REFLEXIÓN TEÓRICA ACERCA DEL FORMATIVO Y SUS IMPLICANCIAS PARA EL ESTUDIO DEL VALLE DE TAFÍ DURANTE EL PRIMER MILENIO D.C.

 

 

 

Valeria L. Franco Salvi*, Julián Salazar**, Eduardo E. Berberián ***

 

 

 

“En el día de hoy se nos ofrecen constantemente perspectivas de la historia que consisten en presentarla como constituida por buenos y malos períodos dividiéndose los malos en primitivos o decadentes, según antecedan o sigan a los buenos.”[1]

 

 

 

Introducción

 

El concepto de Formativo, reconstruido desde una perspectiva subsuncionista y tipológica de las Ciencias Sociales, se ha aplicado a una gran diversidad de contextos cronológicos, espaciales, sociales e históricos en un intento de explicar el proceso de adopción de la vida aldeana basada en la producción de alimentos, y en base a la comparación de un conjunto heterogéneo de sociedades.

 

Durante décadas se generalizó la idea de que la única forma de teoría digna de ese nombre era la que admitía expresarse como un conjunto de leyes o generalizaciones en una cadena deductiva inclinándose a expresar un punto de vista naturalista con preferencia al objetivismo[2]. La arqueología podía expresar el pasado sólo mediante la inserción de la evidencia mediante un esquema general que permitiese aplicar las leyes de comportamiento humano. Se proclamaba la primacía de la investigación científica sobre las opciones filosóficas hilvanando hipótesis que se someterían luego a su verificación poniendo un fuerte énfasis en los aspectos adaptativos. La concepción antropológica anti-historia se redujo a lo que se podría denominar una perspectiva antropológica donde el objetivo estaba puesto en un análisis sincrónico de las variables culturales[3].

 

De esta manera, la mayoría de los arqueólogos que en ese momento pensaban los procesos andinos reducían el mundo del hombre a estrategias adaptativas planteando modelos abstractos y esquemáticos, desprovistos de temporalidad, explicando el funcionamiento de la sociedad y definiéndola como un sistema compuesto por subsistemas donde las prácticas sociales eran parte del todo al que contribuían armónicamente para su funcionamiento. Simultáneamente, un grupo de arqueólogos  desde el materialismo histórico proponían comprender la historia prehispánica centrándose en las relaciones y modos de producción[4].

 

Así la categoría Formativo fue reconstruida a partir de enfoques estructuralistas  alejada de valoraciones históricas contextualizadas espacial y temporalmente, y subsumida a los postulados universalmente aceptados que regían en la explicación de los cambios en los modos de vida de las sociedades agroalfareras tempranas del NOA.

 

Los estudios realizados en los últimos años en el Valle de Tafí[5], nos permiten considerar las limitaciones explicativas y comparativas del concepto, que llevaron a homogeneizar y relegar la diversidad de los procesos económicos, sociales e ideológicos que caracterizaron a los grupos que lo habitaron durante el primer milenio.

 

Las restricciones que implica la utilización de esta categoría taxonómica pueden ser superadas apelando a la “teoría de la práctica”[6] y a la “teoría de la estructuración[7]”. El concepto de rutinización resultará fundamental para la comprensión del carácter transformacional de las acciones humanas que muchas veces no son capaces de prever, ni de controlar las consecuencias de un proceso de larga duración. En coherencia al enfoque planteado, el registro arqueológico será concebido como el resultado  material de prácticas sociales (y de alteraciones post-depositacionales) de individuos[8], entendidos como sujetos históricos activos con objetivos propios, que toman decisiones y actúan de acuerdo a ellas, en un marco de condiciones tanto objetivas como subjetivas que los limitan (y no los determinan) y que son característica de un lugar y una época, intentando adquirir y mantener un status social deseable[9]. Rutinariamente el registro fue generado mediante la sutil acumulación del despojo de las prácticas cotidianas, como si fuera una depositación natural, pero de la cotidianeidad de los actores sobre trayectorias previas[10].

 

La cristalización del concepto de Formativo en la Arqueología Argentina

 

Construir o delinear el contenido de un concepto en una disciplina dinámica y heterogénea como es la arqueología, resulta una dificultosa tarea. Por ello es preciso introducirnos en las transformaciones que ha sufrido conceptualmente el Formativo a través del tiempo y buscar la génesis y el desarrollo de las ideas implícitas que carga.

 

La división histórico cultural de áreas nucleares y marginales, y el evolucionismo que predominaron en las visiones acerca de la complejidad social en el Noroeste Argentino, posibilitaron la cristalización de una idea del Formativo, como modelo ahistórico de sociedad, resultando contraproducente para el análisis de los procesos sociales vividos por las comunidades del valle de Tafí durante el primer milenio d.C.        

 

El Formativo fue entendido inicialmente como un estadio en la historia cultural americana, en el cual se había difundido la cerámica y la agricultura (o el maíz específicamente) a través del continente. Tras esta idea subyacía un pensamiento normativo de la sociedad y difusionista acerca del cambio. El compendio de Ford[11] es un ejemplo claro de lo que la arqueología de la época consideraba como Formativo Americano: desde áreas nucleares se difundían la agricultura y la cerámica junto a ideas y religiones, lo cual se fundamentaba arqueológicamente en  similitudes registradas en distintas materialidades, en especial la cerámica. En este contexto se fueron delineando áreas centrales y áreas periféricas. Todo devenir histórico estaba  relacionado con cambios generados en otro lugar y prestados por mecanismos de difusión al resto de las regiones. El rasgo que también estaba implícito era que el Formativo no constituía un verdadero proceso histórico en sí mismo sino en tanto se constituía como la base de (literalmente, “formaba”) los desarrollos posteriores, es decir las “altas culturas”.

 

Dentro de esta imagen, el Noroeste Argentino fue concebido como área periférica. La cultura Temprana de Tafí, en este caso, tenía su origen en el Altiplano Boliviano, especialmente en la Cultura de los Túmulos o Chullpa Pampa, y formaba parte de lo que se denominó “horizonte monocromo inicial”[12]. Aunque González planteaba la autonomía del Área Andina Meridional con respecto a los Andes Centrales, afirmaba que “La cultura que trajo la cerámica Tafí, trajo también una cantidad de otros rasgos que comenzaron a expandirse durante un período Cerámico Temprano”[13]. En efecto, el Formativo del Noroeste argentino tenía también que formar algo, y ese algo fue la cultura de la Aguada, que habría sido la síntesis superadora de las “culturas” –menos desarrolladas- Condorhuasi-Alamito, Ciénaga, Tafí.

 

Desde distintos enfoques, esta visión profundamente arraigada en la arqueología normativa y difusionista, fue dejándose de lado aunque no sus ideas implícitas. Una orientación ontológicamente holista[14]  para concebir a las sociedades Formativas en el NOA empezaba a construirse en distintos proyectos de investigación[15]. Entre éstos se pueden reconocer dos perspectivas coexistentes: un  enfoque sistémico[16] y uno neoevolutivo[17]. Ya no sería el Formativo un período histórico cultural sino una etapa, caracterizada por una serie de características con valor homotaxial para los sistémicos. Incompleto

 

La aplicación de enfoques holistas ha sido altamente productiva en la arqueología argentina. Se  adquirió una sensibilidad a la causalidad estructural y una apreciación de la interconexión de variables sociales y ecológicas. Sin embargo, su comprensión ontológica de la sociedad, centrada más en las totalidades que en la agencia, ha imposibilitado el desarrollo de una interpretación[18] de procesos históricos durante el primer milenio, en especial del cambio social[19]. De esta manera, la aplicación de un modelo de sociedad totalizante a procesos con dinámicas heterogéneas, redujo las posibilidades de aprehender la riqueza de procesos particulares y limitó el desarrollo del conocimiento global.

 

El Formativo se convertía de esta manera en una etapa caracterizada por una economía de base predominantemente productiva (agropastoril), un modo de vida sedentario y el manejo de diversas tecnologías (cerámica, textiles, metales, etc.)[20]. En las perspectivas neoevolutivas, que tuvieron gran impacto en la década de 1970, y en las sistémicas, en 1980, el concepto pasó de ser un estadio cargado de valor histórico cultural, a dar cuenta de un tipo de sociedad con rasgos específicos.

 

Sin embargo, en distintos contextos regionales del continente se diversificó la idea o el contenido cultural de la etapa: en los Andes Centrales por ejemplo, el Formativo se caracterizó por, además de la producción de alimentos, la aparición de la monumentalidad arquitectónica, la producción agrícola intensiva, la especialización artesanal, etc.[21]. El noroeste Argentino heredó de la arqueología normativa el carácter de periférico y, en esa periferia, el contenido de la etapa se estableció de una manera particular: sociedades simples, de muy pequeña escala, sin desigualdades sociales marcadas, con sistemas productivos rudimentarios y distribución igualitaria de recursos materiales y sociales.

 

La arqueología Neoevolutiva lo plasmó en la identificación implícita del Formativo del NOA con sociedades en la etapa de “Tribu”. Por ejemplo, Núñez Regueiro sostenía que las sociedades Formativas basaban su economía en la producción agrícola y pastoril, con una organización social simple y fundada en el parentesco teniendo en cuenta para formular su propuesta tanto los elementos que se relacionan con el modo de producción como la forma en que se refleja la superestructura para formular dichos cambios [22].

 

La arqueología sistémica, por su parte, utilizó el término Formativo para hacer referencia a un tipo de sociedad que posee una serie de estrategias determinadas para proveer a su subsistencia en relación al medio externo considerando que existen elementos básicos a tener en cuenta para su estudio: ambiente (con especial referencia a la disponibilidad de recursos), demografía, tecnología disponible, sistema de asentamiento, etc.[23]. Según esta postura en los sistemas Formativos la segregación y la centralización (tomando las dos dimensiones propuestas por Flannery), eran bajas, con mecanismos de estratificación social y jerarquización política poco acentuados[24].    

 

El concepto Formativo es despojado de contenido temporal resultando aplicable a infinidad de sistemas culturales. Adquiere carácter de presupuesto general y se concibe la idea de que el mundo social se rige por mecanismos causales externos a los actores sociales que lo conforman. En este sentido, se gesta una tendencia a considerar que la conducta humana es el producto de fuerzas no comprendidas ni gobernadas por los agentes y que la realidad social es algo exterior y en ningún caso obra de los individuos.  

 

La narrativa acerca del fenómeno Formativo en los distintos ambientes del Noroeste argentino cristalizó en la arqueología nacional de una manera determinada en distintos niveles del conocimiento: epistemológicamente fue construida desde una concepción de las ciencias naturales, priorizando el modelo hipotético deductivo, como una categoría ahistórica sin espacio y tiempo; ontológicamente, desde una visión holista de la sociedad, enfatizando en la estructura y desestimando la agencia; se aplicó así un modelo que acentuó el carácter simple, igualitario y homogéneo de las sociedades, exceptuando las que se introdujeron en la órbita de la Integración Regional bajo la formación superestructural de Aguada.

 

La visión simplista de tal categoría se ha reproducido en trabajos que hacen hincapié en el contraste, existente entre las sociedades tempranas, con baja demografía, ausencia de especialización del trabajo, tecnología agrícola rudimentaria, poblados dispersos (con excepcionales aldeas), manejo de tecnología y cerámica predominantemente tosca,  y las sociedades del Período de Integración Regional, de mayor complejidad y desarrollo, caracterizado por estilos de vida heterogéneos y diferenciados, de manifiesta desigualdad social, acceso y distribución desigual de los recursos, alta demografía, monumentalidad en las edificaciones, agricultura intensiva, etc. Así los cambios son interpretados recurriendo a explicaciones mecanicistas de saltos o “revoluciones”[25]. 

 

Actualmente, la investigación arqueológica se empieza a interesar en los aspectos históricos y la diversidad de los procesos para diferentes regiones. Por ejemplo,  Korstanje propone concebir al Formativo como un concepto de larga duración que permite ver los procesos como un juego dialéctico entre la continuidad y discontinuidad histórica; y por otro liberar de la tradición “cultural” que ha seguido esta periodización, ya que no se asume  a priori ni culturas, ni cambios políticos, ni jerarquización social ante una acumulación determinada de rasgos culturales. De este modo,  le otorga protagonismo a los actores sociales que se denominan campesinos formativos, y será su accionar -sus elecciones, su vida cotidiana, su forma de producir, consumir e intercambiar- la expresión histórica de la materialidad[26].

 

Las sociedades del primer milenio en el Valle de Tafí. Un caso de estudio

 

Las expectativas arqueológicas de las que partiríamos aplicando al valle de Tafí los planteos holistas para el Formativo, implicarían ciertos rasgos socioculturales, o estrategias adaptativas que se reflejarían en un patrón de asentamiento disperso, con sitios habitacionales discretos poco diferenciados, manejo de tecnología agrícola extensiva y ausencia de sitios comunales de clara finalidad ritual y religiosa que impliquen el manejo de poder político. Al abordar nuestro problema de investigación, referido a los procesos de cambio social a través del primer Milenio d.C., se presentan imágenes contrastantes. En este trabajo nos centraremos en los aspectos sociales que emanan del análisis de contextos domésticos, paisajes agrícolas y espacios públicos.

 

Los asentamientos residenciales de Tafí se presentan de varias maneras en cuanto al grado de nucleamiento. Dentro de la gama de variables se presentan: unidades habitacionales aisladas,  poblados dispersos y poblados nucleados.

 

Numerosas excavaciones realizadas en contextos habitacionales, de diversos tipos de asentamientos evidencian una gran inversión de tiempo y trabajo en la construcción de las viviendas las cuales siempre repiten un patrón similar: varias habitaciones de planta circular pequeñas (entre 3 y 5 metros de diámetro), adosadas y comunicadas exclusivamente a un patio central también circular.

 

En los recintos menores, que posiblemente eran techados en su totalidad[27], se han detectado rasgos internos –en especial fogones y deflectores- y gran diversidad de artefactos –fragmentos de vasijas de cerámica de diversos tamaños y formas, manos de moler, instrumentos líticos, pipas, etc.- han sido interpretados como lugares de descanso o de realización de actividades específicas, que se fueron agregando a los conjuntos arquitectónicos, a medida que las unidades domésticas se ampliaban.

 

 

Figura  1

 

El sector central se constituyó como un ámbito altamente significativo. Se dispone constantemente como el lugar de ingreso a la unidad, a través del cual hay que transitar para acceder al resto de las habitaciones. En él se encuentran las vasijas más grandes (vinculadas, tal vez, con el almacenaje) y grandes molinos cóncavos y se hallan evidencias químicas y arqueofaunísticas de la fragmentación de carcasas de animales[28]. Pero, sobre todo, se entierran los difuntos. Este último hecho resulta notable, por cuanto los muertos no eran inhumados directamente en la tierra, sino que para tal fin se construía una estructura especial, es decir una cista, cuya base se encontraba a 1,4 m por debajo del piso de la vivienda y su tapa sobresalía unos 0,60m  sobre aquél, siendo muy perceptibles para quienes ocupaban la vivienda.[29] Consecuentemente, con el paso del tiempo, este ámbito quedaba “habitado” por varias estructuras de este tipo, que literalmente unían a los vivos y a los muertos en la vida cotidiana, enfatizando los lazos afectivos que ayudaban a mantener la unidad dentro de un grupo cada vez más grande e internamente conflictivo.

 

Figura  2

 

En síntesis los patios se construyen como lugares de alta visibilidad y paso obligado, contextos de realización de actividades múltiples (entre ellas, el almacenaje, fraccionamiento y procesamiento de alimentos), y ámbitos de inhumación de los difuntos de la unidad doméstica.

 

Otro elemento con significado para la incorporación de los individuos dentro de unidades domésticas extensas, fue la utilización de menhires, es decir monolitos de piedra pulida, lisos o grabados, cuya altura podía llegar a los 3,5 metros, presidiendo patios o conjuntos estructurales. Este tipo de esculturas de amplia visibilidad  se habrían relacionado con la antigua tradición de litificación de los ancestros, es decir, la generación de un doble de piedra del cuerpo o momia de un antepasado mítico del grupo familiar, que era utilizado como elemento principal para reclamar derechos sobre tierras agrícolas, y se conoce con el nombre de huanca[30].

 

 

Figura  3

 

Esta peculiar conformación interna del espacio habitado, se mantiene sin modificaciones notables por un lapso de, al menos 8 centurias, entre el 200 y el 1000 AD, lo cual se puede suponer por las aún insuficientes dataciones radiocarbónicas en este tipo de estructuras realizadas por distintos equipos de trabajo, en el Valle de Tafí, en el Valle de La Ciénaga y en El Remate, al otro lado de la Quebrada del Infiernillo[31]. Recientemente hemos obtenido dos nuevos fechados C14, que ubican a una unidad habitacional aislada “LB km75 U75A”, -excavada anteriormente y ya fechada en 1140±50-, en los momentos más tardíos del proceso, 990±30 AP(LP-1830; Cal. 1023 AD) y a un recinto adosado a una unidad recientemente excavada en un sitio concentrado de la Bolsa (LB1-U14-R6), en momentos más tempranos a lo esperado, 1330±30 AP(AA77296; Cal. 640 AD).  

 

Estos elementos nos permiten considerar que la vida cotidiana estaba altamente reglada y significada dentro de las viviendas, constituyendo el contexto donde principalmente se producían y reproducían las relaciones de producción y la fuerza de trabajo. Este modo de habitar habría sido incorporado y reproducido de generación en generación, como una estrategia básica para la reproducción de los grupos, así como de las posiciones dentro de ellos.

 

La fuerte orientación de la arqueología hacia el estudio de los espacios domésticos y funerarios significó una falta de atención hacia los espacios agrarios. En general, las pocas menciones que se hacen en la literatura arqueológica sobre infraestructuras de cultivo son del tipo: "hay evidencias de canales", "las casas se encuentran dispersas entre campos de cultivo". Los espacios productivos rara vez fueron percibidos como objeto de estudio, sino generalmente como espacios intersticiales entre artefactos o edificios. [32]

 

Los paisajes agrarios, con ciertas excepciones[33], conformaron un comentario secundario dentro de los artículos científicos. De ningún modo se explicó a qué se debió el desarrollo agrícola temprano en el Valle y durante mucho tiempo solamente bastó con la mera designación de existencia de estructuras (i.e canales, andenes, cuadros de cultivo, terrazas, despedres, etc) que a simple vista se podían observar  en el terreno. Aquellos han sido concebidos a lo largo del siglo XX como un “telón de fondo”, un “escenario pasivo”[34] predominando una visión simplificadora de la realidad social a través de un empirismo reducido que no ha considerado otros aspectos que constituyen y conforman un contexto histórico.

 

Los sectores agrícolas de Tafí presentan una gran variabilidad y diversidad. En ciertas áreas se presentan con unidades domésticas dispersas entre los que habrían sido campos de cultivo y en otros, con estructuras de retención del suelo y riego como así también andenes, terrazas y canales. Los contextos agrícolas estudiados fueron excepcionales y los materiales arqueológicos extraídos se corresponderían con el primer milenio d.C.

 

Figura  4

 

En la década de 1990, realizamos excavaciones en dos contextos agrícolas al norte y sur del valle. En la zona de “El Mollar” (meridional) se excavó una estructura circular aislada, de 2.45m de diámetro, construida sobre un montículo de piedra asociado a terrazas de cultivo y líneas de contención (Figura 3). El registro arqueológico recuperado no permitió realizar dataciones absolutas, pero tipológicamente se lo asoció al primer milenio d.C.[35] y, de acuerdo al registro material, se trataría  de una ocupación temporal de pocas personas. El conjunto artefactual incluía pequeños cuencos, dos grandes vasijas y un tubo (¿fragmento de pipa?) de cerámica, y una azada lítica pulida. La materialidad del sitio parece indicar una ocupación temporal, vinculada al cuidado y explotación de los campos aterrazados circundantes.

 

Al norte del Valle, en el sitio “Carapunco” se excavó una estructura de piedra de importantes dimensiones (longitud 18,20 m y altura 0,86 m) que de acuerdo a sus características arquitectónicas habría funcionado para contener o regular el curso del agua. La excavación obtuvo muy baja densidad de materiales arqueológicos pero en su totalidad se trató de cerámica similar a las asociadas a las ocupaciones del primer milenio d.C (Figuras 4). En este caso esta estructura se asocia a asentamientos domésticos concentrados.

 

Figura  5

 

En el sitio “La Bolsa” (sector septentrional) se plantearon dos cuadrículas en un recinto cuadrangular de importantes dimensiones asociado a unidades domésticas con arquitectura de tipo circular. Se excavaron 6 m2 y se obtuvieron escasos materiales en estratigrafía en comparación con la densidad hallada en las unidades domésticas y los cuales en su totalidad se condicen con los encontrados para el primer milenio[36]. Se habría tratado de un cuadro de cultivo, con muros confeccionados para permitir el filtraje del agua en las temporadas lluviosas (Figura 5). No obstante, aún faltan los resultados de los análisis de Ph, Fósforo y Fitolitos para pensar en otras posibilidades, por ejemplo, un uso mixto del recinto: cuadro de cultivo y corrales para el pastoreo. 

 

Figura  6

 

Es importante afinar la cronología, no obstante, hasta el presente los restos arqueológicos recuperados de las excavaciones en contextos agrícolas corresponden a lo comúnmente asociado al primer milenio d. C.

La complejidad de los sistemas agrícolas ha llevado al planteo de ciertas hipótesis, las cuales han propuesto una evolución temporal desde una agricultura extensiva rudimentaria y simple hacia un momento posterior con explotación agrícola intensiva y compleja.[37]  De esta manera la dicotomía Doméstico vs Comunal es planteada para dos momentos distintos[38], consistiendo en un planteo antagónico que requería de una producción incipiente para ajustarse a los presupuestos generales que caracterizaban a una sociedad como Formativa.

La coexistencia de trabajo doméstico y comunal también debería ser una variable a considerar al igual que la influencia de las prácticas de las familias en la confección de obras agrícolas complejas[39]. La comprensión del trabajo campesino requerido para la construcción y manejo de estas obras puede conllevar a confusiones debido a que el paisaje presentado actualmente puede ser resultado de una construcción de trabajo gradual y familiar de miles de años de rutina. Podría tratarse de instantáneas de momentos particulares del desarrollo del paisaje o de un resultado acumulado de años de construcción, uso, abandono y reutilización, es decir de acumulación y rutinización de trabajo campesino.[40]

La economía y la producción agrícola no son causas suficientes de la transformación de sistemas políticos, aunque pueden participar en ella. Si crean o no la desigualdad política parece depender de las necesidades percibidas y las construcciones sociales de la población, el tipo de agricultura practicada y en la existencia de estrategias mediante los cuales algunos grupos o individuos adquieren control sobre otros actores en una sociedad. La agricultura no implica sólo un sistema económico, es a la vez un sistema social donde el alimento es producido por personas que trabajan en grupos de familia, cuidan la tierra y el agua, intercambian trabajo y quizás la cosecha[41].

En distintos sectores del valle también se han registrado sitios excepcionales que pueden asociarse a actividades compartidas por varias unidades domésticas. En el Cerro Muñoz se registró un sitio amurallado, alejado de puntos vitales del asentamiento y con características escenográficas. La muralla es de 0,5 a 1 m de altura por 0,6 a 1 m de ancho, incorporando numerosos menhires-huanca en ella. Dentro del sitio, se construyó una pequeña plataforma subcircular sobre la cual se ubicó un menhir. Las excavaciones realizadas permitieron inferir que esta instalación fue de ocupación temporal, con finalidad posiblemente ceremonial[42]. En Carapunco se registró una estructura cuadrangular de 18 m de largo y 10 m de ancho, la cual estaba delimitada por menhires, colocados en posición horizontal, y conanas perforadas[43]. En El Mollar, se excavó un gran montículo de 30 m de largo y 3 m de altura. El registro arqueológico presente evidenció que el mismo había sido formado por el continuo depósito de grandes cantidades de desechos, correspondientes al consumo de alimentos, tanto de origen animal (especialmente camélidos) como vegetal (maíz y porotos). Dentro del montículo, fruto de las continuas reuniones y festejos realizados, se efectuaron entierros de adultos y sacrificios de camélidos, lo que ha llevado a interpretarlo como un centro cúltico o ceremonial. [44]

Ideológicamente, los símbolos que habrían sido utilizados por los dominadores de las unidades domésticas para afianzar la identidad del grupo de parentesco y reducir sus tensiones internas, los menhires o huancas, eran posiblemente utilizados en sectores públicos de otra manera. Ya no aparecen aislados frente o dentro de una unidad de habitación, sino que se agrupan en torno a un sector destacado y de acceso público: en el montículo de El Mollar,  en la estructura pública del sector Carapunco y en una estructura ceremonial especial, localizada en lo alto del Cerro Muñoz. Uno de los elementos de legitimación de las relaciones de la autoridad doméstica es reapropiado para simbolizar y enfatizar los vínculos que relacionan a grupos más amplios que una unidad de parentesco cercano y para legitimar nuevas posiciones que se construían de esa manera.

 

 Discusión

 

La explicación de los procesos sociales acaecidos durante un milenio en el Valle de Tafí (y en el resto del NOA) requieren de una explicación histórica, esto es, la conceptualización del antes desde la perspectiva del después. Por esta razón, se considera que el uso de conceptos como “Formativo” condiciona una comprensión más realista del comportamiento humano y del análisis del pasado prehispánico principalmente por ser construido ahistóricamente a través de modelos abstractos, antológicamente holistas.

 

Para el estudio los procesos sociales prehispánicos en el Valle de Tafí se propone una perspectiva estructurista/estratégica la cual considera que las estructuras sociales son integradas por medio de la acción y que la acción se conforma estructuralmente. Los procesos sociales y económicos son entendidos como la estructuración de sucesos en un tiempo y un espacio a través de la interacción continua de obrar y estructura. [45] Estos enfoques sostienen que los agentes actúan a partir de intereses, pero no en el vacío, sino en un marco con normas, con cierto ordenamiento y organización social. En el marco de las reglas hay espacios llamados “márgenes de acción” en los cuales los actores defienden sus intereses por medio de estrategias no preconcebidas y racionalizadas.

 

En contraposición a los planteos que tienden a considerar que la conducta humana es el producto de fuerzas no comprendidas ni gobernadas por los actores sociales los cuales son concebidos como efectos de una causalidad objetiva y por la objetividad social de los procesos históricos, consideramos que se debe recuperar el plano consciente de la acción y que los procesos se dan sólo a través de la actuación de los agentes[46]. De esta manera, cualquier referencia al sistema social que no contemple las prácticas y los intereses de los actores, resulta tan insuficiente como la consideración de las actividades humanas, sin tomar en cuenta su conexión con el sistema social.[47]

 

Nuestra postura intenta reconocer, cómo las estrategias desarrolladas por agentes sociales para tomar control de recursos o capitales de diversa naturaleza, pueden entenderse como el principio activo del cambio social y económico[48]. No obstante, los actores no habrían sido los “creadores” de los cambios en una sociedad, sino que ellos reprodujeron, transformaron o recrearon lo ya creado en la continuidad de una praxis. Esta visión que no acepta la idea de una “historia sin sujeto” pone en duda la existencia de modelos para la explicación de la sociedad y se opone a las tesis extremas del estructuralismo concreto que reducen a los agentes a meros epifenómenos de la estructura.

 

La materialidad arqueológica registrada sucesivamente por distintos equipos de investigación, ha ido generando un cúmulo de información que ilustra que distintos aspectos sociales se entramaron de manera no direccional ni esencialista, impidiendo que las teorías mecanicistas de los cambios tengan alcances explicativos satisfactorios. Si bien las unidades sociales de producción habrían sido segmentarias, y su identidad como grupos autónomos se enfatizaría fuertemente en distintos aspectos de la cultura doméstica,  la tecnología agrícola habría alcanzado niveles de alta complejidad en el manejo del suelo y el agua. Por otra, la descentralización política que implicaría la fragmentación en la distribución de los medios de producción no generó la ausencia de ámbitos de negociaciones políticas a escalas que sobrepasaban a la doméstica, en espacios de uso comunal. En éstos la ritualidad familiar, que es la que generalmente se vincula a sociedades “formativas”, fue resignificada en escenarios de mayor escala. De esta forma, no compartimos los antagonismos entre escala doméstica vs. escala comunitaria que son frecuentemente utilizados para diferenciar a sociedades formativas de las llamadas Período de Integración Regional y Desarrollos Regionales.

 

En síntesis, proponemos como una idea en construcción, que los procesos de cambio social  estructurados por los pobladores del Valle de Tafí durante el primer milenio d.C., estuvieron fundamentados en la competencia social entre unidades domésticas, las cuales legitimaron y reprodujeron su posición mediante la construcción de una fuerte identidad familiar, especialmente a través de la materialidad doméstica. Cada una de estas unidades gestionaba y administraba espacios productivos independientes, los cuales formaban complejos sistemas de aterrazamiento, manejo del agua y almacenaje de excedentes, que constituyeron la base económica de la reproducción de las mismas.  Sin embargo, algunas unidades domésticas habrían sido capaces de construir redes de poder a través de las cuales atrajeron mano de obra y pudieron construir espacios de legitimidad que superaban  los límites del parentesco, estos se plasmaron materialmente en la manipulación del espacio simbólico utilizado comunitariamente. 

                                               

Agradecimientos

 

Queremos manifestar nuestro agradecimiento a los miembros del Laboratorio y Cátedra de “Prehistoria y Arqueología” especialmente al Tec. Esteban Pillado por su ayuda en la edición y confección de las figuras. Agradecemos la desinteresada colaboración del “NSF-Arizona AMS Laboratory”, en especial del Dr. Timothy Jull y la Dra. Mitzi de Martino, por el fechado radiocarbónico realizado. Por último, un especial agradecimiento a los evaluadores anónimos por sus interesantes observaciones y sugerencias.

 
Reflexión teórica acerca del Formativo y sus implicancias para el estudio del Valle de Tafí durante el primer milenio d.c.

 

Resumen

 

Los estudios arqueológicos que se enfrentaron a contextos sociales donde las economías productivas se establecían por primera vez, tendieron a homogeneizar y relegar el pasado histórico bajo categorías construidas en base a realidades ajenas, como el concepto “Formativo”. Las investigaciones arqueológicas realizadas durante las últimas décadas en el Valle de Tafí muestran fenómenos que contradicen o  restringen los alcances explicativos de estos modelos. Las limitaciones de su aplicación conllevan la necesidad de construir una visión que revalorice la agencia y la diversidad local.  Proponemos algunas hipótesis de trabajo que pueden enriquecer el relato del proceso histórico sin reducirlo a características generales, construidas a priori.

 

Palabras Claves: Formativo; Registro Arqueológico; Teoría de la Agencia; Valle de Tafí.

 

Valeria L. Franco Salvi, Julián Salazar, Eduardo E. Berberián

 

Theoretical Reflection about the Formative and its Implications for the Study of “Tafí Del Valle” During the First Millenium A.D.

 

Abstract

           

Archaeological studies dealing with first social contexts based on productive economies, tended to homogenise and relegate historical past under categories made upon alien realities, as the “Formative” concept. Archaeological researches developed in the last decades in Tafí Valley, feature phenomena that oppose or restrict this model’s explicative scope. Its application limitations entail the necessity of building a vision focused in agency and local diversity. We propose a few working hypothesis that could improve our historical process discourse without reducing it to general, aprioristically built features.            

 

Key Words: Formative;  Archaeological Record; Agency Theory; Tafí Valley.

 

Valeria L. Franco Salvi, Julián Salazar, Eduardo E. Berberián



* Becaria CONICET. Laboratorio y Cátedra de Prehistoria y Arqueología. valeriafrancosalvi@gmail.com

** Becario CONICET. Laboratorio y Cátedra de Prehistoria y Arqueología. jjsalba@hotmail.com.

*** CONICET. Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos A. Segretti”. eduardob@ffyh.unc.edu.ar

 

[1] Colingwood, R.G., Idea de la Historia. Fondo de Cultura Económica, México, 1952, p. 313.

[2] Hodder, I. “The "Social" in Archaeological Theory: An Historical and Contemporary Perspective” en Companion to Social Archaeology. Meskell y Preucel (eds): Blackwell. Oxford. 2004

[3] Núñez Regueiro, V. “Aproximación Teórica al estudio de las comunidades agropastoriles del Noroeste Argentino durante el Período Formativo”. Rumitacana. Revista de Antropología. Nº 1:. Dirección de Antropología de Catamarca. Catamarca.1994. Pp. 23-28

 

[4] Núñez Regueiro, V. “Conceptos instrumentales y marco Teórico en relación al análisis del desarrollo Cultural del Noroeste Argentino”. Revista del Instituto de Antropología. Nº 5: 169-190. Córdoba. 1974; Lumbreras, L. “La Arqueología como ciencia social” ed. Colección Investigaciones Casa de las Américas. Cuba. 1984.

[5] Salazar, J; V. Franco Salvi; E. Berberián y S. Clavero “Contextos domésticos del Valle de Tafí, Tucumán, Argentina (200-1000 AD)”Werken Nº10:25-48.Chile. 2008; Salazar, J; V. Franco Salvi y S. Clavero “La materialidad doméstica en un conglomerado habitacional de “la bolsa”, Valle de Tafi, Tucuman” en Actas del las VII Jornadas de Jóvenes Investigadores de Ciencias Antropológicas. Año 2006. Salazar, J y V. Franco Salvi “Reproducción social en el Valle de Tafí, durante el primer milenio d.C. Primeros Avances.” En Actas de las VII Jornadas de la Escuela de Historia. 2008. Córdoba; Berberián, E. “Sistemas agrícolas Prehispánicos y tecnología apropiada: un experimento arqueológico en el Valle de Tafí.” Comechingonia Nº8 : 69-95. Córdoba. 1995; Sampietro Vattuone, M. “Contribución al conocimiento geoarqueológico del Valle de Tafí, Tucumán (argentina)”. Tesis doctoral inédita, UNT. 2002.

[6] Bourdieu, P Outline of a  Theory of Practice. Traducido por R. Nice. Cambridge University Press, Cambridge 1977; Bourdieu, P Cosas Dichas. Traducción de M. Mizraji. Gedisa, Barcelona.1988.

[7] Giddens, A  La constitución de la sociedad. Bases para la teoría de la Estructuración. Argentina. Ed. Amorrortu, 1995.

[8] Shennan S. “After Social Evolution: a new Archaeological agenda?” Archaeological theory: Who sets the Agenda? Yefee y Sherrat (comp). Cambridge University Press. 1993. pp 53-70.

[9] Blanton, R. “The cultural foundations of Inequality in Households. Foundations of Social Inequality” Ed : Price y Feinman . Plenum Press New York. 1995. pp 105-127.

[10] Haber, A Una Arqueología de los Oasis Puneños. Domesticidad, Interacción e identidad en Antofalla. Primer y Segundo Milenio d.C. Ed. Jorge Sarmiento. Córdoba 2006.

[11] Ford, J. A. A comparison of Formative Cultures in the Americas. Difusion or the psychic unity of man. Smithsonian Institution Press. Washington 1969.

[12] González, A. R. “Las tradiciones alfareras del Período Temprano del N.O. Argentino y sus relaciones con las de las Áreas Aledañas”. Anales de la Universidad del Norte. N 2. Antofagasta. 1963. Pp.: 49-65.

[13] González, A. R 1963b  “Desarrollo Cultural en el Noroeste Argentino”. En Aboriginal Cultural Development in Latin America: An interpretive Review. Smithsonian Miscellaneous Collections. Vol 146, N 1, Washington. Traducción de Osvaldo R. Heredia.

[14] A nivel general denominamos holistas a los enfoques arqueológicos que, estudiando  procesos sociales, descentran el sujeto y relegan la agencia, dando predominio a la naturaleza relacional de las totalidades y a las determinantes objetivas de estructuras o sistemas, entendidos como leyes que determinan las relaciones entre la sociedad y la economía.    

[15] Es importante aclarar que una variante de la visión neoevolutiva, basada en el marxismo, se  vio truncada por los procesos históricos acaecidos en nuestro país en la segunda mitad de la década de 1970, durante la cual la políticas de estado de la dictadura militar desestructuró equipos de investigación y proyectos de trabajo. En consecuencia, debemos ser concientes de que estamos analizando estudios y propuestas incompletas y truncas de los investigadores. 

[16] Raffino, R. “Las Aldeas del Formativo Inferior en la Quebrada del Toro”. Estudios Atacameños 5: 64-100. San Pedro de Atacama.1977; Raffino, R. Poblaciones Indígenas en Argentina. Urbanismo y Proceso Social Precolombino. Ed. T.E.A. Buenos Aires.1989; Berberián y Nielsen 1988, “Sistemas de asentamiento prehispánico en la etapa Formativa del valle de Tafí (Pcia. De Tucumán- Rep. Arg.)” en Sistemas de Asentamiento Prehispánicos en el Valle de Tafí. Editado por E. Berberián: 21-51. Editorial Comechingonia. Córdoba.  Olivera Tecnología y Estrategias de adaptación en el Formativo (Agroalfarero Temprano) de la Puna Meridional Argentina. Un caso de Estudio: Antofagasta de la Sierra (Catamarca, RA). Tesis Doctoral. U.N. La Plata. 1992.

[17] Núñez Regueiro op.cit. 1974

[18] Hodder, I. op cit.

[19] Brumfiel “Distinguished lecture in Archaeology: Breaking down and entering the ecosystem- gender, class and faction steal the show”. American Anthropologist Vol 94, Nº3.1992. Pp: 551-567

[20] Núñez Regueiro, V. 1974. Op cit.; Olivera, D. Op. Cit.

[21] Lumbreras, L. De los pueblos y las culturas y las artes del antiguo Perú. Monchoa Campodónico Editores Asociados. Lima. 1969; Lumbreras, L. “Un Formativo sin cerámica y cerámica Preformativa”. Estudios Atacameños. Arqueología y Antropología Surandinas. 32. 2006. Pp.:11-34.

[22] Núñez Regueiro, V. 1974 Op.cit.

[23] Olivera, D. 1991. Op. cit.

[24] Ibid.

[25] Laguens, A.G. “Arqueología de la diferenciación social en el Valle de Ambato, Catamarca, Argentina (S. II-VI d.C.): el actualismo como metodología de análisis”. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología XXIX. 2004. pp137-161.

[26] Korstanje, A La organización del trabajo en torno a la producción de alimentos en Sociedades Agropastoriles Formativas (Provincia de Catamarca, República Argentina). Tesis Doctoral en Arqueología. Facultad de Ciencias Naturales e IML UNT, Tucumán. 2004.

[27] En algunos casos, como en el LB1 – U14 - R6, se han hallado en los pisos de ocupación las huellas del poste central y de los parantes laterales, que posiblemente conformaban la estructura necesaria para sostener la techumbre.  

[28] Sampietro, MM y M Vattuone  Reconstruction of Activity Areas at a Formative Household in Northwest Argentina”. Geoarchaeology: an Internacional Journal. Vol XX. Nº 4. 2005. Pp.: 337-354.

[29] Berberián, E.E. y A.E. Nielsen “Análisis funcional de una unidad doméstica de la etapa Formativa del valle de Tafí (Pcia. De Tucumán- Rep. Arg)” en Sistemas de Asentamiento Prehispánicos en el Valle de Tafí. Editado por E. Berberián. Editorial Comechingonia. Córdoba. 1988. Pp.53-67

[30] Duviols, P. “Un simbolisme de l’ocupation, de l’amagement et de l’explotation de l’espace. Le Monolithe Huanca et sa fonction dans les andes Prehispaniques. Le Homme XIX Nº2. (Traducción: Lorandi y Martínez). 1979. Pp: 7-31; García Azcárate, J. “Símbolos, piedras y espacios: una experiencia semiológica”. En Podestá, M y M de Hoyos. Arte en las Rocas. Arte rupestre, menhires y piedras de colores en Argentina. Sociedad Argentina de Antropología. Buenos Aires.2000. Pp.: 73-83.

[31] Los contextos particulares de los distintos fechados puede encontrarse en las siguientes publicaciones: Berberián y Nielsen 1988 Op. Cit., Cremonte, B. Investigaciones arqueológicas en la Quebrada de la Ciénaga. Dpto. de Tafí). Tesis Doctoral. Inédita. Universidad Nacional de La Plata. 1996  Sampietro y Vattuone Op cit., C. Aschero y E. Ribotta “Usos del espacio, tiempo y funebria en El Remate (Los Zazos, Amaicha del Valle, Tucumán)” en Paisajes y procesos sociales en Tafí del Valle. Comp. por Arenas, Manasse y Noli. Tucumán. 2007: 79-94.   

[32] Korstanje, A La organización del trabajo en torno a la producción de alimentos en Sociedades Agropastoriles Formativas (Provincia de Catamarca, República Argentina). Tesis Doctoral en Arqueología. Facultad de Ciencias Naturales e IML UNT, Tucumán. 2005; Quesada, M. El diseño de las redes de riego y las escalas sociales de la producción agrícola en el 1º Milenio DC (Tebenquiche Chico, Puna de Atacama). Estudios Atacameños Nº 13. 2006. Pp. 31-46

[33] Berberián, E “Sistemas Agrícolas Prehispánicas y Tecnología Apropiada: Un Experimento Arqueológico en el Valle de Tafí (Pcia. de Tucumán, Argentina)”. Comechingonia 8:69-95. Córdoba, Argentina. 1995.

[34] Piazzini, C “Arqueología, espacio y tiempo: una mirada desde Latinoamérica”. Arqueología Sudamericana 2 (1): 3-25.2006; Hernando Gonzalo, A El espacio no es necesariamente un lugar: en torno al concepto de espacio y a sus implicancias en el estudio de la prehistoria. Arqueología Espacial nº2: 1-23. 1998.

[35] Realizamos esta afirmación a partir  de los siguientes indicadores: técnicas arquitectónicas análogas a las estructuras residenciales fechadas por C14 entre 600 y 1000 A.D.; predominio casi absoluto de fragmentos no decorados -sólo se presentan algunos tiestos con incisiones punteadas- de pasta gruesas cocidas en atmósfera oxidante, con la presencia de una capa de engobe rojo, frecuentemente pulidos y, en menor medida, cerámica alisada de textura fina y compacta de color beige, tipos pertenecientes a los conjuntos cerámicos propios del primer milenio en el valle (sólo en la superficie se registraron dos fragmentos con decoraciones pintadas en negro sobre blanco, que se podrían asociar al estilo “Santamariano bicolor”, propio de momentos posteriores); tubo de cerámica (¿pipa?); azada lítica pulida.

[36] Cerámica de pasta cocida en atmósfera oxidante con decoraciones modeladas aplicadas al pastillaje similar a la descripta por Cremonte, B Op. cit. y Berberián, E y E. Argüello 1988 La alfarería del Valle de Tafí (Pcia. De Tucumán- Rep. Arg) en Sistemas de Asentamiento Prehispánicos en el Valle de Tafí. Editado por E. Berberián. Editorial Comechingonia. Córdoba. Argentina para la fase II de Tafí. Pp 69-110

[37] Berberián, E.E. y A. Nielsen 1988 Op. cit.

[38] Ibid.

[39] Hastorf, C.  Agriculture and the onset of political inequality before the Inka. Cambridge U. Press. 1993.

[40] Quesada, M. 2006 Op. cit.

[41] Hastorf, C 1993 Op cit.

[42] Berberián, E.E. y A. Nielsen Op. cit. 

[43] Berberián, E.E. MS. Sistemas de asentamiento Prehispánicos en el Valle de Tafí. Informe Presentado al CONICET.1998

[44] González, A. y V. Núñez Regueiro. “Prelimanary Report on Archaeological Research in Tafí del Valle, NW Argentina”. Akten del 34 amerikanisten Kongress. Viena. 1960 Pp.: 18-25; Tartusi y Núñez Regueiro “Fenómenos cúlticos tempranos en la Sub-región Valliserrana”. En Historia Argentina Prehispánica. Editado por E. Berberián y A. Nielsen:. ED Brujas. Córdoba.2001. Pp:127-170.

[45] Bourdieu, P. Outline of a Theory of Practice. (Traducción de R. Nice). Cambridge U. Press. 1977; Giddens, A.  La constitución de la sociedad. Bases para la teoría de la Estructuración. Ed. Amorrortu. Argentina. 1995.

[46] Cohen, Teoría de la Estructuración y Praxis Social”. En La Teoría Social, Hoy. Jesús Albores (Comp.) Editorial Alianza. España.1986. Pp. 351-397.

[47] Ortiz Palacios L. Acción, Significado y Estructura en la teoría de A. Giddens. Convergencia. México. 1999. Pp 57-84.

[48] Nielsen, A.E. “Evolución social en Quebrada de Humahuaca (AD700-1536)”. En Historia Argentina Prehispánica. Editado por E. Berberián y A. Nielsen:. ED Brujas. Córdoba. 2001. Pp.171-264.