padrones y ponerse en contacto con los dirigentes locales con el fin de reorganizar el partido y garantizar la pureza de los comicios internos. Sin embargo, tácitamente esta tarea habilitaba la construcción de un entramado de alianzas entre el interventor y la dirigencia departamental.

A fines de 1959 Bertella ensayó algunos avances en pos de la reorganización partidaria al convocar a elecciones internas, mediante el voto directo de los afiliados, para elegir autoridades del Comité de la Juventud. La modalidad adoptada permitía aventurar un cierto optimismo entre los opositores; en efecto, el MPI presentó listas en ocho de los once departamentos de la provincia y obtuvo algunos asientos en el organismo juvenil[63]. El interventor anunció que el paso siguiente para normalizar el partido sería el llamado a elecciones para confeccionar los órganos directivos del partido[64].

Este movimiento, que parecía encaminar definitivamente al partido hacia una reorganización por la vía de una elección interna, generó un impasse en la disputa partidaria, cuadro que se mantuvo hasta febrero de 1960. Ante la inminencia de los comicios legislativos provinciales y nacionales el MPI exigió, a través de una presentación en la justicia federal, que las listas de diputados al Congreso se definieran mediante el voto de los afiliados[65]. La amenaza de una medida judicial llevó a la intervención a efectivizar el llamado a los comicios internos para definir los candidatos a legisladores provinciales, excluyendo a los diputados nacionales, cuya selección quedó en manos del interventor[66]. En efecto, Bertella elevó a la justicia electoral una lista de candidatos confeccionada por el CN, excluyendo a los afiliados locales en la toma de decisiones. La lista reforzó la correlación de fuerzas previa al promover la reelección de tres diputados nacionales de la UCRI en funciones (Juan Carlos Cárdenas, Pascual Tarulli y Pedro Alzabé)[67].

Este mecanismo generó una airada reacción dentro del partido; el MPI solicitó al juzgado federal la nulidad de la lista y reivindicó el “derecho inalienable” de elegir y ser elegido que la reglamentación confería a los afiliados, presentación que fue desestimada por la justicia[68]. Por su parte, el Comité de la Juventud también se pronunció en contra de la modalidad de selección de los candidatos, a la que calificó de retroceso lamentable en la vida democrática del radicalismo[69]. Aunque contaba con mayoría gelsista, el organismo juvenil surgido del voto directo tomó postura en la reivindicación del derecho de los afiliados a intervenir en la selección de los candidatos.

Finalmente, a contramano de la convocatoria a elecciones internas realizada por la intervención, la confección de las listas de legisladores provinciales tampoco se realizó mediante el voto directo. Con el argumento de que existía una imposibilidad material de organizar el acto eleccionario con el tiempo suficiente para cumplir con el cronograma electoral, la intervención decidió, en acuerdo con el amplio grupo de colaboradores que lo secundaban, suspender los comicios y delegar en la figura de Bertella la potestad de definir las listas. Esta determinación provocó, nuevamente, la reacción contraria del MPI y del Comité de la Juventud[70]. A primera vista, se replicaba la modalidad adoptada respecto a los diputados nacionales, al quedar la confección de las listas en manos del interventor designado por el CN. En la práctica, sin embargo, este desenlace abrió un singular proceso de movilización protagonizado por la dirigencia intermedia y los afiliados de los departamentos, que buscaron influir en la conformación de las listas.

Las disputas entre los comités locales por apoyar un candidato determinado se visibilizaron; delegaciones de los departamentos Chicligasta, Rio Chico, Monteros, Leales y Famaillá se dirigieron hacia la sede partidaria para presionar a las autoridades[71], mientras que los comités locales que pululaban a lo largo del territorio provincial, como era habitual en etapas preelectorales, emitieron un sinnúmero de pronunciamientos sobre las listas, proclamando públicamente los apoyos a determinados dirigentes. En la ciudad de Tafí Viejo, 3500 afiliados y simpatizantes de la UCRI presentaron un petitorio en apoyo a la candidatura a legislador de un concejal local[72]. Las manifestaciones abarcaban desde actos masivos, como el señalado, hasta reuniones localizadas en las que grupos de vecinos sentaban postura en la disputa por las listas. Por ejemplo, en el barrio Villa Nueva de la localidad de Lules un grupo de individuos “solicitaron a las autoridades partidarias la inclusión del señor Julio César Rodríguez”, a la sazón intendente de dicha ciudad, en la lista de candidatos por el departamento”[73].

Dotado de un cierto tinte plebiscitario, este proceso de elevación de demandas por parte de vecinos de diferentes puntos de la provincia provocó algunas marchas y contramarchas en la conformación de las listas. En efecto, los rumores, las deserciones y las impugnaciones estuvieron a la orden del día hasta la fecha de presentación. Esto forzó la intervención del gobernador Gelsi en las negociaciones con los delegados departamentales y los dirigentes locales, dilatando la presentación de las nóminas hasta el filo del plazo legal. La decisión final sobre las listas quedó en manos del CN, que envió una nota al interventor para que la “comunicara” a los afiliados de Tucumán[74]. Como es de suponerse, su confección definitiva no logró acallar las disidencias. Estas expresiones tuvieron en la presentación de listas paralelas, motorizada por los dirigentes del MPI de los departamentos Tafí y Rio Chico, su faceta más elocuente[75].

Los resultados de los comicios afianzaron al gelsismo. Aunque los votos en blanco se impusieron en la provincia con un 26% del total, la UCRI obtuvo dos puntos por debajo de aquellos, superando el promedio nacional y erigiendo a Tucumán en una de las filiales de mejor desempeño electoral ucrista. Esto le permitió, asimismo, vencer por nueve puntos al tercer contendiente, Bandera Blanca, y obtener una ventaja de doce puntos con respecto a la UCRP, relegada al cuarto lugar en la provincia. El Partido Blanco, principal organización neoperonista en Tucumán, alcanzó un 9% de los sufragios[76]. De ese modo, a pesar del importante descenso de votos en relación a 1958 –ruptura del pacto con el peronismo mediante-, de las disputas intestinas y de los diversos conflictos que enfrentó la gestión provincial, la UCRI de Tucumán mantuvo un lugar preeminente entre los partidos, revirtiendo la ventaja de la UCRP a nivel nacional, y quedó a una distancia estrecha respecto al voto en blanco[77]. Esto le permitió conquistar las tres bancas de diputados nacionales por la mayoría y preservar el control de las cámaras legislativas provinciales[78]. Asimismo, si bien la defección de las listas del MPI en Rio Chico y Tafí redujo el caudal de votos de la UCRI, estas divisiones no enajenaron al oficialismo el primer lugar en ambos departamentos[79].

Fortalecida por los resultados electorales, la intervención partidaria tomó una medida ejemplificadora para desarticular al MPI. Definió expulsiones y suspensiones para los dirigentes que habían solicitado la anulación de las listas en el juzgado federal y para aquellos que habían participado en las listas legislativas disidentes. Esta determinación abarcó a alrededor de cuarenta afiliados entre los que se contaban algunos ex legisladores provinciales, concejales municipales y el intendente de Tafí Viejo, segundo centro urbano de la provincia[80]. Con este doble movimiento, la conducción neutralizó, tras dos años de ruidosa lucha interna, al MPI, que mantuvo una presencia formal pero carente de influencia en el mapa de poder interno.

 

La reorganización de los órganos directivos y los límites a la autonomía provincial

 

El debilitamiento del MPI aquietó las aguas en el seno de la UCRI. En ese marco, el interventor avanzó en la regularización de los organismos directivos, demanda que circulaba entre diferentes sectores partidarios tras los comicios, como lo expresó el presidente del bloque de diputados de la UCRI[81]. Luego de una ronda de encuentros con los dirigentes departamentales, los legisladores y los concejales de la UCRI, Bertella programó las elecciones internas para el 12 de junio de 1960; sin embargo, el gelsismo acordó una fórmula de unidad que hizo innecesaria la compulsa electoral. De ese modo, tras un año de intervención asumió el mando del partido Salvador Prados, senador por la Capital y miembro del grupo de colaboradores de Bertella[82].

Tras la asunción de las nuevas autoridades, la filial provincial de la UCRI entró en una etapa de renovado dinamismo. En primera instancia, la JG intermedió en una disputa entre el bloque de diputados provinciales y el gobernador. En septiembre de 1960 un grupo de diputados expresaron su desacuerdo con “la forma de trabajar” de Gelsi y sus ministros, en alusión a la falta de participación de los legisladores en la toma de decisiones y el carácter centralizado de su autoridad. Esto generó una disputa pública con el mandatario, diferendo que se saldó a partir de la intervención de la JG, que intercedió para evitar una ruptura del bloque de legisladores[83]. El órgano directivo de la UCR concretó, asimismo, la adquisición de una sede propia, iniciativa partidaria de larga data materializada en diciembre de 1960[84].

El creciente protagonismo de los organismos partidarios de la UCRI se reeditó en abril de 1961, cuando el intendente de San Miguel de Tucumán, Ramón Isauro Martínez, solicitó a la JG que arbitrara en el conflicto que entabló con el gobernador Gelsi respecto a la distribución de fondos para el municipio. La disputa entre los mandatarios provincial y comunal constituía el punto de llegada de un cúmulo de enfrentamientos que jalonaron su relación desde el acceso al gobierno en 1958. En esta oportunidad, el intendente formuló un planteo al organismo ejecutivo del partido con el fin de que dictaminara sobre lo que, según Martínez, constituía una falta de “apoyo financiero” y de “solidaridad política” por parte del gobierno provincial a raíz de la demora en el envío de fondos para obras públicas[85].

El pedido del intendente motivó una reunión especial de la Junta, cerrada al público, de la que participaron los dos implicados en el conflicto. Sendas presencias concitaron el interés de los afiliados, que concurrieron en gran número a las inmediaciones de la sede partidaria, y de la prensa, que dio amplia cobertura al hecho. Luego de escuchar el contrapunto, por momentos virulento, entre ambos dirigentes, la Junta solicitó informes financieros a la Casa de Gobierno para dictaminar sobre la cuestión planteada. Adoptada por un margen estrecho de 8 votos contra 6, la resolución de la Junta favoreció al gobernador, al señalar las autoridades partidarias que no existía falta de colaboración para con el municipio, ya que el Poder Ejecutivo había dado cumplimiento a la legislación vigente. El dictamen defendido por la minoría, por su parte, eludía un pronunciamiento sobre la cuestión y llamaba a un “entendimiento” entre Gelsi y Martínez para conservar la unidad del partido[86].

El dictamen del máximo órgano partidario constituyó una sonada derrota al intendente capitalino. Al no lograr que la Junta se hiciera eco de su reclamo, Martínez quedó en una situación de fuerte debilidad política. Ciertamente, la disputa entre los mandatarios comunal y provincial abrió una coyuntura de convulsiones políticas; en solidaridad con el gobernador, los concejales ucristas contrarios al intendente solicitaron su renuncia al cargo, tesitura similar a la asumida, días más tarde, por la JG[87]. Como contrapartida, numerosos clubes barriales y centros vecinales, comandados por dirigentes de la UCRI, a quienes se plegaron los dirigentes del MPI expulsados del partido, manifestaron en las calles de la Capital su apoyo a Martínez[88]. Tras varias semanas de disputa, la pulseada entre los mandatarios comunal y provincial culminó en septiembre de 1961[89].

Independientemente de este desenlace, cabe resaltar la centralidad que tuvo la Junta en la disputa señalada. El arbitraje constituía, como resaltó un cronista local, un hecho inédito en la trayectoria de la UCRI, al dar protagonismo a una instancia que había estado “poco menos que olvidada” durante los años previos. Desde su perspectiva, la cuestión planteada sirvió para demostrar que los órganos directivos de la UCRI preservaban, tanto desde el punto de vista reglamentario como práctico, capacidad de encauzar “el planteo de los problemas de los afiliados que desempeñan tareas de gobierno” e intervenir en los conflictos entre los dirigentes partidarios. Este antecedente constituía, según su análisis, un hecho auspicioso desde el punto de vista del partido[90].

La prueba de fuego para las autoridades provinciales del partido fue la definición de las candidaturas para gobernador y legisladores de cara a los comicios de marzo de 1962. Como era habitual en las etapas preelectorales, la selección de candidatos abrió una etapa de fuertes tensiones y presiones cruzadas en el seno de la organización partidaria. En septiembre de 1961 el presidente del CN envió una advertencia a sus correligionarios tucumanos, señalando que en caso de que no llegaran a un acuerdo, el máximo organismo partidario podría intervenir la filial para decidir las listas[91]. Las declaraciones de García provocaron la reacción de la JG provincial, que reivindicó el derecho de los tucumanos a definir las listas y exigió una mayor colaboración entre los organismos partidarios nacionales y provinciales[92]. En la misma línea, el presidente del partido en Tucumán manifestó su desagrado por la actitud de García[93]. Tempranamente visibilizada por las declaraciones del presidente del CN, las tensiones entre una JG surgida del acuerdo entre los sectores internos del partido en Tucumán, que venía encabezando un proceso de reactivación, y el ánimo centralizador de la conducción central marcaron la trayectoria de la UCRI en el tramo final del gobierno de Gelsi.

En ese marco, la JG procuró la conformación de una lista de candidatos que condensara las expectativas de amplios sectores de la dirigencia provincial. En diciembre de 1961 llamó a elecciones internas para definir la fórmula gubernamental y las nóminas de legisladores provinciales. La búsqueda de una lista de unidad, no obstante, llevó a la dilación de los comicios[94]. La conformación de una nómina surgida del consenso entre las partes se constituyó en una tarea a todas luces compleja.

En efecto, a comienzos de 1961 cinco dirigentes ucristas de diversos sectores internos anunciaron sus precandidaturas a gobernador. Entre los más cercanos al gelsismo cabe mencionar al ministro de salud provincial Napoleón Baaclini, al senador nacional José G. Juárez y al diputado nacional Pascual Tarulli, reconciliado con el gelsismo tras su alejamiento. Por su parte, las candidaturas del senador provincial Guillermo Curia y del intendente de San Miguel de Tucumán Ramón I. Martínez encarnaron las posiciones críticas al gobernador que se habían desplegado, con intensidad variable, a lo largo de su gestión[95]. Los lugares en las listas de legisladores y concejales, por su parte, cifraron fuertes disputas a lo ancho del territorio provincial, como lo atestigua el intenso ciclo de movilización de la dirigencia departamental y local del partido en pos de influir en el armado de las nóminas. El mismo reeditó, en mayor escala, el proceso de activación visible en 1960. En efecto, la movilización de dirigentes se observó intensamente desde enero de 1962, informándose en marzo de ese año la existencia de alrededor de 300 centros partidarios sólo en el departamento Capital[96].

Sobre ese telón de fondo, la conducción partidaria provincial procuró, en primera instancia, construir consensos en torno a la candidatura gubernamental. Este objetivo fue logrado en enero de 1961. Tras una reunión entre delegados de los cinco precandidatos se acordó la proclamación de Napoleón Baaclini, ministro de Salud de la provincia, quién contaba con el apoyo del gobernador saliente[97]. A fines de enero, sin embargo, se concretó la advertencia esgrimida por García cinco meses antes; amparado en la necesidad de evitar los enfrentamientos internos y neutralizar “la crisis planteada en torno a las candidaturas”, el CN intervino la filial[98]. Tal determinación provocó el rechazo de un amplio abanico de actores partidarios, incluido el presidente, quién protestó públicamente por lo que consideraba una medida injusta por cuanto la UCRI estaba “con todos los cuadros organizados en la provincia”[99]. La intervención, en manos de Lucio Racedo, senador por la Capital Federal, anuló el llamado a elecciones internas, a las que atribuyó una fuente potencial de divisiones, y se arrogó el derecho de conformar las listas, lógica equivalente a la que se siguió en 1960. Al igual que en aquella oportunidad, la centralización del armado de las listas en manos del interventor no neutralizó las presiones de la dirigencia intermedia. En efecto, la definición de las nóminas fue un proceso lento y complejo, que incluyó el retiro de varias candidaturas a raíz de las protestas de un sector de la dirigencia departamental. En los departamentos Cruz Alta y Monteros, por ejemplo, las listas se definieron a sólo cinco días de los comicios, tras una serie de marchas y contramarchas de las autoridades partidarias[100].

El amplio triunfo del peronismo en las elecciones de marzo de 1962, en las que se impuso con un 46% de los votos sobre el 28% del partido gobernante, desencadenó la intervención federal y el final anticipado de la gestión de Gelsi[101]. Desalojada del poder y doblegada en las urnas, la UCRI enfrentó un nuevo desafío: la pervivencia de su organización partidaria desde el llano, coyuntura que puso a prueba los legados del ciclo aquí analizado.

 

 

 

Consideraciones finales

 

El objetivo del artículo fue analizar la trayectoria de la UCRI de Tucumán desde su surgimiento a comienzos de 1957 hasta su desalojo del poder en marzo de 1962. El enfoque adoptado priorizó el derrotero del partido en tanto organización, poniendo de relieve la sucesión de conflictos y reacomodamientos entre sus sectores internos y el sinuoso recorrido de sus organismos directivos. Dicho recorte llevó a atender, desde un punto de vista complementario, la dinámica de las relaciones entre las diferentes escalas de la estructura partidaria (departamental, provincial y nacional). De ese modo, el texto se interrogó si la debilidad intrínseca que la historiografía atribuyó a las esferas nacionales de la UCRI y el carácter instrumental que modeló las relaciones entre estas y la filial cordobesa ofrece un marco interpretativo pertinente para dar cuenta de su trayectoria en el escenario tucumano.

Al condensar en su seno la estructura del radicalismo tras la escisión de 1957, la UCRI de Tucumán heredó un partido en franca expansión. En la disputa por la sucesión del gobierno de facto, que jalonó la competencia política durante la segunda mitad de 1957, la conducción ucrista liderada por Celestino Gelsi intentó construir una organización popular con el afán de acceder al poder. En ese marco, la búsqueda de integrar dirigentes y afiliados peronistas constituyó uno de sus objetivos centrales. La concreción de este acercamiento en la campaña electoral de comienzos de 1958 delineó uno de los rasgos del conflicto que marcó el pulso de la UCRI a lo largo de la etapa analizada: la tensión constante entre la centralización de la autoridad, en la figura del gobernador y las autoridades partidarias, y las demandas de participación de la dirigencia intermedia en el proceso de toma de decisiones. Con el acceso al poder esta tensión se potenció al ponerse en juego cuestiones cruciales en su cotidianeidad, tales como la integración efectiva de la dirigencia peronista al gobierno, el rol de la UCRI como proveedora de cuadros para la administración pública y la potestad de los afiliados para influir en el proceso de selección de candidatos. La tensión entre la centralización de la autoridad y las demandas de la dirigencia intermedia se estructuró alrededor de esos tres vectores.

En consonancia con la tradición cimentada por el gelsismo durante los años peronistas, de la que también hizo gala el frondizismo en su control de las esferas nacionales, la trayectoria de la UCRI de Tucumán estuvo teñida por una impronta centralizadora. Una constante de la conducción partidaria provincial, independientemente de la fisonomía cambiante que tuvo esa figura durante el período -autoridades permanentes o provisorias, interventores autóctonos o foráneos-, fue el recelo ante las formas de participación de los afiliados y el escaso concurso de la dirigencia intermedia en el proceso de toma de decisiones. Así lo patentizó el fracaso sistemático de las convocatorias a elecciones internas, desenlace que obedeció, en el grueso de los casos, a los frenos de la conducción. La centralización en la toma de decisiones también se manifestó en la relación entre la filial tucumana y el CN, que buscó mediante las intervenciones guiar los destinos de la filial y, fundamentalmente, controlar la confección de las listas de candidatos a cargos nacionales partidarios y electivos. Estos rasgos permiten afirmar que, con algunos matices, la instrumentalidad que Tcach atribuyó a la relación entre la filial cordobesa del partido y la conducción central también encontró asidero en Tucumán, hipótesis que, sin embargo, puede profundizarse en futuras indagaciones.

Si bien la conducción nacional consiguió volcar a su favor decisiones cruciales, tales como la definición de las candidaturas, la impronta centralizadora de las cúpulas provinciales respecto a la dirigencia intermedia encontró fuertes obstáculos en la práctica. En efecto, diversos actores dentro del partido ensayaron formas de oposición que introdujeron marchas y contramarchas a las iniciativas de la conducción provincial. Esta tendencia encontró en el Movimiento Popular Intransigente su expresión más elocuente. Embanderado en la defensa de las prerrogativas de los afiliados, este logró condensar entre 1958 y 1960 las resistencias de una porción influyente de la dirigencia ucrista tucumana, que rechazó las modalidades centralizadoras ensayadas por la conducción partidaria e impugnó la marcha del gobierno gelsista. En efecto, el Movimiento Popular Intransigente canalizó el descontento de una diversidad de sectores que abarcaron desde los representantes nacionales del partido hasta la dirigencia departamental y local. La centralización de las decisiones, por lo tanto, no invalidó los procesos de activación y movilización de la dirigencia intermedia, materializada a través del MPI o, inorgánicamente, en las instancias precomiciales. A pesar de que la confección de las listas de candidatos se concentró en un círculo reducido, arrogándose el CN la intervención directa o el poder de veto, la dirigencia departamental no cejó en su esfuerzo por influir en las nóminas, alcanzando influencia efectiva en algunos casos.

A través de cauces formales o informales, estos mecanismos revelaron una vida partidaria compleja, contrapunto que introduce algunos matices a la noción de debilidad estructural que la historiografía atribuyó a las esferas nacionales de la UCRI. Se trató, en todo caso, de un proceso de centralización de las decisiones que no obturó la existencia de tensiones y disputas en el seno del entramado partidario. El análisis de los vaivenes que atravesó el organismo directivo del partido en la provincia puede interpretarse en un sentido equivalente. En el recorrido de la Junta de Gobierno a lo largo de la gestión ucrista se identificaron dos etapas. La primera, signada por el estancamiento, abarcó desde el triunfo en las elecciones de 1958 hasta mediados de 1960, cuando la neutralización del Movimiento Popular Intransigente dio paso a la reorganización partidaria. Se abrió entonces un ciclo de dinamismo en el que el organismo directivo cobró renovada centralidad en los conflictos partidarios. Este proceso reconoció un caso paradigmático en la intervención de la Junta de Gobierno en la disputa entre el intendente de San Miguel de Tucumán y el gobernador. Aunque el desenlace favoreció a Gelsi, por un margen estrecho de votos, el desafío a su figura que implicó la denuncia del intendente y el rol arbitral que se otorgó al organismo ejecutivo desdibujan las definiciones unívocas sobre la relación entre el gobernador y el partido y demuestran una cierta dosis de incertidumbre en el seno de la organización. En definitiva, de la reconstrucción de la trayectoria de la UCRI de Tucumán se desprende la configuración de un terreno de disputas constante, cimentando una trayectoria plagada de conflictos, marchas y contramarchas.

 

 



[1] O´Donnell, Guillermo, “Un juego imposible: competición y coaliciones entre partidos políticos en Argentina, 1955-1966”, en Revista Latinoamericana de Sociología, Vol. 7, Buenos Aires, 1971, pp.103-131. Véase al respecto Botana, Natalio, El orden político en la Argentina moderna, Instituto Di Tella, Buenos Aires, 1977; Kvaternik, Eugenio, “Sobre partidos y democracia en la Argentina entre 1955 y 1966”, en Desarrollo Económico, núm. 71, Buenos Aires, pp. 414-415; Cavarozzi, Marcelo, Autoritarismo y democracia (1955-1983), Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1987; Smulovitz, Catalina, "En Busca de la Fórmula Perdida. Argentina 1955-1966", en Desarrollo Económico, núm. 121, Buenos Aires, pp. 113-124.

[2] Pla, Alberto J., “Nuevos fracasos radicales: división y presidencias (1955-1966)”, en AA.VV, El radicalismo, Carlos Pérez editor, Buenos Aires, 1969, pp. 249-278; Snow, Peter, Radicalismo argentino. Historia y doctrina de la Unión Cívica Radical, Ed. Francisco de Aguirre, Buenos Aires, 1972; Rouquié, Alain, Radicales y desarrollistas en la Argentina, Schapire, Buenos Aires, 1975.

[3] Spinelli, María Estela, “La impronta de la "transición democrática" en la historiografía sobre la segunda mitad del siglo XX argentino”, en Estudios de filosofía práctica e historia de las ideas, v.10 núm. 2, Mendoza, 2008, pp. 11-28.

[4] Véase Halperin Donghi, Tulio, La democracia de masas, Paidós, Buenos Aires, 1983 y “El frondizismo en el espejo de la historia”, en Argentina en el callejón, Ariel, Buenos Aires, 1995, pp. 57-87; Babini, Nicolás, Frondizi. De la oposición al gobierno, Celtia, Buenos Aires, 1984; Smulovitz, Catalina, Oposición y gobierno. Los años de Frondizi, Centro Editor de América Latina, Buenos Aires, 1988; Szusterman, Celia, Frondizi. La política del desconcierto, Emecé, Buenos Aires, 1998. Esta perspectiva también estaba presente en los trabajos anteriores a 1983, tales como Snow, Peter, 1972, Ob. Cit.; Rouquié, Alain, 1975, Ob. Cit.

[5] Persello, Ana Virginia, Historia del radicalismo, EDHASA, Buenos Aires, 2007.

[6] Este concepto fue delineado en Tcach, César “La UCRI: ¿Identidad débil y partido instrumental? La experiencia Mediterránea”, en Spinelli, María Estela, Alicia Servetto, Marcela Ferrari y Gabriela Closa (Comps.), La conformación de las identidades políticas en la Argentina del siglo XX, Ferreyra Editor, Córdoba, 2000 y recuperado en Tcach, César, De la Revolución Libertadora al Cordobazo. Córdoba, el rostro anticipado del país, Siglo XXI, Buenos Aires, 2012.

[7] Tcach, César, 2012, Ob. Cit., pp. 120.

[8]  El proceso de surgimiento y declive de la UCRI en Neuquén se caracterizó por un veloz descenso en sus apoyos electorales como consecuencia de la política petrolera frondizista, las divisiones dentro del partido y el crecimiento del Movimiento Popular Neuquino, que lo doblegó en las elecciones de 1962. Mases, Enrique y López Cuminao, Mariano, “La luz de un fósforo fue. Auge y decadencia de la Unión Cívica Radical Intransigente neuquina (1957-1962)”, en Camino Vela, Francisco (Comp.), El mundo de la política en la Patagonia norte, Editorial de la Universidad Nacional del Comahue, Neuquén, 2012. Sobre la trayectoria de la UCRI en Bahía Blanca véase Eberle, Adriana, “La Unión Cívica Radical Intransigente: un nuevo modo de ser y hacer política en el sudoeste bonaerense (1954-1958)”, en Bustos Cara, Roberto y Cernadas de Bulnes, Mabel, Estudios interdisciplinarios II, EDIUNS, Bahía Blanca, 2000, pp. 261-284.

[9] Spinelli, María Estela, Los vencedores vencidos: el antiperonismo y la “Revolución Libertadora”, Biblos, Buenos Aires, 2005.

[10] Babini, Nicolás, 1984, Ob. Cit., pp. 165-167.

[11] Melón Pirro, Julio César, El peronismo después del peronismo. Resistencia, sindicalismo y política luego del ´55, Siglo XXI, Buenos Aires, 2009, pp. 195.

[12] Dirección Nacional de Estadísticas y Censos, Censo Nacional de población 1960, T. 1, Poder Ejecutivo Nacional, Buenos Aires, 1960, pp. 2-3.

[13] Babini, Nicolás, 1984, Ob. Cit., p. 83.

[14] Lichtmajer, Leandro, “Confrontar al peronismo. Dinámica partidaria y prácticas políticas de la Unión Cívica Radical (Tucumán, 1946-1958)”, en HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local, Vol. 8, núm. 15, Medellín, enero-junio de 2016a, pp. 369-412.

[15] Lichtmajer, Leandro, Derrota y reconstrucción. El radicalismo tucumano frente al peronismo, 1943-1955, Editorial de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, Sáenz Peña, 2016b, pp. 125.

[16] Lichtmajer, Leandro, 2016a, Ob. Cit.

[17] La Gaceta, Hemeroteca, Biblioteca Nacional Mariano Moreno (en adelante HBN), 6/2/1957. El diario referido constituye la única publicación periodística de Tucumán que abarca la totalidad del período analizado, por lo cual se priorizó su consulta a la hora de confeccionar el texto. Las demás publicaciones analizadas (Noticias y Libertad) comprenden algunos meses de 1957, 1958 y 1961.

[18] La Gaceta, HBN, 14/4/1957; 28/6/1957.

[19] Lichtmajer, 2016a, Ob. Cit.

[20] Noticias, Biblioteca del Museo Casa Histórica de la Independencia, 30/7/1957.

[21] Melón Pirro, Julio César, 2009, Ob. Cit., pp. 195.

[22] País Unido, HBN, núm. 3, 10/12/1957. El semanario País Unido, dirigido por Gelsi, se publicó en la Capital Federal desde noviembre de 1957, en la antesala de los comicios presidenciales. Se preservan sólo algunos ejemplares del período noviembre de 1957-enero de 1958.

[23] Los comicios se desarrollaron en 1945, 1946, 1948, 1951, 1955 y 1956. 2016. Lichtmajer, Leandro, 2016b, Ob. Cit., pp. 181; 219.

[24] La Gaceta, HBN, 23/12/1957.

[25] La Gaceta, HBN, 4/2/1958.

[26] La Gaceta, HBN, 26/2/1958.

[27] Atlas Electoral de Andy Tow. Elecciones en Argentina [en línea] http://www.andytow.com/atlas/totalpais/tucuman/1958g.html [consulta el 22 de octubre de 2016].

[28] Babini, Nicolás, 1984, Ob. Cit., pp. 210-215; Persello, Ana Virginia, 2007, Ob. Cit., pp. 195.

[29] La Gaceta, HBN, 10/5/1958.

[30] La Gaceta, HBN, 30/7/1958.

[31] Babini, Nicolás, 1984, Ob. Cit., pp. 312.

[32] La Gaceta, HBN, 19/7/1958.

[33] La Gaceta, HBN, 22/7/1959.

[34] La Gaceta, HBN, 30/9/1958.

[35] Altamirano, Carlos, Bajo el signo de las masas 1943-1973, Sudamericana, Buenos Aires, 2001. La Gaceta,  HBN, 30/7/1958.

[36] Designó en la presidencia a Antonio Moreno y José Domingo Medina. La Gaceta, 18/8/1958.

[37] La Gaceta, HBN, 13/8/1958.

[38] La Gaceta, HBN, 14/8/1958.

[39] Califa, Juan Sebastián, “Laica o libre. El combate social en torno a los títulos habilitantes. Septiembre de 1958”, en Actas del XXVII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología/VIII Jornadas de Sociología de la Universidad de Buenos Aires, Asociación Latinoamericana de Sociología, Buenos Aires, 2009, pp. 7.

[40] La Gaceta, HBN, 19/10/1958.

[41] La Gaceta, HBN, 20/10/1958.

[42] James, Daniel, Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina (1946-1976), Sudamericana, Buenos Aires, 1990, pp. 168.

[43] La Gaceta, HBN, 18/1/1959

[44] La Gaceta, HBN, 14/2/1959.

[45] La Gaceta, HBN, 22/2/1959.

[46] La Gaceta, HBN, 2/3/1959.

[47] La Gaceta, HBN, 2/10/1958.

[48] La Gaceta, HBN, 16/3/1959.

[49] García Heras, Raúl, “El Plan de Estabilización Económica de 1958 en la Argentina”, en Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe, Vol. XI, núm. 2, Tel Avis, Julio-Diciembre 2000, pp. 137-149.

[50] Campi, Daniel y Bravo, María Celia, “Aproximación a la historia tucumana en el siglo XX. Una propuesta de interpretación”, en Orquera, Fabiola (Coord.), Ese ardiente jardín de la República. Formación y desarticulación de un campo cultural: Tucumán, 1880-1975, Alción, Córdoba, 2010, pp. 13-44.

[51] La Gaceta, HBN, 11/8/1959.

[52] La Gaceta, HBN, 17/3/1959. Se trataba de Carlos Blanche, dirigente que acusó a Gelsi de peculado en la reunión de los disidentes.

[53] La Gaceta, HBN, 19/3/1959.

[54] La Gaceta, HBN, 25/3/1959.

[55] La Gaceta, HBN, 20/3/1959.

[56] La Gaceta, HBN, 25/6/1959

[57] La Gaceta, HBN, 30/6/1959.

[58] La Gaceta, HBN, 24/7/1959.

[59] La Gaceta, HBN, 25/7/1959.

[60] La Gaceta, HBN, 8/10/1959.

[61] La Gaceta, HBN, 4/8/1959.

[62] La Gaceta, HBN, 16/8/1959.

[63] La Gaceta, HBN, 23/11/1959.

[64] La Gaceta, HBN, 16/12/1959.

[65] La Gaceta, HBN, 5/2/1960.

[66] La Gaceta, HBN, 6/2/1960.

[67] La Gaceta, HBN, 9/2/1960.

[68] La Gaceta, HBN, 12/2/1960.

[69] La Gaceta, HBN, 17/2/1960.

[70] La Gaceta, HBN, 16/2/1960.

[71] La Gaceta, HBN, 15/2/1960.

[72] La Gaceta, HBN, 27/2/1960.

[73] La Gaceta, HBN, 25/2/1960.

[74] La Gaceta, HBN, 17/3/1960.

[75] La Gaceta, HBN, 20/3/1960.

[76] La Gaceta, HBN, 7/4/1960.

[77] La Gaceta, HBN, 7/4/1960.

[78] La Gaceta, HBN, 29/3/1960.

[79] La Gaceta, HBN, 6/4/1960.

[80] La Gaceta, HBN, 5/4/1960.

[81] La Gaceta, HBN, 14/5/1960.

[82] La Gaceta, HBN, 5/6/1960. Durante el mandato de Prados se concretó la reforma de la plataforma nacional de la UCRI con el fin de adaptarla a los lineamientos que puso en marcha el frondizismo desde el gobierno. Esta reforma, materializada en la Convención Nacional de Chascomús (diciembre de 1960), fue apoyada por las autoridades provinciales de la UCRI. La Gaceta, 22/12/1960. Sobre las implicancias de la reforma de la plataforma ucrista véase Persello, Ana Virginia, 2007, Ob. Cit., pp. 203; Lázzaro, Silvia, “Inequidad rural, desarrollismo y políticas de reforma agraria. El caso de la provincia de Buenos Aires en la década de 1950”, en Revista de Historia Americana y Argentina, Vol.48, núm. 2, Buenos Aires, 2013; Nicoletti, María José, “Conflictos políticos, agencias estatales e implementación de políticas. Una aproximación al problema de la racionalización del Estado propuesta por el gobierno de Frondizi”, en Actas de las V Jornadas Nacionales Espacio, Memoria e Identidad, Universidad Nacional de Rosario, Rosario, 2008 [en línea] http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/nicoletti.pdf [consulta el 16 de septiembre de 2016].

[83] La Gaceta, HBN, 31/12/1960.

[84] La Gaceta, HBN, 2/12/1960.

[85] La Gaceta, HBN, 5/4/1961.

[86] La Gaceta, HBN, 16/4/1961.

[87] La Gaceta, HBN, 19/4/1961.

[88] La Gaceta, HBN, 21/4/1961.

[89] La Gaceta, HBN, 28/9/1961.

[90] La Gaceta, HBN, 16/4/1961.

[91] La Gaceta, HBN, 16/9/1961.

[92] La Gaceta, HBN, 22/9/1961.

[93] La Gaceta, HBN, 23/9/1961.

[94] La Gaceta, HBN, 15/1/1962.

[95] La Gaceta, HBN, 20/1/1962.

[96] La Gaceta, HBN, 2/3/1962.

[97] La Gaceta, HBN, 30/1/1962.

[98] La Gaceta, HBN, 29/1/1962.

[99] La Gaceta, HBN, 6/2/1962.

[100] La Gaceta, HBN, 2/3/1962.

[101] La Gaceta, HBN, 19/3/1962.