RESEÑA

(REVIEW)

(RESENHA)

 

Plá, Sebastián y E. Wayne Ross (Eds). Social Studies Education in Latin America. Critical Perspectives from the Global South. Routledge, 2022.

 

 María Fernanda Justiniano

mafernandajustiniano@yahoo.com.ar - Facultad de Humanidades - Universidad Nacional de Salta, Avda. Bolivia 5150, Salta (Argentina), , https://orcid.org/0000-0002-0965-3281

 

Esta obra, editada por Sebastián Plá y Wayne Ross, marca el inicio de una serie de volúmenes dedicada a la crítica investigativa en el campo de los estudios sociales del Sur global. El libro se compone de doce artículos, cada uno de ellos aborda diferentes aspectos de la enseñanza de las ciencias sociales y la historia en países y regiones específicas de América Latina. A través de estas contribuciones, los editores buscan difundir la investigación realizada en la región, más allá de sus fronteras, fomentando así un intercambio académico entre educadores de estudios sociales e historia de América Latina, Europa, América del Norte y el resto del mundo. Quienes lean el libro gozarán de un panorama de cómo se estructuran los estudios sociales en los diferentes países, ya sea como una asignatura escolar única, o como materias escolares disciplinares separadas, como historia, educación cívica o ciudadana y geografía.

Los capítulos 1 y 12 proponen una mirada panorámica reflexiva sobre qué pasa con la enseñanza de las disciplinas sociales en América Latina. El primero, una introducción a cada uno de los capítulos posteriores, es de autoría de los editores y goza de un valor agregado porque propone una síntesis empírica, teórica y crítica de mucha utilidad para quienes tienen interés en la temática. Reconocen la convivencia de una homogeneidad y heterogeneidad en la enseñanza de las ciencias sociales en latinoamérica, sea cómo área o como disciplinas separadas en los sistemas educativos latinoamericanos. Los autores caracterizan a las reformas educativas neoliberales de los 90 de inauguradoras del período de mayor homogeneidad y de creadoras de un nuevo discurso pedagógico. A la par de estos desarrollos, señalan la permanencia de un modo disciplinario de pensar en muchos países, que enfrenta a las reformas y modifica sustancialmente el desarrollo posterior.

Los apartados 2 al 11 están dedicados a reconocer particularidades de la educación de las ciencias sociales o de la Historia en clave nacional. Esta característica de las exposiciones agregan un beneficio adicional a la lectura del texto. Es el caso de la propuesta de Sandra Patricia Rodríguez Avila, quien en el capítulo 2, desarrolla una interesante síntesis sobre la enseñanza de la Historia y las Ciencias Sociales en Colombia. En especial, atiende las respuestas que se esperan de ésta para resolver las situaciones políticas violentas y adversas que atraviesa la sociedad colombiana desde el siglo XIX hasta la actualidad. La autora muestra cómo un currículo habitual se desplaza entre teorías didácticas originarias y extranjeras, innovaciones pedagógicas, intereses ministeriales, de la academia y redes docentes interesadas con sus experiencias pedagógicas a modificar el estatus quo.

En tanto, Fabián González Calderón y Graciela Rubio Soto entienden que, en una comprensión más profunda del pasado reciente chileno, está la clave para el desarrollo de las generaciones presentes y futuras. Observa, que ésto se presenta como una tarea difícil, por  cuanto el contexto postdictatorial neoliberal se caracterizó por una democracia protegida con violaciones a los derechos humanos, en la que cuesta recuperar las memorias, en medio de la intención clara de deshistorizar y recuperar sólo el relato oficial. En este estudio se muestra cómo el contexto socio-político y las representaciones oficiales del pasado incidieron en la construcción de  las narrativas por parte de la juventud que reflejan esta relación-tensión compleja y contradictoria con el pasado del país.

El capítulo 4 es de autoría de Omar Turra-Díaz y Juan Salcedo-Parada, quienes reclaman abandonar conceptos y periodizaciones consolidadas y proponen promover en la formación del profesorado de historia chileno una enseñanza que abra espacio a diversas voces y conocimientos culturales, para poder permitir la  formación de subjetividades interculturales. También señalan la necesidad de reformar los programas de formación de profesores de historia, para que estos adquieran competencias interculturales que les permitan abordar la diversidad cultural en el aula.

En el capítulo 5 se analiza una propuesta de pedagogía decolonial que se propone el desafío de conciliar los conocimientos y prácticas propios de la cultura mapuche con los contenidos y normas del sistema educativo chileno. La autora de este apartado es Carolina Huenchullán Arrué, quien analiza la experiencia educacional desarrollada en la escuela Kom Pu Lof Ñi Kimeltuwe, en la región de la Araucanía. Expone cómo son recuperadas en el aula, las historias y las memorias no oficiales de la comunidad, con el objetivo que su historicidad sea considerada.

En el capítulo 6, Gabriela Iturralde Nieto reclama la  visibilización de la población afrodescendiente mexicana en los espacios de educación formal. Expone las experiencias de organizaciones estatales y no estatales para la formulación de políticas públicas más inclusivas. Pese a los avances logrados, la autora expresa que deben consolidarse determinadas acciones de inclusión y eliminar los prejuicios racistas y estereotipos dominantes.

El capítulo 8, Fernando Seffner, ofrece una visión panorámica de la realidad política, social y educativa de Brasil, y muestra cómo temas como género y sexualidad han cobrado relevancia en la cultura escolar y en las luchas por los derechos y el reconocimiento de diversas identidades en la sociedad brasileña. Observa la existencia de un choque entre dos enfoques pedagógicos: uno de naturaleza moralmente conservadora y otro caracterizado por una racionalidad neoliberal. Entiende que la docencia debe encontrar estrategias para lidiar con la carga moral asociada con estos temas, respetar las posiciones de las familias y, al mismo tiempo, avanzar en valores que promuevan la equidad y el diálogo en el espacio público.

El apartado que sigue, de autoría de Luis Fernando Cerri, recoge resultados del proyecto internacional "Residente: Observatorio de las Relaciones entre Jóvenes, Historia y Política en América Latina". El capítulo busca explorar las relaciones entre la cultura política y la cultura histórica en el contexto de jóvenes latinoamericanos que asisten a la escuela secundaria. Se reflexiona sobre cómo los jóvenes se posicionan ideológicamente y cómo esto influye en sus concepciones y relaciones con la historia como materia escolar. Se destaca la importancia de la socialización política e histórica en el proceso de formación de identidades y toma de decisiones políticas de los individuos.

El capítulo 9 está dedicado a qué pasa con la enseñanza de la historia en Argentina y las transformaciones que desencadenó la pandemia de Covid-19 en la materialidad de la enseñanza. María Paula González entiende que se está ante una escuela y una enseñanza de la historia en movimiento, con docentes que producen conocimientos y prácticas significativas, con un código disciplinario en transformación que hoy combina papel y pantalla.

Ana Zavala desplaza su análisis hacia la historiografía y plantea que enseñar historia no es más que enseñar sobre algunos fragmentos historiográficos. De este modo, la autora explora la complejidad de la historia como materia y las diversas formas en que se aborda en el aula. Reflexiona sobre una posible caja de herramientas que colaboran en el análisis de la propia práctica docente.

El caleidoscopio de Plá y Ross nos ha permitido apreciar la riqueza y complejidad de la enseñanza de la historia y las ciencias sociales en Latinoamérica. Es una obra enriquecedora y valiosa para todos aquellos interesados en el campo de la educación y la didáctica de la historia desde perspectivas críticas.